Revista Aguaviva Abril-junio 2017

Año 17 · Nº 77 · Abril - Junio 2017

UN RENUEVO ESPIRITUAL

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¿Cómo empiezo a orar?

El impacto de la oración

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Año 17 · Nº 77· Abril - Junio 2017

Consejeros Espirituales Fernando Saravia Marianela de Saravia Editora Lorena Farrach Asesor Administrativo Francisco Castañeda Redactores Osberto Ruano Lissette de Archila Verónica de Farrera César Castañeda Armando Molina

Corrección de Texto Paola de Pajares María Inés Moeschler Diseño Gráfico Rony Chiché Impresión CIFGA

La Buena Noticia

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Dios tiene planes para tu vida

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Hoy en el Mundo El impacto de la oración

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Espada de la Palabra Jesús es la vid verdadera

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Los Milagros Continúan La oración fervorosa del justo tiene mucho poder Reflexiones ¿Cómo empiezo a orar?

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Decisiones Renueva un espíritu recto dentro de mí

Mujeres de Proverbios

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¿Cómo hacer para vivir felices, a pesar de las circunstancias?

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Vida de Alabanza Llego tarde...

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Entretenimiento Ora por tus hijos

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J E S U C R I S T O

J E S U C R I S T O

J E S U C R I S T O

Editorial La oración eficaz del justo puede mucho Orar es conversar con Dios. Cuando oramos, estamos entrando por la puerta que Jesús abrió para que podamos presentarle al Padre nuestro corazón. De forma que Jesús crezca en nosotros, seamos transformados a su imagen y, así, busquemos conocer y hacer su voluntad. En un principio, es muy difícil empezar a hablar con alguien a quien no conoces, porque la profundidad de una comunicación se va logrando cuando la confianza crece.

Nuestra oración debe ser conforme a la voluntad de Dios. Así que, además de llevarle nuestro corazón como ofrenda al Padre, debemos conocer lo que dice la Palabra de Dios. La habilidad para saber su voluntad está en una relación íntima y repetitiva con Él y en el conocimiento de su Palabra. Una oración inspirada en nuestros deseos carnales, no tiene poder. Dios es soberano, y podría hacer su voluntad sin la intervención del hombre. Pero Él quiere que oremos, porque busca bendecirnos y, también, porque quiere que seamos transformados a la imagen de su Hijo.

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También quiere que oremos para que las tinieblas se disipen de nuestra vida, de nuestro hogar y de nuestra nación.

Que estemos revestidos de la armadura de Dios, para que podamos estar firmes contra las asechanzas del diablo, porque no tenemos lucha contra carne y sangre, sino contra potestades de las tinieblas, como dice en Efesios 6:10-13. Y continúa en el versículo 18 diciendo: “Orad en todo tiempo con toda oración y suplica en el Espíritu, y velad en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos”.

Así que la oración es el medio eficaz que Dios dejó para pedirle su intervención en nuestra vida, como dice en Santiago 5:16b: “La oración eficaz del justo puede mucho.”

He escuchado varias veces a personas aconsejar a otros que hagan lo que habría hecho Jesús, pero nunca dicen qué hubiera hecho Jesús en esas situaciones específicas.

Por: Osberto Ruano

Dios tiene planes para tu vida

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oy quiero invitarte a que me acompañes en un viaje por varios pasajes en la Palabra de Dios, para que sea Dios mismo quien nos hable en relación a su voluntad, sus planes, deseos y mandatos para nuestras vidas. El tema es infinito, como infinito es Dios. Es imposible pretender abarcar la voluntad de Dios en unas líneas; de hecho creo que no alcanzarían todos los libros del mundo para tratar el tema en su totalidad; la mente perfecta de Dios, cuyos pensamientos son infinitamente más altos que los míos. Isaías 55:9 dice: “Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos.”

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En los siguientes párrafos voy a intentar exponer algunos aspectos que creo Dios quiere que entendamos de su voluntad.

Quisiera partir de que la Voluntad de Dios es PERFECTA: Romanos 12:2: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”. Sus planes para tu vida son de bendición. Jeremías 29:11 “Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis”.

Tu salvación En primer lugar, Dios no quiere que nadie se pierda, nos creó para ser receptores de su amor y para vivir la eternidad con Él. Ezequiel 29:11 dice: “Diles: Vivo yo, dice Jehová el Señor, que no quiero la muerte del impío, sino que se vuelva el impío de su camino, y que viva.

Volveos, volveos de vuestros malos caminos; ¿por qué moriréis, oh casa de Israel?”.

En Juan 3:16, Dios dice que de tal manera te amó, que ha dado a su Hijo unigénito, para que creyendo en Él, no te pierdas, más tengas vida eterna. Y lo que tienes que hacer, Dios te lo dice en Romanos 10:9: “que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo”. Dos cosas, confesar con tu boca y creer en tu corazón, ¿sencillo verdad? Hagamos un alto y si crees en tu corazón que Jesucristo vino a morir por tus pecados, pero que Dios lo levantó de los muertos, te invito a que confieses con tu boca que Jesús es tu Señor y con tus propias palabras invítalo a entrar a tu corazón.

Luego de esto, Jesucristo mismo, consciente de la voluntad del Padre, se va a encargar de cuidarte para que no te pierdas. Juan 6:39: “Y ésta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero”. ¡¡¡Qué bueno es Dios!!!

Tu santificación Luego de tu salvación, dentro de su voluntad que es buena, agradable y perfecta, está tu santificación. En 1 Tesalonicenses 4:3ª: “pues la voluntad de Dios es vuestra santificación”.

Ahora bien, ¿qué significa tu santificación? Dios te quiere apartar para Él, te quiere separar del mundo para Él, quiere ir formando la imagen de su Hijo Jesucristo en tu vida. Romanos 8:29 dice: “Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que Él sea el primogénito entre muchos hermanos”. Jesucristo mismo, orando al Padre, nos dice cómo podemos santificarnos.

Juan 17:17: “Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad”.

Necesitamos conocer su Palabra; ésta se constituye como nuestra fuente de santidad. Si lees, estudias, escudriñas y meditas su Palabra, te garantizo que, como resultado, verás cómo tu vida va siendo transformada.

Como consecuencia de cultivar tu relación con Dios, los siguientes versículos cobran vida en el proceso de tu santificación. 1 Tesalonicenses 4:3b-12 dice: “que os apartéis de fornicación; que cada uno de vosotros sepa tener su propia esposa en santidad y honor; no en pasión de concupiscencia, como los gentiles que no conocen a Dios; que ninguno agravie ni engañe en nada a su hermano; porque el Señor es vengador de todo esto, como ya os hemos dicho y testificado. Pues no nos ha llamado Dios a inmundicia, sino a santificación. Así que, el que desecha esto, no desecha a hombre, sino a Dios, que también nos dio su Espíritu Santo. Pero acerca del amor fraternal no tenéis necesidad de que os escriba, porque vosotros mismos habéis aprendido de Dios que os améis unos a otros; y también lo hacéis así con todos los hermanos que están por toda Macedonia.

