Ofrenda lírica a briceida

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Eladio Rodulfo González

OFRENDA LÍRICA A BRICEIDA Los Cocoteros, Municipio Gómez, Estado Nueva Esparta, Venezuela, octubre de 2013


Producción: Centro de Investigaciones Culturales Neoespartanas (CICUNE), Los Cocoteros, octubre de 2013. Portada: Dibujos de mis nietos Jhosué José Fernández Rodulfo y Daniel Enrique Jara Rodulfo.


El AUTOR Eladio Rodulfo González, quien periodística y literariamente, firma con sus dos apellidos, nació en el caserío Marabal, hoy en día parroquia del Municipio Mariño del Estado Sucre, Venezuelael 18 de febrero de 1935. Es trabajador social graduado en la Escuela Nacional de Servicio Social y periodista de la Escuela de Periodismo de la Universidad Central de Venezuela. Ha sido bodeguero, office boy, obrero petrolero, corrector de pruebas, agente y luego inspector jefe del Cuerpo Técnico de Policía Judicial, donde también fue co-fundador de la División de Menores; jefe de Prensa y Relaciones Públicas de la Asamblea Legislativa del Estado Nueva Esparta, secretario privado de los gobernadores Virgilio Ávila Vivas, que marcó su llegada a Margarita el 11 de febrero de 1975, y de José Fontúrvel Rivero; sub-gerente de Información y Relaciones Pública de Hidrocaribe; redactor de El Sol y El Faro de Porlamar; colaborador de Kena y otras revistas caraqueñas; bibliotecónomo del Ministerio de Minas e Hidrocarburos; trabajador social instructor de la Dirección de Prevención del Delito del Ministerio de Justicia y director-fundador de la Escuela de Folklore, Teatro y Títeres Modesta Bor, de Porlamar. Es miembro fundador de las Seccionales Nueva Esparta del Colegio Nacional de Periodistas, donde ocupó los cargos de Secretario de Cultura y de Finanzas, la delegación del Instituto de Previsión Social del Periodista y la presidencia durante dos períodos del Tribunal Disciplinario y de la Asociación de Escritores de Venezuela. También es miembro del Colegio de Trabajadores Sociales del Estado Nueva Esparta. Posee un título de postgrado en Administración Pública, mención Organización y Métodos, y diplomas de Orientación al Turismo, Investigación Cultural, Iniciación Cinematográfica, de Música a través de los tiempos y de El Teatro, su evolución y problemática actual. En Washington efectuó el Curso General Interamericano de la Academia Internacional de Policía y de Técnica de Investigación Policial en International Police Services Academy. También efectuó cursos policiales en Fort Bragg, Carolina del Norte. Ha sido directoreditor de las revistas Visión Insular y en Órbita y coordinador de los semanarios políticos En Acción, El Independiente y Fuerza Popular de Nueva Esparta. Desde noviembre de 2004 hasta febrero de 2013 trabajó como analista de prensa y coordinador de Redacción de la Gobernación neoespartana, donde mensualmente redactó El Analista, un periódico computarizado y offset, y El Aeroportuario. Ha representado a Nueva Esparta, como ponente, en encuentros de cultura popular en Porlamar, Caracas, Ciudad Bolívar, Mérida, Puerto La Cruz y Carúpano. Con motivo del Día Nacional del Periodista ha sido Orador de Orden en la Asamblea Legislativa del Estado Nueva Esparta y el Concejo Municipal de Mariño. En Caracas fue ponente en varias oportunidades en las Jornadas de Psiquiatría y Ciencias Afines. En el Primer Encuentro Nacional Sobre Trabajo de Menores y Mujeres organizado por el Ministerio del Trabajo presentó la ponencia La explotación de menores en el servicio doméstico. En mayo de 2008, con motivo de la creación en Guayaquil, Ecuador, de la Organización Internacional de Comunicadores Sociales y Periodistas,


