Aguaviva Jul - Sep 2018

Año 18 · Nº 82 · Julio - Septiembre 2018

UN RENUEVO ESPIRITUAL

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Esclavitud que me hace libre La libertad un regalo tan ansiado

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Año 18 · Nº 82 · Julio - Septiembre 2018

Consejeros Espirituales Fernando Saravia Marianela de Saravia Editora Lorena Farrach Asesor Administrativo Francisco Castañeda

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Redactores Osberto Ruano Lissette Blanco César Castañeda Nurith de Farrach Armando Molina

Corrección de Texto Paola de Pajares María Inés Moeschler Diseño Gráfico Rony Chiché

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La Buena Noticia Esclavitud que me hace libre

Hoy en el Mundo ¿Qué pasaría si Jesús entrara a una iglesia el día de hoy?

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Espada de la Palabra Jesús es la culminación de todas las promesas y planes de Dios

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Los Milagros Continúan La prioridad verdadera: El Reino de Dios

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Decisiones El Dios de toda consolación

Impresión CIFGA

Mujeres de Proverbios

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La libertad, un regalo tan ansiado

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Vida de Alabanza La mejor canción de adoración

Entretenimiento El buen samaritano

escribenos@revistaaguaviva.com

J E S U C R I S T O

J E S U C R I S T O

J E S U C R I S T O

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Editorial Esclavitud que me hace libre La palabra libertad, se ha interpretado de muchas maneras. Algunos piensan que es hacer lo que se les da la gana, otros creen que es ir a cualquier lugar que deseen, otros piensan que es disponer de su tiempo como les plazca, para otros es no estar sujetos a la voluntad de otros; y así encontramos un gran número de conceptos de libertad. Si alguien puede valorar y disfrutar de la libertad es alguien que ha estado sometido a la esclavitud.

Así que veamos una definición de la palabra esclavo: Que carece de libertad y derechos propios por estar sometido de manera absoluta a la voluntad y el dominio de otra persona que es su dueña y que puede comprarlo o venderlo como si fuera una mercancía, o que está dominado por una pasión o por un vicio.

Podrás notar que ser esclavo es lo opuesto a ser libre; ahora veamos que dice Dios al respecto en su Palabra: En Juan 8:34 “Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado” Si hay algo que esclaviza al hombre es el pecado, no puede dejar de pecar aunque quiera. Si no pregúntale a un alcohólico, que ha perdido su trabajo, su familia, y que quiere dejar de beber pero no puede, o a un adicto a las drogas, si cuando él quiere dejarlas, lo puede hacer; o al que está atado a pornografía, si puede dejar de consumirla fácilmente. ¿Qué pecado te tiene esclavo? ¿Qué es aquello en lo que caes una y otra vez?

Déjame explicarte lo siguiente: Antes de que Cristo entrara y reinara en nuestras vidas, éramos esclavos del pecado y teníamos una naturaleza pecadora que nos esclavizaba, por eso es que nuestra única opción era pecar. ¿Y qué libertad hay cuando no tenemos elección?

Luego, al aceptar a Cristo en nuestras vidas como Señor y Salvador, le quita el poder al pecado y crucifica nuestra naturaleza pecadora (Romanos 6:6) y ahora tenemos 2 opciones: o pecamos u obedecemos a Dios, mientras que sin Cristo sólo tenemos una opción y somos esclavos de esa opción: pecar.

Pero Gálatas 4:7 dice “Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo”. Al aceptar a Jesus como Señor y Salvador, Dios no sólo nos saca de la esclavitud, sino que nos da el enorme privilegio de ser hijos de Dios. ¡Pasamos de esclavos del pecado a hijos del Altísimo!

Y en Romanos 6:22, la Biblia nos enseña “Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna” Ya libres del pecado y esclavos de Dios, el resultado es santidad y nuestro destino, Vida Eterna.

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La palabra libertad se ha interpretado de muchas maneras, de acuerdo a las experiencias y a la concepción de cada persona.

Por: Osberto Ruano

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Esclavitud que me hace libre

lgunos piensan que libertad es hacer lo que se les da la gana, otros creen que es ir a cualquier lugar que deseen, otros piensan que es disponer de su tiempo como les plazca, para otros es no estar sujetos a la voluntad de otros; y así, encontramos un gran número de conceptos de libertad.

Si alguien puede valorar y disfrutar de la libertad, es alguien que ha estado sometido a la esclavitud.

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Así que permíteme compartirte una definición de la palabra esclavo: • Que carece de libertad y derechos propios por estar sometido de manera absoluta a la voluntad y el dominio de otra persona, que es su dueña y que puede comprarlo o venderlo como si fuera una mercancía, o que está dominado por una pasión o por un vicio.

Podrás notar que ser esclavo es lo opuesto a ser libre.

Ahora veamos que dice Dios al respecto en su Palabra:

De la esclavitud • Juan 8:34 “Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado” Si hay algo que esclaviza al hombre es el pecado, no puede dejar de pecar aunque quiera. Si no, pregúntale a un alcohólico que ha perdido su trabajo, su familia y que ya quiere dejar de beber y no puede, o a un adicto a las drogas, si cuando él quiere dejarlas, lo puede hacer; o al que está atado a pornografía, si puede dejar de consumirla fácilmente. ¿Qué pecado te tiene esclavo? ¿Qué es aquello en lo que caes una y otra vez?

• Romanos 6:16 “¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia?”

Somos esclavos de aquello a lo cual nos sometemos. La esclavitud al pecado nos lleva a la muerte y la esclavitud a Dios por amor nos lleva a la vida.

• 1 Corintios 7:22-23 dice: “Porque el que en el Señor fue llamado siendo esclavo, liberto es del Señor; asimismo el que fue llamado siendo libre, esclavo es de Cristo. Por precio fuisteis comprados; no os hagáis esclavos de los hombres.”

Tenemos la opción de pasar de ser esclavos del pecado a ser esclavos de Cristo. Sólo hay una forma de ser libre siendo esclavo: cuando nos sometemos a la voluntad de Dios, cuando Él se convierte en nuestro amo, nos libera de todo aquello que nos esclaviza. No importa si estás prisionero entre cuatro paredes, o en un cuerpo enfermo; cuando te haces esclavo de Cristo, Él te hace verdaderamente libre.

nos esclavizaba, por eso es que nuestra única opción era pecar. ¿Y qué libertad hay cuando no tenemos elección? Luego viene Cristo a nuestras vidas y le quita el poder al pecado y crucifica nuestra naturaleza pecadora (Romanos 6:6) y ahora tenemos dos opciones: o pecamos o le obedecemos, mientras que sin Cristo sólo tenemos una opción y somos esclavos de esa opción: pecar.

Del libertinaje

• Romanos 8:15 “Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!”

• Judas 1:4 “Porque algunos hombres han entrado encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados para esta condenación, hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo”.

Gálatas 5:13 “Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros”.

Muchas personas, pensando que son libres, usan el libre albedrío para libertinaje y terminan siendo esclavos de su propia carne y del pecado. El pecado nos seduce para esclavizarnos, haciéndonos creer que somos libres. El pecado te dice: “tú eres libre porque puedes hacer lo que quieras, puedes beber alcohol, adulterar, drogarte, mientras que los cristianos, no son libres porque no pueden hacer nada de eso.”

Mientras éramos esclavos del pecado, vivíamos en temor, sintiéndonos culpables, y por eso Dios nos da su Espíritu Santo, que nos llena de su Amor y nos libera de todo temor (1 Juan 4:18) y nos da testimonio de nuestra verdadera identidad de hijos de Dios.

