Enero - Marzo 2016

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A帽o 16 路 N潞 72 路 Enero - Marzo 2016

UN RENUEVO ESPIRITUAL

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Año 16 · Nº 72 · Enero - Marzo 2016

Consejeros Espirituales Fernando Saravia Marianela de Saravia

Contenido

Editora Lorena Farrach Asesor Administrativo Francisco Castañeda Redactores Osberto Ruano Lissette de Archila Cesar Castañeda Armando Molina

Corrección de Texto Paola de Pajares María Inés Moeschler

La Buena Noticia

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Aceptados en Cristo

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Hoy en el Mundo Qué hacer para que tu amor por Dios no se apague

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Espada de la Palabra Jesús, el buen pastor

Diseño Gráfico Rony Chiché Impresión CIFGA

Los Milagros Continúan Vivo por la bondad de Dios

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Decisiones Paciencia, Dios está haciendo carácter en ti

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Mujeres de Proverbios Dios cambia tu destino

Vida de Alabanza

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Sinfonía perfecta

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Entretenimiento ¿Hijo de quién es?

escribenos@revistaaguaviva.com



Editorial Aceptados en Cristo ¡Cuántos errores cometemos a lo largo de nuestra vida para poder ser aceptados por un grupo, por una pareja, por los compañeros de trabajo o de estudio! ¿Por qué nos importa tanto el ser aceptados por otra persona en lugar de ir a la fuente de vida para ser aceptados por nuestro Dios, creador del cielo y de la tierra? En 2 Corintios 12:8 dice: “Tres veces le he pedido al Señor que me quite ese sufrimiento; pero el Señor me ha dicho: “Mi amor es todo lo que necesitas; pues mi poder se muestra plenamente en la debilidad.” Cuando comenzaba mi caminar con Dios, el Señor impactó fuertemente mi corazón con esta cita, haciéndome entender que lo que verdaderamente necesitaba en mi vida era experimentar el amor de Dios. Ya no necesitaba buscar el amor en una situación o en una persona, pues el único lugar en donde llenaría verdaderamente el vacío de amor en mi vida sería en la presencia de Dios, al recibir y experimentar su amor. Y esto es posible al ir conociéndole cada día más a través de su Palabra, congregándome y sirviéndole. Este amor, en verdad, satisface plenamente. Sin embargo, tal como dice el artículo de la página ocho de esta edición: “¿Qué hacer para que tu amor por Dios no se apague?”, debemos de mantener diariamente nuestro corazón puro y limpio de pecado, clamando que la sangre de Jesús nos purifique de todo pecado porque, de no hacerlo, con el tiempo, la falta de perdón, el orgullo herido y el enojo pueden ensombrecer nuestra vida y llevarnos a alejarnos de Dios.

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Es por eso que debemos hacer lo que el Señor nos dice en Proverbios 4:23: “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida.” Te invito a ti, que lees esta revista el día de hoy, que le pidas a Dios que te conquiste y te atraiga hacia Él con sus lazos de amor. Al ir experimentando su amor, tendrás la confianza de exponer tu corazón herido, golpeado y sucio de pecado delante de Él, para que la sangre de su hijo Jesús te limpie de todo pecado y te permita experimentar la relación de amor más hermosa que podrás tener en tu vida: una relación personal de amor con Dios, a través de su hijo Jesucristo.


Al observar la conducta de varias personas en el medio en el cual se desenvuelven, deportivo, laboral, familiar y aún en el ambiente religioso, muchas de sus formas de conducirse giran en torno a ser aceptados dentro del grupo. Por: Osberto Ruano

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Aceptados en Cristo

o he visto en niños, cuando algún otro niño les dice que ya no serán amigos si no hace tal o cual cosa; en jóvenes, al ceder a la presión del grupo y paran en vicios que luego los esclavizan y destruyen, y todo por ser aceptados y populares en sus grupos. También he visto esta búsqueda de aceptación en adultos: en la empresa, en el vecindario, en reuniones familiares o sociales, actúan de acuerdo a lo que la mayoría espera con tal de ser aceptados. Lo peor es que quien determina las reglas de aceptación es el sistema, llamado “el mundo” por la Biblia, enemigo de Dios y está bajo el poder del maligno, es decir, bajo el poder de Satanás, quien quiere robarte, matarte y destruirte (Juan 10:10ª).

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Veamos lo que dice 1 Juan 2:1516: “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo” y 1 Juan 5:19 “Sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el maligno”.


¿Qué parámetros pone el mundo para la aceptación de las personas? Veamos algunos de ellos:

Culto a la belleza Hoy por hoy, hay un culto desmedido a la belleza física. Y lo que el mundo considera como belleza, cambia con el tiempo y también de acuerdo a la cultura; es un concepto totalmente inestable. Esto lo podemos ver en las modas al pasar de los años; formas de vestirse, cortes de cabello, figura, etc. Si alguien tiene sobrepeso o usa lentes, o es extremadamente delgado, no es aceptado; al contrario, es rechazado por la sociedad. Muchas personas dedican gran parte de su tiempo y gastan grandes cantidades de dinero tratando de alcanzar los estándares de belleza que impone la sociedad. En Proverbios 31:30, Dios dice: “Engañosa es la gracia, y vana la hermosura; la mujer que teme al Señor, ésa será alabada”. Todo lo que Dios hace es bello; a los ojos de Dios no importa tu estatura, color de piel, tu complexión física, tu cabello, color de ojos, etc. Él te creo y te hizo una persona bella, eres preciosa/o a sus ojos, Cantares 2:14b: “Muéstrame tu rostro, hazme oír tu voz; porque dulce es la voz tuya, y hermoso tu aspecto”.

Condición económica Las personas que tienen muchas posesiones, son populares y tienen muchos “amigos”, personas que buscan aprovecharse. En el mundo, una minoría posee la mayoría de recursos y riquezas de la tierra y una gran mayoría vive en extrema pobreza, y ambos se rechazan.

Pero Dios dice en Colosenses 3:2 “Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra”. Y en Deuteronomio 10:17 “Porque el Señor vuestro Dios es Dios de dioses y Señor de señores, Dios grande, poderoso y temible, que no hace acepción de personas, ni toma cohecho”.

Fama Los que destacan en deportes, actuación o canto, y alcanzan fama a nivel mundial, son idolatrados y puestos como dioses, en medio de sus seguidores o fanáticos. Y el que no es tan habilidoso, es rechazado en ese gremio. Pero Dios te dice en Jeremías 17:5 “Así ha dicho el Señor: Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de el Señor”. Y en Mateo 4:10 “Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás”.

Practicar el pecado Los que son “buenos” practicando el pecado, son adulados por el mundo. Por ejemplo, aquellos que beben mucho licor y no se emborrachan fácilmente, o los que tienen muchas mujeres, o los que consumen drogas, son “admirados” por su capacidad de pecar; pero Dios dice en 1 Juan 3:8 “El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo”. Irónico que admiren a quien hace lo que ofende a Dios. Ahora veamos la posición del mundo en relación a los creyentes: En 1 Juan 3:13 dice “Hermanos míos, no os extrañéis si el mundo os aborrece”.

