SADA y el BOMBÓN OCT NOV 2014
AÑO 4 #24
revista independiente de cultura urbana en el centro de México
12 «Qué bueno que eres animador, ellos siempre se la pasan muy bien en los hoteles»
39 «Los museos del presente como una colección de pensamientos en constante actualización»
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«Veo la primera edición de Sada y el bombón y veo inocencia. Veo la última y puedo imaginar su futuro»
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En esta revista ofrecimos cada edición espacios publicitarios para difundir productos o servicios relevantes para nuestros lectores: tiendas de diseño, festivales culturales, convocatorias artísticas, restaurantes y marcas. En cierta forma, cada patrocinador es una extensión de la revista; los eventos a los que asistimos, los destinos que visitamos, los tenis que compramos. Sada y el bombón es un proyecto editorial gratuito, impreso cada año con la ayuda de nuestros patrocinadores. Gracias a todos los que se anunciaron en esta sección especial o directamente con un anuncio publicitario.
En Querétaro: Universidad esquina Bernardo Quintana • (442) 213 5974 En León: Paseos del Moral 330, local 8 • (477) 717 6364
Con más de 15 años dedicados al desarrollo, la comercialización y la difusión del diseño de objetos, muebles, accesorios y espacios interiores para casa y oficina, Espacios exhibe y comercializa los clásicos y las últimas tendencias de las mejores marcas nacionales e internacionales.
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Fundada en 2011, la Compañía Cervecera Hércules produce cerveza artesanal de gran calidad y frescura, ofreciendo cinco cervezas auténticas, con personalidad, elaboradas en una antigua fábrica de textiles en el barrio de Hércules, Querétaro.
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Un espacio dedicado a la difusión del diseño en todas sus disciplinas. CGN es una galería con exposiciones nacionales e internacionales, talleres, ciclos de proyecciones y convocatorias especiales para promover el diseño regional en distintas ferias de diseño y arte.
La última y nos damos Tras publicar 24 ediciones, hemos decidido decir: «ahorita volvemos, vamos por cigarros». En mayo de 2010 comenzamos a discutir la idea de publicar una revista que hablara sobre el estilo de vida en las ciudades del Bajío. En diciembre de ese mismo año salió el primer número de Sada y el bombón. Después de cuatro años, 24 ediciones, ocho suplementos especiales, más de 500 artículos y dos rediseños editoriales, la revista –ay, cómo decirlo– entregó la herramienta. Dobló la esquina. Se nos fue. Sada y el bombón estiró la chalupa. «No llore comadre, el compadre sabe lo que hace». Y es que todo pasa. Hasta la ciruela pasa. Editamos esta revista porque fue la mejor forma que encontramos para abarcar y comprender y de veras sentir el paso del tiempo. Con Sada y el bombón tratamos de entender, interpretar e integrar la cultura urbana que vivimos en el Bajío. Una revista es una especie de testimonio; a la larga, un vestigio. Editar es, pues, comprender para conversar. En la edición impresa y en la web propusimos distintas conversaciones alrededor de nuestra urbanidad. Algunas, como las que trataban sobre el tema del transporte y la movilidad en las ciudades, por ejemplo, obtuvieron cierta resonancia entre nuestros lectores. Publicamos varios artículos contra la cultura automotriz, contra el valet parking, contra la idea provinciana de vivir —¡for pavor!— en el siglo pasado; artículos a favor del transporte colectivo, el peatón, la bicicleta, la calle, el diálogo con los vecinos. Publicamos incluso un suplemento especial que elogiaba esos dos verbos que para nosotros son centrales: pasear y conversar. «Estamos hechos de pasos y palabras», escribimos por ahí.
Escribimos muchas cosas, y tratamos de presentarlas de la forma más clara y sencilla posible. La revista fue muchas veces reconocida por su diseño editorial. Y diseñar, a n de cuentas, se trata de eso: de facilitar la lectura. Entre cientos de revistas socialité que se dedican a imprimir el Facebook local, nosotros quisimos una que se leyera. Y más: que se discutiera. En algunos momentos, en ciertos artículos, lo conseguimos. Otras veces solamente compartimos hallazgos. Los reunimos, los mezclamos. Publicamos textos — tanto en web como en la edición impresa— que nos parecían interesantes, conmovedores o graciosos. Tuvimos así decenas de colaboradores. Por ejemplo, compartimos un gran cuento de Gonçalo M. Tavares, una simpatiquísima columna mundialista de Daniel Saldaña París y varios textos de nuestra colaboradora más asidua: Julieta Díaz Barrón. Editar: leer en compañía. Y escribir también en compañía. Sobre todo de los lectores. En estos cuatro años, no nos importó tanto lo que nosotros escribimos, sino lo que el otro leyó, pues lo que el otro leyó es en realidad lo que escribimos. En estas 24 ediciones de Sada y el bombón nos llenamos de palabras, diseños, ideas, conversaciones: formas de relacionarnos con el mundo. Ahora, cual señor que sale por cigarros y nomás no regresa a casa —aunque en cualquier momento puede volver, y ese es justo el temor—, nos vamos. Muchas gracias por la atención dispensada —o como se diga— a lo largo de todas estas páginas. Fuímonos. El último que apague la luz.
Completa tu colección En cuatro años distribuimos miles de revistas en el Bajío. Algunas terminaron en el revistero del baño, otras se inundaron, pero muchas —la mayoría— terminaron en las colecciones privadas de nuestros lectores. ¿Te faltó algún número? ¿Quieres leer la primera edición de la revista? Escríbenos a hola@sadabombon.com, dinos cuál te falta, nosotros la rastrearemos en nuestro archivo (léase como el clóset del bombón).
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Contacto
Mauricio Sánchez Coordinación ejecutiva Luis Bernal Redacción y edición Jacobo Zanella Dirección de Arte Denisse Piña Diseño Daniel Bravo Ilustración Julia Perales Suscripciones y distribución
Pocas cosas tan emocionantes y satisfactorias como escuchar o leer a nuestros lectores. Escríbenos a hola@sadabombon.com, háblanos de tuit @SadaBombon o por teléfono al (442) 166 5066
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R Esta revista es un proyecto de Sé, taller de ideas.
Suplemento literario Completando nuestra dupla de suplementos anuales, esta edición otoñal extiende la lectura con nuestro ya clásico suplemento literario: una colección de textos alrededor del cine, lo que vemos en la oscuridad de una sala de cine, las películas que revisitamos a lo largo de nuestras vidas y la cineteca personal. Antes hablamos de la biblioteca personal, el caminante y los ruidos urbanos; este año, como completando lo que más nos gusta hacer (ya leímos, caminamos y escuchamos), nuestros colaboradores escriben sobre el placer cinéfilo y el celuloide. Luces, cámara, ¡acción!
«Aré en el mar y edifiqué en el viento», dijo Bolívar. A veces editar una revista es así.
Portada: Se va, se fue. Fotografía de Jacobo Zanella.
¿Dónde se distribuye? Se imprimen 5 mil ejemplares que se reparten en estos establecimientos: Querétaro. Librerías: Fondo de Cultura Económica, El Sótano, Nuevos Horizontes (Urban Center), El Faro de Alejandría, Librería Universitaria UAQ. Escuelas: Escuela de Diseño y Arquitectura del Tec de Monterrey, Escuela Activa de Fotografía, UVM, Anáhuac, UCO, Geociencias UNAM. Galerías, museos y centros culturales: Casa Gutiérrez Nájera, Museo de la Ciudad, Galería Libertad, Centro Cultural Gómez Morín, La Fábrica. Restaurantes y cafeterías: Monosabio, Cibbo Jardines de la Hacienda, Río Quintana, Hank’s New Orleans Café, Josecho, Crepería
Sada y el bombón —Año 4 #24 octubre + noviembre 2014— es una publicación bimestral editada por Sé, taller de ideas SA de CV. Guerrero Sur 34, Centro, 76000 Querétaro QRO. Tel (442) 166 5066 sadabombon.com hola@sadabombon.com. Editor responsable: José Mauricio Sánchez Ruiz. Número de certificado de reserva de derechos al uso exclusivo otorgado por el Instituto Nacional del Derecho de Autor: 04-2013-120510433300-102. ISSN 2007-5863. Número de Certificado de Licitud de Título y Contenido otorgado por la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación: 15384. Impresa en Metrocolor México SA de CV: Av. Rafael Sesma 17, Parque Industrial nsa, 76240 El Marqués QRO. Distribuida por Mensajería Barradas: Alberto de Sarzana 130, Fundadores III, 76117 Querétaro QRO. Este número se terminó de imprimir el 5 de octubre de 2014 con un tiraje de 5,000 ejemplares. La difusión de los productos y servicios es libre, gratuita y evaluada bimestralmente por el H. Consejo Editorial de acuerdo con criterios temáticos y en la pertinencia de su contexto. Nos reservamos el derecho de selección. Las promociones, los contenidos, textos, fotografías y demás imágenes de los anuncios publicitarios son responsabilidad de los anunciantes; Sada y el bombón no se hace responsable de la publicidad anunciada ni de su información. Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta publicación –incluyendo esto que estás leyendo– puede ser reproducida, transmitida o vilmente plagiada por ningún medio sin la autorización escrita de Sada y el bombón. Una cosa es el valor y otra el precio: Sada y el bombón vale, pero no cuesta, por lo tanto, queda prohibido venderla a cualquier precio.
Villemont Álamos, Porto Buzios Juriquilla, Il Duomo, Oriental Grill, Oriental Wok, Argentilia, El 9 Bernardo Quintana y Jardines de la Hacienda, Mara & Co, Kong Local Eatery, Alda Café Bernardo Quintana, El Arcángel, Marrón Café, Moser Café Kultur, La Organización, Cócono, Pastelería Zürich, 5DMayo Experimental, La Vieja Varsovia, La Central, Café Breton, Drakos, Die Galerie, Semarrón, Peace & Love Cafetería. Bares: La Grupa, Zeppelin, Gracias a Dios. Otros: La Nacional 21, O2, Artisti Italiani, Club Campestre, Suite Hair Room, Tienda Espacios, BMW, Mercedes Benz, Audi, Viajes Mundo Joven, Club Regency Jurica, Gallina Verde, Panartería, Kuku Rukú Hotel, Shop Suey, Hotel MO17,
Sport City, Bondin!, Riel Store. San Miguel de Allende. Restaurantes y cafeterías: Hank’s New Orleans Café, Mamma Mía, El Tomato, La Mesa Grande, Gelato Dolce. Otros: Oficina de Turismo, Fábrica La Aurora, Ave María Boutique. Df. Rosetta, Pirwi, Contrastes, Vértigo, Mob, Casa del Libro, Lilit, El Modo, Parada 54. Celaya. Restaurante California, Le Petit Bistro, Bora Bora, Grotto, Librería Tercer Milenio, Baudín Wine House, Andariega Café, San Telmo. León. Museo Universidad La Salle, Tienda Espacios, Corazón de Pan, Galería Jesús Gallardo, Fondo de Cultura Económica, Café Prani, Escuela Activa de Fotografía, Du Blè Bistro Restaurante.