(ORISCOPE), expuso en la Facultad de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad de Guayaquil la ponencia “La Libertad de Prensa y Expresión en América Latina”. Además de la presente obra ha publicado: La desaparición de menores en Venezuela, el Santísimo Cristo del Buen Viaje, Los problemas alimentarios del menor venezolano, Niños maltratados, Háblame de Pedro Luis, Siempre Narváez, Nueva Esparta: 1990-1994, Caracas sí es gobernable, Carlos Mata: luchador sindical, Así se transformó Margarita, Margarita y sus personajes (cinco volúmenes), Vida y obra de Jesús Manuel Subero, A Briceida en Australia, La mujer margariteña, Breviario Neoespartano, Margarita Moderna, Manifestaciones Culturales Populares de la Isla de Coche, El Padre Gabriel, Festividades patronales nariñenses, Manifestaciones Culturales Populares del Municipio Marcano, Manifestaciones Culturales Populares del Municipio Gómez, Patrimonio Cultural Mariñense, Marabal de mis amores, Elegía a mi hermana Alcides, Ofrenda Lírica a Briceida, Nuestra Señora de Los Ángeles, Patrona de Los Millanes, Cuatro Periodistas Margariteños, Colaboradores y Colaboradoras del Gobernador, Pelea de gallos, Dos localidades del Estado Sucre, El gallo en el arte, la literatura y la cultura popular y los trípticos literarios A Briceida en Australia Divagaciones, Elevación, Revelación y Colorido. En Internet ha publicado: Dos localidades del Estado Sucre, Marabal de mis amores, Festividades Patronales Mariñenses, Patrimonio Cultural Mariñense, Antología Poética, Cuatro Periodistas Margariteños y La Virgen María en la devoción religiosa de Margarita y Coche.


Contenido El autor Pórtico Marinerías Olvido Bendiciones Llanto Vida Pesar Vacío Ojos Telegrama Tiempo Melancolía Manos Briceida Bahía Paz Otro Caminos


PÓRTICO Estos textos, a los que he calificado caprichosamente de poéticos, son especialmente íntimos y pretenden reflejar una realidad melancólica aposentada en lo más hondo de mi corazón con motivo del viaje de Briceida, mi amada esposa, amiga y confidente, a la tierra de los bravíos incas para alegrar con su presencia a mi hija Gabriela y a mi nieto Daniel. Tiempo real ciertamente breve, pero milenario en tiempo poético. Y también pródigo en poesía, que llega a mi atormentada vida como río crecido, sin muro de contención, por lo cual apenas retazos logro atrapar y perpetuar en el ordenador, es decir, eternizar en textos que darán la vuelta al mundo instalados en esa extraordinaria herramienta moderna de comunicación que es el Internet. Así ocurrió cuando mi amada viajó al otro extremo del mundo, Australia, y vio la luz A Briceida en Australia, citado en el libro Quiénes escriben en Venezuela como mi única creación literaria. Es terrible, ciertamente, para quienes tenemos sensibilidad poética, soportar la ausencia de la mujer amada, porque el tiempo poético es diametralmente opuesto al tiempo real, que se mide en horas, minutos, segundos, días, semanas, meses y años y el real, en mi particular caso, en milenios, lo cual se traduce en melancolía, tristeza, soledad, angustia, depresión y miedo de dimensiones inconmensurables. Esas vivencias sentimentales, experimentadas en solitario, las he plasmado en prosa poética, como ofrenda lírica a la mujer que he amado siempre.


MARINERÍAS El mar de Margarita, amada, es testigo mudo de instantes de felicidad idílica que hemos disfrutado cual niños traviesos conscientes de su bulliciosa complicidad. Era de nosotros esa porción marina no confiscada todavía por el urbanismo depredador. Y la aprovechamos al máximo. Tú, temerosa de que el oleaje te alejara de la orilla donde sumergías tu entonces lozano cuerpo; yo, dándomela de experto nadador, en la parte más honda, a nivel de mis hombros. Yo introducía con delicadeza extrema mis dos manos debajo de tu cuerpo y te colocaba en la superficie para pasearte. Tú dócilmente te dejabas conducir y paseábamos felizmente, con la dicha reflejada en tu rostro y en el mío, hasta que nos cansábamos, y regresábamos a la orilla para ponernos en contacto con la arena y disfrutar de su relax o bien observar a las aves marinas zambullirse en el océano, una vez divisada desde el aire el pez que les serviría de alimentos. Era increíble este evento. Y nosotros en esa soledad edénica nos creíamos dueños de la orilla, de los oleajes que la besaban furtivamente, cual el enamorado a la enamorada en circunstancias especiales y del lejano cielo. ¡Nunca más, amada


