Revista Octubre - Diciembre 2014

Año 14 · Nº 67 · Octubre - Diciembre 2014

UN RENUEVO ESPIRITUAL

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“No temas… cree solamente” Jesús el mediador

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Año 14 · Nº 67 · Octubre - Diciembre 2014

Consejeros Espirituales Fernando Saravia Marianela de Saravia

Contenido

Editora Lorena Farrach Asesor Administrativo Francisco Castañeda Redactores Osberto Ruano Lissette de Archila Daniel Johnson Cesar Castañeda Armando Molina Corrección de Texto Paola de Pajares María Inés Moeschler Coralia de Aguilar

La Buena Noticia

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Semilllas en tus labios

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Hoy en el Mundo ¡El temor no tiene cabida en el pueblo de Dios!

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Espada de la Palabra Jesús el mediador

Diseño Gráfico Rony Chiché Impresión CIFGA

Los Milagros Continúan ¡Yo he escuchado tu oración... y voy a sanarte!

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Decisiones “No temas... cree solamente”

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Mujeres de Proverbios ¿Por qué siempre tienes que tener la razón?

Vida de Alabanza

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Tus batallas en la alabanza y la alabanza en tus batallas

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Entretenimiento ¿Quién fue el que hizo esto?

escribenos@revistaaguaviva.com

Editorial Jesús: mi Señor y Salvador En Isaías 53:4-7, el Señor nos dice: “Y sin embargo Él estaba cargando con nuestros sufrimientos, estaba soportando nuestros propios dolores. Nosotros pensamos que Dios lo había herido, que lo había castigado y humillado. Pero fue traspasado a causa de nuestra rebeldía, fue atormentado a causa de nuestras maldades; el castigo que sufrió nos trajo la paz, por sus heridas alcanzamos la salud. Todos nosotros nos perdimos como ovejas, siguiendo cada uno su propio camino, pero el Señor cargó sobre Él la maldad de todos nosotros. Fue maltratado, pero se sometió humildemente, y ni siquiera abrió la boca; lo llevaron como cordero al matadero, y Él se quedó callado, sin abrir la boca, como una oveja cuando la trasquilan.”

Cuando Jesús, el que nunca pecó, el hijo de Dios, fue voluntariamente a la cruz, cargó sobre sí todo el pecado del mundo presente, pasado y futuro. Al aceptar que Jesús derramó Su sangre en la cruz y que resucitó al tercer día, recibo por gracia el perdón de mis pecados. Esto restaura mi relación de amor con el Padre y me da acceso a la vida eterna con Dios.

Entiendo, entonces, que no puedo ganar mi salvación con obras, ya que al quebrantar aunque sea uno solo de los mandamientos, me vuelvo culpable de transgredir la ley, lo que me hace culpable. Así que la salvación no es un fruto de mis obras, sino de la obra de Cristo en la cruz por mí, y esto es por gracia.

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Entonces, qué es lo que me salva: el reconocer mi pecado, mi pobreza espiritual, mi necesidad de Él. El aceptar lo que Jesús hizo al morir en la cruz por mí e invitarlo a reinar en mi corazón. Él es el Cordero Pascual sacrificado por el pecado del mundo.

La justicia de Dios satisfecha. Su sangre lava mi pecado y me hace aceptable al Padre.

Si te consideras una persona buena, tu bondad y buenas obras no te dan acceso a la salvación (debido a que, seguramente, has quebrantado por lo menos un mandamiento, como decir alguna vez una mentira).

Y si te consideras una persona mala, tu maldad no es impedimento para que Jesús te salve, ya que Él vino por los perdidos, como dice Romanos 3:23 “Pues todos han pecado y están lejos de la presencia salvadora de Dios”.

Esta revista llegó a tus manos como un fruto del esfuerzo del amor de Dios por alcanzarte, y hoy tienes una nueva oportunidad de recibir lo que Jesús ya hizo por ti y de reconocerle como tu Señor y Salvador. ¿Qué estás esperando para hacerlo?

La buena noticia Semillas en tus labios

Por: Osberto Ruano

En Hebreos 13:15, el Señor nos dice que los labios dan fruto, esto es, hablando de confesar el Nombre de Dios en un sacrificio de alabanza.

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editando sobre este pasaje, pude concluir que si nos habla de un fruto, tiene que haber una semilla.

Las palabras que salen de nuestros labios vienen a ser como semillas que sembramos en las personas que nos escuchan. Como dice Proverbios 23:7 “Porque cuál es su pensamiento en su corazón, tal es él”. Lo que hacen las palabras que recibimos a lo largo de nuestra vida es marcar una concepción del universo, formar una línea de pensamiento en relación a los demás y a nosotros mismos, que con el paso del tiempo dan fruto.

Por ejemplo, cuando les decimos a nuestros hijos que son unos incapaces, es una semilla que sembramos en su mente y en su corazón, que crea en ellos una concepción de sí mismos de que son incapaces, y luego actúan como tales y en su forma de hablar reflejan ese pensamiento. Por el contrario, si sembramos en nuestros hijos la Palabra de Verdad, es decir, si declaramos sobre ellos lo que Dios dice que son en Cristo, estas palabras son semillas en su mente y corazón, que marcan en ellos su forma de pensar y fructifica en su forma de vivir y de hablar (Romanos 12:2). Recordemos que sin semilla no hay fruto.

Dios mismo es quien declara que le ha dado poder a nuestra boca. En Proverbios 18:21 dice: “La muerte y la vida están en poder de la lengua, y el que la ama comerá de sus frutos”. Depende de nosotros el uso que le demos. Vamos a revisar qué tipo de semillas hemos sembrado con nuestras palabras.

Semillas incorrectas 1. Palabras orgullosas, altaneras y arrogantes, hablan de las carencias de quien las dice. Al sembrar orgullo, arrogancia y altanería, la cosecha será rechazo, soledad y falta de lealtad. En 1 Samuel 2:3 dice: “No multipliquéis palabras de grandeza y altanería; cesen las palabras arrogantes de vuestra boca; porque el Dios de todo saber es el Señor, y a Él toca el pesar las acciones” 2. Murmuración. Hablar mal de alguien en su ausencia, denota cobardía. Al sembrar murmuración, la cosecha será desconfianza y división. En Juan 6:43 Jesús lo desaprueba: “Jesús respondió y les dijo: No murmuréis entre vosotros”.

3. Mentira y falso testimonio.

La mentira fue el arma que usó Satanás, padre de mentira, para provocar la caída del hombre, uno de los momentos de mayor dolor en el corazón de Dios, lo cual justifica que en Proverbios 6:19, hablando de las seis cosas que Dios aborrece, diga: “El testigo falso que habla mentiras, y el que siembra discordia entre hermanos”.