¡¡¡Nos aborrece!!! Mateo 5:10-12: “Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros”. Nos persiguen, nos vituperan y nos calumnian. Si al mismo Jesús, varón perfecto en sus pensamientos, palabras y obras, lo rechazaron, cuanto más a nosotros, que somos imperfectos, llenos de debilidades. Mateo 10:25 dice: “Bástale al discípulo ser como su maestro, y al siervo como su señor. Si al padre de familia llamaron Beelzebú, ¿cuánto más a los de su casa?” Estamos llamados a ser signo de contradicción, a ir en contra de la corriente de este mundo. En Romanos 12:2 dice: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”. La voluntad de Dios es contraria a lo que establece este mundo como aceptable y bueno. Lo único realmente bueno, agradable y perfecto, es la voluntad de Dios. Finalmente, quiero que estas últimas palabras sean como semillas que queden sembradas en las profundidades de tu corazón: Efesios 1:6 “para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado”, Dios te acepta en el Amado, en Cristo Jesús, y si te acepta el Creador de cielos y tierra, el Todopoderoso, el único Dios verdadero, qué importa si te rechaza el mundo. Ya no busques aceptación, ¡¡¡ya has sido aceptado por Dios en Cristo!!!

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Hoy en el mundo

Por: Lissette de Archila

Qué hacer para que tu amor por Dios no se apague

(n

ota del autor: La siguiente historia es ficticia, pero basada en personajes reales para ilustrar una verdad espiritual.)

Francisco no pudo disfrutar de una buena relación con su papá y tristemente su padre murió cuando él aún era un niño. Su madre tuvo que trabajar intensamente para sacar a sus hijos adelante, por lo que se ausentaba de su casa por largas horas. Francisco tenía mucha habilidad para hacer amigos, para emprender negocios y era en extremo inteligente. Creció como un chico normal, gozoso y astuto. Pero guardaba un vacío interior que era como un pozo de tiniebla que trataba de esconder con fiestas, licor y amigos.

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Francisco era un adolescente cuando se convirtió a Jesús. Había crecido en un hogar con comodidad económica. Sin embargo, su niñez no fue ideal. Su padre abusaba del alcohol y su madre, desesperada por la situación, mantenía un carácter amargado y violento.

Cuando conoció a Jesús, entendió que debía cambiar su vida. Se propuso ser obediente a la Palabra de Dios y aparentemente lo logró. Empezó a leer la Biblia, iba a la iglesia con regularidad, y determinó que el propósito de su vida sería servir a Dios. No tardó en convertirse en un evangelista. Les hablaba de Dios a todas las personas que podía y llevó a los pies de Cristo a muchísima gente.


Al pasar los años, encontró una esposa idónea, que sería su compañera de vida. Anhelaba ser el ejemplo perfecto de esposo, padre y siervo de Dios para todo el que lo conociera. Con las habilidades tan prominentes que tenía, pronto llegó a tener un trabajo de mucho prestigio dentro de la iglesia. Era muy respetado y conocido en el mundo de los líderes cristianos, y proyectaba ser alguien que vivía una vida santa, agradable a Dios.

Sin embargo, todo era una proyección. El vacío interior seguía allí. Poco a poco, él empezó a cambiar de personalidad. Trabajaba hasta altas horas de la noche y dejó de compartir tiempo con su familia. En su casa, a puerta cerrada, Francisco se fue convirtiendo en un hombre hostil, controlador y violento. En muchas ocasiones lastimó a sus hijos y a su esposa con maltratos verbales y físicos, pero cuando era confrontado por lo que hacía, no admitía su responsabilidad. El muchacho dulce y respetuoso que su esposa había conocido cuando eran novios se había convertido en alguien que la hería y rechazaba constantemente. Su matrimonio se fue destruyendo poco a poco, hasta el punto en que no era más que una apariencia frente a la iglesia y los amigos.

Sus hijos lo amaban, pero le tenían tanto temor que añoraban que él se mantuviera lejos de su hogar para que no los lastimara más. Lo más difícil era ponerse la máscara de familia feliz cuando iban a la iglesia y, por vergüenza, no le decían a nadie lo que realmente pasaba en su casa. Poco a poco, las personas ajenas a la familia empezaron a notar que Francisco ya no era el mismo. Era soberbio, mal hablado, sarcástico y retraído. Se dio a conocer que mantenía una relación amorosa fuera del matrimonio. Francisco se alejó por completo de la familia, de la iglesia, de sus amigos y, por supuesto, de Dios. El muchacho enamorado de Dios, fiel a sus preceptos, había desaparecido y ahora se había convertido en un hombre del mundo, que vivía su vida como si nunca hubiera conocido a Dios.

Cuidarlo significa velar porque siempre esté limpio y libre de pecado. Es cuidar de que no se contamine con orgullo, con amor al dinero, avaricia o rencor. El hombre debe inspeccionar su corazón constantemente delante de Dios y preguntar al Espíritu Santo si hay algún pecado en él.

¿Qué pasó en el corazón de Francisco?

Todo cristiano peca. Es la naturaleza caída que hay en todo ser humano y es inevitable cometer errores. Caemos en tentación todos los días y somos propensos a seguir la inclinación natural de ser carnales.

“Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón porque de él mana la vida”. (Proverbios 4:23) La respuesta a esta pregunta no es sencilla. Francisco no cuidó de mantener su corazón puro y libre de pecado. No perdonó completamente a quienes lo habían rechazado de pequeño, ni sanó las heridas que sus padres le causaron. Con el tiempo, la falta de perdón, el orgullo herido y el enojo ensombrecieron su vida.

En los salmos aprendemos que el rey David tenía ese hábito y le pedía a Dios que le revelara si había pecado en él, sin que él lo hubiera notado. “Escudríñame, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis inquietudes; Y ve si hay en mí camino malo, y guíame en el camino eterno.” (Salmo 139:23-24)

¿Por qué nos alejamos de Dios?

Jesucristo dijo en Mateo 15:18-19 “Las palabras que ustedes dicen provienen del corazón; eso es lo que los contamina. Pues del corazón salen los malos pensamientos, el asesinato, el adulterio, toda inmoralidad sexual, el robo, la mentira y la calumnia.”

A cualquier persona que tiene una relación de intimidad y oración con Dios puede pasarle lo mismo: Se puede alejar del amor de Dios hasta el punto de volver a la tiniebla en la que antes vivía. El amor por Dios se va apagando poco a poco si no se cuida el corazón.

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Hoy en el mundo

Le gustaba predicar y era muy hábil para dar a conocer el mensaje del evangelio. Era un arma poderosa para Dios.


Algunas de las causas son las siguientes, como lo vimos en el caso de Francisco:

Hoy en el mundo

1. Falta de Arrepentimiento El pecado nos aleja de Dios, pero el arrepentimiento nos acerca. Nadie está libre de pecar. Al reconocer y confesar que ofendimos a Dios, somos perdonados (1Juan 1:9), porque la obra que Jesús hizo en la cruz borra los pecados. Si no lo hacemos, estos pecados contristan, entristecen y alejan el Espíritu que mora en nosotros, apagando la luz que un día hubo en nuestra vida.

2. Falta de perdón por el rechazo El rechazo que sufrimos en algún momento de nuestra vida genera heridas profundas que sólo sanan con el perdón. Pudimos ser heridos por nuestros padres, maestros, etc. y jamás lidiamos con esas heridas. Con el tiempo, esto crea raíces de amargura y nos hacen guardar un enojo “congelado”, que tarde o temprano sale a relucir en nuestra vida diaria. Tenemos ira, mala conducta o adicciones que buscan enmascarar el rencor o la depresión. Es muy importante revisar nuestro corazón y descubrir si tenemos heridas, para buscar perdonar a la persona que nos hirió. No podemos tener una relación de intimidad con Dios si aún no hemos perdonado y si no hemos recibido el perdón que Dios nos ha dado.