¿Ya nos extrañas? Combate el duelo, escríbenos a hola@sadabombon.com con tus impresiones sobre esta ¿última? edición.
Edición 24 octubre-noviembrE / 2014
S S ug e r e n c i a s. 12 El evento: El CutOut Fest, un vistazo al Festival Internacional de Arte y Animación Digital en Querétaro. 16 Cartelera local. 17 Recomendaciones.
R r ep o rtaje s. 22 Viajes y paseos: Ruta de monasterios, un recorrido por los monasterios del siglo XVI alrededor del Popocatépetl. 28 Panorama: Fábrica de alimentos, sobre los caminos de producción: qué comemos y de dónde viene. 34 Versus: Perros vs. gatos, duelo de animales domésticos. 36 Propuestas: Líos de sommelier, cómo devolver un vino en cuatro pasos. 39 Top 5: Museos y galerías, espacios de arte contemporáneo y exhibición en el Bajío. 46 Medios y entretenimiento: El coleccionismo, sobre los objetostótem y el inventario personal.
C 201 0-2 0 1 4 . 56 Historias y urbanidades, sobre el proyecto editorial. 57 El archivo del bombón, un recuento de contenidos. 58 La revista en números. 60 Los artículos más leídos. 6 1 La edición representativa. 62 Sada y el bombón, una reflexión final, por Jacobo Zanella. 64 Agradecimientos.
El c e R e a rt e v e n t co le o me ra nd lo ac ca io l ne s
Será el (poco) frío que nos acurruca en el Netflix o la ventisca de festivales, pero octubre y noviembre son dos grandes meses para andar de cinéfilos. Este bimestre subrayamos una memorable celebración de la pantalla grande: la séptima edición del CutOut Fest, el festival de arte y animación digital más importante de México y uno de nuestros consentidos por la turbulencia de cortometrajes, exposiciones y fiestas que se filtran en la ciudad. A modo de despedida, recapitulamos con las mejores recomendaciones que hemos hecho a lo largo de estos cuatro años —y vaya que recomendamos cosas—, como las mejores cocinas que visita este equipo editorial y la música que escuchamos mientras escribíamos esta edición.
el evento
Visual de Flaminguettes. Fotografías del archivo de CutOut Fest.
El CutOut Fest Un vistazo al Festival Internacional de Arte y Animación Digital en Querétaro. Al CutOut Fest lo conocimos en el 2009, cuando Steve Jobs presentaba el iPhone 3GS, la Academia premiaba a Up como Mejor Película de Animación y a un amigo le dijeron: «Qué bueno que eres animador, ellos siempre se la pasan muy bien en los hoteles» cuando sus tías supieron que estudiaba LAD. En una época donde la animación era más o menos un misterio, Querétaro celebró la primera fiesta del arte digital en México. Desde entonces nos la pasamos bomba entre tantas proyecciones y cervezas. Sobra decirlo pero ahí va: la sexta edición promete mucho para este otoño. A continuación examinamos al CutOut Fest de adentro hacia afuera: uno de sus más asiduos colaboradores escribe sobre la experiencia desde el interior y rematamos con los imprescindibles del programa 2014.
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Yo y el CutOut Fest —por Mariela Patiño
Visual de Biophilia Live.
Instalación de Cocolab.
La pachanga animada.
No sé si fue coincidencia o todo estuvo planeado, pero justo me encontraba en clase de animación, por ahí del 2008, cuando un extraño entró al salón. No mostré mucho interés hasta que uno de mis compañeros me interrumpió y dijo: «Se ve que ese cuate es igual de rarito que tú». Levanté la mirada y vi a un chico alto de lentes que vestía camisa a cuadros. Era Ulises Santamaría, el director de Medios de un nuevo festival de animación llamado CutOut Fest. Andaba buscando estudiantes que cubrieran el evento. Lejos de la animación, pues aún sabía muy poco al respecto, el CutOut Fest me atrapó porque sonaba diferente, lejos de los eventos que se producían en la ciudad y más cerca de las propuestas del D.F. Aunque la web solo tenía unos cuantos archivos en PDF sobre el festival (como la convocatoria para voluntarios y los artistas que serían parte del programa), todo el proyecto tenía una imagen poderosa que rescataba al View-Master para construir el concepto de «nuevas formas de ver». Según recuerdo, las actividades que podías realizar como voluntario del área de Comunicación eran fotografía, detrás de cámaras, vox populi y entrevistas. Como no tenía tanta experiencia con el manejo de la cámara y mis aptitudes sociales —como bien dijo mi compañero, a veces era «rara»—, elegí encargarme de las entrevistas. Las primeras reuniones del equipo de Medios ocurrieron mientras yo servía café en un restaurante. Preparé los guiones de las entrevistas que me tocaban cubrir y empecé a sentir que podía hacer un buen trabajo. Luego llegó el primer día del festival y fui devorada por un hoyo negro que me arrojó a una dimensión desconocida, un mar de extraños de distintas partes de México y el mundo, yendo y viniendo en todas direcciones, hablando en múltiples idiomas y acentos sobre temas tan ajenos a mí. Por lo menos durante algunos minutos logré alejarme del caos y encontré refugio en la sala de proyecciones del Cine-Teatro Rosalío Solano, hasta que las luces se apagaron y en la pantalla surgió una ráfaga de colores, texturas, personajes y sonidos que me transportaron a un mundo ácido que deseé jamás abandonar. Luego de varias horas de autosometerme a una especie de método Ludovico, me
El evento
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di cuenta de todo el trabajo que requería una animación, las horas invertidas, el desarrollo de ideas y la magnitud creativa. Estaba rodeada de talento y había descubierto que el CutOut Fest no era ese pequeño evento con cortos «bonitos» que yo imaginé, sino un gran monstruo lanzando bombas de creatividad e innovación sobre los edificios barrocos de Querétaro. Entonces dudé de mi guión de preguntas y pensé en huir, pero cuando salí del trance las luces de una cámara me apuntaban, y Lorenzo Fonda, un reconocido director de animación y arte digital, se encontraba a mi lado. Reuní el poco valor que me quedaba, el camarógrafo me dio la señal comencé a entrevistarlo. Lorenzo y el equipo del festival lo negaron, pero estoy segura de que fue una de las peores entrevistas que habían visto. Aún así, me hicieron sentir feliz y confiada de haberlo intentado, Lorenzo hasta hizo un pequeño dibujo sobre la hoja en donde estaba impreso el guión que había preparado. Después de tres intensos días en los que puse a prueba mis capacidades humanas y profesionales, el festival terminó. Mis emociones estaban deshechas, mis sentidos trastornados y en la ciudad ya no se respiraba el mismo aire. Observé a mi alrededor y sentí la felicidad de vivir ese momento, rodeada de nuevos amigos mientras bailaba al ritmo de las luces. Entonces pensé que estar ahí era como estar dentro del View-Master y que todos éramos como un engranaje que, en conjunto, era capaz de cambiar la imagen para ir hacia otra realidad; como un visor filtrando nuestra panorama con stop motion, ilustraciones y secuencias digitales. Lejos de ser un festival de animación y arte digital, el CutOut Fest es una celebración a la creatividad y las nuevas propuestas, un lugar donde uno tiene la oportunidad de aprender, conectar con gente nueva, compartir una cerveza con algunos de sus ídolos y descubrir su propio talento —o al menos sentarse en una butaca y descubrir lo que significa el arte digital. Hace seis años me enamoré del festival y desde entonces es uno de esos romances adictivos que simplemente no puedo dejar. Cada vez que intento escapar me sorprende y envuelve con algo nuevo. Es una experiencia que le dio luz a mi carrera profesional y, de paso, me enseñó a pensar y sentir con la imaginación.
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El line-up 2014 Si algo define al CutOut Fest es su multiplicidad. En un lapso de tres horas puede haber una proyección especial de cortometrajes en el Cine-Teatro Rosalío Solano, dos conferencias magistrales y una instalación artística en alguna plaza del centro histórico. Además de las estas y la selección ocial, he aquí los invitados imprescindibles de este año:
Gary Baseman
(garybaseman.com)
Un peso pesado del pop surrealista contemporáneo. Su trabajo se expande más allá de la ilustración: art toys, juegos de mesa, colaboraciones con marcas de lujo y hasta una serie animada de Disney (Teacher’s Pet).
¿Qué hacer en Querétaro? GMUNK
(gmunk.com)
GMUNK se dedica a los motion graphics (animaciones digitales con efectos gráficos multimedia). Han hecho comerciales, intros y secuencias para clientes como FOX, HBO, SONY, Adidas, Nickelodeon, Marlboro y las películas de TRON y Terminator 3.
Pixar
(pixar.com)
Para el mundo de la animación, Pixar es como el Vaticano de los católicos. Con 27 premios Óscar, este año el estudio californiano impartirá una conferencia magistral sobre sus proyectos animados como Buscando a Nemo, Monster Inc., Toy Story, WALL-E y Cars.
COCOLA B
(cocolab.mx)
Una red mexicana de colaboradores especializados en ambientes inmersivos, espectáculos e instalaciones interactivas. Entre sus proyectos destaca el mapping sobre monumentos de Puebla y la colaboración con Pedro Reyes para su exposición DISARM.
Las proyecciones especiales Comos es costumbre, el CutOut Fest trae tres funciones imperdibles: la cinta brasileña The Boy and the World, la producción en stop motion de O Apóstolo y el Biophilia Live de Björk con la experiencia multisensorial de su último tour.
El CutOut Fest es un festival urbano, disperso en los museos, galerías, cines y teatros de Querétaro. Lo que más disfrutamos en cada una de sus ediciones es la forma en que la pantalla se traspasa a la ciudad: podemos estar observando a un artista intervenir un muro del centro o tomar un mezcal con alguno de los ponentes entre estrenos y proyecciones. El festival también es un pretexto para revisitar la ciudad y sus atractivos culturales: asistir a la inauguración de otras exposiciones en el Museo de la Ciudad, encontrarse con la temporada otoñal de la Galería Libertad, tomarse unas cervezas de la fábrica El Hércules, zapatear un rato en Gracias a Dios, disfrutar de una cena en 5DMAYO o hasta volver a ser turista en el patio de San Agustín. Por algunos días de noviembre, la ciudad se anima de más. ¿Cuándo? La sexta edición del festival se celebrará del 13 al 16 de noviembre en la ciudad de Querétaro. Para más información sobre el programa, las sedes y las fiestas, entra a cutoutfest.com.
El evento
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cartelera local
Festival Internacional Cervantino Del 8 al 26 de octubre Guanajuato festivalcervantino.gob.mx
Festival Internacional de Cine de Morelia Del 17 al 26 de octubre Morelia moreliafilmfest.com Illustrators Deathmatch Del 16 al 18 de octubre Teatro Alameda Querétaro El año de Ricardo de Angélica Liddell Del 6 al 30 de noviembre Foro experimental de La Fábrica Querétaro Festival Internacional del Globo Del 14 al 17 de noviembre Parque Ecológico Metropolitano de León Festival Internacional de Cine Independiente de Pozos Del 28 al 30 de noviembre Mineral de Pozos msilente.wix.com/ficipmx
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Festival Internacional del Libro de Guadalajara Del 29 de noviembre al 7 de diciembre Guadalajara www.fil.com.mx
Nuestras sugerencias para octubre y noviembre de 2014.