Al sembrar mentira y falso testimonio, la cosecha será pleito, duda, desconfianza y más mentira.

4. Callar lo que Dios te manda decir. Veamos el ejemplo de Moisés en Éxodo 4:10-14, “Entonces dijo Moisés a el Señor: ¡Ay, Señor! nunca he sido hombre de fácil palabra,

ni antes, ni desde que Tú hablas a tu siervo; porque soy tardo en el habla y torpe de lengua. Y el Señor le respondió: ¿Quién dio la boca al hombre? ¿o quién hizo al mudo y al sordo, al que ve y al ciego? ¿No soy yo el Señor?.

Ahora pues, ve, y yo estaré con tu boca, y te enseñaré lo que hayas de hablar. Y él dijo: ¡Ay, Señor! envía, te ruego, por medio del que debes enviar. Entonces el Señor se enojó contra Moisés…”

Por ello te invito a que sea nuestra oración, lo que dice en el Salmo 141:3: “Pon guarda a mi boca, oh el Señor; guarda la puerta de mis labios”.

Semillas correctas 1. Alabar y bendecir al Señor. En el Salmo 34:1 dice: “Bendeciré a el Señor en todo tiempo; Su alabanza estará de continuo en mi boca.”

2. Guardar la Palabra de Dios y estar listos para meditarla, compartirla y vivirla. Josué 1:8 dice: “Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien” 3. Hablar la palabra de Dios a nuestros hijos. Deuteronomio 6:6-7 dice: “Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes.”

4. Compartir el mensaje de salvación. Marcos 16:15 dice: “Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura”. ¡¡¡Esto es sembrar vida!!!

Debe de haber congruencia entre el corazón y la boca, ya que con el corazón se cree y con la boca se habla. Además de lo que abunda en el corazón habla la boca, si no hay congruencia, es hipocresía. El Salmo 62:4b dice: “Con su boca bendicen, pero maldicen en su corazón”.

Y en Santiago 3:9-10 dice: “Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios. De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así”.

Mateo 12:36-37 dice: “Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado”.

Tu confesión de fe te permite ser salvo Tus palabras pueden convertirse en tu peor prisión, sobre todo cuando con tus palabras rechazas la Salvación que Dios te ofrece en Su Hijo Jesucristo, de lo cual darás cuenta en el día del juicio. Son tus palabras las que te permiten ser salvo, por disposición divina. Romanos 10:10 dice: “Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación”. Si no confiesas a Jesús como tu Salvador y Señor, no alcanzas salvación, y esto es la peor prisión que puede existir. Proverbios 6:2 dice: “Te has enlazado con las palabras de tu boca, y has quedado preso en los dichos de tus labios”.

La mejor semilla es la palabra de Dios Cuidemos las semillas que sembramos con nuestras palabras. La mejor semilla es la Palabra de Dios, y debe de ser sembrada por medio de nuestras bocas y nuestras vidas.

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Hoy en el mundo ¡El temor no tiene cabida en el pueblo de Dios!

Por: Lissette de Archila

El miedo o temor es una de las armas más grandes de Satanás; ha sido usado para destruir vidas y para entorpecer la bendición de Dios para el creyente.

Usted puede controlar su miedo y Dios desea ayudarle a hacerlo.

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l temor es un sentimiento de inquietud y angustia que mueve a rechazar o a tratar de evitar las cosas que se consideran peligrosas, arriesgadas o capaces de hacer daño. Es la creencia o sospecha de que va a pasar o ha pasado algo malo o desagradable, aunque esto sea sólo producto de la imaginación.

El miedo o temor es enemigo de la fe Satanás ha usado esta arma toda nuestra vida para mantenernos cautivos. Demasiadas veces el temor a algo nos detiene de hacer las cosas que Dios nos pide, porque se vuelve una fuerza paralizante, como un obstáculo que no nos permite avanzar en los planes que Dios tiene para nosotros. Es frustrante que una persona anhele algo en su vida, pero se ve entorpecido por el miedo a dar un paso en la dirección para lograrlo. Por ejemplo, una persona que desee conocer otros países, pero se ve paralizado por su miedo a viajar en avión. Como alguien que desee ir a dar un paseo al campo, pero teme que un animal (mariposa, serpiente) o cualquier otro temor personal que tenga, le haga daño.

¿Por qué tememos entonces?

No hay una sola respuesta para esta pregunta. Tenemos el temor implantado en nuestra alma desde que nacemos. Somos personas atrapadas por las experiencias traumáticas de nuestra vida, y cada recuerdo de una situación difícil provoca el temor de volver a pasar dolor. Si fuimos abandonados o abusados de pequeños, al llegar a adultos seremos personas en el constante temor de que nos vuelvan a hacer daño. Cada temor que tenemos responde a una idea que nació en nuestra mente por alguna situación difícil.

Eso termina cuando que llegamos a Jesús. ¡El nos libró en la cruz de todos nuestros temores! Su Palabra está llena de promesas de liberación para nuestra vida. Nos promete pelear nuestras batallas, y guardarnos del mal.

El temor y espanto fueron puestos en la tierra para los enemigos de Dios y de su pueblo El libro de Josué cuenta sobre la fama que Dios tenía de ser la fuerza y el poder atrás del pueblo de Israel. Las historias de las grandes victorias de los israelitas se habían esparcido por toda la región, y los pueblos en Canaán tenían pavor de que se acercaran a ellos, porque era de conocimiento general que un Dios invisible y único hacía grandes proezas, y que Israel derribaba rotundamente a sus enemigos. Ellos entendían que Israel se amparaba en el nombre de ese Dios tan temible, y tenían miedo intenso de ser aniquilados por Él.

Dios le dijo a los israelitas:

“Hoy comenzaré a poner tu temor y tu espanto sobre los pueblos debajo de todo el cielo, los cuales oirán tu fama, y temblarán y se angustiarán delante de ti.”

Deuteronomio 2:25.

Nunca fue la intención de Dios que su pueblo sufriera de temor y espanto. ¡Era sólo para los enemigos de Dios! En otras palabras, son nuestros enemigos quienes deben temernos a nosotros. ¡Deben temer, porque somos protegidos por un Dios grande y temible, y quien nos haga daño tendrá que vérsela con Él! ¡Si tan sólo tomamos autoridad y levantamos el nombre de JESUS en medio de una situación de angustia y temor, el enemigo tiene que huir!

Pero seguimos en temor, porque no conocemos a Dios, porque no confiamos en Él, ni conocemos Sus promesas y Su amor. El amor perfecto de Dios destruye cualquier noción de peligro en nosotros. Pero para ser libres del temor, debemos creer.

“En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor.” 1 Juan 4:18.

Los cobardes no heredarán las promesas Cobardes son las personas que permiten que el miedo controle sus acciones. Si permitimos que el miedo nos controle, mostramos falta de confianza en el Señor.

