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GUIA DE VARIEDADES
La voz de la calle libanesa Para ser un país tan pequeño, El Líbano tiene un buen par de pelotas. También tiene una historia bien conocida de cultivo de Cannabis. La producción de su famoso Red Leb (Rojo Libanés) quedó prácticamente erradicada después de la larga y brutal guerra civil que terminó en 1990, pero han circulado rumores sobre la vuelta a la vida de los viejos campos de Cannabis. Soft Secrets ha estado husmeando por ahí para ver si hay algo de sustancia en esos rumores tentadores. En el lado oriental de la cordillera montañosa de Monte Líbano se encuentra el valle de Bekaa. No es un secreto que en la mitad norte del Bekaa es donde se produce la gran mayoría de cultivos de hash libanés... Baalbeck, la puerta de entrada y la ciudad administrativa del norte de Bekaa, fue nuestro punto de partida; es una ciudad firmemente establecida en torno al turis-
trado en algún lugar del Bekaa, cuando escribo este artículo siguen secuestrados. Justo cuando estábamos acomodándonos y absorbiendo las primeras impresiones sobre el lugar, sobre la media noche de nuestro primer día en la ciudad, recibimos el susto de unos ensordecedores ¡bang!, ¡bang!, procedentes de un par de pistolas disparadas a poca distancia de nuestra habitación de hotel -obviamente, esta
The Professor
Pero esto era mucho más fácil de decir que de hacer. Después de hacer amistad y coger algo de confianza con algunos de los matones locales en la sala de billar, logramos empezar a familiarizarnos un poco con la situación... La gente de aquí teme a los policías. Los espías y chivatos son habituales -es una historia conocida, gente que ha sido detenida, se les presiona para que den nombres, y los menos afortunados reciben una llamada de la policía para que entreguen un análisis de orina-. Un test positivo puede significar hasta cinco meses de cárcel si no pueden pagarse un abogado decente. Un par de semanas o un mes son sentencias frecuentes.
misión iba a requerir una buena cantidad de tacto y de precaución-. El primer paso para conseguir el acceso a esos legendarios campos era buscar y encontrar un guía: alguien que conociera el negocio, que tuviera los contactos adecuados y que no tuviera miedo de introducir a un extraño en la olla a presión del Bekaa.
Otra región libanesa en la que es tradicional el cultivo de cannabis es el valle
Algunos de los tipos eran claramente fumadores -les delataban sus ojos inyec-
Pocas semanas antes de que llegara Soft Secrets, un grupo de ciclistas estonios fue secuestrado en algún lugar del Bekaa, y cuando escribo este artículo siguen secuestrados. mo, gracias a sus espectaculares ruinas romanas. También es una ciudad donde puedes comprar camisetas de Hizbullah en casi todas las tiendas y donde abundan los policías: van armados con M16 y vestidos de camuflaje urbano estilo militar -básicamente, son soldados urbanos-. Pocas semanas antes de que llegara Soft Secrets, un grupo de ciclistas estonios fue secues-
Soft Secrets también descubrió que en 2009 el cultivo de hierba se estaba convirtiendo en una fuente de ingresos popular para muchos agricultores libaneses a pequeña escala. Esto estaba produciendo una bajada de precios y empezando a interferir en el negocio de los Zeaiters y los Jaafars, así que reclamaron ciertos favores a sus políticos en nómina. Además, se estaba presionando desde el exterior al gobierno libanés para que “hiciera algo” respecto a la creciente producción de hash del país. Se adoptó una nueva política de tolerancia cero y se organizó un gran espectáculo de quemar plantaciones y depósitos de hash, deteniendo a pequeños cultivadores y usuarios; esta es la incierta situación en la que se encuentra hoy día el fumador medio libanés.
tados en sangre, sus tatuajes y la actitud reservada-. Sin embargo, estos se mantenían a cierta distancia de nosotros, no les importaba echarse unas risas con nosotros, pero dejaban a los pocos que eran más abiertos la tarea de darnos la información que veníamos buscando. Puede que la única barrera real fuera la falta de un idioma común, pero por la razón que fuera, estaba claro que en esas circunstancias tendríamos que callejear por ahí mucho más de lo que podíamos pagarnos, antes de que nos dieran algo más que una conversación general sobre nuestro tema favorito. Era hora de cambiar de táctica. Una vez que salimos de la ciudad y escarbamos un poco más encontramos a gente más dispuesta a hablar. En el norte de Bekaa el poder reside en dos familias principales, estilo mafioso: los Zeaitars y los Jaafars. Estas familias son lo suficientemente temibles como para mantener fuera de su territorio a Hizbullah, la policía y el Ejército libanés. Además están envueltos en un conflicto entre ellos. No cuentan el dinero, lo pesan, y tampoco utilizan bancos, sino que tienen sus propios depósitos clandestinos, sus propias fuerzas de seguridad, y ejercen la presión necesaria para tener en su nómina a algunos políticos útiles. Y la hierba tampoco es su único negocio (están envueltos en un montón de actividades delictivas, pero eso no es de mi incumbencia ni de la tuya). Los tipos que mandan en el norte de Bekaa son auténticos elementos.
de Qadisha. Separado del Bekaa por la Cordillera del Monte Líbano, Bcharre, la ciudad más grande de Qadisha, es la fortaleza de los cristianos maronitas y de la milicia cristiana conocida como Fuerzas Libanesas. Estas fuerzas destacaron durante los días de la guerra civil y se dice que iban bien fumadas antes de entrar en batalla -todavía se pueden ver indicios de la lucha en Bcharre en algunas puertas de jardines agujereadas por las balas-. Me las había arreglado para contactar con un nuevo amigo que me hiciera de acompañante para este pequeño viaje a las montañas: Rocky es un ex-soldado estadounidense con apellido árabe, conocimientos de árabe y retirado con una pensión de incapacidad. También es un heroinómano en recuperación. Yo soñaba ya con las puertas que el nombre de este tipo y sus habilidades lingüísticas nos iban a abrir, pero su indisimulado entusiasmo nos atacó los nervios a los cinco minutos de entrar en la ciudad... Fuimos a preguntar a un par de tipos de allí por ciertas direcciones, nos las dieron, y entonces Rocky soltó sin más: “¿Tenéis algo de hashish?” Nos miraron como si les hubiéramos pedido que mataran a un bebé, “No, no, no. No hay drogas en esta ciudad, no hay hashish”. Entonces comprendimos que estábamos justo a las puertas de la comisaría de policía, había un par de coches patrulla y policías pululando por los alrededores. Cada vez que nos aventuramos en la ciudad a partir de entonces, nunca tuvimos demasiado lejos a los uniformados. Durante los días siguientes mantuvimos un perfil bajo. Dos días después, esta vez sin Rocky, nos dimos a conocer en el shisha bar local. Allí fue donde encontramos las primeras pistas prometedoras de nuestra misión -aceptamos la invitación a una partida de póker en casa de un fumador habitual, Bob (no