Editorial
San Pablo, contigo en el camino on gran alegría y esperanza dedicamos este número de nuestra revista Vida Pastoral a reflexionar sobre la familia, guiados por la última exhortación apostólica del papa Francisco Amoris laetitia (La alegría del amor), que recoge la gran inquietud del Papa por este tema tan importante para la sociedad, pero que pasa por momentos difíciles.
C
Editorial San Pablo, responsable de la edición de esta revista, siempre ha buscado acompañar el camino de la Iglesia, de los sacerdotes, de los agentes de pastoral, de las familias a través de su obra apostólica y el trabajo en los medios de comunicación social. Como lo expresa nuestro nuevo eslogan, “San Pablo, contigo en el camino”, lo que más deseamos es acompañar a las personas a encontrar el camino que las lleve hacia el encuentro con Cristo. No sólo publicamos libros y revistas, sino que llevamos en el corazón la pasión de acompañar en el camino a quienes buscan una trascendencia en su vida o simplemente un horizonte para ella, que a veces se puede perder en la maraña de propuestas que el mundo presenta. El mismo Jesús se declaró como Camino (cf. Jn 14, 6), es decir, como el único mediador entre el Padre y nosotros.
Sólo a través de Él podemos ir al Padre. En los Evangelios lo apreciamos siempre en camino por los pueblos y aldeas encontrando a las personas y anunciándoles la Buena Noticia de la salvación. Así como Jesús camina a nuestro lado y no nos abandona, hoy la Sociedad de San Pablo busca acompañar a todas las personas a crecer en el camino espiritual de la formación, de los valores, del conocimiento. Y queremos caminar al lado no sólo de las personas creyentes, sino también de quienes no han encontrado el camino de Dios o simplemente lo extraviaron. Así lo señala también el logo San Pablo, el cual indica una montaña (que en la Biblia es el lugar teológico del encuentro con Dios) y una especie de espiral que representa a las personas que caminan y la dinámica de sus vidas (color rojo). Ahí se expresa nuestra misión: acompañar a las personas para que puedan encontrar al Dios de la vida que les permita vivir de una manera diferente y puedan cambiar el rumbo si éste es equivocado o encontrar un sentido a su existencia. Nuestra misión es acompañarlos, por eso queremos estar ¡CONTIGO EN EL CAMINO! El Director
Revista trimestral de la Sociedad de San Pablo —PAULINOS— Colombia, Ecuador, Panamá, Centroamérica y el Caribe al servicio de la Iglesia. Carrera 46 Nº 22A–90 – A.A.: 080152 / Tel.: 3 68 20 99 – FAX: 2 44 43 83 / BOGOTÁ, D.C. — COLOMBIA
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Con aprobación eclesiástica. Las opiniones expuestas en los artículos publicados son de exclusiva responsabilidad de sus autores.
La Voz del Papa “EL AMOR ES NUESTRA MISIÓN: LA FAMILIA PLENAMENTE VIVA” ale la pena la vida en familia… Una vez, un chico me preguntó: “Padre, ¿qué hacía Dios antes de crear el mundo?”. Les aseguro que me costó contestar. Y le dije lo que les digo ahora a ustedes: Antes de crear el mundo, Dios amaba porque Dios es amor, pero era tal el amor que tenía en sí mismo, ese amor entre el Padre y el Hijo, en el Espíritu Santo, era tan grande, tan desbordante… que no podía ser egoísta. Tenía que salir de sí mismo para tener a quien amar fuera de sí. Y ahí, Dios creó el mundo. Ahí, Dios hizo esta maravilla en la que vivimos. Y que, como estamos un poquito mareados, la estamos destruyendo. Pero lo más lindo que hizo Dios –dice la Biblia– fue la familia. Creó al hombre y a la mujer; y les entregó todo; les entregó el mundo: “Crezcan, multiplíquense, cultiven la tierra, háganla producir, háganla crecer”. Todo el amor que hizo en esa Creación maravillosa se lo entregó a una familia.
V
Toda la verdad que Dios tiene en sí, la entrega a la familia. Y una familia es verdaderamente familia cuando es capaz de abrir los brazos y recibir todo ese amor. Por supuesto, que el paraíso terrenal no está más acá, que la vida tiene sus problemas, que los hombres, por la astucia del demonio, aprendieron a dividirse. Y todo ese amor que Dios nos dio, casi se pierde. Y al poquito tiempo, el primer crimen, el primer fratricidio. Un hermano mata a otro hermano:
contenido EDITORIAL
San Pablo, contigo en el camino
INFOGRAFÍA Sacramento del matrimonio
BEATO ALBERIONE La familia también salva
ACTUALIDAD
Acoger y no juzgar a la persona homosexual
la guerra. El amor, la belleza y la verdad de Dios, y la destrucción de la guerra. Y entre esas dos posiciones caminamos nosotros hoy. Nos toca a nosotros elegir, nos toca a nosotros decidir el camino para andar. Cuando el hombre y su esposa se equivocaron y se alejaron de Dios, Dios no los dejó solos. Fue tanto el amor, que empezó a caminar con la humanidad, empezó a caminar con su pueblo, hasta que llegó el momento maduro y le dio la muestra de amor más grande: su Hijo. ¿Y a su Hijo dónde lo mandó? ¿A un palacio, a una ciudad, a hacer una empresa? Lo mandó a una familia. Dios entró al mundo en una familia. Y pudo hacerlo porque esa familia era una familia que tenía el corazón abierto al amor, que tenía las puertas abiertas. Pensemos en María, jovencita. No lo podía creer: “¿Cómo puede suceder esto?”. Y cuando le explicaron, obedeció. Pensemos en José, lleno de ilusiones de formar un hogar, y se encuentra con esta sorpresa que no entiende. Acepta, obedece… Dios siempre golpea las puertas de los corazones. Le gusta hacerlo. Le sale de adentro. ¿Pero saben qué es lo que más le gusta? Golpear las puertas de las familias. Y encontrar las familias unidas, encontrar las familias que se quieren, encontrar las familias que hacen crecer a sus hijos y
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ACTUALIDAD
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PASTORAL LITÚRGICA
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PASTORAL DE LA CATEQUESIS
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GUÍAS HOMILÉTICAS
¿Los divorciados vueltos a casar pueden volver a comulgar?
Bienvenido, tiempo de adviento
Los aportes de amoris laetitia a la catequesis familiar
Equipo Paulino
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los educan, y que los llevan adelante, y que crean una sociedad de bondad, de verdad y de belleza. En la familia hay dificultades. En las familias discutimos. En las familias a veces vuelan los platos. En las familias los hijos traen dolores de cabeza. No voy a hablar de las suegras. En las familias siempre, siempre, hay cruz; siempre. Pero en las familias también, después de la cruz, hay resurrección, porque el Hijo de Dios nos abrió ese camino. Por eso la familia es –perdónenme la palabra– una fábrica de esperanza, de vida y resurrección, pues Dios fue el que abrió ese camino. Y los hijos… los hijos dan trabajo. Nosotros como hijos dimos trabajo. A veces, en casa veo algunos de mis colaboradores que vienen a trabajar con ojeras. Tienen un bebé de un mes, dos meses. Y les pregunto: “¿No dormiste?”. Y él: “No, lloró toda la noche”. En la familia hay dificultades, pero esas dificultades se superan con amor. El odio no supera ninguna dificultad. La división de los corazones no supera ninguna dificultad. Solamente el amor es capaz de superar la dificultad. El amor es fiesta, el amor es gozo, el amor es seguir adelante. Por ello, mi consejo para ustedes es que nunca terminen el día sin hacer la paz en la familia. En una familia no se puede terminar el día en guerra. Que Dios los bendiga. Que Dios les dé fuerzas. Que Dios los anime a seguir adelante. Cuidemos la familia. Defendamos la familia porque ahí se juega nuestro futuro. Que Dios los bendiga… Papa Francisco. Discurso para el VII Encuentro Mundial de las Familias en Filadelfia,
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TEOLOGÍA
Una teología “de rodillas”
CULTURA
Identidad y socioculturalidad en la literatura Afrocolombiana
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DIRECTOR: P. Martín Alberto Sepúlveda Mora, ssp EDITOR: Jr. Jorge Forero, ssp CONSEJO DE REDACCIÓN: Jr. Jorge Forero; Jr. Abimelec Pulido; Constanza Moya; Segundo Pacabaque. AUTORES: Editorial: El Director; Infografía: Jorge Forero, ssp – Abimelec Pulido, ssp; Actualidad: P. José Rafael Prada Ramírez, CSsR, P. Wilson Zuloaga; Pastoral litúrgica: Equipo Paulino; Pastoral de catequesis: P. Martín Sepúlveda Mora, ssp; Guías homiléticas: Equipo Paulino; Biblia: P. Adolfo Galeano, ofm; Teología: Juan Pablo Espinosa Arce; Cultura: Yesenia Escobar Espitia; En Librería: Constanza Moya; Mariología: P. Felix Eduardo Osorio; Eclesiología: P. Antonio Mora; Comunicación-Familia: Paulo Daniel Acero, Humberto Díaz e Isabel Botía; Exclusivo: Victor Codina. PUBLICIDAD: Ximena Bonilla Valencia / e–mail: publicidad@sanpablo.com.co DISEÑO & DIAGRAMACIÓN: Luis Gabriel Niño Devia / e–mail: ninoluis@sanpablo.com.co
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sanpablocol
La teología del amor
2016
SUSCRIPCIONES: periodicos@sanpablo.com.co
Estados Unidos, 22-27 de septiembre de 2015.
BIBLIA
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octubre diciembre
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MARIOLOGÍA
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ECLESIOLOGÍA
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COMUNICACIÓN FAMILIA
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María, visita con amor y ternura
Declaración de nulidad matrimonial
COMUNICACIÓN FAMILIA
Duelo de los padres cuando un hijo se declara homosexual
Sanando las relaciones de pareja
Infografía
Por: Jorge Forero, ssp george.foreromaldonado
Abimelec Pulido, ssp joseabimelecp
Sacramento d
el m
atrimonio
San Pablo dice: "Maridos, amen a sus mujeres como Cristo amó a la Iglesia… Gran misterio es éste, lo digo con respecto a Cristo y la Iglesia" (Ef 5, 25.32).
El matrimonio es una bendición y agradecemos a Dios todos los regalos que hemos recibido.
No es: 1. Un flechazo de Cupido
2. Comodidad y placer
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El matrimonio es una decisión libre y responsable.
Sí es: 1. Mandamiento de Dios. 2. Celebración del don del amor. 3. Amor es un encuentro con el otro.
• Los cónyuges son el símbolo del amor de Cristo. • El matrimonio se funda en el consentimiento de los contrayentes, es decir, en la voluntad de darse mutua y definitivamente con el fin de vivir una alianza de amor fiel y fecundo (CEC 1662). • Casarse es uno de los pasos más serios de la vida de un hombre y una mujer.
Exigencias del matrimonio Unidad e indisolubilidad La indisolubilidad es natural en el matrimonio, porque confiere la unión del hombre con la mujer en una donación total de sus vidas.
Fidelidad
Cuando el amor es auténtico tiende a ser algo definitivo. La fidelidad se toma a ejemplo de la fidelidad de Cristo a su Iglesia.
Fecundidad La culminación del matrimonio es la procreación, ya que los hijos son el don por excelencia del matrimonio y contribuyen al bien de los padres.
Recomendaciones para:
Matrimonio mixto católico + bautizado no católico
Necesita: • Permiso expreso de la autoridad eclesiástica. • Tener presente que el matrimonio es la unidad de los dos cónyuges a Cristo.
Matrimonio con disparidad de culto católico + no bautizado • Dispensa expresa del impedimento para la validez del matrimonio. • Quien sea católico conservar la propia fe y asegurar el bautismo y la educación de los hijos en la Iglesia católica.
Iglesia Doméstica • El hogar cristiano es el lugar en que los hijos reciben el primer anuncio de la fe. Por eso la casa familiar es llamada justamente "Iglesia doméstica", comunidad de gracia y de oración, escuela de virtudes humanas y de caridad cristiana (CEC 1666).
Consentimiento: Consiste en un "acto humano, por el cual los esposos se dan y se reciben mutuamente" (GS 48, 1).
Objeto: formar un consorcio de vida. Autores: los cónyuges (hombre y mujer) Propiedades: - Insustituible: sólo los contrayentes pueden prestar el consentimiento para el matrimonio. - Irrevocabilidad: una vez dado el consentimiento éste es irrevocable. - Suficiencia: el mutuo consentimiento solo, es suficiente para el verdadero matrimonio.
Cualidades:
dado que el consentimiento es necesario, ha de ser:
- Verdadero: que haya intención de producir el matrimonio, de ser marido y mujer. - Libre: 1) Advertencia plena de la mente. 2) consentimiento perfecto de la voluntad. - Mutuo: ambas partes deben consentir en formar el matrimonio. - Simultáneo: 1) que coexistan los consentimientos; 2) que perdure el consentimiento prestado; 3) que haya acuerdo en cuanto a la fecha de celebración del matrimonio. - Manifestado: mediante algún signo externo (palabras, gestos…) que haya un intercambio de este consentimiento. Fuente: Catecismo de la Iglesia Católica (1601-1656) Arte y diseño: Luis Gabriel Niño Devia.
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A los comunicadores Por: BEATO SANTIAGO ALBERIONE
La familia también Salva
Hoy más que nunca depende de las familias el que se salve o se pierda la fe y la vida cristiana. El compromiso de querer conocer acerca de la Familia Paulina me llevó a pensar en cuántas obras realizó Don Alberione para darle a la humanidad algunos elementos humanos y espirituales para seguir a Jesucristo Camino, Verdad y Vida. Nuestro beato fundador, el P. Alberione, expresó en varios de sus escritos que toda la Familia Paulina tiene por misión estimular la lectura del Evangelio, la participación en la litúrgia y la oración en la familia. Por ello,
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nuestra misión está vinculada a la comprensión de las familias. Entender esto nos lleva a encontrarnos con la idea de acoger y orar por las familias de los religiosos y religiosas de cada una de las congregaciones, por las familias de los sacerdotes paulinos; sobre todo por las familias del instituto Santa Familia y de los Cooperadores Paulinos que brindan a nuestras comunidades la gracia de sentirnos acompañados y amados por ellos. Por ello, invitamos a las personas que están casadas y desean vivir una experiencia íntima con Dios, desde el sacramento del matrimonio, para que se unan al Instituto Santa Familia. Este instituto que es una asociación de personas con un Estatuto propio aprobado por la Iglesia, quienes se incorporen a él recibirán un estado de nueva consagración a Dios, que más que elección nuestra, constituye una auténtica llamada del Señor por un acto suyo de predilección misteriosamente reservado a los que Él quiere. Es Él quien elige, llama y consagra, configurándonos más íntimamente con su Hijo, y concediéndonos por el Espíritu Santo una nueva efusión de gracia para poder ser más fieles a Él (obediencia), más ricos de amor (castidad) y más desprendidos de las cosas como el dinero y los lujos terrenales (pobreza).
vida cristiana. Hace falta que las familias cristianas, de acuerdo con la enseñanza del Vaticano II, se comprometan a ser verdaderas “escuelas domésticas”. El apostolado de la comunicación, la oración y la fraternidad deben garantizar a toda la sociedad “familias santas” que continúen la vida, las virtudes y los ejemplos de la Sagrada Familia, debe ser una preocupación de todos los creyentes: “Todos los que tienen influjo en la sociedad y en sus diversas categorías deben colaborar para el bien del matrimonio y de la familia” (GS 52). Las familias “consagradas” serán las más comprometidas en la formación de los novios, de los esposos y de las nuevas familias. De esta manera, el beato Alberione quiso el Instituto Santa Familia, puesto que los esposos tendrán en el Instituto las gracias que los transformarán en levadura para su santificación, la de sus familias y la de las familias del mundo entero. El sacramento para la familia nueva, «pequeña iglesia doméstica», sólo tiene significado si los esposos se adhieren constantemente al proyecto de santificación que Dios tiene sobre ellos, como individuos y como pareja, para adquirir el patrimonio de gracia que deben transmitir a sus hijos de modo que crezcan como verdaderos hijos de Dios. Por esto, los padres son los primeros en transmitir la fe a los hijos para que luego ellos lleven al mundo valores positivos que engrandezcan el amor fraternal y el respeto por la vida.
Beato Alberione
El modelo de familia perfecta la encontramos en la Familia de Nazaret pues ellos son modelo de ejemplo a imitar en los hogares de cada pareja del Instituto Santa Familia, me agrada saber que existen parejas de esposos que desean vivir una experiencia de Dios más cercana, nuestra espiritualidad nutre aquellos lazos y expresiones que se van desvaneciendo al pasar los años, por ello, la tarea de los religiosos paulinos, paulinas, pías discípulas y pastorcitas es llevar la verdadera motivación que engrandece el amor de cada familia. Así mismo, como cada uno de nosotros se ha separado de su familia de sangre para compartir con una familia espiritual la riqueza de Jesús Maestro, María Reina de los Apóstoles y de san Pablo. Es muy grato saber que durante nuestra formación como religiosos nos hemos encontrado con excelentes personas que han hecho camino junto a nosotros. El P. Alberione estaba convencido de que la salvación de la humanidad está en la familia, del mismo modo que de ella partió su ruina. Dios mismo nos ha marcado este camino en sus dos grandes obras: la creación y la redención de la humanidad; comenzó con la familia y actuó por la familia y en la familia. Sin embargo, hoy nos afligen numerosos problemas que acechan a las familias, dentro de esos problemas se encuentran los de orden moral, espiritual, cultural, económico, político y social. Hoy más que nunca depende de las familias el que se salve o se pierda la fe y la
Actualidad Por: P. José Rafael Prada Ramírez, CSsR Doctor en Psicología y autor San Pablo E-mail: jrpradar@gmail.com
La Iglesia respeta las uniones homosexuales, pero no acepta que se equiparen al matrimonio.
ACOGER Y NO JUZGAR
A LA PERSONA
HOMOSEXUAL
El interés de este artículo es explicar cuál es la posición del papa Francisco ante los homosexuales, hombres y mujeres, con la aclaración de que la doctrina tradicional de la Iglesia católica se mantiene, pero se abre una ventana de misericordia y de comprensión a una nueva visión antropológica, para responder pastoralmente al mundo. 10
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L
a admiración, y también el escándalo, comenzaron cuando el 28 de julio de 2013, en su viaje de regreso en avión a Roma, después de la Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro, un periodista preguntó al papa Francisco qué opinaba sobre los homosexuales. El Papa respondió: “Si una persona es gay y busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarla? El Catecismo de la Iglesia Católica explica esto de una manera muy hermosa; dice: ‘No se debe marginar a estas personas por eso, deben ser integradas en la sociedad’”.
Días más tarde, en una entrevista al papa Francisco con Antonio Spadaro, sacerdote jesuita y periodista, el Papa aclaró su posición: Tenemos que anunciar el Evangelio en todas partes, predicando la Buena Noticia del Reino y curando, también con nuestra predicación, todo tipo de herida y cualquier enfermedad. En Buenos Aires recibía cartas de personas homosexuales que son verdaderos “heridos sociales”, porque me dicen que sienten que la Iglesia siempre les ha condenado. Pero la Iglesia no quiere hacer eso. Durante el vuelo en que regresaba de Río de Janeiro dije que si una persona homosexual tiene buena voluntad y busca a Dios, yo no soy quién para juzgarla. Al decir esto he dicho lo que dice el Catecismo. La religión tiene derecho de expresar sus propias opiniones al servicio de las personas, pero Dios en la creación nos ha hecho libres: no es posible una injerencia espiritual en la vida personal. Una vez una persona, para provocarme, me preguntó si yo aprobaba la homosexualidad. Yo entonces le respondí con otra pregunta: “Dime: Dios, cuando mira a una persona homosexual, ¿aprueba su existencia con afecto o la rechaza y la condena?”. Hay que tener siempre en cuenta a la persona. Y aquí entramos en el misterio del ser humano. En esta vida Dios acompaña a las personas y es nuestro deber acompañarlas a partir de su condición. Hay que acompañar con misericordia. Cuando sucede así, el Espíritu Santo inspira al sacerdote la palabra oportuna.
Desde el punto de vista de la psiquiatría y la psicología, la homosexualidad dejó de ser trastorno psicológico, desde 1973, cuando se publicó el DSM-II (Diagnostic Statistic Manual of Mental Disorders); aunque después Robert Spitzer, director del manual, dio marcha atrás y publicó un libro sobre terapias para convertir al homosexual en heterosexual. Naturalmente, no todos los profesionales de esas ramas científicas están de acuerdo con la decisión de suprimir la homosexualidad como trastorno psicológico. Tampoco hay unanimidad en las investigaciones científicas. Ni la teoría psicodinámica, ni la conductista, ni la hormonal, ni la genética, ni la ambientalista, ni la epigenética, ni la de las compulsiones, ni otras más, han logrado poner de acuerdo a los estudiosos del tema. Las investigaciones continúan. Tal vez hay un pequeño acuerdo en los que afirman que el aumento de las hormonas sexuales masculinas durante el embarazo, asociado a una falta de imposición del rol social de género, son factores muy importantes que regulan la sexualidad de las personas y manifiestan diversidad en sus manifestaciones sexuales. Pero, conclusiones verdaderamente científicas todavía tomarán sus años en presentarse.
