Editorial
¿Cómo podemos vivir los pastores el Año de la Misericordia?
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uchas son las actividades que pensamos y programamos para vivir el Año de la Misericordia convocado por el papa Francisco y todas ellas dirigidas a las personas, pero quizá descuidamos algo importante: ¿Cómo vivir como pastores este año de la misericordia? ¿Nos puede ayudar este año a retomar algunos aspectos esenciales de nuestra vida sacerdotal? ¿Nos interesa construir en la vida del otro desde nuestra riqueza interior? Desde la Misericordiae Vultus, podemos destacar las siguientes orientaciones:
1. La lectura orante de la Palabra de Dios Para ser capaces de misericordia, debemos colocarnos a la escucha de la Palabra de Dios. Esto significa recuperar el valor del silencio para meditar la Palabra que se nos dirige. De este modo es posible contemplar la misericordia de Dios y asumirla como propio estilo de vida (13).
2. Vivir el perdón
4. La peregrinación La peregrinación sea estímulo para la conversión. La misericordia es una meta por alcanzar y requiere compromiso y sacrificio, la peregrinación es imagen del camino que cada persona realiza en su existencia (14).
5. Vivir las obras de misericordia y la Reconciliación “Es mi vivo deseo que el pueblo cristiano reflexione durante el Jubileo sobre las obras de misericordia corporales y espirituales. Será un modo para despertar nuestra conciencia, muchas veces aletargada ante el drama de la pobreza, y para entrar todavía más en el corazón del Evangelio, donde los pobres son los privilegiados de la misericordia divina” (15). Muchas personas están volviendo a acercarse al sacramento de la Reconciliación y entre ellas muchos jóvenes, quienes en una experiencia semejante suelen reencontrar el camino para volver al Señor, para vivir un momento de intensa oración y redescubrir el sentido de la propia vida. Será para cada penitente fuente de verdadera paz interior (17).
¡Cómo es difícil muchas veces perdonar! Y, sin embargo, el perdón es el instrumento puesto en nuestras frágiles manos para alcanzar la serenidad del corazón. Dejar caer el rencor, la rabia, la violencia y la venganza son condiciones necesarias para vivir felices (9). Ser instrumentos del perdón, porque hemos sido los primeros en haberlo recibido de Dios (14).
6. Ser testigos de la misericordia junto a María
3. Orar con los salmos (Liturgia de las Horas)
Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre. El misterio de la fe cristiana parece encontrar su síntesis en esta palabra. Ella se ha vuelto viva, visible y ha alcanzado su culmen en Jesús de Nazaret (1). Siempre tenemos necesidad de contemplar el misterio de la misericordia. Es fuente de alegría, de serenidad y de paz (2).
La oración de la Iglesia se hace nuestra plegaria. Es bello que la oración cotidiana de la Iglesia inicie con estas palabras: “Dios mío, ven en mi auxilio; Señor, date prisa en socorrerme” (Sal 70,2) El auxilio que invocas es ya el primer paso de la misericordia de Dios hacia nosotros. (14).
El pensamiento se dirige ahora a la Madre de la Misericordia. “La dulzura de su mirada nos acompañe en este Año Santo, para que todos podamos redescubrir la alegría de la ternura de Dios” (24).
7. Recibir la misericordia que es Jesús encarnado
El Director. Revista trimestral de la Sociedad de San Pablo —PAULINOS— Colombia, Ecuador, Panamá, Centroamérica y el Caribe al servicio de la Iglesia. Carrera 46 Nº 22A–90 – A.A.: 080152 / Tel.: 3 68 20 99 – FAX: 2 44 43 83 / BOGOTÁ, D.C. — COLOMBIA
vidapastoral@sanpablo.com.co
Con aprobación eclesiástica. Las opiniones expuestas en los artículos publicados son de exclusiva responsabilidad de sus autores.
La Voz del Papa El nombre de dios es el misericordioso n la Sagrada Escritura, el Señor se presenta como "Dios misericordioso". Es éste su nombre, a través del cual Él nos revela, por decirlo así, su rostro y su corazón. Él mismo, como se dice en el libro del Éxodo, revelándose a Moisés se describe de esta manera: "El Señor, Dios misericordioso y clemente, tardo para la ira y grande en amor y fidelidad" (34, 6). En otros textos encontramos esta fórmula, con algunas variaciones, pero siempre se pone el énfasis en la misericordia y el amor de Dios, que no se cansa de perdonar (cf. Gn 4, 2; Jl 2, 13; Sal 86, 15; 103, 8; 145, 8; Ne 9, 17). Vamos a ver, una a una, las palabras de la Sagrada Escritura que hablan de Dios.
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El Señor es "misericordioso": esta palabra evoca una actitud de sensibilidad como el de una madre hacia su hijo. De hecho, la palabra hebrea usada en la Biblia se refiere a los intestinos o incluso a la matriz. Por lo tanto, la imagen que propone es la de un Dios que se conmueve y se enternece para nosotros como una madre cuando carga en brazos a su bebé, ansiosa sólo para amarlo, protegerlo, ayudarlo, dispuesta a darlo todo, incluso a sí misma. Ésta es la imagen que sugiere este término. Un amor, por lo tanto, que se podría definir en el buen sentido "visceral".
Entonces está escrito que el Señor es "compasivo", lo que significa que tiene la gracia, la compasión y, por su grandeza, se apoya en los débiles y pobres, siempre dispuesto a acoger, comprender, perdonar. Es como el padre de la parábola del padre misericordioso (cf. Lc 15, 11-32): un padre que no se cierra en el resentimiento por el abandono del hijo menor, sino que al contrario continúa esperándolo —lo ha generado— y después corre a su encuentro y lo abraza, no lo deja ni siquiera terminar su confesión —como si le cubriera la boca—, qué grande es el amor y la alegría por haberlo reencontrado; y después va también a llamar al hijo mayor, que está indignado y no quiere hacer fiesta, el hijo que ha permanecido siempre en la casa, pero viviendo como un siervo más que como un hijo, y también sobre él el padre se inclina, lo invita a entrar, busca abrir su corazón al amor, para que ninguno quede excluido de la fiesta de la misericordia. ¡La misericordia es una fiesta! De este Dios misericordioso también se dice que es "lento para la ira", literalmente, "largo de aliento", es decir, con el gran aliento de la paciencia y la capacidad de soportar. Dios sabe esperar, sus tiempos no son los de la impaciencia de los hombres; Él es como el agricultor sabio que sabe esperar, deja que el tiempo haga germinar la buena semilla, a pesar de las malas hierbas (cf. Mt 13, 24-30).
contenido ACTUALIDAD
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PASTORAL LITÚRGICA
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08
PASTORAL DE LA CATEQUESIS
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EDITORIAL
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INFOGRAFÍA
¿Cómo podemos vivir los pastores el año de la misericordia?
Logo del Jubileo de la Misericordia
BEATO ALBERIONE
Los católicos laicos en el apostolado de la comunicación
Mensaje del santo padre Francisco para la 50 jornada mundial de las comunicaciones sociales
El sacerdote: hombre de misericordia y de compasión
La pascua y el tiempo pascual
Y, por último, el Señor proclama "grande en amor y fidelidad". ¡Qué hermosa es esta definición de Dios! Aquí está todo. Debido a que Dios es grande y poderoso, pero este tamaño y este poder se extienden en amarnos, a nosotros tan pequeños, tan incapaces. La palabra "amor", que se usa aquí, significa el afecto, la gracia, la bondad. No es el amor de telenovela... Es el amor el que da el primer paso, que no depende de los méritos humanos, sino de una inmensa gratuidad. Es la solicitud divina que nada puede detener, ni siquiera el pecado, porque sabe ir más allá del pecado, vencer el mal y perdonarlo.
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2016 DIRECCIÓN: P. Martín Alberto Sepúlveda Mora, ssp
Una “lealtad” sin límites: aquí está la última palabra de la revelación de Dios a Moisés. La fidelidad de Dios nunca falla, porque el Señor es el guardián que, como dice el Salmo 121: “No se duerme, pero vigila continuamente en nosotros para traernos a la vida” (cf., 121, 3-4. 7-8).
COORDINACIÓN: P. Martín Alberto Sepúlveda Mora, ssp; P. Vicente Miotto, ssp; Jr. Jorge Forero, ssp REDACCIÓN: Jr. Jorge Forero / Jr. Abimelec Pulido
Y este Dios misericordioso es fiel en su misericordia, san Pablo dice una cosa hermosa: “Si tú no eres fiel, Él permanece fiel, porque no puede negarse a sí mismo”. La fidelidad en la misericordia es el ser mismo de Dios. Y es por eso que Dios es totalmente y siempre fiable. Una presencia fuerte y estable. Ésta es la certeza de nuestra fe. Así, en este Jubileo de la Misericordia, vamos a confiarnos totalmente a Él, y experimentemos la alegría de ser amados por este "Dios misericordioso y clemente, tardo para la ira y grande en amor y fidelidad".
AUTORES: Editorial: El Director; Infografía: Jorge Forero, ssp - Abimelec Pulido, ssp; Actualidad: Papa Francisco, P. Martín Alberto Sepúlveda Mora, ssp y P. Ciro Quintero, ssp; Pastoral Litúrgica: P. Santiago Jaramillo; Pastoral de catequesis: P. Martín Alberto Sepúlveda Mora, ssp; Guías Homiléticas: Equipo Paulino; Biblia: P. Danilo Medina, ssp; Eclesiología: Constanza Moya; Cultura y En Librería: Constanza Moya; Mariología: Augusto Bergamini; Novedad: Nelson Ramírez. PUBLICIDAD: Ximena Bonilla Valencia / e–mail: publicidad@sanpablo.com.co DISEÑO & DIAGRAMACIÓN: Luis Gabriel Niño Devia / e–mail: ninoluis@sanpablo.com.co
Papa Francisco. Audiencia general, 13 de enero de 2016.
GUÍAS HOMILÉTICAS Equipo Paulino
BIBLIA
La misericordia en las comunidades paulinas
ECLESIOLOGÍA
Francisco y Kirill, la reunión de dos hermanos
CULTURA
EL CUIDADO DE LA TIERRA El abrazo de la serpiente
SUSCRIPCIONES: periodicos@sanpablo.com.co IMPRESIÓN: Taller San Pablo, Calle 170 Nº 8G–31, Bogotá, D.C. - Colombia
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EN LIBRERÍA
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MARIOLOGÍA
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NOVEDAD
Las motivaciones teológicas del culto litúrgico a la Virgen
COMUNICACIÓN - FAMILIA
No sólo de Instagram vive el hombre...
¡Únete a la nueva tecnología para la evangelización del futuro!
54 56 60 66
Infografía
Logo del Jubileo de la Misericordia
Por: Jorge Forero, ssp george.foreromaldonado
Abimelec Pulido, ssp joseabimelecp
"Misericordioso como el Padre" (Lc 6, 36).
Autor El P. Marko Ivan Rupnik nació en 1954 en Zadlog, Slovenia. En 1973 ingresó a la Compañía de Jesús. Después de sus estudios en filosofía ingresó la Academia de Bellas Artes de Roma. Es ordenado sacerdote en 1985. (Fuente: Centro Aletti, http://www.centroaletti.com/spa/persone/02. htm 27/01/16, 16:53).
Símbolos
Colores: Rojo Azul
Color de la sangre y de la vida. Color del hombre, única criatura capaz de ver al cielo.
Blanco Color del Espíritu Santo que refleja la vida trinitaria. Negro Color de la noche, del pecado y de la muerte. Dorado Color de la humanidad que está en proceso de reconciliación, de santidad.
Óvalos concéntricos En un movimiento del color oscuro al más claro, simboliza la acción salvífica de Dios, en su Hijo, que saca al hombre de la oscuridad de la noche y el pecado.
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Mandorla o nuez Simboliza la presencia de las dos naturalezas: la divina y la humana.
Cristo Cristo, viste de blanco porque es la luz que ilumina a toda la humanidad. Él es el Buen Pastor, que carga sobre sus espaldas, como a la oveja perdida, al hombre pecador.
¿Qué debemos hacer? Todos los Fieles
a.
Realizar una peregrinación hacia la Puerta Santa, abierta en cada catedral o en las iglesias establecidas por el obispo diocesano o en las cuatro basílicas papales en Roma.
La mirada
b. Tanto el hombre como Cristo comparten un mismo ojo, símbolo de la unión filial entre Dios y el hombre, quien es invitado a ver con los ojos del Creador.
c.