Escena urbana
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recomendaciones ¿quÉ leer?
¿quÉ escuchar?
Nuestras ediciones El playlist anteriores. del bombón. Cuatro años han sido un largo Nuestro Director de Arte, recorrido. Nuestros lectores más el DJ no oficial de la oficina, recientes no lo sabrán pero antes se armó un playlist con tuvimos una sección de entrevistas toda la música que hemos (una vez hablamos con un buzo recomendado por acá: urbano) y cerrábamos cada edición bit.ly/radiobombon. Y si con hablando de las cosas en peligro de eso no basta, siempre están extinción (como el pudor o el refresco los mixtapes del buen Moskar, de grosella). Pero no os preocupéis, nuestro DJ oficial: acá pueden leer todas esas historias: soundcloud.com/moskar. issuu.com/sadabombon. Zapateo asegurado.
¿quÉ ver?
Nuestros documentales favoritos. Hablando de cine, tenemos una debilidad por Woody Allen y los documentales. Normalmente nos oirán en alguna sobremesa recomendando todo lo de Werner Herzog. Acá los que más disfrutamos (de Herzog y otros directores) y los que nos gustaría que se hicieran: sadabombon.com/ documentales_favoritos.
¿ q ué VISITAR ?
¿ q ué c o m p r a r ?
¿ q ué c o m e r ?
15 experiencias en el centro de México. Viajamos a Texas, bailamos samba en Río de Janeiro, tomamos vino en el Valle de Guadalupe y hasta celebramos el Día de la Candelaria en Tlacotalpan. Pero aún con todo el camino andado, siempre volvimos al Bajío. Acá 15 experiencias imperdibles, desde un tour fotográfico en Mineral de Pozos hasta un salto al vacío en Celaya: sadabombon.com/ 15-experiencias.
El libro Vinos & viñedos del centro de México. Después de hacer nuestro primer suplemento especial sobre el vino regional, nos rascamos tanto esa comezón que en el 2012 editamos el primer libro sobre la cultura del vino en Querétaro, Guanajuato y Aguascalientes. Pecando con la autopromoción (porque de veras que nos quedó chulo), acá lo pueden pedir en nuestra tienda en línea: vinosdelcentro. com/compra.
Cocinas queretanas. Va una confesión glotona: este grupo de redactores, editores y diseñadores puede pasar más de una hora discutiendo sobre la oferta gastronómica de la ciudad. Quizás por eso la mitad carga a todos lados con la sal de uvas y las gotitas digestivas. ¿A dónde vamos cuando comemos (tragamos)? He aquí las mejores cocinas queretanas avaladas por nuestros paladares: sadabombon.com/cocinasqueretanas.
Cartelera y recomendaciones
Octubre - noviembre 2014
V p iaj Ve ano es y Pr r s r a p T o us ma ase os Me op 5 pues di ta os s ye n tr et en im ien to
Para el último puente del año (ya se nos fue el 2014), escribimos sobre nuestro último viaje a los monasterios del siglo XVI alrededor del volcán Popocatépetl, todo un agasajo de historia y patrimonio. También reflexionamos sobre los alimentos que consumimos, escribimos sobre el encontronazo de encontronazos: perros versus gatos, iluminamos al aficionado con nuestra breve guía para devolver un vino en un restaurante, enlistamos los cinco museos y galerías de arte que más visitamos en el centro de México y desvariamos con la importancia del coleccionismo y la posesión de objetos.
VIA J ES Y P ASEOS
Fotografías de Eduardo de la Garma.
Ruta de monasterios Un recorrido por los monasterios del siglo XVI alrededor del Popocatépetl. Mucho antes de los monasterios en Oaxaca y la Ruta de la Plata, las primeras órdenes religiosas comenzaron el proyecto de evangelización en lo que hoy son los estados de Morelos y Puebla. A mediados del siglo XVI, los aztecas habían sido derrotados por Hernán Cortés y sus aliados indígenas, la Ciudad de México comenzaba a construirse y doce frailes franciscanos desembarcaban en el puerto de Veracruz para propagar las enseñanzas cristianas en el Nuevo Mundo. Si México se fundó a través de la conquista espiritual, sus cimientos se encuentran en la periferia del volcán Popocatépetl: catorce monasterios dedicados a «civilizar» las tribus prehispánicas más inmediatas al virrey; el antecedente de lo que fueron los monasterios en Querétaro o las misiones californianas. Más que un viaje cultural, la ruta que proponemos es un repaso al inicio de lo que somos, como un viaje a las entrañas de nuestro mestizaje.
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Recorrer las faldas del Popo es revivir las primeras impresiones de los evangelizadores en el Nuevo Mundo.
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Arquitectura y patrimonio A manera de invasión silenciosa, los franciscanos, dominicos y agustinos levantaron una ruta mercantil y cultural entre la Ciudad de México y el territorio sureño de la Nueva España. En un país rodeado por templos y edicios religiosos los catorce monasterios de Morelos y Puebla resaltan por ser las primeras construcciones evangelizadoras en el continente americano —de ahí que en 1994 fueran declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Cada uno de estos monasterios fue construido bajo un nuevo modelo arquitectónico donde lo importante era el acercamiento con los nativos (mismo que fue repetido en otras partes del territorio). A diferencia de los monasterios europeos, estos comenzaron a trazarse con los muros del atrio, la cruz atrial y las capillas abiertas para adaptar las misas al aire libre. Mientras los extensos atrios servían como explanadas evangelizadoras, los frailes continuaron con la nave del templo, los edicios auxiliares, las torres, capillas laterales, patios y segundos pisos. Construir de afuera hacia adentro.
El monasterio de San Mateo Apóstol en Atltatlahucan
Mural en el monasterio dominico de Tepoztlán.
Maratón conventual Once de los monasterios se encuentran en Morelos, los otros tres en territorio poblano. Aunque la travesía suena aparatosa, lo cierto es que el camino entre cada una de las construcciones (y los pueblos) es relativamente pequeño, una hora o menos de camino. Fácilmente puedes aventarte tres o cuatro monasterios y pernoctar en algún pueblo boscoso. Sugerimos comenzar el viaje en Cuernavaca, seguir la ruta por Tepoztlán, dormir ahí, visitar los otros monasterios en Morelos con una noche de descanso en el pueblo de Ocuituco, seguirse con los tres poblanos y terminar en la ciudad de Puebla. A continuación enlistamos los catorce monasterios alrededor del Popo para visitar un fin de semana cualquiera.
Viajes y paseos
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Monasterio de la Asunción
Monasterio de San Juan Bautista
(Cuernavaca, 1525): ahora catedral de la ciudad, construido cuatro años después de la conquista por los primeros doce franciscanos que llegaron al Nuevo Continente. Al día de hoy, es uno de las construcciones religiosas más antiguas de México.
(Yecapixtla, 1535): un monasterio casi fortaleza, de pie pero algo dañado en su interior. Eso sí, la parada vale toda la pena porque sus límites están rodeados de cecina para llenar el tanque. ¡Viva la cecina de Yecapixtla!
Monasterio de la Natividad
M o n a s t e r i o d e S a n t i a g o Ap ó s t o l
(Tepoztlán, 1560): a 30 km de Cuernavaca. En una palabra: buenísimo. Con grandes muros, patios y detalles de los dominicos y dos museos bastante bien montados en su interior: el Museo Histórico y Centro de Documentación de Tepoztlán y el Museo de Arte Prehispánico Carlos Pellicer.
(Ocuituco, 1534): el primer monasterio agustino de México, aún en uso. Recomendamos descansar en Quinta La Joya (quintalajoya.com.mx), cerca de Ocuituco y a menos de 20 minutos de Tetela del Volcán —como su nombre lo dice, el pueblo más cercano al Popocatépetl.
Monasterio de Santo Domingo de Guzmán
Monasterio de San Juan Bautista
(Oaxtepec, 1535): el primer monasterio dominico de México, a veinte minutos de Tepoztlán (lo mejor es aventarse de un jalón desde aquí hasta Ocuituco). Dato cultural: Oaxtepec solía albergar el primer gran jardín botánico del mundo edificado por Moctezuma con árboles, flores, plantas medicinales y aguas termales.
(Tetela del Volcán, 1563): dominico, con frescos originales de la época y una vista imperdible del Popo. Ahora sí que como quien dice, en las faldas del volcán; casi se huele la ceniza.
Monasterio de San Juan Bautista (Tlayacapan, 1554): construido por la orden de los agustinos, en su interior hay una muestra de momias de niños españoles que se encontraron sepultadas en el edificio, todo un plus para el turismo necrológico. Una curiosidad melómana: en Tlayacapan grabó The Killers su When you were young. Monasterio de San Guillermo (Totolapan, 1534): otro agustino, menos imponente que los anteriores pero con un patio como en decadencia pausada. Cerca del pueblo de Totolapan se encuentra el Parque Ecoturístico Los Venados con cabañas, restaurante y zona de campamento. M o n a s t e r i o d e S a n M a t e o Ap ó s t o l (Atlatlahucan, 1533): uno de los templos agustinos mejor conservados del siglo XVI, tanto que en la parte superior siguen habitando monjes enclaustrados. Con suerte, un fin de semana cualquiera terminas presenciando un canto gregoriano.
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Monasterio de Santo Domingo de Guzmán (Hueyapan, 1539): otro dominico en los bordes volcánicos. Austero y casi invisible para esta redacción —nuestros corresponsales lo encontraron con todo y candado. El encanto: las vistas durante el trayecto. Monasterio de la Inmaculada Concepción (Zacualpan de Amilpas, 1535): entre pintorescas casas de campo, el Monasterio de la Inmaculada Concepción es el último en Morelos. Como celebrando la travesía, vale la pena tomarse unos tragos de aguardiente en Zacualpan. Monasterio de la Asunción d e Nu e s t r a S e ñ o r a (Tochimilco, 1560): el primero de los monasterios poblanos en el camino, franciscano y con un sistema hidráulico antiquísimo con acueducto, caja de agua y fuentes. De aquí derechito a dormir en Puebla (una hora de carretera). El bombón en el patio de un claustro agustino.
Interior del templo a San Mateo Apóstol.
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La barroquísima cúpula de Santa María Tonantzintla en Cholula.
M o n a s t e r i o d e S a n M i gu e l A r c á n g e l (Huejotzingo, 1570): a media hora de Puebla y todo un agasajo franciscano: de dimensiones enormes, con entrada a los cuartos de los primeros 12 frailes que llegaron a América, murales y un templo oscurísimo, casi gótico, con uno de los retablos más impresionantes de la Nueva España. Monasterio de San Francisco de Asís (Calpan, 1548): sobresalen sus capillas posas (al aire libre) y sus avanzadas técnicas en tallado de piedra —los mismos nativos que detallaron estas capillas fueron seleccionados para construir la monumental fachada de la Catedral de Puebla a finales del siglo XVI.