Ver a la persona homosexual, más allá de la teoría científica o de la norma religiosa, como hijo de un Dios misericordioso.
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Actualidad Las declaraciones del papa Francisco no se sitúan en la orilla de la ciencia, sino en la de la humanidad y la religión. Hay que reconocer que existen homosexuales en la sociedad, en las religiones, en el seno de la Iglesia católica, y a esas personas hay que integrarlas y no marginarlas ni condenarlas. También para ellas existe el “ideal” de la “castidad” y, si son católicas, las enseñanzas de la Iglesia. Tolerancia no significa negar los principios, pero sí aplicar éstos a personas de carne y hueso que luchan y se esfuerzan por ser mejores ciudadanos y cristianos. El Papa recurre a las enseñanzas del Catecismo de la Iglesia Católica pero, en mi opinión, también quiere abrir una ventana, con nueva visión religiosa-antropológica, donde:
1.
Se vea a la persona homosexual, más allá de la teoría científica o de la norma religiosa, como hijo de un Dios misericordioso, que hace salir el sol sobre todos y no quiere condenar a nadie.
2.
Se respeten y terminen definitivamente los insultos y juicios despectivos contra los homosexuales (a veces animados por la misma religión) porque son personas e hijos de Dios.
3.
Se acentúe más la unidad que la diferencia. Lo masculino no es contrario a lo femenino y viceversa, sino que son dimensiones constitutivas de lo humano, y están presentes en el ser-hombre como en el ser-mujer, aunque en modalidades cuantitativas diferentes, y se expresan en diferencias cualitativas según la cultura y el sistema social.
4. Se sostenga que la rela-
ción aparece primero que las formas en que aquella se manifiesta.
pero no agota en sí todas las modalidades expresivas de relacionalidad. Por eso, la Iglesia respeta las uniones homosexuales, pero no acepta que se las equipare al matrimonio, o se las llame con ese nombre.
5.
Se recuerde que la relacionalidad humana, en cualquiera de sus modalidades, tiene siempre posibilidad de expresión limitada. La comunicación y la comunión entre personas nunca son totales. El encuentro entre los seres humanos es una experiencia de cercanía y a la vez de lejanía, de atracción y de respeto, de comprender sin abarcar todo, de unicidad respetando la individualidad. En el fondo siempre queda la nostalgia del Absoluto. Por eso, aunque queramos, no está dicha aún la última palabra ni en la ciencia ni en la religión. Pasarán muchos años para que la sexología como ciencia madure y para que la visión antropológica de la Iglesia incluya nuevas perspectivas de relación entre los seres humanos. De ahí que tiene sentido la frase del papa Francisco en las alturas del vuelo de Alitalia hacia Roma: “Si una persona es gay y busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarla?”.
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Vida pastoral no 164 - octubre / diciembre - 2016
Actualidad Por: P. Wilson Zuloaga
Licenciado en Teología E-mail: padrewilsonzuloaga@gmail.com
TRAS LA MISERICORDIA DE LA COMUNIÓN
¿LOS DIVORCIADOS VUELTOS A CASAR PUEDEN VOLVER A COMULGAR? Al iniciar un trabajo bastante arduo en la Pastoral Familiar muchas personas se han acercado a preguntarme sobre las nuevas disposiciones que el papa Francisco ha indicado después de haber vivido los dos sínodos anteriores, el extraordinario de 2014 y el ordinario de 2015, que dejó como conclusión la Exhortación Apostólica Postsinodal Amoris laetitia (La alegría del amor).
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na de las preguntas más frecuentes ha surgido desde el momento en que Su Santidad afirmó que los divorciados vueltos a casar no están excomulgados, por lo cual surgieron inquietudes como: ¿quiere decir esto que los divorciados vueltos a casar se pueden acercar nuevamente a la comunión en la misa? La respuesta es: NO. Pero, ¿y entonces? ¿Por qué el papa Francisco manifestó que los divorciados vueltos a casar no están excomulgados? Hay que ir despacio para comprender aquella situación a la cual se refiere el Sumo Pontífice.
U
Hablar de excomunión es un tema delicado si no se entiende su sentido específico. La excomunión, como su mismo nombre lo dice, tiene dos acepciones: “sacar de la comunión”, y “excluir de la comunidad”, y en ese sentido, cuando se habla de los divorciados vueltos a casar, emplear el término excomunión nos invita a hilar finito. Es importante comprender que ambos significados –de los dados anteriormente- son categorizaciones que tienen una diferencia importante, me explico: Cuando se define excomunión como “sacar de la comunión” podría entenderse como negar la posibilidad de comulgar con el Cuerpo y la Sangre de Cristo, es decir, excomunión eucarística. Pero, cuando hablamos de “excluir de la comunidad” consiste en no dar participación de la vida comunitaria a quien está excomulgado, la que se llamaría para el caso, excomunión eclesial. Para los divorciados vueltos a casar la excomunión de la que se habla es de la primera, no de la segunda, es decir, de la excomunión eucarística, no de la eclesial.
La exhortación que el papa Francisco tiene la simpatía de acoger a estas personas que viven bajo estas condiciones: llámese unión libre, matrimonio civil, unión marital de hecho, es a permitirles participar de la vida eclesial, es decir, hacer parte de los grupos pastorales de las parroquias, colaborar con las actividades pastorales de la Iglesia, acogerlos con cariño para acompañarles en un proceso de exhortación a legalizar su vida ante Dios tal como lo presenta la Iglesia, y en ese sentido no se puede hablar de excomunión, pues sí participan de la vida eclesial como comunidad de fe que camina unida buscando el Reino de Dios acudiendo a su infinita misericordia. Dios a todos nos acoge, y aunque aquellas personas que viven bajo esta situación no pueda recibir el Cuerpo y la Sangre de Cristo en la Eucaristía, sí pueden participar de la celebración eucarística, de escuchar la Palabra de Dios y ser acogidos por la comunidad eclesial, de hacer “comunión espiritual” con el Cuerpo de Cristo aunque no la pueda hacer materialmente; esto puede invitar a las personas a vivir una catequesis cercana para poder legalizar su situación cuando al participar de la vida eclesial sienten que les hace falta lo más esencial para complementar su proceso de fe. La excomunión eucarística, más que verse como un castigo es una invitación a la reflexión para vivir según la ley de Cristo y de su Iglesia, que es la ley del “Amor”. Es un “sentirse hambriento y sediento” del cuerpo y de la sangre de Cristo.
“La crisis de los esposos desestabiliza la familia y, a través de las separaciones y los divorcios, puede llegar a tener serias consecuencias para los adultos, los hijos y la sociedad, debilitando al individuo y los vínculos sociales” (AL 41). octubre / diciembre - 2016 - Vida pastoral no 164
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Actualidad
En su exhortación Amoris laetitia el Papa advierte que: “Se debe ayudar a cada uno a encontrar su propia manera de participar en la comunidad eclesial, para que se sienta objeto de una misericordia ‘inmerecida, incondicional y gratuita’. Nadie puede ser condenado para siempre, porque ésa no es la lógica del Evangelio (…) si alguien ostenta un pecado objetivo como si fuese parte del ideal cristiano, o quiere imponer algo diferente a lo que enseña la Iglesia, no puede pretender dar catequesis o predicar, y en ese sentido hay algo que lo separa de la comunidad (cf. Mt 18, 17). (…) Pero aún para él puede haber alguna manera de participar en la vida de la comunidad, sea en tareas sociales, en reuniones de oración o de la manera que sugiera su propia iniciativa, junto con el discernimiento del pastor” (cf. AL 297).
Como se puede observar, la excomunión no existe desde el punto de vista eclesial, aun cuando se conserve en el sentido eucarístico. Participar de la comunión de la Iglesia a nivel pastoral, invitará a estas personas a buscar su comunión plena para poder volver a consumir el Cuerpo y la Sangre de Cristo, y todos los católicos estamos llamados a ser luz para
estos hermanos nuestros que necesitan sentir ese abrazo misericordioso del Padre a través de sus hermanos en la fe. Seguramente alguien dirá: “Pero no es justo que por no poder vivir con la pareja con la cual se casó y quizá su relación no funcionó, no pueda rehacer su vida con alguien a quien encontró después
Dios a todos nos acoge, y aunque una persona que vive bajo esta situación no pueda recibir el Cuerpo y la Sangre de Cristo en la Eucaristía, sí puede participar de la celebración eucarística, de escuchar la Palabra de Dios, de acercarse y ser bien acogida por la comunidad eclesial, de hacer “comunión espiritual” con el cuerpo de Cristo aunque no la pueda hacer materialmente.
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y con quien es feliz”. Para resolver este asunto, el Santo Padre ha querido agilizar los trámites de la declaración de nulidad matrimonial para cuando haya lugar a ello, pues verdaderamente se encuentran casos donde realmente nunca hubo matrimonio válidamente constituido. Esto no significa que todos los matrimonios fracasados se puedan anular, pero sí abre una luz para aquellos que quizá no sabían que contaban con causales de nulidad y han vivido en una tristeza continua al no poder recibir el Cuerpo y la Sangre de Cristo para tener una comunión plena con la Iglesia. “Es posible que, en medio de una situación objetiva de pecado –que no sea subjetivamente culpable o que no lo sea de modo pleno– se pueda vivir en gracia de Dios, se pueda amar, y también se pueda crecer en la vida de la gracia y la caridad, recibiendo para ello la ayuda de la Iglesia. (…) Por creer que todo es blanco o negro a veces cerramos el camino de la gracia y del crecimiento, y desalentamos caminos de santificación que dan gloria a Dios. Recordemos que ‘un pequeño paso, en medio de grandes límites humanos, puede ser más agradable a Dios que la vida exteriormente correcta de quien transcurre sus días sin enfrentar importantes dificultades’. La pastoral concreta de los ministros y de las comunidades no puede dejar de incorporar esta realidad” (cf. AL 305).
Por tanto, “la Iglesia tiene la misión de anunciar la misericordia de Dios, corazón palpitante del Evangelio, que por su medio debe alcanzar la mente y el corazón de toda persona. La Esposa de Cristo hace suyo el comportamiento del Hijo de Dios que sale a encontrar a todos, sin excluir ninguno” (Misericordiae vultus 12). En síntesis podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que todas las personas que viven en condición irregular con su pareja dentro de la Iglesia, siguen participando de la vida pastoral de la comunidad que les acoge con amor invitándolos a reconocer el rostro amoroso de Cristo en sus hermanos que por ellos, y en su nombre, piden a Dios su misericordia para ayudarles a vivir en la fe del Hijo de Dios. La Iglesia, que peregrina en el mundo con el rostro misericordioso del Padre, invita a sus hermanos en dificultad, a no separarse de la comunión eclesial, aunque tengan que recibir la comunión espiritual del Cuerpo y la Sangre de Cristo mientras legalizan su situación. En una comunidad que vive la acogida del Evangelio, se puede testimoniar entonces la alegría del amor.
Participar de la comunión de la Iglesia a nivel pastoral, invitará a estas personas a buscar su comunión plena para poder volver a consumir el Cuerpo y la Sangre de Cristo.
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Pastoral litúrgica Por: Equipo Paulino Email: vidapastoral@sanpablo.com.co
La espeilraitñuoaliltidad
úrgico 2017
icio d n i l e para
o d i n e v n bie tiempo de
adviento
El término “Adviento” viene del latín adventus, que significa venida, llegada. El sentido del Adviento es avivar en los creyentes la espera del Señor. Es una celebración con dos motivos: el primero porque nos preparamos a hacer memorial de la Encarnación de Jesús, Hijo de Dios, en la humanidad. Y el segundo, porque creemos en una segunda venida del Señor al final de los tiempos. Es por esto que la liturgia del Adviento es toda ella un llamamiento a vivir algunas actitudes esenciales del cristiano: la espera vigilante, la conversión, la pobreza, la alegría. 18
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La pastoral del Adviento La pastoral del Adviento no puede ignorar que este período de tiempo, en nuestra sociedad industrial y consumista, coincide con el lanzamiento comercial de la “operación navidad” para una “navidad mágica”. Cualquiera se siente tentado a concluir que el mundo de hoy es sordo o por lo menos indiferente al mensaje de la Iglesia, y, por consiguiente, no parece haber disposición psicológica y cultural para el mensaje presentado por la liturgia. Además de la declinación sufrida por el mito de un progreso indefinido, la crisis de una economía en continua expansión, el desplome de exaltantes expectativas de un “sol del porvenir”, que hacen brillar los movimientos revolucionarios y progresistas, hay que tomar conciencia de que la Iglesia tiene el mandato de transmitir aquellos valores absolutos, sin los cuales el hombre no puede realizarse plenamente. El tiempo de Adviento, con su llamado a la dimensión escatológica trascendente de la salvación, fundamentada en el misterio de la Encarnación, de la muerte y Resurrección del Señor, debe formar a los creyentes, como Iglesia y como individuos, a presentarse como signo significativo en el mundo. La voz del profeta Isaías y de Juan el Bautista hacen resonar en el Adviento el llamamiento a la justicia, a la cari-
dad, a la conversión, se hace denuncia de la lógica del egoísmo hedonista que domina el mundo del bienestar y del consumismo; se vuelve compromiso para redimir positivamente esta nuestra historia contemporánea de sus mitos y de sus ilusiones, al presentar signos alternativos en bien del hombre. La presentación de la dimensión escatológica trascendente de la salvación es ocasión para educar en el sentido más pleno y dinámico de la vida, alimentada y confortada por la esperanza. Muchas veces se ha hecho notar que en nuestras asambleas se encuentran practicantes sin esperanza. ¿Cuántos? Es difícil precisar. Es necesario, sin embargo, dar a nuestras asambleas la conciencia de las verdaderas y profundas dimensiones de la esperanza cristiana, fundada en la venida de Cristo “nuestra esperanza”. La auténtica e íntegra educación “escatológica” del pueblo creyente (no reducible a la sola visión de los “novísimos” entendidos en forma individualista) debe llevar a los cristianos a la certeza de fe de que “Cristo, a quien ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra (Hch 2, 36; Mt 28, 18), todavía actúa en el corazón de los hombres con la fuerza de su Espíritu, no solamente suscitando el deseo del mundo futuro, sino también, por lo mismo, inspirando, purificando y fortaleciendo aquellos generosos propósitos con que la familia de los hombres busca hacer más llevadera su propia vida y someter toda la tierra a este fin” (Gaudium et spes 38). octubre / diciembre - 2016 - Vida pastoral no 164
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Pastoral litúrgica
La vida religiosa en la Iglesia está llamada a dar “un testimonio visible del anhelo de la morada celestial y a mantenerlo vivo en la familia humana” (GS 38), pero todo el gran mundo laical, también está empeñado por vocación, en “buscar el Reino de Dios entregándose al servicio temporal de los hombres y así preparar el material del Reino de los cielos” (GS 38). La espera del “día del Señor” debe ponernos al tanto de que nada sirve al hombre el ganar el mundo entero si se pierde a sí mismo (cf. Lc 9, 25). “No obstante, la espera de una tierra nueva no debe amortiguar, sino más bien avivar, la preocupación de perfeccionar esta tierra, donde crece el cuerpo de la nueva familia humana, el cual puede de alguna manera anticipar un vislumbre del siglo nuevo” (GS 39).
La Iglesia está llamada por el misterio del Adviento a ser signo y lugar de esperanza para el mundo. La pastoral del Adviento, si se guía e ilumina por estas profundas y estimulantes perspectivas teológicas, encuentra en la liturgia de este tiempo el medio y la ocasión para construir cristianos y comunidades tales, que sepan ser de verdad alma del mundo.
Pastoral de la catequesis Por: P. Martín Alberto Sepúlveda Mora, ssp Sacerdote paulino @padre_martin
aportes de Los
Amoris laetitia a la
Catequesis Familiar En el año del Jubileo de la misericordia, la exhortación del papa Francisco quiere ser una propuesta para que las familias cristianas crezcan en la fe, mantengan un amor fuerte y pleno con los valores de la generosidad, el compromiso, la fidelidad y la paciencia. Y, para quienes se quieren preparar al matrimonio, un estímulo para que descubran los dones de este sacramento y de la familia, tomando en serio su mutuo compromiso.
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Pastoral de la catequesis
L
a exhortación apostólica debe ser un instrumento de referencia para el trabajo de sacerdotes, catequistas, agentes de pastoral y demás personas encargadas de preparar a los futuros esposos al sacramento del matrimonio, pues en ella se recuerdan elementos esenciales de la enseñanza de la Iglesia acerca del matrimonio y se indican algunos “caminos pastorales” para construir familias sólidas y según el proyecto de Dios, sin perder de vista una invitación a la misericordia y al discernimiento pastoral frente a algunas situaciones que no responden plenamente a aquello que el Señor nos propone.
En el acompañamiento a las familias son importantes tres palabras clave: acompañar, discernir e integrar.
En los planes de pastoral familiar debe otorgársele a la catequesis un lugar primordial, ya que es un compromiso de todos cuidar con amor la vida de las familias, partiendo del principio de que ellas “no son un problema, sino una gran oportunidad” para la catequesis y el anuncio del Evangelio.
Acompañar, discernir e integrar Según el capítulo octavo de Amoris laetitia, en el acompañamiento a las familias son importantes tres palabras clave: acompañar, discernir e integrar, que son las virtudes propias de quien quiere hacerse catequista en cualquier ámbito.
Acompañar: El papa Francisco compara la Iglesia
con “un hospital de campaña”, cuya lógica es aquella de la misericordia pastoral. En este sentido, el trabajo pastoral debe garantizar un acompañamiento cercano a cada una y a todas las familias para que puedan descubrir la mejor manera de superar las dificultades que se encuentran en su camino (cf. AL 200), especialmente en los primeros años de vida matrimonial, para que puedan aceptar y superar las crisis que lleguen (cf. AL 232). Hay que acompañar con misericordia y paciencia las etapas posibles de crecimiento de las personas, así como en aquellas situaciones límite, por ejemplo, después de rupturas y divorcios, o cuando se sufre el dolor ante la muerte de un ser querido (cf. AL 253ss.).
Discernir:
Puesto que “el grado de responsabilidad no es igual en todos los casos, y puede haber factores que limitan la capacidad de decisión, frente a situaciones difíciles y familias heridas…, los pastores, por amor a la verdad, están obligados a discernir bien las situaciones” (cf. AL 79). Por eso, para el papa Francisco es muy importante evitar juicios que no tienen en cuenta la complejidad de las diversas situaciones y es necesario estar atentos a la manera como las personas viven y sufren por su condición.
Integrar:
Un aspecto importante en la catequesis familiar es ayudar a integrar. ¿Cómo ayudar a la parejas para que se integren en la comunidad eclesial, incluso siendo éstas divorciadas y vueltas a casar? Esto es fundamental, pues sólo de esa manera ellos sentirán muy de cerca la misericordia de Dios a través de su Iglesia. Dice el papa Francisco: “Ninguno puede ser condenado para siempre porque ésta no es la lógica del Evangelio” (cf. AL 297) y agrega: “No me refiero sólo a los divorciados que viven una nueva unión, sino a todos en cualquier situación ellos se encuentren” (Ídem). Ellos son bautizados, son hermanos y hermanas que no deben sentir que están excluidos de la Iglesia y su participación se puede expresar en diversos servicios eclesiales.
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Pastoral Pastoral delitúrgica la catequesis
Atención a las necesidades y los desafíos locales Otro tema muy importante que se debe tener en cuenta en la catequesis de las familias son los grandes desplazamientos que se viven en la sociedad de hoy. Altas migraciones del campo a la ciudad por diversos motivos y las familias que antes eran muy unidas comienzan a fragmentarse. En el segundo capítulo de la exhortación el Papa trata esta temática que no es lejana a nuestra realidad: “La movilidad humana corresponde al natural movimiento histórico de los pueblos y puede revelarse una auténtica riqueza tanto para la familia que emigra como para el país o las ciudades que los reciben” (cf. AL 46). Algo muy diferente es “la migración forzada de las familias como fruto de la
guerra, de las persecuciones, de la pobreza, de la injusticia, marcadas por las peripecias de un viaje que pone en peligro sus vidas, traumatiza a las personas y desestabiliza la familia” (Ídem).
