Julio - Septiembre 2017

Año 17 · Nº 78 · Julio - Septiembre 2017

UN RENUEVO ESPIRITUAL

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Por causa de Cristo

Alguien quiere venir en tu ayuda

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Año 17 · Nº 78 · Julio - Septiembre 2017

Consejeros Espirituales Fernando Saravia Marianela de Saravia Editora Lorena Farrach Asesor Administrativo Francisco Castañeda

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Redactores Osberto Ruano Lissette de Archila Verónica de Farrera Lourdes de Castañeda Armando Molina

Corrección de Texto Paola de Pajares María Inés Moeschler Diseño Gráfico Rony Chiché Impresión CIFGA

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La Buena Noticia Por causa de Cristo

Hoy en el Mundo Una historia de restauración

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Espada de la Palabra Jesús, hijo de David

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Los Milagros Continúan Envió su palabra y los sanó

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Decisiones Sin Legalismo, pero con fidelidad

Mujeres de Proverbios

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Alguien quiere venir en tu ayuda

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Vida de Alabanza ¿Adoras a Dios o te preocupa la gente?

Entretenimiento El hijo pródigo

escribenos@revistaaguaviva.com

J E S U C R I S T O

J E S U C R I S T O

J E S U C R I S T O

Editorial Jesús quiere venir en tu ayuda ¿Has tenido problemas o circunstancias en las que pierdes la paz o la esperanza? ¿En cuántas cosas o lugares has pensado y has buscado solución, y no resuelves nada?

Todos los seres humanos cometemos errores, nos equivocamos y hacemos las cosas mal en algún momento de nuestra vida. Luego, al llegar las consecuencias de nuestras decisiones equivocadas, buscamos salidas para resolver todo, pero el corazón nunca experimenta la solución total o el éxito absoluto, siempre queda un vacio e inconformidad. ¿Te ha pasado?

Pero qué hermoso es experimentar la paz que viene de la esperanza de saber que Jesús mismo quiere venir en nuestra ayuda. Como dice en Isaías 41:8 al 15 “Escucha, Israel, pueblo de Jacob, mi siervo, a quien yo he elegido, pueblo descendiente de mi amigo Abraham. Yo te saqué del extremo de la tierra, te llamé desde el rincón más alejado y te dije: “Tú eres mi siervo”. Yo te elegí y no te he rechazado. No tengas miedo, pues yo estoy contigo; no temas, pues yo soy tu Dios. Yo te doy fuerzas, yo te ayudo, yo te sostengo con mi mano victoriosa. Todos los que te odian quedarán avergonzados y humillados; los que luchan contra ti quedarán completamente exterminados. Buscarás a tus enemigos y no los encontrarás; los que te hacen la guerra serán como si no existieran. Porque yo, el Señor tu Dios, te he tomado de la mano; yo te he dicho: “No tengas miedo, yo te ayudo.” El Señor afirma; “Israel, pueblo de Jacob, por pequeño y débil que seas, no tengas miedo; yo te ayudo. Yo, el Dios Santo de Israel, soy tu salvador.”

También en Ezequiel 34:11 al 16 dice “Yo, el Señor, digo: Yo mismo voy a encargarme del cuidado de mi rebaño. Como el pastor que se preocupa por sus ovejas cuando están dispersas, así me preocuparé yo de mis ovejas; las rescataré de los lugares por donde se dispersaron en un día oscuro y de tormenta. Las sacaré de los países extranjeros, las reuniré y las llevaré a su propia tierra. Las llevaré a comer a los montes de Israel, y por los arroyos, y por todos los lugares habitados del país. Las llevaré a comer los mejores pastos en los pastizales de las altas montañas de Israel. Allí podrán descansar y comer los pastos más ricos. Yo mismo seré el pastor de mis ovejas, yo mismo las llevaré a descansar. Yo el Señor lo afirmo. Buscaré a las ovejas perdidas, traeré a las extraviadas, vendaré a las que tengan alguna pata rota, ayudaré a las débiles y ayudaré a las gordas y fuertes. Yo las cuidaré como es debido”.

Qué alegría saber que Jesús no quiere que andemos como ovejas descarriadas que no tienen pastor. ¿Te das cuenta por qué no te puedes seguir sintiendo abandonado/a y sin ayuda?

Acepta hoy la ayuda de Dios y entrégale tu vida a Jesús. Ora así: “Amado Jesús, no sabía que me amabas tanto, a pesar de todos mis fallos y rebeliones. Acepto y reconozco la culpa de mis pecados y te pido que me perdones. Sé que tu sangre derramada en la cruz del calvario cancela mi deuda contigo. Te acepto como mi único y suficiente salvador y te pido que dirijas mi vida a partir de este día; lléname de tu Espíritu y dirígeme a la verdad. Amén.

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El título de este artículo sugiere tantas ideas y tantas formas de enfocar el tema, que pido al Señor me permita transmitir lo que Él quiere y que, seguramente, tú necesitas en este momento de tu vida.

Por: Osberto Ruano

Por causa de Cristo

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uisiera iniciar con un par de definiciones de la palabra “CAUSA”: • Origen, principio o fundamento de algo. Ejemplo. Se siembra semilla de trigo (causa), y esto es el origen de la cosecha del trigo (resultado).

• Motivo o razón para obrar de una manera determinada. Ejemplo. ¿Te has fijado que hay personas que desconfían hasta de su propia sombra?

Probablemente han sido lastimados, traicionados y engañados por personas en quienes ellas depositaron su confianza.

Cristo, causa de salvación y reconciliación con el Padre Voy a tratar el tema desde varios enfoques: 1. Cristo, como la causa de todo cuanto existe y de que todo se sostenga, causa de la salvación y reconciliación de la humanidad con el Padre. a) Por causa de Cristo existimos, por amor nos trajo a existencia. Juan1:3 “Todas las cosas por Él fueron hechas, y sin Él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho”.

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b) Por causa de Cristo, toda la creación es sostenida, incluyendo tu vida y la mía. Salmos 63:8 “Está mi alma apegada a ti; Tu diestra me ha sostenido”. c) Por causa de Cristo somos reconciliados con el Padre. 2 Corintios 5:19 “que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados”. d) Por causa de Cristo tenemos salvación, por creer en su Nombre y en que Él ejecutó a la perfección el Plan de Salvación que el Padre había trazado. Hechos 4:12: “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”.

e) Por causa de Cristo, el pecado pierde poder sobre nuestra vida.

Romanos 6:14: “Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia.”

k) Tú y yo somos parte del fruto que Cristo le presenta al Padre ¡Aleluya! Juan 12:24: De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto.

f) Por causa de Cristo somos santificados. Romanos 6:22: “Más ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna.”