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Jesús nos manda a confiar en Él ¡Él nos manda a confiar en Él! La falta de obediencia a Dios nos distrae del plan perfecto que tiene para nosotros. Por miedo, nos quedamos callados cuando debemos hablar; nos quedamos quietos en un lugar, cuando debemos avanzar.

Tristemente, si el miedo controla nuestras acciones, nuestra fe no es aprobada.

La Palabra de Dios es muy extensa en su opinión en contra del temor en un creyente. Cuando los discípulos de Jesús temieron por la tormenta en el mar, a pesar de que Él estaba con ellos, los reprendió, y los llamó hombres de poca fe. (Mt. 8:23-27).

También reprendió a Pedro cuando él caminó sobre el agua, pero se hundió en cuanto permitió que lo gobernara el miedo. (Mt. 14:28-31).

A continuación veamos un versículo muy interesante, en Apocalipsis 21:7-8 “El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo. Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.”

El versículo 8 hace una lista de aquellos que no entrarán al cielo. ¿Cuál es el punto número uno en la lista? ¡Los cobardes! Cobardes son las personas que permiten que el miedo controle sus acciones. ¡Es interesante que los cobardes son mencionados aún antes que los asesinos!

Es obvio que Dios no aprueba a un cobarde.

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Así que no se engañe a sí mismo el miedoso creyendo que Dios “entenderá” su debilidad, ni se conforme con la idea de que simplemente “no puede controlar su miedo”. Dios no acepta su negación a lidiar con su miedo. Él la condena. ¿Por qué? Porque Jesús pagó el precio de sus temores en la cruz. ¡¡¡Negarse a aceptar su obra al morir por Él es negarlo a El!!!

Tiene la capacidad para renunciar al temor natural y pone su esperanza en su creador. No teme a la muerte, porque sabe que si llegara a morir, sólo sería para estar una eternidad con Dios.

Todo lo puedo en Cristo que me fortalece

Dios quiere levantar un ejército de guerreros para hacer grandes proezas en estos últimos y difíciles días. ¿Quiere usted ser parte de ese ejército? Entonces tiene que aprender a controlar el miedo. Su confianza en Dios tiene que crecer más y más. ¿Por qué? Porque “las grandes proezas” ¡sólo se logran bajo las más difíciles circunstancias!

No en los tiempos buenos. No hay cabida para el temor en el pueblo de Dios.

Filipenses 4:13 ¡Esa es la actitud que Dios busca en Su pueblo! Que seamos valientes, esforzados y dispuestos a cumplir con el plan de nuestra vida, pase lo que pase, porque CRISTO está con nosotros. Un creyente sabe cómo vencer ante la tribulación, porque entiende que el enemigo no puede destruirlo.

Tiene su confianza puesta en Dios. ¡Hace de Él su refugio!

Usted puede controlar su miedo y Dios desea ayudarle Lo contrario de un cobarde es un valiente. Un valiente de Dios enfrenta gigantes, y sabe que no es su fuerza la que está empleando.

Sabe que el Dios de los Ejercitos está peleando por él.

Dios no nos ha dado un espíritu de temor, sino un espíritu de poder, de amor y de buen juicio

La próxima vez que sienta temor, enfréntelo con la fe. Diga en voz alta versículos bíblicos que hablan de la grandeza de Dios y de Su poder.

Entonces verá que recobra su ánimo, y al clamar la palabra de Dios en voz alta, activa la verdad que está contenida en esa palabra, y el temor desaparece. Dios nos dio el arma de la verdad, que es su Palabra. ¡Su reino está hecho para los que guardan la fe y le creen!

Espada de la palabra Jesús el mediador

Por: Armando Molina

Nuestro Señor ha hecho una obra maravillosa por Su pueblo. Nos conviene a nosotros, quienes somos sus hijos amados, conocer y experimentar la bendición de Su obra a nuestro favor.

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a forma en que la Biblia describe la obra de Jesús por los Suyos está llena de diferentes títulos, descripciones y facetas. Es una obra extensa y maravillosa y, asimismo, las palabras usadas para describirla tienen que ser palabras ricas y llenas de significado.

En este artículo tomaremos una de esas palabras y trataremos de extraer con mayor detalle la riqueza guardada en esta joya, específicamente la palabra “mediador”.

Un mediador es aquel que: - Interviene a favor de la parte más débil.

- Provee acceso a alguien quien, sino existiese ese mediador, no estaría disponible.

- Se identifica con las partes. Se hace uno con ellos y se pone en su lugar.

- Es el garante de un bien o logro, con su obra asegura los resultados que beneficiarán al necesitado.

- Hace las paces entre dos partes que están enemistadas.

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Jesús es el único mediador entre Dios y la humanidad Así nos lo enseña la Biblia en Hebreos y en 1ª Tim 2:5. Este mediador nos ha sido dado por Dios mismo. Esto significa que tu relación con Dios no la puedes basar en tus méritos, recursos o logros. Esa relación solamente la puedes ver a la luz de los méritos, recursos y logros de Jesús.

Tomemos varias citas del Nuevo Testamento. Pon atención en varias de ellas a la frase: “Por medio de” o “por Él” las cuales nos indican la presencia de un mediador en acción.

Hebreos 7:25 “Por eso puede también salvar perpetuamente a los que por Él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos.”

Jesús es el único capacitado para salvar. Su salvación es eterna, no temporal. Esa salvación está íntimamente ligada a la intercesión que aun ahora, estando sentado a la derecha del Padre, Él continúa haciendo por Su pueblo. Además, Su intercesión es constante, fiel y tiene un objetivo y resultado: la salvación de aquellos que se acercan a Dios por medio de Él. ¿Por qué camino quieres llegar a Dios? Ya Jesús lo dijo en el evangelio de Juan capitulo 14.

No existe otro camino que no sea Él. Esto, lamentablemente, también significa que hay intentos para acercarse a Dios por otros medios: esos otros medios pueden ser desde cosas materiales como el dinero (“si doy una ofrenda por tal cantidad, Dios me bendecirá”), mis buenas obras

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que creo que me pueden obtener la salvación o cualquier otro ser humano en quien yo creo que, si deposito mi confianza en él, me podrá abrir puertas con Dios o hacerlo escucharme.

Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo Colosenses 1:20 “Y por medio de Él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de Su cruz.”

La vida, muerte y resurrección de Jesús logran verdaderamente el objetivo de hacer la paz. El ser declarado justo y llegar a estar en paz con Dios no son el resultado de mis esfuerzos y trabajos. Es el resultado de la obra de alguien más, del mediador que Dios ha designado. Esto también significa que, si yo persisto en usar otros medios diferentes para acercarme a Dios, lo único que logro es que mi pecado siga formando una barrera de separación entre Dios y yo. El único designado por Dios para romper esa barrera y hacer la paz es Jesús.