En los santuarios donde se abra la Puerta de la Misericordia y en las iglesias que tradicionalmente se identifican como Jubilares (este momento debe estar unido al sacramento de la reconciliación y a la celebración de la Eucaristía) Realizar personalmente una o más obras de misericordia corporales y espirituales.
Indulgencias especiales para: Lema: “Misericordiosos como el Padre” (Lc 6, 36) Esta frase expresa la esencia misma de Dios, aquello por lo cual es santo, totalmente diferente a nosotros, porque la perfección de todas las cualidades de Dios la encontramos en la Misericordia. El Jubileo lleva también consigo la referencia a la indulgencia. En el Año Santo de la Misericordia ella adquiere una relevancia particular (Misericordiae Vultus, n. 22).
¿Cómo obtener la indulgencia durante el año de la Misericordia?
1. 2. 3.
Confesión sacramental Comunión eucarística Oración por las intenciones del Santo Padre
a.
Enfermos y ancianos “Será de gran ayuda vivir la enfermedad y el sufrimiento como experiencia de cercanía al Señor que en el misterio de su pasión, muerte y resurrección indica la vía maestra para dar sentido al dolor y a la soledad. Vivir con fe y gozosa esperanza este momento de prueba, recibiendo la comunión o participando en la Eucaristía y en la oración comunitaria, también a través de los diversos medios de comunicación, será para ellos el modo de obtener la indulgencia jubilar”.
b.
Presos “En las capillas de las cárceles podrán ganar la indulgencia, y cada vez que atraviesen la puerta de su celda, dirigiendo su pensamiento y la oración al Padre, pueda este gesto ser para ellos el paso de la Puerta Santa, porque la misericordia de Dios, capaz de convertir los corazones, es también capaz de convertir las rejas en experiencia de libertad”.
c.
Difuntos “De igual modo que recordamos en la celebración eucarística, también podemos, en el gran misterio de la comunión de los santos, rezar por ellos para que el rostro misericordioso del Padre los libere de todo residuo de culpa y pueda abrazarlos en la bienaventuranza que no tiene fin”. www.iubilaeummisericordiae.va abril / junio - 2016 - Vida pastoral no 162
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BEATO ALBERIONE A LOS COMUNICADORES Por: BEATO SANTIAGO ALBERIONE
Los católicos laicos en el apostolado de la comunicación "Las obras y las personas católicas deben nacer, vivir y producir frutos saludables"
Beato Santiago Alberione n la Iglesia también pueden y deben ser apóstoles los fieles laicos. Su participación en las actividades de la Iglesia sigue aumentando, va desde aquellos que colaboran en los despachos parroquiales hasta los buenos amigos que se comprometen en la misión. Por ello, tengamos en cuenta que la cooperación de los laicos es positiva para el apostolado de la comunicación.
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Cooperación positiva
Participación activa de todos Todos, sin excepción, pueden prestar la colaboración de oración y de sacrificio para reparar las ofensas inferidas a Dios por parte de los medios de comunicación social, por ejemplo, los programas de TV, programas de radio, las redes sociales entre otras. Además, todos los fieles laicos pueden implorar luz, fuerza y gracia para los religiosos y personas que trabajan en los apostolados
¿Cómo puedes participar? Para que los laicos puedan participar activamente en el uso de los medios de comunicación, es importante tener en cuenta las siguientes motivaciones: • Promover la creatividad en las ediciones católicas, con el fin de dar aplicación de los principios evangélicos a la ciencia y a la literatura en el sentido más amplio, esto es, a las ciencias históricas y civiles; a las ciencias sociales éticas y demográficas; al arte de la música, de la pintura y de la arquitectura; a las disciplinas jurídicas privadas y públicas; a las ciencias filosóficas y morales, etc. • En cuanto a la técnica, los católicos laicos pueden proporcionar al apostolado los medios materiales y prestar su trabajo. Para ediciones técnicamente perfectas se requieren los medios tecnológicos actuales. • Colaborar en la difusión del Evangelio, sin olvidar que en comunidad, como religiosos, religiosas, sacerdotes y laicos, se logra unir fuerzas para incentivar a otros a participar de esta hermosa misión de vivir y dar a Jesucristo, Camino Verdad y Vida al mundo entero. Tomado de: El Apostolado de la Edición.
Beato Alberione
Es importante, incluso necesario, que todos los católicos se ocupen de la comunicación como de la obra de Acción Católica que está a la cabeza de las demás por ser formadora del pensamiento, de la vida y del corazón, y como obra de fe que está directamente encomendada al clero e indirectamente, es decir, en cooperación con todos los católicos. En la práctica se pueden ocupar directamente de ella extendiendo, potenciando y defendiendo el apostolado de la vida católica, e indirectamente prestando su cooperación al apostolado de la comunicación con la oración, el sacrificio y las obras de misericordia. La cooperación directa está en su mayoría reservada a los laicos que gozan de autoridad de gobierno o de enseñanza y también a quienes por motivos diversos tienen cierta influencia sobre los demás. La indirecta, en cambio, es posible para todos los católicos, en cooperación con instituciones eclesiales.
de la comunicación. De acuerdo a esto se necesita la ayuda de todos ustedes con el fin de anunciar el Evangelio.
Actualidad MENSAJE
DEL
SANTO
50
PADRE FRANCISCO PARA LA
JORNADA MUNDIAL
DE LAS COMUNICACIONES SOCIALES “Comunicación y misericordia: un encuentro fecundo”
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l Año Santo de la Misericordia nos invita a reflexionar sobre la relación entre la comunicación y la misericordia. En efecto, la Iglesia, unida a Cristo, encarnación viva de Dios Misericordioso, está llamada a vivir la misericordia como rasgo distintivo de todo su ser y actuar. Lo que
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decimos y cómo lo decimos, cada palabra y cada gesto debería expresar la compasión, la ternura y el perdón de Dios para con todos. El amor, por su naturaleza, es comunicación, lleva a la apertura, no al aislamiento. Y si nuestro corazón y nuestros gestos están animados por la caridad, por el amor divino, nuestra comunicación será portadora de la fuerza de Dios.
Como hijos de Dios estamos llamados a comunicar con todos, sin exclusión. En particular, es característico del lenguaje y de las acciones de la Iglesia transmitir misericordia, para tocar el corazón de las personas y sostenerlas en el camino hacia la plenitud de la vida, que Jesucristo, enviado por el Padre, ha venido a traer a todos. Se trata de acoger en nosotros y de difundir a nuestro alrededor el calor de la Iglesia madre, de modo que Jesús sea conocido y amado, ese calor que da contenido a las palabras de la fe y que enciende, en la predicación y en el testimonio, la “chispa” que los hace vivos. La comunicación tiene el poder de crear puentes, de favorecer el encuentro y la inclusión, enriqueciendo de este modo la sociedad. Es hermoso ver personas que se afanan en elegir con cuidado las palabras y los gestos para superar las incomprensiones, curar la memoria herida y construir paz y armonía. Las palabras pueden construir puentes entre las personas, las familias, los grupos sociales y los pueblos. Y esto es posible tanto en el mundo físico como en el digital. Por tanto, que las palabras y las acciones sean apropiadas para ayudarnos a salir de los círculos viciosos de las condenas y las venganzas, que siguen enmarañando a individuos y naciones, y que llevan a expresarse con mensajes de odio. La palabra del cristiano, sin embargo, se propone hacer crecer la comunión e, incluso cuando debe condenar con firmeza el mal, trata de no romper nunca la relación y la comunicación. Quisiera, por tanto, invitar a las personas de buena voluntad a descubrir el poder de la misericordia de
sanar las relaciones dañadas y de volver a llevar paz y armonía a las familias y a las comunidades. Todos sabemos en qué modo las viejas heridas y los resentimientos que arrastramos pueden atrapar a las personas e impedirles comunicarse y reconciliarse. Esto vale también para las relaciones entre los pueblos. En todos estos casos la misericordia es capaz de activar un nuevo modo de hablar y dialogar, como tan elocuentemente expresó Shakespeare: “La misericordia no es obligatoria, cae como la dulce lluvia del cielo sobre la tierra que está bajo ella. Es una doble bendición: bendice al que la concede y al que la recibe” (El mercader de Venecia, Acto IV, Escena I). Es deseable que también el lenguaje de la política y de la diplomacia se deje inspirar por la misericordia, que nunca da nada por perdido. Hago un llamamiento sobre todo a cuantos tienen responsabilidades institucionales, políticas y de formar la opinión pública, a que estén siempre atentos al modo de expresarse cuando se refieren a quien piensa o actúa de forma distinta, o a quienes han cometido errores. Es fácil ceder a la tentación de aprovechar estas situaciones y alimentar de ese modo las llamas de la desconfianza, del miedo, del odio. Se necesita, sin embargo, valentía para orientar a las personas hacia procesos de reconciliación. Y es precisamente esa audacia positiva y creativa la que ofrece verdaderas soluciones a antiguos conflictos así como la oportunidad de realizar una paz duradera. “Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. […] Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios” (Mt 5, 7.9).
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Actualidad
Cómo desearía que nuestro modo de comunicar, y también nuestro servicio de pastores de la Iglesia, nunca expresara el orgullo soberbio del triunfo sobre el enemigo, ni humillara a quienes la mentalidad del mundo considera perdedores y material de desecho. La misericordia puede ayudar a mitigar las adversidades de la vida y a ofrecer calor a quienes han conocido sólo la frialdad del juicio. Que el estilo de nuestra comunicación sea tal, que supere la lógica que separa netamente los pecadores de los justos. Nosotros podemos y debemos juzgar situaciones de pecado violencia, corrupción, explotación, etc., pero no podemos juzgar a las personas, porque sólo Dios puede leer en profundidad sus corazones. Nuestra tarea es amonestar a quien se equivoca, denunciando la maldad y la injusticia de ciertos comporta-
dir más a quienes querríamos conducir a la conversión y a la libertad, reforzando su sentido de negación y de defensa.
mientos, con el fin de liberar a las víctimas y de levantar al caído. El evangelio de Juan nos recuerda que “la verdad os hará libres” (Jn 8, 32). Esta verdad es, en definitiva, Cristo mismo, cuya dulce misericordia es el modelo para nuestro modo de anunciar la verdad y condenar la injusticia. Nuestra primordial tarea es afirmar la verdad con amor (cf. Ef 4, 15). Sólo palabras pronunciadas con amor y acompañadas de mansedumbre y misericordia tocan los corazones de quienes somos pecadores. Palabras y gestos duros y moralistas corren el riesgo de hun-
Algunos piensan que una visión de la sociedad enraizada en la misericordia es injustificadamente idealista o excesivamente indulgente. Pero probemos a reflexionar sobre nuestras primeras experiencias de relación en el seno de la familia. Los padres nos han amado y apreciado más por lo que somos que por nuestras capacidades y nuestros éxitos. Los padres quieren naturalmente lo mejor para sus propios hijos, pero su amor nunca está condicionado por el alcance de los objetivos. La casa paterna es el lugar donde siempre eres acogido (cf. Lc 15, 11-32). Quisiera alentar a todos a pensar en la sociedad humana, no como un espacio en el que los extraños compiten y buscan prevalecer, sino más bien como una casa o una familia, donde la puerta está siempre abierta y en la que sus miembros se acogen mutuamente. Para esto es fundamental escuchar. Comunicar significa compartir, y para compartir se necesita escuchar, acoger. Escuchar es mucho más que oír. Oír hace referencia al ámbito de la información; escuchar, sin embargo, evoca la comunicación, y necesita cercanía. La escucha nos permite asumir la actitud justa, dejando atrás la tranquila condición de espectadores, usuarios, consumidores. Escuchar significa también ser capaces de compartir preguntas y dudas, de recorrer un camino al lado del otro,
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de liberarse de cualquier presunción de omnipotencia y de poner humildemente las propias capacidades y los propios dones al servicio del bien común. Escuchar nunca es fácil. A veces es más cómodo fingir ser sordos. Escuchar significa prestar atención, tener deseo de comprender, de valorar, de respetar, de custodiar la palabra del otro. En la escucha se origina una especie de martirio, un sacrificio de sí mismo en el que se renueva el gesto realizado por Moisés ante la zarza ardiente: quitarse las sandalias en el “terreno sagrado” del encuentro con el otro que me habla (cf. Ex 3, 5). Saber escuchar es una gracia inmensa, es un don que se ha de pedir para poder después ejercitarse practicándolo. También los correos electrónicos, los mensajes de texto, las redes sociales, los foros pueden ser formas de comunicación plenamente humanas. No es la tecnología la que determina si la comunicación es auténtica o no, sino el corazón del hombre y su capacidad para usar bien los medios a su disposición. Las redes sociales son capaces de favorecer las relaciones y de promover el bien de la sociedad, pero también pueden conducir a una ulterior polarización y división entre las personas y los grupos. El entorno digital es una plaza, un lugar de encuentro, donde se puede acariciar o herir, tener una provechosa discusión o un linchamiento moral. Pido que el Año Jubilar vivido en la misericordia “nos haga más abiertos al diálogo para conocernos y comprendernos mejor; elimine toda forma de cerrazón y desprecio, y aleje cualquier forma de violencia y de discriminación” (Misericordiae Vultus, 23). También en red se construye una verdadera ciudadanía. El acceso a las redes digitales lleva consigo una responsabilidad por el otro, que no vemos pero que es real, tiene una dignidad que debe ser respetada. La red puede ser bien utilizada para hacer crecer una sociedad sana y abierta a la puesta en común. La comunicación, sus lugares y sus instrumentos han traído consigo un alargamiento de los horizontes para muchas personas. Esto es un don de Dios, y es también una gran responsabilidad. Me gusta definir este poder de la comunicación como “proximidad”. El encuentro entre la comunicación y la misericordia es fecundo en la medida en que genera una proximidad que se hace cargo, consuela, cura, acompaña y celebra. En un mundo dividido, fragmentado, polarizado, comunicar con misericordia significa contribuir a la buena, libre y solidaria cercanía entre los hijos de Dios y los hermanos en humanidad. (Papa Francisco, Vaticano, 24 de enero de 2016).