Cuernavaca y Tepoztlán En uno de sus viajes épicos por el Nuevo Continente, Alexander von Humboldt llamó a Cuernavaca —valga la cursilería— «la Ciudad de la Eterna Primavera». Pero el piropo se extiende hasta nuestros días: una ciudad cálida, rodeada de altas vegetaciones y el inicio de nuestra ruta (aproximadamente a 3 horas de Querétaro). Después del Antiguo Monasterio de la Asunción, recomendamos una visita al Palacio de Cortés con murales de Diego Rivera, comida en el apacible hotel Las Mañanitas y fuímonos a Tepoztlán. Además de los chamanes y las nieves de Arrullo de Luna y Encanto de la Montaña (pura comedia), en el místico pueblo de Tepoztlán recomendamos visitar el mercado, comprar amate, comer en el restaurante Los Ciruelos y, con más ganas de aire libre, subir hasta la cima del cerro del Tepozteco. Para dormir está el curiosísimo —y bastante accesible— Tubohotel (tubohotel.com).
Viajes y paseos
Octubre - noviembre 2014
N
150D
115
Cacaxtla
190 95D
Volcán Iztaccíhuatl
A Distrito Federal A Querétaro
San Miguel Arcángel (Huejotzingo)
PUEBLA
113
San Francisco de Asís (Calpan) 115
95D
La Natividad (Tepoztlán)
95
San Juan Bautista (Tlayacapan)
ESTADO DE MÉXICO
Chipilo
San Mateo (Atlatlahucan) Santo Domingo (Oaxtepec)
95D
San Juan Bautista (Yecapixtla) 10
MORELOS
Querétaro
Franciscano Dominico
D.F.
Puebla
Cholula
Volcán Popocatepetl
San Guillermo (Totolapan)
La Asunción (Cuernavaca)
Cuernavaca
San Juan Bautista (Tetela del Volcán)
Santiago Apóstol (Ocuituco)
438D
Asunción de Nuestra Señora (Tochimilco)
Santo Domingo (Hueyapan)
Inmaculada Concepción (Zacualpan de Amilpas)
Agustino
Morelos
Puebla express La ciudad de Puebla no solo es el final de la ruta sino el inicio de un descubrimiento gastronómico y cultural por una de las colonias novohispanas más importantes. De las decenas de atractivos turísticos (algunos imponentes, otros en lamentable decadencia), recomendamos contemplar la Catedral de Puebla (guao), la Biblioteca Palafoxiana, la imperdible Capilla del Rosario, las cocinas de los monasterios de Santa Rosa y Santa Mónica, el Museo Amparo y alguna casona virreinal como la Casa del Alfeñique. En los alrededores: la pirámide de Cholula, el extravagante Templo de Santa María Tonantzintla y comer en el italianísimo pueblo de Chipilo (donde seguro te atiende un Juan de apellido Bortolini). Para dormir en la ciudad: el hotel La Purificadora diseñado por Legorreta+Legorreta. Y rematando con más comida: chalupas, mole, enchiladas, chileatole, molotes, escamoles y pipián en la tradicional Fonda de Santa Clara o algún puesto, digamos, amigable. Provechito.
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Tlaxcala
Perímetro volcánico En los alrededores del Popocatépetl y el Iztaccíhuatl se encuentran las áreas protegidas de la Sierra Nevada. Si el viaje se estira lo suficiente, además del turismo cultural se pueden realizar expediciones ecológicas a los bosques de pino y oyamel en las faldas de los volcanes, o escalar el Iztaccíhuatl (el Popo es casi impenetrable por su constante actividad volcánica).
Los otros monasterios Además de los catorce monasterios, entre Puebla y Morelos se encuentran otros tantos templos, monasterios y claustros, como los de Jonacatepec y Jumiltepec. Podríamos aventurarnos un poco más allá de Puebla y terminar en los monumentos de Tlaxcala (como el monasterio de San Francisco de Asís) o la zona arqueológica de Cacaxtla.
panorama
Ilustraciones de Daniel Bravo.
Fábrica de alimentos Sobre los caminos de producción: qué comemos y de dónde viene.
Salud. La mitad de las cosas que hacemos (o más) giran alrededor de esta palabra: hacer ejercicio, romperse las piernas en el Crosst, ponerse a dieta, ir al yogalates, comer saludable. ¿Qué significa comer saludable? Hace diez años lo teníamos muy claro: menos chatarra y más frutas y verduras, menos grasas saturadas y más fibra. Si era verde y fresco, te lo comías; si eran Sabritas o Maruchans, volteabas la vista. El problema es que el Internet destapó algunas fechorías corporativas, los transgénicos aparecieron en el periódico, llegó lo orgánico —¿lo de antes no era? — y una bola de intensos de sofá comenzaron a leer listas del BuzzFeed como «20 cosas que hacen las personas realmente saludables». Resulta que ya no basta con comer frutas y verduras, ahora hay que preguntarse de dónde vienen, si tienen hormonas, si las personas que trabajan en la empresa reciben un trabajo justo, si son nacionales o vienen de China. Entre la alarma y el misterio —¿realmente sabemos de dónde viene todo lo que comemos?—, a continuación indagamos un poco sobre los alimentos que nos rodean.
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¿Qué comemos? A mitad de la garnacha mañanera, entre el taco de chicharrón y la gordita de migaja, nos llega de zopetón una pregunta: ¿de dónde viene todo esto? La harina de maíz la rastreamos hasta la tortillería de la esquina (fácil), el chicharrón viene de La Cruz (que a su vez viene de una granjita en Ezequiel Montes), el queso quién sabe. Viendo lo demás que hay en la mesa: los chiles de esa salsa son chinos (dicen que los chiles serranos y jalapeños ahora se cultivan en tierras orientales y por eso pican más). Preguntarnos de dónde viene lo que estamos comiendo es abrir una cajita de Pandora, eventualmente uno se pone ansioso y divaga: si el taco cuesta 10 pesos, entonces el queso a granel les debe salir como en 1 o 2 pesos por porción para que las cuentas salgan, lo mismo pasa con el resto de ingredientes. Encontrar el queso así de barato implica ventas al mayoreo, y todos sabemos que la producción masiva se trata de abaratar costos y ensanchar ganancias. Con la ropa nos queda bastante claro: compramos unos jeans bien modernos por 200 pesos y ya sabemos que no sobrevivirán al siguiente invierno. Algo así sucede con la comida: venden 1 kilo de queso a 60 pesos porque alguien logró reducir su costo de producción con vacas que misteriosamente dan leche de más, aminorar procesos de pasteurización (porque todo cuesta) y usar hormonas que multiplican la producción. La diferencia entre la ropa y la comida barata es que los jeans te los pones, el queso llega hasta el interior de tu cuerpo, se absorbe. Así podríamos seguirnos el resto del día, investigando, suponiendo, deduciendo de dónde viene cada cosa pero entonces nos arruinamos la quesadilla, temblamos al
suponer de dónde viene la deliciosa migaja y mejor le paramos a las preguntas. «No quiero saber, déjenme comer». Luego resulta que el amigo saludable te dice: no comas eso, mejor una ensalada. Pues no. En el primer bocado —ya en completa paranoia nutricional—, nos preguntamos con qué agua fue regada esa lechuga, cuántos conservadores tiene el aderezo, si el tomate fue cosechado por personas que reciben un pago justo, el número de hormonas que tiene el pollo, y la lista sigue. Una ironía: a veces la súper ensalada hace más daño que la quesadilla con chicharrón guisado. No hay para dónde hacerse. Dicen que la ignorancia es una virtud, o por lo menos un bloqueo de toda la maraña que hay detrás de los alimentos. Y sí, haciéndonos de la vista gorda (como nuestras caderas) comemos más agusto. Es más, ya ni lo hacemos por el apetito sino por el hambre. Dentro de todo este rastreo alimentarios y Monsantos, hay una constante: tenemos que comer. La lechuga estará plagada de pesticidas pero eventualmente el cuerpo pide masticarla. Tal vez no se trata de reprochar sino de adaptarnos a la industria alimenticia. No controlaremos lo que llega a Wal-Mart o el restaurante pero sí podemos aminorar los daños: hacer un huerto urbano, investigar qué marcas se preocupan por reducir los químicos en sus productos, perderle el miedo al mercado donde todo es más inmediato (comprar cosas de los alrededores reduce costos) y fijarse en las etiquetas de lo que compramos (de repente aparece en el refri algo que sabe a pollo pero no es pollo), cambiar el McDonald’s por una hamburguesa más real. Adaptarse dentro de lo posible y contrarrestar la producción masiva de alimentos masivos con iniciativas más locales.
Panorama
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Tres alimentos Los caminos de producción han mutado tanto por los intereses económicos como por la demanda (más gente, más hambre) y la globalización del paladar —hace veinte años era casi imposible encontrar algas japonesas en el súper.
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El huevo
El salmón
Alimento básico, tanto para el desayuno con omelettes como el pastel de cumpleaños. Prácticamente el 100% de los huevos que consumimos provienen de granjas avícolas que mecanizan el proceso de producción —algunas más que otras. Acá en la región (con Bachoco y Pilgrim’s Pride) el tierno gallinero de caricatura ha sido reemplazado por bodegones industriales para producir más y mejores huevos; duraderos, casi irrompibles. Algunos de los procesos mundialmente utilizados son la fecundación articial para incrementar el número de pollitas y evitar al pollo que no da huevos y cortarles el pico a todas para que no se ataquen entre sí (el horror). De ahí en adelante, la granja es una máquina automatizada para cumplir con la demanda donde, para hacer las gallinas más ponedoras, se alteran sus ciclos de sueño, alimentación y vida. El huevo que comemos no es el que comía la abuela de pequeña, entre la sobrepoblación y la globalización, los alimentos básicos requieren producirse mucho más rápido. Los huevos «de antes» no alcanzarían a abastecer nuestros esponjosos hot cakes o los matutinos chilaquiles con huevo estrellado. Ya qué.
Menos «básico» que el huevo pero más delicioso que un huevito revuelto. Al salmón lo saboreamos sobre todo en restaurantes: sellado, en pizzas, bagels y carpaccio. Lo que poco sabemos es que casi todo el salmón que consumimos en México viene de Chile (al otro lado del mundo le toca comerse el salmón escandinavo). Los chilenos se han vuelto conocidos mundialmente por sus salmones. Pero abastecer a tantos países (y registrar ganancias millonarias) requiere de una cría más industrializada sin la imagen de los salmoncitos saltando contracorriente. Resumiendo un poco: los salmones se crían en «granjas acuáticas» establecidas en su habitat natural pero apachurrados en jaulas donde son monitoreados (a veces alimentados con cosas rarísimas) hasta su «cosecha». De ahí , los pescados se congelan y son enviados a sus más grandes distribuidores: Estados Unidos y Japón. Es decir, el salmón del sushi que remojamos en la salsa de soya viajó de Chile a Estados Unidos, luego a México, de ahí a la pescadería queretana (o la sección de mariscos en el Superama) y, nalmente, acabó en nuestro plato. Tremendo viajecito.