Pero gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo Las bendiciones y misericordias que recibimos día a día, el perdón de los pecados, la provisión de nuestras necesidades, la victoria sobre todo enemigo, la perseverancia en las pruebas, todas estas cosas vienen a nosotros por la intervención a nuestro favor de este mediador.

¿Estás consciente de la diferencia de tratar de vencer en tus propias fuerzas, en contraste con simplemente participar de la misma victoria que Jesús ya ganó?

En quien tenemos seguridad y acceso con confianza por medio de la fe en Él Las personas importantes de la tierra por lo general no están accesibles a nosotros. Sin embargo, el rey del universo, el Dios todopoderoso nos abre una puerta amplia para llegar a Él.

Nos llama a acercarnos a Él sin temores ni complejos, pero al mismo tiempo nos dice cuál es el medio para poder acercarnos a Él de esa manera: la fe en Jesús. Si tú crees que no te puedes acercar a Dios, lo más probable es que estás tratando de acercarte a Él en tus propios términos y medios.

Colosenses 3:17 “Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de Él.”

Hebreos 13:15 “Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de Él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre.” ¿Alguna vez has sentido que no puedes hablarle o alabar a Dios? ¿Cuántas veces nuestra adoración se vuelve algo ritualista, sin sentido, sin participación de todo nuestro ser? ¿Cuántas veces la hemos sentido seca o vacía? El Señor nos recuerda, por este pasaje de Hebreos, que el sacrificio de alabanza que ofrecemos a Él no lo damos por nuestros propios medios.

Cuando recordamos esta verdad, la adoración se vuelve una adoración en Espíritu y Verdad. Ya no es un trabajo que hacemos para convencerlo de que se acerque a nosotros, sino es un reconocimiento de que ya Jesús nos ha acercado y nos ha abierto la puerta para estar en Su presencia.

Los milagros continúan

¡Yo he escuchado tu oración... y voy a sanarte!

Por: Lorena Farrach

“En Mayo del año 2012 me salió una pequeña ampolla en mi lengua,” --comienza a contarnos Vivi de Sálomon – “y dije: ¡Qué raro! Aunque no me preocupé mucho, se me ocurrió contárselo a un amigo dentista, quien me dijo que fuera con un patólogo bucal.”

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uego le conté también a un tío, y me llamó la atención que me recomendó que fuera al mismo patólogo bucal que me había dicho mi amigo dentista. Por lo que decidí pedir una cita y, como cosa extraordinaria, me la dieron para el día siguiente, así que en medio de mis citas de trabajo y en compañía de un pastor amigo y de mi asistente, pasé a mi cita del doctor, sin esperar nada fuera de lo común, pero en cuanto me revisó, me dijo: Señora, sin temor a equivocarme, esto es cáncer, por lo que necesito sacarle una biopsia.

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Los resultados de la biopsia Al día siguiente, los resultados de la biopsia mostraron que era un carcinoma en la lengua, y las palabras del doctor fueron: “Esto hay que operarlo no hoy, sino ayer...”

Así que a la semana siguiente, me operaron.

Un error en el tratamiento La operación, en sí, fue un éxito.

Me quitaron una tercera parte de la lengua. El siguiente paso consistía en que tenían que aplicar siete sesiones de radioterapia. En la primera sesión, el radiólogo me puso los catéteres en el cuello para hacerme una braquiterapia, en la que el tratamiento va directo del cuello a la lengua por la parte interna del cuerpo. Sin embargo, el radiólogo se equivocó al aplicar la dosis y me puso, en esa primera sesión, la dosis de las siete sesiones, lo cual provocó que me quemara la lengua. Cuando desperté de la anestesia, me sentía

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muy mal y, después, me otra pequeña minutos, pero 20 minutos.

como tres tenían que sesión de se tardaron

horas hacer cinco como

Comencé a sentir que no podía respirar y, cuando entró el técnico a chequearme, vio que tenía la presión a 180 sobre 100. Luego de estabilizarme, me dijeron que ya podía irme a mi casa a descansar. Justamente cuando estaba llegando a la casa, llamaron a mi esposo y le dijeron que por favor me regresara al hospital, pero como yo tenía un dolor tan intenso, les dije que no. Entonces, como a la hora, estaban en mi casa el técnico con sus asistentes para decirme que se habían equivocado con la dosis y que me pusieron en una sola sesión, la radiación que correspondía a las siete sesiones del tratamiento. Y ahí mismo, en mi casa, procedieron a quitarme los catéteres, sin anestesia ni nada. Por lo menos me sentí un poco mejor, pero el dolor no se me quitaba con nada y no podía comer por el dolor y el ardor.

Alternativas para corregir lo quemado Después de este grave error, los técnicos, junto con el doctor, comenzaron a buscar alternativas para corregir lo quemado de la lengua por la braquiterapia y decidieron recomendarme que hiciera 30 horas de terapia en el transcurso de tres meses en la cámara hiperbárica, que es una cápsula para regenerar células muertas; pero nada funcionaba y, como no podía comer, comencé a adelgazar, al punto que perdí 60 libras. Durante este tiempo, lo único que podía comer eran líquidos proteicos y leche de soya.

Por fin, en diciembre de ese año, el tratamiento de ozono comenzó a hacer efecto y pude comenzar a comer poco a poco, conforme la herida de la lengua comenzaba a cerrarse, pero el dolor de los nervios de la cara no cedía, pues con la braquiterapia también me había tocado los cinco nervios faciales y esto me producía fuertes dolores en la cara.

Luego me realizaron otra operación en la que me quitaron un pedazo de piel de la ingle para ponerlo en la lengua y, aunque me aplicaban morfina, seguía sintiendo un dolor insoportable al punto que, en un momento de la noche en el hospital, me encontraron las enfermeras como desmayada, pero gracias a Dios me restablecí. Poco tiempo después, una vez más se vio la mano de Dios en mi recuperación, pues un amigo doctor me llamó para recomendarme un médico que hacía terapia neural, que era un tratamiento nuevo de 10 sesiones y, a partir de la tercera sesión, sentí ya una gran diferencia en el nivel de dolor, hasta que desapareció totalmente.

Una recaída Algunos meses después de esto, cuando ya mi recuperación iba bastante avanzada, me volvió a salir una pequeña masa en la base de la lengua, que gracias a Dios no era maligna, pero por previsión tuvieron que volver a operarme y volver a pasar el proceso de sanidad, sin ninguna complicación.

La herida aún falta que cierre un poquito y hay algunos alimentos que aún no puedo comer, pero

estoy segura que quien comenzó la buena obra será fiel en terminarla, como dice en Filipenses 1:6 “Estoy seguro de que Dios, que comenzó a hacer Su buena obra en ustedes, la irá llevando a buen fin hasta el día en que Jesucristo regrese”.