Actualidad Por: Francisco Galvão, spp Email: galvaoce@hotmail.com
EL SACERDOTE: HOMBRE DE MISERICORDIA Y DE COMPASIÓN
ablar de la misericordia es para retratar lo que es más humano y lo que es divino en cada uno de nosotros. Se trata de tomar parte más profunda de la capacidad de compadecernos del dolor y la debilidad de los demás. La Misericordia, sin embargo, va más allá de la conmoción y la sensibilidad ante el sufrimiento de los demás. Es una virtud espiritual conectada a la voluntad, al deseo de convertirse en un otro sufrimiento. En las palabras de santo Tomás de Aquino:
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“La virtud de la misericordia es propia de los seres fuertes y buenos, realmente capaces de proporcionar una ayuda”. La misericordia está ligada a una dimensión interior del hombre, pero se convierte en una acción exterior concreta. En este sentido, el papa Francisco explica: “La misericordia de Jesús no es sólo un sentimiento, por cierto, es una fuerza que da vida, que resucita al hombre”1.
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"Un sacerdote puede ejercer la misericordia de múltiples maneras. Estando en pastoral o en el púlpito, a través de los sacramentos o sus talentos artísticos, siempre puede vivir y anunciar la buena noticia de la misericordia".
La misericordia nos impulsa a ayudar a las necesidades de los demás, como lo hizo el buen samaritano de la parábola contada por Jesús (cf. Lc 10, 25-37). De los tres personajes de la parábola, el samaritano fue el único que tuvo compasión por la persona caída y se acercó a ayudarlo. Él actuó misericordiosamente, pues era “un hombre de buen corazón y afectuoso; el samaritano no se preguntó si el hombre que encontró al borde del camino, que todavía estaba cubierto de heridas y hemorragias, era un samaritano, un pagano o un judío. Éste era un hombre que necesitaba ayuda”2.
De hecho, el samaritano no se limita a mirar al moribundo, mas se siente involucrado en la parte más interna; y es tal la compasión visceral que pone en movimiento toda la posibilidad de salvarlo de la muerte y de su terrible dolor y sufrimiento3. Esa debe ser la actitud de todo cristiano frente al sufrimiento del que está cerca. Prestar ayuda es un acto de misericordia que le devuelve al que sufre libertad y un sentido a su propia vida.
Misericordia: un nuevo camino de ser Iglesia “Un poco de misericordia hace que el mundo sea menos frío y más justo". Era el 17 de marzo del 2013 cuando el papa Francisco, en su primer Ángelus, pronunciaba estas inspiradoras palabras. Con esa afirmación, él presentaba la misericordia como una de las líneas maestras de su pontificado. Desde entonces, obispo de Roma ha tratado de vivir de acuerdo a las palabras de Jesús: “Sean misericordiosos como su Padre es misericordioso” (Lc 6, 36); “Dichosos los misericordiosos, porque Dios tendrá misericordia de ellos” (Mt 5, 7).
Desde el inicio de su pontificado, el papa Francisco ha demostrado, en palabras y gestos, que la misericordia debe ocupar el centro de la evangelización del hombre contemporáneo, marcado por tantos sufrimientos y contradicciones. Sin embargo, hay algunos que se atreven a decir que “el Papa está exagerando al insistir en el tema de la misericordia; que él como sucesor de Pedro y representante mayor de la Iglesia católica, debe liderar al pueblo de Dios con más firmeza y autoridad”. ¡Alegre error! Quien cree así, ciertamente tiene una idea errada de Dios o no ha comprendido las palabras de la Sagrada Escritura que dice: “Dios es paciente y todo lo gobierna con misericordia” (cf. Sb 15, 1); o tal vez no recuerda el mandato de Jesús: “Misericordia quiero y no sacrificios” (Mt 9, 13). Frente a un mundo marcado por guerras, conflictos, egoísmos, indiferencias, pobreza, vacío existencial y falta de sentido, el mensaje de la misericordia se presenta como un canto de esperanza y de consuelo. Así, el mundo del sufrimiento humano aleja sin cesar, por así decirlo, otro mundo diverso: un mundo de amor humano, aquel amor desinteresado que viene del corazón y brilla en las acciones de una persona que sufre. El hombre que es “prójimo” no puede pasar con indiferencia ante el sufrimiento del otro; debe “parar”, “dejarse conmover”. Como lo hizo el samaritano de la parábola evangélica4. Allí se demuestra la verdadera intimidad como el Maestro del amor. Ser íntimo de Jesús, por tanto, nos obliga a vivir la misericordia en su plenitud.
El Padre: canal de la gracia y de la misericordia El papa Francisco no se cansa de anunciar que, “en toda la Iglesia, éste es el tiempo de la misericordia”. Él también insiste en el testimonio de la compasión y de la ternura por parte de los cristianos, especialmente de los sacerdotes, consagrados, religiosos y religiosas. Ustedes “son el testimonio de que Dios es bueno y misericordioso”5.
abril / junio - 2016 - Vida pastoral no 162
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Actualidad En una conversación con sacerdotes participantes en el Congreso organizado por la Congregación para el Clero, en la universidad Urbaniana, en noviembre de 2015, el papa Francisco afirmó que, “el sacerdote es hombre de misericordia y compasión”, a ejemplo del buen samaritano y de Jesús el Buen Pastor. “El sacerdote está llamado a educarse en esto, a tener un corazón que se conmueva”. Los sacerdotes escépticos, los sacerdotes de laboratorio, no ayudan a la Iglesia”. Un buen sacerdote, según el Papa, “es ante todo un hombre con su propia humanidad, que conoce su propia historia, con sus riquezas y sus heridas, el que aprende a hacer las paces con ella, alcanzando la serenidad de fondo, propia de un discípulo del Señor… Un sacerdote en paz consigo mismo y con su propia historia sabrá difundir serenidad a su alrededor, también en los momentos difíciles, trasmitir la belleza de la relación con el Señor… Nuestra humanidad es la olla de barro donde guardamos el tesoro de Dios”. Las palabras del papa Francisco acerca de la misericordia, algunas veces son confortantes, otras veces, exigentes y desafiantes. En este sentido, ser testigos de amor, de ternura y de perdón exige desprendimiento de libertad interior; por otra parte, ser misericordiosos con quien sufre sólo es posible cuando somos capaces de reconocer y aceptar nuestra propias fragilidades. Cuanto más nos damos cuenta de lo que somos –incluyendo nuestra pequeñez e insuficiencia-, más seremos capaces de aceptar a los demás con todos sus límites y por lo tanto, ayudarlo a ser mejor y más humano. La acción misericordiosa, a su vez, no exime al autoconocimiento de sí mismo y al amor propio. Ahí está el secreto de la enseñanza de Jesús: amarás a tu prójimo como a ti mismo (cf. Mt 22, 39). La misericordia tiene carácter universal y toca al ser humano en su integralidad. Tener misericordia no es de ninguna manera, el cultivo de una visión dulce de la vida o de ser condescendiente con los errores o el pecado. Es más bien, mostrar con acciones con-
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cretas que Jesús es verdaderamente el “rostro de la misericordia del Padre”, que, como Él, también podemos acoger a todos con amor y compasión. En este contexto el papa Francisco llama la atención a todo el clero: “Un sacerdote no es sacerdote para sí mismo, es para el pueblo: está al servicio del pueblo. Para hacer crecer, para pastorear al pueblo, su propio rebaño. Para defenderlo de los lobos… Cuando el sacerdote tiene esta hermosa relación con el pueblo, nos da amor: existe el amor entre ellos, el verdadero amor, y la Iglesia queda unida. Cuando un sacerdote está enamorado de Jesús se nota, se reconoce, se ve ese amor que es trasmitido constantemente”6.
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Ángelus, 9 de junio de 2014.
PLOEG, J.P.M. Van Der. Jesús nos habla. Las parábolas y las alegorías de los cuatro evangelios. San Pablo: Paulinas, 1999, p. 146.
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Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización. Celebrar la misericordia subsidio litúrgico. San Pablo: Paulinas y San Pablo, 2015, p. 70-71.
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4
JUAN PABLO II. Salvifici Doloris. San Pablo: Paulinas, 1984, n. 29.
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Ángelus, 2 de febrero de 2014.
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Homilía, 15 de mayo de 2013. Casa Santa Marta.
Pastoral litúrgica
Por: P. Santiago Jaramillo Email: sanjaruri@gmail.com
LA
PASCUA Y EL
TIEMP
PASCUAL El tiempo pascual debería constituirse en un período en el cual la Iglesia —cada fiel cristiano en particular, con ayuda de la gracia— se sumergiera en una contemplación reflexiva sobre todo el contenido del sacramento de la Pascua, el cual —con las gracias especiales que contiene— ayuda a los fieles a crecer en el conocimiento del amor y de la donación dolorosa del Hijo de Dios para salvarnos, a apreciar mejor el amor del Padre, quien nos entrega a su Hijo amado para
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que sea nuestro salvador y redentor, y a valorar la acción del Espíritu Santo en el desarrollo y extensión de la Iglesia a partir de la resurrección del Señor y de la transformación profunda que experimentan los apóstoles con su valentía para afrontar las persecuciones a causa de la predicación y defensa de la vida y del triunfo del Maestro.
a Pascua y el tiempo pascual, además, son también muy propicios para considerar la acción del Espíritu Santo en la vida de cada persona, para hacer una revisión sobre el esfuerzo personal con miras al crecimiento en la vida espiritual, para que cada uno se esfuerce en asemejarse a Cristo, en cada instante de su vida y llegar a ser de verdad “otro Cristo”.
L
Purificación pascual Tal vez no se piensa en que la Pascua y el tiempo pascual también son una etapa de purificación espiritual. Generalmente se considera que la purificación espiritual está reservada para la Cuaresma. Sin embargo, esto no es así: la vivencia del sacramento de la Pascua es una fuente de continua purificación, puesto que Jesucristo con su misterio pascual da nueva vida a quienes se disponen a recibirla. Vivir auténticamente la Pascua exige de la persona una actitud renovada para que con la acción del Espíritu Santo de día en día avance en la perfección espiritual, por la vivencia de los compromisos bautismales, que debieron haber sido asumidos nueva y más conscientemente en la Vigilia pascual. Quien asuma responsablemente la Pascua y el tiempo pascual, sin duda alguna agradecerá en este tiempo el perdón recibido y renovado en la Cuaresma por medio del sacramento de la confesión y se sentirá comprometido en la conservación y en el aumento de la santidad.
Es importante considerar que la reconciliación de las personas con Dios, también tiene efectos en la naturaleza, porque cuando ellas se liberan del pecado, entonces, asimismo la naturaleza se renueva, según la enseña san Pablo: “La creación, en efecto, fue sometida a la caducidad, no espontáneamente, sino por aquel que la sometió, en la esperanza de ser liberada de la esclavitud de la corrupción para participar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Pues sabemos que la creación entera gime hasta el presente y sufre dolores de parto” (Rm 8, 20-22).