Pero os rogamos, hermanos, que abundéis en ello más y más; y que procuréis tener tranquilidad, y ocuparos en vuestros negocios, y trabajar con vuestras manos de la manera que os hemos mandado, a fin de que os conduzcáis honradamente para con los de afuera, y no tengáis necesidad de nada”.

Tu agradecimiento Es voluntad de Dios para tu vida, que no seas ingrato, sino agradecido. 1 Tesalonicenses 5:18 dice: “Dad gracias en todo, porque ésta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús”.

En este mundo vamos a tener aflicciones, pero Jesús me anima a que no tenga temor, ya que Él ha vencido al mundo. Ahora bien, puedo sufrir por diferentes razones: a) por mi necedad, como cosechas de malas siembras en el pasado, en fin, por consecuencia de mis pecados y b) por causa de hacer el bien. Dios te dice en 1 Pedro 3:17: “Porque mejor es que padezcáis haciendo el bien, si la voluntad de Dios así lo quiere, que haciendo el mal”.

Dios te promete recompensa si haces su voluntad en tu vida. 1 Juan 2:17 dice: “Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre”.

Busca a Dios Así que te animo a que busques la voluntad de quien te formó en el vientre de tu madre, quien te ha cuidado y ha dado lo mejor del cielo por tu vida, sumergiéndote en su Palabra y pasando tiempo en su presencia.

Jeremías 29:12-14: “Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y yo os oiré; y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón. Y seré hallado por vosotros, dice Jehová, y haré volver vuestra cautividad”

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Hoy en el mundo Hay historias extraordinarias en la biblia que demuestran cuánto impacto tiene la oración. El siguiente relato lo encontramos en 1 Reyes, capítulos 18 y 19, y es sobre un profeta llamado Elías.

Por: Lissette de Archila

El impacto de la oración

e

l pueblo de Israel, llamado también el Reino del Norte, vivía bajo el gobierno de reyes idólatras que los habían llevado a ofrecer sacrificios a dioses paganos. Se habían alejado del Señor, el Dios creador del cielo, de la tierra, y de todo cuanto existe. Baal y Asera eran sus señores, dioses de otros pueblos que no tenían vida en sí mismos. Por lo tanto, abundaba el mal en ese lugar.

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Hacía mucho que Dios había advertido a su pueblo que la desobediencia a su ley cerraría los cielos, los haría de bronce, para que no cayera la lluvia necesaria para sostener la vida de ese lugar. Así que pidió al profeta Elías que intercediera para que no lloviera más.

Por lo tanto, la tierra se había secado y había hambre en todo Israel.

No había La tierra maldición, olvidado a

llovido por tres años. de Israel estaba bajo porque ellos habían su Dios.

En ese tiempo, Elías encontró a una viuda que tenía un solo hijo. A ella el profeta le pidió que le diera de comer, y prometió que no le faltaría alimento durante la sequía.

Al poco tiempo, el hijo murió de una enfermedad. Elías oró tendido sobre el niño tres veces, y Dios oyó su petición. El niño volvió a la vida.

A este profeta le dolía intensamente que su pueblo estuviera ciego y sordo al Dios que los amaba.

Acab, el rey de Israel, era un hombre impío casado con Jezabel, una mujer malvada que incitaba al pueblo a la idolatría. Elías, una vez más, oró para que Dios interviniera al demostrar el poder del verdadero Dios, y así derrocar la fidelidad a ídolos paganos. Y aquí es donde se desarrolla la famosa historia de los profetas de Baal: Elías los reta a que orasen a sus dioses para prender sobrenaturalmente su sacrificio de bueyes ante todo el pueblo. Los profetas danzaron, gritaron, clamaron a sus dioses pero nunca se prendió el fuego.

Ahora podía revertirse la maldición de la sequía. Elías se postró al suelo, y oró con fervor para que volviera a llover. No vio ningún resultado inmediato. La tierra seguía seca, y el cielo despejado.

Volvió a postrarse y de nuevo oró.

Por segunda vez la lluvia no bajó.

Oró cuatro veces más, y preguntaba a su criado, ¿ves algo? Y la respuesta siempre era la misma. No. Aún no.

Elías no se dio por vencido. Dios le había prometido lluvia, y no iba a desmayar. Una vez más, esta vez la séptima, se postró y oró: Señor, manda la lluvia.

Entonces el criado vio a lo lejos una pequeña nube del tamaño de la palma de una mano. La respuesta había llegado. El cielo se nubló por completo y la lluvia cayó de nuevo en Israel. Elías le dijo al criado, ¡vamos! Y corrió llevado por el viento. La bendición había regresado temporalmente a Israel.”

El Poder de la Oración “…La oración eficaz del justo puede mucho. (Santiago 5:16b) Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses.”

La historia de Elías ilustra el poder de la oración. Este hombre oró porque se cerraran los cielos, y dejó de llover. Cuando volvió a orar para que la lluvia volviese, los cielos se abrieron.

Oró porque volviera a la vida un niño, y oró porque Dios sacara a todo un pueblo de la idolatría.

La oración de Elías trajo luz a las tinieblas, y estableció el Reino de los Cielos en un lugar.

Hoy en el mundo

La historia de Elías

La oración destruye la maldad y provoca que la justicia de Dios se establezca. Cuando un hombre justo ora, el poder de Dios se mueve para que las circunstancias se alíneen a la voluntad de Dios. Lo que este justo hace es entender la perfecta voluntad de Dios y manifestarla en la tierra.

La oración provoca cambios.

Fomenta la intervención divina en la vida natural, y promueve milagros.

Milagros como consecuencia de la oración Jesús mismo estableció que la oración es necesaria para que las necesidades sean satisfechas, y para que los planes de Dios se establezcan.

Elías entonces preparó su sacrificio sobre doce piedras, lo bañó en agua, y delante del pueblo, oró al Dios de Israel para que el fuego cayera sobre el altar.

Dios lo oyó una vez más, y el sacrificio sobrenaturalmente fue consumido por un fuego que cayó del cielo, quemando hasta las rocas. Con esta tremenda demostración, el pueblo volvió a adorar a Jehová, el verdadero Dios.

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Hoy en el mundo

»Por eso les digo esto: pidan a Dios y Él les dará, hablen con Dios y encontrarán lo que buscan, llámenlo y Él los atenderá. “ Lucas 11:9.

Debemos orar para que las tinieblas se disipen de nuestra vida, de nuestro hogar y de nuestra nación.

Como Elías, debemos tener un celo interno por querer ver cambios a nuestro alrededor, y orar con confianza a Dios para que estos sucedan.

