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El paquistaní de Marruecos Lo último en hachís comercial A comienzos de 2003, tuvimos acceso a un hachís marroquí desacostumbradamente bueno por mediación de un amigo a quien un contacto suizo, al pasar de vuelta por Algeciras, dejaba un trozo de cincuenta gramos que cortaba de una pequeña pieza. Se trataba de la primera vez que veíamos como un hachís traído directamente del país vecino alcanzaba un precio de 5-6 € por gramo entre los entusiastas de la zona, poniéndose al nivel de la mejor hierba. Aún no tenía nombre, pero ese grado de calidad era lo que estaba dando lugar a la denominación comercial paquistaní (P•K).
Cuando Paco planeaba su visita a Marruecos a comienzos de la temporada de cultivo del año pasado, no se olvidó de tomar consigo un centenar de semillas procedentes de un cruce, realizado en exterior, que consistía en cargar Northern Lights sobre el famoso híbrido de Sensi Seeds Northern Lights #5 x Haze. Siempre que visita a su “hermano” de Marruecos, le gusta llevarle cosas de este tipo a modo de regalo: artículos de grow diversos y novedosos que no están disponibles allí –pongamos una balanza digital de diseño sofisticado- o, como en este caso, semilla híbrida. A cambio, el “hermano” marroquí de Paco se comprometió a dedicar una parcela de 2x2 metros a las nuevas semillas dentro de los campos del paquistaní. El doble-0 que se produjera a partir de ese jardín sería para Paco; ellos se quedarían con el resto del polvo de resina que pudieran extraer y todas las semillas que dieran las plantas.
David García • deivimar@hotmail.com Fotografías: Irene y Álvaro (macro)
Extensión de cultivo dedicada a la producción de polvo de resina P•K.
El origen del hachís paquistaní de Marruecos resulta incierto, como suele suceder cada vez que alcanza el mercado una calidad comercial superior. En este caso, la historia cuenta que se logró llevar hasta Marruecos una abundante provisión de semillas procedente de Holanda, con genética originaria de Paquistán. Después de la primera temporada de cultivo, la vigorosa semilla holandesa ya se había dispersado, refrescando el fondo genético de muchas explotaciones dedicadas a la producción de hachís en la región montañosa del Rif. A una hora y media en coche desde Chauen, adentrándose en la montaña, se llega a las tierras donde se cultivan las plantas de las que se extraerá el polvo de resina P•K. A mediados de mayo, las plantas lucen espléndidas, y evocan extensos jardines occidentales más que memorables campos de culturas tradicionales del hachís. Ello se debe a la diversidad genética propia de la hibridación aleatoria dentro de estos cultivos marroquíes. Puede apreciarse que la filotaxia (forma de la hoja) ofrece multitud de variaciones. De ahí que estos cultivos recuerden a los occidentales, donde se reúnen multitud de variedades -con fenotipos diferentesa fin de conseguir el menú cannábico más completo. Sin embargo, a diferencia de los cultivos occidentales, donde se llega a controlar la identidad de cada individuo dentro de cada variedad, en estas plantaciones sólo se distinguen las plantas de semilla paquistaní de las
Ahora, Paco anda casi siempre buscando a Paqui. Lo que ocurre es que Paqui cambia constantemente, dando lugar a malentendidos y disputas acerca de su autenticidad. Si bien es cierto que las posibilidades de mezcla con otros polvos de resina marroquíes son muy amplias, tampoco es falso que cualquier mezcla con polvo de resina procedente de genéticas seleccionadas por occidentales será tomada fácilmente por hachís paquistaní; aunque la variedad sea tipo Northern Lights con un toque de Haze.
existentes con anterioridad (las llamadas plantas de kif); y, mientras las primeras son cultivadas en parcelas con más recursos hídricos y nutricionales, las segundas son llevadas en un régimen de secano. La única diferencia con cualquier otro polvo de resina que se pueda extraer en Marruecos es la mejor calidad narcótica de la genética de las plantas que caben en el cajón de sastre etiquetado como P•K. Por lo demás, los productores marroquíes siguen practicando la extracción simple y el prensado mecánico.
Los diferentes tipos de hojas muestran una fuerte hibridación aleatoria.