Tiempo pascual y oración El tiempo pascual debería caracterizarse por ser un período de intensa oración personal, en familia y en las parroquias. Oración de agradecimiento a Dios por la pascua gloriosa del Señor, cuyas gracias especiales siguen estando presente en la Iglesia por medio la celebración de la Eucaristía. La oración en la Pascua y en el tiempo pascual debe caracterizarse por ser una oración exultante de alabanza, de glorificación a Dios por el triunfo de Cristo, el Señor, y por la obra de la salvación. Exultar de alabanza, de intenso gozo y de abril / junio - 2016 - Vida pastoral no 162
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Pastoral litúrgica agradecimiento durante el tiempo pascual, sin duda, sí, pero sin olvidarse de la pasión del Señor. Así lo vive la Iglesia y lo manifiesta en los diversos textos litúrgicos, especialmente de los viernes del tiempo pascual.
Cada etapa del año litúrgico —sin duda— tiene su temática especial. En el tiempo pascual, ésta es la contemplación del misterio pascual del Señor, del valor que representa para cada persona haber sido redimida por Cristo, el gozo y el agradecimiento de poder disfrutar de una vida nueva por la efusión pascual del Espíritu Santo.
Tarea muy importante del pastor de almas será ir llevando a sus feligreses a que adquieTiempo pascual ran espíritu de oración, no solo y acción misionera como plegaria de petición, sino de alabanza agradecida, Cristo al entregar a los apóstoles últimas instrucciones les abrió de acción de gracias y que sea sus su inteligencia para que comprendieran todo lo escrito sobre los úlun real trato con Dios. timos acontecimientos de su vida
en la tierra (cf. Lc 24, 44-48), pero, además, les da una misión universal: ir a todo el mundo a hacer discípulos, a bautizar y a enseñar todo lo que Él les mandó (cf. Mt 28, 18-20). Esto quiere decir que la cincuentena pascual es una invitación especial para que cada fiel reflexione sobre el carácter de “enviado”—que recibió desde el bautismo— para extender el Reino de Dios. La misión comienza por cada persona revisando si su vida y sus palabras dan testimonio de Cristo resucitado, si los demás pueden descubrir en ella sin mayores dificultades que es fiel seguidor de su Maestro, Jesús. Cada católico tiene un campo de misión en su hogar, en la comunidad, en el entorno de los vecinos, en el
“Por la fe, pues, hemos sido hechos justos y estamos en paz con Dios por medio de Jesucristo, nuestro Señor. Por Él hemos tenido acceso a este estado de gracia e incluso hacemos alarde de esperar la misma Gloria de Dios” (Rm 5, 1-2).
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trabajo… Su vida —obras y palabras— debe ser por sí misma una predicación viva del Evangelio, cada católico deberá ser un evangelio viviente. El tiempo pascual invita a los pastores de almas y los fieles a una revisión del comportamiento de su vida, de mirar si con su proceder atraen o alejan de la Iglesia a las personas. Lo anterior cobra mayor importancia en estos momentos en los que vemos con preocupación la “desbandada” tan notoria hacia las diversas propuestas por las denominadas “iglesias cristianas o evangélicas”. ¿Hasta dónde llega mi responsabilidad en este fenómeno?
Pastoral El tiempo pascual es un período litúrgico que exige cada año una renovada e intensa acción pastoral. Demanda un redimensionamiento pastoral para que produzca todo el “impacto” espiritual propio del sacramento de la Pascua.
Pastoral litúrgica
e) Exhortar a los fieles a que la cercanía
que tienen con Jesús se manifieste en el trato delicado y caritativo con el prójimo, especialmente con los hermanos más vulnerables y necesitados.
El sitio pascual: en cada parroquia y en cada hogar Para implementar este tiempo señaladamente importante del año litúrgico, tal vez se puedan señalar las siguientes acciones:
a) Mantener una especial labor para que la
conversión cuaresmal no se diluya, sino que por el contrario se fortalezca.
b) Motivar continuamente a los fieles
para que conserven una vida purificada y alejada de todo pecado y afecto pecaminoso.
c)
Trabajar con el fin de obtener de los fieles una participación más consciente y más activa en la Eucaristía y que comulguen en ella.
d) Motivar a todos los fieles para que es
pecialmente en este tiempo se acerquen más a Jesús y a tener una vivencia más fuerte de la presencia de Él en su vida.
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Adecuar en un lugar destacado de la iglesia un “sitio pascual” que se convierta en modelo para promover una réplica en cada hogar, de tal manera que en un sitio relevante de la casa haya también un “sitio pascual”. Así como en Adviento y Navidad en la parroquia y en las casas se prepara un lugar especial que recuerde el misterio de la Encarnación y del Nacimiento de Cristo —por medio del pesebre bellamente iluminado, de las luces que llenan de colorido, esplendor y alegría otras parte de la iglesia y del hogar, del árbol de navidad con los vivos resplandores de las luces y los adornos propios de Navidad, de la decoración la iglesia y de toda la casa—, así también desde el día de Pascua hasta su finalización, con la solemnidad de Pentecostés, debería existir en la iglesia un lugar destacado que ayude a mantener vivo el Misterio de la Pascua. En la decoración de este lugar se emplearían diversos signos pascuales como la luz que llene de alegría y resplandor el sitio, las espigas de trigo y una copa para recordar la Eucaristía, un signo del Resucitado… Asimismo adecuar en las casas un espacio lleno de luz, con signos propios de la Pascua para fomentar un ambiente especial de alegría pascual. En este lugar pascual de las familias no debería faltar el pequeño cirio que la familia llevó en la noche santa de la Vigilia pascual para encenderlo durante la liturgia de la luz y la renovación de los compromisos bautismales, un arreglo realizado con espigas de trigo, una copa, como símbolos de la institución de la Eucaristía y un pequeño crucifijo como recuerdo de la pasión del Señor. De tal modo, también la Pascua debe convertirse en el centro de la espiritualidad de todas las personas.
Pastoral de la catequesis Por: P. Martín Alberto Sepúlveda Mora, ssp @padre_martin
Catequesis
afectiva, un medio de relación con la Trinidad
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Para muchos catequistas, la Trinidad es un concepto difícil, creado por los estudiosos, que poco le interesa al pueblo. A pesar de que hablan de Dios Padre, de Dios Hijo y de Dios Espíritu Santo, no siempre los catequizandos perciben la unidad total que existe entre las tres personas divinas.
A
lgunos catequistas tienen miedo de hablar de la Trinidad. Como se trata del gran Misterio de la fe, que no puede ser plenamente traducido en palabras, ¡piensan que incluso está prohibido hablar de este tema! Con eso, algunos catequistas no comprenden la divinidad de Jesús y del Espíritu Santo. Para muchas personas, Jesús no pasa de ser un “santo fuerte”, como san Antonio o santa Marta…
¡LA TRINIDAD ES UN MISTERIO DE AMOR! Por consiguiente, más importante que hablar de la Trinidad, es vivirla en las relaciones diarias: en la alegría, en el amor, en la búsqueda de la justicia y de la paz.
SUGERIMOS TRES PASOS PARA ABORDAR EN LA CATEQUESIS EL TEMA DE LA TRINIDAD:
1. El primer paso es ayudar al cate
quizando a hacer la experiencia del amor de Dios.
Sentimos ese amor al contemplar la creación, obra de las manos de Él; al experimentar la ternura del padre, de la madre, de los amigos; al sentir sed de justicia y de paz.
2. El segundo paso es mostrar señales
de la presencia de la Trinidad en la realidad en que los catequizandos viven. abril / junio - 2016 - Vida pastoral no 162
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Pastoral de la catequesis
¿Dónde es recordada y vivida hoy la Palabra de Jesús? ¿Dónde está actuando el Espíritu Santo? ¿En qué momentos sentimos la fuerte presencia del Padre en nuestras vidas? Así, el catequizando descubre, en su realidad social, las señales del paso de la Trinidad.
3. El tercer paso es mirar
la historia de la Salvación.
¿Cuál es la misión de Jesús entre nosotros? ¿Quién es el Padre de Jesús? ¿Cómo continuar hoy la misión de Jesús?
AFECTIVIDAD DE LOS CATEQUISTAS También los catequistas pueden vivir la dimensión del amor de la Trinidad en sus relaciones personales. Ellos, además, necesitan amar y ser amados. Las personas desean ser conocidas, comprendidas y amadas. Este deseo está en los catequizandos y en los catequistas. Todos quieren sentirse aceptados dentro de un grupo, lugar en el cual puedan tener fraternidad, cariño, protección, seguridad, solidaridad y valoración de cada uno. 26
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En este ambiente de afecto, alegría, solidaridad y receptividad se desarrolla la dimensión afectiva de la persona. Muchas veces deseamos renovar nuestra catequesis con nuevos métodos y nuevo lenguaje, sin tener en cuenta esta exigencia de la persona. La catequesis afectiva es aquella que, motivada por el amor, conoce siempre mejor a cada catequizando, y lleva la catequesis hasta su familia por el camino del afecto, de la comunicación, de la compresión y de la paciencia. En esta forma el catequista revela el mensaje de Jesús a los catequizandos, que son amados por el mismo Jesús. La catequesis afectiva no es sólo para los niños y adolescentes que son los que más carecen de afectividad. Es necesario también desarrollarla en todas las otras edades en un ambiente de amor y afecto y esto permite hablar mejor de la Trinidad: comunidad de amor.
¿CÓMO REALIZAR UNA CATEQUESIS AFECTIVA? La catequesis afectiva sólo se realiza en pequeños grupos, donde todos se conocen por su nombre, descubren el modo de ser de cada uno, sus dones y sus limitaciones. Tratan de conocer las familias de los catequistas y de los catequizandos, y forman un grupo familiar de evangelización.
En este grupo pequeño se usa el lenguaje del corazón. Los contenidos de la catequesis se transmiten a partir de la sintonía provocada por la amistad, la comprensión, la comunicación y el afecto. Cuando la dimensión afectiva se valora, los encuentros catequéticos se vuelven más agradables, incluso en el caso de que no se utilicen recursos pedagógicos, pues la mejor pedagogía es la pedagogía del corazón.
Existe siempre la preocupación de hacer feliz a la persona, estimulando su realización personal y comunitaria, en la vivencia cristiana.
Pastoral de la catequesis Todo esto nos lleva a creer en el amor de Dios, nuestro Padre, que ha sido revelado en Jesucristo. Dios es amor. Si hemos sido creados a su imagen y semejanza, fuimos también hechos para el amor.
Para encontrar a Dios en los acontecimientos se hace necesario encontrarlo dentro de nosotros mismos, para sentir su presencia amorosa que nos hace felices.
A través del catequista, el catequizando podrá conocer a ese Dios que nos ama, lleno de bondad y afecto; un Dios misericordioso que nos perdona siempre.
Como recursos el catequista puede usar la expresión corporal, el canto, el juego, el arte, las entrevistas, la narración de las experiencias en familia, etc.
El catequista, buscando crecer en la experiencia de Dios, contempla la naturaleza, la creación maravillosa de Dios y lleva a sus catequizandos a admirar también esta naturaleza en el silencio, en la reflexión y en la oración.
Es de gran importancia en la catequesis la experiencia de oración y no solamente la repetición de algunas oraciones conocidas. La oración puede ser silenciosa o expresada en cantos, símbolos, dibujos, gestos. Lo que vale es nuestro contacto con Dios que conversa con nosotros y nos ama.
Esta contemplación lleva al catequista a mirar todo lo que lo rodea con los ojos de Dios. En todo acontecimiento él siente la presencia de Dios amor.
Conversando y Respondiendo: • Como catequistas, ¿hacemos la experiencia del amor de Dios, tratando de descubrir su presencia en lo más íntimo de nuestro ser? • ¿Cómo transmitimos a nuestros catequizandos la imagen de Dios amor? Observen a sus catequizandos (niños, adolescentes, jóvenes y adultos) y descubran sus necesidades, sentimientos y deseos.
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GUÍAS
HOMILÉTICAS EQUIPO
PAULINO
3 de abril II DOMINGO DE PASCUA O DE LA DIVINA MISERICORDIA Hch 5, 12-16 / Sal 117 / Ap 1, 9-11a. 12-13.17-19 / Jn 20, 19-31
Del Evangelio según san Juan Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Los otros discípulos le dijeron: “Hemos visto al Señor”. Pero él contestó: “Hasta que no vea la marca de los clavos en sus manos, no meta mis dedos en el agujero de los clavos y no introduzca mi mano en la herida de su costado, no creeré” (Jn 20, 19-31).