• Gálatas 4:7: “Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo”.

Dios no sólo nos saca de la esclavitud, sino nos da el enorme privilegio de ser hijos de Dios. ¡De esclavos del pecado a hijos del Altísimo!

Déjame explicarte lo siguiente: Antes de que Cristo entrara y reinara en nuestras vidas, éramos esclavos del pecado y teníamos una naturaleza pecadora que

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POR LA

MISERICORDIA DEL SEÑOR NO

HEMOS SIDO CONSUMIDOS,

PORQUE NUNCA

DECAYERON SUS

MISERICORDIAS.

NUEVAS SON

CADA MAÑANA;

GRANDE ES TU

FIDELIDAD. (Lamentaciones 3:22-23)

De la libertad • Juan 8:32 “y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” En la medida en que conocemos a Jesucristo, la Verdad de Dios, su Palabra, vamos siendo liberados progresivamente.

• Lucas 4:18: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos” Jesús recibió la unción y la misión de liberarnos de nuestras prisiones.

Si lo dejamos, Él nos libera.

• Salmos 119:45: “Y andaré en libertad, porque busqué tus mandamientos.”

Si vivimos en obediencia a Dios, nada nos condena, porque sus mandamientos son buenos y andamos en libertad.

• Hebreos 10:19: “Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo” Gracias a su poderosa sangre, tenemos libertad para entrar a la presencia de Papá.

En la medida en que conocemos a Jesucristo, la Verdad de Dios, su Palabra, vamos siendo liberados progresivamente.

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• 2 Corintios 3:17: “Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad”.

La presencia del Espíritu del Señor me hace libre; de allí la importancia de buscar tiempos en su presencia.

• Romanos 6:22: “Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna.”

Ya libres del pecado y esclavos de Dios, el resultado es santidad y, nuestro destino, Vida Eterna.

• Gálatas 5:1: “Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud.”

Finalmente nos manda a mantenernos firmes en la libertad comprada por un altísimo precio por Cristo en la cruz y que no volvamos a la esclavitud.

La Parábola del Buen Sembrador en estos tiempos.

Por: Lissette Blanco

¿Qué pasaría si Jesús entrara a una iglesia el día de hoy?

¿q

ué pasaría si Jesús entrara a una iglesia el día de hoy? Seguramente encontraría un grupo curioso. Al recorrer las filas de personas sentadas en la iglesia, ¿qué vería? No pondría atención a la ropa que llevan o a su edad, pero al ver el corazón de cada uno, vería, Un hombre que ambiciona dinero, y es todo lo que persigue.

Una mujer que está en adulterio.

Un esposo que maltrata a su esposa e hijos.

Un adicto que miente para conseguir los medios para seguir en su adicción.

Una persona amargada que no perdona lo que le pasó.

Una persona que disfruta de la crítica y el chisme.

Una persona que cumple con las tradiciones religiosas, pero no ayuda al pobre.

Un adolescente que disfruta de pornografía.

Una joven que tiene relaciones sexuales fuera de matrimonio.

Una persona homosexual.

Un hombre de negocios corrupto, que roba y hace trampa.

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Y mucho más…

Hoy en el mundo

Una viuda con extrema necesidad.

Un hombre anciano que siente soledad.

Un niño que fue abusado y siente vergüenza.

Una mujer abandonada por su esposo.

Un hombre sin trabajo, ni esperanza para mantener a su familia.

Una mujer gravemente enferma sin medios para su tratamiento.

Necesidades de Amar Al ver la curiosa combinación de concurrentes, su compasión le haría amarles. Las personas que estaban sentadas ante Él eran personas necesitadas de esperanza y amor.

Así fue cuando caminó por la tierra de Israel. Se encontró con todo tipo de personas, todas con un corazón distinto, pero con algo en común: la necesidad de un Salvador.

Nuestro mundo no ha cambiado mucho en cuanto a la condición del corazón del hombre. Así como éramos hace miles de años, seguimos con las fallas del pecado que reina en nuestro ser. La lista que leemos arriba es una pequeña muestra de cómo es nuestra sociedad. Ninguno de nosotros es libre de ser pecador, y cada persona tiene una diferente historia que contar.

Pero cada uno necesitamos que brote en nuestro corazón la esperanza que trae el mensaje de Jesucristo.

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Así que Jesús contó una parábola para explicar que Él regaría su palabra a diestra y siniestra, para que todos la escucháramos, sin excepción, pero advirtió que no todos la recibirían con la misma fe.

No todo el que se llama “cristiano” lo es en verdad. No todos tenemos la misma respuesta al mensaje del Evangelio. No todo el que se sienta en una iglesia será juzgado como una persona santa. Dios pesa los corazones, y sabe lo que hay en cada uno.

La parábola del Buen Sembrador es una de las más conocidas en la Biblia. La puedes encontrar en los evangelios de Mateo 13:1-9, Lucas 8:4-8 y Marcos 4:1-9. Es la primera registrada entre las parábolas, y fue usada por Jesús para dar a conocer cómo reaccionaban los distintos corazones humanos al escuchar el mensaje de Jesucristo (o el Evangelio).

Lucas 8:4-8 dice: Juntándose una gran multitud, y los que de cada ciudad venían a él, les dijo por parábola: El sembrador salió a sembrar su semilla; y mientras sembraba, una parte cayó junto al camino, y fue hollada, y las aves del cielo la comieron.

Otra parte cayó sobre la piedra; y nacida, se secó, porque no tenía humedad.

Otra parte cayó entre espinos, y los espinos que nacieron juntamente con ella, la ahogaron.

Y otra parte cayó en buena tierra, y nació y llevó fruto a ciento por uno. Hablando estas cosas, decía a gran voz: El que tiene oídos para oír, oiga.

Casi todas las personas del mundo han escuchado el nombre de Jesús y su mensaje. Pero no todas tienen la misma reacción. Lo que Dios tomará en cuenta es cuánto del mensaje que está en la Biblia lo afirmamos en nuestro corazón, y lo obedecemos.

He conocido personas que aseguran que creen en Dios, pero los frutos de su vida no reflejan esta realidad.

Regresando a la idea de que un grupo tan diverso se sienta en una iglesia cuando entra Jesús, imaginemos qué pasaría si Él mismo predicara la palabra.

Sin lugar a dudas, tendría un diferente efecto en cada uno de los oyentes. Y habría cuatro grupos de personas, que habiendo oído lo mismo, reaccionarían de manera distinta.

El grupo número uno Sería el que recibió la semilla en un corazón árido como el camino. Este grupo diría un rotundo: “A mí no me interesa este mensaje”. Quizá por educación se quedarían hasta el final, pero su corazón endurecido rechazaría las palabras de Jesús, como lo hicieron los fariseos en su tiempo.

Saldrían enojados por la pérdida de tiempo, con la determinación de seguir con su vida tal y como era.

Recibió el mensaje en un corazón lleno de piedras. Ellos dirían, “¡Qué bonitas palabras!” Pondría atención, pensaría en ellas, pero no dejaría enraizar el mensaje en su corazón. Estas personas pensarían que el mensaje era digno de ser escuchado y tomarían de él sólo lo que les gusta, y lo demás lo echarían al olvido.

Estas personas podrán ir por un tiempo a la iglesia, llevadas allí por un sentir emocional, pero en el fondo su corazón no acepta del todo el mensaje. No se ve en ellos un cambio de actitud y, por supuesto, no son librados de sus actuales circunstancias.

