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Aguinaldo 2021

Mira que hago nuevas todas las cosas. Ap 21, 5

1. Abriendo la Memorias Biográficas.

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“La Congregación no había elegido todavía el escudo oficial, según costumbre de todas las familias religiosas; como sello de la misma…Sólo el día 12 de septiembre de 1884, don Antonio Sala presentó al capítulo Superior el boceto… Era un escudo, con un gran angla en el centro” MBe XVII, 316.

La gran ancla central representa la virtud de la ESPERANZA que debe ser la actitud de la sociedad salesiana que se mantiene estable a pesar de las dificultades.

El Rector Mayor, P. Ángel Fernández Artime quiere animar nuestra vida salesiana apostólica con la virtud teologal de la esperanza: Nos mueve la esperanza.

La esperanza movió a Don Bosco que en muchos momentos difíciles de la vida levantó su corazón hacia el Señor abriendo sus ojos al cielo y mirar la vida movido por la virtud teologal de la esperanza. Así anota el Rector Mayor: “Cuando miramos la experiencia de vida de Don Bosco, nos damos cuenta que la esperanza es una planta de raíces profundas que vienen de lejos.

Este ha sido el caso, desde los primeros años, de Juan en I Becchi, con mamá Margarita que tiene que afrontar tiempos de hambruna y las penurias de la convivencia doméstica.

Cuando tenía una esperanza muy humana de que podía existir para él un futuro, porque soñaba contando con la ayuda y protección de Don Calosso, la muerte del anciano párroco golpeaba esta esperanza.

Pero es precisamente en estas circunstancias que la palabra y más aún el ejemplo de su madre abren la mirada de Juan a un horizonte mayor, y lo hacen capaz de mirar hacia lo alto y de ver lejos” Aguinaldo 2021, 4.

2. Mirando nuestra historia.

En estos tiempos podemos perder el ancla de la esperanza. Frente a esta emergencia sanitaria estamos angustiados y parece un camino sin salida o de un callejón oscuro. Mirar el mundo paralizado, los niños sin ir a la escuela, la falta de trabajo, las familias que lloramos a nuestros seres queridos, nos ha hecho paralizar en realidad el corazón. Pero en el mismo corazón inquieto de la humanidad está rayando una luz con su esplendor, la fe que nos abre a la esperanza.

Mirando la realidad el Rector Mayor afirma: “no me siento capaz de escribir ni siquiera una sola página de este aguinaldo 2020 ignorando lo que ha golpeado a toda la humanidad y a todos los países al mismo tiempo. Vivimos tiempos difíciles; se ha vivido lo nunca imaginado ni sospechado. …Pero es seguro que esta pandemia finalizará en unos meses… antes o después será así. Ya está llegando y nos alegramos profundamente. Muchas preguntas, de desgarrador dolor, se han vertido en tantos corazones en estos meses.

La fe cristiana muestra continuamente cómo Dios, por medio de su Espíritu, acompaña la historia de la humanidad… Un Dios que hace nueva todas las cosas” Ap, 21. 5.“ Aguinaldo 2020, 1.3. Y con ánimo nos dice: Dios nos invita a mirar cuánto está realizando en la historia.

Pero también hay otra causa menos visible que tiene larga data que nos puede hacer perder la esperanza. Nosotros miramos el progreso del mundo y nos admiramos. Así nos ha pasado en América Latina, en los años 70´veíamos que muchos países progresaban con sus carreteras, edificios, industrias… Todo esto nos llevó a pensar y ser optimistas en el progreso de los hombres sólo confiar en la capacidad de la inteligencia creativa, el esfuerzo y tenacidad de nuestras manos.

Pero si observamos detalladamente debemos saber leer lo que ocurría y a qué nos conducía ese optimismo en la ciencia y el progreso. Hay un fenómeno en descomposición incluso dentro de la misma Iglesia: seminarios vacíos, congregaciones religiosas sin vocaciones, sacerdotes y religiosas(os) que dan la espalda a su propia vocación, una Iglesia que va más con las cosas del mundo que de Dios. Hoy nosotros seguimos aun pensando sólo en un “vivir bien”. Esto analizaba el papa Benedicto XVI. “En este sentido, la época moderna ha desarrollado la esperanza en la instauración de un mundo perfecto que pareciera lograrse con los conocimientos de la ciencia y una política fundada científicamente. Así la esperanza bíblica del reino de Dios ha sido reemplazada por la esperanza del reino del hombre, por la esperanza de un mundo mejor que sería el verdadero “reino de Dios”. Pero esto no es la esperanza cristiana.