¿Hacemos las cosas con la motivación correcta?

Por causa de Cristo somos llenos de la plenitud de Dios.

Efesios 3:19: “y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios”.

Por causa de Cristo tenemos victoria. Victoria sobre el pecado, sobre la misma muerte, sobre el mundo, entre otras. ¡Él es nuestra victoria! 1 Corintios 15:57: “Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo.”

Por causa de Cristo tenemos seguridad y acceso al Padre.

Efesios 3:11-12: “conforme al propósito eterno que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor, en quien tenemos seguridad y acceso con confianza por medio de la fe en Él.

Por causa de Cristo, quienes creamos con el corazón y confesemos con nuestra boca que Él es el Señor y Salvador de nuestras vidas, estamos destinados a resucitar para vida eterna. Juan 6:40: “Y ésta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquél que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.”

2. Ahora veamos algunas cosas que hacemos (resultados o efectos), para luego revisar si es por la causa correcta. Talvez vamos a la iglesia, oramos, diezmamos, ofrendamos, alabamos, participamos en un ministerio, vamos al estudio Bíblico, etc. Pero te invito a hacer una evaluación honesta de cuáles son tus intenciones y motivaciones, al realizar cada actividad. Me he encontrado con gente que lo hace buscando la aceptación en un grupo, en este caso llamado iglesia, otros por quedar bien con su pastor o ministro, o por miedo a su reprensión, algunos buscando ayuda económica, otros para que cambien sus hijos, algunos otros para dominar a los demás con sus conocimientos de la Palabra, otros buscando que le reconozcan sus talentos y que los alaben, otros por costumbre, o para callar su conciencia.

Causas buenas Como ves, aun haciendo las cosas “buenas”, sin las motivaciones y, sobretodo, sin la causa correcta, no son más que trapos de inmundicia, como dice Isaías 64:6. Esto les pasó a los fariseos, tenían mucho conocimiento de las leyes de Dios, pero no tenían relación con el Dios que dio las leyes. Jesús, entre otras cosas, les dijo: Raza de víboras, sepulcros blanqueados, ciegos guías de ciegos, hijos del diablo.

Gálatas 1:10 dice: “Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo”.

Causas malas 3. Existen otras personas que, creyendo tener las causas correctas, se hacen daño a sí mismos y a los demás: Personas matando multitudes pensando que es un acto heróico por su dios, gente destruyendo hogares y vidas por generar riquezas (narcotráfico), personas saqueando a su país por poder y fortuna. Pero la Biblia nos dice, en Proverbios 14:12: “Hay camino que al hombre le parece derecho; Pero su fin es camino de muerte”. Jueces 21:25: “En estos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que bien le parecía”.

Deuteronomio 12:31: “No harás así al Señor tu Dios; porque toda cosa abominable que el Señor aborrece, hicieron ellos a sus dioses; pues aun a sus hijos y a sus hijas quemaban en el fuego a sus dioses.”

Una relación íntima con Jesús Dios lo que espera es una vida siendo transformada a la imagen de su Hijo Jesucristo, pero como RESULTADO de una relación estrecha con Él. No que tu meta sea la santidad, sino que ésta sea un fruto que Él cosecha de las siembras que ha hecho en tu vida, las revelaciones que te da en la intimidad y las experiencias sobrenaturales espirituales que te permite en su presencia. ¿Estarías dispuesto a dar tu vida por causa de Cristo? Hoy por hoy están asesinando cristianos por declarar su fe en Cristo. Nosotros no hemos llegado a ese extremo, pero sí podríamos dar nuestro tiempo, nuestras fuerzas, nuestros recursos, en fin, nuestra vida por causa de Cristo.

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Hoy en el mundo

Por: Lissette de Archila

Los afligidos y los necesitados buscan agua, pero no la hay, su lengua está reseca de sed.

Yo, el SEÑOR, les responderé, yo, el Dios de Israel, no los abandonaré.

Abriré ríos en las alturas desoladas, y manantiales en medio de los valles; transformaré el desierto en estanque de aguas, y la tierra seca en manantiales.

(Isaías 41:17,18)

Una historia de restauración

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na mujer llamada Julieta cuenta la historia de su restauración, luego de que fuera abandonada por su esposo, con cuatro hijos que sostener. Su esposo y ella habían estado casados por 18 años y tenían un matrimonio que parecía estable a sus ojos. Pero no sabía ella que su esposo tenía otra vida fuera de su hogar. Bebía, salía con otras mujeres y era corrupto en su negocio. Los hijos eran aún pequeños, pero eso no detuvo al esposo de que abandonara esa casa para vivir con otra persona, y olvidara la responsabilidad de su propio hogar.

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Ella estaba devastada. Los sueños que tenía de un hogar estable y todo aquello que ella tomaba por hecho para darle seguridad, se habían desvanecido. Como un huracán que llega de repente a destruir un poblado, así había llegado esta situación a su hogar.

El hombre que ella había amado y respetado durante tantos años, se transformó en alguien que mentía, engañaba y le era infiel.

¿A dónde podía ella recurrir?

Era aconsejada por familiares, amigos y personas de su iglesia.

Pero no encontraba el consuelo que necesitaba. Su corazón estaba lleno de ira, y empezaba a tener actitudes amargas hacia los que la rodeaban. No podía perdonar a las personas que la habían dañado tanto. Clamaba con ira a Dios porque se estableciera justicia en su vida. No entendía cómo alguien que la hubiera dañado tanto a ella y a sus hijos permaneciera sin castigo. Si Dios era un Dios justo, pensaba ella, ¡entonces que sufrieran quienes la habían herido, para pagar el daño! El enojo crecía sin que ella entendiera cuánto la estaba destruyendo.

Julieta pasó muchos años en una condición de dolor. No lograba superar la dramática experiencia de la traición de su esposo. Su corazón se amargaba cada día más, lo que daba como fruto un carácter déspota e iracundo con sus hijos. Su vida iba como en picada, pues cada vez se hundía más en un sentimiento de desasosiego y depresión. Por supuesto, Julieta manifestaba un carácter poco agradable ante los demás, sobre todo ante sus hijos.

Los amaba entrañablemente, pero el enojo guardado en su corazón podía salir como la lava de un volcán. Pensaba constantemente en lo injusta que había sido la vida con ella, razonando sobre el bien que ella había hecho a aquellos que le habían pagado mal, y sintiendo ira por lo que, a su juicio, era la falta de castigo a los responsables de su desdicha.