El grupo número tres Escuchó con más atención. Incluso regresó varias veces a escuchar más, quizá empezaron a leer la Biblia o a asistir a grupos de estudio. Al principio, se veían entusiasmados por su nueva fe, hablarían a otros de lo que aprenden, y darían apariencia de estar cambiando, pero no reconocen la necesidad de dejarlo todo por Jesús. Quieren vivir con las bendiciones de Dios, pero no confían en Él cuando hay un problema. Por lo tanto, lo solucionan a su manera. Tampoco han dejado el amor por el mundo.

Algunos, empiezan a actuar con los viejos hábitos que los llevaron a vivir la situación difícil que estaban viviendo. Otros, ignorando lo que la palabra de Dios dice, van tras las riquezas o los placeres de la vida.

Su fe va aminorando, hasta ahogar lo que habían aprendido acerca de Jesús. Estos fueron los que recibieron la semilla en una tierra con espinos.

“HIJO MÍO,

Pero hay un cuarto grupo Éstas personas fueron grandemente impresionadas por lo que escucharon. Supieron de inmediato que la palabra que oyeron era del Dios vivo, y de inmediato hubo un cambio de corazón. La primera reacción, a diferencia de los otros grupos, fue de arrepentimiento. Se reconocieron pecadores, y vieron la necesidad de un cambio de dirección en sus vidas.

Atraídos por el amor que sintieron de Dios, dejaron que el mensaje les penetrara tanto, que buscaron más y más de Él. Con el tiempo, su pecado cesó. Sus circunstancias empezaron a cambiar, la paz entró en sus corazones, y entregaron sus vidas a Jesús de manera radical. Algunos dieron poco fruto, pero otros dieron tanto fruto que impactaron cada lugar a donde iban. Estos fueron cristianos con tierra fértil, porque el Reino de Dios germinó en ellos.

El mensaje de Jesucristo cambia vidas y circunstancias

GUARDA MIS

RAZONES, Y ATESORA

CONTIGO MIS

MANDAMIENTOS.

GUARDA MIS

MANDAMIENTOS

Hoy en el mundo

El grupo número dos

Y VIVIRÁS,

Y MI LEY COMO

LAS NIÑAS DE

TUS OJOS”.

Proverbios 7:1-2

El mensaje de Jesucristo cambia vidas y circunstancias. Jesús nos conoce, y conoce cómo es nuestro corazón. ¿Cómo recibimos el mensaje? Lo sabemos por el fruto. ¡Espero que tu fruto sea abundante y que tu corazón sea fértil para que el Reino de los Cielos se establezca en tu vida y en la de tu hogar!

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El mensaje contenido en la Biblia, a pesar que es una colección de 66 libros, escritos con una diferencia de tiempo de miles de años, por 44 autores diferentes y en 3 idiomas distintos, nos relata una sola historia.

Por: Armando Molina

Jesús es la culminación de todas las promesas y planes de Dios

e

sta historia, comenzando en el libro de Génesis, se nos va revelando cada vez con mayor detalle con el pasar del tiempo.

Dios comienza su obra en la creación y la continua al escoger a un pueblo para sí. La misión de este pueblo nunca fue una misión exclusiva, al contrario, a través de este pueblo, “serán bendecidas todas las naciones de la tierra” (Génesis 26:4). El encargo de Dios a Israel era el de ser luz para todas las naciones y así dar testimonio del único Dios.

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Dios siguió obrando y revelando su plan a través de la ley, expresándole a Israel su voluntad y su santidad, por medio de sus leyes y decretos. Expresó a Israel su deseo de habitar en medio de ellos, de ser su Dios y ellos, su pueblo. Mediante los profetas, que les hablaban en nombre de Dios, los corregía cuando se desviaban del camino, pero también les llevaba consuelo y recordaba las promesas de Dios.

En todo esto, Dios va revelando un plan, lo hace paso a paso, pero todo con miras a preparar el camino para lo que iba a ser el cumplimiento y la plenitud de su obra y su plan. Así como una película sólo tiene sentido cuando la vemos desde el principio y en orden, así la Biblia nos va revelando ese plan maestro y cuando llega “la plenitud del tiempo, Dios envió a su Hijo”.

(Galatas 4:4). Todas las demás cosas fueron una preparación, pero ahora llegaba la plenitud. En las verdades del antiguo testamento podíamos mirar una sombra, un anticipo, ahora llega la realidad.

Cómo nos habla Jesús Debemos aprender a leer el antiguo testamento, sabiendo interpretar cómo nos habla de manera anticipada de Jesús. Estos anticipos los vemos no solamente en los personajes del antiguo testamento, sino también en otras cosas, tales como las fiestas de Israel y las diferentes ceremonias y sacrificios. También vemos este anticipo de plenitud en el hecho de que Israel nunca logró cumplir a cabalidad con la misión de Dios de ser bendición para todas las naciones y de vivir de una forma que fuera testimonio del único Dios. Allí, donde Israel falla en cumplir la misión de Dios, Jesús la realiza perfectamente.

Se podrían escribir bibliotecas enteras sobre esta verdad, pero veamos algunos ejemplos de cómo Jesús aparece en toda la historia de la Biblia:

Cuando la humanidad ha caído en pecado por primera vez Comenzamos a ver estos anticipos de Jesús y su obra cuando Dios promete que un descendiente de la mujer aplastará la cabeza de la serpiente. Jesús es este descendiente de Eva, y este cumplimiento se da cuando en la cruz Jesús despoja a los principados y potestades y les da a los creyentes su sangre, para que por medio de ella su pueblo venza a la serpiente. Apocalipsis 12:10-11: “Porque el acusador de nuestros hermanos… ha sido arrojado. Ellos le vencieron por medio de la sangre del cordero...”

Jesús es el sacerdote eterno Él, a diferencia de los sacerdotes de Israel, que fueron muchos, porque iban muriendo con el tiempo, tiene un sacerdocio perfecto. Su sacerdocio no es como el de los sacerdotes de Israel, que venían de la tribu de Levi, sino según el orden de Melquisedec, quien representa un sacerdocio diferente y mejor.

Hebreos 7:17.

Jesús es el José perfecto Que cuando es traicionado por su familia, no sólo los perdona, sino que obra por ellos, salvándolos de la muerte por hambre y los manda a traer para estar con él. Génesis capítulos 37, 39 al 46.

Jesús es el cordero que sustituye al hijo primogénito de Abraham al ser sacrificado por nosotros.

Espada de la palabra

Dios revela su plan

Génesis 22:13: “Y Abraham fue y tomó el carnero, y lo sacrificó en holocausto en lugar de su hijo”.

En todo el relato de esta historia, vemos cómo el plan de Dios siempre fue el de proveer un medio por el cual no fuera necesario que el hijo de Abraham muriera.

En el cordero que encontró Abraham, vemos de lejos a otro hijo primogénito que muchos años después entregaría su vida. Y en esa ocasión, Dios no detuvo el sacrificio, sino que permitió que su Hijo bebiera hasta el fondo de su ira todo, con el propósito de hacer propiciación (satisfacer el castigo) por el pecado.

Jesús es el Moisés mayor Quien deja la realeza del cielo para ir a vivir con su pueblo y cumple la misión que Dios le encomienda de liberarlo.