Pero si no oramos, dejamos el destino de nuestra vida y de los que amamos a merced del mundo y del maligno, que quiere nuestra destrucción. La oración detiene los planes de Satanás.

Sin oración, todo plan de Dios se ve truncado por el enemigo.

Mientras no se levante alguien a interceder, no habrá una fuerza que se oponga a los designios de Satanás.

Mientras no se levante alguien a interceder, no habrá una fuerza que se oponga a los designios de Satanás.

La oración efectiva es la que se hace conforme a la voluntad de Dios 1 Juan 5:14-15 dice, “Y ésta es la confianza que tenemos en Él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, Él nos oye. Y si sabemos que Él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.

Nuestra oración debe ser conforme a la voluntad de Dios.

Así que primero debemos conocer lo que dice la Palabra de Dios, y basarnos en sus principios para orar adecuadamente. La habilidad para saber su voluntad está en el conocimiento de su Palabra, y en la repetitiva comunión íntima con Dios. Una oración inspirada en nuestros deseos carnales no tiene poder.

Dios es soberano, y podría hacer su voluntad sin la intervención del hombre. Pero respeta su propia decisión de darle autoridad al hombre para gobernar la tierra. Así que la oración es el medio eficaz que Dios dejó para pedirle su intervención en nuestra vida. ¡¡Oremos, para que tengamos las bendiciones que Dios desea para nosotros!!

“Por eso les digo esto: pidan a Dios y Él les dará, hablen con Dios y encontrarán lo que buscan, llámenlo y Él los atenderá”.

Lucas 11:9.

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“Yo soy la vid y ustedes son las ramas. El que permanece en mí, como yo en él, dará mucho fruto; separados de mí no pueden ustedes hacer nada.”

Juan (15:5)

Por: Armando Molina

“y

Jesús es la vid verdadera

o soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Toda rama que en mí no da fruto, la corta; pero toda rama que da fruto la poda para que dé más fruto todavía.

Ustedes ya están limpios por la palabra que les he comunicado. Permanezcan en mí, y yo permaneceré en ustedes. Así como ninguna rama puede dar fruto por sí misma, sino que tiene que permanecer en la vid, así tampoco ustedes pueden dar fruto si no permanecen en mí.

Jesús se refiere a sí mismo como la vid verdadera. Esto viene acompañado con la realidad que aquellos que son miembros de su cuerpo, de la iglesia, son las ramas. Esta imagen nos habla de la dependencia total que tenemos de Jesús. Sin Él, no tenemos vida y es imposible dar fruto.

Yo soy la vid y ustedes son las ramas. El que permanece en mí, como yo en él, dará mucho fruto; separados de mí no pueden ustedes hacer nada.”

Juan (15: 1-5)

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La vid verdadera

Espada de la palabra

En primer lugar, notemos que dice la vid “verdadera”. En el Antiguo Testamento, muchas veces la Palabra de Dios se refiere al pueblo de Dios, Israel, como la vid o la Viña del Señor. Esta viña no había dado los frutos esperados, pero ahora ha llegado Jesús, el consumador y perfeccionador de todos los pactos, promesas y mandamientos de Dios. Él se refiere a sí mismo como la vid verdadera, es Él el que en realidad dará fruto para la gloria de Dios y cumplirá en su totalidad lo que Dios quiere de Él.

La rama que no da fruto Comenzamos a ver el contraste que Él hace entre los dos caminos, algo constante en toda la Biblia. El Señor quiere que estemos claros en cuanto a lo que pueden esperar los que creen en Él y los que no.

El contraste aquí es entre una rama que da fruto y otra que no.

La rama de una vid que no daba fruto no tenía ninguna utilidad, es una rama muerta, sin propósito.

Solamente servía como leña; se cortaba y se arrojaba al fuego.

Esto es algo que nos hace pensar clara y sobriamente en cuanto a lo que significa no estar en Cristo.

La rama que sí da fruto Pero aquella rama que da fruto está viva. Recibe de la vid todo lo necesario para vivir y es evidente que está viva. No solamente eso, sino que el labrador la poda, pero es hermoso ver que la razón para esa acción que podría parecer innecesaria y dura para el que no conoce del tema, tiene un fin maravilloso: “la poda PARA que dé más fruto”. Dios tiene un propósito, no hace las cosas al azar.

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Es obvio que ese proceso puede ser doloroso. Pero es Dios que está preparando a la rama para dar fruto. Si tú eres una rama que está siendo podada, mira esta temporada de poda a la luz de lo que vendrá como resultado. El labrador (el Padre) está obrando en ti y el resultado será dar más fruto y consecuentemente dar más gloria al Padre. Ten por seguro que Él es un labrador capaz, hábil e interesado en su viña. Las ramas que están pegadas a su Hijo, Él las sostendrá, les dará alimento, se ocupará de ellas, todo porque quiere verlas dar mayor fruto.

Cortar versus podar No es lo mismo cortar que podar. El que es cortado no tiene vida, está separado de la vid, pero el que es podado está siendo preparado para más vida. Además, la rama está llegando a comprender, en medio del proceso de poda, que su vida no depende de sí misma, ya que ve que, aunque quede reducida a sólo una pequeña parte de lo que era, su vida continua e incluso eventualmente dará más fruto. Comprende así que todo lo necesario lo tiene en la vid, no en sí misma.

Permanece en Cristo Permanecer en Él es una forma de decir que debemos estar pegados, unidos, atados, y reconociendo nuestra dependencia de Él. Esto lo hacemos, incluso, desde las cosas más pequeñas y prácticas: leer y recordar sus palabras y enseñanzas; reunirse periódicamente con otros discípulos; orar entregándole nuestro día, nuestras cargas y preocupaciones; agradecerle y confiar en Él en todas las cosas. Es importante que Jesús mismo considera permanecer en Él, lo contrario a “hacer las cosas por sí mismo”.

La rama sabe que todo lo que necesita de la vid: el alimento, la savia, la habilidad de mantenerse verde y dar fruto, nada de eso puede lograrlo separada de la vid.

El apóstol Pablo se refiere a esta misma verdad con la frase “Estar en Cristo”. En esa frase está resumida la bendición privilegiada del hijo de Dios. Si tú has creído y confiado en Jesucristo, entonces nunca te mires a ti mismo separado de Él. Has sido colocado por el mismo Dios en un estado de unión con su hijo. Él es tu representante, defensor, abogado, redentor, salvador, Señor. Es tu herencia como hijo de Dios estar unido a Él y ser partícipe, sí de su sufrimiento y humillación, pero también de su exaltación. (1 Pedro 4:13: “Antes bien, en la medida en que compartís los padecimientos de Cristo, regocijaos, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría.)