Un día, Julieta se vio al espejo y la mirada que vio la llenó de temor.

No había vida en sus ojos y tras esos labios que no podían sonreír, se acumulaba la tristeza de un alma sin esperanza. Se sentía vacía y sola.

¿Cómo he llegado hasta aquí?

Pensó con profundo lamento. En un instante, como si volviera en sí, abrió los ojos del alma y pudo ver su condición. No había vida en ella. Como un árbol retorcido, seco, de raíces profundas, la amargura había tomado su lugar.

Pensaba, ¿dónde se ha ido aquella mujer sonriente, agradable y llena de vida? Sólo veía en su reflejo a una mujer envejecida en amargura, que no era ni la sombra de aquella persona que le cantaba a la vida años atrás. Había tocado fondo.

No deseaba vivir más bajo una nube oscura que la mantenía presa de depresión, estaba cansada de su enojo, cansada de su frustración, cansada del dolor. ¿Cuándo fue la última vez que había sentido gozo?… y entre lágrimas empezó a recordar cuando había risa en su vida, y había amor a su alrededor. Entre sus recuerdos, estaba la época en que había estado cerca de Dios.

Y pensó entonces en Dios.

En todos estos años de amargura, mucha gente se acercó a ella para llevarla a escuchar el mensaje de la Biblia. Pero reusaba ir, porque su enojo era incluso contra Él. Cientos de veces alguien se acercó para orar por ella, pero nunca abrió su corazón al amor de Dios. Sin embargo, esta vez, postrada en su cuarto, en medio de sus sollozos, supo que el único que podía ayudarla era el Creador del cielo y la tierra, el Dios de la Biblia, quien ella sabía que era un Dios perdonador y capaz de hacer milagros.

Hoy en el mundo

Sus hijos sufrieron con ella, sobre todo cuando vino una época de escasez, llanto y temor.

Un momento de arrepentimiento Un milagro era lo que Julieta necesitaba. En la soledad de su habitación, le clamó a Dios.

Una onda de arrepentimiento vino sobre ella. Hubiera querido desgarrar sus vestidos como lo hacían los israelitas en tiempos antiguos. Pensó en el sacrificio de Cristo en la cruz. Cuánto dolor habría sentido al tener esos clavos en sus manos y sus pies; el ardor de la corona de espinos sobre su cabeza o la debilidad creciente por su continuo sangrar. Ningún dolor superaba al que Jesús pasó.

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QUE EL SEÑOR

QUE EL SEÑOR SONRÍA SOBRE TI Y SEA COMPASIVO CONTIGO. QUE EL SEÑOR TE MUESTRE

SU FAVOR Y TE DÉ SU PAZ. (Números 6-24-26)

Hoy en el mundo

TE BENDIGA Y TE PROTEJA.

Y lo hizo para el perdón de los pecados de personas como ella, pero también por quienes la habían herido. ¿Cómo podía ella ignorar todo el amor que Jesús tuvo por el hombre en esa cruz?

Ningún dolor, ninguna enfermedad, ninguna traición que ella hubiera sentido se podía comparar con lo que Jesús había sufrido en la cruz. Pero Él nunca se quejó. Por el contrario, pesaba en ella y en cada persona que ha existido, para que, al aceptar su sacrificio por el perdón de los pecados, fueran libres de todo castigo de muerte y de toda maldición.

Ante tal revelación de la cruz, la perspectiva de Julieta cambió. Ella no era merecedora de ese amor y, sin embargo, Dios se lo daba, a pesar de sus pecados. ¿Con qué derecho, pensó ella, podía ella guardar rencor contra alguien más, si ella misma había cometido faltas aun más graves?

Pidió perdón y otorgó perdón “¡Perdóname, Señor!” repetían sus labios una y otra vez. Y en un instante, reconoció su necesidad de otorgar perdón.

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Y el perdón vino. Perdonó a su esposo y a cada persona que la había herido.

El milagro había llegado. Como el sol que llega después de una fuerte tormenta, la tiniebla se despejó de su alma. Una fuerte sensación de paz y cálido bienestar dominaba ahora su corazón. Se sentía ligera y con una sonrisa que no se borraba de sus labios.

Vino la paz y la restauración Inmediatamente fue a buscar a sus hijos, los abrazó y les pidió que la perdonaran. Poco a poco, su casa se fue restaurando y la armonía regresó con el tiempo. Julieta y sus hijos volvieron a ir la iglesia, y la relación con Dios regresó a ese hogar. Hoy, Julieta cuenta a todas las personas que encuentra, la historia de cómo su vida fue restaurada a través del perdón. Su historia ha bendecido a muchos, y los ha ayudado a encontrar el camino de bendición que Dios desea para Todos. ¡Cuán grande y perfecto es el amor de Dios!

Una de las verdades principales sobre Jesús es que Él es verdadero Dios y verdadero hombre, completamente Dios y completamente hombre. Él es el hijo de Dios que comparte con su Padre la naturaleza divina, pero al mismo tiempo se hizo hombre y, como hombre, vivió una vida perfecta.

Por: Armando Molina

C

Jesús, hijo de David uando la Biblia llama a Jesús “Hijo de David”, está señalando precisamente a la humanidad de Jesús, pero, al mismo tiempo, a cómo Él es el cumplimiento de las promesas hechas al rey David, su antepasado.

En la cultura del tiempo de Jesús, se recordaba la época de David como una edad dorada. Durante esta época se había logrado el mayor desarrollo y prosperidad de la nación de Israel. Pero tristemente, esta época había sido bastante corta. El declive comenzó algunos años después de David, cuando durante el reinado del nieto de David (Roboam), el reino fue dividido en dos. Después de la muerte de David, nunca se volvió a alcanzar el mismo esplendor, más bien cada parte del reino fue conquistada por una potencia de la época.

Es en este contexto, que hay que recordar la promesa de Dios a David. Esta promesa aseguraba que nunca iba a faltar un descendiente de él sobre el trono de Israel. Para el pueblo de Israel, esto significaba que cuando este descendiente de David volviera al trono, se volvería a la época de un reino seguro y estable, en donde reinaría la justicia y donde Israel no estaría sometido a otra nación.

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Jeremías 33:16-17

Espada de la palabra

“En aquellos días estará a salvo Judá, y Jerusalén morará segura, y este es el nombre con el cual será llamada: el Señor, justicia nuestra.” Porque así dice el Señor: “Nunca le faltará a David quien se siente sobre el trono de la casa de Israel.”

Salmo 110:1-2

Cuando Jesús aparece en escena, el evangelio de Mateo inmediatamente lo llama “Hijo de David” (Mateo 1:1), reconociendo así que su venida era el cumplimiento de esa promesa.