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Jesús es el mediador, como Moisés

Espada de la palabra

Quién entra a la presencia de Dios como pionero, y que ruega al Padre por los suyos. En Éxodo 32:31-32 y en Números 16:2122; 44-48, Israel ha pecado gravemente, aun después de ver las obras de Dios y experimentar su poder y ver cómo Él los sacó de Egipto, rápidamente volvieron en su corazón a Egipto. Se quejaron y acusaron a Moisés y, por extensión, a Dios, de un propósito maligno al haberlos libertado.

Pero vemos a Moisés hacer de mediador por su pueblo. El mediador intercede y pide a Dios para que no castigue a Israel, le recuerda a Dios su promesa. Y si bien es cierto, hubiera sido justo que Dios destruyera al pueblo en ese momento, por la intercesión de ese mediador, Dios tiene misericordia. Igualmente, Jesús está ahora mismo delante del Padre y la Biblia nos enseña que vive siempre para interceder por nosotros. (Hebreos 7:25).

Jesús mismo nos enseña que, al igual que Moisés levantó una serpiente de bronce en el desierto (Números 21:8-9), así también Él sería levantado para que todo aquel que vuelva su mirada a Él, sea salvo. La serpiente de bronce no tenía ningún poder en sí misma, representaba un animal que estaba bajo maldición. Era sencillamente el medio que Dios, en su misericordia, le dio al pueblo para que, manifestando su fe en Dios, pudieran recibir la salvación.

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En la actualidad, también sufrimos la picadura mortal del pecado, la cual nos conduce a la muerte, pero aquel que levanta la vista y no trata de salvarse a sí mismo, sino que confía en aquel que Dios ha levantado para salvación, es salvo.

(Juan 3:14-15).

Jesús es el cumplimiento del tabernáculo Este edificio fue diseñado por Dios y su propósito era ilustrar el deseo de Dios de habitar en medio de su pueblo. Todo en el tabernáculo (desde los detalles en cuanto a cómo estaba construido, su orientación y el mobiliario que estaba adentro) tenía este propósito en mente. Pues bien, cuando Jesús viene al mundo, Juan nos dice que Él hizo su tabernáculo con nosotros: “Y el verbo se hizo carne y habitó entre nosotros” (Juan 1:14).

Jesús es el perfecto Rey David Que pelea por nosotros, nos representa en la batalla ante un enemigo que nosotros no podemos derrotar. Su pueblo puede descansar en Él, mientras Él vence a nuestros enemigos.

Esto lo vemos en las palabras de Goliat al desafiar al pueblo de Dios: “Escogeos un hombre y que venga contra mi” (1 Samuel 17:9).

Jesús es el perfecto capitán David a quién acuden todos los débiles y atribulados. Así mismo, Jesús es el buen pastor, quién vino por los enfermos y pobres de espíritu: “y se juntaron a él todos los afligidos, y todo el que estaba adeudado, y todos los que se hallaban en amargura de espíritu, y

fue hecho capitán de ellos” (1 Samuel 22:2).

Jesús es el que anunciaron los profetas Lo vieron desde lejos, lo saludaron y lo creyeron. (1 Pedro 1:10)

Es el garante de un mejor pacto basado en mejores promesas (Hebreos 7:19-22). Es el que nos da una mejor esperanza, es superior a los ángeles y a Moises.

En Él se cumplen todos los sacrificios Esos sacrificios que era necesario repetir continuamente, pues no hacían perfectos a los que los ofrecían, en Jesús tienen su plenitud, ya que Él mismo se ofrece como sacrificio perfecto una sola vez para siempre: “Porque esto lo hizo una vez para siempre, cuando se ofreció a sí mismo” (Hebreos 7:27).

Dios nos habla por medio de Jesús Si Jesús es la plenitud de la revelación de Dios, cuánto más debemos confiar en sus palabras, acogernos a su misericordia y reconocerlo como Señor sobre todas las cosas. Con Él se inaugura una nueva etapa, Él es la palabra decisiva y final de Dios: Hebreos 1:1-2 “Dios nos habló de muchas maneras en el tiempo pasado por medio de los profetas...

Pero ahora ha hablado por medio del Hijo.”

“Asi también Él sería levantado para que todo aquel que vuelva su mirada a Él, sea salvo”.

Números 21:8-9

¿Qué hacemos ante la avalancha de noticias que nos muestran que hay una crisis económica que es real, grave y de la cual no tenemos certeza cuándo va a acabar?

Por: Armando Molina

La prioridad verdadera: El Reino de Dios

E

sta vez, querido lector queremos, en lugar de publicar un testimonio, que seas tú quien evalue su testimonio delante de Dios a traves de este articulo, sobre la verdadera prioridad en tu vida.

En Mateo 6:25-34 Jesús nos enseña sobre la confianza, la avaricia, la preocupación y las prioridades.

En ésta, como en cualquier otra situación, Dios tiene una Palabra de ánimo y exhortación para nosotros.

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“No os angustieis por vuestra vida” Angustiarme por mi vida es una señal de que estoy perdiendo de vista un propósito mayor: El Reino de Dios. En el momento en que la angustia por el día de mañana y por las cosas materiales entran a mi vida, he perdido de vista al Rey y su Reino. Esta declaración del Señor tiene un fundamento firme: sus promesas. Él ha prometido ser el proveedor de su Pueblo; si no tuviéramos estas promesas, sí tendríamos motivos para angustiarnos.

“Por qué los gentiles se angustian por estas cosas” El vivir afanado por lo material, esa preocupación que poco a poco consume nuestro corazón, es una característica de la vida sin Dios. El hijo de Dios reconoce los tiempos y sabe que son malos, pero eso no lo desespera, su confianza a fin de cuentas no está en lo material.

“Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” ¿Qué es el Reino de Dios?

El reino de Dios es la voluntad perfecta de Dios expresada en todas las áreas de la existencia, no sólo de nuestra vida, sino también en nuestra iglesia y en nuestra nación. El Señor nos dice que ese Reino debe estar en el primer lugar de nuestras prioridades y cuando esto es así, podemos tener la certeza de que nuestras necesidades van a ser cubiertas por nuestro Padre.

Ese Reino de Dios es lo único por lo cual vale la pena vivir. Es un reino eterno, un reino de justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo. El Señor nos manda a tener confianza: Cristo es el Rey de esta tierra y de la historia. Un mensaje claro que recibimos de toda la escritura es que todas las cosas que suceden en este mundo (incluyendo las crisis financieras), nos van conduciendo al cumplimiento final de los propósitos de Dios.

El Señor va a traer la perfección de su Reino a esta tierra, pero la llegada de ese Reino, al igual que el nacimiento de un bebé, trae consigo dolores de parto. Nosotros, sus hijos, no perdamos de vista ese cumplimiento final. Trabajemos por ese reino, oremos por su cumplimiento perfecto y descansemos en la provisión de nuestro Padre.

Notemos que Jesús no dice, “Busca solamente el Reino de Dios”. Él sabe que hay otras cosas en las que nos debemos de ocupar, pero todas ellas están en función del Reino de Dios.

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Si educo a mis hijos, lo hago en función del Reino; si trabajo, lo hago para el Señor; si poseo una empresa, la manejo en representación de Cristo; si sirvo en un ministerio, lo hago por amor al Señor. Si hacemos estas cosas, la provisión de las necesidades básicas está asegurada. Éste es un tiempo para No dejar de buscar el Reino de Dios; sigamos sirviéndole, perseveremos en oración, no dejemos de ser generosos. Qué mejor testimonio podemos dar de que confiamos en el Señor.

“Vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad” No tienes que gritarle a Dios para que se dé cuenta de tus problemas, Él los conoce y sabe nuestras necesidades. Nosotros no ignoramos la situación de crisis, pero rehusamos afanarnos por ella. Seremos prudentes, seguiremos trabajando o buscando trabajo pero, sobre todo, tendremos confianza en que Dios conoce nuestro camino.

Notemos que lo que Dios promete aquí es la provisión de nuestras necesidades, no de nuestros deseos. Necesidades no es lo mismo que deseos. Que Dios ponga en nosotros un espíritu de contentamiento, que nos enseñe que probablemente muchas de las cosas por las que hemos estado afanados en realidad no son necesarias, no nos va a pasar nada si no las tenemos.

Estar afanados por cosas que no son necesarias es una señal de avaricia.

“Quien podrá, por mucho que se angustie, agregar un codo a su estatura” Qué saludable y liberador es reconocer que hay ciertas cosas que escapan de nuestro limitado control. El reconocer esto hace que levantemos la vista a alguien mayor que nosotros. Aquí es donde nuestro Padre quiere demostrar la grandeza de su poder para con nosotros Su Pueblo.

Hay que descansar en Dios, esto no significa dejar de trabajar o ya no pagar nuestras deudas; significa confiar en el Señor.

“no hará mucho más por vosotros, hombres de poca fe” Nuestro problema principal no es tener poco dinero en el banco o ser dueño de pocos activos; tampoco nuestro problema consiste en no saber cómo invertir bien nuestro dinero. Nuestro problema es tener poca fe; nuestro problema es no confiar en Dios nuestro proveedor. La fe es lo que nos va a permitir poner verdaderamente nuestra confianza en Dios y no en lo que tenemos en el banco.

Si a través de esta situación te das cuenta que no estas adorando al verdadero Dios, entonces bendita crisis. Si a través de esto caen los ídolos en tu vida, bendito sea Dios. No hay mejor cosa que te puede pasar a ti, que dejes a los dioses falsos, y ames y conozcas al verdadero.

EN CUANTO A

MÍ, A DIOS

CLAMARÉ; Y EL SEÑOR ME SALVARÁ.

TARDE Y MAÑANA Y A MEDIODÍA

ORARÉ Y CLAMARÉ, Y ÉL OIRÁ MI VOZ. Salmos 55:16,17

Si estas dificultades se convierten en medios para alejarnos de dioses falsos y cisternas rotas, y así regresar al Dios verdadero y fuente de Agua Viva, entonces esto que está pasando es lo mejor que puede pasar en tu vida.

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En medio de tanto dolor y sufrimiento, en un tiempo donde hay tanta insensibilidad y frialdad, nos encontramos a veces solos, sin saber a dónde acudir, sin respuestas y viviendo sin propósito o dirección.

Por: César Castañeda

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El Dios de toda Consolación

eseamos encontrar un refugio, un lugar de descanso y no lo encontramos en medio de tanto ruido exterior e interior, donde hay tantas voces, distractores y donde es difícil contar con tiempo para calmarse, apartarse y tomar fuerzas. Es en estos momentos que necesitamos de Dios, de su Palabra, su refugio, de su fuerza y dirección, necesitamos aquietar nuestro corazón y dejar que Él nos consuele, nos aliente y nos ayude en nuestra necesidad.

Recordemos que Él es el Dios de toda consolación.

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Cuando el apóstol Pablo envía su segunda carta a los Corintios, después de hacer una pequeña introducción, dice: “Alabado sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre misericordioso y Dios de toda consolación, quien nos consuela en todas nuestras tribulaciones…” (2 Corintios 1:3-4).

Dios conoce nuestra situación, nuestro sufrimiento y dolor, y su deseo es que dispongamos nuestro corazón para recibir lo que necesitemos en medio de nuestros problemas.

su presencia continuamente, obtendremos la ayuda y el reposo que necesitamos.

y proveían de seguridad para quienes estaban dentro.

Cuando acudimos a Él, qué obtenemos:

También Pablo nos dice más adelante para qué quiere que recibamos ese consuelo: para que podamos soportar con paciencia los sufrimientos, para que participemos de los sufrimientos de Cristo y nos apoyemos en Él que sufrió por amor a nosotros. Para que, luego de recibir la consolación de Dios, podamos consolar a otros que tienen la misma situación y, como los entendemos, los podamos ayudar con lo que hemos aprendido de Dios.

Fortaleza

Satanás, el mundo y nuestra carne, con sus pasiones y deseos son nuestros enemigos, que nos ponen tentaciones, tropiezos y se confabulan para atacarnos y dañarnos. Dios es nuestra fortaleza y ante los ataques del enemigo, nos provee de seguridad cuando lo buscamos y confiamos en Él.

Es una decisión, o te quedas con tu carga, tu dolor, tu angustia, o vienes a Él y se lo entregas para que Él te dé lo que necesitas.

Pero tenemos que venir con un corazón dispuesto, reconociendo que lo necesitamos y que confiamos en Él para que nos ayude.

En el libro de Isaías encontramos otra invitación similar: “Presten atención y vengan a mí, escúchenme y vivirán.” (Isaías 55:3ª) Solamente ahí podremos encontrar verdaderamente lo que necesita nuestra alma, y si vamos a

La Biblia nos dice: “La salvación de los justos viene del Señor; Él es su fortaleza en tiempos de angustia.” (Salmo 37:39).

David lo comprendió muy bien, porque padeció persecución y, en medio de su situación, él dijo: “El Señor es mi fuerza y mi escudo; mi corazón en Él confía; de Él recibo ayuda. Mi corazón salta de alegría, y con cánticos le daré gracias. El Señor es la fortaleza de su pueblo, y un baluarte de salvación para su ungido.” (Salmo 28:7-8) Así mismo tú, cada vez que tengas algún problema, puedes ir a la presencia de Dios y encontrar fortaleza en Él, sólo busca un lugar apartado, habla con Él confiesa tus temores y debilidades, y deja que ahí Él te de la fuerza que necesitas. “Porque así dice el Señor omnipotente, el Santo de Israel: “En el arrepentimiento y la calma está su salvación, en la serenidad y la confianza está su fuerza, ¡pero ustedes no lo quieren reconocer!” (Isaías 30:15).

En la antigüedad, las fortalezas eran edificaciones que se ponían en alto para defenderse del enemigo, tenían grandes muros

“Fortalecidos con todo poder, conforme a la potencia de su gloria, obtendréis fortaleza y paciencia” (Colosenses 1:11). Debemos resistir para mantenernos de pie y en el poder del Espíritu Santo lograremos vencer todas las asechanzas del enemigo: “que os conceda, conforme a las riquezas de su gloria, ser fortalecidos con poder por su Espíritu en el hombre interior.” (Efesios 3:16).

Decisiones

Jesús nos hace una invitación para esos momentos en los que estamos atravesando una situación difícil, atribulados o cargados. Él nos dice: “Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, pues yo soy apacible y humilde de corazón, y encontrarán descanso para su alma. Porque mi yugo es suave y mi carga es liviana.”

(Mateo 11:28)

Al estar afectados por problemas que vienen a nuestra vida, llegamos a abrumarnos y desesperarnos, nos sentimos débiles e impotentes, es entonces cuando necesitamos buscar la fortaleza de Dios.

La clave es confiar en Dios y perseverar en nuestra dependencia de Él, porque es cuestión de tiempo que la situación sea diferente y, en el proceso, Él transforma nuestro corazón. “Y después de que ustedes hayan sufrido un poco de tiempo, Dios mismo, el Dios de toda gracia que los llamó a su gloria eterna en Cristo, los restaurará y los hará fuertes, firmes y estables.” (1 Pedro 5:10).