OLVIDO

Empezaremos esta nueva etapa de nuestra vida, amada, cargada de años y con los sentimientos marchitos por el tiempo. ¿Qué ha pasado, amada? ¿Cómo olvidarte? No haré como recomienda Ovidio en El Arte de Amar, que mucho has leído, y donde tu nombre y su origen aparecen tres veces. No, amada, no evadiré el camino por donde transitamos juntos durante años para tomar de la naturaleza la flor silvestre de un día y deleitarnos con su exquisito perfume efímero. No, amada, he recorrido nuevamente esos caminos, lleno de nostalgia por tu viaje al extranjero, breve en tiempo real, pero inconmensurable en tiempo poético. No, amada. ¿Acaso alejándome de los sitios donde estuvimos juntos voy a sacar de mi mente atormentada tu recuerdo? Tendría, amada, que evadirme de mi mismo y recorrer con mi morral de peregrino impenitente las rutas de las tinieblas. Pero ni aún así dejaría de recordarte. Porque todo mi ser, atormentado por la daga de tu partida, está impregnado de ti. Tanto, que padezco tus mismos males físicos.


BENDICIONES

Sea bendito, amada, el día en que floreció nuestro amor, porque desde entonces me apegué más a la vida. Sea bendita, amada, la simiente que coloqué en tu vientre, porque dio buenos frutos que, a su vez nos gratificaron con Gabriel, Jhosué, Daniel, Maurito, Ever y Sofía. Sea bendita Australia, amada, porque cuando viajaste a ese lejano país activaste mi musa poética, la cual nos introdujo, sin requerirlo, en las páginas de la historia de literatura venezolana. Sean benditas tus manos, amada, porque ellas acariciaron mi cuerpo con especial ternura, elaboraron el pan que mitigó mi hambre y produjeron obras artísticas de singular belleza. Sea bendita la ciudad de Lima, amada, porque el misericordioso Dios te guió hacia ella para que la ciencia médica sanara el mal que te consumía y me entristecía y haz vuelto a sonreír. Y se alejaron de ti las tinieblas. Y tienes vida en abundancia para compartirla conmigo. Sea bendita la luz, amada, que ha regresado a ti para iluminar tu camino y para que la plasmes en un lienzo. Porque tú eres una artista de increíble talento. Y obrarás maravillas pictóricas que yo ponderaré en su exacta dimensión.


LLANTO

Las lágrimas, amada, que torrencialmente brotan de mis atormentados ojos, no son de alegría como la que experimentamos en el espectáculo humorístico que tanto nos hizo sonreír, sino de tristeza, de mayúscula tristeza, por verte partir al extranjero, débil de salud, y no poderte acompañar para llenarte de mimos en tu lecho de enferma. Pero tú sabes, amada, que espiritualmente estoy contigo y siento tu sufrimiento como propio. No cesa ese llanto, amada mía, externo –copioso y quemante- e interno –doloroso, cual si tuviera en mi cuerpo afilados cuchillos- que ya es cotidiano en mi vida. Parecen bíblicas esas lágrimas, amada, como las de Jeremías. Y no es que broten porque te has muerto, sino por lo inexplicable de tu ausencia. Y pensar que ya no tengo quien las seque ¿O sí? ¿Sabías que las lágrimas son capaces de ablandar un diamante?


VIDA “Vida: Nada me debes. Vida: Nada te debo. Vida: Estamos en paz”.

Amado Nervo

Vivir sin ti, amada, es sentir diariamente la presencia de la muerte carcomiendo, con indescriptible saña, cada porción de mi débil cuerpo, cansado ya de tanto sufrimiento. Vivir sin ti, amada de toda la vida, es morir lentamente. Vivir sin ti, amada de siempre, es transitar en solitario y descalzo el desierto que me quema con sus brasas mis adoloridos pies. Vivir sin ti, amada exquisita, es naufragar en el impetuoso mar sin esperanza de sobrevivir a la adversidad por la ausencia de un madero donde flotar hasta la lejana playa. Vivir sin ti, amada amada, es como encontrarse en el embudo de un tornado a la espera, torturante, de que disminuya su velocidad para conocer en cuál lugar del mundo aterrizaremos Vivir sin ti, amada purísima, es semejante al derrumbe de los más elaborados sueños para transformarse en terribles pesadillas.