3. Los afanes del Mundo Si estamos tan ocupados con nuestras actividades diarias (como trabajo, cuidar niños, estudios o amigos) que no apartamos tiempo para pasar a solas con Dios, nos empezamos a alejar de Él. Nuestra relación con el Espíritu Santo se enfriará poco a poco, hasta que se apague el fuego que nos mantenía en su presencia.

4. El amor al dinero Una persona que tenga amor desmedido por el dinero, se irá olvidando poco a poco de lo que es importante para Dios. Es llamado en la Palabra de Dios como el origen de todo mal. (1Timoteo 6:10) Todos los pensamientos, energía y el tiempo de una persona se verán ocupados en hacer más riquezas.

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El espíritu de avaricia manejará su vida, ya sea en pobreza o bienestar económica, pues toda su conciencia gira alrededor del dinero. (Mateo 6:25-26)

5. El Orgullo Es el enemigo silencioso de todo hombre. El dios interno que tenemos todas las personas desde que nacemos. El orgullo es la idolatría a nuestro ego y, por lo tanto, el eje de nuestra vida hasta que lo rendimos a Dios. Nos impide obedecer la ley de Dios, porque nos obliga a hacer nuestra voluntad y no la de nuestro Creador. Dios estableció su ley para que fuésemos protegidos por ella, pero el orgullo siempre buscará que rompamos la ley de Dios para obedecer la ley de nuestra carne. Nos hace amarnos más a nosotros mismos que a Dios, por lo que actuaremos egoístamente, sin importarnos los sentimientos de nuestro prójimo o la opinión de Dios. Tristemente, la historia de Francisco es muy común. Personas nacidas de nuevo que amaban genuinamente a Dios se van alejando poco a poco de Él, hasta el día en que se olvidan de Dios y regresan a sus pasiones mundanas. Vimos aquí las razones más comunes por las que esto puede pasar. El secreto para permanecer unidos a Dios y morando en su gozo es, humildemente pedirle a Él que nos haga ver qué enemigos tenemos dentro de nuestro corazón que nos pueden alejar de su presencia. Y luego, regresar a la Cruz: pedirle a Dios que derrame su Sangre sobre cada pecado, herida u obstáculo que tengamos que impida que sintamos el gozo de la salvación. ¡Busquemos morar en la paz eterna de Dios!


“Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas.” (Juan 10:11)

Por: Armando Molina

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Jesús, el buen pastor

n el evangelio de Juan capítulo 10, Jesús usa la frase “yo soy el buen pastor”. El Señor eligió esta manera de comunicarse con nosotros, a través de imágenes o alegorías que toman alguna verdad de la vida cotidiana, para enseñarnos verdades espirituales. Este tipo de comunicación nos llega al corazón pero, al mismo tiempo, se queda en nuestra mente. En este caso, Jesús quiere abrir nuestro entendimiento para que veamos cómo es su carácter y su corazón para los que creen en Él y le siguen. Él nos está diciendo que las tareas que vemos hacer a un pastor terrenal reflejan también su obra por nosotros. Al llamarse a sí mismo buen pastor, Jesús se identifica con todas las tareas que un pastor realiza. El pastor provee alimento apropiado para las ovejas. El pastor guía el rebaño a las orillas de un río manso. El pastor protege a las ovejas de las fieras. El pastor conoce a las ovejas por su nombre. El pastor busca a la oveja que se ha perdido. El pastor venda a la oveja que está herida.

Salmo 23:1 “El Señor es mi pastor, nada me faltará. En lugares de delicados pastos me hará descansar; junto a aguas de reposo me pastoreará.” En primer lugar, el pastor se encarga de conducir al rebaño a los lugares apropiados para pastar y para beber. El pastor debe localizar los lugares donde haya verdes pastos, incluso aunque a veces sea necesario recorrer largas distancias para encontrarlos, de esta manera las ovejas pueden permanecer saludables y en crecimiento. En el salmo 23 vemos cómo David declara que la relación entre Dios y él es como la de un pastor con su oveja. Él se llena de confianza al saber que Dios es su pastor, sabe que es Dios quien le proveerá de todo lo necesario, a tal punto que puede mirar al futuro y decir que no pasará necesidad.

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Juan 10:4 “Y cuando ha sacado fuera todas las propias, va delante de ellas; y las ovejas lo siguen porque conocen su voz.” Cuando el pastor va delante de un rebaño es porque lo está guiando. En esa posición, es él el que marca el paso y el camino a seguir. Él va enfrentando antes que las ovejas los peligros que podrían venir en el camino. Las ovejas lo siguen y se sienten tranquilas al escuchar que el pastor va adelante. Lo único que tiene que hacer la oveja es levantar la vista y escuchar la voz de su pastor. Si la oveja se descarría, es porque le perdió de vista. Las verdaderas ovejas del buen pastor conocen su voz, responden a ella y pueden distinguirla de otras voces que distraen y tratan de apartarla de él.

Juan 10:10-12 “El ladrón no viene sino para hurtar, matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas. Pero el asalariado, que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa.” El pastor protege contra las fieras que seguramente buscarán devorar e infiltrar el rebaño. Para eso parte de su equipo es una vara. Pero aquí ya vemos una diferencia entre aquellos pastores que no se preocupan realmente por las ovejas y el buen pastor, quien las ama tanto que llega a dar su vida por ellas. Ellas son de su propiedad y por eso las ama y las cuida. ¿Hay acaso mayor fuente de seguridad para las ovejas que contar con la protección del pastor?

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Aún más, nos dice Jesús que las ovejas han sido puestas en su mano por el Padre y, por tanto, nadie se las puede arrebatar. No hay mayor autoridad ni mayor poder que el de Dios y es Él quien, en su soberanía, nos ha puesto en las manos de su Hijo. No hay enemigo que pueda sacarnos de ese lugar de protección. Juan 10:27-29 “Mis ovejas oyen mi voz y yo las conozco, y me siguen; yo les doy vida eterna y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las dio, mayor que todos es, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.”

Juan 10:14 “Yo soy el buen pastor y conozco mis ovejas, y las mías me conocen” Hay una relación de intimidad con el pastor. El pastor las conoce individualmente. No las ve tan sólo como un rebaño. Puede distinguir unas de otras. Conoce sus diferentes balidos, sus formas, sus tamaños. Así también, Jesús tiene un conocimiento personal de nosotros, nos ha llamado por nombre. Él no solamente hace un llamado general, sino que además ha puesto sus ojos específicamente en ti y pronunció tu propio nombre, te ha llamado para ser su oveja. Además, ese conocimiento es mutuo, Él nos conoce, pero también nosotros tenemos el privilegio de conocerlo a Él.