Dirección En nuestro diario caminar necesitamos tomar muchas decisiones, unas de ellas son trascendentales, que afectan nuestra vida y en las que deseamos acertar y no fallar.

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Es en estos momentos que necesitamos sabiduría, dirección y que nos conduzcan un paso a la vez en todo el proceso. Acercarnos a la Palabra de Dios, tener momentos de oración y el apoyo de un consejero, ya sea alguien que sepa del tema o que ya pasó por allí pero, sobre todo, lleno del Espíritu Santo y que busque obedecer al Señor y su Palabra, son claves.

Decisiones

La Biblia nos dice que el deseo de Dios es guiarnos. “El Señor dice: “Yo te instruiré, yo te mostraré el camino que debes seguir; yo te daré consejos y velaré por ti.” (Salmo 32:8).

Todo esto es así cuando de veras lo buscamos y nos dejamos conducir por Él.

Para esto, debemos confiar y reconocer que necesitamos de su dirección para acertar en el camino. El rey David lo entendía muy bien cuando escribió: “Guíame, pues eres mi roca y fortaleza, dirígeme por amor de tu nombre.” (Salmo 31:3).

El Señor nos ha dejado su Espíritu para conducirnos y ayudarnos en cada paso que damos.

No importa el lugar donde estemos, la hora o las circunstancias en las que le busquemos, Él va a estar ahí con nosotros para conducirnos y acompañarnos. (Leer: Juan 16:1314). Dios nos guía a pesar de nuestros enemigos internos de temor, inseguridad o de auto confianza; y nuestros enemigos exteriores, que nos distraen y nos confunden a nuestro alrededor. “Señor, por causa de mis enemigos, dirígeme en tu justicia; empareja delante de mi tu senda.” (Salmo 5:8.)

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Amparo y Refugio Estamos rodeados de tanta maldad, de tanto dolor y de tanta necesidad, que nuestro corazón siente la necesidad de buscar un lugar de refugio donde nos podamos resguardar. Podemos acudir al Señor y encontrar un lugar seguro y confiar que ahí nos escucha y atiende nuestra oración.

“En ti, oh Señor me refugio; jamás sea yo avergonzado. Líbrame en tu justicia, y rescátame; inclina a mí tu oído, y sálvame. Sé para mí una roca de refugio, a la que pueda ir continuamente; tú has dado mandamiento para salvarme, porque tú eres mi roca y mi fortaleza.” (Salmo 71:1-3) Si tú estás pasando una prueba difícil y sientes que no tienes a donde ir, si tienes deseos de expresarte, pero sientes que nadie te puede entender, puedes buscar a Dios y derramar tu corazón en oración a Dios y Él te escuchará y sentirás un refugio en medio de tu situación. “Confía siempre en Él, pueblo mío; ábrele tu corazón cuando estés ante Él. ¡Dios es nuestro refugio!”. (Salmo 62:8) Ante tanta situación que nos hace sentir vulnerables y ante tanto ataque que tenemos a nivel espiritual, necesitamos tener un amparo, un lugar para defendernos. La Palabra de Dios nos dice: “Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestra ayuda segura en momentos de angustia.” (Salmo 46:1) David lo pudo expresar cuando fue librado de Saúl y de todos sus enemigos: “El Señor es mi roca, mi amparo, mi libertador; es mi Dios, el peñasco en que me refugio.

Es mi escudo, el poder que me salva, ¡mi más alto escondite! Él es mi protector y mi salvador. ¡Tú me salvaste de la violencia!”

(2 Samuel 22:2-3).

Reposo y Paz En medio de un mundo tan convulsionado, donde el tiempo se esfuma por tanta actividad, donde nos vemos cargados y afanados por tantas cosas, ahí es donde sentimos la necesidad de tener reposo.

El Señor nos da una promesa de paz cuando llegamos en oración: “No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias.

Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y pensamientos en Cristo Jesús.” (Filipenses 4:6-7) Podemos confiar que si le entregamos al Señor en oración nuestros problemas y dificultades, Dios cuidará de nuestras emociones cuando éstas se salen de control o cuando nuestros pensamientos no nos están ayudando. La paz del Señor será el medidor para saber si estoy confiando en Él o no. Solamente en Dios podemos reposar.

Si tienes algún problema, o estas atravesando una situación en la que has perdido la paz, busca estar un tiempo a solas con Dios, entrégale tu problema y tus afanes, y verás cómo tu situación cambiará conforme confías en Él.

“Tú guardarás en completa paz a aquel en cuyo pensamiento en ti persevera, porque en ti ha confiado.” (Isaías 26:3) “Sólo en Dios halla descanso mi alma; de Él viene mi esperanza.” (Salmo 62:5)

Mujeres de proverbios

Por: Nurith de Farrach

“¿Qué hago aquí encerrada?” fue la pregunta que me hizo una amiga hace año y medio.

Ella fue víctima de una calumnia que la llevó a la cárcel, cuatro meses más tarde, una investigación determinó que ella era inocente y ¡fue puesta en libertad!

La libertad, un regalo tan ansiado

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uchas veces no valoramos aquello que tenemos, hasta que lo perdemos… ¡A veces no valoramos la maravilla de tener libertad! En el diccionario se define la palabra libertad como la capacidad para pensar y obrar según la propia voluntad de la persona.

Cuando se es niño, la libertad que se tiene es muy limitada y, a medida que se crece, aumenta la libertad que tenemos para actuar y, con ella, también las responsabilidades.

Privar del derecho de libertad a una persona es una de las humillaciones más grandes que se puede sufrir. A través de los tiempos, algunos hombres se han encargado de quitarle este derecho a sus semejantes y esto se puede corroborar en textos que datan desde el segundo milenio antes de Cristo. Ellos hacen referencias a la esclavitud como una institución arraigada.

La historia de la esclavitud en el mundo antiguo está estrechamente vinculada a la guerra. Muy a menudo, los prisioneros de guerra eran reducidos a la esclavitud por sus captores o los ganadores de las batallas y obligados a trabajar en tareas militares o civiles, como mano de obra para trabajos de construcción, ingeniería o en el área agrícola. También era común su utilización como criados para el servicio doméstico.

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Algunas sociedades antiguas tenían una gran población esclava, gracias a la costumbre de reducir a la esclavitud a la población que tenían bajo su control. Por lo general, la esclavitud incluyó el abuso y la crueldad por parte de sus dueños, pero a menudo también recibían un trato semi humanitario como bienes valiosos.

Mujeres de proverbios

¿Estas privado de libertad?

Actualmente, vemos diversas formas en las cuales personas son privadas de su libertad: secuestros, encarcelamientos, trabajos forzosos, entre otros. Sin dejar de mencionar la esclavitud que a veces se da en el hogar: padres que esclavizan y maltratan a sus hijos, esposos que hacen lo mismo con sus esposas, hermanos que esclavizan a otros hermanos… ¡La lista puede ser interminable y las opciones también! Al estudiar acerca de estas circunstancias, nos preguntamos: ¿Qué derecho tiene una persona o institución para privar a otra de su libertad? ¿Tiene derecho un hombre a tener encerrado en un cuarto angosto y oscuro a un niño? ¿Qué hay detrás de una humillación como esta? ¿Por qué Dios lo permite?

¿Por una causa justa o injusta?