“Dice el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.

El Señor extenderá desde Sion tu poderoso cetro, diciendo: Domina en medio de tus enemigos.”

Vemos pues cómo, que Jesús viniera a nosotros, demuestra la fidelidad de Dios en el cumplimiento de sus promesas. Dios hizo un pacto con David y, por lo tanto, hay certeza y seguridad de que lo que Él prometió seria cumplido. Pero estas promesas no iban a ser cumplidas inmediatamente, ni en el sentido de un reino literal en el que los conquistadores del pueblo iban a ser expulsados, pero sí en el sentido de que el Reino de Dios iba a ser inaugurado por la obra que Jesús estaba por cumplir.

Este reino ya no iba a constituir un reino literal de una sola nación, ahora este reino iba a ser abierto para la gente de todas las naciones, para todo aquel que creyera en Jesús como el Mesías.

Jesús mismo anuncia la llegada de este reino y proclama que este Hijo de David que ha llegado, es aún mayor a David, porque él mismo le llama Señor. Todos los logros de David en el ámbito terrenal eran puras sombras comparadas con el reino del Mesías.

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Este hijo de David, sentado a la diestra de Dios como señal de haber completado la misión que se le encomendó, ha recibido ahora el más alto honor, Dios mismo le entregará el Reino de paz perfecta, en donde ya ningún enemigo se levantará contra Él.

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Para nosotros, la llegada de este reino es motivo de gozo. Ya no tenemos que ver hacia atrás, recordando un pasado mejor. Ahora entramos a ese reino en el presente por la fe en Jesús y esperamos la llegada a plenitud de ese reino en donde Jesús personalmente gobernará.

Isaías 9:6-7 “Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado, y la soberanía reposará sobre sus hombros; y se llamará su nombre Admirable Consejero, Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz. El aumento de su soberanía y de la paz no tendrán fin sobre el trono de David y sobre su reino, para afianzarlo y sostenerlo con el derecho y la justicia desde entonces y para siempre. El celo del Señor de los ejércitos hará esto.”

Las palabras usadas por Isaías para describir al rey, al mismo tiempo nos sirven para describir al reino. Este Reino será fuerte, estará fundado en la paz, será admirable y lleno de sabiduría. Será eterno. Todos los atributos del Rey pertenecen también a su Reino. Éste iba a ser un reino mucho mayor que lo que cualquier humano podría prometer o hacer realidad, ya que será un reino eterno.

Porque el Rey es el príncipe de paz, su reino es un reino donde la paz no tendrá fin. ¡Qué promesa tan maravillosa y tan fuera del alcance de un simple hombre! Esta paz bíblica es la plenitud del bienestar del pueblo de Dios, es una paz que está basada en la justicia.

Además, este reino está en un proceso de crecimiento. Comenzó como la semilla más pequeña del campo, pero llegará un momento en que será el árbol más grande que cubrirá toda la tierra (Mateo 13:3132). No estará sujeto al desgaste, al declive, a la destrucción, como tantos otros reinos en la historia.

Su soberanía no tendrá límite, no tendrá competidores. El trono de David estará firme para siempre.

El derecho y la justicia como fundamento El fundamento de este reino, a diferencia de los reinos humanos, no será la explotación, la violencia o la conquista, más bien estará fundamentado en el derecho y la justicia.

Finalmente, Dios mismo nos recuerda su determinación, su gran pasión por cumplir sus propósitos.

El celo del Señor no tolerará el incumplimiento de su pacto, Él está comprometido con su pueblo y con su Rey ungido para llegar a la culminación de sus planes, todo esto por su gran poder y amor.

La mamá de Dieguito nos cuenta: “En el año 2013, mi familia estaba pasando una situación emocional muy fuerte. El papá de mis hijos y yo estábamos separados”.

Por: Verónica de Farrera

Envió Su palabra y los sanó

l

a mamá de Dieguito nos cuenta: “En el año 2013, mi familia estaba pasando una situación emocional muy fuerte. El papá de mis hijos y yo estábamos separados.

Un día, él me invito a ver un partido de futbol en el que jugaría. Aunque mi respuesta en un principio fue negativa, cuando se fue a jugar, lo pensé mejor y me arrepentí. Luego le dije a mi hijo Diego, que en ese entonces tenía seis años, que me acompañara a ver a su papá. Nos fuimos en moto a Santo Domingo Xenacoj, el lugar donde jugaría. Cuando llegamos, tuve una situación muy difícil con él y me enojé tanto que me fui a toda velocidad en la moto con mi hijo, sin pensarlo.

El accidente Cuando ya íbamos saliendo de Xenacoj, la moto tambaleó y la paré como pude. Cuando me di cuenta, mi hijo había metido su pie en los rayos de la moto. La parte del talón del pié derecho estaba completamente quemada.

En ese momento no supe qué hacer, cuando de repente pasó un carro y nos llevó a un hospital de Chimaltenango, donde lo operaron.

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Dios me guía con un doctor cristiano

Los milagros continúan

Luego de salir del hospital, Diego tenía que seguir con curaciones por consulta externa.

Dado que el hospital queda muy lejos, busqué atención médica cerca de mi casa. No sabía a dónde llevar a mi hijo Dieguito. pensé en el doctor Farrera, pero no lo creí lógico por ser clínica de ginecología. Entonces fui a unas clínicas que quedan en un centro comercial de San Lucas y ellos me dijeron que no atendían ese tipo de pacientes, pero que conocían una clínica de ginecología y que el doctor se llamaba Francisco Farrera. Ellos me hicieron el favor de llamar para ver si podían atender a mi hijo, y el doctor, sin pensarlo, dijo que sí. En ese momento me dirigí hacia su clínica y él, con Vero su esposa, empezaron a atender a Dieguito de inmediato. En esa primera curación mi hijo casi se desmaya del dolor, porque habían pasado tres días y las vendas estaban muy pegadas.

El doctor y su esposa cuentan su parte de la historia “Recibimos a un niño de apenas seis años, con una lesión que abarcaba más de 10 cms de diámetro

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y medio cm de profundidad, que exponía el hueso calcáneo del talón del pie. Hicimos nuestro trabajo médico, orando en nuestro corazón por su pronta recuperación.

Había que realizar injertos Las curaciones fueron dos veces por semana, y cada vez era un reto para nosotros por el dolor y la edad del niño, quien siempre se mostró muy valiente. La evolución fue buena, pero la condición de nuestro trabajo médico era el prepararlo para una cirugía reconstructiva con un cirujano plástico. Él nos explicó que, por el accidente, Dieguito perdió parte de sus músculos y ligamentos, por lo que una vez estuviera listo, habría que realizar varios injertos acompañados de un período de recuperación estimado de dos meses sin caminar.