Por otra parte, en Amoris laetitia se advierte de la necesidad de tener cuidado con aquella ideología de género que niega la diferencia y la reciprocidad natural del hombre y de la mujer y propone una sociedad
sin diferencia de sexo, y vacía el fundamento antropológico de la familia (cf. AL 56). Esto es una gran amenaza para las familias de todo el mundo, pues se trata de quitar a la familia como sociedad natural fundada sobre el matrimonio y que es la base de la sociedad. En este punto hay que ser claros y presentar la orientación de la Iglesia al respecto. Otro punto muy actual y delicado que se debe tratar en la catequesis familiar es la violencia que se usa contra la mujer, los maltratos familiares y las muchas formas de esclavitud que tratan de mostrar una fuerza masculina, pero que en realidad son una degradación de la relación de pareja. Dice el Papa:
“La violencia verbal, física y sexual que se ejercita contra las mujeres en algunas parejas de esposos contradice la naturaleza misma de la unión conyugal”.
Inspirados en Jesús y a la luz del Evangelio
La formación de los catequistas Frente a los desafíos actuales de la familia es necesaria una mayor formación para acompañar a las parejas que buscan casarse o a quienes hacen parte de la pastoral familiar. Se necesita “una formación adecuada para tratar los complejos problemas actuales de la familia”, pero también es importante una escuela de padres, pues “aprender a amar a alguien no es algo que se improvisa ni puede ser el objetivo de un breve curso de preparación antes de la celebración del matrimonio” (cf. AL 208). Por eso urge una mayor atención en las parroquias a la pastoral de novios, pues muchos “llegan a la boda sin conocerse” y ese ya puede ser el principio del fracaso. Entre las propuestas que hace el papa Francisco encontramos: “Constituir en las parroquias un servicio de información, de consejo y de mediación, unido a la pastoral familiar” (cf. AL 244). La pastoral familiar no puede privarse de la guía y orientación de este documento cuya perspectiva, en palabras del padre Guillermo Gutiérrez, del Consejo Pontificio para la familia, es la perspectiva del amor, y que, según él, es la clave de cualquier pastoral familiar que quiera ser fecunda.
La enseñanza sobre el matrimonio y la familia no puede dejar de inspirarse y de transfigurarse a la luz del Evangelio, de este anuncio de amor y de ternura. Por ello, el capítulo tercero de Amoris laetitia nos ayuda a descubrir los elementos esenciales acerca de la enseñanza de la Iglesia sobre el matrimonio y la familia e insiste en la necesidad de un discernimiento para las situaciones difíciles que se encuentran. El Papa, citando la relación final del sínodo, dice que frente “a las familias heridas” los pastores deben saber discernir la situación y cita el caso de quienes conviven y cuando esta relación alcanza una cierta connotación de profundidad, de cariño, de estabilidad se podría mirar como una oportunidad, de proponerles el sacramento del matrimonio, donde éste sea posible.
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GUÍAS
HOMILÉTICAS EQUIPO
PAULINO
2 de octubre XXVII DOMINGO ORDINARIO
Del Evangelio según san Lucas Los apóstoles dijeron al Señor: “Auméntanos la fe”. El Señor respondió: “Si ustedes tienen un poco de fe, no más grande que un granito de mostaza, dirán a ese árbol: ‘Arráncate y plántate en el mar’, y el árbol les obedecerá” (Lc 17, 5-10).
Palabra del Señor
Ha 1, 2-3; 2, 2-4 / Sal 94 / 2Tm 1, 6-8.13-14 / Lc 17, 5-10
QUE NUESTRA FE SEA FIRME Y FECUNDA
"L
a fe lleva siempre al testimonio. La fe es un encuentro con Jesucristo, con Dios, y de allí nace y te lleva al testimonio. Y esto que el apóstol quiere decir: una fe sin obras, una fe que no te implique, que no te lleve al testimonio, no es fe. Son palabras y nada más que palabras" (Papa Francisco).
¿Hasta cuándo, Señor, hasta cuándo? El profeta Habacuc reclama a Dios porque no escucha ni hace justicia ante el malestar y el sufrimiento que causan los malvados. Pero el Señor le hace ver la esperanza de que hará justicia pronto, que los malvados perecerán pero que el que es justo vivirá por la fe. Así como el grito del Profeta: ¿Hasta cuándo, oh Señor, harás justicia?, también nosotros hoy repetimos: ¿hasta cuándo, Señor? Ante tanta maldad e injusticia, elevamos nuestro lamento al cielo, pero pareciera que Dios no nos escucha. Y ese aparente silencio de Dios pone a prueba nuestra fe y nuestra perseverancia en la oración. Es la gran prueba de la fe ante el grito que lamenta el dolor y el sufrimiento que vivimos en carne propia y el de tantas personas a nuestro alrededor. Al final el mismo Señor nos fortalece para que vivamos la fe con la esperanza de que llegará el momento en que “el malvado sucumbirá”, pero “el justo vivirá por su fe”.
Valientes testigos de la fe y de la gracia de Dios También es para nosotros la doble recomendación del Apóstol a Timoteo, por una parte, revivir continuamente el don de la fe recibida, y por otra, no avergonzarse de anunciar y dar testimonio del evangelio del Señor a todas las personas. Ésta es la fe firme del verdadero cristiano que, al reavivar la fuerza de la fe y la llama del amor, debe dar frutos fecundos que transformen a las personas cercanas y al mundo en general; establecien-
do relaciones de justicia, de fraternidad y misericordia para todos. Que cada vez que hagamos nuestra evaluación o examen de vida en general podamos exclamar como los testigos fieles del evangelio: “Somos indignos siervos del Señor que sólo hemos hecho lo que teníamos que hacer". En nuestra oración pidamos al Señor que nos aumente la fe y que sea firme, fecunda y hacendosa en favor de todas las personas con las que vivimos y de manera especial de los más necesitados de justicia, de conversión y de la misericordia de Dios.
Señor, que no seamos sordos a tu voz Creer es confiar y dar crédito al amor y al obrar de Dios en nosotros, incluso cuando no podemos entender. Por eso nuestra oración debe ser como la de los discípulos: "¡Señor, aumenta nuestra fe!”, para que, aun siendo nuestra fe como un granito de mostaza, “sea suficiente” para mover las “montañas” de la injustica y del mal. La parábola del siervo fiel es una ilustración de la fe sencilla y humilde del creyente. El cristiano está en el mundo para ser sólo un servidor con una misión concreta que debe realizar según la voluntad de Dios. La fe es hacer lo que se debe, confiando en que es una semilla que brota para dar fruto, aunque no sepamos cómo y cuándo. Es aquí donde se vive el riesgo de la fe: o hacemos lo que nos da satisfacción, viendo sólo el recuento de nuestros méritos y logros; o, a cambio de que al correr el riesgo de experimentar la gracia de Dios nos pongamos por entero al servicio del Señor en el bien de las personas, buscando la justicia y la caridad entre todos. Es la fe del creyente que actúa en obediencia a Dios, pero sin publicidad, con humildad y sencillez. La fe de aquellos que actúan siempre por el amor y la misericordia de Dios hacia todas las personas como obras realizadas al Señor. julio / septiembre - 2016 - Vida pastoral no 163
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Guías homiléticas 9 de octubre XXVIII DOMINGO ORDINARIO 2R 5, 14-17 / Salmo 97 / 2Tm 2, 8-13 / Lc 17, 11-19 Del Evangelio según san Lucas Jesús pasaba por los confines entre Samaria y Galilea, y al entrar en un pueblo, le salieron al encuentro diez leprosos. Ellos gritaban: “Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros”. Jesús les dijo: “Vayan y preséntense a los sacerdotes”. Mientras iban quedaron sanos. Uno de ellos volvió de inmediato alabando a Dios en alta voz. Era un samaritano (Lc 17, 11-19).
Palabra del Señor
LA FE CRISTIANA POR ENCIMA DE LAS CULTURAS
“G
ratitud y laboriosidad: son los dos pilares de la vida espiritual. La alegría brota de un corazón agradecido, que busca espontáneamente servir al Señor y llevar un estilo de vida de trabajo intenso. El recuerdo de lo mucho que Dios nos ha dado nos ayuda a entender que la renuncia a nosotros mismos para trabajar por Él y por los demás es el camino privilegiado para responder a su gran amor” (Papa Francisco).
La sanación devuelve la dignidad y lleva a la gratitud La Palabra de Dios de este domingo nos presenta el tema de la fe de los leprosos sanados; una fe que no tiene fronteras raciales, culturales y sociales. Hay autoridades y situaciones que llevan a la discriminación de las personas: la enfermedad, las razas, las fronteras, la religión o la posición social y económica. Una muestra clara de esta marginación es la que vivían los leprosos de la primera lectura y del evangelio. Naamán, General sirio, en su búsqueda de sanación debe presentarse ante el Profeta y realizar el acto sencillo de lavarse en el Jordán para curarse de la lepra. Aunque forzado obedece al profeta y así se convierte en el emblema del creyente que reconoce, acepta y bendice al Dios de Israel como el único y verdadero Dios. La fe en Dios es suscitada en estos leprosos, extranjeros y marginados, por la palabra del profeta y por la acción salvífica del mismo Jesús.
Perseverar en la fe para vivir siempre con Cristo El apóstol Pablo exhorta a su discípulo Timoteo a permanecer firme en la fe en Jesucristo y a poner en Él su confianza, para que, estando unido a Él en la vida y en la muerte, predique el Evangelio aun en medio de pruebas y tribulaciones. Por tanto, la fe es una gracia especial de Dios que debemos reconocer, agradecer, vivir y transmitir. Es decir que, esta virtud teologal, nos lleva a un compromiso vital que se experimenta, se celebra y se comparte alegremente con los demás. 28
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Todo nos viene de Dios; Él nos lo ha dado todo; no hay nada que no venga de su mano providente. Por esto, es muy necesario que reconozcamos y agradezcamos los dones recibidos de Dios para que su gracia sobreabunde y sea viva y eficaz para el bien de todos.
Sanados por Cristo para servir mejor El evangelio enfatiza la reacción de la persona sanada al volver a dar las gracias por el don recibido de la sanación: es un leproso y extranjero, que por la curación se une a Cristo en cuerpo y espíritu: todos se curaron pero sólo uno, el samaritano agradecido, es salvado. Nosotros en el bautismo hemos muerto y resucitado con Cristo para compartir su gloria eterna. San Gregorio Nacianceno dice refiriéndose a este pasaje del evangelio: “Los leprosos recibieron, como nosotros, la imagen de Dios y tal vez la mantienen mejor que nosotros; se han revestido del mismo Cristo y, debido a su fe, nos recibieron como un compromiso del espíritu. Para ellos Cristo murió y con Él serán resucitados. Con Él está su sufrimiento para ser glorificados con Él” (El Amor por los pobres). Cristo nos sana y libera para que le sirvamos mejor y lo amemos con todas las fuerzas, el alma y el corazón. Correspondamos a la fe que Dios nos concede, viviendo y anunciando el Evangelio de Jesucristo en medio de las dificultades y contrariedades que se nos presentan, seguros de que Dios siempre nos acompaña y fortalece. De esta manera, preguntémonos ¿cuál debe ser la actitud de nosotros como creyentes respecto de la manera de acoger la novedad de Jesús? ¿Cuáles son las actitudes que me atan y no me permiten acoger con gratuidad la salvación que me ofrece Cristo? No estar apegado a la ley para reconocer la misericordia de Dios en Jesús y aceptarlo con libertad como salvador. Por seguir apegados a las tradiciones y no reconocer la cercanía de Dios en Jesús podemos perder la oportunidad de acoger la salvación completa. El amor a los pobres y a los enfermos debe ser un acto de misericordia que nos acerque a la realidad del Reino.
16 de octubre XXIX DOMINGO ORDINARIO Ex 17, 8-13 / Sal 120 / 2Tm 3, 14—4,2 / Lc 18, 1-8 Del Evangelio según san Lucas Jesús mostró con un ejemplo que debían orar siempre y sin desanimarse: “En una ciudad había un juez que no temía a Dios. En la misma ciudad había también una viuda que acudía a él para decirle: ‘Hazme justicia contra mi adversario’. Por mucho tiempo el juez no le hizo caso, pero al final pensó: ‘Es cierto que no temo a Dios, pero esta viuda me molesta tanto que le voy a hacer justicia; de lo contrario acabará rompiéndome la cabeza’” (Lc 18, 1-8).
Palabra del Señor
LA ORACIÓN ES EL ALMA DE LA IGLESIA
“L
a fuerza del hombre es la oración; llamar al corazón de Dios, pedir, lamentarse de tantos problemas y dolores, y pedir al Señor la liberación de estos dolores, pecados y problemas. También la oración del hombre humilde es la debilidad de Dios. El Señor es débil sólo frente a la oración de su pueblo” (Papa Francisco).
Orar siempre y sin desanimarse La primera lectura prepara la comprensión del evangelio; muestra a Moisés en oración continua, sosteniendo a Israel en su lucha contra los enemigos amalecitas. El salmo 120 expresa la acción poderosa del Señor: “El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra”. Lucas señala la oración como aspecto fundamental del ministerio de Jesús y es una de las características de su evangelio. Luego de que Jesús explica cómo se manifestará el Reino de Dios, se inserta la enseñanza de Jesús que “es necesario orar siempre sin desanimarse”, y la grafica con la parábola de la viuda que, ante la dureza del juez, insiste en exigir su derecho. La conclusión es clara: si un juez injusto acaba por hacer justicia a una viuda que insiste en su pedido, mucho más Dios, infinitamente bueno, “hará justicia a sus elegidos, que claman a él día y noche, aunque los haga esperar”.
La oración permanente del cristiano En la vida hay dificultades e injusticias muy graves y crecientes, sólo podemos vencerlas si acudimos a Dios con la oración permanente, hecha con confianza filial. Cristo quiere que nos ocupemos del prójimo como Él lo hizo; de las personas con quienes convivimos o nos encontramos cada día, y con la sociedad en general, cuyas relaciones justas y pacíficas debemos ayudar a construir siempre. Pero, para perseverar en esta actitud, a pesar de tantas injusticias, Cristo nos enseña
que “es necesario orar siempre y sin desanimarse”. Orar siempre es la actitud del creyente que enfrenta las dificultades de la vida confiando plenamente en Dios. Mientras más arrecian, más confía en él y más lo invoca. Esta actitud la podemos tener siempre. No somos hijos de Dios sólo por momentos. Podemos acudir a Él en todo momento. En medio de las contrariedades más atroces, podemos pedirle justicia de forma insistente con breves invocaciones. Para enseñar la necesidad de orar siempre y sin desfallecer» Jesús nos propone la parábola de la viuda necesitada de justicia y el juez impío. La molesta insistencia de la mujer desespera al malvado hombre que termina haciendo justicia. El ejemplo sirve para resaltar la perseverancia al momento de orar, mas no para hacernos una imagen trágica de Dios. Si sabemos orar con perseverancia, llegaremos a reconocer, a través de los acontecimientos, el rostro de un Dios que nos ama.
Que el hombre de Dios sea perfecto La oración constante es como el amor permanente que necesita manifestarse en acciones concretas: un gesto de cariño, un beso, un abrazo, pero cuando éstas pasan, el amor verdadero permanece. Lo mismo es la oración; es, ante todo, una relación filial permanente con Dios, que necesita expresarse en actos explícitos de oración; pero cuando terminan, queda la oración permanente. Los cristianos que viven en este clima de oración permanente son el principal tesoro de la Iglesia, quienes la sostienen y consuelan en las tribulaciones y persecuciones. El beato Santiago Alberione, fundador de la Familia Paulina, recomienda: “La oración ante todo, sobre todo, vida de todo”. La oración es el alma de la Iglesia; es indispensable orar siempre sin desanimarse, por uno mismo, por los dirigentes, por todos, y ante cualquier decisión o proyecto que tengamos que emprender, para toda obra buena y para que todo sea según la voluntad de Dios. julio / septiembre - 2016 - Vida pastoral no 163
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Guías homiléticas 23 de octubre XXX DOMINGO ORDINARIO Si 35, 15-17.20-22 / Sal: 33 / 2Tm 4, 6-8.16-18 / Lc 18, 9-14 Del Evangelio según san Lucas Jesús dijo esta parábola: “Dos hombres subieron al Templo a orar. Uno era fariseo y el otro publicano. El fariseo, puesto de pie, oraba: ‘Oh Dios, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, que son ladrones, injustos y adúlteros, o como ese publicano...’. Mientras tanto el publicano no se atrevía a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: ‘Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador’” (Lc 18, 9-14).
Palabra del Señor
EL ENCUENTRO ÍNTIMO CON DIOS
“L
a oración del corazón es mirar al Señor, escucharlo, pedirle. La oración, ante un problema, una situación difícil, una calamidad, es abrir la puerta al Señor para que venga. Porque Él hace nuevas las cosas, sabe arreglarlas, ponerlas en su sitio” (Papa Francisco).
La súplica del pobre atraviesa las nubes Nada hay más contrario a la verdadera oración que la actitud del fariseo, que se presenta ante Dios exigiendo derechos. Nosotros, no sólo no tenemos derechos, sino que somos indignos hasta de estar en la presencia de Dios por haber rechazado tanta bondad y misericordia. Nuestra realidad de pecadores es un motivo más para la humildad, que, como al publicano, nos hace sentirnos avergonzados, sin atrevernos a levantar los ojos. El Señor atiende la oración del pobre, del oprimido, el huérfano y la viuda; que representan la masa excluida por los sistemas opresores, que mientras no sean escuchados por los poderosos, Dios interviene en su auxilio y les hace justicia. Ésa es la gran esperanza del pobre. La plegaria que sale del corazón del pobre que sirve humilde y devotamente a Dios, “atraviesa las nubes” y llega hasta el trono de Dios, forzándole a concederle lo que le implora.
El soberbio y el humilde delante de Dios Jesús en la parábola nos presenta dos posiciones opuestas del hombre frente a Dios, una es simbolizada por el fariseo, “la soberbia”, que manifiesta una actitud de arrogancia, que autocalifica sus actos de grandiosos, magníficos o estupendos, y disfrutan placenteramente contemplando sus propias cualidades, con menosprecio a los demás. El alma soberbia se atormenta por sí misma; para que pueda ser salvada, debe volverse humilde. La otra posición, simbolizada por el publicano, es la de una profunda humildad,
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fruto del reconocimiento de las propias limitaciones y errores, que lo lleva a obrar sin orgullo. Se mira interiormente, hace un reconocimiento sincero de sus faltas, se reconoce pecador y necesitado del perdón de Dios. Se apoya en la infinita misericordia de Dios exclamando: "¡Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador!". Finalmente Jesús, pronuncia una sentencia sobre la soberbia del fariseo y la humildad del publicano. El fariseo, lleno de sí, se vuelve vacío y alejado de Dios; el publicano, vacío de sí mismo, se vuelve lleno del amor y la misericordia de Dios.
La oración del humilde conmueve el corazón de Dios La humildad es una actitud necesaria para el encuentro con Dios en la oración. Es la única actitud justa delante de Dios al acercarnos a Él mendigando su gracia, como el pobre que sabe que no tiene derecho a exigir nada y pide confiado sólo en la bondad del que lo escucha. Dios es un juez infinitamente sabio, que ve y juzga conforme a la verdad, e infinitamente justo, que no puede aceptar los sacrificios de un corazón doble e injusto. Por su soberbia, el orgulloso no conoce el amor de Dios y se encuentra alejado de Él. En cambio, el Señor viene en ayuda de quien combate contra la soberbia, a fin de que triunfe sobre esta pasión. La actitud humilde justifica, nos hace aceptables a Dios, pero la soberbia cierra las puertas de su misericordia. Seamos humildes, sin juzgar a los demás, confiados en que Dios nos dará la gracia de su misericordia. Dios no quiere el sufrimiento ni castiga a nadie con dolor; por el contrario, Él desea que el ser humano sea feliz, por eso lo invita permanentemente a la conversión, con una gran paciencia, que se manifiesta en las oportunidades que tenemos para dar frutos de bien. Si no lo hemos hecho, quizá tengamos otras, pero no esperemos el final que llega en el momento menos esperado.
30 de octubre XXXI DOMINGO ORDINARIO Sb 11, 22—12,2 / Sal 144 / 2Ts 1,11—2, 2 / Lc 19, 1-10 Del Evangelio según san Lucas Había en Jericó un hombre llamado Zaqueo, que era jefe de publicanos y muy rico. Quería conocer a Jesús, pero no lo conseguía en medio de tanta gente, pues era de baja estatura. Entonces se adelantó corriendo y se subió a un árbol para verlo. Cuando llegó Jesús al lugar, miró hacia arriba y le dijo: “Zaqueo, baja en seguida, pues hoy tengo que quedarme en tu casa” (Lc 19, 1-10).
Palabra del Señor
EL SEÑOR ES COMPASIVO Y MISERICORDIOSO
“A
mar y perdonar como Dios ama y perdona es un programa de vida que no puede conocer interrupciones o excepciones” (Papa Francisco). La obra de ser buenos cristianos está en pedir perdón y saber perdonar.
miserias humanas, y Jesús lo demuestra con todos sus actos, en especial con la acogida a los pecadores que se arrepienten.