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Lugares en el Bajío para contrarrestar la comida industrial: - Bioleta Cafetería orgánica y bio-tienda. Cerro de la Cabra 225, Juriquilla, Qro. facebook.com/Bioleta-Cafetería-Orgánica
La cajeta El producto estrella de Celaya y una de las tradiciones más dulces de nuestra gastronomía regional. Desde hace décadas, la cajeta se debate entre su versión original y la marca Coronado. La receta tradicional está hecha por productores locales con leche de cabra hervida, azúcar morena y canela. La versión comercial es más el resultado de procesos industriales, donde la leche de cabra se reduce a la mitad (la otra es de vaca) y se agrega glucosa de maíz para multiplicar la producción y darle ese famoso aspecto viscoso. Lo malo —y justo por lo que escribimos acerca de la cajeta— es que los productores locales, para poder exportar al extranjero y competir ante la Coronado, también han decidido despachar a la versión tradicional (ahora solamente se produce en pequeñas cantidades especiales) y prerieron usar la glucosa en sus fábricas. Es decir, los procesos alimentarios que se propagan para adaptarse al mercado y al consumidor. La cajeta que compramos en Celaya o el supermercado es una cajeta incompleta. Chale.
- Gallina Verde Cocina y tienda sustentable. Av. Manufactura 8, Plaza Dorada-L11, Álamos 3a sección, Qro. lagallinaverde.com.mx - La Maravilla Tiendita orgánica. Luis M. Vega 51-A, Col. Cimatario, Qro. facebook.com/lamaravilla. latienditadequeretaro - Bosque de Agua Tianguis alternativo. Todos los sábados en La Fábrica, Qro. bosquedeagua.blogspot.mx - Mercadito Queretano Mercado de productos regionales. Primer sábado de cada mes, Andador Libertad, Qro. mercaditoqueretano.com - Vía Orgánica Cafetería, tienda y escuela. Margarito Ledesma 2, San Miguel de Allende. viaorganica.org - TOSMA Tianguis orgánico. Sábados en el hotel Rosewood, San Miguel de Allende. facebook.com/tianguis.organico
Panorama
Octubre - noviembre 2014
Entre el feed lot y la comida orgánica Ya lo dijimos hace unos años, la comida orgánica está envuelta con un absurdo adjetivo. Como si hubiera que separar la comida entre «la que se hace como antes» y la industrializada. Uno de nuestros colaboradores creció en un rancho con animales y hortalizas, otro tiene una abuela que cada año compra el pavo vivo, lo cuida y engorda hasta que llega diciembre y lo degüella con sus propias manos para la cena navideña. Ambos —el rancho y la abuela— sabían de la comida orgánica desde hace mucho. Pero al parecer nuestros colaboradores, desdichados habitantes de la ciudad, tienen que pagar para probar algo que se le parezca al pavo de la abuela o una ensalada verdaderamente «del campo». Cambiamos la huerta familiar por los feed lots atiborrados de puerquitos en 5 metros cuadrados, el jugo hecho con naranjas del patio por un jugo orgánico de food truck. Ya sea la incesante producción alimentaria o el negocio posh de verduras, hemos complicado nuestros alimentos: los ingredientes viajan más kilómetros que nosotros para llegar al restaurante. Todo este barullo de lo transgénico y el maíz gringo no es más que una consecuencia de nuestro estilo de vida industrializado —y bien sabemos que a la modernización nadie la para. Jamás regresaremos al pasado, cuando la palabra «orgánico» y «transgénico» nos eran tan ajenas. Pero lo que sí podemos hacer es comer entre los dos extremos, equilibrar, desenrollar los procesos y preguntarnos «¿qué estoy comiendo?» sin caer en el delirio de la salud; descifrando la maraña industrial que hay detrás de la sopa del día.
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versus
Perros vs. Gatos Duelo de animales domésticos.
Nuestra fauna hogareña se divide principalmente entre las figuras caninas y felinas (los hurones, peces, víboras y demás son mascotas aparte). Ambas razas debatiéndose en un milenario encontronazo: ladridos versus maullidos, los amantes perrunos contra la señora de los mil gatos. Cada especie un extremo. Por un lado el perro amiguero y apapachable, enlodándose en el campo con verdadera alegría; o mordisqueando todo lo que hay a su paso, ladrando de aquí para allá, enérgico hasta la cola. Por el otro lado un Misifú impecable, lamiéndose como si tuviera trastorno obsesivo-compulsivo, muy digno en su almohadón de plumas, evitando a toda costa el mimo no deseado. Uno enfrentándose al otro es como poner en un mismo cuarto al orden contra el caos, el atasque contra la prudencia, la torpeza contra la destreza. Los perros y gatos han sido nuestros acompañantes desde hace varios siglos: dioses ancestrales, ayudantes cazadores y hasta minitas de oro para todos los César Millán del mundo. A la figura del perro y el gato la vemos en todos lados: en casas y azoteas, como caricatura o símbolo supersticioso. No por nada nuestros primeros trazos kindergardeanos son —con mamá, papá, las nubecitas y los arbolitos— unos deformes y coloridos animalitos con cola, orejas, bigotes, collares y algún «guau, guau» o «miau, miau» escrito en el papel (o la pared). Si tuviéramos que escoger un espíritu animal, todo se podría resumir a la personalidad del cachorro y el minino. En este ¿último? versus hacemos un recorrido por la riña de riñas, un clásico más grande que el Gallos-León o el yin y el yang.
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P ERROS
G ATOS
Onomatopeya: guau.
Onomatopeya: miau.
Nombre cinetífico: Canis lupus familiaris.
Nombre científico: Felis silvestris catus.
Antepasado: los galgos cazadores de Roma.
Antepasado: los gatitos mimados de Nefertiti.
Sentido: el olfato.
Sentido: la vista —y el sigilo.
Versión pro: un lobo aullador y salvaje.
Versión pro: un imponente tigre de Bengala.
Personalidad: bonachón y protector; como un Labrador corriendo por el campo.
Personalidad: curioso, huraño y convenenciero; villanos en potencia.
Distribución porcentual: 60% de pelo y 40% de babas.
Distribución porcentual: 70% de pelo, 20% de bigotes y 10% de maldad.
El dueño: el que lo compró, el que lo crió, el que le rasca la panza, el que lo saca a pasear, etc.
El dueño: independiente, como el universitario que regresa a su casa por comida casera y camisas planchadas.
Comedia: la manada de pugs disfrazados de Yoda, roncando y con sobrepeso.
Comedia: el Grumpy Cat y sus derivados virales como el gato con cejas y el gatotiburón.
El horror: un Chihuahua regordete en el salón de belleza perruno.
El horror: la doña con diez gatos llamados Mirrunga 1, Mirrunga 2, y así.
Red social: Facebook: venta de cachorros al mayoreo, los dramáticos «perdí a mi salchicha Beto, plis comparte» y los videos de denuncia y activismo de sillón.
Red social: Instagram: felinos con más de 700,000 seguidores y los gatos espaciales sobre pizzas voladoras (@SpaceCatsPics); tantos gatos y tan poca web.
Canción: Who Let the Dogs Out? de Baha Men (Who, who, who, who, who?!).
Canción: La gata bajo la lluvia de Rocío Dúrcal (o cualquier maullido de Amanda Miguel).
Celebridad: Luis Suárez.
Celebridad: Niurka.
Transporte: Público, lo que importa es apañar.
Transporte: Ejecutivo, entre la sangronada y la exclusividad.
El desnudo: un mítico Xoloitzcuintle.
El desnudo: un elegantísimo Sphynx.
Mito: son leales.
Mito: son domésticos.
La frase: ¡Está perrón!
La frase: Meh.
Versus
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P r o pu e s t a s
Líos de sommelier
Fotografía de Jonas Merian.
Cómo devolver un vino en cuatro pasos.
El escenario es más o menos así: uno está pasándosela deli en un restaurante, con los amigos, la pareja, ¿el perro? Todo va bien, los platillos a punto de salir del fogón, la antemesa fluye. De pronto se acerca el mesero —en una de esas el sommelier— e interrumpe el último chisme con un repertorio de lo que hay en la cava. La lista de precios abruma. «¿Le ofrezco una botella de nuestro Malbec de Mendoza del 2004?». Los nombres son tan ajenos a uno. «También tenemos un exquisito E.Guigal CôtesDu-Rhône Rouge». Volteas a ver al de a lado, como queriendo pasar la bolita pero la bolita ya te aplastó. Entre el mareo del mesero, la creciente paranoia y el titubeo, te decides por «éste». Pero resulta que ya con el descorche y las copas babeadas, «éste» no convence y no encuentras cómo deshacerte del vino sin armar un pancho. Pedir un vino en un restaurante es andar de temerario en la mesa, el deporte extremo de los sibaritas donde nunca sabes lo que te toca, pura sorpresa. Con los platillos tenemos una lógica invariable: ordenamos algo porque nos gusta y asumimos una corresponsabilidad al elegirlo del menú. Pues con el vino sucede lo mismo: no regresamos un vino porque no nos gustó, lo regresamos porque, en cierta forma, hay algo incorrecto en él. Como cuando te traen una cerveza caliente, el sushi sabe chistoso y el carpaccio se ve sospechoso. No somos muy dados a dar instrucciones pero hace unas semanas nos pasó algo parecido y acabamos de las greñas con el sommelier, nos pusimos en modo «¿no sabes quién soy?» y perdimos (porque el que se enoja pierde). Para evitar ese sudor frío ante el primer sorbo restaurantero, consultamos a Natalia López, enóloga de Vinamí, y aprendimos cuatro ¿simples? pasos para devolver un vino con toda la gracia de un sommelier. (Advertencia: nunca falta el gerente jetón, para eso nuestra guía rápida ante el mal servicio: sadabombon.com/mal-servicio).
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P a s o 1 : N o l l e gu e s e n b l a n c o .
Paso 3: Da razones.
No se necesita ser un experto con papilas gustativas premiadas en quién-sabe-dónde-deEuropa para poder pedir una botella. Pero eso sí, hay algunos básicos imprescindibles. Como durante las primeras andadas en bici: mínimo se sabe que hay que pedalear. Y acá el pedaleo es conocer la diferencia entre vinos tintos, blancos y rosados, el proceso general de producción de un vino o las temperaturas adecuadas. Más que por el faroleo, estos conocimientos sirven para evitar que el mesero, nomás por la venta o porque está igual de perdido, te traiga un vino de postre con un jugoso filete de carne (porque sí pasa). ¿Cómo devolver algo que no sabemos ni qué es ni cómo debería venir?
La botella ya está abierta y el primer sorbo fue todo un desencanto. Lo que sigue es justificar ese gran chasco de aromas y sabores. A modo de síntesis, uno tiene todo el derecho de pedir cambios o devoluciones cuando el vino está: acorchado, avinagrado, oxidado, sabe demasiado viejo o la temperatura no es la correcta. Una buena idea es decirle a los del restaurante que lo prueben. La gracia está en percibir que algo no cuadra y expresarlo sin temor. No gusta por esto, esto y esto. Viene el tema, ay, delicado: si el vino no gusta pero todas sus características están en su lugar, como quien dice, ya valiste. Evita caer en el berrinche y mejor brinda con los amigos por el desacierto. Pos ya qué.