Dar mucho fruto es algo visible, pero también de nuestro interior. Es hacer obras agradables a Dios, pero también una transformación de nuestro carácter que nos hace más parecidos a Él. Es maravilloso saber que el dar más fruto trae dos consecuencias, las dos no están en conflicto, al contrario, están ligadas la una a la otra. Dar más fruto completa nuestro gozo y le da gloria al Padre.

Fructifica en medio de la aflicción Sabiendo pues estas cosas, seamos como José, quien estando lejos de su tierra y de su familia, en medio de una prueba prolongada y tremenda, supo ver la mano del labrador obrando en su vida. Cuando tiene a su hijo Efraín, le pone ese nombre que significa fructífero como dice en Genesis 41:52: “Y al segundo le puso el nombre de Efraín, porque dijo: Dios me ha hecho fecundo en la tierra de mi aflicción.”

“Desde pequeña, mi mamá me creó el hábito de hablar con Dios antes de dormir”, comienza contándonos Lissette.

Por: Lorena Farrach

La oración fervorosa del justo tiene mucho poder

“D

e niña, al acostarme, le daba las gracias por el día, y hablaba con Él de mis pequeñeces. Pero al llegar a la adolescencia, me alejé de Dios; era como una ola del mar que buscaba a Dios, pero al mismo tiempo vivía en rebeldía. Yo tenía un vacío muy grande dentro de mí y un corazón muy herido, como consecuencia de una niñez difícil. Un día conocí a mi esposo, a quien amé de inmediato. Hice de él el centro de mi vida, porque sentía que era la respuesta al vacío que tenía en mi corazón.

Comenzamos un hogar, a mi entendimiento, muy feliz. A los dos años de casada, fui invitada a asistir a un retiro cristiano, y recordé la relación que había tenido con Dios de pequeña. Allí sentí el deseo de acercarme nuevamente a Él.

Fui bautizada en el Espíritu Santo Lo que produjo en mi vida hambre y sed por conocer más al Dios de la Biblia. Sin embargo, aún basaba mi gozo en mi vida matrimonial. A mi parecer, formábamos un hogar feliz con tres hermosos hijos.

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Diez años después

Los milagros continúan

De asistir a mi retiro, mi esposo abandonó el hogar. Quedé completamente devastada, porque aquello en lo que yo tenía mi confianza, se había desmoronado.

Durante estos 10 años, me había congregado en una célula, estudiaba la Biblia y Jesús era parte de mi vida; pero el centro de mi vida era mi hogar… Yo oraba de vez en cuando, porque me bastaba una comunicación esporádica con Dios. Mi vida parecía estable hasta que mi matrimonio se desmoronó.

Al orar sentía consuelo Al encontrarme tan devastada, reconocí que no tenía ningún otro lugar a donde ir, más que a Dios. El dolor fue tan fuerte, que experimenté que lo único que me daba consuelo era lo que sentía al orar. Durante mi tiempo de oración, lloraba y derramaba todo mi dolor.

Oraba en la mañana, en la tarde y en la noche, porque la oración era lo único que me daba fuerzas para seguir viviendo. Mi corazón estaba tan destrozado que necesitaba como oxígeno la esperanza que encontraba en la presencia de Jesús. Poco a poco fui conociendo de forma personal a un Dios consolador y maravilloso que me llenaba de paz cuando sentía que mi mundo se desmoronaba.

Al orar recibia fortaleza Había una relación directa entre mi búsqueda de Dios y la fortaleza que recibía. A la vez, comencé a leer la Biblia y, por primera vez, descubrí verdades tan importantes, como que Dios era mi refugio (Salmo 46:1), y que siempre estaría a mi lado (Isaías 43:2).

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El gozo de conocer quién era Dios fue tan fuerte en mi vida, que buscaba con anhelo descubrir qué más decía la Biblia. Esas revelaciones me impactaban de tal manera que, sin darme cuenta, mi vida comenzó a ser transformada.

El rompimiento de mi matrimonio me causaba muchísimo dolor, pero aprendí a correr a Dios y hablarle como a un amigo. Lloraba en su presencia, y a veces ni podía hablar, pero Él conocía lo que estaba sintiendo y, a través de su Palabra y en mi Espíritu, empecé a recibir promesas de que Dios mismo restauraría mi vida…y lo creí como un niño le cree a su papá. (Mateo 18:3).

La oración como arma espiritual Así que empecé a orar y a decretar que mi familia era sana, restaurada y salva. Cuando oraba así, sentía el fuego del Espíritu Santo fluyendo en mí, por lo que estaba motivada más y más en usar la oración como un medio para ver una realidad diferente en mi familia. El Señor me permitió entender que la oración e intercesión son armas espirituales, como dice en Efesios 6:18: “Orad en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velad en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos”.

Decidí perdonar Aprendí también que no podía permitir que el enojo y la falta de perdón moraran en mi vida, como dice en Efesios 4:26: “Airaos, pero no pequéis, no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo”. No permitía que la falta de perdón me dominara sino que transformaba mi dolor en intercesión, en alabanza y en gratitud por lo que mis ojos verían algún día.

Encontraba una fuerza sobrenatural a la hora de orar e interceder, y mi propia situación fue lo que me entrenó para ser una intercesora.

Cultivó en mí el hábito de orar todos los días y de conocer a profundidad su Palabra, la cual es básica para ser un intercesor eficaz.

Interceder como ministerio Después de un tiempo, el Señor me llevó a ser líder de un pequeño ministerio de discipulado e intercesión, y poco a poco me fui convirtiendo en alguien que amaba interceder por otros. Una de las estrategias que Dios nos dio en el grupo fue tener un “muro de oración”, en donde pusimos los nombres de los amigos y familiares que aún no conocían a Jesús.

Respuestas a la intercesión Por ejemplo, puedo contar, como respuesta a nuestras oraciones, que dentro de esos nombres estaban los de mis hermanos, mi papá y su esposa, que no conocían a Jesús, y Dios me ha dado el gran regalo de verlos a todos convertidos al Señor. Entre otras respuestas, están amigos y familiares de mis compañeras de intercesión, que también han rendido sus vidas al Señor. Entre otros milagros que el Señor me ha permitido ver como respuesta directa a nuestra intercesión, están mujeres que no podían tener bebés, ser madres felices, también personas restauradas por el poder de la oración, familias enteras reconciliadas y convertidas al Señor.

Un intercesor es alguien que encuentra gozo en orar por las necesidades de otras personas,

por un pueblo o una nación. Dios me ha unido a otros intercesores, quienes, como yo, han aprendido a escuchar el corazón de Dios para saber cuáles son sus planes o deseos hacia una situación, o una nación. Hemos formado un ejército de intercesores, con quienes oramos constantemente por nuestra nación y por Israel.