Pero Dios dice Lucas 18:27 “Y El respondió: Lo imposible para los hombres, es posible para Dios”. Al pasar de las semanas, durante citas con Dieguito y su mamá, se dieron muchos momentos para testificar de Jesús en ellos. Vero llevó esta necesidad de oración a la Iglesia (en la cual somos pastores).

Dios no tardó en responder la oración. Primero Dieguito dejó de experimentar dolor en sus citas siguientes, ahora estaba más relajado.

El milagro comenzó Aún lo estábamos preparando para los injertos, cuando algo extraordinario sucedió. La piel, que sólo se limpiaba en cada curación y se preparaba para la cirugía, empezó a llenar los espacios que se habían perdido del talón. Eran músculos nuevos, Dios estaba haciendo una obra de sanación.

Salmos 107: 19-20 “Pero clamaron al Señor en su angustia, Y los libró de sus aflicciones. Envió su palabra, y los sanó, Y los libró de su ruina”.

Cuatro semanas después, la herida cerró por completo y 20 días mas tarde Dieguito ascendió al volcán de Pacaya caminando por sí solo.

Desde ese día, no ha presentado ninguna secuela del accidente. Dios hizo músculos, ligamentos, fascias y piel nuevos. ¡Dios es todopoderoso!.

La mamá de Dieguito nos vuelve a contar “Fue un tiempo muy agobiante emocional y físicamente para todos.

Pero el doctor y su esposa nunca bajaron la guardia y siempre nos alentaban. Entablamos una relación muy bonita con ellos, donde siempre les estaremos muy agradecidos.

Ahora Diego, mi hijo, puede caminar, saltar y actuar como un niño normal gracias a Dios.

Jeremías 32:17 dice: ``¡Ah, Señor DIOS! He aquí, tú hiciste los cielos y la tierra con tu gran poder y con tu brazo extendido; nada es imposible para ti”.

Todo lo que nos sucede es una oportunidad para buscar a Dios y su poder, aunque haya sido causado por nuestras malas decisiones, Él es misericordioso.

Lo que nos toca es aceptar nuestro error, pedirle perdón y clamar en el nombre de Jesús. Como dice en Romanos 8:28 “Y sabemos que los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados”.

Aceptamos a Jesús como Señor y Salvador Pero lo más maravilloso de todo, además de la sanación física de Dieguito, fue que, a raíz de este accidente y de ver la mano poderosa de Dios en nuestras vidas, el Señor Jesús tocó nuestros corazones, y lo aceptamos como nuestro Señor y Salvador. ¡Él tocó nuestras vidas y nacimos de nuevo! ¡Somos criaturas nuevas en Él!”

Los milagros continúan

Nada es imposible para Dios

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Por: César Castañeda

Sin Legalismo, pero con fidelidad

A

l recibir el amor incondicional de Dios, se nos abren los ojos espirituales y reconocemos nuestra propia naturaleza injusta y pecadora. En ese momento, el Espíritu Santo nos lleva a arrepentirnos, y quisiéramos nunca haber hecho todo aquello con lo cual hemos ofendido a nuestro Padre. Entonces recibimos el perdón inmerecido por medio de su sangre que fue derramada precisamente por nuestros pecados y surge la gratitud en nuestro interior.

Queremos que todos los que nos rodean experimenten esa paz y plenitud de vida que hemos recibido, y comenzamos a hablarles de Dios.

Cuando tenemos un encuentro personal con Cristo y vemos la santidad de Dios, sentimos por primera vez lo que es la indignación hacia el pecado, pues comprendemos que ese pecado nos ha mantenido lejos de la dulce e incomparable presencia del Señor.

Sin embargo, muchos en nuestra ignorancia y falta de misericordia, expresamos nuestra intolerancia hacia el pecado, mostrando condenación y menosprecio hacia la persona a quien nos dirigimos. Ésta es una de las razones por las cuales, queriendo atraer a los no creyentes, los alejamos aún más. No nos damos cuenta que llevamos una actitud de “orgullo espiritual”, en la cual, de una manera inconsciente, nos sentimos “mejor que” los que aún no conocen a Cristo.

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Legalismo

Decisiones

A esta actitud se le llama “legalismo” o “fariseísmo”. Es querer imponer a los demás la misma “conciencia moral” que ahora entendemos, mas no necesariamente vivimos.

Sabemos que hemos recibido el amor de Dios por gracia, pero no demostramos de esa gracia para transmitirla a otros. Es la misma actitud de los fariseos que acusaban a Jesús por no ser igual que ellos, ni cumplir los mismos ritos que se suponía debían tener los judíos. A pesar de ser conocedores de la Palabra, habían olvidado el verdadero sentido de su religión y habían hecho de los mandamientos, cargas pesadas para los demás (Mateo 23:4). Olvidaron que estos mandamientos tenían la función de mostrarles su impotencia de ser perfectos y su necesidad de depender de Dios y que sólo a través de Él podían ser justificados.

Este legalismo que se ve en muchas personas entregadas a Dios, es precisamente lo que tantos rechazan y, por consiguiente, se alejan de la iglesia pensando que así mismo es Dios. Pero Satanás se ha aprovechado de esta situación para hacer algo aún más peligroso. Muchos cristianos, al ver este resultado, han decidido ya no mencionar los pecados para evangelizar a las personas y así no “espantarlas” de la Iglesia, sino acercarlas.

Se ha pasado del legalismo al relativismo y se han olvidado los puntos relevantes del reino de Dios. Necesitamos tanto de la misericordia de Dios como de su justicia.

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No puede ir una separada de la otra, pues Dios es uno y Él es misericordioso, pero también justo.

Veamos las palabras de Jesús y aprendamos de Él “Desde entonces Jesús comenzó a predicar y a decir: Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos se ha acercado”. (Mateo 4:17)

Salvación ¿de qué?

El evangelio del reino es poder de Dios para salvación de todo el que cree (Romanos 1:16). No debemos olvidar que la voluntad de Dios para el hombre es la salvación. ¿Salvación de qué? Te has preguntado alguna vez ¿por qué se necesitó que el mismo Hijo de Dios descendiera a nosotros para tal rescate? ¿Por qué es necesario “poder” (fuerza, energía, dominio, vigor) para salvarnos? ¿Qué cosa nos domina tan fuertemente que necesitemos de la misma fuerza y poder de Dios para nuestro rescate?