Hay personas que han sido privadas de su libertad injustamente, otras que están en esa situación a causa de hechos que han cometido y simplemente están pagando las consecuencias de sus acciones. Un período de encierro, sin importar la causa, es uno de los dolores más grandes que se puede sufrir. Al vernos expuestos a una situación como esta, podemos actuar de diferentes maneras.

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¿Qué actitud tomarías?

Una forma de actuar puede ser el enojarnos con una persona, institución o con Dios, y dedicar el tiempo, mientras dure nuestro encierro, a crear una forma de vengarnos contra aquél que nos dañó o fue la causa de nuestra situación.

Otra actitud que podemos tomar es utilizar este tiempo de encierro como una oportunidad de realizar un cambio de dirección y de enfoque en nuestra vida. Podemos entender este principio con un ejemplo de la vida diaria; cuando perdemos algún objeto en nuestra casa, los anteojos, un lapicero o la billetera, nos damos cuenta que es tiempo de ordenar. Comúnmente cuando ordenamos, encontramos aquello que habíamos perdido y que tiene gran valor para nosotros. Lo mismo sucede cuando perdemos la libertad: es tiempo de ordenar nuestra vida. Mientras la ordenamos, Dios puede tener misericordia y devolvernos nuestra tan ansiada libertad.

¿Tu vida pertenece a Dios?

Es tiempo para hacernos preguntas como éstas: ¿Realmente creo en Dios? Si no es así, creo que nuestro panorama se vuelve totalmente incierto, porque nuestra esperanza para salir de este encierro está en nuestras relaciones personales o en nuestra capacidad, las cuales pueden fallar o ser insuficientes.

En contraparte, déjame decirte, la primera y más importante decisión que debes tomar mientras vivas, es aceptar el sacrificio que Jesús hizo en la cruz. Al aceptar ese sacrificio, somos librados del infierno, que es un lugar de encierro y tormento eterno, mucho peor del que puedes estar teniendo ahora.

Si nuestra vida ya le pertenece a Dios, es tiempo de preguntarnos: ¿ya le rendimos al Señor todas las áreas de nuestro ser? Antes, cuando teníamos nuestra libertad ¿realmente servíamos al Dios vivo u organizábamos nuestra vida y nuestro día de acuerdo a nuestros intereses personales? ¿Será que tomábamos en cuenta a Dios en las decisiones básicas de dónde y cómo gastar nuestro tiempo y dinero? ¿Cuáles eran nuestras prioridades o decimos amar a Dios sobre todas las cosas, pero nuestra agenda y nuestra billetera dicen otra cosa?

Una vida rendida a Dios Debemos darnos cuenta que el Señor está llamando nuestra atención y quiere un cambio... Una vida rendida a Dios, implica que le servimos por amor, lo adoramos y hacemos su voluntad. ¡Esto nos trae una vida plena! Al principio hablábamos de cómo se nos enseñaba que la libertad es la capacidad de pensar y obrar de acuerdo a nuestra propia voluntad. Jesús vino a desafiar ese concepto, Él dijo: “si permanecen en mi palabra serán mis discípulos, y conocerán la verdad y la verdad los hará libres” (Juan 8:31b-32).

También dijo: “todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado… así que, si el Hijo los libertare serán verdaderamente libres” (Juan 8:34.b y 8:36). Jesús vino a darnos libertad del pecado. Enseñó que cuando hacemos nuestra propia voluntad, nos engañamos a nosotros mismos y creemos siempre estar en lo correcto. Dios, en nosotros a través de su Espíritu y a través de su Palabra, es quien nos revela realmente qué es lo correcto y qué es lo incorrecto, qué es pecado y qué no es pecado. Una vida sin Dios es esclava del pecado y ni siquiera se da cuenta.

Derrama tu dolor en Dios Finalmente, me puedes decir: “Para usted es muy fácil hablar, porque no está donde yo estoy.”

Si estás encerrado, puedes estar padeciendo miedo a la asfixia, sentimientos de ansiedad, ataques de pánico, nauseas, mareos, entre otros. Es tiempo de hacerte todas las preguntas de las cuales hablamos pero, sobre todo, es tiempo de tirarte en el suelo incómodo donde estás y llorar como un niño o una niña. ¿Para qué llorar? Para sacar todo el dolor que llevas adentro, llorar para pedir perdón a Dios por vivir para ti mismo y no tomarlo en cuenta. Si éste es tu caso, llorar para pedir a Dios que te visite en ese lugar y te muestre su propósito oculto en esta situación.

Es tiempo para quebrantarnos, para reestructurar nuestra vida, es tiempo para buscar a Dios con todo nuestro corazón. En su presencia hay plenitud de gozo ¿plenitud de gozo, encerrado?

Sí, es posible, porque ahí donde sólo hay encierro, donde sólo hay dolor, donde sólo hay mal olor, donde sólo hay soledad, donde sólo hay traición, donde sólo hay confinamiento… allí sólo queda Dios y su Santo Espíritu.

Su Espíritu es el consolador, es quien nos lleva a toda verdad.

Dios te libera de la esclavitud Déjame decirte que Dios es todopoderoso y también es misericordioso. Ya sea te merezcas o no estar allí, Él puede liberarte de esa esclavitud física en la que estás, es decir, puede sacarte del lugar donde estás, si le crees y si está en su propósito. Tú me puedes decir: “Es que me dieron 30 años de cárcel, o es imposible salir de aquí…” No importa, servimos a un Dios que puede cambiar leyes, cambiar corazones o más aún, crear un camino donde no lo hay para poder liberar a sus hijos.

Una de sus especialidades es ser un gran libertador. Levanta tu fe y pide a Dios todos los días que te saque de allí, “pero pide con fe, no dudando, porque el que duda es semejante a la onda del mar que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra, no piense pues quien tal haga que recibirá cosa alguna del Señor” (Santiago 1:6 y 7). No dejes que nadie te quite la fe, sigue creyendo en tu liberación con todo tu corazón, cuida tu fe, riégala como una plantita con oración, con cánticos a Dios, cuida tu fe más de lo que te cuidas a ti mismo, porque te levantará y te hará llegar hasta el final de este cautiverio en paz, con un gozo que nadie te podrá quitar y con un tremendo testimonio de lo que Dios hace.

Dios te libera de la esclavitud Te puedes preguntar ¿Qué hago mientras espero? Mientras esperas: aférrate a Dios y a la confianza de que Él puede sacarte de allí. Descansa en Dios y trata de desenfocarte en el tiempo.

Encárgate de que tus pensamientos y sentimientos estén en línea con la palabra de Dios.

Déjate transformar, deja que Dios vaya quitando todo aquello que no le agrada, sé obediente a Dios y su Palabra. Vive con expectación y vive cada día esperando un milagro.

Pídele con la fe de un niño, su Palabra dice que “el que pide recibe” (Mateo 7:8). No te unas a las prácticas perversas de aquellos que están a tu alrededor, si es que tienes personas a tu alrededor. Al contrario, sé ejemplo para que otros puedan tener la esperanza que ahora tú tienes.

Por último: mientras esperas, adórale por lo que Él es y dale gracias por las pequeñas cosas que sí tienes.

Es la única forma de pasar ese túnel angosto donde te encuentras, es la única forma de sobrevivir los tiempos difíciles, es la única forma de redimir los tiempos y poder esperar y no morir en el camino, no pienses en los días, las horas, los minutos. Vive un día a la vez y abandónate en sus brazos, confía en Él y Él hará.