He visto el poder de la oración también en mi vida y en mi hogar. Mis hijos ya son adultos y gozamos todos de una linda relación familiar. El diablo no pudo destruir mi casa después de todo, y el milagro de restauración en mi hogar continúa. Mis heridas han sido sanadas y he encontrado gozo y paz de nuevo, porque con la oración, he ido conociendo a un Dios de amor, misericordia y redención. Esto me motiva a orar por otros, porque anhelo en ellos lo que yo encontré.

La cantidad de oración y estudio de la biblia que una persona tiene, determina cuánta relación quiere con Dios. Mi determinación es conocer cada vez más al Dios que me creó, por lo cual sigo ejercitándome en la oración diaria.

Este es el mayor gozo de mi vida.

Ora con ganas o sin ganas Muchas personas se quedan sin ver cambios en sus circunstancias, porque no quieren pagar el precio que conlleva orar fervientemente.

Orar es algo que se hace con ganas o sin ganas, se sienta o no se sienta, se hace como una decisión de vida. Es una disciplina en la cual no se toman en cuenta las emociones.

Muchas veces no se siente el deseo de orar o hay días en que no percibimos que Dios nos escuche, pero ese es un engaño del enemigo. En mi experiencia, cuando oro, aún sin sentir emocionalmente el deseo de hacerlo, descubro que mis dudas se disipan al obedecer lo que la Palabra de Dios me manda hacer.

Mi mayor ejemplo ha sido Jesús, porque Él se levantaba de madrugada o en la noche a orar y entendí que la disciplina de Jesús lo conectaba al Padre, de tal manera que los milagros brotaban de Él y eso es algo que anhelo ver en mi vida.

Hoy que estás leyendo esta revista, te invito a que hagas de Dios tu refugio, que corras a Él y utilices las armas espirituales para pelear tus batallas. Verás tus circunstancias cambiar, como dice en Santiago 5:16b: “La oración eficaz del justo puede mucho”.

Los milagros continúan

Hemos orado durante años por la salvación de cada uno de ellos.

En algunos casos, ya hemos visto la respuesta a nuestra oración y, por otros, aún continuamos intercediendo con perseverancia.

Ser intercesora me ha permitido ver grandes milagros.

Orar es algo que se hace con ganas o sin ganas, se sienta o no se sienta, se hace como una decisión de vida. Es una disciplina en la cual no se toman en cuenta las emociones.

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Reflexiones Oración es conversar con Dios, así de simple.

Jesús dice “Yo soy la puerta…”

(Juan 10:9).

Por: Lissette de Archila

j

¿Cómo empiezo a orar?

esús se identifica como un pasaje, un camino o entrada al Padre Celestial. En otras palabras, el primer paso para orar a Dios es nuestra entrega a Jesús. Cuando le decimos: “Jesús, yo entiendo que eres el Hijo de Dios, que murió en una cruz para el perdón de mis pecados. ¡¡Entra a mi vida, y sé mi Señor y Salvador!!”, en ese momento, nuestra fe en Jesús abrió la puerta para platicar con Dios.

Cuando oramos, estamos entrando por la puerta que Él abrió para que pudiéramos hablarle al Padre sobre nuestras necesidades. En un principio, es muy difícil empezar a hablar con alguien a quien no conoces, porque la profundidad de una comunicación se va logrando cuando la confianza crece.

Para empezar, unos cuantos minutos al día bastarán para hablarle a Dios. Se le platica con la total confianza de que nos está oyendo, y como quien le platica a un amigo. Por ejemplo, puedes decir: “Señor, te doy gracias por este día. Gracias por mi vida y por las bendiciones que me das. Hoy tengo esta necesidad (insertar aquí tu necesidad personal). Te pido que me ayudes y me des la dirección que necesito para resolverlo. En el nombre de Jesús. Amén” Con el tiempo, vamos aprendiendo a hacer oraciones más largas y más profundas. Y para conocerlo verdaderamente, es indispensable leer la Biblia. En sus versículos iremos entendiendo el corazón y la mente de Dios.

También se debe asistir a una iglesia o un grupo de oración en casa para que se nos explique los pasajes de la Biblia que nos son difíciles de entender. ¡Es importante orar!

Hay bendiciones que son para todos, el justo y el injusto: el sol y la lluvia, la belleza de la naturaleza. Pero hay bendiciones que sólo son para los que le buscan, porque son retenidas hasta que las buscamos.

Esto lo hace Dios, porque quiere una relación con nosotros, en un nivel de amistad profundo. También quiere una relación de amor comparable al amor de padre e hijo.

Cuando le hablo a Dios, me estoy conectando con Él; me conecto con el Dios viviente y estoy demostrándole que creo en Él. Uso mi fe para hablarle, porque creo que me está escuchando. Dios siempre está con el oído atento a nuestras oraciones.

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Por: César Castañeda

Renueva un espíritu recto dentro de mí

e

so sucedió con el rey David cuando pecó, él quería una nueva oportunidad y por eso clamó a Dios: “Renueva un espíritu recto dentro de mí”.

Arrepiéntete y comienza de nuevo

Para comenzar de nuevo y ser renovados, tenemos que arrepentirnos de todo aquello que no hemos hecho bien, todas las formas en las que hemos transgredido los principios de Dios, su moral y sus mandatos de amor para nuestras vidas. Debemos de arrepentirnos de todo pecado, sea ocasional o recurrente, cualquier estilo de vida que no agrada al Señor.

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En más de algún momento de la vida nos hemos sentido abatidos, frustrados o desanimados.

Es ahí donde necesitamos un nuevo impulso, una fortaleza especial con la que podamos avanzar, y dejar de hacer las cosas como las hacíamos antes.

Medita en tu corazón, pídele al Señor que te muestre tu pecado y te traiga convicción de aquello que sabes que ofende o desagrada a Dios, pues es necesario que se lo confesemos y seamos libres. “Quien encubre su pecado jamás prosperará; quien lo confiesa y lo deja, halla perdón. ¡Dichoso el que siempre teme al Señor! Pero el obstinado caerá en desgracia.” (Proverbios 28:1314) Así que no escondas o encubras tu pecado, recuerda que si lo confesamos y lo dejamos, hallaremos su perdón y libertad. No seas obstinado, porque eso trae consecuencias desagradables en tu vida.

Confía en el Señor y deja que Él haga la obra en tu corazón.

)

Por lo tanto, reconoce tu pecado, pidiendo perdón a Dios por todo lo que has hecho, luego entrégale tu vida a Jesús y Él te dará una nueva vida.

Renueva tu mente y cambiará tu vida Cuando Dios nos muestra el pecado, se lo confesamos y nos perdona, necesitamos cambiar de rumbo o dirección. Para ir en otra dirección, opuesta a donde nos dirigíamos, debemos renovar nuestra mente o entendimiento y descubrir cuál es la voluntad de Dios y qué es lo que le agrada a Él. Esto cambiará nuestro estilo de vida y la forma en que hacemos las cosas.