Una parte muy importante que me ayudó a mantener el buen ánimo durante todo este proceso, -continúa comentando Vivi,- fue el apoyo de mi esposo, de mi familia, así como el de mi congregación, pues oraban y estaban pendientes de mí.

Una palabra de Dios Lo más importante fue que recibí una palabra de parte de Dios, que se encuentra en 2 de Reyes 20:5, que dice: “El Señor, el Dios de tu antepasado David, dice: Yo he escuchado tu oración y he visto tus lágrimas. Voy a sanarte, y dentro de tres días podrás ir al templo del Señor.

Esta palabra la recibí desde el principio y fue la que me sostuvo durante todo el proceso, pues le creí al Señor Su Palabra de sanidad para mi vida.

Dios estuvo conmigo en todo momento Lo que aprendí durante este proceso es que yo me sentía como intocable, es decir, que la enfermedad no llegaría a tocarme, pero el estar en medio de esta prueba y tener la certeza de que el Señor estaba conmigo, aún en la enfermedad, dándome la fuerza y la fe que necesitaba para cada día, me ha permitido conocerlo de una manera más personal y no sólo de oídas. Dios me ayudó a perdonar a los técnicos y me hizo entender que Él es soberano, que Él se hace fuerte en mi debilidad y que Él es mi rey y Señor. Y, aunque estuve a pasos de la muerte, Dios me dio Su gracia y Su fuerza y nunca dudé que Él estaba conmigo. Siempre tuve la certeza que Él me sanaría.“

1 Corintios 10:13 dice: “Y pueden ustedes confiar en Dios, que no los dejará sufrir pruebas más duras de lo que pueden soportar. Por el contrario, cuando llegue la prueba, Dios les dará también la manera de salir de ella, para que puedan soportarla”.

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Decisiones

“No temas… cree solamente”

Por: Cesar Castañeda

Hay momentos en donde tenemos que creer en Él y confiar en Su Palabra. Es donde debemos depender de nuestro Dios y caminar por fe.

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En cierta ocasión, Jesús fue solicitado por un jefe de una sinagoga, porque su hija estaba gravemente enferma. Jesús accedió a ir, y cuando iban de camino, fue “interrumpido” al ser tocado por una mujer, la cual quedó totalmente sana. En ese momento se le acercaron al jefe de la sinagoga y le dijeron que ya no molestara al Señor porque la niña había muerto, y es entonces cuando Jesús le dice con amor y firmeza las hermosas palabras: “No temas…cree solamente.”

Si tú estás en una situación donde no hay esperanza y ya hiciste tu último intento, si tú sientes que las cosas se salen de control y te das cuenta que no depende de ti la solución, o tal vez te sientes con temor o zozobra, en estos momentos necesitas saber que el Señor está a tu lado, conoce tu situación y, por muy difícil que parezca, hoy se acerca a tu vida y te dice: “No temas…cree solamente.”

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Creer viene de la palabra griega “pistis”, fe y significa (según el diccionario Strong) confiar en, tener fe en, estar plenamente convencido de, reconocer, depender de alguien.

Expresa dependencia y confianza personal que deviene en obediencia. El vocablo implica sometimiento a la voluntad de Dios.

Hay momentos en donde tenemos que creer en Él y confiar en Su Palabra. Es donde debemos depender de nuestro Dios y caminar por fe.

Creer cuando no hay salida Puede ser que te encuentres en una situación en donde no ves por ningún lado la salida, todas las puertas parecen cerradas y sientes que no hay solución.

Recuerda lo que le pasó a Marta, la hermana de Lázaro, que cuando su hermano estaba muerto, Jesús le dice estas palabras que calaron en el alma de Marta: “¿No te dije que si crees verás la gloria de Dios?”

Juan 11:40. Así que, aférrate al Señor y cree en Él, aunque no comprendas del todo la situación, o los resultados no son como esperabas, Dios te mostrará todo en Su tiempo, y verás Su gloria obrar en tu vida y en los que te rodean.

Creer cuando las circunstancias son adversas La Palabra de Dios nos narra una historia del rey Josafat que, en cierta ocasión, su pueblo estaba amenazado por sus enemigos y, ante el peligro inminente en que se encontraban, clamaron a Dios

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y Él les contestó a través de los profetas, que no tuvieran miedo ni se acobardaran al ver el ejército enemigo, porque la batalla no era de ellos sino del Señor. En 2 Crónicas 20:20, dijo así Josafat: “¡Confíen en el Señor, y serán librados! ¡Confíen en sus profetas y tendrán éxito!”

En algunas ocasiones hemos recibido una Palabra de Dios para nuestra situación. Además de discernirla y pedirle confirmación, debemos confiar que el Señor está contestando nuestra oración y, por consiguiente, debemos aferrarnos a esa Palabra hasta que veamos la gloria de Dios en nuestra vida. Así le pasó a Abraham que, a pesar de los años, se cumplió la promesa que Dios le dio. “Contra toda esperanza, Abraham creyó y esperó, y de este modo llegó a ser padre de muchas naciones, tal como se le había dicho: “Así de numerosa será tu descendencia”.

Romanos 4:18.

Creer cuando no podemos más Hay circunstancias en las que sentimos que las fuerzas no nos alcanzan y que la fe desfallece.

Es ahí cuando debemos recordar que es en nuestra debilidad donde se manifiesta la gracia del Señor (leer 2 Corintios 12:9). Cuando nosotros le rendimos de corazón nuestra situación y le damos el control, Él puede mostrar Su gracia, nos da las fuerzas que necesitamos y podemos ver que suceden cosas increíbles. Así que, si hoy ya no tienes fuerzas, ve al Señor y ríndele esa área a Él y te sorprenderá. Recuerda esto: “Él fortalece al cansado y acrecienta las fuerzas del débil. Aun los jóvenes se cansan, se fatigan, y los muchachos tropiezan

y caen; pero los que confían en el Señor renovarán sus fuerzas; volarán como las águilas: correrán y no se fatigarán, caminarán y no se cansarán.” Isaías 40:29-31.