Palabra del Señor
DEN GRACIAS AL SEÑOR PORQUE ES BUENO...
R
ecordemos que la semana que sigue a la Pascua de resurrección es considerada por la liturgia como un único y gran día. Un día que se prolonga ocho días. El segundo domingo de Pascua es la octava del día de la Resurrección y cierra este gran día de fiesta, además es el domingo de la Divina Misericordia por voluntad de san Juan Pablo II, porque el cumplimiento de la Pascua de Cristo es la realización de la misericordia divina, la obra de la salvación, guiada por el amor generoso y creativo de Dios.
“Crecía el número de creyentes” Durante el tiempo de Pascua no se lee el Antiguo Testamento y la primera lectura siempre se toma de los Hechos de los Apóstoles. El texto que se propone es uno de los así llamados “sumarios” con el cual el evangelista Lucas ha querido crear el cuadro ideal de la Iglesia apostólica de los orígenes. El texto nos presenta el retrato de una comunidad que crece continuamente porque el grupo cristiano es apreciado por todo el pueblo, en particular a Pedro, a quien llevan todos los enfermos y la gente busca a este grupo, ellos acuden para ser sanados por la potencia apostólica. La necesidad de vivir y confiar en Jesús nos lleva a buscar la plenitud del Reino de Dios que ya está realizándose en nuestra vida diaria, sólo falta darnos cuenta de ello para emprender una vida digna y llena de misericordia para el prójimo. Pues con la figura del apóstol Pedro, en este caso el Papa, sabemos que nos vinculamos a la realidad del enviado del Padre en la tierra para confiarnos en la misericordia y salvación que Dios nos ofrece diariamente.
“No temas: Yo soy el primero y el último” La segunda lectura es tomada del libro del Apocalipsis de Juan, del cual se tomará también durante los
siguientes cinco domingos. Apocalipsis significa “revelación”, no catástrofe ni destrucción o fin del mundo. El apóstol Juan ha propuesto este libro para presentar la revelación de Jesucristo a una comunidad que vivía situaciones difíciles. El autor se presenta con su propio nombre y se define hermano y compañero en la tribulación en el Reino y en la perseverancia con Jesús. Precisamente la palabra “perseverancia” puede ser una clave de lectura del Apocalipsis, pues ésa es la cualidad de quien, a pesar de los problemas y las dificultades, resiste en la propia fe. El Señor lo conforta poniendo una mano sobre él y se presenta: “No temas, yo soy el primero y el último, yo soy el que vive”. Escribe lo que ha visto y lo manda a las iglesias y también a nosotros para que con fe, como Tomás, nos adhiramos a Cristo y luchemos contra el pecado en unión con toda la Iglesia para que así perdure en nuestro corazón el fruto espiritual de Cristo resucitado.
“Dichosos los que creen sin haber visto” El evangelista Juan nos cuenta el encuentro del Resucitado con los discípulos en el cenáculo el mismo día de la Pascua y luego, una segunda aparición ocho días después, en donde ya está presente el discípulo Tomás –cuyo nombre significa el gemelo–. Tomás debe hacer un camino de fe para adherir al Señor resucitado y aceptarlo en su novedad. ¿De quién es gemelo? –nos podemos preguntar–. Es gemelo de quien está leyendo en este momento la Palabra de Dios. De alguna manera Tomás nos ayuda hoy, a quienes meditamos la Palabra de Dios, a recorrer el camino de fe, reconociendo en las cicatrices del Resucitado los signos de esa muerte que ya no hace daño, y a creer sin haber visto físicamente ni el crucifijo ni el Resucitado, pero teniendo entre las manos el Evangelio, que es el testimonio de la fe apostólica. abril / junio - 2016 - Vida pastoral no 162
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Guías homiléticas 10 de abril III DOMINGO DE PASCUA Hch 5 27b-32.40b-41 / Sal 29 / Ap 5, 11-14 / Jn 21, 1-19 Del Evangelio según san Juan Insistió Jesús por tercera vez: “Simón Pedro, hijo de Juan, ¿me quieres?”. Pedro se puso triste al ver que Jesús le preguntaba por tercera vez si lo quería y le contestó: “Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero”. Entonces Jesús le dijo: “Apacienta mis ovejas” (Jn 21, 1-19).
Palabra del Señor
AL CORDERO LA ALABANZA, EL HONOR Y LA GLORIA
E
l tiempo pascual de la Iglesia es el tiempo del testimonio de vida y de la oración pues nada ni nadie nos puede alejar de Cristo, el verdadero Cordero que nos ha revelado el proyecto de amor del Padre.
“Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres” En el capítulo 5 de los Hechos de los Apóstoles leemos un interrogatorio de Pedro ante el sumo sacerdote que reclama al apóstol haber desobedecido la orden que les prohibía hablar en nombre de Jesús. Pedro, que poco antes había tenido miedo a la sierva del sumo sacerdote negando a Jesús, ahora frente a todo el Sanedrín manifiesta la valentía de su opción y con mucha sabiduría afirma: “Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres”. Pedro ha recibido tal fuerza de Dios que le ha permitido vencer su propio miedo. Resiste con valentía porque está convencido de que el Señor Jesús ha resucitado verdaderamente y es el único Salvador del mundo. Por ello, ningún sufrimiento venido de los hombres puede apartarnos del amor de Dios; en esto Pedro es testimonio del amor por Él y asimismo lo es el Espíritu Santo que nos santifica con el verdadero amor divino, Él será dado a todos aquellos que obedecen a Dios.
“Digno es el Cordero degollado de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría” En esta oportunidad el libro del Apocalipsis se centra en el símbolo del Cordero. Los capítulos 4 y 5 se deben ver en su conjunto como un díptico, como un cuadro formado por dos tablas. En la primera tabla está representado el trono de Dios creador y providente; en la segunda tabla está representado el Redentor, el Cordero inmolado que salva a la humanidad. El elemento que une las dos tablas es un libro que está en la mano derecha de Aquel que
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se sienta en el trono. Pero el libro antiguamente era como un rollo y parecía como un cetro de mando, pero era el proyecto de salvación, cerrado con siete sellos, que pertenecía totalmente a Dios y no había ninguno en el cielo o en la tierra que lo conociera o fuera capaz de abrirlo. El único capaz de abrir el libro es el Cordero que aparece de improviso en medio del trono –Jesucristo– que ha sido degollado pero está sin embargo de pie, muerto pero que ha resucitado, y está en medio del trono. Es decir, está al centro del poder de Dios. Él es el único capaz de abrir el libro, Él puede revelar cuál es el proyecto secreto de Dios. Cuando el Cordero toma el libro de la mano de Aquel que se sentaba sobre el trono los vivientes aclaman: “Digno es el Cordero degollado de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría, la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza”. Es el único capaz de abrir el libro porque ha sido inmolado y nos ha redimido con su sangre y ha hecho de nosotros un reino. Cristo resucitado es el revelador del proyecto de Dios y lo acogemos como el único capaz de llevarnos a Dios.
“Pedro ¿me amas?, apacienta mis corderos” El evangelio nos presenta otra aparición pascual del Resucitado a los discípulos en el lago de Tiberíades, durante una escena de la pesca milagrosa. Al terminar ese momento el Cristo resucitado comparte con los discípulos una comida –signo evidente de la Eucaristía– y luego pregunta a Pedro, que lo había negado tres veces, si en verdad lo ama. Por tres veces el discípulo repite su declaración de amor por Cristo resucitado y se siente decir: si es verdad que me amas “apacienta mis corderos”. Es decir, la opción de amor por Cristo se convierte en una opción de amor y servicio por las personas. Como el apóstol Pedro confirmemos cada día nuestro amor por Jesucristo, el verdadero Cordero que nos ha revelado el proyecto del Padre: la salvación de la humanidad.
17 de abril IV DOMINGO DE PASCUA Hch 13, 14.43-52 / Sal 99 / Ap 7, 9.14b-17 / Jn 10, 27-30 Del Evangelio según san Juan “Mis ovejas escuchan mi voz y yo las conozco. Ellas me siguen, y yo les doy vida eterna. Nunca perecerán y nadie las arrebatará jamás de mi mano. Aquello que el Padre me ha dado lo superará todo, y nadie puede arrebatarlo de la mano de mi Padre. Yo y el Padre somos una sola cosa” (Jn 10, 27-30).
Palabra del Señor
SOMOS SU PUEBLO Y OVEJAS DE SU REBAÑO
E
ste domingo es tradicionalmente llamado del Buen Pastor, una jornada destinada a la oración por las vocaciones sacerdotales y religiosas para el servicio de la Iglesia y del mundo. Este día es especial para que nos unamos en oración por los sacerdotes y los obispos del mundo para que Dios los ilumine en el desempeño de sus actividades ministeriales y en su labor como pastores del rebaño.
“Los discípulos quedaron llenos de alegría y de Espíritu Santo” Pablo y Bernabé, dos apóstoles-pastores de la primera comunidad cristiana, llegan a Antioquía de Pisidia –actualmente centro de Turquía– y en esta ciudad comienzan la predicación en la sinagoga y anuncian la llegada del Mesías. Partiendo de las lecturas proclamadas allí predican que esa palabra se ha cumplido en Jesús. Algunos los escuchan entusiasmados, tanto que al siguiente sábado llenaron de nuevo la sinagoga, pero las autoridades judías se oponen a esta predicación y esto les permite salir de la sinagoga y dirigirse a otros no hebreos quienes en gran número acogen la Palabra de Dios. Así vemos como estos apóstoles-pastores continúan la obra del Maestro Jesús y muchas ovejas escuchan su voz, pues son testimonios de la salvación de Dios. Escuchando las palabras de la primera lectura, nos sentimos animados a ofrecer nuestra propia vida con el fin de llevar la salvación hasta los últimos rincones de la tierra, estamos invitados a realizar esta actividad cristiana con la posibilidad de experimentar el amor infinito de nuestro Dios para que sea eficaz en todas las realidades sociales.
“El Cordero será su pastor” “El Cordero que está delante del trono será su pastor”. Esta afirmación puede ser paradójica porque normalmente el cordero es la criatura más débil, y
es precisamente él quien tiene necesidad de un pastor que lo proteja. En el Apocalipsis cambia la imagen para decirnos que la obra de salvación de Cristo revoluciona totalmente la situación, cambia nuestros criterios y nuestros parámetros, nuestra manera de ver y valorar. Juan, en su texto, ve a todos los salvados de todos los tiempos, expresado en “de toda nación, raza, pueblo y lenguas”, todos vestidos de blanco y con las palmas en la mano como signo de vida y de fecundidad. Ellos vienen de la gran tribulación, no la de ellos, sino la de Cristo. Su presencia allí es gracias a la pasión de Cristo, pues en su sangre han lavado sus vestidos quedando blancos como la nieve. La pasión de Cristo, su muerte, ha redimido y dado vida a la humanidad. Ahí está el verdadero pastor Jesucristo, que con la sangre de su pasión ha lavado el pecado del mundo y lo lleva sobre sus espaldas para hacerlo resucitar con Él.
“Mis ovejas escuchan mi voz” Juan se refiere a la imagen de Jesús como Buen Pastor. Aquí Jesús retoma la gran metáfora del rebaño y del Buen Pastor subrayando cómo “mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco y ellas me siguen”. Conocer significa que Jesús ha experimentado nuestras debilidades y ha asumido nuestras angustias, pero como Buen Pastor carga sobre sus hombros las ovejas débiles para llevarlas a la salvación, para darles vida eterna. El buen discípulo escucha la voz del Señor y lo sigue, es decir, acepta y vive el Evangelio traduciéndolo en la realidad de su vida. Este escuchar es vital para cada uno de nosotros, porque nos genera nuevos conocimientos sobre el Maestro, organiza y planea de una manera óptima nuestra vida para que la voz del Maestro nunca se opaque. Es de hombres y mujeres humildes saber escuchar para lograr entender lo que quiere Dios y lo que nuestros hermanos también desean. abril / junio - 2016 - Vida pastoral no 162
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Guías homiléticas 24 de abril V DOMINGO DE PASCUA Hch 14, 21b-27 / Sal 144 / Ap 21, 1-5a / Jn 13, 31-33a. 34-35 Del Evangelio según san Juan Me buscarán, y como ya dije a los judíos, ahora se lo digo a ustedes: “Donde yo voy, ustedes no pueden venir. Les doy un mandamiento nuevo: que se amen los unos a los otros. Ustedes deben amarse unos a otros como yo los he amado” (Jn 13, 31-33a. 34-35).