Paso 2: La cata decide.
Paso 4: Prueba, prueba y prueba.
Este es el paso decisivo: el momento en que el restaurante y la mesa se ponen de acuerdo con la etiqueta. Lo ideal es consultar al sommelier, rascarse la cabeza y entre los dos discutir dos o tres pre-selecciones basadas en el maridaje, el gusto del cliente y —por supuesto— el precio. Ya con la copa en mano, hay que probar el vino con confianza, sin espectáculos o malabares. Solo se trata de un sorbo, un testeo. Aquí es el momento preciso para hacer cualquier comentario negativo. No se vale hacer trampa y regresar el vino cuando la botella va por la mitad. Si en el primer sorbo no convence, todo bien. Expresar opiniones entre los amigos y el sommelier puede ser una clase de enología gratuita.
La única forma de volverse más picudo en la pedida de vinos es practicando. Algunos practican por una medalla genérica en el maratón local, otros entrenan para mantener un abdomen de Calvin Klein, nosotros, los comelones, catamos muchos vinos. Muchos. La mejor forma de evitar un desentendido con el sommelier o llevarse sorpresitas en un restaurante es probando y encontrando los vinos que más nos gustan para repetirlos en otras ocasiones y poder decir: «Señor, como que este vino está un poco caliente, así no suelo tomarlo».
R ¿En busca de los básicos del vino? Aprende sobre la cata y el maridaje con nuestra guía infalible: vinosdelcentro.com.
Propuestas
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Top 5
Museos y galerías Espacios de arte contemporáneo y exhibición en el Bajío. Dicen que la provincia se nos está rezagando en cuanto a espacios culturales se refiere, que ahora todo el jaleo artístico se concentra en las grandes metrópolis (?). Todo lo contrario: en los últimos años, las ciudades del Bajío se han convertido en el escenario de nuevos proyectos y artistas emergentes. Desde pequeños catálogos digitales hasta monumentos históricos intervenidos por muestras itinerantes. Al arte contemporáneo podemos definirlo como una expresión donde el contexto supera al objeto: las piezas no son la escultura o fotografía enmarcada, sino los conceptos que se desprenden más allá del área de exhibición; los museos del presente como una colección de pensamientos en constante actualización. ¿Qué proyectos podrían definir al presente en el Bajío? A continuación mostramos cinco espacios en el centro de México que descentralizan la creación y exposición del arte contemporáneo.
Top 5
Octubre - noviembre 2014
Galería Libertad Querétaro En 1987, la Galería Libertad abrió sus puertas como el primer espacio de arte contemporáneo en Querétaro, una ciudad que en ese entonces se abría a la industrialización y mantenía una cartelera cultural predominantemente folclórica e histórica. A lo largo de más de 25 años —y establecida en el interior de una casona reformada, a unos pasos de Plaza de Armas—, la galería se ha dedicado a introducir el arte contemporáneo en provincia y los diálogos entre pieza, artista y visitante. Tras una remodelación de sus instalaciones y museografía, el último año de la Galería Libertad ha ido in crescendo. Tan sólo en estos meses hemos visto una exposición sobre el exvoto mexicano de los siglos XX y XXI, un taller de poesía y no poesía impartido por Luis Felipe Fabre y la memorable curaduría Acerca de lo que podría no ser sobre el concepto de la nada interpretado por distintos artistas (como Andy Warhol, Francis Alÿs, Luis Felipe Ortega, Virginia Colwell, entre otros) y con formatos tan diversos como escultura, fotografía y videoinstalación.
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Entrada libre. Lunes a domingo de 10:00 a 20:00 hrs. Plaza de Armas, Andador Libertad 56, Centro Histórico de Querétaro. galerialibertad.mx
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Fotografías: Jacobo Zanella y Héctor Muñoz.
Museo de la Ciudad Querétaro Bien podríamos decir que el Museo de la Ciudad es un museo comunitario, un lugar donde realmente la preposición de indica que el espacio pertenece a algo en específico. En este caso, a la ciudad y sus habitantes. El resultado es un museo que funciona como el foro artístico de Querétaro, incluyente y abierto a cualquier expresión: música, danza, teatro, nuevos medios, literatura, talleres y salas de exposiciones temporales invadiendo al antiguo Convento de San José de Gracia de las Pobres Capuchinas, donde la penumbra se atiborra de cuadros y expresiones culturales. En una ciudad donde los museos y los proyectos culturales se multiplican cada año, reconforta encontrarse con un espacio vivo y múltiple pero consciente de su labor público: exhibir a los talentos emergentes y acercar el arte a sus habitantes. En el Museo de la Ciudad hemos visto Leer la mente, la exposición-debut de nuestra colaboradora Rocío Soto, Obstrucción y referencia con tres obras de Enrique Ježik, la exposición colectiva Ser o no sur con artistas argentinos radicados en México, algunos eventos anuales del CutOut Fest y un maratón de la serie Twin Peaks con muchísimo David Lynch, donas y Laura Palmer.
Entrada: general $5, entrada libre para estudiantes, maestros e INAPAM con identificación. Martes a domingo de 11:00 a 19:00 hrs ( los domingos son de entrada libre general). Vicente Guerrero 27, Centro Histórico de Querétaro. museodelaciudadqro.org
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Octubre - noviembre 2014
Galería Jesús Gallardo León
Entrada: general $10, estudiantes e INAPAM $5. Martes a domingo de 10:00 a 18:30 hrs, jueves de 10:00 a 20:00 hrs. Pedro Moreno 202, Centro Histórico de Léon. institutoculturaldeleon .org.mx
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León es el monstruo industrial del Bajío, una ciudad íntimamente relacionada con los parques industriales y la inversión extranjera. En medio de ese panorama de fábricas y acuerdos corporativos (y muchos zapatos), la oferta cultural de León es la contraparte del arte universitario en la vecina ciudad de Guanajuato. De todos los espacios, la Galería Jesús Gallardo sobresale desde el 2000 como un área de exhibición concentrada en las artes visuales locales y regionales. Ubicada en el interior del Teatro Manuel Doblado (un monumento leonés construido entre 1869 y 1880), la galería es reconocida por su trabajo curatorial con exposiciones colectivas como Mañana fue ayer, una recopilación de «testimonios arqueológicos del futuro» que rondan en la ciencia ficción y la estética futurista con obras de Daniela Edburg, Sebastián Beltrán, Stanley Kubrick, Iván Puig, piezas del Museum of Obsolete Objects en Hamburgo, entre otros; o La fuerza domesticadora de lo pequeño, una muestra de 16 artistas contemporáneos aproximándose al concepto de la naturaleza muerta.
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Fotografías: Galería Kunsthaus Santa Fé
Fotografías: Galería Jesús Gallardo
Galería Kunsthaus Santa Fé San Miguel de Allende A mediados de los noventa, Kunsthaus Santa Fé nació como una nueva propuesta de arte emergente que descentralizara al mercado del arte contemporáneo en México. Y vaya que lo ha hecho, su catálogo de artistas contemporáneos es uno de los más relevantes en el Bajío, promueve el talento latinoamericano en ferias de arte internacionales y hasta tiene una galería hermana en el Wynwood Art District de Miami con la que rota el trabajo regional en la costa de Florida. Ubicada en las afueras de San Miguel de Allende —lejos de las galerías turísticas y las tiendas de chucherías—, Kunsthaus Santa Fé es un espacio periférico interesado en exhibir propuestas más arriesgadas y contemporáneas en video, escultura, pintura, arte conceptual y performance. Dentro de su espacio de exposición ha presentado el trabajo de artistas como Ana Quiroz, Daniela Edburg, Iván Puig, Rafael Rodríguez, Dulce Pinzón y Marta Palau.
Entrada libre. Lunes a viernes con previa cita. Santa Fé 22-A, Colonia Allende. kuntshaussantafe.com
Top 5
Octubre - noviembre 2014
Fotografías: Museo Amparo.
5 Museo Amparo Puebla
Entrada: general $35, estudiantes y maestros $25. Miércoles a lunes de 10:00 a 18:00 hrs, sábados de 10:00 a 21:00 hrs. 2 sur 708, Centro Histórico de Puebla. museoamparo.com
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Puebla no será parte del Bajío pero su importancia cultural e histórica la coloca más cerca de Querétaro que de la Ciudad de México (aunque la geografía difiera). Con la maravilla del Arco Norte, en tres horas uno llega al centro de Puebla. Ese pequeño viajecito vale toda la pena para comer unas chalupas y visitar el Museo Amparo, todo un ejemplo de la descentralización del arte en México y la inversión privada en organismos culturales —todo lo contrario al Museo Soumaya. Aunque el proyecto se creó en 1991, el Museo Amparo completó hasta el 2011 su área de exposición dual (pasado y presente) con las salas de arte prehispánico, virreinal y contemporáneo alrededor de una cuidadísima construcción museográfica. Por ejemplo, hace poco visitamos una exposición de Marcela Armas alrededor de los libros de texto gratuitos y su impresión en el papel que reciclan las oficinas gubernamentales; el conocimiento que nace de nuestra entramada burocracia. Todo un agasajo pasearse por sus patios y pasillos.
medios y entretenimiento
Coleccionar es editar, seleccionar objetos.
El coleccionismo Sobre los objetos-tótem y el inventario personal. Formamos colecciones. Algunas son tangibles (postales, muñequitos de porcelana), otras no (viajes, experiencias). A veces lo hacemos a propósito, otras veces el proceso es más espontáneo: comprarse un reloj, luego otro y otro. Hay algo en la acción de conservar algo, de juntar un cúmulo de objetos que nos mantiene husmeando en el mercado de pulgas, pujando en Ebay y convirtiendo casas en museos. La plasticidad de los objetos que trasciende en un plano más abstracto. ¿Por qué coleccionamos? ¿De dónde nace la urgencia por adherirle emociones a un plato o una llave del siglo XX? A continuación exploramos la idea del coleccionismo y la tenencia de objetos en nuestras vidas. Desde la pomposa figura del millonario en Zona Maco hasta los boletos del cine o la biblioteca personal.