PESAR “¿Qué quieres tú que yo haga con esta pena mía, Si ya hace tanto tiempo que vivo así, sin fe?”. Enrique P. Maroni

Tanta es mi pena, amada, que la indolencia ha carcomido cada una de las partículas de mi cuerpo y nada me importa. No me conmueve, como hace un milenio, ni el canto del ruiseñor, del cristofué, de la guacharaca o del gorrioncillo que lleva las alas maltratadas. Nada me dice tu recuerdo, que acude a mi marchita memoria como golondrina de paso, como viajero trashumante o como nube fugaz de un cielo imaginario. Esa pena que me atormenta no tiene ni origen ni fin y es solamente mía. Navega cual nave sin rumbo por los océanos de ese mar glauco y bermejo que sólo yo conozco porque es producto de mi prodigiosa imaginación. Tú no has estado allí y nunca sentirás el sonido metálico de su oleaje porque le he puesto mil cerrojos a mi debilitada mente para que nadie profane ese mar donde se bañan plácidamente mis penas, tan distantes de ti, como el Sol de la Tierra y la misericordia de los seres impíos. Soy egoísta con mi pena milenaria que ningún bálsamo sanará.


VACÍO

¡Oh dichosa soledad, cuánto te amo! ¡Qué dulce oquedad la mía! Sólo tú, amada, faltas en el lado vacío de nuestro lecho para compartir esa sensación solitaria que experimento, la cual en tiempo real es mínima pero inconmensurable en tiempo poético, utilizado por mí frecuentemente para medir la intensidad de las penas, alegrías, dolores y sufrimientos del alma y del cuerpo que me consumen o alientan. Y es que ya, amada, me estoy acostumbrando inexorablemente a esa soledad que ahora celebro, compañera invisible pero presente en el tálamo donde tantos sueños tuvimos, tanto disfrutamos y tanto hurgamos en nuestros egos para liberar debilidades y fortalezas que allí yacían. Sé amada que pronto, en tiempo real, me despediré de esa soledad, tu sustituta increíble mientras permaneciste lejos físicamente, pero cerca en el lugar más exquisito de mi corazón, donde te sientes tan a gusto. Nadie, amada, ni en sueño, marchitará ese espacio de nuestro tálamo, solamente tuyo en la realidad y en la imaginación.


OJOS

Fue después de un milenio, amada, que pude apreciar la tristeza que transmiten tus ojos. Tu sonrisa, amplia cual el tamaño del amor, trata de esconder no sé qué extraña y recóndita pesadumbre que no he podido desentrañar ni siquiera con el auxilio de los sabios arcanos. ¿Me dirás algún día que ocultas detrás de esa especie de caretasonrisa? Esa sonrisa, amada, me hace recordar al cómico que con su arte hacía feliz a los espectadores y a su vez escondía un tremendo drama íntimo que lo consumía. Y aún así sonreía y hacía todo tipo de piruetas para que quienes lo veían se divirtieran. No, amada, quiero que tu sonrisa transmita alegría, aunque tenga que convertirme en bufón.


TELEGRAMA

Curucuteando, amada, entre mis papeles, compañeros inseparables en todos mis atormentados viajes hacia destinos inciertos que siempre me han llevado al lugar de partida, me encontré un telegrama –El Tigre 20 julio 64, 16,00) que para mí fue el inicio de nuestro amorío fracturado por las filosas piedras del tiempo. “AGRADEZCO ENVIARME PASTILLAS MENDACO/SALUDOS BRICEIDA”- me pedías, y yo, solícito, le escribí a Clarita, mi amiga de Bogotá cuyos rastros se perdieron en la inmensidad del tiempo, que todo lo consume, para cumplir tu pedimento. Y la medicina me fue enviada y yo te la hice llegar para que cumpliera su objetivo contra el asma, no tuya, amada, sino de tu padre. Y después le tocó el turno a una carta mía para ti, que cumplió su propósito romántico. Y desde entonces nos hemos amado. ¿No te parece increíble, amor, que con el correr de los años visitaríamos Bogotá varias veces? Y no pudiste, amada, darle las gracias a Clarita por su generosidad porque perdí su pista y ella la mía. Pero algo de esta admirable amiga tú disfrutaste al máximo, un disco cuyas canciones repetías, repetías, hasta que te decía en chanza: “Briceida déjame descansar”. O una frase parecida. ¿Recuerdas que ese disco de vinil con música instrumental te fascinaba y te ponía a soñar?