Del pecado Ciertamente, es el pecado que domina nuestra vida, hasta el punto de llevarnos a hacer aquello que nos destruye. Todos necesitamos ser rescatados del poder del pecado que nos domina.

Con el arrepentimiento, le quitamos al pecado autoridad sobre nosotros y le permitimos al Señor que nos libre de la esclavitud de ese pecado, dándole a Él el lugar de dominio en nuestra vida.

Entonces viene el gozo y la plenitud del reino a nuestros corazones.

Dios quiere establecer su reino en nosotros, ¡pero el primer paso siempre es ARREPENTIMIENTO! Y éste es provocado por medio del Espíritu Santo a través de oír el mensaje de salvación.

Sí, estamos llamados a llevar este mensaje a otros, pues ya fuimos alcanzados por su amor, pero no por eso somos más amados que los que aún andan en tinieblas.

Dios ha tenido misericordia de nosotros y por su bondad es que fuimos salvados, no por nuestra capacidad (Efesios 2:8-9). No debemos olvidar esto, pues nos pone en el lugar que nos corresponde.

Misericordia versus sacrificio

Jesús dijo esto tras los comentarios de los fariseos que lo habían visto comer con recaudadores de impuestos y pecadores, y lo criticaban, pues suponían que si Él era el hijo de Dios, debía acompañarse sólo de gente sin “mala reputación” como ellos. A veces caemos en este mismo engaño, creemos que hemos sido aceptados por el Señor por ser “buenas personas” y vemos con desprecio a quienes tienen “mala reputación”.

Debemos deshacernos de este orgullo que nos mantiene lejos del corazón misericordioso del Señor. Notemos, sin embargo, que el Señor no vino por los pecadores para que se quedaran igual; si vino a sanar a los enfermos, es porque no están bien. Él no justifica el pecado de los hombres, más bien los llama a arrepentirse y cambiar su vida para ser sanos. Y, aunque hace una diferencia entre los sanos y los enfermos, la verdad es que todos lo necesitamos,

Entonces, necesitamos del arrepentimiento para ser limpios y también de la misericordia, para no señalar con tanta facilidad a los demás. Debemos estar atentos a los tiempos que vivimos y ser cada vez más fieles a Dios y no acomodarnos al mundo.

Arrepentimiento y misericordia El mundo, a través de sus instituciones e ideologías, está enseñando que no importa lo que hagas, sólo lo que sientas o te hagan sentir, y esto está llevando a un endurecimiento a nivel de la conciencia, ya que se está tratando de justificar cualquier acto pecaminoso, siempre y cuando los sentimientos hayan sido “bien intencionados”, o sea, una víctima de la situación.

Nos dice frases como “si esto te hace sentir bien, hazlo”; o “tienes derecho de expresar lo que sientes como quieras”; o “todo el mundo lo hace, no te sientas mal por eso.” Se está tratando de obviar cualquier sentimiento de culpa que surja, y se ha olvidado que estos sentimientos están en nuestra conciencia para alertarnos de algo que no está bien, que nos está dañando. El sentimiento de culpa no daña si se le hace caso y se usa para darnos cuenta del mal y arrepentirnos. Lo que realmente causa daño es dejar el pecado oculto en el corazón y no confesarlo. Esto es algo que el rey David comprendió muy bien y lo expresó así: “Mientras callé mi pecado, mi cuerpo se consumió con mi gemir durante todo el día.”

(Salmos 32:3)

Cuando reconocemos el pecado y lo confesamos con arrepentimiento, el Señor nos perdona y somos justificados, no por nuestras intenciones, ni por ser víctimas de nadie, sino por su fidelidad, pues Él murió por nuestros pecados, es decir, cargó nuestras culpas como suyas propias y pagó con su vida nuestro merecido. No tenemos por qué cargar más con la culpa, pero sí nos es útil para ir a los pies de Cristo.

“Pero te confesé mi pecado, y no te oculté mi maldad. Me dije: ‘voy a confesar mis transgresiones al Señor’, y tú perdonaste mi maldad y mi pecado.” (Salmos 32:5)

Conoce la verdad de Dios en la biblia Por esto es necesario conocer y creer las verdades de la palabra de Dios. Debemos tener cuidado del mundo, de Satanás y, especialmente, de nuestra carne que nos engaña con el fin de que no acudamos al nombre y a la sangre de Jesús, donde tenemos verdadera vida. Somos perdonados por gracia y misericordia, esto es algo que Él decidió hacer por amor, no algo que podamos ganarnos con nuestra conducta.

Pero, ya que Dios ha sido tan misericordioso y nos ha amado tanto, nuestra conducta debiera mostrar agradecimiento y fidelidad a aquel que entregó su vida por nosotros.

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Decisiones

“Al oír esto, Jesús les contestó: No son los sanos los que necesitan médico, sino los enfermos. Pero vayan y aprendan lo que significa: “Lo que pido de ustedes es misericordia y no sacrificios” Porque no he venido a llamar a justos sino a pecadores, al arrepentimiento.”

(Mateo 9:12-13)

simplemente hay quienes no se han querido dar cuenta de su necesidad.

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¿Has tenido problemas o circunstancias en las que pierdes la paz o la esperanza? ¿En cuántas cosas o lugares has pensado y has buscado solución, y no resuelves nada? ¿Te ha golpeado una enfermedad, con la que lo único que esperes sea la muerte?

Mujeres de proverbios ¿Has tenido problemas o circunstancias en las que pierdes la paz o la esperanza? ¿En cuántas cosas o lugares has pensado y has buscado solución, y no resuelves nada? ¿Te ha golpeado una enfermedad, con la que lo único que esperes sea la muerte?

Por: Verónica de Farrera

Alguien quiere venir en tu ayuda

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é que, como yo, también tú has estado en momentos así, de mucha desesperación. Estamos en un mundo, en el que, sin Dios, se vive una realidad que no es la que nuestro Padre diseñó para ti y para cada uno de sus hijos. Tú te preguntarás, entonces, si existen dos o varias realidades en la vida de cada persona.

Quiero decirte que todos los seres humanos cometemos errores, podemos equivocarnos y hacemos las cosas mal en algún momento de nuestra vida.

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Luego, al llegar las consecuencias de nuestras decisiones equivocadas, buscamos salidas para resolver todo, pero el corazón nunca experimenta la solución total o el éxito absoluto, siempre queda un vacío e inconformidad. ¿Te ha pasado?