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Siempre estoy coleccionando emociones para futuras referencias ~Harlan Howard
Posesión y objeto Coleccionar es acumular objetos similares, todo un entretenimiento de formas, texturas y acabados. Pero el placer no está en la admiración del plástico o los materiales, sino en la experiencia de poseer algo, de saberse coleccionista, poseedor de todos esos objetos. A partir de 1600, en los Países Bajos se comienza a poner de moda el armario de curiosidades, un sofisticado antecedente del coleccionismo: un mueblote construido por maestros ebanistas con múltiples puertas que resguardaban cajones de distintos tamaños, depósitos y dobles fondos donde se almacenaban objetos de otros países, joyas, manuscritos, animales disecados, monedas, papeles, antigüedades y otras tantas piezas portadoras de significado. Luego vino la llustración y estas barrocas colecciones privadas mutaron en el museo público. Aunque los primeros museos se construyeron durante los antiguos imperios mediterráneos, no fue hasta el siglo XIX que el colonialismo propagó por toda Europa la creación de grandes colecciones, siguiendo el modelo que Dominique Vivant impuso como primer director en el Museo de la República (más tarde el Louvre): un contenedor de botines de guerra, expediciones arqueológicas en el Nuevo Mundo y compraventa de bienes privados que convirtieron al armario de curiosidades en una sala de exposición al alcance de toda la sociedad; el coleccionismo como institución. Pero, ¿por qué coleccionamos objetos?, ¿para sentirnos dueños de algo?, ¿para llenar un vacío? Tal vez es eso, cosificar los huecos, rellenarlos. El placer de la conquista y la sensualidad de la posesión que se convierte en la suma de cuerpos, en un símbolo.
Decía Walter Benjamin que, para el coleccionista, «el objeto poseído es la relación más íntima que se puede tener con las cosas». No es lo mismo una piedra cualquiera, abandonada en el camino, que la misma piedra colocada en una estantería y acompañada de una nota: «Oporto, 1985, hacía frío». La primera es una piedra, la segunda son los aires de Oporto, el viaje trasatlántico a Portugal, el paseo y las sensaciones marítimas; el principio de una novela. Casi siempre comenzamos una colección por pura casualidad: a veces por mero sentimiento —«¡Mira, yo tenía uno igual cuando era niño!»— o por el souvenir exótico de algún viaje. Otras veces, la colección comienza por el irresistible impulso de comprar algo que se considera bello o interesante, luego aparece un segundo similar que causa el mismo efecto que el primero. En ese momento nace el impulso del coleccionista, motivado por otros factores como la antigüedad de la pieza, su procedencia, el tamaño, sus dueños anteriores, los materiales de elaboración, el autor y otras tantas cualidades reales o imaginarias. Coleccionamos según nuestros gustos y posibilidades. Algunos caen en el cliché: timbres, imanes, monedas, tazas, muñecas, carritos de carrera. Otros se van por la hazaña de la compilación musical, literaria o audiovisual. También están los que coleccionan objetos de valor: pinturas, automóviles antiguos y, tirándole a lo más extravagante: un billonario en posesión de la mayor cantidad de huevos de Fabergé (porque sí existe). Diferentes objetos, mismo fin: recopilar en un solo tiempo y espacio cachitos de memoria —ya sea histórica o personal. En su versión más contemporánea, las emociones del coleccionismo se traducen en los objetos de deseo. Por ejemplo, el art toy
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de edición limitada, firmado por el diseñador, seriado (05/30), jamás abierto para incrementar su valor. Toda una industria dedicada a crear cosas que solo están ahí decorando. Y sin embargo desprenden emociones. En esta era del consumismo y la industria de los artículos de deseo, todos somos coleccionistas, poseedores de objetos-tótem. «Lo quiero». Pero más allá del deseo —o incluso de la autoridad curatorial que reside en la elección y el rechazo de nuevos ejemplares—, el coleccionismo aspira más hacia nuestros ¿delirios? de inmortalidad. Nuestra fugacidad temporal contra la estabilidad de una obra. La transitoriedad carnal versus la permanencia de los objetos. Reunir «chucherías» —Hot Wheels o esculturas de arte contemporáneo— para engañar al tiempo y el olvido. Tal vez a eso se reduce el placer del coleccionista: contraatacar la angustia de nuestra mortalidad con la materialidad del armario de curiosidades. Trascender.
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El archiduque Leopoldo Guillermo en su galería de pinturas en Bruselas, todo un coleccionista profesional.
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El coleccionista profesional De todos los tipos de colecciones, la que más sobresale es la artística —y más si es privada. A simple vista: un círculo ostentoso regido por frases como «¡Este Picasso es impresionante!» o «Todas las piezas se venden en libras». En una segunda lectura: inversiones estratosféricas en la cultura y el patrimonio de la humanidad (a veces superiores al gasto gubernamental). Gran parte de los hallazgos arqueológicos del pasado fueron gracias al espíritu aventurero de algunos millonarios —y la Iglesia. Lo mismo sucede ahora: las nuevas expresiones artísticas impulsadas por mecenas contemporáneos en una época donde las piezas de arte también son ingresos e inversiones. Lucrar con la tenencia: comprar un Miró para venderlo en el futuro a un precio triplicado (o más). Partamos brevemente de una idea: el coleccionista profesional dedica su vida a los objetos, tal como el inversionista en bienes raíces lo hace con los departamentos, casas y terrenos. La colección profesional como una sala de exhibición permanente. Algunos recopilan bocetos inéditos de Andy Warhol, otros pinturas neoclásicas. Lo importante aquí es el mercado que se genera. Ya no solo se hacen colecciones para trascender sino para generar activos, mover dinero, ganar capital. Nada mal: el arte se mueve, los artistas generan ingresos, los museos multiplican sus acervos. Podríamos aventurarnos a decir que el coleccionista profesional es el inversionista menos comprendido, pero uno de los más importantes en un mundo donde nadie apuesta al gasto cultural y la preservación patrimonial
(porque las colecciones requieren mantenimiento y procesos de restauración). Algunas son hasta importantes cápsulas del tiempo donde cada dueño atesora cuidadosamente las obras, los artistas y hasta las épocas que adquiere. Más o menos las etapas de un coleccionista profesional se dividen en la búsqueda, el hallazgo, la recopilación y compra-venta. El coleccionista acude con regularidad a los lugares más inusuales: barrios sospechosos, locales donde venden cosas usadas, mercadillos, ferias y comercios especializados, anticuarios, la herencia material de la abuela, casas de subasta y empeño, sitios web y hasta colecciones ajenas. Luego está el hallazgo, el enamoramiento visual que antecede la revisión exhaustiva (verificar la autenticidad), el regateo, la puja y, finalmente, la adquisición de la obra. Mantenerla intacta para proseguir con la siguiente búsqueda y reiniciar el ciclo. Todo un extenuante proceso para saciar la posesión de objetos, el deseo. Hace poco prendimos la tele y nos topamos con un comercial que buscaba opacar al coleccionista profesional: mejor usa tu dinero en un fondo de inversión. Lo que en Roma solía ser prestigio, ahora es un pasatiempo poco entendido, casi efímero. Al contrario: esas pocas personas que buscan constantemente aumentar su colección de piezas son, más que fetichistas de objetos, el eslabón comercial de la cultura y las artes, sus más acérrimos promotores. Ya sea a grande o pequeña escala, convertirse en un coleccionista profesional es recopilar y proteger nuestro patrimonio tangible. La colección que supera sus significados personales hacia un panorama más histórico y de relevancia pública.
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Una colección es el placer de ver tanta misma cosa en un solo lugar.
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El no coleccionismo
El próximo objeto
Hay quienes coleccionamos sin saber que estamos coleccionando. Compramos pares de zapatos, agregamos sellos aduanales en el pasaporte, acumulamos fiestas de cumpleaños sin buscar la posesión en serie. Son esas colecciones improvisadas —amores fallidos, cicatrices en la piel, fotografías de Instagram— las que construyen nuestra memoria, la extienden en otros planos fuera del cerebro. En algunos casos la cosifican. Cada objeto, persona y experiencia es un pedazo de nosotros como colección, el resultado de las recopilaciones que jamás planeamos. Somos las credenciales olvidadas en el cajón, los boletos del metro, las cartas recibidas, los regalos que se multiplican en la habitación, las personas que agregamos a nuestro interior.
El coleccionismo establece siempre un paso hacia adelante, una ruta emocional: el objeto más importante de toda la colección es el próximo, el que no se posee todavía. La ansiedad del siguiente ejemplar que comparten por igual el coleccionista profesional o el propietario de tazas y llaveros. Todo acto de coleccionismo se motoriza por la pieza futura, el pendiente constante; los proyectos interminables que crecen sus metas una tras otra. En el coleccionista está siempre una amenaza latente: toda colección advierte su final. Quizás por eso las colecciones son casi siempre inacabadas, postergadas. ¿Qué caso tiene completar algo? La pasión del coleccionista está en la siguiente pintura por comprar, en el figurín pendiente que hace tanta falta. Coleccionar es combatir el finito.
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2010-2014 Sada y el bombón empezó un año antes de publicar el primer número. Y si a esas nos vamos, la revista comenzó muchos años antes en los viajes que hizo cada quién, las fotografías que tomaron nuestros colaboradores y los libros que leímos por separado. No somos muy dados a la cronología y el recuento, pero lo que sí apreciamos (y mucho) es el cierre de círculos. Esto, amigos lectores, no es más que completar circunferencias. A continuación un recuento de lo que hicimos: voces, cifras, diseños y palabras que contaron la historia de nuestra cultura urbana en el centro de México.
Historias y urbanidades En la primera edición, Sada y el bombón se autoentrevistó. Además del enigma alrededor del nombre —¿quién es Sada?, ¿quién es el bombón?—, el monólogo partía de una certeza: «No tendría caso hacer una revista que ya conocemos; la hacemos para descubrirla». Y así pasaron las páginas y los artículos: cada edición era un proyecto en blanco que se rellenaba, primero con palabras y luego con diseño. Cuando empezamos esta revista no sabíamos muy bien de qué iba. ¿Qué diantres es la cultura urbana en el centro de México? En ese entonces, Querétaro no tenía un solo espacio dedicado al diseño, los mercados itinerantes parecían algo del futuro y el gobierno seguía en su cruzada contra el gra≈ti pandillero. Lo mismo pasaba en el resto del Bajío. Hace no mucho, hablar de lo urbano en provincia era una proeza destinada al fracaso, como un grito afónico. «Oye, aquí estamos». Lo que pasó los siguientes meses y ediciones fue, claramente, una sorpresota: encontramos lectores como nosotros —porque la revista, ante todo, la hicimos pensándonos como su primer lector. Es más, hasta nos escribían para hablar de sus proyectos (así dimos con restaurantes, tiendas de diseño y hasta una ecocasa con todo y sistema de trueque). Sumamos voces y la revista, por así decirlo, echó raíces. Muchas veces nos preguntaron dónde sacábamos tanto contenido, cómo construíamos el índice. Pues así, platicando, compartiendo experiencias, caminando, leyendo. La revista como un registro impreso (y digital) que documenta a la ciudad: personajes y escenarios. En la misma autoentrevista del 2010, visualizamos a Sada y el bombón como una revista narrativa. Cuatro años después, aquí estamos, con una colección de historias sobre la ciudad y su urbanidad, con un montón de lecturas cruzadas.