Arrepiéntete Pero, sobre todo, busca a Jesús con un corazón arrepentido, el Señor nunca desprecia un corazón que está realmente arrepentido. Si no sientes arrepentimiento, confiésalo a Dios. Él ya lo sabe y Él te dará ese arrepentimiento genuino. Sólo así logrará limpiarte e irte cambiando cada vez más a su imagen.

Sólo por medio de Jesùs somos libres Recuerda que si está dentro del propósito de Dios, Él te sacará de ahí, pero lo más importante es la libertad espiritual que Él te ofrece. Y no olvides que este arrepentimiento, esta liberación, todo esto es imposible sin Jesucristo. Sólo a través de Él podemos ser libres y buscar hacer la voluntad de Dios. Sin Él, nada podemos hacer.

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Mujeres de proverbios

Para eso vino Jesús, y nos dio su Palabra que nos guía y nos limpia. Conocemos su verdad, la seguimos y entonces somos verdaderamente libres. Es decir, tu cuerpo puede estar encerrado, pero si Jesús te libertó de la esclavitud del pecado, eres libre, y en esto consiste la verdadera y más importante libertad.

Quisiera iniciar diciendo que adorar a Dios va mucho más allá de las más lindas palabras cantadas por una dulce voz, con la mejor melodía que te puedas imaginar y acompañadas por música ejecutada con los más armoniosos instrumentos por los mejores músicos.

Por: Osberto Ruano

La mejor canción de adoración

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reo que la mejor canción de adoración la cantas con tu obediencia por amor al Señor, muriendo a lo que más amas, por su amor. En Juan 14: 23: dice “Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él”. Lo que estaba diciendo es que la forma de demostrar tu amor por Jesús es guardando sus Palabras como un tesoro que valoras mucho. Y si la consideras un tesoro, es porque conoces su valor, lo cual implica que la has leído, estudiado y meditado. Como resultado viene el vivirla, es decir: obedecerla.

Veamos un ejemplo de adoración sin que se involucren instrumentos musicales, ni cantos; simplemente Dios está ejecutando la mejor melodía por medio de su Espíritu Santo en la vida de este hombre llamado Abraham.

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Te invito a que me acompañes a un apasionante viaje por el capítulo 22 del libro de Génesis: “Aconteció después de estas cosas, que probó Dios a Abraham, y le dijo: Abraham. Y él respondió: Heme aquí.” Abraham respondía inmediatamente con un corazón dispuesto a los requerimientos de Dios.

“Y dijo: Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré.”

Sólo teniendo hijos, puedes entender la situación crítica en la que Abraham estaba. Dios le pide que le entregue lo que más amaba, el hijo de su vejez, su propia sangre, uno de los milagros más grandes desde su concepción: ambos padres ancianos, ya sin ninguna posibilidad de tener hijos, pero el Dios de los imposibles lo hizo posible. Te pregunto, piensa por un momento: ¿Qué es lo que más amas? ¿Tu cuenta bancaria, tu pareja, tus hijos, tu salud, tu posición, tu trabajo, tu ministerio?

Si Dios te pidiera eso que tanto amas… ¿Se lo entregarías?

“Y Abraham se levantó muy de mañana, y enalbardó su asno, y tomó consigo dos siervos suyos, y a Isaac su hijo; y cortó leña para el holocausto, y se levantó, y fue al lugar que Dios le dijo.”

Abrahan obedece innmediatamente No puedo imaginar cómo le dijo Abraham a su esposa Sara que tendría que sacrificar a su hijo, ni todos los obstáculos y luchas que se librarían en su mente, pero con determinación y firmeza obedeció.

“Al tercer día alzó Abraham sus ojos, y vio el lugar de lejos.

Entonces dijo Abraham a sus siervos: Esperad aquí con el asno, y yo y el muchacho iremos hasta allí y adoraremos, y volveremos a vosotros.” Abraham no llevaba micrófonos, ni instrumentos musicales, ni nada por el estilo. Lo único que llevaba era un cuchillo, instrumento que le serviría para obedecer la orden de Dios. A veces el mejor instrumento de adoración es lo que te ayuda a hacer morir aquello que Dios te ha pedido que le entregues.

En los momentos en que un alabador está en el altar dirigiendo la alabanza en una congregación, su adoración consiste en estar atento a la dirección de Dios, por incómoda que le parezca, y obedecerla; y su cuchillo podría ser para matar su orgullo, su criterio, sus planes y sujetarse a su autoridad en ese momento.

“Y tomó Abraham la leña del holocausto, y la puso sobre Isaac su hijo, y él tomó en su mano el fuego y el cuchillo; y fueron ambos juntos.” Dios te dice que pongas eso que te pide en el altar para sacrificarlo y Él hará el resto.

“Entonces habló Isaac a Abraham su padre, y dijo: Padre mío. Y él respondió: Heme aquí, mi hijo. Y él dijo: He aquí el fuego y la leña; mas ¿dónde está el cordero para el holocausto?

Edificó un altar Y respondió Abraham: Dios se proveerá de cordero para el holocausto, hijo mío. E iban juntos.”

Imagino que las palabras de Isaac eran como cuchillos que atravesaban el corazón de Abraham, mientras imaginaba el difícil momento que se acercaba, en el que tendría que degollar a su hijo.

“Y cuando llegaron al lugar que Dios le había dicho, edificó allí Abraham un altar, y compuso la leña, y ató a Isaac su hijo, y lo puso en el altar sobre la leña.

Y extendió Abraham su mano y tomó el cuchillo para degollar a su hijo.”

Aquí se levanta uno de los altares de adoración que más ministran el corazón de Dios, hecho por un mortal: obediencia extrema, inmediata, sin poner excusas ni pretextos.

“Entonces el ángel de Jehová le dio voces desde el cielo, y dijo: Abraham, Abraham. Y él respondió: Heme aquí.

Y dijo: No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; porque ya conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único.” El morir a lo que más amas por amor a Dios, eso es verdadera adoración y demuestra tu reverencia y tu temor santo.

El Señor proveyó “Entonces alzó Abraham sus ojos y miró, y he aquí a sus espaldas un carnero trabado en un zarzal por sus cuernos; y fue Abraham y tomó el carnero, y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo.” Dios provee las fuerzas para que mueras a lo que te pide, es Él quien te capacita para ser un verdadero adorador.

Vida de alabanza

¿Que es lo que más amas?

“Y llamó Abraham el nombre de aquel lugar, el Señor proveerá. Por tanto se dice hoy: En el monte del Señor será provisto.

Y llamó el ángel del Señor a Abraham por segunda vez desde el cielo, y dijo: Por mí mismo he jurado, dice Jehová, que por cuanto has hecho esto, y no me has rehusado tu hijo, tu único hijo; de cierto te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar; y tu descendencia poseerá las puertas de sus enemigos.

En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz.” Dios recompensa este tipo de adoración genuina, te bendice y te hace instrumento de bendición para los demás, incluyendo los momentos cuando le alabas con música en una congregación.

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Entretenimiento El buen Samaritano Encierra en un circulo las siguientes palabras que relacionan la parábola del buen samaritano: LEVITA, SACERDOTE, JERUSALÉN, SAMARITANO, JERICÓ, LADRONES, DENARIOS, MISERICORDIA, ACEITE, PRÓJIMO, HERIDAS, MESÓN, HOMBRE, VINO. Recuerda, pueden ser palabras horizontales, verticales o diagonales.

Lucas 10:27 Aquél, respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo.

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