Juan 10:16 “Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; a ésas también debo atraer y oirán mi voz, y habrá un rebaño y un pastor” El pastor busca a la oveja perdida. Es maravilloso cómo Jesús nos enseña que, aunque en este momento esa oveja no está todavía en su redil, ya la considera una oveja de su propiedad. Esto es porque el Señor aun antes que llegáramos a

Él en fe, ya tenía sus ojos puestos en nosotros y obró a través de infinidad de circunstancias para traernos a su redil. Si nosotros le amamos a Él, es porque Él nos amó primero. Este buen pastor cuenta a sus ovejas y cuando se da cuenta que falta una, deja a las 99 seguras y va a buscar a la perdida hasta encontrarla. Así también, Él sale activamente a buscarnos cuando nos hemos apartado de Él. Nosotros estábamos en una condición como ovejas sin pastor, pero Él nos encontró y nos trajo a su rebaño. Ezequiel 34:15-16a “Yo mismo apacentaré a mi rebaño, y lo llevaré a descansar. Lo afirma el Señor omnipotente. Buscaré a las ovejas perdidas, recogeré a las extraviadas, vendaré a las que estén heridas y fortaleceré a las débiles”. El buen pastor cuida y sana a las ovejas golpeadas. Él tiene un corazón tierno que se interesa en el bienestar de su oveja, se ocupa que tengan descanso, levanta en sus propios brazos a la que ya no puede caminar y venda a las que están heridas. ¿Cómo no estar agradecido por los cuidados de nuestro Señor, de los cuales nos dice que Él mismo realiza? Él conoce nuestras necesidades aun antes que nosotros se las digamos, Él es un pastor competente y confiable; dichosa la oveja que está a su cuidado. Todo esto que hemos dicho es una descripción del corazón del pastor. Pero también mediante esto podemos aprender que aquel que quiera seguir a Jesús, debe tener el carácter de una oveja. En este seguidor debe haber un reconocimiento que, sin nuestro pastor, estaríamos perdidos y desvalidos. Si yo quiero que Jesús me pastoree, debo aceptar que soy una oveja. Salmo 23:4 “Aun si voy por valles tenebrosos,no temo peligro alguno porque tú estás a mi lado; tu vara de pastor me reconforta.”


“Mi nombre es Carlos Rogelio Carranza Roldan, tengo 35 años de edad, casado, con 2 hijos; trabajo como abogado y notario, y también sirvo como anciano en una congregación. Por: Lorena Farrach

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Vivo por la bondad de Dios

n 1992, cuando tenía 12 años, estaba un día jugando basketball con la selección del colegio al cual asistía y, sin querer, me dieron un codazo en la caja torácica, lo cual me llevó a un punto de mucho dolor. Fui a la emergencia del hospital, donde el médico residente me dijo que lo que podía ver a primera vista era que me habían quebrado una costilla y me dio un aparato para estar soplando, ya que para las quebraduras de costilla era lo único que se podía hacer. También me recomendó hacerme más exámenes. Esa noche tuve un dolor tan fuerte que mis papás me llevaron con un médico especialista, quien me aclaró que no tenía ninguna costilla quebrada, sino que tenía un tumor, pero que tenía algo raro que no sabía qué era, por lo que era necesario hacerme más estudios radiológicos. Mi tío abuelo era jefe de radiología en un centro de diagnóstico y fue él quien me dijo que tenía una especie de tumores en la caja torácica y que era necesario operarme, ya que entre el médico especialista y mi tío abuelo me practicaron una serie grande de exámenes.

Al despertar de la operación, le pregunté al doctor cómo había salido todo, pero de una forma muy cortante me dijo que bien, por lo que yo sentí que algo estaba mal. Dos días después, me hicieron otro estudio radiológico y nos llevamos un gran susto con mis papás, porque en la operación me tenían que haber quitado la séptima costilla, pero en la radiografía no aparecía la sexta.

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Cuando mi papá se enteró, se puso tan enojado que se fue a pelear con el doctor que supuestamente había cometido el gran error. Pero el doctor le comentó que lo que él había visto en la operación era que el paciente tenía todas las costillas de color negro y con sangre, y lo que había ocurrido fue que la sexta costilla se había desintegrado y que iban a mandar una muestra a patología en Estados Unidos para ver qué tenía, pero que nunca había visto un caso semejante. Entonces regresé a mi casa a tratar de llevar una vida normal, pero el dolor era tan fuerte que me debilitaba cada día más. Transcurrió un mes y la enfermedad avanzaba a otras partes de mi cuerpo; el dolor cada ver era más fuerte y, aunque fui a muchos doctores por alguna opinión certera sobre la enfermedad, no la encontré porque cada médico daba una opinión diferente.

Mi primer milagro Luego me recomendaron ir con el doctor Federico Sanchez y ahí fue donde experimenté el primer milagro de Dios en salvarme la vida. El doctor trató de sacarme una biopsia, pero le fue imposible, sin saber que si me hubiera tocado, me hubiera podido deshacer el hueso completo de donde me hubieran sacado la biopsia. Esto no importaría si hubiera sido de un brazo, o parte de la cara o una pierna, pero en este caso, me pude haber muerto.

Un nuevo milagro El segundo milagro de Dios lo viví cuando nuevamente el doctor dijo que debía de aplicarme quimioterapia para matar las células malas, el lunes de la siguiente semana.

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Pero el domingo anterior, el doctor que estaba analizando la patología en Estados Unidos sintió la necesidad de ir a su clínica, buscar mi teléfono y llamarnos esa noche para decirnos que no me fueran a aplicar quimioterapia, porque eso me produciría un cáncer terminal. Nos informó que de esta enfermedad se conocían únicamente 26 casos en todo el mundo, por lo que era necesario que me llevaran a Houston para tratarme allá. La enfermedad consiste en que los vasos sanguíneos comienzan a producir más sangre y las venas no pueden transportarla, por lo que la sangre entra al hueso y es como una madera podrida en donde sólo queda la corteza y sangre coagulada que se ve de color negro. Estuve en Houston un mes y me regresé a Guatemala sin esperanza, pues me habían dicho que no existía tratamiento para curarme y que no había nada que hacer. Regresé a consulta con el doctor de Guatemala y me dijo que habían sacado una emulsión de calcio llamada Interferon, pero que había que traerlo, del extranjero. Gracias a Dios, el encargado de un laboratorio se interesó en mi caso y dijo que él se encargaría de traer el tratamiento que necesitaría por los siguientes seis meses. Me inyectaron durante ese tiempo, todos los días, en todo mi cuerpo, pero sin ningún resultado positivo. Ya la enfermedad no estaba sólo en la caja torácica, sino que se me había regado a las piernas y brazos. Entonces los doctores nos hablaron a mis papás y a mí y nos dijeron que ya no había nada que hacer, que la enfermedad estaba muy avanzada y que iba a morir.

Ese día fue durísimo para mí, pues sentí que todo se me acababa.

Mis papás se rinden a Jesús Mi mamá había conocido a Jesucristo como su Señor y Salvador cuando estaba embarazada de mí y unos días antes de esta noticia, también mi papá le rindió su vida a Jesús, así que ya los dos eran cristianos. Una noche, mi mamá, de la desesperación, salió al patio de la casa a clamar y a gritar a Dios que por favor me sanara. Y yo escuché su clamor a Dios y eso me tocó mucho. En el colegio se portaron muy bien conmigo, porque como sabían que yo no podía cargar ni el bolsón, tenían a un amigo esperándome para cargarlo, acomodaron los escritorios de mi clase para que pudiera quedar en una esquina, aislado, para evitar cualquier posible contacto y que me pudieran quebrar algo, y me dejaban ir cuando me sentía un poco mejor y no asistir cuando me sentía muy mal.