Creer es confiar y caminar por fe Cuando un niño está comenzando a caminar, él debe confiar en sus papás para poder dar sus primeros pasos. Al principio titubea un poco, pero cuando se da cuenta que ellos están pendientes de él, entonces toma mayor confianza y camina más seguro. Así mismo, nosotros en nuestro caminar, debemos confiar en nuestro Padre celestial para caminar seguros en la vida. Cuando caminamos en una situación extraña o difícil, titubeamos, pero conforme tomamos confianza y nos aferramos a Su Palabra, caminamos cada vez más firmes. La Palabra de Dios nos dice: “Encomienda al Señor tu camino; confía en Él, y Él actuará” Salmo 37:5. De la misma manera como los padres le dan instrucciones al niño para que no tropiece, así mismo el Padre nos instruye: “El Señor dice: Yo te instruiré, yo te mostraré el camino que debes seguir; yo te daré consejos y velaré por ti.” Salmo 32:8. Por último, debemos recordar que nuestro caminar por la vida es por fe, aunque lo que veamos a nuestro alrededor no esté lo suficientemente claro, seguimos adelante teniendo fe en Dios: “Vivimos por fe, no por vista.”

2 Corintios 5:7.

Creer es esperar en Él En algunas ocasiones, Dios nos ha dado promesas y debemos esperar en Él para que se cumplan.

A veces pasan semanas, meses o años sin que éstas se cumplan, y el Señor sólo nos dice que esperemos y que se cumplirán.

El problema viene cuando no se cumplen y como vivimos en este sistema mundial donde todo debe ser rápido, porque si no, está mal, equivocadamente pensamos que así funcionan las cosas espirituales y nos desesperamos, nos frustramos o incluso podemos rendirnos y dejar de esperar. La Biblia nos narra la vida de Caleb, a quien Dios le da una promesa y pasaron cuarenta años para que se cumpliera. Caleb creyó en la Palabra que le dio el Señor a través de Moisés y esperó hasta que se llegara el tiempo y pudo tomar posesión de la tierra que Dios le había prometido. (Lee Josué 15).

Tal vez hoy te encuentras esperando en que se cumpla una promesa del Señor, tal vez no sean cuarenta años como en el caso de Caleb, pero confía en el Señor porque si le crees y esperas en Él, se cumplirá en Su perfecto tiempo.

“Quien en Ti pone su esperanza jamás será avergonzado.”

Salmo 25:3a.

“Esperamos confiados en el Señor; Él es nuestro socorro y nuestro escudo… Que tu gran amor, Señor, nos acompañe, tal como lo esperamos de ti.”

Salmo 33:20-22. Y, por último, te comparto un pasaje que me ayudó mucho cuando me encontraba estudiando en la universidad, hasta que vi cumplida una promesa del Señor: “Esforzaos, y aliéntese vuestro corazón, todos vosotros que esperáis en el Señor.” Salmo 31:24 (LBLA).

Creer me hace crecer en carácter Cuando yo decido creer, debo confiar que Dios está tratando con mi carácter. A veces cuesta creer por las circunstancias adversas, otras veces porque estoy esperando en Él, otras también porque tengo que perseverar en constante oración, etc. Lo importante es que Dios está obrando a través de cada situación para que madure en la fe, crezca en carácter siendo más comprensivo, paciente, amoroso, y que sea moldeado cada vez más, en ese hombre o esa mujer que Él quiere transformar.

Su objetivo es formar Su carácter progresivamente en cada uno de nosotros conforme a Su voluntad, hasta que lleguemos a ser cada vez más a la imagen de Su hijo Jesucristo. “De ese modo, todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del hijo de Dios, a una humanidad perfecta que se conforme a la plena estatura de Cristo.” Efesios 4:13. Además, debo recordar lo que el Apóstol Pablo les decía a los creyentes de Filipos: “sigo avanzando hacia la meta para ganar el premio que Dios ofrece mediante su llamamiento celestial en Cristo Jesús.” Filipenses 3:14.

Creer en alguien digno de confianza Por último, debo creer en Dios porque Él es digno de confianza, es fiel a Sus promesas y Él es el mismo y nunca cambia, ya que en Él no hay variación alguna. No solamente debemos creer por creer, sino que debemos creer en alguien que no sólo tiene el poder para resolver la situación, sino que nos conoce muy bien, y si le dejamos intervenir en nuestra vida, puede mostrarnos el amor que nos tiene al obrar Su propósito en cada uno de nosotros. Como le dijo el apóstol Pablo a su joven colaborador en una ocasión: “Por ese motivo padezco estos sufrimientos. Pero no me avergüenzo, porque sé en quién he creído, y estoy seguro de que tiene poder para guardar hasta aquel día lo que le he confiado.”

2 Timoteo 1:12.

Si tú nunca le has confiado tu vida al Señor, yo te invito a que le abras tú corazón, dejes todo pecado de incredulidad y maldad que has tenido hasta ahora, que te arrepientas y que le invites a que venga a dirigir tu vida, que le aceptes como único y suficiente Señor y Salvador. No temas… cree solamente en Aquel que ha demostrado que te ama al morir por nuestros pecados en una cruz, para así poder acercarnos al Padre, por ese maravilloso sacrificio.

De esa manera tu vida nunca será la misma y comenzarás un camino diferente, en el cual verás Su fidelidad y Su gloria a través de muchas situaciones y nunca serás defraudado.

“Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor, y crees en tu corazón que Dios lo levantó entre los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para ser justificado, pero con la boca se confiesa para ser salvo. Así dice la Escritura: Todo el que confíe en él no será jamás defraudado.” Romanos 10:9-11.

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Mujeres de proverbios ¿Por qué siempre tienes que tener la razón?

Por: Daniel Johnson

La pregunta de aquella adolescente insolente y rebelde a su frustrada abuela, dio vuelta en mi mente y me transportó a otras confrontaciones semejantes e igual de desagradables en mi propia vida, cuando, a través de los años, me han hecho la misma pregunta.

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n este caso, la abuela (una pariente) me compartió su frustración al no poderse ni relacionar, ni identificar, ni comunicar con su nieta. Éste puede ser un escenario frecuente en muchas familias hoy en día, incluso, y quizás especialmente, ¡en muchas familias cristianas!.

Antes de desestimar la pregunta, deberíamos aprovechar el momento para evaluarnos un poco; bajemos las defensas y posiblemente escucharemos la voz de Dios.

¿Esto se debe sólo a una diferencia generacional?

Si a ti te ha tocado escuchar esta pregunta dirigida a tu persona, es probable que hayas contestado alguna de las siguientes respuestas:

“Porque soy tu padre (madre).”

“Porque soy tu marido (esposa).”

“Porque soy el pastor.”

“Porque tengo más años (experiencia) que tú.”

“Porque es así.”

“Porque… ”(puedes completarlo como tu acostumbras contestar).

Lo único que hacen tales respuestas es abrir más la brecha, provocar más rebeldía o tirar más leña al fuego.

...o es porque ven algo en nosotros que no está bien Al analizarlo un poco, considero que si alguien nos está haciendo esta pregunta (independientemente de sus motivos, edad o estado espiritual) es porque han visto algo en nosotros que no está bien, es decir que, a los ojos de su sentido común, todavía falta algo en nuestra vida o carácter que no encaja bien con lo que decimos.