TIEMPO

Tiempo: aleja hacia desconocidas galaxias la pena que me atormenta el alma para que mi amada no sepa que sufro por ella. ¡Necesito tanto su presencia física que llena de regocijo mi corazón de poeta enamorado! Tiempo: lleva rápidamente mis lágrimas al mar para que se confunda con sus aguas y mi amada no sepa que lloro por ella. ¡La añoro tanto! Tiempo: Devuélvete justo al momento en que conocí a mi amada, que tanta felicidad me ha ofrendado. Tiempo: Acelera tu paso para que más pronto regrese mi amada a llenar el vacío yacente en nuestro lecho desde hace un milenio. Tiempo: Borra de mi rostro toda huella de sufrimiento por la ausencia de mi amada para que a su regreso la luz de lo prodigioso la deslumbre de amor. Tiempo: Devuélveme la juventud que me robaste, sin resistencia y sin conciencia de haberla perdido, para que mi amada no vea las arrugas que me dejaste a cambio de lo sustraído, ni la melancolía que consume cada tuétano de mis huesos y vea en mí, la lozanía que tuve hace milenios. Tiempo: Llévate bien lejos –a otra galaxia- mi miseria y transfórmame en un opulento personaje para complacer todos los caprichos de mi amada, por más inverosímiles que sean. Tiempo: Hazme un poeta de florida y agradable obra para leerle a mi amada mis versos y transportarla en alas de la imaginación a exquisitos parajes y no fastidiarla más con peroratas impertinentes.


MELANCOLÍA

Estoy enfermo de tu ausencia, amada, y la sonrisa que de mi rostro asoma a borbotones, cual de los volcanes la lava, cual de la botella la champaña o cual de la catarata el agua indomable, no transmite alegría. Es esta sonrisa, amada, una máscara para disfrazar mi honda pena, ese filoso puñal que lacera, inclemente, mi debilucha carne, incapaz ya de resistir un dolor que sólo la esperanza de tu regreso, después de un milenio poético, lo mitiga. Y por eso río a carcajadas en lo alto de una montaña prodigiosa e imaginaria para oír el eco de esa risa. Y regocijarme. Y sentirte a mi lado observando el paso raudo de las aves hacia sus nidos. ¡Oh, melancolía que me devora el alma! ¡Oh, melancolía compañera de mis penas que sólo tu amor cura, amada! ¿Alejarás de mi pobre alma esa melancolía que me devora lentamente con calculada perversidad?


MANOS

¡Qué maravillosas tus manos, amada! Tanto, que puedes eternizar en un lienzo el barco que está a orillas de la playa esperando al marinero para navegar en el trémulo océano y extraer de sus entrañas el pez o el molusco que saciarán el hambre; el cactus o el arbolito asesinados por el urbanismo; la naturaleza muerta a la que imprimes vida; las figuras geométricas; la dama impresionista o, sencillamente, lo que tu rica y esplendorosa imaginación conciba como tema pictórico. Y tus manos, amada, prepara con indescriptible destreza el pan de vida que consumimos y los tres alimentos diarios que nos nutre para afrontar el quehacer cotidiano. Y tus manos, amada, en funciones románticas, les proporcionan a mi cansado cuerpo el elixir que lo cura y lo transporta, en un fantástico viaje, hacia mundos de ternura, de entrega exquisita, de mansedumbre edénica y de delicadeza deseada. Y tus manos, amada, cual Penélope rediviva esperando pacientemente a su adorado Ulises, tejen ávidamente sueños transformados en objetos utilitarios. ¡Cuánta maravilla hay en tus delicadas y ágiles manos, amada!


BRICEIDA

Tiene origen mitológico tu nombre, amada. ¿Cómo se escribe? ¿Briseida, como lo registra la mitología? ¿Briceida como lo escribes tú, como lo escribo yo? ¿Brizeida, como aparece en tu Partida de Nacimiento? Tu epónima, de sangre real, fue raptada por Aquiles durante la Guerra de Troya. ¡Qué casualidad que tus padres, sin haber leído La Ilíada, te hayan dado ese nombre y al de tu hermano con el personaje que te raptó! ¿Sabías que cuando Briseida fue raptada estaba vestida de negro? Ovidio, en El Arte de Amar, afirma que el color negro le cae bien a las mujeres blancas. Tú amada, eres blanca, y no te imagino engalanada de negro, ni siquiera como luto, a la usanza antigua. El color que más me gusta para cubrir tu cuerpo es el amarillo, distintivo de los polluelos, del oro, del girasol y de muchas otras prodigiosas flores. ¡Me fascinas, amada, vestida de amarilla! ¡Siempre estarás en lo más recóndito de mi corazón, Briceida!