Eso está pasando en general, el hombre actual está divinizando la historia proyectada con su mente y ejecutando con sus manos un “mundo mejor”, con un dios sin Dios con sus ideologías modernas y sus falsas promesas. Se habla simplemente de los valores del reino sin Cielo, colocando al puesto de Dios a los simples valores de justicia, solidaridad… También nosotros en la Iglesia hasta hablamos de un dios de la historia, que en realidad ese dios es el proyecto simplemente del hombre y apunta a una finalidad humana, que se opone a la fe y a la esperanza cristiana. Decir esto es para ser tachado de pesimista y tradicionalista al oponerse al optimismo humano. ¿Por qué anotar todo esto? Porque debemos comprender la verdadera esencia de la esperanza cristiana y revivirla incluso en estos momentos donde todo parece oscuro.

3. La Esperanza cristiana.

Fe, esperanza y caridad son las tres virtudes teologales para responder a la vocación de ser cristianos. Gracias a la virtud de la esperanza nuestra vida se abre hacia un futuro ilimitado, que se nos hace accesible en la fe.

El Rector Mayor nos ha traído a la memoria la encíclica Spes Salvi. Cuando analiza la situación difícil que vive ahora la humanidad.

“Ante esta realidad, nosotros los creyentes nos sentimos iluminados por la fe que se hace esperanza. En las palabras del Papa Benedicto XVI, se nos ofrece la salvación en el sentido de que se nos ha dado la esperanza, una esperanza fiable, gracias a la cual podemos afrontar el presente: el presente aunque nos sea fatigoso refiriéndose a la enseñanza del papa Benedicto XVI, Spes Salvi, 1. Pero aún más anima a seguir dando pasos pues si la meta es grande que justifique el esfuerzo del camino el hombre sigue hacia adelante, señalando que la verdadera esperanza es Dios: la verdadera esperanza del hombre que resiste, a pesar de todas las desilusiones, sólo puede ser Dios, el Dios que nos ha amado y nos sigue amando hasta el extremo, hasta el total cumplimiento (Cfr Jn 13,1; 19, 30). Quien ha sido tocado por el amor empieza a intuir lo que sería propiamente la vida. Empieza a intuir que quiere decir la palabra esperanza. Spes Salvi, 27.(Cfr. Aguinaldo, 2020, 4)

El hombre, analiza el papa Benedicto XVI, a lo largo de su existencia tiene muchas esperanzas, más grandes o más pequeñas, diferentes según los períodos de su vida… (Pero) está claro que el hombre necesita una esperanza que vaya más allá. Es evidente que sólo puede contentarse con algo infinito, algo que sea para siempre más de lo que nunca podrá alcanzar. El papa precisa que el hombre en realidad no se queda conforme con sus simples proyectos humanos. Es la gran esperanza lo que nos mantiene en el camino. Esta gran esperanza sólo puede ser Dios, Spes Salvi, 31. El santo padre Francisco nos invita a ser gente de primavera más que de otoño. El cristiano ve los brotes de un mundo nuevo más que las hojas amarillas en las ramas, porque tenemos la certeza que Dios “adviene” e, interviene. (P. Francisco, Mensaje en la audiencia, 23 de agosto 2017).

Dios es nuestra gran esperanza, así el Rector Mayor coloca un subtítulo que afirma y levanta el ánimo de los jóvenes. Mira que hago nuevas todas las cosas. No es el hacer del hombre, sino Dios para que digamos “Vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del cielo”. Ap 21, 2 Conclusión. Hemos iniciado leyendo las MBe XVII, 316 que describía nuestro escudo salesiano; termino recordando algo de mi pasado: En mis primeros años de salesiano según la obediencia fui enviado a una casa salesiana, entre las cosas archivadas y viejas encontré un escudo esculpido en mármol, seguramente llegó con los mármoles del altar de la Iglesia y estaba en algún lugar importante. Pasaron los años y fue sustituido por algo “nuevo”, moderno, de acuerdo a los tiempos nuevos. Lo miré y luego lo limpié y descubrí que era el escudo de la Congregación y vi en el centro el ancla de la esperanza.

El Aguinaldo del Rector Mayor es una invitación a desempolvar ese escudo que está archivado y renovar nuestra vocación y carisma salesiano. El Papa Francisco nos recuerda: (Cf, Educar a la esperanza, 14 de noviembre 2018). Somos educadores de los jóvenes debemos estar presentes dando testimonio. Como presencia, la nuestra y como testimonio la alegría que nace de la esperanza.

Mons. Fernando Bascopé Müller

OBisPO castrense

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