Dios todo lo sostiene y lo renueva con su misericordia
Zaqueo entra en el corazón de Jesús que se compadece de su pecado, y es Jesús que entra en su corazón, con su amor que lo perdona y redime. La conversión de Zaqueo es evidente, y él mismo la manifiesta públicamente: devolverá lo que había robado y dará de sus bienes a los pobres. Zaqueo se deja transformar por Jesús al abrirle las puertas de su corazón. Esa es la dinámica del encuentro con el Señor, cuando entramos en su corazón y en su mente para ser sus discípulos. Pero hay otros personajes en la escena, la gente que murmura contra Jesús porque va a la casa de un pecador. Esta gente sólo ve lo externo, se deja llevar por las opiniones y por la mala fama que se había creado el pecador Zaqueo. Para ellos ya era un condenado, indigno de recibir al Señor; no se dan cuenta que ese señor es el Salvador precisamente porque viene a buscar al que está perdido, que no se queda en el qué dirán, o qué pensarán. La transformación que experimentó Zaqueo desde dentro lo lleva a restituir los daños causados y a comenzar un nuevo proyecto: es la «conversión» que posibilita cumplir eficazmente todo buen propósito y toda acción de fe. Seguramente nuestra «estatura» frente a Dios se queda pequeña, es decir, de ninguna manera podemos pretender mirarlo a los ojos porque nos lo impiden nuestros pecados, pero Él pone a nuestro alcance los medios para que nos acerquemos, lo podamos ver y le permitamos entrar en nuestra casa. Para Jesús vale más el arrepentimiento de corazón y las buenas obras; no se resiste al perdón porque ama. Abramos la casa de nuestro corazón a Jesús, que con su amor viene a sanar las heridas y a perdonar nuestros pecados.
La Palabra de este domingo nos ofrece un mensaje bien claro: Dios es misericordioso, está dispuesto siempre a perdonar y a renovar la vida. El libro de la Sabiduría nos dice: “A todos perdonas, porque son tuyos, Señor…; corriges poco a poco a los que caen, y a los que pecan les recuerdas su pecado, para que se conviertan y crean en ti”. Qué palabras de consuelo recibimos de la sabiduría, que nos ayudan a quitar esa imagen negativa de un Dios castigador, que está pendiente de nuestros errores para castigarnos o condenarnos. Se había creado esa imagen del Dios juez, que creó a la humanidad y que la castiga por su desobediencia y sus pecados, pero Jesús nos revela la verdadera esencia de Dios, que es bondad y amor, que es un Padre misericordioso.
Jesús quiere hospedarse en tu casa Zaqueo era físicamente pequeño, de baja estatura, pero también bajo moralmente. Sin embargo, aunque fuera pecador, tenía una inquietud, al escuchar que venía Jesús hace lo posible para verlo, hasta sube a un árbol para al menos ver pasar de cerca ese Jesús del cual se hablaba tanto. No es él quien llama a Jesús, sino que es el mismo Señor el que al mirarlo lo llama y le dice que quiere hospedarse en su casa. Es evidente la alegría de Zaqueo que quería conocer a Jesús por curiosidad, pero que ahora lo recibirá en su casa y compartirá con Él. Como muestra de su misericordia quiere hospedarse en nuestra casa y compartir, con su presencia, su amor que perdona y redime. El amor de Dios está por encima de todas las
Un encuentro que transforma y llena de alegría
julio / septiembre - 2016 - Vida pastoral no 163
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Guías homiléticas 6 de noviembre XXXII DOMINGO ORDINARIO 2M 7, 1-2.9-14 / Sal 16 / 2Ts 2, 16—3,5 / Lc 20, 27-38 Del Evangelio según san Lucas Jesús respondió a los saduceos: “Los hombres y mujeres de este mundo se casan, pero los que sean juzgados dignos de entrar en el otro mundo y de resucitar de entre los muertos, ya no toman marido ni esposa. Además ya no pueden morir, sino que son como ángeles. Son también hijos de Dios, por haber nacido de la resurrección” (Lc 20, 27-38).
Palabra del Señor
LA FIRME ESPERANZA EN LA FELIZ RESURRECCIÓN
“L
a esperanza es la más humilde de las virtudes; es un riesgo, es una virtud arriesgada, como dice san Pablo, ‘de una ardiente expectación hacia la revelación del Hijo de Dios’. No es una ilusión” (Papa Francisco).
El Rey del universo nos resucitará para una vida eterna Nos acercamos al final del año litúrgico, la Palabra de Dios nos alienta a vivir en la firme esperanza de la feliz resurrección. La primera lectura nos presenta la historia de la madre con sus siete hijos Macabeos que, permaneciendo fieles a la ley del Señor, están dispuestos a entregar su vida con la confianza y la esperanza segura de recobrarla con el Señor en la resurrección. Esta firme determinación de la madre y los hermanos Macabeos, de padecer la tortura y la muerte, es fruto de una vivencia fiel de los mandatos del Señor y de la esperanza que los fortalece en las pruebas: “El Rey del universo nos resucitará para una vida eterna”. Ésta es la misma fortaleza en la esperanza que san Pablo recomienda a los tesalonicenses, para que fortalecidos en el corazón y dispuestos a toda obra buena, tengan la feliz esperanza y el consuelo eterno que Cristo les concederá.
Dios es un Dios de vivos, no de muertos San Lucas nos presenta a los saduceos, grupo de familias de clase social alta de Israel, de tendencia conservadora, tanto en su manera de vivir la religión como en su política de buscar un entendimiento con el poder romano. Negaban la resurrección de los muertos, considerándola una “novedad” propia de gente ingenua; sólo les importaba la buena vida en este mundo, sin preocuparse del más allá. Le presentan un caso absolutamente irreal, fruto de su “fantasía machista”. Le hablan de siete hermanos que se casaron con la misma mujer, para asegurar la continuidad del nombre, el honor y la herencia masculina de las familias saduceas de Jerusalén. Es de lo único que se preocupan; 32
Vida pastoral no 163 - julio / septiembre - 2016
por eso Jesús rechaza su visión de la resurrección. Jesús afirma que en la otra vida, para los que sean juzgados dignos de ella y de la resurrección, no sólo no se casarán sino que vivirán para siempre, como ángeles de Dios. La fe de Jesús en la otra vida no consiste en algo tan ridículo e injusto, pues, “el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, no es un Dios de muertos sino de vivos”.
Esperar pacientemente la venida del Señor La discusión de los saduceos con Jesús sigue aún vigente. todavía hoy escuchamos con frecuencia preguntar ¿qué pasa después de la muerte? ¿Existe o no la resurrección? O ¿cómo vamos a resucitar, con el mismo cuerpo o con uno diferente? incluso hay cristianos que creen en la reencarnación o que simplemente no existe nada después de la muerte. Estamos tan compenetrados con el mundo, con la sociedad del consumo, que ofrece miles de fórmulas para prolongar la vida, recetas de la eterna juventud y otras cosas más que nos proporcionan una «vida feliz». En este ambiente el sentido de la muerte se pierde; es más, la muerte se convierte en enemiga de las aspiraciones y la realización del ser humano. ¿Por qué? Porque en nuestro horizonte el tema de la resurrección y de la vida nueva aparece como una quimera, como un mito, mas no como una promesa de Dios hecha realidad con la resurrección de Jesús... El Padre de Jesús es el Dios de la vida; no acepta que se le vayan muriendo sus criaturas ni quiere vivir rodeado de muertos por toda su eternidad. Por eso, Jesús no puede imaginar que la vida junto a Dios consista en perpetuar las desigualdades, injusticias y abusos de este mundo, como privilegio de unos pocos a costa de la muerte de muchos. Vivir de manera frívola y satisfecha, disfrutando del propio bienestar y olvidando a quienes no tienen nada para vivir, es fácil para quien confía sólo en esta vida y no esperar nada para después. De esta manera es ridículo alimentar la verdadera esperanza cristiana en la resurrección en el Reino glorioso del Señor.
13 de noviembre XXXIII DOMINGO ORDINARIO Mal 3, 19-20 / Sal 97 / 2Tes 3, 7-12 / Lc 21, 5-19 Del Evangelio según san Lucas Como algunos estaban hablando del Templo, con sus hermosas piedras y los adornos que le habían sido regalados, Jesús les dijo: “Mírenlo bien, porque llegarán días en que todo eso será arrasado y no quedará piedra sobre piedra. Estén sobre aviso y no se dejen engañar; porque muchos usurparán mi nombre y dirán: ‘Yo soy el Mesías, el tiempo está cerca’” (Lc 21, 5-19).
Palabra del Señor
PEREGRINOS EN LA ESPERANZA DEL REINO ETERNO
“'C
aminen según el Espíritu’. El mundo necesita hombres y mujeres no cerrados, sino llenos de Espíritu Santo. Necesita del valor, de la esperanza, de la fe y de la perseverancia de los discípulos de Cristo” (Papa Francisco).
Con su perseverancia salvarán sus almas Finalizando el año litúrgico la Iglesia nos presenta esta Palabra que quiere prevenirnos y prepararnos para el encuentro definitivo con Dios en su Reino. ¿Cómo queremos presentarnos ante el Señor? Porque el día del Señor será implacable para los que habiendo conocido la verdad y el bien, no lo vivieron e hicieron el mal; los que viendo la misericordia del Señor no se convirtieron, desaparecerán para siempre; pero para los que hicieron el bien y se arrepintieron de sus pecados los alumbrará el sol de justicia, Jesucristo, y les dará la vida eterna. En este mundo no siempre brilla con todo su esplendor la luz de la justicia, pues hay también mucha tiniebla de maldad. La revelación de Dios nos recuerda que "Dios hará brillar la luz de la justicia", luz que empieza a brillar en este mundo, pero que el sol de justicia irradiará su luz plena en el mundo futuro.
Constructores de justicia y paz La Iglesia, esposa de Cristo, ha tratado de vivir, a lo largo de su historia de más de veinte siglos, siendo fiel a su Señor. En su historia ha habido innumerables hombres y mujeres fieles al Señor, pero también infidelidades, falsos maestros, apostasía y traición. Jesucristo ha acompañado a su Iglesia en los momentos de tribulación y sacrificio, y le ha dado consuelo y fortaleza. Como en los tormentos sufridos por los cristianos en Japón y China, y la brutal persecución y hostigamiento del socialismo y comunismo ateo. El tiempo de la Iglesia ha sido y seguirá siendo un tiempo de tribulación y
de prueba, y a la vez un tiempo de consuelo y de paz. La Iglesia mira el futuro con esperanza, y con ella, caminamos hacia el Reino de justicia para todos. ¡Esta es la Iglesia en que vivimos, la que amamos y en la que trabajamos por el Reino futuro!
Perseverar firmes en la fe «¿Cuándo va a ocurrir esto y cuál será la señal de que ya está a punto de suceder?». Estás preguntas rondan también nuestra cabeza. Mas Jesús nos advierte que no perdamos el tiempo en establecer fechas y construir cábalas, porque nadie sabe el día ni la hora, sino sólo el Padre del cielo. Lo que tenemos que hacer es confiar en la Palabra de Dios y permanecer «alertas» de que no nos engañen con falsas «teorías humanas» del inminente fin del mundo que nos llenan de zozobra. No nos dejemos llevar por la novelería. Que nuestra fe permanezca firme en Jesús, quien tiene palabras de vida eterna... Cuando venga el Señor glorioso sobre las nubes del cielo, toda la tierra lo verá, porque viene a gobernar el orbe con justicia y a los pueblos con rectitud; entonces, todos los elementos de la creación y los justos gozarán y se alegrarán; pero para los que han hecho el mal será el llanto y el dolor eterno porque, habiendo sido advertidos, no se arrepintieron y siguieron viviendo en la maldad. En espera de aquel día glorioso, san Pablo nos invita a imitarle en su dedicación al trabajo, con diligencia y en paz, aquí en la tierra, de día y de noche, como él, buscando y construyendo la salvación propia y la de los demás, para recibir luego en el mundo futuro la corona de gloria que no se marchita. Pues el que no hace nada, no sólo que cae en la ociosidad sino que anda criticando y metiéndose en la vida de los demás, y eso no construye sino que daña la propia vida y las relaciones entre las personas. Así, el cristiano, en medio de las injusticias y de las persecuciones, ha de mantenerse fiel, diligente y en paz, porque Dios intervendrá en su momento. “Entonces estén alegres, levanten su cabeza, se acerca su liberación”. julio / septiembre - 2016 - Vida pastoral no 163
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Guías homiléticas 20 de noviembre JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO, Solemnidad 2S 5, 1-3 / Sal 121 / Col 1, 12-20 / Lc 23, 35-43 Del Evangelio según san Lucas Uno de los malhechores que estaba crucificado con Jesús le dijo: “Jesús, acuérdate de mí cuando entres en tu Reino”. Jesús le respondió: “En verdad te digo que hoy mismo estarás conmigo en el paraíso” (Lc 23, 35-43).
Palabra del Señor
“JESÚS, ACUÉRDATE DE MÍ CUANDO LLEGUES A TU REINO” “En el fracaso de la cruz se ve el amor, este amor que es gratuito, que nos da Jesús. Hablar de potencia y de fuerza, para el cristiano, significa hacer referencia a la potencia de la cruz y a la fuerza del amor de Jesús: un amor que permanece firme e íntegro, incluso ante el rechazo, y que se presenta como el cumplimiento de una vida donada en la total entrega de sí en favor de la humanidad” (Papa Francisco).
"Tú serás el pastor de mi pueblo Israel, tú serás el jefe de Israel" La primera lectura nos narra la unción real de David por parte de los ancianos que lo reconocen rey de todo Israel. La característica principal del reinado de David es la fidelidad al proyecto divino con respecto a la liberación del pueblo de Israel y constituirse como pueblo en la tierra prometida. En él y en su descendencia el pueblo encontrará un punto de referencia muy seguro en su relación con Dios. Será la promesa hecha a David de dar estabilidad a su descendencia y que dará origen a esa espera mesiánica que se verificará plenamente en Cristo Jesús, el verdadero ungido del Padre y Rey del universo que vino a servir y no a ser servido.
“Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas, y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido”. La segunda lectura nos propone el maravilloso himno cristológico que introduce la Carta a los Colosenses. Cristo nos ha liberado del poder de las tinieblas y el Padre, a través del sacrificio de Cristo, nos ha trasladado del reino de las tinieblas al reino del Hijo de su amor. Él es la imagen del Dios invisible, el principio de todo, Él es la cabeza del cuerpo, el primogénito de la creación y de los muertos, Él es aquel que abre el camino y reina porque nos permite vivir. Donando su vida nos traslada al reino de la vida. 34
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“Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino” El último domingo del tiempo ordinario es la solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del universo, pero la realeza de Jesús encuentra su plenitud en la cruz. Jesús es verdaderamente un rey que rige los destinos de todos los pueblos, de la entera humanidad y rige atrayendo hacía sí todas las personas con la potencia de su amor, con la generosidad de quien se ha entregado totalmente. Cristo reina en la cruz y nosotros celebramos no a un rey que triunfa humanamente o que derrota a sus enemigos, sino un rey que ofrece su propia vida por la salvación de todos. Por eso el evangelio de Lucas nos propone la escena de la crucifixión de Jesús con las dos actitudes de quienes estaban crucificados con él. Pero también allí hay otros personajes que están presentes y el evangelista Lucas presenta una invitación que esas personas le hacen a Jesús: “A otros ha salvado, que se salve a sí mismo” y “si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo”. Ya antes, al inicio de su ministerio público, Jesús escuchó decir de sus paisanos: “Médico, cúrate a ti mismo”. Muchos se burlaban de Él, pero no estaban lejos de la realidad que circunda los intereses del mundo pues todos buscan “salvarse a sí mismos”, favorecer sus propios intereses, usar el poder y los dineros públicos para asegurar primero a su familia. Pero Jesús no vino a salvarse a sí mismo o a buscar sus propios intereses, sino que es realmente rey porque dona la vida, salva a los otros y pierde la propia vida. Ojalá algún día podamos admitir, como lo hizo uno de los que estaba crucificado con Jesús, que nos equivocamos buscando solo nuestros propios intereses y beneficios en deterioro de tantos hermanos que sufren y nos convirtamos y pidamos a Jesús que podamos entrar en el dinamismo de su reino que es donación y entrega.
27 de noviembre I DOMINGO DE ADVIENTO Is 2, 1-5 / Sal 121 / Rm 13, 11-14a / Mt 24, 37-44 Del Evangelio según san Mateo Jesús dijo: “Por eso estén despiertos, porque no saben en qué día vendrá su Señor. Fíjense en esto: si un dueño de casa supiera a qué hora de la noche lo va a asaltar un ladrón, seguramente permanecería despierto para impedir el asalto a su casa. Por eso, estén también ustedes preparados, porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que menos esperan” (Mt 24, 37-44).
Palabra del Señor
VAYAMOS AL ENCUENTRO DEL SEÑOR
“C
uando nosotros solo encontramos al Señor, somos nosotros los señores de este encuentro; pero cuando nosotros nos dejamos encontrar por Él, es Él quien entra en nosotros, el que lo hace todo nuevo, porque esta es la Venida, es lo que significa cuando viene el Cristo: vuelve a hacer todo nuevo, reconstruye el corazón, el alma, la vida, la esperanza, el camino” (Papa Francisco).
“El nos instruirá en su camino y marcharemos por sus sendas” La primera lectura de este domingo es tomada del profeta Isaías y nos propone un texto escatológico. El profeta anuncia el final de los días cuando el monte de Jerusalén será el monte más elevado de la tierra y a él llegarán todos los pueblos y dirán: “Vengan, subamos al monte del Señor”. Es el Señor que viene y nosotros nos damos ánimo mutuamente y decimos “vayamos a su encuentro”. Y por eso también decimos en el salmo responsorial, que hace eco a la primera lectura: “Vamos alegres a la casa del Señor”. Caminar en comunidad hacia la casa del Señor no debería ser motivo de tristeza sino de alegría y en realidad, somos peregrinos que debemos caminar, en comunidad que es la Iglesia, hacia la Casa del Padre.
“Ahora nuestra salvación está más cerca” San Pablo en la segunda lectura, escribiendo a los Romanos, nos dice a nosotros hoy: “Ya es hora de despertarse del sueño, porque ahora nuestra salvación está más cerca que cuando empezamos a creer”. En efecto, la salvación está más cerca ahora con respecto a años anteriores, dejemos a un lado las obras de las tinieblas, comportémonos honestamente como si estuviésemos en pleno día porque ya hemos
recibido la luz del Señor y no podemos seguir viviendo en la oscuridad de las malas acciones. Vayamos al encuentro del Señor que es la mejor propuesta para una vida serena, en paz y feliz. Ya Él viene, salgamos nosotros a su encuentro.
“Estén en vela, porque no saben en qué día vendrá su Señor” Con el primer domingo de Adviento inicia un nuevo año litúrgico durante el cual nos acompañarán los textos del evangelista Mateo. Y lo iniciamos en la espera del Señor, pues Adviento es una palabra latina que significa “llegada” del Señor. La Iglesia espera la venida del Señor, pero no sólo aquella del veinticinco de diciembre sino que espera la llegada gloriosa del Señor para que la historia llegue a su plenitud. Por eso, cada año, el primer domingo de Adviento nos propone el discurso de un texto escatológico de Jesús. Comenzamos la lectura de Mateo pero no desde el inicio, sino desde el capítulo 24 que nos permite reflexionar sobre las últimas realidades, en el cumplimiento de la promesa definitiva. El texto nos llama la atención sobre la llegada imprevista del Señor, que sucederá de un momento a otro, cuando uno menos lo espera. Por tanto, la exhortación que el Señor dirige a sus discípulos es: “Estén en vela porque no saben que día vendrá su Señor”. Ese día que no conocemos tiene que ver con la vida de cada uno de nosotros y el final de nuestra existencia, con aquella fecha que estará escrita sobre nuestra tumba y que ninguno de nosotros conoce todavía. Por tanto, nuestra tarea no es saber cuándo todo eso sucederá, sino vigilar; estar listos para que en cualquier momento que se dé ese encuentro con el Señor estemos preparados y no nos encuentre con las manos vacías de buenas obras. julio / septiembre - 2016 - Vida pastoral no 163
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Guías homiléticas 4 de diciembre II DOMINGO DE ADVIENTO Is 11, 1-10/ Sal 71 / Rm 15, 4-9 / Mt 3, 1-12 Del Evangelio según san Mateo Por aquel tiempo se presentó Juan Bautista y empezó a predicar en el desierto de Judea; éste era su mensaje: “Renuncien a su mal camino, porque el Reino de los Cielos está cerca”. Es a Juan a quien se refería el profeta Isaías cuando decía: “Una voz grita en el desierto: Preparen un camino al Señor; hagan sus senderos rectos” (Mt 3, 1-12).
Palabra del Señor
CONVERSIÓN Y COMPROMISO
“¿
Pablo escribiendo a los Romanos dice que las Escrituras ofrecen un gran consuelo y nos piden perseverancia y mantener viva la esperanza. El Dios de la esperanza y del consuelo nos conceda tener aquellos sentimientos de Cristo Jesús que vino tanto para los judíos circuncisos como para todas las gentes y conceder la misericordia a todos los pueblos de la tierra. Comprometámonos en construir un mundo nuevo y que el Señor encuentre en nosotros colaboradores que se involucran con Cristo por una nueva humanidad.