Oré: Señor no quiero morir Un noche, solo en mi cuarto, sentí la necesidad de buscar a Dios y le dije: “Señor, no quiero morir, quiero conocerte como mi Dios y mi Salvador, te rindo mis manos, mis pies y todo mi ser. ”Esa noche dormí con paz, aunque con mucha necesidad. Durante las próximas tres semanas anhelaba que llegara la noche para seguir hablando con Dios y continuar rindiéndome a Él. Conocí al Señor Jesús de una manera personal y comenzamos, junto con mi familia, a buscar al Señor. Aquí es donde experimenté el tercer milagro de Dios para salvar mi vida.


Un tío, que estaba alejado de Dios, un día estaba en su oficina y sintió que temblaba fuerte, cuando en realidad no era así. Luego volvió a sentir que estaba temblando, pero tampoco fue así y entonces sintió cómo una voz le decía que abriera la Biblia en el Salmo 34:20, en donde dice: “Él le protege todos sus huesos, ni uno solo le romperán.” Y entonces llamó a mi mamá y le dijo: “Dile a Roger que va a ser sano de sus huesos.”

Al terminar de orar, lo volvimos a llevar al aeropuerto y se fue…

Al mes de eso, mi papá iba en su carro cuando escuchó una alabanza en la radio, en la que cantaban de cómo un hijo se había enfermado y cómo Dios lo había sanado. Entonces se sintió tocado en su corazón, llegó a la oficina y le pidió a su asistente que se comunicara con la radio para que le dieran información de la canción que venía oyendo en el camino, pero le indicaron que en programación no existía una canción así. Por tal razón, él se fue personalmente a la radio a preguntar por esa alabanza, pero ahí le dijeron nuevamente que no existía... Entonces mi papá se dio cuenta que Dios mismo le había cantado una canción, diciéndole que su hijo sanaría.

Al año y medio del codazo que me dieron en el juego de basketball, al despertar, sentí que el Señor me dijo: “Hazte radiografías”. Mis papás me dijeron que esa era la voz de Dios, pero los doctores ya no querían hacerme más radiografías por los niveles de radiación, así que nos hicieron firmar unos papeles en los que nosotros nos hacíamos responsables. ¡Los resultados mostraron que ya no tenía problemas en las piernas! Regresamos a la casa a orar y agradecer.

Dios me llenó de fé Y aunque la enfermedad avanzaba, Dios me llenó de fe y todos los días confesaba que Dios me iba a sanar, hasta que se hizo palabra rema en mí de manera sobrenatural. El domingo de esa semana recibimos la llamada de un pastor de España que había ido a Miami y que sentía de parte de Dios venir a Guatemala a orar por mí. Él estaba en el aeropuerto y preguntaba si lo podíamos ir a recoger. Oró en la casa por mí y me dijo que Dios lo había traído para decirme que iba a ser sano y que no iba a morir.

Entonces quisimos agradecerle y, por tal razón, al contactar a la aerolínea, nos dijeron que el nombre de ese señor no estaba en sus registros y que tampoco existía ese vuelo…., por lo que Dios había enviado a un ángel a hablarme personalmente, pues no hay ningún rastro de él humanamente hablando.

El Señor me sanó Un mes después, me sacaron otras radiografías y,al evaluar todo mi record, el doctor nos explicó la evolución del caso y le dijo a mi papá: “Mira la última radiografía ¿qué ves?” Al contar las costillas, estaba incluso la sexta ahí otra vez. ¡DIOS ME SANO COMPLETAMENTE! Un par de meses más tarde fuimos al puerto y estaba montando una cuatrimoto, cuando perdí el control y ésta me cayó encima. Mis papás pensaron que me había muerto, pero cuando me quitaron la moto, lo único que tenía eran unos raspones. Esto nos sirvió para darnos cuenta que estaba totalmente restablecido, pues no se me había quebrado ningún hueso.

Hace unos meses me sentí mal y fui al hospital. El doctor que me atendió me dijo que podía tener cáncer en los huesos, sin embargo, al ir con mi doctor, me dijo que lo negrito que se veía era la sangre que había tenido en mis huesos, pero que yo estaba totalmente sano. Dios dejó las cicatrices en mis huesos para recordarme que Él es mi sanador y que es fiel, que de los 200 casos conocidos en el mundo actualmente y de las 5 personas que estamos vivas, yo soy el único con huesos totalmente sanos. En agradecimiento a Dios, mis papás, bajo cobertura de una congregación, comenzaron a servir en el Jícaro, y abrieron una célula en casa, la cual creció a 50 personas rápidamente y siguió creciendo hasta convertirse en una iglesia en donde Dios me permitió servirle como líder de jóvenes. Actualmente existe la iglesia, un colegio, y se da de comer a más de 100 niños, para la gloria de Dios.

El mayor milagro: la salvación A ti, que lees este artículo, quiero decirte que no importa en qué situación te encuentres y qué tan obscuro se puede sentir el futuro, y si los amigos, la medicina o la ciencia te dan la espalda, Dios te da su corazón para que el milagro más grande ocurra, mayor que cualquier sanidad física, que es tu salvación y abrirte así un camino donde no lo hay….”

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Por: César Castañeda

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Paciencia, Dios está haciendo carácter en ti

n esos momentos tenemos dos opciones: quedarnos con nuestra frustración o dejar que Dios obre en nuestro corazón para que moldee nuestro carácter. La situación no la podemos cambiar, pero si cambia nuestra actitud hacia nuestro problema y Dios nos da la gracia que necesitamos, veremos que suceden milagros en cada frustración que se avecina a nuestra vida. Y si son otros los frustrados, ayudémoslos para que puedan salir adelante. El Señor está interesado en cambiar nuestro carácter. Los problemas pueden sacar de nosotros lo mejor o lo peor, dependiendo de cómo respondamos o reaccionemos ante ellos.

Hay situaciones en la vida que no nos agradan, porque no salen las cosas como nosotros queremos. Peleamos en nuestro interior, porque nos sentimos frustrados y a veces externamos nuestra frustración y esto afecta nuestras relaciones, a tal punto que nos molestamos con los demás, complicando más las cosas.

Por lo tanto, es muy importante dejar a Dios obrar en nosotros para que Él moldee nuestro corazón y seamos transformados conforme a su carácter. Si lo hacemos así, sufriremos menos y le daremos gloria a Aquel que puede obrar maravillas en nuestra vida.

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En la Biblia los sufrimientos, problemas o dificultades de la vida, tienen de por sí la finalidad de hacer algo en nosotros:

1. Nos dan carácter y somos transformados en el proceso Cuando nos enfrentamos a una situación difícil, tenemos que buscar, en primer lugar, la perspectiva de Dios, y dejar que Él transforme nuestro entendimiento. Debemos poner a Dios en medio de la situación para conocer cuál es su voluntad al respecto. Esto nos va a dar una manera diferente de ver la situación, conforme Él cambia nuestra forma de pensar; como lo dice en Romanos 12:2.

Además, es importante saber que, a la vez, Dios está purificando nuestra fe como al oro, para que seamos transformados en el proceso y que al final dará como resultado un carácter firme, si nos dejamos moldear por Él. “…a pesar de que hasta ahora han tenido que sufrir diversas pruebas por un tiempo. El oro, aunque perecedero, se acrisola al fuego. Así también la fe de ustedes, que vale mucho más que el oro, al ser acrisolada por las pruebas demostrará que es digna de aprobación, gloria y honor cuando Jesucristo se revele.” (1 Pedro 1:6-7). Todo esto lo produce el Espíritu Santo, así que pidámosle a Él que nos de la gracia para dejarnos transformar conforme a su semejanza. “Así, todos nosotros… somos transformados a su semejanza con más y más gloria por la acción del Señor, que es el Espíritu.” (2 Corintios 3:18).