BAHÍA

¡Tanto te añoré, amada, cuando sorbía, teniendo como fondo musical el oleaje, tan caprichoso y juguetón, un café no tan exquisito como el que tantas veces compartimos en Bogotá, pero sí aromoso! Tú, aunque lejana en distancia física, estabas allí conmigo deleitándote con el paisaje marino, los alcatraces oteando, desde el aire, el pez que les serviría de alimento o trepados en los barcos de factura artesanal, descansando para después seguir su bulliciosa búsqueda. Porque allí, amada de siempre, hemos disfrutado del crepúsculo, fenómeno que desde la bahía pareciera que el sol se sumerge en el mar. Oí tu voz y vi tu silueta en las damas que paseaban, solas o acompañadas, por la bahía tan primorosa con sus aves marinas, sus olas besándola fugazmente para abandonarla brevemente y regresar, cual niñas traviesas. Esa despedida del sol se repite diariamente. Y siempre estarás allí conmigo en la imaginación o en la realidad, porque guarda hermosos recuerdos nuestros, bien saboreando un exquisito café o sencillamente viendo las nubes, las olas, los niños, los pescadores o platicando.


PAZ

En esta nueva etapa de nuestra vida, amada, que comenzará justamente en el momento más feliz que hemos compartido y cuya identificación exacta no puedo precisar, no habrá desencuentros entre nosotros, ni la inoportuna palabra impertinente y fastidiosa, sino la alegría en su más excelsa plenitud y la tranquilidad de un recinto conventual, todo silencio, todo pulcritud, todo sensación de divinidad. ¿En cuál capítulo de nuestro idilio comenzamos? ¿Cuándo compartimos nuestro primer beso? ¿Cuándo nació nuestra primera hija, Gabriela? ¿Cuándo estuvimos en la catedral de sal, situada en las entrañas de la tierra de ese pintoresco pueblo colombiano de Zipaquirá? ¿Cuándo estuvimos en la Mitad del Mundo y disfrutamos del evento único de posar nuestros pies en ambos hemisferios? ¿Cuándo visitamos la Cueva del Guácharo, sito en las entrañas de la tierra de Caripe en tu estado natal? En cualquiera de estos escenarios en retrospectiva, amada, encontrarás la paz que tanto ansías.


OTRO Sí, amada mía, soy otra persona, muy distinta a aquella que dejaste hace tres milenios para viajar a la tierra donde nació nuestro nieto Daniel. Ya no soy el parlanchín hasta el fastidio que conociste. Soy una muralla de rocas duras que sólo escucha, cual los sabios bíblicos, la palabra que otros pronuncian sin más respuesta que el silencio. Ahora soy taciturno cual el monje de un escondido monasterio que hizo voto de mudez. Nada me inmuta, nada me conmueve, ni siquiera el llanto de los que sufren, ni el canto del pajarillo que ofrece su concierto desde el copo del esbelto árbol que me brinda su acogedora sombra y su apetitosa fruta, ni el ruido altanero del río de mi infancia, ni el oleaje oceánico, ni la brillante luz del ocaso cuando el soberbio sol va a otros lejanos parajes a iluminarlos para anunciar la próxima llegada de la nocturnidad. Ya no visto traje humilde ni zapatos sin lustrar. Ya no río, ni canto. Ahora rezo las oraciones de mi niñez biológica. Soy otro amado. ¿Sabes, amada, que me vi en el espejo y me asusté porque la imagen reflejada no era la que conociste hace tres milenios?


CAMINOS

Cansado ya, amada, de tantos amaneceres sin luz, de tanto llanto sin motivo, de tanto cielo sin caprichosas y vacilantes nubes, de tantas noches sin lunas ni luceros, de tanta atormentada soledad, de tantos demonios nocturnos perturbándome el sueño y de tanta ingratitud, coloqué sobre mis apesadumbrados hombros mi morral de incansable peregrino y comencé a transitar, sin una brújula que guiara mis pasos, ni un mapa para ubicar los lugares por donde pasaba, los parajes oníricos, donde tan a gusto me he sentido, sin deseos de despertar; los desiertos con sus oasis pletóricos de agua purísima y delicados dátiles y caminos azul cielo, verde esmeralda, amarillo pollito y blanco. Sin embargo no llegué a ninguna parte distinto a mi punto de partida, donde tú estabas, amada, contemplándome llorosa y solidaria con mi aventura. Todos los caminos que transité con mis envejecidas sandalias de peregrino, escasa comida y ropa harapienta me condujeron a ti, destino inevitable de mis correrías sin motivación. Estabas amada, en el Norte, en el Sur, en el Este y el Oeste, porque tienes el don de de la ubicuidad. Maravillosa mujer de mis sueños eres una porción muy importante de mis afanes.



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