“Sobre él se posará el Espíritu del Señor”
“Den el fruto que pide la conversión”
La primera lectura nos recuerda un texto clásico del antiguo profeta con la promesa de que brotará un renuevo del tronco de Jesé, que era el padre de David. Imaginamos el árbol genealógico de la dinastía que reinaba en Israel y que había sido cortado totalmente por su pecado; pero de su raíz el profeta imagina que surgirá un nuevo vástago que será el heredero de la antigua dinastía de David y que estará animado por el Espíritu del Señor. Y es precisamente de este texto que la tradición de la Iglesia ha recuperado los siete dones del Espíritu Santo: espíritu de sabiduría e inteligencia, espíritu de consejo y de fortaleza, espíritu de conocimiento y de piedad, y le inspirará el temor del Señor. Y este vástago creará un mundo de paz, y creará las condiciones para volver a la armonía del jardín de los orígenes del mundo, cuando el lobo y el cordero vivirán pacíficamente juntos. Ese mundo ideal será la obra del Mesías que ha traído la paz, pero aun así no ha resuelto todos los problemas porque el mundo en que vivimos no tiene nada que ver con la armonía del jardín de los orígenes, al contrario las guerras abundan por doquier. Y es que la intervención del Mesías no es mágica para resolver todos los problemas desde el exterior, se necesita el compromiso real de cada persona que dé frutos de conversión. 36
“Mantengamos la esperanza”
Custodiamos bien nuestro corazón? Es necesario custodiar nuestro corazón donde habita el Espírito Santo “para que no entren los demás espíritus”. “Cuántas veces entran los malos pensamientos, las malas intenciones, los celos, las envidias. Tantas cosas, que entran. ¿Pero quién ha abierto aquella puerta? ¿Por dónde han entrado? Si yo no me doy cuenta” de cuanto “entra en mi corazón, mi corazón se convierte en una plaza, donde todos van y vienen. Un corazón sin intimidad, un corazón donde el Señor no puede hablar y ni siquiera ser escuchado”. (Papa Francisco, Custodia el corazón).
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Del evangelio de Mateo leemos el inicio del capítulo tercero, que nos propone la figura de Juan Bautista y su ministerio que anuncia un bautismo de conversión. Juan propone a las personas de su tiempo un gesto simbólico de inmersión en el agua del rio Jordán como deseo de purificación, de arrepentimiento, de reconocimiento de la propia incapacidad para salvarse. Juan Bautista es presentado por la tradición evangélica como la voz de aquel que grita en el desierto, como realización de un antiguo oráculo del profeta Isaías que proponía preparar en el desierto el camino del Señor para el regreso de su pueblo. Juan Bautista, sin embargo, se da cuenta de que muchas personas van a ese rito pero de manera formal, para cumplir un requisito o con la intención de cumplir un ritual exterior y por eso los reprocha severamente recordándoles que no pensaran que con ese baño resuelven todos los problemas sino que es necesario un compromiso de cambio personal. Esta ya es una preparación a la intervención futura de Dios, porque “quien viene detrás de él, pueda más que él”, así que es necesario comprometerse para ser fieles al Mesías, que hará distinción entre quienes acogen su reino y quienes no lo hacen.
11 de diciembre III DOMINGO DE ADVIENTO Is 35, 1-6a.10 / Sal 145 / St 5, 7-10 / Mt 11, 2-11 Del Evangelio según san Mateo Jesús les contestó: “Vayan y cuéntenle a Juan lo que ustedes están viendo y oyendo: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, y una Buena Nueva llega a los pobres. ¡Y dichoso aquél para quien yo no sea motivo de escándalo!” (Mt 11, 2-11).
Palabra del Señor
LA GLORIA Y EL PODER DE NUESTRO DIOS
“E
l mundo propone imponerse a toda costa, competir, hacerse valer... Pero los cristianos, por la gracia de Cristo muerto y resucitado, son los brotes de otra humanidad, en la cual tratamos de vivir al servicio de los demás, siendo disponibles y respetuosos. Esto no es debilidad, sino autentica fuerza” (Papa Francisco, Pascua de Resurrección, 2015).
“Ellos verán la gloria del Señor, la belleza de nuestro Dios” Aquello que en el Evangelio los amigos de Juan Bautista le contaban acerca de Jesús, es lo que en la primera lectura nos presenta el profeta Isaías. El capítulo 35 tiene el sabor de un poema apocalíptico en el cual se celebra la intervención de Dios que cambia la situación y da comienzo a una nueva vida: el desierto florece. El Señor transforma la vida y el profeta que se hace portavoz de Dios invita a aquellos que vacilan a levantar el ánimo: fortalezcan las manos débiles, robustezcan las rodillas vacilantes, a los cobardes de corazón denles una buena noticia, Dios está aquí, no los ha abandonado, sean fuertes, no teman, miren que Dios trae la restauración, Él en persona los resarcirá y los salvará. Cuando creemos que el Señor interviene con su poder se despegarán los ojos del ciego, se abrirán los oídos del sordo, saltará el cojo, el mudo hablará.
“Tengan paciencia, hasta la llegada del Señor” El apóstol Santiago en la segunda lectura nos dice: “Tengan paciencia como el agricultor que, después de haber sembrado, espera con paciencia las lluvias y el buen tiempo para sacar su cosecha”. Él sabe que todo dará fruto a su tiempo pero espera con paciencia ese momento. También nosotros, nos pide Santiago, debemos esperar con confianza la salvación, es decir, estar seguros de que llegará la salvación y la esperamos con un gran gozo. El creyente cristiano es
por naturaleza un hombre de fe y esperanza, y cree allí donde todos desesperan. Se trata de encender una pequeña llama de la fe allí donde muchos sólo ven oscuridad.
“Anuncien a Juan lo que están viendo y oyendo” La figura de Juan Bautista acompaña también el tercer domingo de Adviento. Nuevamente del evangelio de san Mateo escuchamos un episodio donde es protagonista el Bautista porque, estando en prisión, se pregunta: ¿Jesús es verdaderamente el Mesías? ¿No será que me he equivocado? Si Herodes sigue reinando con maldad y yo sigo encarcelado entonces ¿Jesús si es el liberador?. Quizás estaba perdiendo la esperanza Juan estando en la cárcel y por eso manda unos representantes que le preguntan a Jesús ¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?. Jesús no da una respuesta concreta, sencillamente dice a quienes le preguntan: “Miren bien la situación, vayan y le cuentan a Juan lo que han visto”. ¿Qué vieron los discípulos de Juan? Los signos de la potencia de Jesús, vieron personas transformadas, inválidos que andan, ciegos que ahora ven, leprosos que quedan limpios, sordos que ahora escuchan, incluso muertos que resucitan, y sobre todo que el Evangelio se anuncia a los pobres. Es esto lo que refieren los discípulos a Juan considerado por el mismo Jesús como el gran profeta y el más grande de todos los hombres, sin embargo, en la perspectiva del dinamismo del Reino de Dios incluso la persona más humilde por su fe es más grande que él. Jesús rinde un gran honor a Juan Bautista pero también ofrece una gran esperanza a todos los demás de ser grandes en el Reino de los cielos cuando creen en el poder de Dios y lo que puede hacer por aquel que tiene fe y lo acepta como su Salvador.
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Guías homiléticas 18 de diciembre IV DOMINGO DE ADVIENTO Is 7, 10-14 / Sal 23 / Rm 1, 1-7 / Mt 1, 18-24 Del Evangelio según san Mateo El Ángel del Señor se le apareció en sueños a José y le dijo: “José, descendiente de David, no tengas miedo de llevarte a María, tu esposa, a tu casa; si bien está esperando por obra del Espíritu Santo, tú eres el que pondrás el nombre al hijo que dará a luz. Y lo llamarás Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mt 1, 18-24).
Palabra del Señor
CREO EN LAS PROMESAS DE DIOS
“¿
Cómo vive José su vocación como custodio de María, de Jesús, de la Iglesia? Con la atención constante a Dios, abierto a sus signos, disponible a su proyecto y no tanto al propio” (Papa Francisco).
“El Señor les dará una señal” La primera lectura nos propone el texto de Isaías que en el Evangelio cita Mateo. En el capítulo séptimo encontramos el famoso oráculo de la Virgen. Reinaba en Jerusalén Acaz, de la familia de David, año 735 A.C., y estaba cerca el peligro de la invasión asiria y algunos querían unirse para una guerra contra Asiria. Israel rechazó esta alianza de guerra y así el reino de Samaria y de Aram hicieron guerra contra Jerusalén y asediaron la ciudad para organizar un golpe de estado, quitar al descendiente de David del trono y sustituirlo con otro personaje. En ese momento el rey Acaz se comporta mal e idolatra matando a su hijo para obtener la victoria. El profeta Isaías, por supuesto, cuestiona al rey y le reprueba por ese gesto idolátrico. El rey se rebela contra el signo que quiere darle el profeta e Isaías reafirma su palabra en nombre del Señor: “La virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel”. Está anunciando el nacimiento de un niño en lugar de aquel hijo que el rey mató y le dice que le ponga un nombre simbólico “Emmanuel”, es decir, Dios está con nosotros, nos ayuda, se debe confiar en Él. Y este signo encontró su plenitud en la concepción de Jesús, que es la intervención del Señor que vuelve a crear todas las cosas.
“Por Él hemos recibido este don y misión” El apóstol Pablo nos presenta a Jesucristo nacido según la carne como Hijo de David pero constituido plenamente como Señor por la fuerza de la resurrección. Dios ha dado una promesa y man38
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tiene esa promesa: “Este Evangelio, prometido ya por sus profetas en las Escrituras santas, se refiere a su Hijo, nacido, según la carne, de la estirpe de David; constituido, según el Espíritu Santo, Hijo de Dios, con pleno poder por su resurrección de la muerte”. El cristiano cree en las promesas de Dios, debemos siempre confiar en Él.
“Se cumpliese lo que había dicho el Señor” El cuarto domingo de Adviento tradicionalmente se centra en la figura de María, pero siguiendo al evangelista Mateo, que da poca relevancia a la figura de María, se propone la narración del sueño de José. Es decir, el centro de atención es el evento extraordinario de la concepción de María, pero visto desde la perspectiva de José, quien no logra imaginarse en qué consistía esta intervención de Dios. Humanamente no puede hacer otra cosa que pensar en una traición, pero como es un hombre justo piensa en una solución que proteja la vida de María porque si la acusaba de adulterio, María hubiese sido llevada fuera de la aldea y apedreada como pecadora. José no piensa condenar a María, sino en usar la ley para asumir la responsabilidad. Sin decir el motivo le podía dar el acta de repudio y devolverla a su casa. La dejaría como una madre sola, pero le salvaría la vida. Mientras piensa todo esto, un ángel le dice en sueños que no abandone a María “porque la criatura que hay en ella, viene del Espíritu Santo”. Ese hijo se llamará “Jesús” que quiere decir “el Señor salva”, pues ese niño que nacerá, salvará a su pueblo del pecado. El evangelista termina la narración diciendo que esto sucederá como el profeta había anunciado “que la Virgen habría concebido un hijo a quien llamaría Emmanuel, Dios con nosotros”. Aprendamos también nosotros a confiar en el Señor, pues es el Dios que cumple sus promesas.
25 de diciembre NACIMIENTO DEL SEÑOR, Solemnidad Medianoche: Is 9, 1-6 / Sal 95 / Tt 2, 11-14 / Lc 2, 1-14 Aurora: Is 62, 11-12 / Sal 96 / Tt 3, 4-7 / Lc 2, 15-20 Día: Is 52, 7-10 / Sal 97 / Hb 1, 1-6 / Jn 1, 1-18 Del Evangelio según san Lucas Mientras estaban en Belén, llegó para María el momento del parto y dio a luz a su hijo primogénito. Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, pues no había lugar para ellos en la sala principal de la casa (Lc 2, 1-14).
Palabra del Señor
ENCARNACIÓN DEL HIJO DE DIOS
“L
a Navidad suele ser una fiesta ruidosa: nos vendría bien un poco de silencio, para oír la voz del Amor” (Papa Francisco).
“Los que vivían en tierra de sombras, una luz brilló sobre ellos”
El profeta Isaías habla de un pueblo que camina en las tinieblas y ve una gran luz. El profeta nos habla de la entronización de un rey, que históricamente era Ezequías, pero nosotros lo aplicamos al niño Jesús que sale al trono. No es un texto que narra un nacimiento sino una entronización, es decir, el reconocimiento a un rey que trae consigo el signo de la autoridad, consejero admirable, Dios potente, padre para siempre, príncipe de la paz, todas características que son de Jesús, el verdadero Salvador. Por ello, no olvidemos que el Señor ha creado todo perfecto, ordenado, armonioso; y todas las cosas tienen una función dentro de la creación, son útiles y necesarias. Dios todo lo ha dispuesto para el bien de todos; nada sobra, nada falta; todo en un orden perfecto y justo. Por tanto, el ser humano como administrador de la creación, debe vivir en esa armonía y justicia con todos los seres y principalmente con sus hermanos, los seres humanos.
“Se ha manifestado la gracia salvadora de Dios a todos los hombres” San Pablo escribe a Tito: “Se ha manifestado la gracia salvadora de Dios” que salva a todos los hombres y nos enseña a vivir. En la noche de Navidad, cada año, escuchamos esa espléndida palabra del Apóstol y tenemos la oportunidad de contemplarla personalmente y es esta gracia la que nos enseña a vivir con sobriedad, con justicia y con piedad, con un equilibrio con respecto a nosotros y a las cosas, en las relaciones con los otros y en la relación con Dios. Dios ha hablado y ha prometido y nosotros estamos dentro de esta promesa y estamos convencidos que Él cumple su palabra.
“Les ha nacido hoy un salvador, que es el Cristo Señor” San Lucas en la noche de Navidad nos cuenta el nacimiento de Jesús en la ciudad de Belén y el anuncio a los pastores: “Hoy ha nacido en la ciudad de David un Salvador que es Cristo Señor”. El heredero al trono de David nace en un ambiente pobre y humilde, sin embargo Él es el rey del universo, el portador de las promesas. Todas las promesas de Dios se han hecho un Sí en Jesucristo quien es Camino, Verdad y Vida, es decir, el único mediador entre el Padre y la humanidad (Camino), el único que revela la auténtica imagen de Dios y a quien nos enseñó a llamarlo Padre (Verdad), el único y verdadero Salvador (Vida). Hoy recordamos que Jesús se encarnó para revelar plenamente al Padre. En la fiesta de Navidad la liturgia prevé tres eucaristías. Hemos reflexionado las lecturas de la misa de medianoche, pero hay otra eucaristía que es la de aurora que celebra el sol que nace de lo alto, es decir, a Cristo sol de justicia. En la antigüedad el 25 de diciembre se recordaba el nacimiento del sol y los cristianos inculturaron esta fiesta antigua: el sol es Cristo y el nacimiento del sol es el nacimiento de Cristo, luz de nuestra vida que ilumina a todos los pueblos. Y el sol sigue creciendo para celebrar la misa del gran día que tiene como marco el prólogo de san Juan que es el gran anuncio de la obra completada por Dios. La palabra que ha creado el mundo al inicio se ha hecho carne en Jesús, ha puesto su tienda entre nosotros y hemos visto su gloria, lo hemos reconocido como el Hijo unigénito del Padre: toda la tierra ha visto la salvación de Dios. Ahora ya es visible la obra que el Señor ha completado. Levantemos el nivel teológico de la Navidad, que no sean solo villancicos románticos sino contemplar el misterio de Dios que se ha hecho hombre; nuestra humanidad es asumida por el Verbo y nosotros somos transformados en Dios, celebramos nuestra divinización y esto es un gran evento por lo cual hacemos fiesta. julio / septiembre - 2016 - Vida pastoral no 163
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Biblia Por: Fr. Wiliam Vásquez Alarcón Licenciado y Doctor en Teología Universidad Gregoriana E-mail: pazybienco@une.net.co
Las familias refuerzan su deseo de fraternidad, su sentido social y su compromiso con los necesitados cuando viven el sacramento de la Eucaristía (cf. AL 186).
LA
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DEL
mor
En diciembre de 2015 el papa emérito Benedicto XVI había dado a conocer su carta encíclica Deus Caritas est, en la que explica el sentido cristiano del ágape. Asimismo, en marzo de 2016 el papa Francisco publicó su exhortación apostólica postsinodal Amoris laetitia, en la que aplica la realidad del ágape a la familia. Por ello, retomaremos algunos pasajes de la Sagrada Escritura para recordarles a las familias que el sentido del ágape es llevarnos a la fraternidad cuando asistimos a la Eucaristía.
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egún el exégeta protestante Anders Nygren, la realidad del ágape es la que expresa toda la profundidad y extensión de la transmutación de todos los valores realizada por el cristianismo con respecto al mundo antiguo. El ágape, dice él, es como una bofetada tanto a la piedad legal judía como al eros de la piedad helenista. Y es que los dioses griegos no amaban y el cristianismo proclama que Dios es amor, es ágape.
Para Nygren la conocida fórmula de Nietzsche de que “el cristianismo significa una transmutación de todos los valores antiguos”, contiene mucha más verdad de la que generalmente se le reconoce. Es también posible hacer de ella una aplicación mucho más amplia de la que su autor tenía en mente. La “transvaloración se capta, ante todo, en el motivo central cristiano del ágape. Ágape es como una bofetada tanto a la piedad legal judía como al eros-piedad helenística”1(Agape and Eros, 1969, p. 200). De hecho, ágape se opone a eros, que es el distintivo de la escala greco-helenista de valores. Los dioses griegos no amaban, mientras que el cristianismo proclama que “Dios es amor”. Los dioses griegos no conocían la misericordia, y Jesús proclama que el “Padre es misericordioso”. Los dioses griegos no tenían relaciones con los hombres, y el ágape cristiano significa, precisamente, la relación de amor que Dios le ofrece al hombre. Por esto mismo afirma Nygren que “Nietzsche vio correctamente que el amor cristiano significa la transmutación de esos valores de la antigüedad que él tanto apreciaba; pero no vio que eso significa también la completa transmutación de todos los valores judíos”2(p. 65). 1
A. Nygren, Agape and Eros, New York and Evanston 1969, 200.
2
A. Nygren, ibíd., p. 65.
Biblia
La Eucaristía reclama la integración en un único cuerpo eclesial (AL 186). Parece que fue Pablo, según Nygren, quien hizo de la palabra ágape un término técnico para expresar la realidad cristiana del amor y quien, además, estableció su uso. A esto se agrega que así como la Ley era lo que caracterizaba las relaciones entre Dios y el hombre en el Antiguo Testamento, para Pablo es ahora la Cruz la que distingue esas relaciones, lo que quiere decir que las relaciones con Dios ya no son unas relaciones legales sino que están fundadas en el amor, porque la Cruz es la expresión misma del ágape y éste es el camino de Dios hacia el hombre: “Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo unigénito, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna” (Jn 3, 16).
Las familias hablan de Jesús a los demás, transmiten la fe, despiertan el deseo de Dios y muestran la belleza del Evangelio.
mos que tanto judíos como griegos están todos bajo el pecado… Ahora bien, sabemos que cuanto dice la ley, para que toda boca enmudezca y el mundo entero se reconozca reo ante Dios” (Rm 3, 10.19). Si en el régimen religioso anterior a Cristo el hombre ofrecía sacrificios a Dios, ahora no; el sacrificio consiste ya en que el hombre acepte y acoja el ágape de Dios manifestado en la Cruz. No hay camino del hombre a Dios, es Él quien se ha hecho un camino hacia el hombre.