El Apóstol Pablo nos explica cómo se realiza esta transformación: “No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta.” (Romanos 12:2) Es por medio de la Biblia, la Palabra de Dios, que se da esta renovación, ya que al leerla, descubriremos Su voluntad para nuestra vida y nos cambiará la forma de vivir.

En griego, la palabra que se usa para renovación es “Anakainosis” y esta palabra es una combinación de ana “otra vez” y kainos “nuevo” y, según la concordancia Strong, sugiere una renovación, restauración, transformación, y un cambio de corazón y vida.

El hacer la voluntad de Dios cambiará tu vida, a veces es lo más difícil y casi siempre vamos contra corriente, pero cuando confiamos en Dios y nos dejamos guiar por su Palabra, Él nos dará la fuerza para seguir adelante.

De esa manera nos renovaremos hasta que su carácter se haga en nosotros. “…puesto que habéis desechado al viejo hombre con sus malos hábitos, y os habéis vestido del nuevo hombre, el cual se va renovando hacia un verdadero conocimiento, conforme a la imagen de aquel que lo creó.” (Colosenses 3:9-10)

Vuélvete al reposo del Señor y Él te sustentará Debemos volvernos a Dios y buscar su rostro, su presencia.

El salmista lo entendió muy bien y reconoció que de Dios viene todo, y le busca con disposición de corazón. “Vuelve, oh alma mía, a tu reposo, porque el Señor te ha hecho bien.”

(Salmos 116:7). En la Biblia, la palabra que se usa para volver es la palabra en hebreo “Shub” y, según la concordancia Strong, esta palabra implica retornar, volverse, regresar, restaurar, devolver, revertir, sacar.

Además, significa regresar al punto de partida…arrepentirse, o sea, volverse del pecado hacia Dios.

No importa qué tan lejos te sientas de Dios, tal vez piensas que ya no hay remedio y crees que tu situación no tiene solución, pero si te vuelves a Él encontrarás el camino de regreso, si te arrepientes de tu pecado, entonces verás cómo el amor de Dios te envuelve de nuevo y podrá ser un nuevo comienzo en tu vida. Búscalo y Él te sorprenderá de nuevo.

“Después los hijos de Israel volverán y buscarán al Señor su Dios, y a David su rey; y acudirán temblorosos al Señor y a su bondad en los últimos días.”

(Oseas 3:5)

Decisiones

En una ocasión en la que Pedro estaba hablando de esto, y sus oyentes le preguntaron porque querían un cambio en sus vidas: “Cuando oyeron esto, todos se sintieron profundamente conmovidos y le dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Hermanos, ¿qué debemos hacer? –Arrepiéntase y bautícese cada uno de ustedes en el nombre de Jesucristo para perdón de sus pecados– les contestó Pedro-, y recibirán el don del Espíritu Santo.” (Hechos 2:37-38)

Sé un restaurador (pedir perdón y extender perdón) Si tienes problemas con alguna relación, tal vez te hicieron daño, te defraudaron o dijeron algo que te lastimó. Sea lo que te hayan hecho, recuerda a Jesús, que aún en la cruz, Él perdonó a los que lo lastimaron, a los que lo condenaron e incluso a los que le insultaron. “Padre –dijo Jesús-, perdónalos porque no saben lo que hacen.” (Lucas 23:34) Quizá a ti te ofendió alguien muy cercano y te defraudó, ya que confiabas en esta persona, pero aún si así fuera, recuerda que Él perdonó incluso a los discípulos que lo dejaron y a Pedro, aquel que le prometió fidelidad a toda costa y le falló, Él lo perdonó.

Recuerda que perdonar es una decisión, no es porque lo sentimos, tampoco estamos aceptando como correcto lo que nos hicieron, es tomar la decisión y permitir que Dios se encargue de la situación. Dios quiere que perdones así como Él perdona todos tus pecados.

(Efesios 4:32).

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Decisiones

Tal vez tú heriste a alguien o te dejaste de hablar con una persona por algo que hiciste. Si es así, debes buscar restaurar esa relación y pedirle perdón a la persona que dañaste. No es fácil reconocer que nos hemos equivocado, pero recuerda que haciéndolo, Dios se agrada por lo que haces. Recuerda las palabras de Jesús: “Por lo tanto, si estás presentando tu ofrenda en el altar y allí recuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí delante del altar. Ve primero y reconcíliate con tu hermano; luego vuelve y presenta tu ofrenda.” Mateo 5:23-24. Para Dios es más importante que pidas perdón, que cualquier cosa que hagas para agradarle a Él. Quizá la otra persona no te perdone en el momento que le digas, pero haciéndolo, demostrarás que estás arrepentido. Antes de ir, ora al Señor, pídele perdón por el daño que hiciste y pídele que te dé las palabras adecuadas para decirle. Además, debes perdonar desde ya todas las reacciones que tenga la otra persona en ese momento. Por último, busca la manera de restituir el daño que hiciste, tal vez sea muy difícil o imposible, pero pídele al Señor que te dé la gracia para reparar y ser un restaurador en las manos de Dios.

Ora para que Dios renueve tu interior “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva la firmeza de mi espíritu.” (Salmos 51:10) Clamemos, como David en este salmo, por una renovación de nuestro interior.

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En contexto, David le estaba pidiendo perdón al Señor por lo que había hecho (Pereza, lujuria, adulterio, asesinato) y clamaba por un cambio en su vida. Le pedía una nueva oportunidad, una renovación de vida. En este versículo, David le pide primero un corazón limpio, es decir que Dios le purifique de todo pecado, toda mala intención de corazón, toda confabulación y todo aquello que tenga, que desagrade a Dios. Así mismo, nosotros debemos pedir que Dios purifique todo nuestro ser con la sangre de Jesús, ya que no hay pecado confesado que su sangre no pueda limpiar. Segundo, le pide por “la firmeza de su espíritu…”, esto se refiere al interior de David, para que tuviera la fuerza de oponerse al pecado y la firmeza para no volver a pecar. Es importante que pidamos eso a la hora de combatir contra el pecado, ya que sólo Dios nos puede dar la fortaleza para mantenernos de pie y la gracia de buscarle cuando hemos caído ante la tentación.

Así que si tú clamas por una nueva llenura del Espíritu Santo en tu vida y caminas en una relación continua con el Señor, Dios te sorprenderá al darte el poder para caminar sobrenaturalmente en tu diario vivir, el amor de Dios para compartirlo con los demás y el dominio propio para mantenerte de pie ante las tentaciones que vienen día a día.