Palabra del Señor
LA IGLESIA, SACRAMENTO DE SALVACIÓN
C
on la liturgia de este domingo podemos reflexionar sobre nuestra Iglesia. ¿De dónde nace? ¿Qué debe ser para el mundo actual? ¿A partir de cuál experiencia hoy nuestra Iglesia podría seguir siendo sacramento de salvación?
“En cada iglesia designaban presbíteros, oraban y ayunaban” En la lectura de los Hechos de los Apóstoles recordamos el final del viaje apostólico de Pablo y Bernabé, cuyo inicio meditamos el domingo anterior. Ellos regresan a las ciudades que han evangelizado y designan algunos ancianos (en griego se dice presbíteros), que son los responsables de la comunidad. Con ayunos y oraciones los confiaban a la gracia de Dios. Esto nos hace ver que los apóstoles han lanzado la evangelización inicial y después constituyeron iglesias organizadas, guiadas por algunos presbíteros, ellos se convirtieron en los sucesores de los apóstoles, y así nació la institución eclesial naturalmente surgida de la predicación apostólica. Es un ejemplo comunitario poder animar a las comunidades con personas líderes en la unidad y distinguiéndose por ser centros de apertura a otras personas que desean buscar respuestas desde la fe en Jesucristo.
“Todo lo hago nuevo” En el Apocalipsis, capítulo 21, estamos en la escena conclusiva que muestra la ciudad santa, la nueva Jerusalén. Juan la ve descender del cielo, es decir, de Dios, como una esposa adornada para su esposo. La Jerusalén nueva que desciende del cielo no es el paraíso ni el otro mundo, sino la nueva humanidad iniciada en la Iglesia. Es la humanidad redimida. En este libro hay un fuerte contraste entre dos ciudades que representan a la mujer, la ciudad enemiga y la ciudad santa, y dos mujeres al mismo tiempo: Babilonia es una prostituta y Jerusalén es la esposa. Estos dos símbolos representan la humanidad: la humanidad corrupta
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Vida pastoral no 162 - abril / junio - 2016
y la humanidad redimida. Una voz potente describe la nueva Jerusalén: “Ésta es la morada de Dios con los hombres”, la morada es la comunidad redimida, la comunidad cristiana, aquellos que muestran en el amor de Cristo la novedad de su obra. Él habitará con ellos y ellos serán su pueblo. Y Aquel que se sienta en el trono dice: “Todo lo hago nuevo”, ésa es la potencia pascual. Podemos ser una creación nueva en Cristo, ser la nueva Jerusalén, porque hemos acogido el mandamiento nuevo: podemos amar como Jesús nos ha amado y así la Iglesia se convierte en sacramento de salvación y en instrumento a través del cual la salvación de Dios llega a todas las personas.
“Ámense unos a otros como yo los he amado” El evangelio tomado de Juan nos vuelve a llevar al clima del cenáculo y se proponen textos acerca del discurso de la Última Cena de Jesús, allí se citan las palabras de Jesús apenas Judas había salido del cenáculo. Jesús anuncia la gloria del Hijo, es decir, la manifestación de Dios que obra poderosamente en Él y agrega que la gloria se revela precisamente en el mandamiento nuevo y la verdadera novedad de la propuesta que Jesús hace es ésta: “Ámense unos a otros como yo los he amado”. No ofrece solo un ejemplo sino que Él es la causa de un amor nuevo: así cómo Él nos ha amado, nos ha hecho capaces de amarnos unos a otros, permanecer en ese amor es ser verdaderamente discípulos de Jesús. Para llegar a ser Iglesia renovada, como la Jerusalén del Apocalipsis o como la misma Iglesia primitiva, es necesario ser constantes en la fe, amar como Jesús amó, y abrazar la salvación de Cristo. El mandamiento del amor debe iluminarnos para que avancemos en la instauración de una sociedad más justa y más humana, esto con el fin de revelar el amor del Padre misericordioso a toda la humanidad.
1 de mayo VI DOMINGO DE PASCUA Hch 15, 1-2.22-29 / Sal 66 / Ap 21, 10-14.22-23 / Jn 14, 23-29 Del Evangelio según san Juan Les dejo la paz, les doy mi paz. La paz que yo les doy no es como la que da el mundo. Que no haya en ustedes angustia ni miedo. Recuerden que les dije: “Me voy, pero volveré a ustedes. Si me amaran, se alegrarían de que me vaya al Padre, pues el Padre es más grande que yo” (Jn 14, 23-29).
Palabra del Señor
OH DIOS QUE TE ALABEN TODOS LOS PUEBLOS
E
l Espíritu Santo recuerda e instruye a la Iglesia en las enseñanzas de Cristo y le permite discernir sobre los nuevos desafíos que el mundo actual le presenta para seguir siendo una luz en el caminar de las gentes.
“Hemos decidido el Espíritu Santo y nosotros” La primera lectura de los Hechos de los Apóstoles nos presenta el así llamado Concilio de Jerusalén, un momento de controversia en la Iglesia de los orígenes, cuando algunos que se habían convertido al cristianismo pero que aún estaban aferrados a las tradiciones judías, consideraban que era necesaria la circuncisión para poder ser cristianos. Por otra parte, Pablo y Bernabé estaban convencidos de lo contrario, y para resolver esta problemática se reúnen los apóstoles y los ancianos de la Iglesia madre de Jerusalén y habiendo analizado la cuestión y verificado la Palabra de Dios y las enseñanzas que habían sacado de su historia llegan a la conclusión de que ese esquema está ya superado y la salvación de Cristo es para todos los pueblos sin distinciones. Así lo escriben en una carta que envían a la comunidad de Antioquía, como un documento conciliar, que presenta la opción apostólica. Podemos decir que es el Espíritu Santo que ha enseñado a los apóstoles toda la verdad y les ha recordado aquello que Jesús había dicho. Veinte años después de la Pascua de Cristo los apóstoles deben decidir sobre una problemática nueva y lo hacen guiados por el Espíritu. Así la Iglesia es asistida por el Espíritu Santo para mantenerse fiel no a las tradiciones humanas sino al Cristo de los evangelios.
“Templo no vi ninguno… porque es su templo el Señor Dios” El texto del Apocalipsis describe la ciudad santa, la nueva Jerusalén. Presenta un cuadro preciso aunque simbólico de esta ciudad nueva. Por eso se necesita la interpretación de los distintos símbolos que entran en esta descripción. La ciudad de Jerusalén es como una
“piedra preciosa”, es la sociedad redimida, es la comunidad ideal. Tiene un muro con doce puertas, como doce fueron los patriarcas de Israel, como doce son los apóstoles. Y estas puertas estaban divididas en cuatro lados: cada lado –oriente, norte, sur y occidente– con tres puertas. Son los cuatro puntos cardinales cuyas puertas están siempre abiertas, pues quieren significar que la comunidad ideal, iniciada por el Señor resucitado, está abierta a todas las direcciones, a todas las culturas, a todas las realidades humanas. Las bases de estos muros son doce: los doce apóstoles del Cordero. Y una característica importante es que no tiene un templo –contrario a la Jerusalén histórica, cuyo centro era precisamente el templo–, y esto sucede porque Cristo Jesús, el Cordero, es su templo. Ahora el templo en donde está la presencia de Dios es la humanidad de Jesucristo y como consecuencia las personas que siguen a Cristo son el verdadero templo de Dios.
“El Espíritu Santo será quien les enseñe todo” También en el sexto domingo de Pascua el texto evangélico nos lleva al clima del cenáculo y escuchamos el anuncio de la venida del Espíritu Santo. Jesús, durante aquella cena conclusiva, habla del futuro de su comunidad y anuncia la venida del Paráclito –un término que sólo usa Juan para referirse al Espíritu Santo–, es un vocablo que en griego significa el “abogado defensor”. El Espíritu Santo es el Espíritu que pertenece sólo a Dios, el solo santo, enviado por el Padre en nombre de Jesús. La tarea del Espíritu es enseñar y recordar, hacer actual y viva la enseñanza que Jesús ha dado a sus discípulos. A través del Espíritu está presente y cercano el Señor Jesús. Quizá lo más difícil para nosotros es creer en esta presencia, sin embargo Jesús nos ha prometido que vivirá siempre en medio de la comunidad y que el Espíritu Santo traerá siempre su enseñanza a nuestro corazón. Pues bien, la presencia del Resucitado nos debe animar para que la paz que viene de Dios dinamice la vida de cada cristiano. abril / junio - 2016 - Vida pastoral no 162
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Guías homiléticas 8 de mayo ASCENSIÓN DEL SEÑOR, SOLEMNIDAD Hch 1, 1-11 / Sal 46 / Ef 1, 17-23 o Hb 9, 24-28; 10, 19-23 / Lc 24, 46-53 Del Evangelio según san Lucas Jesús los llevó cerca de Betania y, levantando las manos, los bendijo. Y mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado al cielo. Ellos se postraron ante Él. Después volvieron llenos de gozo a Jerusalén, y continuamente estaban en el Templo alabando a Dios (Lc 24, 46-53).
Palabra del Señor
DIOS ASCIENDE ENTRE ACLAMACIONES
L
a fiesta de la Ascensión del Señor tiene el puesto del séptimo domingo de Pascua. Cuarenta días después de la resurrección, según la indicación de los Hechos de los Apóstoles, Jesús subió al cielo.
“Lo vieron levantarse hasta que una nube lo quitó de la vista” El inicio de los Hechos de los Apóstoles nos trae el momento en el cual se describe el paso de la acción de Jesús al ministerio de los apóstoles que continúan su obra por acción del Espíritu. El Señor asciende al cielo entre cantos de gloria, pero no es simplemente un desplazamiento físico, es mucho más: es resaltar que Aquel que ha sido humillado ahora es exaltado por el Padre, así la Ascensión es el cumplimiento de la Pascua, el resucitado ha subido al cielo y está a la derecha del Padre. La Iglesia que ha recibido del ministerio de los apóstoles la tarea de evangelizar no se encuentra sola pues Cristo está con ella y la sostiene en su lucha diaria. La Ascensión es una tarea para los cristianos de hoy: ser testigos de Cristo a través de las obras, pero ¿cómo podríamos realizar estas obras? De algún modo ya la Iglesia en este Año de la Misericordia nos ha invitado a practicar las obras de misericordia junto a nuestros hermanos, esto con el fin de proclamar enteramente con nuestra propia vida el amor sincero con el cual Dios se ha manifestado en el diario vivir de cada cristiano.
“Cristo se presenta ante Dios a favor nuestro” La segunda lectura puede ser tomada de la Carta a los Hebreos. El autor de esta homilía sobre el sacerdocio de Cristo presenta a Jesús como el único auténtico sacerdote, es decir, como el mediador entre Dios y los hombres precisamente porque Él en su persona es hombre-Dios y ha unido en Él mismo las dos naturalezas. De esta manera está 34
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en la posibilidad de ser mediador, de crear una relación entre Dios y el hombre. En ese sentido Él es sacerdote y es también víctima, es decir, se ha ofrecido a sí mismo. No ha ofrecido sangre de otros, sino que ha ofrecido su propia vida, ha hecho de su propia existencia el sacrificio, aquella ofrenda existencial que agrada a Dios; así entró en el Santuario celeste y ha obtenido una redención eterna. Gracias a su mediación sacerdotal, al hecho que haya subido al cielo y haya entrado en el Santuario celeste, ha abierto el camino para nosotros, ha hecho posible que lleguemos a la plenitud de la vida, es decir, a la comunión con Dios.
“Mientras los bendecía se separó de ellos” Lucas hace referencia a la Ascensión de Jesús, teniendo en cuenta que su narración termina con la aparición del Resucitado en el cenáculo, y después dice que los condujo fuera, hacia Betania, y alzando las manos los bendijo. Es muy interesante este detalle pues la bendición alzando las manos era una característica litúrgica de los sacerdotes en el templo de Jerusalén y es posible que el evangelista haya querido subrayar precisamente esta dimensión sacerdotal de Jesús, el cual después del sacrificio de sí mismo alza las manos para bendecir el pueblo y a sus discípulos, para pedir a Dios que les conceda los beneficios derivados de su sacrificio y éste sería un gesto propiamente sacerdotal; después agrega el evangelista: “Mientras los bendecía, se separó de ellos subiendo hacia el cielo”. Jesús es el lugar donde encontramos la salvación, pero a Él ahora lo encontramos en la Iglesia, en la comunidad de creyentes. La Iglesia es Jesús presente en el mundo y nosotros somos esta Iglesia. Por eso, debemos dar testimonio de Jesús ante todo el mundo, que sirva como edificación espiritual de los creyentes y como conversión de los no creyentes.