El sacrificio ahora consiste en que el hombre acepte y acoja el ágape de Dios manifestado en la Cruz. De hecho, la Carta a los Romanos es muy polémica. El adversario aquí es el judaísmo y su manera de comprender la justificación y la salvación por medio de la Ley. Contra esto proclama que Cristo es la “extinción de la Ley” (Rm 10, 4), Cristo “anuló la Ley con sus mandamientos y sus decretos” (Ef 2, 15). Por eso declara: “Ya no están bajo la Ley sino bajo la gracia” (Rm 6, 14), lo cual significa que gracias a la fe un nuevo género de vida ha entrado en la historia, un nuevo modo de vivir, una nueva escala de valores, un nuevo modo de relacionarse con Dios. En palabras de Nygren, “ágape es lo opuesto a Nomos, y por eso la negación de los fundamentos en los que descansaba toda la escala judía de valores”3 (p. 201). Aquí termina el ideal del hombre bueno, según el fariseísmo, y la claridad sobre el pecador. Pablo dice de manera rotunda: “…ya demostra-
Ahora, el “sacrificio ya no es el camino del hombre hacia Dios, sino el camino de Dios hacia el hombre”4 (p. 122). Si bien es Dios quien se acerca al hombre mediante el ágape, la respuesta del hombre a Dios se llama “pistis”, entendida como la fe, lo cual significa que la fe es una actitud de receptividad. Cuando el hombre por la fe acepta el ágape de Dios, él entra en un contexto existencial nuevo: la vida de Cristo, el poder de Cristo. El hombre no tiene nada que ofrecerle a Dios, es Dios quien le da al hombre, más aún, se da Él mismo al hombre como sacrificio. Ya no es el hombre el que se hace justo ante Dios, es Dios quien lo justifica: “La justificación viene de Dios” (Rm 10, 3). Con esta misma motivación, san Pablo se opuso a la Ley y a la gnosis. Así que Pablo no sólo liberó al cristianismo del paradigma religioso judío, sino también del paradigma de pensamiento religioso gnóstico-helenista. Como lo expresa Nygren, “en 1Cor 13, hay una oposición definitiva, un contraste entre dos formas diferentes de relación con Dios: la primera consiste en la visión de Dios gnóstico-mística, típica del helenismo y la segunda constituida por la vía cristiano-primitiva y la paulina del ágape”5 (p. 134). Mientras eros y gnosis buscan el mundo suprasensible donde se logra la visión de Dios, el ágape que se manifiesta en la Cruz, baja a la miseria del hombre, a su maldad, a su pecado. Es tan grande el amor de Dios por nosotros que Él “manifestó su ágape hacia nosotros, en que mientras nosotros éramos pecadores, Cristo murió por nosotros” (Rm 5, 8). 4
3
A. Nygren, ibíd., p. 201.
5
A. Nygren, ibíd., p. 122.
A. Nygren, ibíd., p. 134.
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Teología Por: Juan Pablo Espinosa Arce Profesor de Religión y Filosofía (Universidad Católica del Maule) Candidato a Magíster en Teología Fund. (Pontificia Universidad Católica de Chile) juanpablo.espinosaarce
Hacer teología cristiana implica realizar una actividad de pensamiento y de oración. La teología se transforma así en una teología de rodillas. El presente artículo escrito desde Chile nos ayuda a pensar esta misión.
UNA TEOLOGÍA “de Rodillas”
Buscamos que los lectores puedan reflexionar sobre la necesidad de que la teología, la ciencia y la inteligencia de la fe, constituya ante todo una espiritualidad, una acción comunitaria que se realiza “de rodillas”. La expresión, acuñada por el teólogo suizo Hans Urs von Balthasar, nos coloca en esta perspectiva. Para efectos de nuestro desarrollo seguiremos el siguiente itinerario: 44
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conocer el contexto en el cual Balthasar ocupa la expresión “teología de rodillas” y cuáles son las principales implicancias de dicha formulación, además de reflexionar sobre la consideración de que los teólogos, hombres y mujeres, somos ante todo creyentes. Por último, pensar en cómo la tarea teológica constituye una forma de espiritualidad y contemplación del Misterio.
La expresión “teología de rodillas” Al inicio de nuestro artículo decíamos que la expresión “teología de rodillas” o “teología arrodillada” es fruto de la reflexión del teólogo suizo Hans Urs von Balthasar (1905-1988). Balthasar fue uno de los grandes teólogos y pensadores del siglo XX, un referente obligado para comprender cuál es la reflexión teológica de los últimos decenios. Balthasar es representante de la llamada “nueva teología”, movimiento teológico nacido en Francia entre la década de los 40 y los 50, y que motivó en gran medida el acontecimiento del Vaticano II. Balthasar escribió, entre muchas otras cosas, los Ensayos teológicos. En el primer tomo de los Ensayos, llamado Verbum caro (El Verbo que se hace carne) y dedicado en buena parte a la teología fundamental, nos encontramos con el artículo Teología y santidad1 en el cual se encuentra la expresión que indagamos. El escrito, que se divide en cuatro partes, se mueve a partir de la siguiente tesis fundamental: “A partir de la gran escolástica (siglo XII) ha habido pocos teólogos santos”2. Para Balthasar, los teólogos santos no son sólo aquellos los que vivieron una vida de pureza, sino que son los que recibieron de Dios una misión eclesial, misión en la que desgastaron su vida. Y estos santos también fueron teólogos, es decir, maestros dentro de la Iglesia “cuyo ministerio y cuya misión consisten en exponer la revelación en su plenitud y totalidad”3. Con esto, ya se nos hace evidente una idea central: ser teólogo implica también un llamado a la santidad. Se puede pensar la fe y orar lo que se piensa, así como lo hicieron los Padres de la Iglesia y los teólogos hasta el siglo XII.
en verdaderos pastores. Pero ocurrió un quiebre epocal. Luego de la gran escolástica se difumó la santidad de los teólogos. Es más, Balthasar habla de un empobrecimiento en la relación teologíasantidad, sobre todo una pobreza de espíritu. Por eso hoy se hace necesaria una nueva unidad entre la Iglesia Esposa y Cristo Esposo. Y en esta unidad es donde el suizo sostiene que la teología de los santos “fue una teología orante, arrodillada: por ello fueron tan inmensos su provecho para la oración, su fecundidad para la oración, su poder engendrador de oración. Hubo en algún momento en que se pasó de la teología arrodillada a la teología sentada. La teología científica se vuelve extraña a la oración y, por consiguiente, desconoce el tono con el que se debe hablar sobre lo santo”4. Teología arrodillada en comunión con una teología de escritorio, fecundidad de oración en comunión con la fecundidad científica propia de la teología.
4
Balthasar, 2001, p. 222.
Estos teólogos santos son vistos por Balthasar como columnas de la Iglesia, como personalidades totales, ya que unen en su vida dogmática y espiritualidad, oración y teología. Son también llamados “lumbreras de la Iglesia” porque, en conformidad con su ministerio teológico, se convierten también 1 Seguimos aquí la versión de los Ensayos teológicos editados por Encuentro-Cristiandad el año 2001 (H. Urs Von Balthasar. “Teología y santidad” en Verbum Caro. Ensayos Teológicos I. Encuentro-Cristiandad, Madrid 2001, pp. 195-223). También ofrecemos una versión digitalizada del mismo texto, la cual está disponible en http://www.mercaba.org/Teologos/Balthasar/teologia_y_santidad.htm [Recuperado 10-06-2016] 2 Balthasar, 2001, p. 195. 3 Ibíd.
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Hubo en algún momento en que se pasó de la teología arrodillada a la teología sentada. La teología científica se vuelve extraña a la oración y, por consiguiente, desconoce el tono con el que se debe hablar sobre lo santo.
El teólogo y la teóloga son ante todo creyentes Centremos nuestra atención ahora en el teólogo y en la teóloga como creyentes enviados por la Iglesia para ayudar a explicitar y actualizar el mensaje de la Revelación. La instrucción Donum Veritatis “sobre la vocación eclesial del teólogo” (1990) es un documento interesante de abordar para adentrarnos en la temática de este punto. En el documento se sostiene
que “entre las vocaciones suscitadas de ese modo por el Espíritu en la Iglesia se distingue la del teólogo, que tiene la función especial de lograr, en comunión con el Magisterio, una comprensión más profunda de la Palabra de Dios en la Escritura inspirada y transmitida por la tradición viva de la Iglesia” (DV 6). Rescatemos algunas consecuencias de este primer acercamiento. En primer lugar, la calificación de “vocación”. El teólogo es llamado por Dios, él experimenta en un momento de su vida la fe como escucha a una palabra que se le dirigió. El escuchar viene a encontrar su verdadero centro en la experiencia del diálogo, situación fundamental del ser humano que se abre a la sorpresa de una llamada dirigida por otro-prójimos y por el OtroDios, por la comunidad de fe y por la persona de Dios que lo ha y nos ha sorprendido con su llamada. El teólogo es aquel creyente que escucha la Palabra de Dios y la comunica creativamente a sus hermanos, de manera que ellos también puedan llegar a hacer experiencia de fe. La vocación teológica es dada por el Espíritu a la totalidad de la Iglesia, nunca al margen de la comunidad.
La teología como espiritualidad También esbocemos una palabra sobre la consideración de la teología como espiritualidad. Gustavo Gutiérrez sostuvo que “la experiencia espiritual es el terreno en que hunde sus raíces una reflexión teológica. La comprensión intelectual permite profundizar el nivel de la vivencia de la fe que siempre es previo y fontal”5, y más adelante sostendrá que nuestra teología es nuestra espiritualidad y viceversa. Hacer teología como con un trabajo intelectual demanda una vida de contemplación del misterio. Éste que es siempre inabarcable debe ser acogido con reverencia y obediencia de fe. Es más, “una explicación teológica proporciona un horizonte para la vida y la oración, para el pensamiento y la decisión (…) la teología tam5 G. Gutiérrez, Beber en su propio pozo. En el itinerario espiritual de un pueblo. Sígueme, Salamanca, 1985, pp. 50-51.
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bién pretende afectar la forma en que entendemos nuestro modo de vivir y atraer el corazón y los sentimientos hacia una vida más plena en Cristo”6. Con esto, cada vez que hacemos teología, que contemplamos humildemente el Misterio del Dios revelado históricamente en Jesús de Nazaret, nuestro quehacer permitirá que otros también puedan contemplar a Dios. La responsabilidad del teólogo y de la teóloga es grande en este sentido: desde la espiritualidad que nos es propia y en comunión con la espiritualidad de nuestro pueblo lograr una nueva síntesis entre fe, vida y cultura.
Nuestra teología ha de nacer de una experiencia con Dios, de una espiritualidad y de un seguimiento comunitario. Por ello “el teólogo está llamado a intensificar su vida de fe y a unir siempre la investigación científica y la oración” (Donum veritatis, 8). El Espíritu nos interpela continuamente a volver sobre las fuentes de la fe y de la revelación, a pensarlas pero también a vivirlas como mística y espiritualidad. Éste debe ser finalmente un trabajo creativo, que se repiense y que se comunique de tal manera que todos puedan llegar al conocimiento de la Verdad.
saber responder por aquello que constituye el parámetro de la elaboración teológica cristiana. El teólogo se constituye como tal gracias a una llamada de Dios, por medio de su Espíritu, el cual suscita en determinados creyentes una vocación y un carisma específico, el del quehacer teológico. El teólogo no se puede entender si no es en relación a la Iglesia, de la cual recibe tanto su identidad y el encargo de actualizar creativamente el mensaje de la Revelación haciéndolo dialogar con las nuevas manifestaciones sociales y culturales. Si el Espíritu es quien despierta en los que hemos recibido dicha vocación el deseo de pensar la fe y a “dar razón de nuestra esperanza” (1P 3, 15), Él aparece como el primer teólogo. Esta dimensión pneumatológica también se manifiesta en comprender que la teología constituye una cierta espiritualidad, es decir, una forma de seguimiento de Jesucristo. Esta espiritualidad además nos permite vincular nuestro trabajo especulativo con una teología que es contemplación del Misterio, con una “teología orante, arrodillada” tal como lo dijo Hans Urs von Balthasar.
En tercer lugar, la comunión que el teólogo ha de establecer con la Tradición y con el Magisterio de la Iglesia. A propósito de esto, Balthasar sostiene que la vitalidad del teólogo pasa por “el respeto a los valores imperecederos (de los Padres de la Iglesia, de la escolástica, de la espiritualidad), respeto que ha de ir unido con la mirada incorruptible para captar el signo del tiempo, adherido a todo fenómeno”7. Esta indicación del teólogo suizo resume toda la misión del teólogo cristiano católico. Si queremos hacer de nuestra tarea eclesial una actividad y una recepción creativa hemos de hacerlo necesariamente en referencia a aquello que constituye el depositum fidei, la Palabra de Dios, la Tradición y el Magisterio. El teólogo de cualquier época no pudo, no puede o no podrá trabajar aisladamente, porque en ese momento su quehacer perderá total sentido. Por ello es una nueva y pesada responsabilidad, en el sentido de que debemos 6 J. Wicks, Introducción al método teológico, Verbo Divino, Navarra, 1998, pp. 149-150. 7 H. Urs Von Balthasar, “El lugar de la teología”. En: Verbum Caro Ensayos Teológicos I, Encuentro-Cristiandad, Madrid, 2001, p.170.
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Cultura Por: Yesenia Escobar Espitia Investigadora y Gestora Cultural de la Fundación Carlos Arturo Truque yesenia.e.espitia
Reconocer el valor de los afrocolombianos para construir escenarios de paz.
IDENTIDAD Y SOCIOCULTURALIDAD EN LA LITERATURA AFROCOLOMBIANA
Hablar de literatura afrocolombiana implica hablar de identidad. Es emprender un viaje por los caminos ancestrales de una cultura que ha sufrido por siglos las vejaciones de la discriminación racial, el peso de la colonialidad y la invisibilización social, pero que, a pesar de ello, ha demostrado una gran resiliencia gracias a su fuerza, capacidad creativa, memoria y espiritualidad. También es hablar de ritmo, de oralidad, de vívida naturaleza captada como en un lienzo, con sus aromas, sonidos y colores en los espacios de cada página. ara abordar las letras de los escritores y escritoras afrocolombianos, no hay lugar para visiones hegemónicas literarias, estableciendo supuestos sobre lo que es o no literatura, es decir, el acercamiento a esta expresión literaria debe ser auténtico, buscando explorar su esencia sin prejuicios, sin pretender medir con un rasero euro-centrado su poética y valor estético. Sin embargo, la crítica literaria nacional ha prestado poca atención a la literatura afrocolombiana y, cuando lo ha hecho, no ha dado valor suficiente
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a sus autores ni a sus obras, así como tampoco las ha apreciado en el marco de lo que ellos ofrecen. Pues ha pretendido valorar dichas manifestaciones literarias desde lo que la crítica concibe como canónico y sólo ha rescatado a unos pocos autores, dejando de lado todo un caudal de voces que reclaman un espacio en el escenario de las letras del país, donde se reconozca su aporte a la construcción de la diversidad cultural que nos caracteriza. Como lo señala Bajtin: “Todos los productos de la creatividad ideológica –obras de arte, trabajos científicos, símbolos y ritos religiosos– representan objetos materiales, partes de la realidad que circunda
al hombre”1. Por ende, aunque muchos autores invoquen el carácter autotélico de la literatura, éste no se puede desprender del contexto histórico y sociocultural que dio lugar a su eclosión. Todo lo contrario, una de las principales características de la literatura es ser testigo de una época y retratar en sus páginas las huellas de la identidad de su autor y de su tiempo. En el caso de la literatura afrocolombiana, esta huella de identidad está muy presente y marcada en su estructura. Los autores afrocolombianos asumen la literatura como un campo más de expresión para narrar sus vivencias y trascender en la memoria de su pueblo. Sus protagonistas son ellos mismos: los pescadores, los campesinos, los bogas, cuyas historias son el alimento de su narrativa o su poesía. Es una literatura impregnada con el deseo de conservar en su esencia la huella de la identidad de su pueblo, para que ésta prevalezca a lo largo del tiempo. Pero no sólo la identidad es uno de los elementos presentes en esta expresión literaria, dos importantes características adicionales son su peculiaridad en cuanto al ritmo poético y la oralidad. Cual hace que se cree una ruptura estética con la tradición literaria occidental y que lleve a la subvaloración de su poesía, al no cumplir con los cánones estéticos impuestos por el establecimiento. Por ejemplo, los escritores afrocolombianos trasladan a la escritura elementos del habla como la tonalidad, la acentuación y la entonación, representando gráficamente, sin llegar a hacer una transcripción fonética, rasgos dialectales o tendencias fonético-fonológicas propias del habla afrocaribeña o afrochocoana colombiana2. Estos elementos le dan un ritmo propio a la poesía e incluso a la narrativa, donde “el pulso del ritmo es como un tambor (presente o imaginario, consciente o inconsciente o supraconsciente, visible o invisible) que hace mover los pies sobre la tierra. Marca con BAJTIN, M. El método formal en los estudios literarios. Alianza, Madrid, 1994, p. 46. 2 Rodríguez Cadena, Y. “El Español Del Caribe Colombiano: Unidad y Diversidad”. En: La casa de Asterión. Revista trimestral de estudios literarios, volumen IV, número 16, 2004. Disponible en: http://lacasadeasterionB.homestead.com/v4n16esp.html
ello el compás del pálpito de las palabras, dentro de las frases”3 . Esto permite entender por qué la literatura afrocolombiana, particularmente la poesía, más que ser leída ha sido concebida para ser cantada, narrada, verbalizada, encendida por el fuego de la palabra hablada, antes que por la palabra escrita. Sin duda alguna, este será un rasgo que mantendrá vivo el debate sobre el carácter entre lo que pueda ser considerado o no como literario. Finalmente, el aspecto sociocultural, como ya lo hemos mencionado antes, es una característica de la literatura afrocolombiana que está profundamente relacionada con la identidad. Los escritores y escritoras afrocolombianos dan cuenta en sus obras del espacio que los rodea, pero no como un simple elemento ambiental o contextual. Para el afrocolombiano, la naturaleza que lo rodea es un ser vivo que lo complementa. Culturalmente, esta visión se asocia al concepto de muntú, es decir, del mundo como un todo, como una gran familia. Así lo describía el escritor y antropólogo Manuel Zapata Olivella, quien señalaba: “El muntú concibe la familia como la suma de los difuntos (ancestros) y los vivos, unidos por la palabra a los animales, los árboles, los minerales (tierra, agua, fuego, estrellas), y las herramientas, en un nudo indisoluble. Ésta es la concepción de la humanidad que los pueblos más explotados del mundo, los africanos, devuelven a sus colonizadores europeos sin amarguras ni resentimientos. Una filosofía vital de amor, alegría y paz entre los hombres y el mundo que los nutre”4. Cada uno de estos elementos diferenciadores, y a su vez enriquecedores, de la literatura afrocolombiana hacen de ella una expresión maravillosa y un capítulo aparte en el campo de las letras nacionales, por lo que amerita mayor atención por parte de la crítica literaria y la academia, lo que sin duda le daría el reconocimiento que merece en el universo de las letras colombianas y latinoamericanas.
1
Ocampo, A. & Cuesta, G. Antología de Mujeres poetas afrocolombianas. Ministerio de Cultura, Bogotá, 2010. 4 Zapata Olivella, Manuel. La rebelión de los genes. El mestizaje americano en la sociedad futura. Altamir, Bogotá, 1997. 3
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En librería DE Octubre A Diciembre LEEMOS EL RECOMENDADO ES...
LUCÍA DE FÁTIMA Y SUS PRIMOS João César Das Neves
En 2017 se cumplen 100 años de las apariciones de Fátima. Mucho se ha dicho acerca de las revelaciones que algunos consideran apocalípticas. El profesor João César das Neves ha realizado una exhaustiva investigación acerca de Fátima, ahondando en el papel que ocuparon los tres pastorcitos en la revelación de dicho acontecimiento.
Lucía de Fátima y sus primos, en efecto, no se detiene solamente en explicar las revelaciones e interpretarlas sino que explora la parte humana de Lucía, Jacinta y Francisco, cada uno con una personalidad peculiar que les llevó a vivir y proyectar de una manera distinta el milagro de la aparición y del mensaje de la Santísima Virgen. El autor realiza una mirada atenta a los testigos de una bella misión: rezar por la conversión y el fin de la guerra. Sobre todo, se detiene en Lucía porque fue a ella a quien le correspondió realizar la tarea de ser testigo y mensajera. Lucía tuvo otras visiones después de 1917, cuando sus primos ya se habían encontrado cara a cara con el Señor, pudo madurar el mensaje que le dejara Nuestra Señora, ver su concretización y sus consecuencias.
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Ella, respondiendo sólo a su obediencia, escribió todo lo que la Señora le había dicho. Las páginas de este libro indagan sobre la personalidad de esta sierva de Dios, sobre el sentido de sus reacciones y las de sus primos frente a la presencia y el llamado de la Santísima Virgen, sobre los sufrimientos que cada uno tuvo que padecer debido a las apariciones.
Lucía de Fátima y sus primos llama la atención sobre la vigencia de las revelaciones con respecto a los males que nos agobian, entre ellos, la violencia y la persecución de los cristianos. El libro constituye una invitación a reflexionar sobre la guerra, su relación con el pecado y sobre el mandato de hacer la paz; es un llamado a orar con fe el Rosario y entender su importancia, a comprender que el tema de Fátima es la salvación y no el castigo, un tema que nos atañe a todos. Cien años de las apariciones de Fátima deben tocar el corazón de todos los creyentes para que se aviven en el mundo el perdón y la reconciliación, de manera que no causemos más lágrimas a Nuestra Señora, una de las últimas revelaciones que tuvo sor Lucía, según el autor: “¡Nuestra Señora está llorando!”.