Aviva el fuego del don de Dios

“Sin embargo, les daré salud y los curaré; los sanaré y haré que disfruten de abundante paz y seguridad. Cambiaré la suerte de Judá y de Israel, y los reconstruiré como al principio. Los purificaré de todas las iniquidades que cometieron contra mí; les perdonaré todos los pecados con que se rebelaron contra mí. (Jeremías 33:6-8)

“Por eso te recomiendo que avives la llama del don de Dios que recibiste cuando te impuse las manos. Pues Dios no nos ha dado un espíritu de timidez, sino de poder, de amor y de dominio propio.” (2 Timoteo 1:6-7) El apóstol Pablo le recomienda al joven Timoteo que avive el fuego del don de Dios y le recuerda ese primer encuentro con el Espíritu Santo. En el contexto, Pablo le habla de esa fe que ha venido de otros mayores que él, a quienes debe imitar, y le recuerda que el Espíritu Santo le da poder, amor y dominio propio.

Cree en las promesas de Dios A ti, que buscas al Señor y le pides que te renueve, el Señor te dice hoy: “Él perdona todos tus pecados y sana todas tus dolencias; Él rescata tu vida del sepulcro y te cubre de amor y compasión; Él colma de bienes tu vida y te rejuvenece como las águilas.” (Salmos 103:5) “¡Alabado sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo! Por su gran misericordia, nos ha hecho nacer de nuevo mediante la resurrección de Jesucristo, para que tengamos una esperanza viva.” (1 Pedro 1:3)

Mujeres de proverbios

La vida es un regalo que Dios nos da para vivirla, disfrutarla y, sobre todo, para encontrar nuestro propósito en este mundo.

Por: Verónica de Farrera

¿Cómo hacer para vivir felices, a pesar de las circunstancias?

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odos los seres vivientes somos sensibles y vulnerables a que nos sucedan cosas. El grado de autoridad que le damos a lo que oímos, vemos y vivimos, nos hace perder el gozo de este regalo tan grande que es vivir a plenitud.

Jesús mismo nos dijo: “Les digo todo esto para que encuentren paz en su unión conmigo. En el mundo, ustedes habrán de sufrir; pero tengan valor: yo he vencido al mundo.” (Juan 16:33)

En esta cita podemos experimentar la seguridad de Dios en nosotros, no dice que no tendremos problemas, sino más bien, que tengamos valor para poder resolverlos en la fe. Fe en nuestro Creador.

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Mujeres de proverbios

Y tú te preguntarás qué significa esto? Bueno, quiero decirte que tú existes y tu existencia no es una casualidad, tu creador y el mío es el Señor, fuimos hechos a imagen y semejanza de Él.

Y dijo Dios: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza”; (Génesis 1:26).

Los problemas pueden separarnos de Jesús Pero al vivir en este mundo, algunas veces perdemos esta dirección.

Los problemas nos hacen separarnos de nuestro origen, que es Jesús. Eso es lo que más nos hace sensibles a recibir daños, confusiones y desviaciones en nuestro hermoso propósito, en el cual se ha de deleitar El Señor.

Quiero que pienses en la eternidad, en el cielo, y en el amor. Esos son realmente los elementos que no debemos perder de vista, nunca deben salir de nuestra mente y corazón, esos son los motores que cobrarán fuerza y nos llevarán por la fe a una vida que tiene propósito en Dios. Puedo enumerarte algunos de los adversarios de estos elementos:

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Enfermedad, Escasez económica, Divorcio, Envidia, Celos, Rivalidades, Temores, Odio y rencor.

Mira cómo lo dice Pablo cuando escribe a los cristianos de Roma: “ni lo más alto, ni lo más profundo, ni ninguna otra de las cosas creadas por Dios. ¡Nada podrá separarnos del amor que Dios nos ha mostrado en Cristo Jesús nuestro Señor!” (Romanos 8:39).

Y mira cómo empieza esto: ¿Quién nos separará Cristo? ¿Tribulación, o persecución, o desnudez, o peligro, (Romanos 8:35).

ha hablar de del amor de o angustia, hambre, o o espada?”

Si alguno de estos u otros han gobernado tu vida, quiero decirte que es momento de parar y destruirlos con toda la autoridad que como hijo de Dios se te ha dado.

Al final de la carrera está la vida Piensa que tenemos un futuro lleno de bendiciones, de amor, gozo y paz al final de la carrera en esta vida. La expectativa de una vida en la eternidad nos puede revelar tanto que nos hará sobrellevar el presente que se opaca con los problemas. Estos problemas son sólo oportunidades para buscar a Dios de todo corazón y ver sus milagros, ser testigos para que muchos vengan a los pies de Cristo.

Mira esta promesa de la Palabra: “Sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, a los cuales Él ha llamado de acuerdo con su propósito.”

(Romanos 8:28)

En tu angustia clama a Dios ¿Sabes por qué te hablo con tanta certeza de esta forma? He de contarte que un tiempo de mi vida se había obscurecido por las angustias que mi alma sufría, pero más aún el dolor se hacía mayor, porque fui atea, y en mi corazón no había esperanzas ni soluciones que me dieran sanación y felicidad.

Pero clamé a Dios y le busque de todo corazón y, ¿qué crees que sucedió?, lo encontré y fue lo más bello y maravilloso que me ha sucedido. A medida que crecía mi relación y mi comunicación con Él, mi mente y todo mi ser comprendían y empecé a ser más fuerte en el Señor. Empecé a menguar y Cristo a crecer en mí. De modo que Él, en mí, se hizo fuerte para derrotar y denunciar las obras del enemigo sobre mi vida. Fue Dios el que cambió mi manera de pensar, sentir y de vivir.

Se hizo en mí tal como lo dice el Salmos 107:19-20: “Pero en su angustia clamaron al Señor, y Él los salvó de la aflicción; envió su palabra, y los sanó, ¡los libró del sepulcro!

Ahora, los problemas vienen, pero para mí ya no tienen autoridad, sólo son oportunidades para ver la gloria de Dios, porque, por muy difíciles que parezcan, para Dios no hay nada imposible. Entonces, puedo levantar mis ojos y ver más allá, veo mi meta, VEO MI VIDA EN LA ETERNIDAD.

Busca las cosas del cielo Nos pertenece; El Señor lo tiene preparado para cada uno de nosotros, así que te animo a que te levantes y corras, pelea, vuela por encontrarte con tu Señor, tu creador, Él te ama y está esperando ese momento de tu clamor a Él.

2ª. Corintios 4:18: “no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.”

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Vida de alabanza He escuchado con mucha tristeza en varias iglesias a la gente decir: “A mí no me gusta la alabanza, por eso llego tarde para escuchar sólo la prédica”

Por: Osberto Ruano

Llego tarde…

d

esde Adán hasta Moisés, la alabanza y adoración a Dios la realizaban eventualmente algunos pocos (Noé, Abraham, Jacob...) por medio de altares y sacrificios de animales. Luego el mismo Señor estableció todo un sistema sacrificial (Levítico capítulos del 1 al 7) como forma de alabanza y adoración. Hasta que apareció en escena David, quien institucionalizó la música como forma predominante de alabanza y adoración a Dios.