2. Podemos confiar en que Dios está en control Cada vez que tenemos un problema, una situación difícil, podemos confiar que no estamos solos, que aunque no entendamos, Dios tiene el control. El salmista se sintió desfallecer, pero al comprender que Dios estaba ayudándolo, se consoló su alma: “Si el Señor no me hubiera brindado su ayuda, muy pronto me hubiera quedado en mortal silencio. No bien decía: ‘Mis pies resbalan’, cuando ya tu amor, Señor venía en mi ayuda. Cuando en mí la angustia iba en aumento, tu consuelo llenaba mi alma de alegría.” (Salmo 94:17-19).

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Y es que cuando sabemos que Dios está en control, nuestro ser encuentra paz. Por eso debemos buscarlo en el dolor y en la pena. A veces sentimos que las cosas no van como nosotros queremos, que no tienen sentido, nos encontramos desorientados y no tenemos a dónde ir, pero Él nos da un lugar donde podemos clamar ayuda, pedir consuelo, dirección y derramar nuestro corazón a Dios. “Así que acerquémonos confiadamente al trono de la gracia para recibir misericordia y hallar la gracia que nos ayude en el momento que más la necesitamos.” Hebreos 4:16. Él nos dará sabiduría si necesitamos tomar una decisión, fuerza en momentos de debilidad y gracia para actuar de manera adecuada. Debemos encomendarnos a Él y confiar en su poder, un paso a la vez. “Depositen en Él toda ansiedad, porque Él cuida de ustedes.” (1 Pedro 5:7).

3. Nos hacen ser perseverantes Cuando enfrentamos problemas, tenemos que seguir adelante a pesar de las dificultades, perseverar en la oración, tener una actitud determinada. Muchas cosas en la vida no se consiguen a la primera, debemos persistir para poderlas ver concluidas. Pueda ser que hoy te enfrentes a una situación difícil, con muchos obstáculos, temores y fracasos, es importante que continúes. “No nos cansemos de hacer el bien, porque a su debido tiempo cosecharemos si no nos damos por vencidos.” (Gálatas 6:9). Unas veces Dios utiliza este tipo de pruebas para desarrollar en nosotros la paciencia, la determinación y la perseverancia, para que al final no sólo consigas lo que tienes por delante, sino que también el carácter para obtenerlo.


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Si estás pasando por este tipo de prueba, pídele fuerzas a Dios y Él te ayudará a llegar a ese final tan deseado. Por eso, es necesario seguir adelante sin desfallecer, a pesar de las dificultades. “Hermanos míos, considérense muy dichosos cuando tengan que enfrentarse con diversas pruebas, pues ya saben que la prueba de su fe produce constancia. Y la constancia debe llevar a feliz término la obra, para que sean perfectos e íntegros, sin que les falte nada.” (Santiago 1:2-4).

4. Nos enseñan lecciones en la vida De muchos problemas aprendemos lecciones importantes. Cuando leemos en la Biblia lo que dice Romanos 8:28, nos sorprendemos: “Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a su propósito.” Nos parece algo extraño, pero cuando lo analizamos y vemos las cosas retrospectivamente, algo aprendemos al final de cuentas, apreciamos más la vida y a las personas que nos rodean, aprendemos a tratar con ciertas circunstancias, a no ser tan imprudentes, a saber decir que no, o a no hacer cosas que nos pueden dañar.

Por lo tanto, cuando enfrentemos una situación conflictiva, debemos revisar qué es lo que podemos aprender de ella, porque así veremos con otros ojos las cosas que nos suceden. Sabemos que en algunas situaciones es más difícil ver lo bueno, pero tal vez hay una lección de vida detrás de todo, o por lo menos saber qué es lo que no tenemos que hacer. Es por eso que en la Biblia también encontramos situaciones de los personajes que se podrían tomar como fracasos o debilidades de ellos, pero por algo están escritas.

“Porque todo lo que fue escrito en tiempos pasados, para nuestra enseñanza se escribió, a fin de que por medio de la paciencia y del consuelo de las Escrituras tengamos esperanza.” (Romanos 15:4). Además, en el momento ningún problema es agradable, pero trae buenos frutos, si nos dejamos moldear: “Ciertamente, ninguna disciplina, en el momento de recibirla, parece agradable, sino más bien penosa; sin embargo, después produce una cosecha de justicia y paz para quienes han sido entrenados por ella.” (Hebreos 12:11). Y recordemos esto: “Dichoso aquel a quien tú, Señor, corriges; aquel a quien instruyes en tu ley, para que enfrente tranquilo los días de aflicción mientras al impío se le cava una fosa.

El Señor no rechaza a su pueblo; no dejará a su descendencia en el abandono.” (Salmo 94:12-14).

5. Nos purifican y santifican Los problemas y situaciones difíciles nos hacen ver un lado de nosotros que no conocíamos, una parte de nuestro ser que muestra debilidad, enojo, frustración, egoísmo, rebeldía y muchas cosas más. Es entonces que necesitamos que Dios no sólo nos ayude con el problema en sí, sino con nuestro carácter. Necesitamos que Él transforme nuestro interior y nos quite aquello que, de no ser por el problema, nunca lo hubiéramos visto. La Biblia nos dice: “Como tenemos estas promesas, queridos hermanos, purifiquémonos de todo lo que contamina el cuerpo y el espíritu, para completar en el temor de Dios la obra de nuestra santificación.” (2Corintios 7:1). Es por eso que, al ver la situación desde esa perspectiva, entendemos que los problemas ayudan a que seamos purificados y santificados. Por otro lado, la Palabra de Dios nos dice que sin santidad nadie verá al Señor, entonces es necesario entrar en el proceso de purificación y santificación para que seamos transformados y dejemos que Él obre en nuestro ser, para que podamos presentarnos delante de Él al final de todo el proceso. “Que Dios mismo, el Dios de paz, los santifique por completo, y conserve todo su ser -espíritu, alma y cuerpo- irreprochable para la venida de nuestro Señor Jesucristo. El que los llama es fiel y así lo hará.” (1Tesalonicenses 5:2324). Y, aunque nos parece que esto sea interminable o algo imposible en nosotros, podemos confiar: “Estoy convencido de esto: el que comenzó tan buena obra en ustedes la irá perfeccionando hasta el día de Cristo Jesús.” (Filipenses 1:6).

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6. Nos fortalecen Así como los problemas pueden sacar lo peor de nosotros, pueden también sacar lo mejor de nosotros: valentía, paciencia, dominio propio, fe, perseverancia y otros, algo que no sabíamos que podíamos tener. Es por eso que necesitamos que Dios nos dé la fortaleza y gracia para salir bien de esta situación y ser mejores personas que antes del problema.

“¡Cuán bienaventurado es el hombre que en la ley del Señor está su deleite, y en su ley medita de día y de noche!”