15 de mayo PENTECOSTÉS, SOLEMNIDAD Hch 2, 1-11 / Sal 103 / 1Co 12, 3b-7.12-13 / Jn 20, 19-23 Del Evangelio según san Juan Jesús les volvió a decir: “¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envío a mí, así los envío yo también”. Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: “Reciban el Espíritu Santo: a quienes descarguen de sus pecados, serán liberados, y a quienes se los retengan, les serán retenidos (Jn 20, 19-23).
Palabra del Señor
ENVÍA TU ESPÍRITU, SEÑOR, Y REPUEBLA LA FAZ DE LA TIERRA
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l Domingo de Pentecostés marca el cumplimiento del Tiempo Pascual. Siete semanas han transcurrido, 7x7: 49 y el domingo siguiente es el día 50. Pentecostés significa, en efecto, cincuenta días y es la fiesta de la clausura, de la plenitud, del cumplimiento.
“Se llenaron todos del Espíritu Santo” En esta fiesta, que existía ya en el tiempo de Jesús, la tradición bíblica celebraba la Alianza entre Dios y el pueblo en el monte Sinaí. Con ocasión de la fiesta de Pentecostés Lucas narra en los Hechos de los Apóstoles cómo el Espíritu Santo se manifestó a los apóstoles con los signos de una teofanía, es decir, de una manifestación de Dios recordando el Sinaí: un ruido del cielo, un viento recio, lenguas como llamaradas… es una Nueva Alianza, es el comienzo de la novedad, así Pentecostés se convierte en la fiesta cristiana de la Nueva Alianza. En el don del Espíritu prometido por Jesús la Iglesia se manifiesta al mundo, formada ahora por pueblos y razas diferentes entre sí.
“Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu” En la segunda lectura, la Carta a los Corintios nos dice que el Espíritu Santo nos trae abundancia y diversidad de dones pero todos ellos sirven para la construcción de una misma Iglesia, de una misma comunidad. Todos nosotros hemos sido llamados a hacer parte de una comunidad que se concretiza en una familia santa, en una comunidad parroquial ejemplar, en una comunidad nacional o local que da testimonio del amor a Dios, del respeto a los demás, del cuidado de la naturaleza precisamente porque es conducida por el Espíritu de Dios. Notablemente la presencia del Espíritu enriquece la vida de
cada uno de nosotros porque nos impulsa a llevar nuestra vida potencializada hacia el bien de los demás y por supuesto de nosotros mismos.
Secuencia Que el Espíritu Santo dé vida nueva a nuestras comunidades parroquiales: lava las manchas, riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, infunde calor de vida en el hielo, guía al que tuerce el sendero…Ven Santo Espíritu y renueva tu Iglesia.
“El Espíritu Santo les enseñará todo” El texto del evangelio de Juan, que se puede también leer en esta solemnidad, nos lleva a las palabras de la Última Cena en la cual el Maestro anuncia que el Paráclito, el abogado defensor, es decir, el Espíritu Santo, continuará su obra, permanecerá siempre con sus discípulos, enseñará todas las cosas, recordará todo aquello que Jesús ha enseñado. En el día de Pentecostés la Iglesia se manifiesta, no podemos decir que allí inicia o nace sino que se revela al mundo. La Iglesia sale de sí misma, como tantas veces lo hemos escuchado recientemente del papa Francisco. La comunidad apostólica encerrada en el cenáculo salió gracias a la acción del Espíritu Santo. El grupo de los discípulos tenía miedo, después de la condena de Jesús, y a pesar de su encuentro con el Resucitado permanecía encerrado, es el Espíritu Santo que abre las puertas, los hace salir, da comienzo a la predicación, la Iglesia se manifiesta al mundo, pues la Iglesia existe para evangelizar, para esta bella obra de comunicación del Evangelio. Y la escuchan todos los pueblos, de toda raza, lengua o nación, y se maravillan por poder escuchar en su propia lengua aquello que los apóstoles les anunciaban. abril / junio - 2016 - Vida pastoral no 162
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Guías homiléticas 22 de mayo SANTÍSIMA TRINIDAD, SOLEMNIDAD Pr 8, 22-31 / Sal 8 / Rm 5, 1-5 / Jn 16, 12-15 Del Evangelio según san Juan “Cuando venga el Espíritu de la Verdad, los guiará en todos los caminos de la verdad. Él tomará de lo mío para revelárselo a ustedes, y yo seré glorificado por Él. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso les he dicho que tomará de lo mío para revelárselo a ustedes” (Jn 16, 12-15).
Palabra del Señor
EL ESPÍRITU DE LA VERDAD, LOS GUIARÁ POR LOS CAMINOS DE LA VERDAD El domingo después de Pentecostés celebramos la Santísima Trinidad. La Iglesia de Oriente celebra este domingo el día de todos los santos. Son celebraciones diversas pero en el fondo responden a una misma realidad: el pueblo de Dios es santo porque refleja la gloria de Dios. Admiremos la belleza de Dios que es una comunidad de personas y así es modelo de la sociedad y de la Iglesia, imagen del amor que se dona al otro.
“Dios me creó, primicia de su camino, antes que sus obras más antiguas” El texto de la primera lectura de hoy ha sido llamado “himno de la sabiduría”, porque es ella quien habla y cuenta su propia historia, invita a las personas a escucharla, a ser sabios y acoger sus palabras. La sabiduría personificada es una figura divina que se agrega a Dios, es una manera como en el Antiguo Testamento se empieza a ver una prospectiva de las personas divinas. Dios tiene una sabiduría y junto a ella crea el mundo. La sabiduría se presenta como una niña: “Yo fui concebida como el inicio de la actividad misma de Dios”. Es decir, la sabiduría es engendrada por Dios antes de la creación del mundo. Son las mismas imágenes que los Padres de la Iglesia tomaron para el Credo que recitamos en la Eucaristía: generado no creado por el Padre antes de todos los siglos. Claramente hay una persona que está con Dios, generada por Dios, antes de la creación y partícipe de la creación. La historia de la salvación nos mostrará que la sabiduría de Dios es el Espíritu y es el Hijo quien dona este Espíritu al mundo.
“Estamos en paz con Dios por nuestro Señor Jesucristo” El apóstol Pablo, escribiendo a los romanos, nos dice: “Estamos en paz con Dios Padre, por medio de nuestro Señor Jesucristo, desde el momento en que el amor de Dios ha llegado hasta nuestros corazones”. El amor de Dios es el Espíritu Santo que se nos ha dado. Gracias a este amor divino recibido por Jesucristo no36
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sotros estamos en paz con Dios, justificados por la fe, puestos en una buena sintonía con Dios gracias a Jesucristo, en quien hemos creído y por eso hemos recibido la salvación. Este mismo Espíritu da la fortaleza necesaria para continuar en la lucha de la predicación del Evangelio, porque los sufrimientos llevan a engendrar el amor en los corazones de aquellos en quienes Dios ha puesto su confianza. Por tanto, la predicación acompañada de sufrimientos nos llevará a la plena realización y conocimiento de la persona de Cristo, esto nos ayudará a demostrar el amor a los demás como Jesús lo hizo en el sacrificio de la cruz.
“Cuando venga Él, el Espíritu de la verdad, los guiará hasta la verdad completa” En el contexto de la Cena Pascual, Jesús les promete a sus discípulos que les enviará el Espíritu de Dios. El Padre mandará, para que continúe la obra del Hijo, al Espíritu de la verdad, el cual guiará a los discípulos a toda la verdad. El Espíritu no habla por sí mismo sino que repite todo aquello que ha escuchado del Padre y del Hijo. Lo que Jesús tiene viene del Padre, y el Espíritu toma de Jesús para entregarlo a la comunidad. Es un texto que subraya, precisamente, esta comunión de los bienes espirituales que el Espíritu Santo nos transmite a nosotros. Por eso la Iglesia debe ser imagen de la Trinidad santa, en cuanto cada miembro de ella busca entrar en comunión espiritual con Dios y sus hermanos. Honremos a Dios, comunidad de personas, agradezcamos a las tres personas divinas el habernos hecho partícipes de su vida. Hoy no se trata de explicar o entender el misterio de la Trinidad sino de contemplarla como una comunidad de personas que viven la dinámica del amor. De la misma manera debe vivir la Iglesia y quienes en ella participan.
29 de mayo CUERPO Y SANGRE DE CRISTO, SOLEMNIDAD Gn 14, 18-20 / Sal 109 / 1Co 11, 23-26 / Lc 9, 11b-17 Del Evangelio según san Lucas “Jesús dijo a sus discípulos: ‘Denles ustedes mismos de comer’. Ellos dijeron: ‘No tenemos más que cinco panes y dos pescados’. Jesús entonces tomó los cinco panes y los dos pescados, levantó los ojos al cielo, pronunció la bendición, los partió y se los entregó a sus discípulos para que los distribuyeran a la gente. Todos comieron hasta saciarse” (Lc 9, 11b-17).
Palabra del Señor
HÁGANLO EN MEMORIA MÍA
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a solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo es propia de la liturgia latina y se celebraba un jueves porque quería ser como un Jueves Santo. Es la fiesta de la manifestación pública de la fe eucarística de la comunidad cristiana. De alguna manera esta fiesta concluye el ciclo pascual valorizando el memorial de nuestra salvación que es el sacramento de la Eucaristía, presencia real del Señor para la vida de la Iglesia, potencia que acompaña el camino de la comunidad.
“Bendito seas Abrahán del Dios altísimo” La primera lectura y el salmo nos permiten reflexionar sobre el sacerdocio de Cristo. Jesús es el sacerdote auténtico, verdadero mediador entre Dios y los hombres, como lo fue Melquisedec, un antiguo rey de Jerusalén. De él sólo se habla en el libro del Génesis, en un breve episodio en el cual Abrahán encuentra a Melquisedec, le ofrece pan y vino, luego recibe de éste la bendición. El autor de la carta a los Hebreos considera que Melquisedec es una figura simbólica que anticipa al Mesías y es un sacerdote más importante que Abrahán porque lo bendice. Abrahán es el padre del pueblo y de su descendencia nacen Leví y Aarón, que son los fundadores del sacerdocio levítico de Israel. Melquisedec, que lo encontramos fuera de esta dinastía, es superior a ellos, es la figura del nuevo sacerdocio, del auténtico sacerdocio realizado por Jesús: sacerdote verdadero que ofrece pan y vino, símbolos eucarísticos que son la ofrenda de sí mismo, es decir, su Cuerpo y su Sangre.
“Éste es mi cuerpo que se da por ustedes, hagan esto en memoria mía” En la segunda lectura el apóstol Pablo escribiendo a los corintios recuerda aquello que Jesús mismo hizo durante la cena pascual. Este resumen de Pablo es el primer documento escrito de la tradición
apostólica sobre la celebración eucarística y subraya: “Yo he recibido del Señor aquello que a mi vez les he transmitido”. Pablo ha transmitido a los cristianos de Corinto, aquello que había recibido sobre el Señor de la comunidad apostólica de Jerusalén que a su vez lo había recibido directamente del Señor. Este sistema de la Tradición es fundamental en la fe cristiana según el esquema de la tradición bíblica. En la noche en que iba a ser entregado Jesús tomó el pan y el vino y dijo que eran su Cuerpo y su Sangre, y la comunidad apostólica comprendió bien el valor de esta afirmación y ha repetido y enseñado a las nuevas generaciones a vivir el memorial de la salvación. También nosotros recibimos esta tradición y seguimos viviendo del sacramento del sacerdocio de Cristo.