EL CORAZÓN DE LAS VÍCTIMAS Magdalena Vela El corazón de las víctimas: aportes a la Verdad para la Reconciliación en Colombia, es un libro en coedición de la Conferencia Episcopal de Colombia, la Comisión de Conciliación Nacional y Editorial San Pablo. En un momento histórico para Colombia, cuando se ha firmado en La Habana el último punto del proceso de paz, este libro representa una explicación de por qué es necesario optar por la paz y dejar a un lado la lucha armada. Estas páginas dan voz a sesenta víctimas sobrevivientes que se presentaron ante la Mesa de Conversaciones en La Habana, Cuba, durante los años 2014 y 2015 con motivo del proceso de paz entre el Gobierno Nacional de la República de Colombia (GNRP) y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Ejército del Pueblo (FARC-EP). Se trata de una investigación que tiene su base en el papel conciliador que ha tenido la Iglesia católica en el proceso de paz. La narración conserva una posición neutral, es decir, no está a favor de uno u otro grupo, sólo habla de la urgencia de hacer la paz y da voz a un número de víctimas que han tenido que padecer de manera directa el conflicto. El clamor de estas personas sobrevivientes de la violencia a causa de uno u otro frente es la paz, a
pesar del inmenso dolor que han tenido que sufrir, su corazón está abierto al perdón y a la reconciliación, y consideran que esa es la única salida al derramamiento de sangre que nos agobia por causa del conflicto armado. Cuatro interrogantes orientan la investigación: 1. ¿Cuál fue el daño sufrido por las víctimas que se presentaron ante los negociadores en La Habana? 2. ¿Cuáles fueron sus planteamientos ante la Mesa de Conversaciones? 3. ¿Cómo asumieron a su regreso los impactos de esta experiencia, los prejuicios, señalamientos, estigmatizaciones sociales? y 4. ¿Sobre quién precisan la responsabilidad histórica, social y política como punto de partida para poder visionar posibles escenarios de reconciliación y perdón en el país? Vale la pena escuchar estas voces, no mostrarnos indiferentes a su dolor y compenetrarnos con sus razones y su historia, que es la de todos los colombianos. Este libro invita a volver la mirada sobre nosotros mismos y nuestra posición en torno a la paz y la guerra, el perdón y la reconciliación, y la responsabilidad de cada uno frente a nuestra realidad.
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María,
Mariología
La piedad popular juega un papel importantísimo en la maduración de la fe.
visita Amor con
ternura y
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n 2017 estaremos celebrando el centenario de las apariciones de María bajo la advocación de Fátima, este hecho eclesial, me permitirá describir mi experiencia y relación con respecto a las apariciones marianas. Además tendremos en cuenta las bendiciones que ellas aportan a la Iglesia, para después reflexionar sobre la enseñanza pastoral que estos acontecimientos pueden aportar para nuestros días.
Vida pastoral no 164 - octubre / diciembre - 2016
Por: P. Félix Eduardo Osorio, c.m. Licenciado en Filosofía y Ciencias Religiosas Universidad Santo Tomás E-mail: duwary99@yahoo.es
Una experiencia personal de vida con María Como sacerdote de la Congregación de la Misión, tuve la gracia de partir para la misión de África, justamente un mes después de mi ordenación sacerdotal en el año 2003. Todo mi ministerio durante 9 años lo desempeñé en Burundi y Rwanda, dos países del centro de África. En Rwanda tuve la ocasión de visitar varias veces Kibeho, lugar que se han convertido en “el Lourdes de África”. Pude comprobar cómo dicho lugar es el epicentro del fervor de la fe católica en el contexto de países profundamente afectados por la guerra, la violencia y la pobreza, como son Burundi, Congo República Democrática y el mismo Rwanda. Es providencial que la Madre de Dios se manifieste en lugares marcados por situaciones de extrema necesidad. También tuve la ocasión de visitar Beauraing (Bélgica), en donde 15 años después de Fátima la Santísima Virgen se manifestó a 5 niños. Y en muchas otras ocasiones celebré la santa misa en la capilla de las apariciones de la Rue du Bac en París, en donde en 1830 la Madre de Dios se manifestó a una joven hermana de la comunidad de las Hijas de la Caridad (hermanas vicentinas), lo cual dio origen a la conocida advocación de la Medalla Milagrosa. Éstas y otras historias más recientes las narraré en otra ocasión. Estos tres lugares han sido profundamente estudiados por las autoridades eclesiásticas y poseen aprobación eclesiástica en el sentido que los señores obispos afirman que allí no hay nada que contradiga el dogma o la moral católica y autorizan e incluso recomiendan a los fieles, la visita a estos lugares. Estos sitios se han convertido con el paso de los años en lugares excepcionales para la evangelización. La presencia de la Santísima Virgen se manifiesta
suscitando un gran deseo de volver a Dios y animando los procesos de conversión de quienes aceptan el camino de la meditación de la Palabra de Dios, la oración, la penitencia, la confesión, la comunión y la práctica de las obras de misericordia. Las sanaciones físicas como espirituales son el sello de la presencia de Dios. El llamado urgente a la conversión y a la penitencia, es el común denominador en el mensaje difundido desde estos lugares de peregrinación. Fátima no es la excepción. Aunque la mayoría de personas sienten curiosidad por conocer “el tercer secreto de Fátima” y existen voces que alarman sobre catástrofes sobrecogedoras, lo verdaderamente importante es la conversión de corazón que nos permite gozar de la presencia de Cristo. He sido entonces testigo de los milagros de conversión que nuestra Madre celestial obtiene de manera particular y abundante en los lugares donde ella se ha aparecido o donde es venerada con piedad sincera. En este sentido Colombia puede ser llamada “el jardín de María”, dadas las múltiples manifestaciones de la Santísima Virgen, para citar sólo algunas aquí tenemos Chiquinquirá, Las Lajas, La Milagrosa en Cali y tantos otros sitios donde la imagen de Nuestra Señora ha quedado plasmada como signo de la cercanía de su corazón maternal hacia nosotros. Durante dos años fui párroco en el Vicariato Apostólico de Tierradentro (municipio de Paez, Cauca), parroquia de La Inmaculada en Vitoncó y pude comprobar cómo muchos católicos siguen fieles a la Iglesia, gracias al profundo amor que tienen por la Santísima Virgen. Allí donde su culto es promovido y a veces purificado por el celo y prudencia de los pastores, hay garantía de perseverancia en la fe católica.
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Mariología
La voz de los obispos latinoamericanos Creo que celebrar los 100 años de los sucesos de Fátima, es recordar con gratitud todo el bien que miles de personas han recibido en sus vidas, por la visita de la Madre de Jesús a este lugar de Fátima en particular y a tantos otros lugares en donde la presencia de la Madre del Señor, se muestra cercana al pueblo de Dios y al mismo tiempo acrecienta nuestra fe en la acción providente de Dios sobre la historia de las personas y las naciones ya que Él interviene cuando más necesidad tenemos de la salvación.
La piedad popular juega un papel importantísimo en la maduración de la fe. Hagamos eco en nuestro corazón a las palabras que nuestros obispos nos dirigen desde Aparecida: “En esto reside el valor incomparable del talante mariano de nuestra religiosidad popular, que, bajo distintas advocaciones, ha sido capaz de fundir las historias latinoamericanas diversas en una historia compartida: aquella que conduce hacia Cristo, Señor de la vida, en quien se realiza la más alta dignidad de nuestra vocación humana” (Aparecida, 43). Los santuarios son lugares de encuentro y de fortalecimiento de la fe, por excelencia: “La decisión de partir hacia el santuario ya es una confesión de fe, el caminar es un verdadero canto de esperanza, y la llegada es un encuentro de amor. La mirada del peregrino se deposita sobre una imagen que simboliza la ternura y la cercanía de Dios. El amor se detiene, contempla el misterio, lo disfruta en silencio. También se conmueve, derramando toda la carga de su dolor y de sus sueños. La súplica sincera, que fluye confiadamente, es la mejor expresión de un corazón que ha renunciado a la autosuficiencia, reconociendo que solo nada puede. Un breve instante condensa una viva experiencia espiritual” (Aparecida, 259). La piedad popular juega un papel importantísimo en la maduración de la fe: “Es verdad que la fe que se encarnó en la cultura puede ser profundizada y penetrar cada vez mejor en la forma de vivir de nuestros pueblos. Pero eso sólo puede suceder si valoramos positivamente lo que el Espíritu Santo ya ha sembrado. La piedad popular es un “imprescindible punto de partida para conseguir que la fe del pueblo madure y se haga más fecunda”. Por eso, el discípulo misionero tiene que ser “sensible a ella, saber percibir sus dimensiones interiores y sus valores innegables” (Aparecida, 262). En conclusión, consagrarse al Corazón Inmaculado de María es aceptar que necesitamos de la ayuda de Dios, para que el triunfo de Dios en nosotros sea posible. Este camino de conversión lo hacemos en Iglesia, en familia, de la mano de María, Madre de los discípulos de Jesús. Celebremos con gozo el centenario de las apariciones de Fátima, seguros de que Dios triunfará en la accidentada historia que los seres humanos construimos.
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Eclesiología Por: P. Antonio Mora Autor San Pablo
E-mail: vicentinos.cartago@gmail.com
DECLARACIÓN DE NULIDAD MATRIMONIAL La lentitud de los procesos para la declaración de nulidad matrimonial irrita y cansa a la gente, por ello es urgente brindar una ayuda pastoral que sea simple y fácil para los fieles.
nte la necesidad de hacer más accesibles y ágiles los procedimientos para el reconocimiento de los casos de nulidad, el papa Francisco ha hecho una simplificación de dichos procedimientos para una eventual declaración de nulidad matrimonial (cf. las cartas encíclicas en forma de “motu proprio” Mitis Iudex Dominus Iesus y Mitis et Misericors Iesus). La aplicación de estos documentos, dice el Papa, es una gran responsabilidad para los Ordinarios diocesanos e implica la preparación de un número suficiente de personal, integrado por clérigos y laicos, que se dedique de modo prioritario a este servicio eclesial (cf. Amoris laetitia, 244). Por lo tanto, es de vital importancia prestar este servicio de información teniendo en cuenta las siguientes líneas de orientación:
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1. Usar un lenguaje apropiado, saber que el tema del documento pontificio Mitis Dominus Iesus, citado en la exhortación, no es la “anulación” del matrimonio sino la declaración de la nulidad; y el objetivo es agilizar la rapidez de los procesos para declarar la nulidad, no “agilizar” la nulidad de los matrimonios, dado que “nulidad” significa la cualidad de nulo, y ésta no se puede acelerar. No se debe entonces hablar de anulación de un matrimonio, sino de “declaración de la nulidad”.
No es lo mismo declarar la nulidad de un matrimonio que anularlo.
Eclesiología No es lo mismo declarar la nulidad de un matrimonio que anularlo. Lo primero, declarar la nulidad, es notificar mediante una sentencia o decreto, y tras una seria investigación y discernimiento, que un matrimonio celebrado es nulo o inválido desde el comienzo; en otras palabras, que la celebración en que se contrajo el matrimonio no produjo vínculo matrimonial jurídico y, en consecuencia, no están casados. Esa declaración no se puede hacer de buenas a primeras, porque hay que tener en cuenta el principio jurídico de que “el matrimonio celebrado se presume que es válido mientras no se demuestre lo contrario”. Por esto es necesario tener conocimiento de las causales de nulidad. Lo segundo, anular un matrimonio, es romper el vínculo matrimonial que sí existe, es matar el matrimonio; esto no lo hace la autoridad de la Iglesia, ella no anula matrimonios válidamente celebrados. Una comparación puede ayudar a comprender la anterior distinción: declarar la nulidad es como cuando un médico ginecólogo comprueba e informa que el niño nació muerto; lo segundo es como si el médico matara al niño vivo que está por nacer (aborto) o al que nació vivo.
2.
tos, el orden sagrado, el voto público de castidad, el rapto, el crimen, el parentesco o consanguinidad, la afinidad en línea vertical, la pública honestidad, el parentesco legal (la adopción). Ejemplo: es nulo el matrimonio con persona casada válidamente estando vivo el cónyuge de ella, o con un hermano, o con los descendientes o ascendientes propios del cónyuge (si éste fallece), o con una persona que no ha llegado a la edad canónica requerida, etc.
b. Segunda causal, defecto de con-
sentimiento matrimonial, sea porque faltó éste, o porque el consentimiento dado estuvo viciado. El consentimiento matrimonial consiste en la manifestación que hace cada uno de los contrayentes de aceptar a la otra persona (el hombre, la mujer) como esposa, como esposo respectivamente; sería falta de consentimiento matrimonial tener la intención de aceptarla como simple “compañero o compañera” de vida, etc.
Estar ilustrado acerca de cuándo o cómo un matrimonio celebrado puede resultar nulo. Eso puede ocurrir por cualquiera de tres causales:
a. La primera causal es la existencia
de un impedimento en el momento de la celebración del matrimonio. En Derecho Canónico los impedimentos para el matrimonio son doce (12) en total, a saber: la edad, la impotencia, el ligamen o vínculo matrimonial, la disparidad de cul-
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El amor sí es el fundamento de la vida matrimonial.
Vicio en el consentimiento es, por ejemplo, casarse obligado, excluir los fines propios del matrimonio (casarse, pero no querer tener hijos), o excluir alguna de las propiedades del matrimonio (la unidad, la indisolubilidad) teniendo, por ejemplo, la intención de separarse a la primera dificultad, o la intención de estar con más personas además del cónyuge, o la intención de continuar con quien se relacionaba antes, etc. Otro vicio en el consentimiento es cuando alguno de los contrayentes es inhábil para la vida común conyugal. Una cosa es la capacidad de engendrar hijos y otra cosa es la idoneidad para asumir las obligaciones matrimoniales. Ejemplos de inhabilidad para el matrimonio: la inmadurez psicológica (el narcisismo, el apego exagerado a la propia familia, a los propios padres), la tendencia sexual contraria a la naturaleza, etc. En esos casos el consentimiento manifestado está viciado y es nulo.
c. La
tercera causal de nulidad es la falta de la forma canónica. Ésta consiste en que asista al matrimonio el párroco del lugar donde se hace la ceremonia o un delegado por él y, además, que haya dos testigos nombrados de la celebración, estos testigos son los llamados padrinos de matrimonio. No cualquier sacerdote puede asistir válidamente a un matrimonio; tampoco uno que es párroco puede casar a sus parroquianos estando fuera de su territorio; necesita la delegación.
3. Saber la distinción entre fundamento del matrimonio y fundamento de la vida matrimonial. El fundamento del matrimonio, de lo que se entiende por “contraer matrimonio”, lo que da origen al vínculo matrimonial es el consentimiento dado, no el amor o afecto por la persona con quien se casa; en ninguna celebración de matrimonio se les pregunta a los contrayentes si se aman, sino que si se aceptan como esposos.
En cambio, el amor sí es el fundamento de la vida matrimonial, y ése se debe ir cultivando y debe ir creciendo durante la vida en común como esposos. Este crecimiento del amor se da evitando lo que sea contrario al amor, educándose, porque la experiencia y conocimiento mutuo del tiempo de noviazgo es diferente a la experiencia de la vida común formalizada con el vínculo matrimonial; en otras palabras, nadie llega al matrimonio perfecto o entrenado para la condición de casado. El amor es una decisión, e implica sacrificio, humildad, renuncia, no encerrarse en el propio interés; entonces, evitar la agresividad física o verbal, la indiferencia, la despreocupación por los asuntos del hogar, dejar la idea de que al casarse adquieren una propiedad como quien compra unos zapatos o una escoba…; evitar la radicalidad o materialismo respecto a los derechos conyugales. En consecuencia, no es causal para declarar la nulidad de un matrimonio la simple pérdida del entusiasmo o afecto por el cónyuge (“ya no lo amo…”).
4. Es necesario distinguir entre matrimonio nulo y ma-
trimonio en crisis; no todo matrimonio que entra en crisis es matrimonio nulo. Matrimonio en crisis es el que está al borde de la separación porque hay conflicto entre los esposos; pero la solución no es pensar in-
mediatamente en buscar la declaración de la nulidad, sino en evitar o corregir lo que lleva al conflicto, en la voluntad de conversión y en la reconciliación; sin conversión no es posible la reconciliación. En relación con esto vale plenamente la siguiente sentencia de un Padre de la Iglesia: “Donde hay pecados hay discusiones, rupturas; pero donde hay virtud, allí hay unidad” (cf. Catecismo de la Iglesia Católica 817).
5. Finalmente es importante comentar que las perso-
nas casadas que viven situaciones matrimoniales irremediables por la vía de la reconciliación, no deben tener escrúpulo o reato de conciencia por buscar la intervención de la autoridad judicial de la Iglesia en orden a resolver su caso.
La autoridad judicial a que se ha hecho referencia está representada por el Vicario Judicial en la Curia Diocesana. Él es el encargado por el señor obispo de la diócesis para atender lo relacionado con los procesos matrimoniales; por consiguiente, a él se debe acudir para tramitar la posible declaración de nulidad. Si los interesados no supieran dónde es la Curia diocesana, pueden hablar con el párroco de la parroquia donde viven para que los oriente.
Comunicación - familia Por: Paulo Daniel Acero Rodríguez Psicólogo y Director científico Unidad de Duelo Experiencia Krisálida paulodanielacero@gmail.com
La declaración de la homosexualidad por parte de un hijo pone a prueba uno de los amores más puros y desinteresados: el de los padres.
Todos los padres esperan que sus hijos se constituyan en fuente de felicidad, regocijo y orgullo. Asimismo, el papa Francisco nos recuerda que los hijos son herencia del Señor y fuente de alegría; pero, ¿cómo pueden unos padres hacerle frente, de manera amorosa, sana y constructiva a la inevitable sensación de fracaso y pérdida, cuando un hijo, al declararse homosexual, pone en cuestión su ideal y no cumple con sus expectativas?
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l duelo, tal como lo propuso Freud1 (1917), ha de entenderse como un proceso que sobreviene como reacción a la pérdida de un ser amado o de una abstracción que haga sus veces como un objeto, un ideal o un proyecto en el que pongamos nuestras expectativas como fuente de felicidad y realización. Por tanto, todo aquello que sentimos como algo que se interpone a la posibilidad de esa realización vital o que percibimos como una amenaza al logro de la anhelada felicidad, la cual tiene su fundamento en aquello que consideramos fuente de afecto, cariño y sentido de vida, hace que reaccionemos con sentimientos propios de cualquier proceso de duelo: tristeza, rabia, culpa, miedo e impotencia. Un duelo reclama un proceso a través del cual, quienes sienten como suya la pérdida, emprenden una serie de tareas que, lenta pero progresivamente, les permitirán ir retomando el equilibrio emocional. Se trata de realizar una serie de actividades que les devuelva la sensación de control sobre sí mismos y sobre su mundo, que se torna triste y vacío a raíz de la pérdida. En mi libro, La estrategia de la Ostra2, he propuesto que las tareas que deben asumir las personas o las familias en duelo, incluyen emprender cinco acciones puntuales con el objeto de no quedarse, simplemente,
Freud, S. Duelo y melancolía. En: Obras Completas. Editorial Biblioteca Nueva. Madrid, 1917. 2 Acero, R. Paulo D. La estrategia de la Ostra. Editorial San Pablo, Bogotá, 2015. 1
Comunicación familia pasivos esperando que “el tiempo todo lo cure”. Estas tareas se definirían así: a. Procesar las emociones que nos sobrevienen tras la pérdida, b. Admitir nuestra realidad comprendiendo que no está en nuestra posibilidad cambiarla, con la consecuente sensación de impotencia, pero sin dejar de reconocer que, frente a lo que no podemos transformar, podemos –al estilo de Víctor Frankl– iniciar un cambio en nosotros, c. Elegir nuevos espacios sin la presencia del ser querido, o sin considerar lo que esperábamos respecto del ser querido (adaptación a los nuevos escenarios de vida), d. Realizar un inventario de las enseñanzas que nos deja la experiencia de vida compartida o la propia experiencia que sentimos como adversa y, por último, e. Orientar nuestra energía amorosa y relacional hacia un proyecto de vida renovado que nos lleve a concluir que somos más que aquello que nos sucede.
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Para un joven también representa una gran dosis de sufrimiento el tener que ir asumiendo lo que siente respecto de su sexualidad. En mis 25 años de experiencia como psicólogo y facilitador de procesos de duelo, en varias ocasiones he tenido la gracia de acompañar a padres cuyos hijos, de una manera inesperada y sorpresiva, les comunicaron que no estaban cómodos con su orientación sexual y que se declaraban homosexuales. La pregunta tipo que surge en estos casos, en palabras de unos padres es: “¿Cómo se puede aceptar el hecho de que el pequeño o la pequeña, de repente, se transforme en un hueso atravesado en tu garganta?”.
En efecto, tener que presenciar con impotencia la manera en que un hijo amado –al cual se ha tratado de criar sin faltantes y con los más grandes valores y referentes de fe–, se desvía del camino enseñado y planeado, es uno de los vacíos emocionales más frustrantes que deban enfrentar unos padres. Los padres desanimados pasan por una especie de miscelánea de emociones: rabia, vergüenza, tristeza, dolor, decepción, sentirse poco apreciados e incluso resentidos. Cuando un hijo se ha desviado moral o espiritualmente, esto se convierte en una profunda herida emocional para los padres. Es como si te hundieran un cuchillo en el pecho y no dispusieras de un medio para quitártelo. Es necesario que aprendas a vivir con ese cuchillo, a moverte con cuidado para que no se hunda más y te cause más dolor del que ya sufres3.