(Salmo 1:2)

Proverbios 24:10, nos dice: “Si eres débil en el día de la angustia, tu fuerza es limitada” Sólo el Señor nos puede dar la gracia y la fuerza que necesitamos, porque si lo hacemos en nuestras fuerzas, nos podremos frustrar y terminar agotados y desgastados; en cambio, Él nos puede dar la gracia para salir renovados y fortalecidos. “Y después de que ustedes hayan sufrido un poco de tiempo, Dios mismo, el Dios de toda gracia que los llamó a su gloria eterna en Cristo, los restaurará, y los hará firmes, fuertes y estables.” (1 Pedro 5:10). Con esta cita podemos confiar que toda prueba tiene un tiempo y así mismo un fin, que en determinado momento se terminará. El Apóstol Pablo, cuando enfrentó una prueba, la cual sentía como un aguijón, le pidió una y otra vez al Señor que se la quitara y Él le dijo que le bastara su gracia, porque su poder se manifiesta en nuestra debilidad (2 Corintios 12:8-10). Debemos estar preparados siempre, porque no sabemos cuándo estamos enfrentando un día de prueba. “Por lo tanto, pónganse toda la armadura de Dios, para que cuando llegue el día malo puedan resistir hasta el fin con firmeza.” (Efesios 6:13).

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7. Nos hacen cambiar (de estilo de vida) Además, en algunos momentos en la vida, debemos aprender a hacer las cosas de diferente manera, es decir, hacer cambios que, de no ser por el problema, nunca los hubiéramos hecho. Ser más agradecidos, aprovechar mejor los tiempos libres, apreciar más a nuestro cónyuge e hijos, cambiar nuestra alimentación, estar más conscientes de la vida y hacer cambios en nuestro estilo de vida. El apóstol Pablo aprendió esta lección y pudo hacerle frente a situaciones malas como buenas, encontró la clave para saber vivir mejor: “No digo esto porque esté necesitado, pues he aprendido a estar satisfecho en cualquier situación que me encuentre. Sé lo que es vivir en la pobreza, y lo que es vivir en la abundancia. He aprendido a vivir en todas y cada una de las circunstancias, tanto a quedar saciado como a pasar hambre, a tener de sobra como a sufrir escasez. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.” (Filipenses 4:11-13).

8. Dan gloria a Dios Por último, todas estas cosas nos llevan a un fin primordial en nuestras vidas, darle la gloria a Dios en cada situación que nos acontece. “Al contrario, alégrense de tener parte de los sufrimientos de Cristo, para que también sea inmensa su alegría cuando se revele la gloria de Cristo.” (1Pedro 4:13). Así que, cada vez que te encuentres en una situación difícil, ten paciencia, confía que Dios está obrando carácter en tu vida.


Mujeres de proverbios

Por: Lissette de Archila

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Dios cambia tu destino n la Biblia encontramos una historia muy corta de un hombre llamado Jabes.

Se trata de un hombre que vino al mundo con dolor. Su madre sufrió mucho al dar a luz y seguramente nació destinado a sufrir. “Jabes” significa luto, dolor. El nombre de este hombre determinaba que sufriría mucho en su vida. La biblia no especifica por qué o cómo sufriría, pero entendemos que su vida sería una lucha constante por sobrevivir. Lo admirable es que tomó la determinación de cambiar ese destino. Tuvo fe en el Dios de Israel y supo que podía recurrir a Él para que su camino fuera transformado.

“Y Jabes fue más ilustre que sus hermanos, y su madre lo llamó Jabes, diciendo: Porque lo di a luz con dolor. Jabes invocó al Dios de Israel, diciendo: ¡Oh, si en verdad me bendijeras, y ensancharas mi territorio, y tu mano estuviera conmigo, y me guardaras del mal, para que no me causara dolor! Y Dios le concedió lo que pidió.” (1 Crónicas 4:9-10)

1. Oró pidiendo la bendición de Dios El sufrimiento y la pobreza son consecuencias de la maldición. Ésta llega a nuestra vida por el pecado. Si nuestros padres, abuelos o bisabuelos pecaron, nosotros heredamos una maldición como consecuencia. Lo dice así la biblia:

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“...yo soy el Señor tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares [de generaciones], a los que me aman y guardan mis mandamientos.” (Éxodo 20:5-6) Jabes entendió esto, y quiso salir de ese estado angustioso, para vivir la bendición que Dios ofrece.

2. Pidió a Dios que ensanchara su territorio Significa que no viviría con escasez o pobreza. La figura de ensanchar un territorio se usaba cuando el ganado se multiplicaba. Era necesario más lugar para criarlo, más pasto y más tierra. Seguramente Jabes era alguien que, a pesar de los esfuerzos por tener una provisión abundante, no lograba salir de la pobreza. Pero confió en Dios para que su provisión fuera abundante y bendecida.

3. Oró porque la mano de Dios estuviera con él Jabes reconocía la necesidad de ser favorecido por Dios. Pedía al Señor que bendijera cada área de su vida: su familia, su trabajo, su salud, etc. La mano de Dios está con los que aman los mandamientos de Dios y los obedecen. Jabes tuvo que aprender esta lección para alcanzar la bendición que buscaba.

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4. Y oró también porque lo guardara del mal Siempre hay enemigos fuertes que amenazan la vida del hombre. Jabes reconocía que él solo no podía pelear contra enemigos más fuertes que él. Dios promete en su palabra rodearnos como un escudo y ser un refugio en tiempos de dificultad. Jabes oró porque Dios fuera el que hiciera justicia en su vida, y que lo protegiera del maligno.

Y Dios le concedió lo que le pidió El amor de Dios es tan grande, y Él es tan fiel con su palabra, que escuchó el clamor de este hombre y se apiadó de él. Transformó su destino al escuchar la petición de fe, y porque Jabes puso su esperanza en Dios, Él le concedió lo que le pidió. Fue ilustre, más que todos sus hermanos. Fue multiplicado en sus ganancias, en su familia y en su posteridad. Jabes estaba destinado a ser un fracaso, alguien que no saldría adelante en la vida. Pero confió en Dios, y eso hizo la diferencia.

No hay nada tan fuerte para sacarte de la angustia que la esperanza en Dios Algunas personas nacen con un destino como el de Jabes. Vienen de una familia difícil, con situaciones dolorosas que marcan su camino para hacerlo inestable y fugaz. Tratan de salir adelante, de tener descanso en su alma, pero no lo logran.

Algunos otros endurecen su corazón y eligen mal. Las malas elecciones llevan a consecuencias angustiosas y, al final de cuentas, llevan al hombre que fue insensato a la infelicidad. La esperanza en Dios puede cambiarlo todo. La esperanza nace de la fe y la confianza en que alguien fuerte y poderoso, el Creador de todo lo visible e invisible, puede sacarnos de ese lugar oscuro y trasladarnos a un lugar de luz. Por esta razón vino Jesús al mundo, para transformar nuestras vidas vacías en vidas de gozo y santidad en Él; según sus propósitos, no los nuestros. “Y Jesús le dijo: Hoy ha venido la salvación a esta casa, ya que él también es hijo de Abraham; porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que se había perdido.” (Lucas 19:9-10) Puedes estar preso en un lugar vacío y solitario, o bajo circunstancias difíciles de soportar, pero si tienes esperanza en Dios, todo se volverá más pequeño y menos amenazador. La esperanza en Dios es como un puente que nos traslada de una tierra solitaria y dolorosa a otro lugar fértil y soleado. “Por cuanto en mí ha puesto su amor, yo también lo libraré; Le pondré en alto, por cuanto ha conocido mi nombre. Me invocará, y yo le responderé; con él estaré yo en la angustia; lo libraré y le glorificaré. Lo saciaré de larga vida, Y le mostraré mi salvación.” (Salmo 91:14-16) Jabes entendió esto y oró al único que lo podía cambiar. Tuvo fé y esperó en Dios. Y Dios lo escuchó, y le concedió lo que le pidió. Esto puede pasarte a ti también. Sólo ora como lo hizo Jabes, pide a Dios que te bendiga, que ensanche tu tierra y te guarde del mal.