No concuerda. La pregunta en sí es una pregunta honesta, sincera, y que nace no sólo por disputar la información, estadísticas, data, etc. que damos, sino más bien, nace por la actitud con la cual trasmitimos tales conocimientos.

Sin darnos cuenta, corremos el riesgo de caer en la misma trampa de los judíos del tiempo del Apóstol Pablo, quien escribe en Romanos 10:2-3:

“Porque yo les doy testimonio de que tienen celo de Dios, pero no conforme a ciencia.

Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios.”

La justicia de Dios versus la nuestra Pablo ve claramente en su propio pueblo la misma actitud y mentalidad que lo caracterizaba a él antes de conocer a Cristo: tenía celo de Dios, pero no conforme a ciencia. Era intensamente religioso y a la vez, ignorante. Ignorante por lo menos al nivel de experiencias.

Lamentablemente, esto mismo es muy común entre nosotros como pueblo de Dios: celosos por Él, pretendiendo ser muy conocedores de Él pero, a la vez, con grandes lagunas en las áreas en donde el proceso del discipulado no nos ha tocado fondo todavía.

Tampoco es cuestión de simplemente excusarnos. Pablo sigue diciendo, “…ignorando la justicia de Dios…” Los que caímos en eso, lo hacemos por una razón que Pablo explica claramente: ignoramos o evitamos la misma justicia de Dios; una justicia que proclamamos con la boca. Si es así, lo único que nos queda es “procurar establecer la nuestra propia…”

De alguna forma tendremos que salir ‘justos’. ¿Porqué?

Porque “no nos hemos sujetado a la justicia de Dios.”¡Que fuerte!

Es más serio que simplemente excusarnos debido al carácter, la formación en el hogar, personalidad, etc. Se trata de rebeldía.

Una cosa es contender, “ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos” Judas 3; otra cosa es hacerlo con una actitud triunfalista, imponente y condenatoria. Se nos olvida fácilmente que al volvernos discípulos de Jesucristo, entramos a un proceso de por vida, en la vida de cada uno de nosotros. Su obra no termina nunca acá, hasta que Él venga de nuevo. Sólo en aquel entonces “seremos semejantes a Él, porque le veremos tal como Él es.”

1Juan 3:2.

Es bueno ser confrontado Si sirves en ministerio a ‘tiempo completo’ al hacer discípulos profesionalmente (o como vocación), que no se te olvide que tú también sigues en el proceso. De vez en cuando es bueno para nosotros equivocarnos y ser confrontados, para recordar de manera palpable que somos seres humanos, y no la verdad andante. Hay sólo uno que es la Verdad… la Vida… y el Camino. Y nosotros no lo somos.

Si no acudimos continuamente a la justicia de Dios (Cristo), estamos obligados a intentar establecer nuestra propia justicia.

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Alma mía, en Dios solamente reposa, Porque de Él es mi

esperanza

(Salmo 62:5)

Para los de nosotros con tendencias perfeccionistas (detallistas, o como quieras llamarlas) es una pregunta difícil de enfrentar. Pero, a la vez, es una prueba de la profundidad de nuestra honestidad y sinceridad delante del Señor y Su pueblo.

¿Eres tú uno a quien le han hecho esta pregunta?

Posiblemente aguantarías esta pregunta de un círculo muy reducido, pero fuera de él, tu fama es otra.

¿Es necesario que siempre tengamos la razón?

Argumentaría yo que no. Es más, creo yo que no sólo frente a nuestra familia deberíamos reconocer nuestras equivocaciones, sino frente a la iglesia, la vecindad, el trabajo y sí, también frente a los incrédulos.

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Una cosa es amar y ser comisionados a proclamar la Verdad (Jesucristo); otra cosa es siempre sentirnos que andamos en la verdad. “…reprende al sabio, y te amará. Instruye al sabio, y se hará más sabio; enseña al justo, y aumentará su saber.” Proverbios 9:8-9 El sabio reconoce sus errores y limitaciones.

¿Por qué siempre tienes que tener la razón?

Deja a la persona que hace esta pregunta a un lado y escucha la voz de Dios. Si Él te hace esta pregunta, ¿cómo lo contestarás?

De vez en cuando es bueno ser confrontado, para recordar que nos equivocamos y así pedir perdón.

Vida de alabanza Tus batallas en la alabanza y la alabanza en tus batallas

Por: Osberto Ruano

Quisiera empezar enfatizando que TODA la Biblia es la Palabra de Dios, y allí está plasmada Su voluntad.

H

ay una tendencia a tomar sólo aquellos versículos que convienen a los intereses de los lectores, según ellos mismos, haciendo a un lado aquellos que los confrontan con el pecado, o que simplemente los incomodan porque chocan con sus tradiciones.

Por ejemplo: Filipenses 4:13 “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”, es tan Palabra de Dios como el Salmo 149:3 “Alaben Su nombre con danza; con pandero y arpa a Él canten”.

Porque algunos atacan la alabanza He notado que la alabanza es una de las áreas más atacadas en los creyentes, y vamos a ver algunas razones que bloquean el crecimiento en esta área, tanto a nivel personal como congregacional:

1) Timidez, miedo al rechazo Gálatas 1:10 dice: “Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo”.

Veamos la alabanza de un varón conforme al corazón de Dios en 2 Samuel 6:15-16, 20-23 “Así David y toda la casa de Israel conducían el arca del Señor con júbilo y sonido de trompeta.

Cuando el arca del Señor llegó a la ciudad de David, aconteció que Mical hija de Saúl miró desde una ventana, y vio al rey David que saltaba y danzaba delante del Señor; y le menospreció en su corazón. Volvió luego David para bendecir su casa; y saliendo Mical a recibir a David, dijo: ¡Cuán honrado ha quedado hoy el rey de Israel, descubriéndose hoy delante de las criadas de sus siervos, como se descubre sin decoro un cualquiera!

Entonces David respondió a Mical: Fue delante del Señor, quien me eligió en preferencia a tu padre y a toda tu casa, para constituirme por príncipe sobre el pueblo del Señor, sobre Israel.

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Por tanto, danzaré delante del Señor. Y aun me haré más vil que esta vez, y seré bajo a tus ojos; pero seré honrado delante de las criadas de quienes has hablado.

Y Mical hija de Saúl nunca tuvo hijos hasta el día de su muerte”.

Era una forma muy expresiva de alabar a Dios, sin ninguna timidez.

Ahora bien, a quien juzga un mover genuino de alabanza a Dios, puede quedar estéril en áreas de su vida, al igual que Mical.

Pero observa que así como por burlarse de la expresión de júbilo de David quedó estéril, así fue la forma que Dios estableció para que fuera fértil nuevamente. Isaías 54:1 “Regocíjate, oh estéril, la que no daba a luz; levanta canción y da voces de júbilo, la que nunca estuvo de parto; porque más son los hijos de la desamparada que los de la casada, ha dicho el Señor”.