3 Johnson, B. Guarda tus tristezas en una caja grande, siéntate encima y ríe. Editorial Caribe, USA, 1993.
Cada una de las emociones mencionadas antes, debe ser procesada para que no se conviertan en una carga emocional que contamine e intoxique la vida y termine siendo expresada por el cuerpo a través de enfermedades. Procesar significa que se realicen tres actividades: aprender a dar nombre a la emoción que se siente y distinguirla de las demás (es decir, poder reconocer con claridad que lo que estamos sintiendo es tristeza y no rabia, por ejemplo), volverse hábil en determinar qué suceso o circunstancia es la que nos hace sentir aquello que estamos experimentando y, finalmente, y los más importante, ser asertivos en expresar la emoción bien sea a través de la palabra verbal o escrita. Esto implica reconocer que todo lo que callemos el cuerpo luego lo grita con situaciones de enfermedad o depresión. Con base en lo anterior, es necesario y urgente que los padres que afrontan esta experiencia con un hijo, se permitan compañía idónea y un espacio en el cual puedan descargar ese peso emocional que aparece cuando sus hijos reconocen, frente a ellos, su orientación sexual. Ése es un peso que agobia y que no se puede ni se debe afrontar en soledad y silencio. Si bien es cierto que para un joven también representa una gran dosis de sufrimiento el tener que asumir lo que siente respecto a su sexualidad y, por consideración a su familia, es factible que trate de sufrir en silencio con el propósito de ahorrar aflicción a sus padres, también es cierto que experimenta cierto alivio al dar la noticia, pues la “carga” ya no la llevará solo. Los padres tampoco deben llevar la carga solos. Si el hijo obtuvo algo de alivio al comunicar aquello que vive y siente, los padres también deben buscar alivio, con personas que les puedan brindar apoyo y orientación. En ese escenario de apoyo, los padres deben hacer un proceso de duelo que implique adaptarse lo más sanamente a este “nuevo” hijo, haciendo, ante todo, lo que yo denomino un “autoexamen de honestidad”. Con ellos suelo hacer la siguiente reflexión: si ellos dedicaron su mejor esfuerzo a ser los mejores padres para ese hijo, deben entender que hay un momento en que nuestros hijos empiezan a caminar por sus propios caminos,
es decir, la homosexualidad de un hijo no representa necesariamente el fracaso de los padres en su rol. Por supuesto, en ese autoexamen, los padres pueden hacer consciencia de errores cometidos en la crianza; en esos casos la invitación es a que se dispongan a hacer un aprendizaje de esos errores para hacer las correcciones pertinentes y procedan a iniciar el proceso de perdón, entendiendo que, muy seguramente, en el momento en que se hicieron cosas equivocadas con los hijos, los padres no buscaban en manera alguna ocasionar dolor, siempre esperaban estar tomando las mejores decisiones a favor de su familia. Quedarse encerrados en la culpa y permitir el resentimiento, no generará nada sano para ninguna de las partes. Como dice Johnson, hay que recordar que el mismo Dios fue el padre de Adán y Eva, sin embargo, ellos no resultaron lo que Él esperaba. Cada hijo va asumiendo su propio camino y los padres no son mejores que Dios para hacer un trabajo más excelente que Él. Con los padres, oriento el trabajo para que ellos puedan seguir siendo amorosos firmes con sus hijos, es decir, que se dediquen a demostrarles todo su amor independientemente de cualquier circunstancia, pero que ello no implicará que acepten comportamientos que a ellos les hiere emocionalmente. La Palabra de Dios nos llama a estar al lado de los que sufren como una demostración de amor. Estar al lado es acoger, intentar comprender y acompañar para buscar una salida que no aumente el sufrimiento para nadie. No olvidemos que nuestros jóvenes homosexuales sufren enormemente por su condición. Sufren al saber que ocasionan un dolor a su familia, sufren al sentir que decepcionaron a sus padres, sufren al reconocer que, allá en la calle, están expuestos a quienes quieren agredirlos y hasta matarlos por su orientación sexual, sufren al sentir que muchas religiones los rechazan por su estilo de vida. Nos corresponde, en una demostración de genuino amor, acogerlos y brindarles afecto y consuelo, mientras les aseguramos una y otra vez que los amamos y que Dios los ama. Actuar así nos llevará al cierre del duelo que consiste en transformar el dolor en amor, por nosotros y por los que nos quedan.
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Comunicación - familia Por: Humberto Díaz e Isabel Botía Fundadores y coordinadores del programa familia misionera y miembros del Consejo Pontificio para la Familia familiasvictoriosas01@gmail.com
Sanando las relaciones de
pareja
l hablar de claves para un matrimonio feliz surge un panorama amplio frente al cual se requiere aceptar que hay aspectos personales, de pareja y de familia que requieren ser revisados. Con frecuencia nos hemos encontrado que ante las 64
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El sueño de vivir un matrimonio feliz es posible si se abre el corazón para revisar lo que cada uno trae de su historia personal, como aporte para construir una familia. En las siguientes líneas encontrarás aspectos fundamentales que te darán luces para comprender la historia familiar que cada cónyuge trae a la relación de pareja e iniciar caminos de restauración y fortalecimiento.
dificultades que se presentan en una relación aparece la tendencia de culpar a la otra persona “creyendo” que el actuar propio ha sido correcto. Por esta razón, es fundamental reconocer que cada uno tiene su aporte y su responsabilidad en el éxito o fracaso del proyecto de vida que una pareja decide construir.
Desde una mirada de fe, el hecho de que un hombre y una mujer decidan unir sus vidas para formar un hogar, forma parte del plan de Dios para cada uno. Si recuerdas por un instante cómo era tu vida antes de conocer a quien elegiste para casarte, encontrarás que cuando se cruzaron en el camino, las cosas tomaron un sentido
diferente. Hubo ese encuentro mágico que hizo que las mentes se coparan con los pensamientos mutuos y que cada vez se hiciera más creciente el deseo de conversar y compartir el tiempo hasta que se volvió imperiosa la necesidad de unir las vidas, invadidos por grandes ilusiones y acompañados por frases tan dicientes como “no puedo vivir sin ti”. Durante el tiempo del noviazgo, en medio del enamoramiento, las ilusiones y el plan de conquista en que cada uno está, se cierran los ojos ante formas de ser, comportamientos o debilidades que la otra persona tiene. Esta actitud suele extenderse al primer tiempo de convivencia, hasta que comienzan a aparecer factores que generan desilusiones que si no se manejan bien, pueden llevar a una relación desagradable o a rupturas temporales o definitivas que se pueden evitar si se atienden de manera oportuna y correcta las causas que las generan.
En este aspecto, ayudará el responder las siguientes preguntas: • ¿Tuvieron una relación gratificante? ¿Qué conflictos afrontaron y cómo los resolvieron? • ¿Cuáles factores, buenos o malos, estuvieron o han estados presentes en la convivencia? • ¿Identificas alianzas con papá o mamá, de parte tuya o de tus hermanos? • ¿Aceptas a tus padres? ¿Los reconoces como lo que son? ¿Ocupan un lugar en tu corazón? ¿Los honras y respetas? • ¿Cómo es la relación con tus hermanos?
Es muy importante reconocer que somos diferentes, cada uno proviene de realidades propias, en donde se adquirieron costumbres, valores, formas de pensar y de actuar, fruto de un modelo fundamentado en la experiencia de cada persona y toda esta vivencia se lleva consigo siempre. Recordemos que por todo el ser del hombre y de la mujer, corre internamente la herencia que se recibe de papá y mamá, lo que se nos transmite de nuestros ancestros y lo propio que Dios nos ha dado a cada uno. Por esta razón, cuando dos personas se acercan y se unen, no lo hacen solos, como individuos, los hacen como familias, con su historia personal, con sus tradiciones, con sus heridas y alegrías, con lo bueno y lo malo que cada uno ha acumulado y aprendido a lo largo de su existencia. Una clave determinante para un matrimonio feliz es hacer esa revisión personal, con el fin de identificar tendencias, ciclos no cerrados y conflictos no resueltos, que siempre generan problemas en las relaciones de pareja y de familia. De manera inconsciente, los modelos familiares tienden a repetirse y las heridas que han quedado abiertas hacen que se generen expectativas de reparación que se quiere encontrar en el cónyuge. Al hacer una revisión de la historia familiar, puedes empezar por mirar objetivamente cómo fue la relación de tus padres, cómo fue o cómo ha sido tu relación con ellos, con tus hermanos y otros miembros de la familia.
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Comunicación familia Éstos son sólo algunos de los cuestionamientos que le hacemos a las parejas que acuden a las sesiones de consejería psicológica y espiritual que forman parte del apostolado que realizamos con el fin de ayudar a las familias. Es común encontrar que las vivencias que se tuvieron influyen en la forma como se relacionan las personas y en la manera como enfrentan y resuelven los conflictos. No es sano ir por la vida creyendo que tus padres y tu familia de origen te quedaron debiendo algo, inconscientemente, andarás con una cuenta de cobro que se la pasarás a tu cónyuge y a tus hijos. La pregunta que seguramente surge en este momento es ¿qué puedo hacer para corregir el rumbo? Cuando se hace el diagnóstico, se identifican y se aceptan las fallas, se da un gran paso para salvar un matrimonio y para fortalecerlo. Esto será posible si se abre el corazón a la acción de Dios incrementando la oración personal y aceptando la guía del Espíritu Santo.
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“Los esposos que se aman y se pertenecen hablan bien el uno del otro, intentan mostrar el lado bueno del cónyuge más allá de sus debilidades y errores” (AL 113). Puedes tomar una hoja de papel y en un momento de oración escribir en ella lo relacionado con tu historia familiar que te ha causado dolor, tristeza, miedo y todo lo que te ha generado inseguridades. Expresa los sentimientos que te embargan y con fe entrégale todo esto a Jesús. En un acto final y como parte de la oración, con calma, con paz, rompe o quema la hoja, dando gracias a Dios. Este es un signo que marca el final de una época de dolor y el comienzo de otra de esperanza, de restauración.
A continuación vas a escribir algunas cartas que vas a conservar. Están orientadas al perdón, al reconocimiento de las personas a través de las cuales Dios te dio la vida. Son cartas para papá y para mamá donde expresas el amor, los reconoces como lo que son, en donde les dirás que los respetas, les das gracias por lo que te han aportado en la vida y por haber sido instrumentos para que hubieras llegado a este mundo. Les pides perdón si los has juzgado, despreciado, descuidado, rechazado, maltratado de alguna forma y les manifiestas el cariño que con seguridad les tienes. Si es posible, busca pronto el momento para entregarles las cartas y si por alguna razón no tienes esta posibilidad, procede de forma espiritual haciendo una oración y guardándolas como un símbolo de restauración. De la misma forma como se ha descrito anteriormente, puedes proceder escribiendo cartas para otras personas de tu familia, empezando por tu cónyuge y tus hijos. El proyecto más grande que puedes tener en la vida, es la construcción de una familia. No existen las personas perfectas y por ende tampoco existen las familias perfectas. Lo que sí existen son personas que luchan por mejorar y fortalecer las relaciones, abriendo el corazón al actuar de Dios y creyendo que sí es posible el milagro del amor.
L I BRE RÍ A S COLOMBIA BOGOTÁ Dirección Comercial y Departamento de ventas Calle 17A No. 69-67 - Tel.: 4114011 - Fax: 4114000 direccioncomercial@sanpablo.co - ventas@sanpablo.co Quinta Paredes Carrera 46 No. 22A - 74 - Tel.: 2444957 PBX: 3682099 Ext.: 6 libreriaquintaparedes@sanpablo.co Centro Carrera 9 No. 15-01 - Tel.: 2433653 - 3423406 libreriacentro@sanpablo.co Chapinero Carrera 13 No 51-34 - Tel.: 3454014 - Fax: 3454059 libreriachapinero@sanpablo.co Calle 170 No. 8G-31 - Tel.: 6783656 - 6711221 libreria170@sanpablo.co Niza Av. Suba No. 118 - 93 - Telefax: 2537700 librerianiza@sanpablo.co Montevideo Calle 17A No. 69-67 - Tel.: 4114011 - Fax: 4114000 libreriademontevideo@sanpablo.co 20 de julio Diag. 27Bis Sur No. 5-79, 1 Cuadra arriba del Santuario Divino Niño - Tels.: 5690551 / 2787337 libreria20dejulio@sanpablo.co Seminario Carrera 6 No. 10-47 - Tels.: 5624472 / 5624473 / 3429881 libreriadelseminario@sanpablo.co
BARRANQUILLA Calle 84 No. 50-45 - Local 3 - Tel.: 3456475 Telefax: 3586373 - libreriabarranquilla@sanpablo.co Arzobispado Calle 75B No. 42F- 83 - Local 1 - Curia Arzobispal Telefax: 3566213 - libreriaarzobispado@sanpablo.co BUCARAMANGA Centro Comercial Cabecera IV etapa - Local 201 G Tels.: 6430750 / 6573719 - Fax: 6850696 libreriabucaramanga@sanpablo.co Centro Calle 36 No. 19-72 - Contiguo Catedral Sagrada Familia Tel.: 6301364 - libreriabucaramangacentro@sanpablo.co CALI Carrera 8 No. 9-60 - Tel.: 8806167 - 3965483 Fax: 8844810 - libreriacali@sanpablo.co CARTAGENA Centro Comercial Ronda Real - Local - 123 - Tel.: 6613004 Fax: 6613070 - libreriacartagena@sanpablo.co Centro Histórico Calle del Arzobispado No. 34-55 - Teléfono: 6645334 Fax: 6645901 - libreriacentrohistorico@sanpablo.co CÚCUTA Centro Comercial Unicentro - Local 1-43 - Tel.: 5818484 libreriacucuta@sanpablo.co
MEDELLÍN Diagonal 50 No. 49-45 - Tel.: 5134085 - Fax: 5112486 libreriadiagonal@sanpablo.co Centro Comercial Villanueva - L. 220 - Calle 57 No. 49-44 Tels.: 2519392 / 2517392 - Fax: 5111887 libreriavillanueva@sanpablo.co NEIVA Calle 7 No. 6-24 - Tel.: (8) 5710212 librerianeiva@sanpablo.co PALMIRA Calle 29 No. 29-59 - Telefax: 2724321 libreriapalmira@sanpablo.co PASTO Centro Comercial Unicentro - Local 1- 65 Telefax: 7224403 - Cel.: 320 449 4588 libreriapasto@sanpablo.co PEREIRA Calle 21 No. 8-38 - Tels.: 3352876 / 3244729 - Fax: 3244730 libreriapereira@sanpablo.co POPAYÁN Calle 4 No. 4-20 - Local 2 - Edificio Altozano Tel.: 8392848 - Fax: 8221654 libreriapopayan@sanpablo.co VILLAVICENCIO Centro Comercial Unicentro - Locales 1-28/29 Tels.: 6715214 / 6715246 - libreriavillavicencio@sanpablo.co
ECUADOR, CENTRO AMÉRICA Y EL CARIBE COSTA RICA San José - Calle 2 Av. 6 y 8 Tels.: 22565005 / 22222064 - Telefax: 22562857 libreriacostarica@sanpablo.cr Centro Comercial City Librería San Pablo C.C. City Mall Librería San Pablo C.C. City Mall LC 2067 Alajuela Tel 506 42005444 ECUADOR Quito Librería Quicentro - Centro Comercial Quicentro Sur Planta 2 - Local 065 - Tel.: 02-4000140 - Cel.: 0994658841 libreriaquicentrosur@sanpablo.ec Librería América - Av América OE3-188 y Pascual de Andagoya Tel.: 02-2541650 - Fax: 2331444 - Cel.: 0994658259 libreriaamerica@sanpablo.ec Librería Arberione - García Moreno No. 3-56 y Sucre (Pasaje Amador) Tel. 02-2289529 - Fax: 2287456 - Cel.: 0994659083 libreriaalberione@sanpablo.ec Guayaquil Librería Aguirre / Guayaquil - Aguirre 813 entre Rumichaca y García Aviles Tel. 04-2516420 - Fax: 2512391- Cel.: 0997263727 libreriaaguirre@sanpablo.ec Librería Urdesa / Guayaquil - Victor Emilio Estrada 613 entre las Monjas y Ficus Tel.: 04-2381379 - Fax.: 2381300 - Cel.: 0993316533 libreriaurdesa@sanpablo.ec Portoviejo Librería Portoviejo - Av Universitaria y Ramos Iduarte, Junto a la catedral Tel.: 05-2636568 - Cel.: +593 994658879 libreriaportoviejo@sanpablo.ec Machala Librería Machala - Guayas entre Rocafuerte y 25 de Junio Local 1201 - Tel.: 07-2960430 - Cel.: 0994658548 libreriamachala@sanpablo.ec
Ambato Librería Ambato - Calle Bolívar y Mera esquina Tel.: 03-2422026 - Cel.: 0994659275 libreriaambato@sanpablo.ec Cuenca Librería Cuenca - Benigno Malo 5-08 y Calle Larga Tel.: 07-2839746 - Cel.: 0994659440 libreriacuenca@sanpablo.ec GUATEMALA Ciudad de Guatemala 18 Calle 20 - 71 Zona 10 Boulevard de los Próceres Tels.: (502) 2337 - 2963 / 2367 - 4031 libreriaboulevard@sanpablo.com.gt libreriaguatemala@sanpablo.com.gt Guatemala - Vaticanito Kilómetro 15 carretera Roosvelt 4-54 - Zona 3 Mixco (Interior Seminario Mayor) Tel.: (502) 2 4315926- libreriaelvaticanito@sanpablo.com.gt Centra Norte - Local U 15 - Segundo nivel Tel.: (502) 2338 - 0778 - libreriacentranorte@sanpablo.com.gt HONDURAS Oficina Principal y Distribuidora Tegucigalpa - Plaza Real - Col. Lomas de Mayab - Boulevard San Juan Bosco (frente a Mall Multiplaza) Tels.: (+504) 2232-4672 - 2235-5923 libreriahonduras@sanpablo.hn Tegucigalpa - Avenida Cervantes - Bajo Palacio Arzobispal 3ra. Calle No. 1113 - Tels.: (+504) 2222-6782 - 2238-7905 libreriacentro@sanpablo.hn Tegucigalpa - City Mall - Local 201 Tel.: (+504) 2262-3215 - libreriacitymall@sanpablo.hn San Pedro Sula - Mall Galerías del Valle Locales 216 - 217 2do nivel - Tel.: (+504) 2544-0553 libreriamallgalerias@sanpablo.hn EL SALVADOR San Salvador - 1a. Calle Poniente y 59 Av. Norte No. 3103 Colonia Escalón - Tels.: 22605646 - 22605647
libreriaelsalvador@sanpablo.com.sv libreriaescalon@sanpablo.com.sv San Salvador - Centro Comercial Galerías Escalón Local 358 Tercer Nivel - Tel.: 22450869 libreriadegalerias@sanpablo.com.sv San Miguel - Centro Comercial Metro Centro - Local 46B Tel.: 26680306 - libreriasanmiguel@sanpablo.com.sv NICARAGUA Managua - Rotonda Rubén Darío 1C.Sur 2 1/2 C. al Oeste (Antiguo Edificio Hispamer) Tel.: (505) 2278 2103 - 2270 2412 - Cel.: 89007359 librerianicaragua@sanpablo.com.ni Managua - Centro Comercial Güegüense Plaza España Tel.: 22660996 - libreriaplazaespana@sanpablo.com.ni PANAMÁ El Dorado - Boulevard El Dorado Av. 17B Norte. Apartado 0819-02969 - Tels.: 2603738 - 2604309 - 2605861 Fax: 2606107 - libreriapanama@sanpablo.com.pa Westland Mall - Arraiján - Local PB-B6 - Pasillo N. 3 - Planta baja - Tels.: 2515307 - 2515306 libreriawestlandmall@sanpablo.com.pa Centro - Iglesia de Guadalupe - Calle 50 - Tel.: 2264794 libreriacalle50@sanpablo.com.pa David - Calle 3 - Edificio Hotel Castilla - Local 2 Telefax: 7754655 - libreriachiriqui@sanpablo.com.pa C.C. Santiago Mall - Local F- 110 Carretera Panamericana - Santiago libreriasantiagomall@sanpablo.com.pa PUERTO RICO San Juan - Calle Bori # 1606 - Urb. Caribe Código Postal: 00926 - Tels: 787 946-1868 y 787 781-3351 libreríapuertorico@sanpablo.com.pr adminstracionpuertorico@sanpablo.com.pr REPÚBLICA DOMINICANA Santo Domingo - Av. 27 de febrero No. 414 - Sector Bella Vista - Tel.: (809) 5631148 - Fax: (809) 6833587 - Cel.: (809) 481 5960 - 683 3587 - libreriasantodomingo@sanpablo.do