Vida de alabanza Luego de meditar en el salmo 148, traté de imaginar por un momento lo que Dios escucha; debe ser una mezcla casi infinita de sonidos que armonizan a la perfección. Te invito a que nos embarquemos en un viaje por el salmo 148.

Por: Osberto Ruano

Sinfonía perfecta

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l Salmo 148:2-12 dice: “Alabadle, vosotros todos sus ángeles; alabadle, vosotros todos sus ejércitos. Alabadle, sol y luna; alabadle, vosotras todas, lucientes estrellas. Alabadle, cielos de los cielos, y las aguas que están sobre los cielos. Alaben el nombre del Señor; porque Él mandó, y fueron creados. Los hizo ser eternamente y para siempre; les puso ley que no será quebrantada. Alabad al Señor desde la tierra, los monstruos marinos y todos los abismos; el fuego y el granizo, la nieve y el vapor, El viento de tempestad que ejecuta su palabra; los montes y todos los collados,el árbol de fruto y todos los cedros; La bestia y todo animal, reptiles y volátiles; los reyes de la tierra y todos los pueblos, los príncipes y todos los jueces de la tierra; Los jóvenes y también las doncellas, los ancianos y los niños”

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Veamos, según el salmo, quienes están alabando a Dios en este preciso momento, mientras estás leyendo estas líneas. En primer lugar todos sus ángeles y sus ejércitos. Aquí tenemos algunos ejemplos de alabanza en los cielos:

Adoran al que vive por siempre Apocalipsis 4:8-11 “ Y los cuatro seres vivientes tenían cada uno seis alas, y alrededor y por dentro estaban llenos de ojos; y no cesaban día y noche de decir: Santo, santo, santo es el Señor Dios Todopoderoso, el que era, el que es, y el que ha de venir. Y siempre que aquellos seres vivientes dan gloria y honra y acción de gracias al que está sentado en el trono, al que vive por los siglos de los siglos, los veinticuatro ancianos se postran delante del que está sentado en el trono, y adoran al que vive por los siglos de los siglos, y echan sus coronas delante del trono, diciendo: Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas”.

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La alabanza en el cielo Apocalipsis 5:8-11 “Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos; y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra. Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono, y de los seres vivientes, y de los ancianos; y su número era millones de millones, que decían a gran voz: El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza. Y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay, oí decir: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos. Los cuatro seres vivientes decían: Amén; y los veinticuatro ancianos se postraron sobre sus rostros y adoraron al que vive por los siglos de los siglos”.

Apocalipsis 6:1 “Vi cuando el Cordero abrió uno de los sellos, y oí a uno de los cuatro seres vivientes decir como con voz de trueno: Ven y mira.”

Los planetas producen sonidos armoniosos Primero podemos observar que la alabanza de los ángeles y de los ejércitos no cesa, de día y de noche, siempre dan gloria a Dios. Se escucha música de arpas y cánticos nuevos. ¿Te imaginas a millones y millones de ángeles cantando a gran voz al Creador en perfecta afinación, no sólo musical, sino de sus corazones con el corazón de Dios y uno de ellos, con voz como de trueno?¿Impresionante verdad? ¿Sabías que cada planeta, estrella, constelación, galaxia creada por Dios, oscila a diferentes frecuencias, lo que produce sonidos rítmicos y armónicos? Imagina lo que se escuchará de las millones de estrellas, planetas, etc. ¿No es maravilloso?.

La alabanza de los ángeles no cesa, de día y de noche, siempre dan gloria a Dios. ¿No es maravilloso?


Todo lo creado alaba al Señor Ahora agreguemos el sonido de estruendo de aguas en los cielos, y en la tierra el sonido de mares y ríos, con todas sus criaturas, una mezcla de melodías y armonías de ballenas, delfines, focas y toda clase de peces. ¿Y si le adicionamos el ruido del fuego, cual si fuera percusiones que van marcando el ritmo?¿Y qué tal el sonido del granizo y la nieve al caer, como si fuera sonido de tambores anunciando el acto principal de un espectáculo? Sumado a esta sinfonía, el sonido del viento al golpear los montes y árboles, como la mejor interpretación de instrumentos de viento, saxofón, trompetas y flautas, entre otros. Toda especie de pájaros cantando como el mejor coro de contraltos y sopranos haciendo armonías al viento, adorando al Eterno. Y los sonidos de todo animal, balidos, mugidos, ladridos, maullidos, etc. Y, finalmente, las voces de todo ser humano en la tierra, niños, jóvenes, adultos y ancianos, hombres y mujeres, unos cantando, otros orando, otros gritando para dar Gloria al único Dios verdadero.

Meditar en esto y usar mi imaginación, me dejó dos lecciones principales:

1.

Tratando de imaginar lo que Dios escucharía, no se puede igualar tanta perfección, musicalmente hablando, pero sé que a mi Dios le agradan las notas que son producidas por mi corazón en sintonía con Él, una vida rendida en adoración a Él.

2. Me enseña a involucrar mi corazón en cada oración, en cada alabanza, en cada palabra que dirija a mi Padre, ya que Él inclina su oído a mis palabras, en medio de tanta belleza y perfección de sonidos emitidos por toda su creación, tanto en los cielos, como en la tierra, para que mis palabras no sean repeticiones de labios, pero sin corazón. Te animo a que cada vez que nos dirijamos a Dios, le pongamos corazón a cada palabra que salga de nuestra boca. ¡¡¡Alabémosle siempre!!!

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Entretenimiento ¿Hijo de quién es? ¿Sabes quién engendró estos personajes famosos en la Biblia? Pon a prueba tu conocimiento de la palabra de Dios, uniendo el nombre de cada persona de la columna izquierda con el nombre que corresponde a sus hijos en la columna derecha.

ISAÍ (Rut 4:22)

A.

1. Judá, progenitor de la tribu con ese

ABRAHAM (Gen 16:15)

B.

2. Benjamín, progenitor de la tribu con

JOSE, HIJO DE JACOB (Gen 46:20)

C.

LABAN (Gen 29:16)

D.

NOÉ (Gen 5:33)

E.

SALOMÓN (1 Re 11:43)

F.

ADAN Y EVA (Gen 4:25)

G.

JACOB Y LEA (Gen 29:35)

H.

JACOB Y RAQUEL (Gen 35:24)

I.

ANA (1 Sam 1:20)

J.

DAVID (2 Sam 12:24)

K.

ELIZABETH (Luc 1:57-60)

L.

nombre.

ese nombre.

3. Jafet, Cam y Set. 4. Ismael, hijo de una esclava. 5. Juan el Bautista, bautizaba para el arrepentimiento de los pecados.

6. 7. 8. 9. 10.

Salomón, rey de Israel. Roboam, rey de Judá. Raquel y Lea, esposas de Jacob. Samuel el profeta. Manasés y Efraím, progenitores de las tribus con esos nombres.

11. David, rey de Israel. 12. Set, el tercer hijo que sustituyó al primer hermano.

RESPUESTAS: 1-H, 2-I, 3-E, 4-B, 5-L, 6-K, 7-F, 8-D, 9-J, 10-C, 11-A, 12-G

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