2) Falta de conocimiento a) De Dios, en primer lugar: a mayor conocimiento de Dios, tu alabanza será más fluida. Job 42:5 “De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven”. b) De lo que la Biblia dice en relación a la alabanza. Marcos 12:24 “Entonces respondiendo Jesús, les dijo: ¿No erráis por esto, porque ignoráis las Escrituras, y el poder de Dios?”

Acompáñame a un viaje por las Escrituras en relación a algunas formas de expresar tu alabanza al Señor: i. Cantos. Salmo 47:6:Cantad a Dios, cantad; cantad a nuestro Rey, cantad;

ii. Danzas. Salmo 149:3 “Alaben su nombre con danza; con pandero y arpa a Él canten”. iii. Saltando. Salmo 68:3 “Mas los justos se alegrarán; se gozarán delante de Dios, y saltarán de alegría”. iv. Manos alzadas. 1 Timoteo 2:8 “Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar, levantando manos santas, sin ira ni contienda.” v. Júbilo. Salmo 81:1 “Cantad con gozo a Dios, fortaleza nuestra; Al Dios de Jacob aclamad con júbilo.” vi. Aplaudiendo. Salmo 98:4 “Cantad alegres al Señor, toda la tierra; levantad la voz, y aplaudid, y cantad salmos.” vii. Instrumentos musicales. Salmo 81:2: “Entonad canción, y tañed el pandero, el arpa deliciosa y el salterio”. viii. Postrados y arrodillados.

Salmo 95:6 “Venid, adoremos y postrémonos; arrodillémonos delante de el Señor nuestro Hacedor.”

3) Satanás conoce el poder que Dios le dio a la alabanza y quiere bloquearla Jueces 1:1-2: “Aconteció después de la muerte de Josué, que los hijos de Israel consultaron al Señor, diciendo: ¿Quién de nosotros subirá primero a pelear contra los cananeos? Y el Señor respondió: Judá subirá; he aquí que yo he entregado la tierra en sus manos”. Entre todas las tribus de Israel, fue precisamente Judá, que significa alabanza, a quien Dios decide entregarle la tierra en sus manos.

Satanás sabe que si un creyente crece en el área de la alabanza, hay conquista en su alma y pierde poder y dominio sobre el territorio conquistado. Isaías 30:32 “Y cada golpe de la vara justiciera que asiente el Señor sobre él, será con panderos y con arpas; y en batalla tumultuosa peleará contra ellos”.

La estrategia de Dios 2 Crónicas 20:21-22 “Y habido consejo con el pueblo, puso a algunos que cantasen y alabasen al Señor, vestidos de ornamentos sagrados, mientras salía la gente armada, y que dijesen: Glorificad al Señor, porque Su misericordia es para siempre. Y cuando comenzaron a entonar cantos de alabanza, el Señor puso contra los hijos de Amón, de Moab, y del monte de Seir, las emboscadas de ellos mismos que venían contra Judá, y se mataron los unos a los otros”.

En primer lugar, hay batalla, y la estrategia de Dios es que Su pueblo crea en Su plan, y es que le canten y le alaben, vestidos de ornamentos sagrados, es decir,

puestas las vestiduras de santidad, y el Señor daría la victoria al pueblo sin que éste tuviera que pelear.

Una victoria, sin siquiera enfocarte en el enemigo, sino en Dios, qué glorioso triunfar así, ¿no crees?

Me llama la atención la palabra “cuando”, Dios estaba esperando que sucediera algo para poner las emboscadas a los enemigos: que comenzaran a entonar cantos de alabanza.

En todo tiempo ama el amigo,Y es como un

hermano

en tiempo de angustia.

Enfócate en Dios Si los alabadores hubieran dicho: la guitarra no suena bien, bájale un poquito al teclado, no oigo mi voz, etc., el enemigo hubiera seguido avanzando y los hubiera atacado. Hay batallas en tu alma, en las cuales la estrategia de Dios es darte la victoria por medio de la alabanza.

(Proverbios 17:17)

Despojémonos de nuestros criterios y optemos por obedecer al Espíritu Santo y a la Palabra de Dios, y alabémosle de la única manera correcta: ¡¡¡La manera de Dios!!!

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Entretenimiento ¿Quién fue el que hizo esto?

Prueba tu conocimiento de las Escrituras, contestando las siguientes preguntas. Subraya la que consideres que es la respuesta correcta:

Dirigió un ejército de 300 hombres para vencer a todo un ejército de madianitas, con sólo ollas de barro y una trompeta. a) Sansón b) Gedeón c) David d)Josué Era hijo del rey, pero trató de matar a su padre y quitarle el trono, apoyado por un ejército de mercenarios.

a) Rubén b) Jeremías c) Absalón d) Micaías Hijo de Saúl, y el mejor amigo de David. Salvó la vida de David advirtiéndole a tiempo sobre los planes de su padre para asesinarlo. a) Isacar b) José c) Abdías d) Jonatán Profeta del Reino de Israel. Dios le mandó a casarse con una prostituta y a rescatarla, a pesar de su adulterio, como figura de la relación de Dios con Israel. a) Oseas b) Isaías c) Amós d) Malaquías Nuera de Judá, hijo de Jacob. El hijo de Judá no le dio descendencia, por lo que se disfrazó de prostituta para dormir con su suegro, a fin de tener una descendencia para él.

a) Esther b) Noemí c) Tamar d) Débora Fue la esposa del rey Acab de Israel. Era maliciosa, dominante e idólatra. Provocó que su esposo llevara al pueblo al culto al dios Baal, entre otros males. a) Atalía b) Judith c) Rahab d) Jezabel Rey de Babilonia. Sitió Jerusalén por tres años hasta que finalmente la conquistó, destruyó el templo y la ciudad. Se llevó cautivo al pueblo de Judá a su tierra.

a) Zambalat b) Nabucodonosor c) Remalías d) Atajerjes Apóstol de Jesús. Era cobrador de impuestos antes de ser llamado para seguir al Señor como discípulo.

a) Pedro b) Judas c) Jacobo d) Mateo Fue un hombre adinerado que obsequió su tumba para enterrar allí el cuerpo de Jesús.

a) José de Arimatea b) Zaqueo c)Nicodemo d) Cornelio Era un rico fariseo y maestro en Israel, que tuvo una profunda conversación con Jesús de noche. Jesús le enseñó lo que era nacer de nuevo.

a) Marcos b) Bartimeo c) Caifás d) Nicodemo

RESPUESTAS: 1. b, 2. c , 3.d, 4.a, 5.c, 6.d, 7.b, 8.d, 9.a, 10.d.

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