La esencia de Paqui Resulta inevitable, llegados a este punto, hacer una concesión a la forma moderna de producción marroquí. Cuando la genética de las plantas es uniforme y superior, y la extracción y prensado del polvo de resina son llevados a cabo con la mayor suavidad y cuidado que contemplan las técnicas empleadas por los marroquíes, el hachís producido (cero-cero o doble-0) es de un grado muy superior a la máxima calidad comercial obtenida a partir de plantas sin determinar. De hecho, se puede contar entre los mejores del mundo. Este es el caso de un hachís en el cual nos detendremos más adelante. Ahora, recorramos a vuelapluma lo que dio de sí la cosecha 2004 en una de estas fincas hasta dar paso a la nueva temporada de cultivo, cuando tuvo lugar la visita cuyas imágenes ilustran estas palabras. Para ello, contamos con la guía de Paco, que será nuestro Cicerón en este viaje al sistema de producción de hachís marroquí.
El polvo de resina P•K se deja en bruto hasta su comercialización.
En octubre, el poderoso y aromático hachís de la reciente cosecha ya llegaba al mercado con facilidad. Aunque también apareciera en forma de pequeñas bellotas prensadas a mano de 2-4 gramos de peso, la presentación habitual era en pequeñas tabletas de peso variable, entre 100 y 200 gramos. Como mucho, los correos transportaban cuatro o cinco de estas piezas: una cantidad total que no se acercaba al kilo y que tampoco solía bajar de 500 gramos. Entre la cosecha de las plantas, desde el mes de septiembre, hasta el comienzo de la distribución del
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hachís fresco producido a partir de ellas, se dio el típico periodo en el que suelen terminarse las existencias de la temporada anterior en medio de la agitación y el desconcierto propios de la transición. Entre los últimos coletazos de un polvo de resina cada vez más escaso y pobre, y la promesa de hachís abundante y con potencia renovada, las tentativas de acceder a un material aceptable se ven frustradas con mucha frecuencia durante ese impasse que se fuerza para conseguir el máximo beneficio posible. Ocurrió la temporada anterior y, casi con total seguridad, volverá a ocurrir durante la entrada de este otoño.
El rebozado De alguna manera, el polvo de resina extraído tras una cosecha consigue estirarse cada año hasta distribuir los últimos restos cuando la siguiente ya está más que seca. Sólo entonces, comienza a comercializarse el hachís de la temporada. Quizá uno de los recursos que hacen posible esta capacidad de previsión por parte de las explotaciones cannábicas, que es capaz de prever las diferencias que produce forzosamente la Naturaleza año tras año, sea la contaminación tolerada con polvo y arena. El polvo y la tierra son los dos contaminantes mayores del polvo de resina, como afirma Clarke (1998). Las plantas cultivadas en las montañas del Rif, como otras destinadas a la producción de hachís, se desarrollan en un clima árido y polvoriento. Las partículas de polvo y tierra en suspensión van quedando atrapadas en las plantas durante todo su ciclo de cultivo. No sólo se adhieren a los tricomas glandulares que, comúnmente, llamamos resina; también son atrapados por los tricomas pilosos no glandulares que cubren los tallos y las hojas. Si bien este tipo de impurezas son tomadas como contaminación, diferenciada de la adulteración intencionada, las fronteras que delimitan una de otra llegan a rebasarse con facilidad en pos del beneficio comercial, de conseguir la mayor cantidad de producto vendible. Las carreteras polvorientas junto a los campos, el trasiego de ganado y otras acciones humanas pueden ser parte del estilo de vida; pero forzar las cosas, llevando estas acciones a un extremo, difícilmente puede justificarse como una cuestión de estilo. Comentando este asunto con un connoisseur del hachís, éste rememoraba con toda la expresividad posible su propia experiencia en unos terrenos destinados a producir polvo de resina P•K durante la cosecha 2004. “Yo estaba malo”, admitió. En medio de la plantación, a pleno sol, cortando plantas y tirándolas al suelo polvoriento. Mientras trabajaba, les decía a los del lugar: “¡¿Pero cómo vamos a tirar las plantas llenas de resina al suelo?!” Y le contestaban: “Está bien así; es bueno”. Si tenemos en cuenta el poco volumen necesario para obtener cien gramos de arena, será fácil hacerse a la idea de la escandalosa proporción al peso que pueden llegar alcanzar estos contaminantes frente a la materia vegetal ya seca que contiene las glándulas de resina.