Veamos lo que sucede cuando alguien menosprecia la ofrenda de alabanza y/o adoración a Dios.

El primer libro de Samuel nos narra la historia de Elí, varón de Dios, que ejercía el sacerdocio en el templo, y quien además tenía dos hijos a quienes no supo educar y transmitir el temor santo de Dios.

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1 Samuel 2:12: “Los hijos de Elí eran hombres impíos, y no tenían conocimiento del Señor”. Estos dos muchachos quebraban todas las ordenanzas en relación a las ofrendas sagradas que la gente ofrecía a Dios.

1 Samuel 2:17 ““Era, pues, muy grande delante del Señor el pecado de los jóvenes; porque los hombres menospreciaban las ofrendas del Señor”. Aquí se empieza a notar lo grave que es a los ojos de Dios el hecho de menospreciar las ofrendas, que traducido al tiempo que estamos viviendo, es el equivalente a alabanza y adoración, entre otros.

Esto es considerado como un pecado en contra del mismo Señor, según lo que dice 1 Samuel 2:25: “Si pecare el hombre contra el hombre, los jueces le juzgarán; más si alguno pecare contra El Señor, ¿quién rogará por él? Pero ellos no oyeron la voz de su padre, porque el Señor había resuelto hacerlos morir”. El juicio de Dios para los hijos de Elí por menospreciar la adoración fue MUERTE. Si menosprecias la adoración a Dios, puede venir muerte a diferentes áreas de tu vida, ya no más revelación, religiosidad que mata la relación, aunque aparentes estar vivo.

El caso de Elí Para Elí, el padre de los muchachos, también tuvo consecuencias, según 1 Samuel 2:27-35: “Y vino un varón de Dios a Elí, y le dijo: Así ha dicho Jehová: ¿No me manifesté yo claramente a la casa de tu padre, cuando estaban en Egipto en casa del Faraón? Y yo le escogí por mi sacerdote entre todas las tribus de Israel, para que ofreciese sobre mi altar, y quemase incienso, y llevase efod delante de mí; y di a la casa de tu padre todas las ofrendas de los hijos de Israel. ¿Por qué habéis hollado mis sacrificios y mis ofrendas, que yo mandé ofrecer en el tabernáculo; y has honrado a tus hijos más que a mí, engordándoos de lo principal de todas las ofrendas de mi pueblo Israel? Por tanto, Jehová el Dios de Israel dice: Yo había dicho que tu casa y la casa de tu padre andarían delante de mí perpetuamente; mas ahora ha dicho Jehová: Nunca yo tal haga, porque yo honraré a los que me honran, y los que me desprecian serán tenidos en poco.

He aquí, vienen días en que cortaré tu brazo y el brazo de la casa de tu padre, de modo que no haya anciano en tu casa.

Verás tu casa humillada, mientras Dios colma de bienes a Israel; y en ningún tiempo habrá anciano en tu casa. El varón de los tuyos que yo no corte de mi altar, será para consumir tus ojos y llenar tu alma de dolor; y todos los nacidos en tu casa morirán en la edad viril. Y te será por señal esto que acontecerá a tus dos hijos, Ofni y Finees: ambos morirán en un día. Y yo me suscitaré un sacerdote fiel, que haga conforme a mi corazón y a mi alma; y yo le edificaré casa firme, y andará delante de mi ungido todos los días”.

El caso de Mical Veamos el caso de David y Mical en el capítulo 6 del segundo libro de Samuel… David trae de vuelta el Arca del Pacto a Jerusalén; venía danzando con todas sus fuerzas delante de Dios y todos llevaban el Arca con júbilo y sonido de trompetas. El versículo 16 nos dice la reacción de su esposa Mical ante tal escena: “Cuando el arca de Jehová llegó a la ciudad de David, aconteció que Mical hija de Saúl miró desde una ventana, y vio al rey David que saltaba y danzaba delante de Jehová; y le menospreció en su corazón.

Y el juicio de Dios para Mical por haber despreciado la alabanza y la adoración por medio de la danza de su esposo David, la encontramos en el versículo 23: “Y Mical hija de Saúl nunca tuvo hijos hasta el día de su muerte”; ESTERILIDAD. Si desprecias la adoración a Dios, podría venir esterilidad, ya no habría fruto en ciertas áreas en tu vida.

Jesús en el templo Finalmente, quiero que me acompañes a Juan 2:13-16: “Estaba cerca la pascua de los judíos; y subió Jesús a Jerusalén, y halló en el templo a los que vendían bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas allí sentados.

Y haciendo un azote de cuerdas, echó fuera del templo a todos, y las ovejas y los bueyes; y esparció las monedas de los cambistas, y volcó las mesas; y dijo a los que vendían palomas: Quitad de aquí esto, y no hagáis de la casa de mi Padre casa de mercado”.

Vida de alabanza

Adorar cultiva la relación con Dios

Imagínate a Jesús con un látigo volcando las mesas, tirando las monedas y echando del templo a todos… ¿Qué pudo haber provocado esa reacción en el Señor Jesús? Que comercien con las ofrendas (alabanza y adoración a Dios), eso convierte la casa del Padre en un mercado.

Quienes nos hemos arrepentido de nuestros pecados y le hemos pedido a Jesucristo que entre en nuestro corazón y nos salve, pasamos a ser templos de Dios. El despreciar la adoración a Dios puede provocar que nos convirtamos en mercaderes de lo que Dios nos ha dado, podríamos parar vendiéndolo todo por un plato de lentejas al estilo de Esaú.

Luego de ver lo grave que es para Dios el menosprecio de su alabanza y adoración, te invito a no perderte los tiempos de alabanza en tu congregación y a que busques un tiempo para alabarlo y adorarlo en el secreto de tu habitación.

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Entretenimiento Ora por tus hijos Lee y busca los versículos de cada pregunta, luego ora por cada respuesta que representa las diferentes áreas de la vida de tus hijos.

1. Ora por su ________________ Lucas 2:52: Juan 10:27

6. Ora por su ______________ Proverbios 18:10

2. Ora por su ________________ Proverbios 12:26

7. Ora por _________________ Fil 4:11, 1 Tim. 6.6

3. Ora por sus ________________ Proverbios 12:26

8. Ora por su ______________ Juan 6:27

4. Ora por su _________________ Jeremías 29:11

9. Ora por _________________ Filipenses 4:8

5. Ora por su _________________ Gálatas 5:22-23

10. Ora por sus ____________ Santiago 5:16

6. Seguridad 7. Gozo y Paz 8. Deseo por lo eterno 9. Pureza

10. Futuras parejas.

RESPUESTAS: 1. Salvación 2. Salud 3. Amigos 4. Futuro 5. Carácter.

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