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El archivo del bombón
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En cuatro años escribimos más de 3,000 páginas de contenidos acerca de la cultura urbana en la región. Temas tan variados como los tuiteros que más leemos, el horror del siglo XXI: los niños diabólicos con cumpleaños tipo spa, nuestra fascinación con los seres andróginos y la importancia de un estilo de vida sustentable. En resumen: somos una miscelánea de contenidos; cada párrafo y columna es un retrato escrito de lo que somos: discos que oímos, libros que leímos, vinos que tomamos, personajes que entrevistamos, viajes que hicimos (o al menos planeamos), inquietudes que externamos. En este lapso de vivacidad y coleo, editamos suplementos especiales sobre temas como el diseño en el Bajío y las bibliotecas, hicimos un «local issue», mostramos el lado más humorístico —y surrealista— del Mundial en Brasil, desenchufamos erróneamente a Cerati en el 2011, hicimos un especial web sobre la lectura a través de nuestros colaboradores, dijimos «Todos somos Lady Gaga», escribimos incontables veces la palabra «Querétaro» y nos quedamos con las ganas de una Little Printer. Más que ediciones bimestrales, nos gusta pensar en la revista como una enciclopedia urbana, una colección de tomos que algún curioso del año 2030 desempolvará desde su smartphone. O no. Por si las dudas, y porque siempre hemos visto con romanticismo la idea de una biblioteca o una colección, todos nuestros contenidos seguirán vivitos y coleando en sadabombon.com hasta que el futuro nos reviva. «Si no es ahora, será mañana».
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La revista en números En 4 años publicamos 120,000 ejemplares, fuimos leídos por más de 400,000 lectores y consumimos aproximadamente 250 litros de agua para hacer muchísimas tazas de té y café. Acá el resto de la revista cuantificable.
Versión impresa
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ediciones
suplementos especiales
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rediseños de la revista
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ejemplares bimestrales
lecturas al mes
Primera edición: diciembre-enero 2011
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colaboradores
artículos
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páginas de contenido editorial
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patrocinadores
Premio Quórum 2012 y Beca Edmundo Valadés 2012
reconocimientos
Distribución en Querétaro, San Miguel de Allende, León, Celaya, Guanajuato y el DF.
Versión web: sadabombon.com
300,000 impactos web
Lectores internacionales 81% México 5% Estados Unidos 7% España, Colombia y Argentina 7% Otros
Nos leyeron en pantalla: 59% computadora de escritorio 32% smartphone 9% en tableta
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rediseño de la versión web
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4,200+
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tuits de @sadabombon
977
correos en hola@sadabombón.com
Lectores de México 49% Querétaro 25% Ciudad de México 7% Guanajuato 19% Otros
1 lector de la Polinesia Francesa
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R a r e z a s d e l bu s c a d o r Ay, la comedia involuntaria. Muchos llegaron a Sada y el bombón googleando: - que es almodovar - ir sola a una boda - como ser mejor lector - nueva urbanidad para todos - lugares para irse de pinta - refresco de grosella - historias de sirvientas - sada y el bonbon - la web ociosa - estatofobia - hay metro en queretaro - como es una chica almodovar - tenis con alas - halagar a alguien - diferencia entre primavera y verano - que es una biblioteca - aventarse de un avion - porque estan los burros en peligro de extincion - como se escribe bombon chiquito en ingles
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Los artículos más leídos 1. Los diez murales queretanos más representativos de la ciudad: sadabombon.com/murales_urbanos
2. El Metro de Querétaro —el leak y los comentarios: sadabombon.com/metro-queretaro
3. Cervezas artesanales en el Bajío: sadabombon.com/cervezas 4. Diez restaurantes para comer en el centro de Querétaro: sadabombon.com/10-restaurantes-centro-queretaro.
5. Las cantinas que sirven las mejores botanas: sadabombon. com/cantinas-botaneras
6. El calzado urbano del bombón: los diez tenis que debes salir corriendo a conseguir: sadabombon.com/calzado-del-bombon
7. La cultura del vino en el centro de México: sadabombon. com/vinos-del-centro
8. El pan artesanal: sadabombon.com/pan_artesanal 9. Diez tuiteros interesantes y graciosos según el bombón y Sada: sadabombon.com/diez-tuiteros-interesantes-ygraciosos-segun-el-bombon-y-sada 10. Editoriales independientes en México: sadabombon.com/ editoriales-independientes
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La edición representativa
Si tuviéramos que sintetizar todo lo que fuimos —lo que somos— en una edición, así quedaría: Portada: La número 23, agostoseptiembre 2014.
Versus: Perreo vs. Baile de cachetito –las dos categorías fundamentales para comprender nuestra conducta urbana.
Infografía: El fantasioso Metro de Querétaro.
Top 10: Las diez cantinas que sirven las mejores botanas.
Eventos y festivales: La feria del pulque y la barbacoa en Boyé, Cadereyta.
P r o pu e s t a s y recomendaciones: ¿Qué hacer en caso de emergencia? –recomendaciones ante distintos percances urbanos.
Viajes y paseos: El altiplano boliviano: un recorrido por La Paz, Sucre, Potosí, Los Lípez y el Salar de Uyuni.
Medios y entretenimiento: Editoriales independientes en México –un vistazo a las editoriales que producen gran parte de lo que vale la pena leer en este país.
Panorama: Industrializados –un reportaje sobre la avasallante industrialización del Bajío. En peligro de e x t i n c i ó n : La poda gurativa.
Sup l e m e n t o v e r a n i e g o : Cervezas artesanales en el Bajío.
Sup l e m e n t o o t o ñ a l : El caminante.
Colaboración: La que debuta, de Julieta Díaz Barrón.
E n t r e v i s t a : Federico Gutiérrez: ciudadanía y urbanidad.
Especial web: Vamos Belice, de Daniel Saldaña París.
E s p e c i a l d e d i s e ñ o : El diseño en el centro de México y los diseñadores más representativos del Bajío.
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Sada y el bombón, una reflexión final Por Jacobo Zanella
Imaginaba Sada y el bombón años antes de discutirla por primera vez, mucho antes de que tuviera nombre. No la imaginaba realmente… justo lo opuesto: la imaginaba como una ausencia. Durante varios meses, en 2010, entre todos inventamos sus partes y sus límites, un proceso emocionante: pasar del espacio negativo, inexistente, al espacio positivo, donde todo tiene medidas y leyes, tonos y expresiones, un universo dentro de otro, un microclima que permite vida nueva —aunque no toda. Para saber exactamente qué era Sada y el bombón necesitábamos inventarla, poder tomarla físicamente y evaluarla. Inmediatamente después, declararla beta. Inventar durante un año los mecanismos para llevarla a la siguiente fase, modicarla, producirla, tomarla y evaluarla. Declararla beta de nuevo. Tener otros 365 días para pensar en los siguientes pasos, implementarlos, imprimirla, hojearla, declararla beta... y así exhaustivamente. Sada y el bombón es una revista que no estaría terminada nunca: evolucionaría de la misma manera que un ser vivo. En diciembre 2013 la revista se hizo notablemente más grande —nuevo tamaño, más páginas y contenido. Un mes después, recibí la queja de un querido amigo por «verla tan grande y tan seria». Al final de mi respuesta, le escribí que «con este cambio de la revista estoy muy contento: cuando llegaron las cajas de la imprenta y pude sacar la primera y tomarla, pensé que era justo lo que esperaba y un poco más. En ese momento olvidé los 18 números anteriores y me puse a pensar en los 18 siguientes». Veo la primera edición de Sada y el bombón y veo inocencia. Veo la última edición y distingo un gran camino andado; puedo imaginar sus siguientes cambios y su futuro lejano. Podemos dividir a todas las revistas en dos grupos: las monolíticas y las experimentales. Las monolíticas evolucionan poco a poco, interiormente, la edición uno y la edición cien no son tan distintas en sus formas. Sada y el bombón es una revista experimental: nació de un deseo-incógnita-búsqueda y fue
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creciendo naturalmente; evolucionó hacia adentro y hacia afuera, se desbordó y ocupó otros recipientes, se hizo grande, se extendió en las personas y en las geografías, aunque siempre pautada y delimitada en el tiempo. Sada y el bombón experimentó siendo la revista de una persona, luego de dos, luego de ocho, luego de un grupo grande, luego de una ciudad y una región. Cualquier creación estará siempre incompleta, en cualquier fase, incluso terminada. La parte complementaria está siempre en el futuro, en el deseo. ¿Cuál es el valor esencial de Sada y el bombón? Tal vez el cultural. No cultural como se traduce vulgarmente, sino cultural en su sentido de diccionario, antropológico: modo de vida y pensamiento local. Sada y el bombón fue una gran red social porque era atractiva. Era atractiva porque estaba bien hecha. En las reuniones editoriales contábamos lo que nos había pasado en los últimos días o notábamos que algo co-
tidiano necesitaba una explicación o un análisis menos superficial, y lo convertíamos en artículo —después de una investigación y un debate con puntos de vista a veces opuestos. La edición fotográca, la comisión de ilustraciones, el diseño editorial: todo se hacía de cero. Irónicamente, esta originalidad —que era lo que los lectores más apreciaban— no siempre le hacía sentido a los posibles anunciantes. Y ésta es la razón por la que ahora tenemos que despedirnos, pero buscaremos la manera de volver, probablemente con un esquema sustentable que esté directamente integrado —esta vez desde el principio— con el proceso de creación de contenidos. Mientras tanto, la echaré mucho de menos.
Jacobo Zanella participó en todos los procesos de la revista, desde el diseño de las portadas hasta la selección minuciosa de los puntos de distribución. Lee algunos de sus textos en sadabombon.com/author/jacobo
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Agradecimientos Cerramos reconociendo a todos esos nombres que hicieron posible esta revista. Los que la escribieron y diseñaron, los que la repartieron, los que la buscaron, los que la perdieron, los que la usaron de abanico y, sobre todo, los que la leyeron en cada una de sus 24 ediciones. Gracias totales.
Mauricio Aguilera, Jon Aguirrezabal, Carlos Arroyo Batista, Begoña Barinagarrementeria, Arturo Barradas, Luis Bernal, Francisco E. Bernal Venegas, Daniel Bravo, Cristina Bringas, Cecilia Buentello, Antônio Cabadas, Patricia Corzo, Giacomo d'Alelio, Jorge Degetau, Julieta Díaz Barrón, Diógenes el Chades, Pablo Duarte, Patti G., César García, Eduardo de la Garma de la Rosa, Federico Gutiérrez, Mario Hernández, Selva Hernández, Gabriel Hörner, Mariel Ibarra, Javier Jiménez-Belmonte, Julia Fabiola, Horacio Lozano Warpola, Paulina Macías, Sara Márquez, Samuel Martínez Andrade, Imanol Martínez, Leticia Méndez, Julián Monsalve, Kostia Montana, Moskar, Héctor Muñoz, Carolina Nieto Ruiz, Luisa Fernanda Niño, Julia Perales, Bernal Pérez, Liz Pérez, Branko Pjanic, Denisse Piña, Óscar Rieveling, Roselin Rodríguez Espinosa, Carolina Rodríguez, Ros, Andrea Saldaña, Daniel Saldaña París, María Fernanda Sánchez, Mauricio Sánchez, Joy Sleepy, Rocío Soto, Rodrigo Suárez, Antonio Tamez, Gonçalo M. Tavares, Carlos Torre, Omar Torres, Bernardo Vandervelde, María José Vázquez, María José Villanueva, Jacobo Zanella, Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, todos nuestros patrocinadores y tú, acérrimo lector.
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