Así se nos pasa la vida, un día yo abrí mis ojos y pude ver muy claro toda la realidad que vivía y todo lo que estaba perdiéndome por no conocer a Dios. ¿Sabes? Quiero contarte que fui atea hasta los 23 años. Nunca he vivido un tiempo más frío y obscuro como esa época en mi vida. A pesar de que estudiaba y alcancé algunas metas que me llenaron de satisfacción, ésta era temporal. Aun así, cuando empecé a buscar del Señor, no comprendía qué era lo que tenía que hacer para encontrar esa nueva realidad que me esperaba en Él.

“tanto amó Dios al mundo, que envio a su único hijo Jesucristo, para que todo aquel que crea en Él no muera, sino tenga vida eterna.”

Conoce el plan de Dios para tu vida

Esa realidad se llama Jesucristo, nombre ante el cual “se dobla toda rodilla…”(Filipenses 2:10). ¿Quién es Jesucristo? Es el hijo único de Dios. A continuación te comparto esta maravillosa historia que cobra vida en quienes la leen, la creen y la viven, cambiando así toda apreciación del amor y la felicidad.

Jesucristo vino a este mundo a cumplir esa gran misión, que es tu salvación, la mía y la de todos los que crean en Él y en lo que Él hizo y dijo. En esa hermosa tarea de amor, vino a ser ese vínculo para poder tener relación con Dios como nuestro Padre. Jesús enseña, en su Palabra, cómo orar, cómo hablarle, escucharle y obedecerle. También cómo conocer su plan para nuestras vidas. Y, con todo esto, nos dio identidad de hijos de Dios (“Juan 1:12 “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios). Ahora ya no somos sólo creaturas de Dios, por el sacrificio de Jesucristo, ya somos hijos de Dios.

Dios desea una relación de amor

Jesús el buen pastor y salvador

Dios, quien es amoroso y maravilloso, siempre ha querido tener relación y comunicación con todos nosotros, sus criaturas.

(Levítico 26:12 “Caminaré entre ustedes; seré su Dios, y ustedes serán mi pueblo.”). Pero nosotros nacimos sin tener una relación con Él, nacimos y vivimos alejados de Él por el pecado, el cual tiene frutos de enfermedad y muerte física y espiritual. Romanos 6:23: “Porque la paga del pecado es muerte”.

Debes saber también que Él no quiere que andemos mas como ovejas descarriadas que no tienen pastor. ¿Te das cuenta por qué no te puedes seguir sintiendo abandonado/a y sin ayuda?

Jesús pagó por nuestros pecados. Cada pecado deja en nosotros toda clase de maldiciones, las cuales no podemos detener solos. Pero la buena noticia es que Él entrego su vida por cada uno de nosotros.

Ciertamente, Él pagó por el pecado del mundo y derramó hasta la última gota de su sangre, murió, pero al tercer día resucitó, cancelando así tu deuda y la mía. Amén!

Mujeres de proverbios

No conocía a Dios

Mira lo que dice Isaías 53:3-7, en donde ya habla de Jesús: ”Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de Él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos. Ciertamente llevó Él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas Él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre Él, y por su llaga fuimos nosotros curados.

Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas el Señor cargó en Él el pecado de todos nosotros.

Angustiado Él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca.”

Entonces, el Señor, cuando vio que la condena que debíamos pagar por el pecado era tan grande, que ningún hombre la podía cancelar, tomó una decisión que espero comprendas al leer Juan 3:16:

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Jesús nos libró de la muerte eterna Estas citas son las mejores referencias que en su Palabra encontramos para poder descubrir la realidad que Él tiene para tu vida. Al buscarlas, leerlas, meditarlas y obedecerlas, vas a recibir tu verdadera identidad que, por supuesto, está en Cristo Jesús. Como ya leíste, Jesús es el único ser que con tanto amor pagó la deuda de todos y con ello nos dio libertad. Nos hizo libres del pecado y nos libró de la muerte eterna.

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Y nos dió su Espíritu Santo ÉL nos dejó al Espíritu Santo, quien es nuestra ayuda, y es la misma presencia de Dios, pero dentro de nosotros. Él nos ayuda en nuestras debilidades, nuestra carne, ese querer vivir separado de Dios, y que es lo que nos causa todos los problemas con los que lidiamos a diario. Gálatas 5:17: “Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne.”

Qué hermoso es que, a través de Jesús, podemos descubrir nuestro origen, querida amiga/o; mira cómo lo cuenta Jesús, en la parábola del hijo pródigo en Lucas 15:17-24: ”Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros.

Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó. Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo. Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies.

Caminaré entre ustedes; seré su Dios y ustedes serán mi pueblo.

(Levítico 26:12)

Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta; porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse.”

Asimismo, nos ayuda en momentos oscuros en nuestras vidas, en los que no sabemos ni cómo orar, como en los que quizá tú estés pasando en este momento.

La palabra de Dios es viva y eficaz, no pierde vigencia. Esto lo puedes entender mejor leyendo Romanos 8:26: “Y de la misma manera, también el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; porque no sabemos orar como debiéramos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles;”

Entrega tu vida a Jesús Si quieres entregar tu vida a Jesús, te pido que leas esta oración en voz alta, pero, sobre todo, con todo tu corazón: “Amado Jesús, no sabía que me amabas tanto, a pesar de todos mis fallos y rebeliones. Acepto y reconozco que la culpa de mis pecados es mía y te pido que me perdones. Sé que el sacrificio que hiciste en la cruz, cancela mi deuda contigo. Te acepto como mi único y suficiente salvador, y te pido también que dirijas mi vida a partir del día de hoy. Señor, lléname de tu Espíritu y dirígeme a la verdad, Amén.”

Vida de alabanza

Es interesante analizar cómo una persona puede pasar por varias etapas en su vida de adoración, con sus cumbres y momentos álgidos, y con sus valles y momentos de frialdad.

Por: Osberto Ruano

¿Adoras a Dios o te preocupa la gente?

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e invito a un apasionante viaje a través de algunos capítulos del primer libro de Samuel, en los cuales se nos narran diferentes momentos y tipos de adoración en la vida de Saúl, un joven común en su época, hijo de un hombre poderoso de la tribu de Benjamín, alto y bien parecido y, sin embargo, con una estima baja. Pero Dios lo escogió como primer rey de Israel y le pide al profeta Samuel que lo unja. Y es en este contexto, que Samuel le dice a Saúl en el capítulo 10 versículos del 5 al 6: Después de esto llegarás al collado de Dios donde está la guarnición de los filisteos; y cuando entres allá en la ciudad encontrarás una compañía de profetas que descienden del lugar alto, y delante de ellos salterio, pandero, flauta y arpa, y ellos profetizando.

Entonces el Espíritu de Jehová vendrá sobre ti con poder, y profetizarás con ellos, y serás mudado en otro hombre.

Quiero hacer notar que en el collado de Dios estaba la guarnición de los filisteos, lo cita en el campo enemigo. Otro detalle es que delante de la compañía de profetas iban los músicos con sus instrumentos, lo cual me dice que la alabanza desata los dones espirituales; en este caso la profecía.

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Vida de alabanza

En ese momento Saúl fue lleno del Espíritu de Dios y profetizó y fue transformado en otro hombre.

Este es el arranque de la vida de adoración en cualquier persona: necesitamos ser llenos del Espíritu de Dios, (claro, luego de haber recibido a Cristo en el corazón como Señor y Salvador) para que inicie ese proceso de ser transformado en otra persona, lo que es conocido como adoración.

Saúl empezó bien en los caminos de Dios, pero tenía una debilidad, le importaba mucho la opinión que los demás tenían de él, no había logrado superar su baja estima, no logró encontrar su identidad en Dios y eso fue lo que lo llevó a la ruina espiritual.

En cierta ocasión, Saúl iba a la guerra y tenía que esperar a Samuel para que ofreciera el holocausto, pero, al tardarse Samuel, Saúl sin ser sacerdote, ofrece el holocausto, lo cual representa ofrecer tu alabanza en tus fuerzas, no por medio de Cristo, nuestro Sumo Sacerdote; y al ser confrontado por Samuel, sucede lo narrado en el capítulo 13, versículos del 11 al 12: Entonces Samuel dijo: ¿Qué has hecho? Y Saúl respondió: Porque vi que el pueblo se me desertaba, y que tú no venías dentro del plazo señalado, y que los filisteos estaban reunidos en Micmas, me dije: Ahora descenderán los filisteos contra mí a Gilgal, y yo no he implorado el favor del Señor. Me esforcé, pues, y ofrecí holocausto.

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Aquí empieza a decaer Saúl, ya que SE JUSTIFICA poniendo como pretexto la deserción del pueblo, en vez de reconocer su falta y arrepentirse verdaderamente.

Posteriormente, Dios le da la misión a Saúl de ir a vengarse de los amalecitas y le ordena que arrase con todo, que no deje nada con vida y que todo debe de ser considerado anatema. Pero no cumple con el mandato, lo cual provoca que Dios se arrepienta de haberlo ungido como rey de su pueblo.

“Según él había obedecido. La obediencia a tu criterio, no es obediencia” En el capítulo 15 del primer libro de Samuel, versículos del 13 al 31, la Biblia nos narra cómo Samuel confronta a Saúl y la reacción de Saúl: “Vino, pues, Samuel a Saúl, y Saúl le dijo: Bendito seas tú del Señor; yo he cumplido la palabra del Señor. Samuel entonces dijo: ¿Pues qué balido de ovejas y bramido de vacas es este que yo oigo con mis oídos? Y Saúl respondió: De Amalec los han traído; porque el pueblo perdonó lo mejor de las ovejas y de las vacas, para sacrificarlas al Señor tu Dios, pero lo demás lo destruimos”.

“Se justifica y le echa la culpa al pueblo” Y el Señor te envió en misión y dijo: Ve, destruye a los pecadores de Amalec, y hazles guerra hasta que los acabes. ¿Por qué, pues, no has oído la voz de Jehová, sino que vuelto al botín has hecho lo malo ante los ojos de Jehová?

“Confrontación directa de Samuel a la desobediencia de Saúl” Y Saúl respondió a Samuel: Antes bien he obedecido la voz del Señor, y fui a la misión que el Señor me envió, y he traído a Agag rey de Amalec, y he destruido a los amalecitas.

“Necedad de obedecer a su manera” Mas el pueblo tomó del botín ovejas y vacas, las primicias del anatema, para ofrecer sacrificios al Señor tu Dios en Gilgal.

Y Samuel dijo: ¿Se complace el Señor tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras del Señor? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros.

“Sin obediencia, de nada sirve tu alabanza, se convierte en abominación para Dios” Entonces Saúl dijo a Samuel: Yo he pecado; pues he quebrantado el mandamiento del Señor y tus palabras, porque temí al pueblo y consentí a la voz de ellos. Perdona, pues, ahora mi pecado, y vuelve conmigo para que adore al Señor.

“Sin un arrepentimiento genuino no hay verdadera adoración”

PORQUE CON EL

Y él dijo: Yo he pecado; pero te ruego que me honres delante de los ancianos de mi pueblo y delante de Israel, y vuelvas conmigo para que adore al Señor tu Dios.

Y volvió Samuel tras Saúl, y adoró Saúl al Señor.

CORAZÓN SE CREE PARA

JUSTICIA

“Busca usar la adoración para mantener una imagen falsa ante los demás”.

Luego Dios buscó un hombre conforme a su corazón, a David, un adorador que le adoraba en Espíritu y en Verdad.

En resumen, espero que hayamos aprendido algunos principios de una adoración agradable a Dios, entre ellos: • No te justifiques, echándole la culpa a otros por tus pecados.

• Arrepiéntete genuinamente.

• Obedece absoluta e inmediatamente a Dios, no a medias, o tardía o a tu manera.

Vida de alabanza

“No sólo le echa la culpa al pueblo, sino se justifica pretendiendo hacer a Dios “socio” de sus negocios pecaminosos. Es como diezmar y ofrendar a Dios de algo robado”

PERO CON LA BOCA SE CONFIESA PARA

SALVACIÓN. Romanos 10:10

• Ofrece tu adoración por medio de Cristo, no en tus fuerzas.

Saúl empezó bien en los caminos de Dios, pero tenía una debilidad, le importaba mucho la opinión que los demás tenían de él, no logró encontrar su identidad en Dios y eso fue lo que lo llevó a la ruina espiritual.

• No uses la adoración para hacer o mantener una imagen ante los demás.

Ya que sólo así podrá nuestra adoración realmente ser un olor grato al Señor.

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Entretenimiento El hijo Pródigo En esta escena del hijo que vuelve a casa de su padre, hay varios figuras numeradas.

Escribe sus nombres en la casilla de acuerdo al número.

Hay letras que colocamos de ayuda. Al terminar, se podrá leer en sentido vertical una frase relacionada con esta parábola.

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p

RESPUESTAS: 1. huevos 2. Sol 3. Pájaro 4. Camino 5. Nido 6. Arbol 7. Nube 8. Bastón 9. Hoja 10. Pasto.

11. Pluma 12. Perro 13. Flor 14. Piedra 15. Caracol 16. Montaña 17. Rama. En vertical: El Padre nos perdona.

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