“Tomó los cinco panes y los dos peces y pronunció sobre ellos la bendición” En el evangelio, Lucas nos narra el episodio de la multiplicación de los panes, un gesto con el cual Jesús ha anticipado el don de sí mismo en el signo del pan. Este texto sirve como catequesis de la institución de la Eucaristía, por eso dice a sus discípulos: “Denles ustedes mismos de comer”. Así pues, ellos pueden darle de comer al pueblo porque Jesús intervino con su potencia y es precisamente eso lo que sucede en la celebración eucarística: los sacerdotes consagran en nombre del poder de Cristo y de su mandamiento y pueden dar de comer a la gente, porque es Cristo quien nutre verdaderamente a su pueblo.“Todos comieron hasta saciarse”. Lo que ha hecho Jesús es un signo que se realiza en nuestra experiencia litúrgica, el alimento eucarístico sacia nuestra hambre, satisface nuestro deseo, realiza nuestras esperanzas. Ésta es la necesidad de cada uno de los cristianos: comer del pan eucarístico y satisfacer las necesidades espirituales. abril / junio - 2016 - Vida pastoral no 162
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Guías homiléticas 5 de junio X DOMINGO ORDINARIO 1R 17, 17-24 / Sal 29 / Ga 1, 11-19 / Lc 7, 11-17 Del Evangelio según san Lucas “Jesús se dirigió a un pueblo llamado Naín, cuando llegó al pueblo, sacaban a enterrar a un muerto: era el hijo único de su madre, que era viuda, Al verla, el Señor se compadeció, se acercó y tocó el féretro. Dijo Jesús entonces: ‘Joven, yo te lo mando, levántate’. Se incorporó el muerto y se puso a hablar. Y Jesús se lo entregó a su madre” (Lc 7, 11-17).
Palabra del Señor
DIOS DE LA VIDA Y NO DE LA MUERTE
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espués del tiempo de Pascua y celebradas las solemnidades del Señor, la Santísima Trinidad y el Cuerpo y Sangre de Cristo, retomamos el tiempo Ordinario de las lecturas. La liturgia nos propone reflexionar con la lectura semicontinua del evangelio de Lucas.
“Te ruego que hagas volver a la vida a este niño” La primera lectura, del Primer libro de los Reyes, narra un episodio paralelo al Evangelio: el profeta Elías regresa la vida a un niño que había muerto, hijo de una viuda. Esta mujer había recibido al profeta, le había dado de comer cuando él estaba huyendo, había compartido con este extranjero su último grano de harina. Cuando lo hospedaba en su casa, su hijo muere. La mujer tiene la impresión de que el profeta ha sido la causa de la muerte del niño. Por ese motivo, Elías quiere mostrar que él es servidor de un Dios viviente, que no lleva a la muerte sino que está en capacidad de dar la vida. Por esa razón Elías, en su oración, se lamenta con el Señor y le pide que dé la vida y no la muerte. Y el Señor escuchó la oración de Elías y el niño regresó a la vida. Así la mamá del niño reconoce que Elías es verdaderamente un hombre de Dios y que la Palabra del Señor en la boca de Elías es la verdad. Con este texto podemos leer el evangelio. Elías reanima el niño con un gran esfuerzo, después de una intensa oración. En cambio Jesús con un sencillo mandato ordena y realiza, porque Jesús es el Señor de la vida.
“El Evangelio anunciado por mí no es de orden humano” En Gálatas, Pablo menciona que su predicación y su propia existencia es obra de Dios, por ello, se expresa con las siguientes palabras: “Dios me 38
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eligió desde el seno materno, y por su gracia me llamó”, de esta manera nos invita a que escuchemos la voz del Señor, es decir, que a partir de la experiencia íntima con el Resucitado cambie radicalmente nuestra existencia, para lograr ser partícipes del anuncio del Reino. Pero para que este anuncio sea eficaz es necesaria la gracia de Dios que está por encima de la conducta humana. En consecuencia, el valor de quien considera a Dios como su mayor triunfo y único vencedor puede experimentar el amor de Jesucristo, así mismo, Pablo tuvo esta experiencia vital con Jesucristo, para luego servirlo con entera valentía.
“Joven, a ti te digo, levántate” En el evangelio se propone la reanimación del joven que había muerto, hijo de la viuda de Naím. Es un gesto de gran misericordia de parte del Señor quien, conmovido por el llanto de la madre, despierta al joven. Ese signo que Él ha hecho no significa que fuera cercano a aquella viuda, sino que Él ha entrado en la historia humana conmovido por la situación que vivían las gentes y tiene la capacidad de traer la vida. Pero la vida que Cristo trae no es aquella de la reanimación del cadáver sino que es otra vida: es el ofrecimiento de la vida plena. Hacer un signo prodigioso de reanimación sirve para mostrar cómo Jesús tiene el poder para dar la vida. El Dios de la vida nos compromete a los cristianos con la vida. No podemos atribuir a Dios las ideologías que siembran terror y muerte a nuestro alrededor. Pero mucho más que eso, Jesús nos da la vida eterna, que es la vida plena para el creyente.
12 de junio XI DOMINGO ORDINARIO 2S 12, 7-10.13 / Sal 31 / Ga 2, 16.19-21 / Lc 7, 36-8,3 Del Evangelio según san Lucas “En aquel pueblo había una mujer pecadora; al enterarse de que Jesús estaba comiendo en casa del fariseo, tomó un frasco de perfume, se colocó detrás de Él, a sus pies, y se puso a llorar. Sus lágrimas empezaron a regar los pies de Jesús y ella trató de secarlos con su cabello. Luego le besaba los pies y derramaba sobre ellos el perfume” (Lc 7, 36-8, 3).
Palabra del Señor
DIOS SE MANIFIESTA EN LA MISERICORDIA Y EL PERDÓN
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n este año de la Misericordia, los textos de este día nos permiten contemplar el amor y la misericordia del Padre para con las personas.
“También Dios perdona tu pecado, no morirás” La primera lectura nos ofrece un paralelo con el evangelio. Presenta la historia de David, rey según el corazón de Dios, escogido como soberano de Israel, vencedor de los enemigos, sin embargo también él es un pecador. Una vez que alcanzó su posición de monarca se olvidó del Señor y cayó víctima del instinto. Ha tomado para sí una mujer casada y cuando supo que esperaba un niño suyo, organiza una batalla para hacer morir al legítimo esposo de esta mujer. El Señor conoce la historia de David y envía a Natán que le cuenta una historia, como ha hecho Jesús con Simón, sin caer en la cuenta David que hablaba de él. Pero David no reacciona con prepotencia sino con humildad: “He hecho lo que no agrada al Señor” y Natán responde: “El Señor ha perdonado tu pecado, tú no morirás”. Acerquémonos al Señor y con humildad digamos como el salmista: “Lava, Señor, mi culpa y mi pecado”. Reconozcamos cada día la necesidad de ser perdonados, bajándonos del pedestal de nuestro orgullo y cayendo de rodillas ante el Señor.
“El Hijo de Dios me amó y se entregó por mí” En la segunda lectura, Pablo de perseguidor se ha convertido, por la misericordia de Cristo, en un apóstol del Evangelio. Por tal motivo pudo afirmar: “He sido crucificado con Cristo y ya no soy yo quien vive sino Cristo quien vive en mí”. Pablo enseña la manera cómo esto ha podido suceder en él y cómo puede suceder también
en los demás: unirse a la pasión de Cristo para ser perdonados; gracias al sacrificio de Jesús todos hemos recibido el perdón de nuestros pecados y hemos recibido la gracia de la redención. El Apóstol es la prueba del amor infinito de Dios y su misericordia que no es genérica sino personal. Por eso Pablo afirma: “Él me ha amado hasta entregarse por mí”. Eso lo podremos decir también nosotros si miramos nuestra vida como una historia de misericordia de parte de Dios.
“Tu fe te ha salvado, vete en paz” Siguiendo con la lectura del evangelio según Lucas, se propone el episodio del encuentro de Jesús con la mujer pecadora en la casa del fariseo Simón. Jesús era amigo de todos, también de los fariseos e iba a almorzar con ellos. Es, precisamente, en esa ocasión cuando sucedió algo inesperado: una mujer que no había sido invitada entra, se pone a los pies de Jesús y empieza a llorar, hasta el punto de bañar los pies de Jesús con sus lágrimas. No hay palabras, sólo un hecho extraño que pone en aprietos a Simón que piensa para sí mismo que esta mujer era inoportuna, no debió haber entrado y que Jesús, si realmente fuera profeta, sabría quién era ella y no debería haberse dejado tocar. Simón tiene una religiosidad superficial, fría, convencido que es justo porque trata con educación al Señor y respeta todas las leyes. La mujer, a pesar de sus pecados, ha amado mucho, se ha involucrado realmente con su Salvador, lo quiere mucho, con todo el corazón, porque ha entendido que el Mesías es aquel que le puede dar una vida nueva si reconoce el mal que ha hecho. Es una historia de misericordia para muchos que hoy quieren seguir ejerciendo el papel de Simón frente a quienes quieren acercarse a Jesús.
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Guías homiléticas 19 de junio XII DOMINGO ORDINARIO Za 12, 10-11; 13,1 / Sal 62 / Ga 3, 26-29 / Lc 9, 18-24 Del Evangelio según san Lucas “Un día Jesús preguntó: ‘Según el parecer de la gente, ¿quién soy yo?’. Ellos contestaron: ‘Unos dicen que eres Juan Bautista, otros que Elías, y otros que eres alguno de los profetas que ha resucitado’. Entonces les preguntó: ‘Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?’. Pedro respondió: ‘Tú eres el Cristo de Dios’” (Lc 9, 18-24).
Palabra del Señor
ME MIRARÁN A MÍ, A QUIEN TRASPASARON
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a liturgia de la Palabra de este domingo nos invita a hacer una pausa de contemplación y preguntarnos: ¿cómo entendemos el mesianismo de Jesús? Y ¿qué consecuencias trae para mi seguimiento de Cristo?
“Llorarán como se llora a un primogénito” La primera lectura nos propone un texto antiguo que la comunidad cristiana leyó precisamente en perspectiva mesiánica, es decir, leyendo en él a Cristo que sufre. El profeta Zacarías habla de un personaje traspasado. Este texto es citado por el evangelista Juan (cf. Jn 19, 37). Quien ha sido traspasado es el Mesías, el Ungido, el Consagrado. El texto del profeta hace referencia a un episodio antiguo, la muerte del rey Josías, un rey bueno, reformador, que había trabajado para restaurar la religiosidad yahvista en Israel; sin embargo, murió en una batalla y su muerte fue el inicio del desastre para Israel. El profeta recuerda ese episodio y anuncia un rey futuro que también será traspasado por el cual habrá un gran lamento y es Dios mismo quien recibe esa afrenta: “Me mirarán a mí, a quien traspasaron”. Pero también hay una promesa, Dios se compromete a darnos un espíritu de gracia y consuelo. Según las Escrituras, Jesús entendía que su fin sería aquél: ser traspasado, pero de allí saldría una fuente de gracia y consuelo para la humanidad.
“Se han revestido de Cristo” En la segunda lectura, Pablo continúa iluminando la doctrina de la justificación o salvación que se alcanza por la fe en Cristo. Esta adhesión vital a Cristo nos enriquece tanto que el mismo Pablo llega a decir: “Todos son hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús; pues cuantos en Cristo han sido bautizados, de Cristo se han revestido” (26-27). Por tal motivo, el bautismo es el sacramento de esta fe cristiana. Al decir que 40
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se “reviste” de Cristo no quiere expresar un efecto de mero revestimiento externo; sino que quiere indicar la unión vital, intima, entrañable con Cristo. Unión tan real que me hace hijo de Dios. La fuerte personalidad del Hijo de Dios puede enriquecernos con su divina filiación, no anulando, sino dignificando nuestra mísera condición.
“El Cristo de Dios” El evangelio según Lucas nos propone un texto clásico y famoso, centro de toda la narración de los sinópticos, es la así llamada profesión de fe de Pedro. Este suceso se da en un momento de oración, cuando Jesús se encontraba en un lugar solitario orando. En este clima de retiro espiritual, Jesús hace a los discípulos una pregunta crucial: “¿Ustedes quién dicen que soy yo?”. La gente tenía ya unas opiniones sobre Jesús, pero la pregunta se dirige particularmente a los discípulos que ya lo conocían bien. Por eso Pedro respondió: “El Cristo de Dios”. Pero lo que más interesa es la segunda parte del texto, porque esta profesión de fe no es el objetivo sino un punto necesario de pasaje que debe mirar a otra dimensión. De hecho Jesús ordenó no decirlo a nadie, porque no se puede hablar del Mesías si no se ha entendido bien qué es lo que hace el Mesías. Y es precisamente el gran límite de Pedro y los discípulos que no han aceptado la idea de un Mesías que sufre. Jesús decía: “El Hijo del hombre debe sufrir mucho… y si alguno quiere venir detrás de mí, diga no a sí mismo”. Quien está dispuesto a perder la vida por seguir a Jesús, éste salvará su propia vida. Es decir, al centro de la predicación de Jesús está la imagen del Mesías humillado y ofendido. Muy diferente a la opción que en algunas oportunidades se hace por Jesús para nadar en riquezas y comodidades.
26 de junio XIII DOMINGO ORDINARIO 1R 19, 16b. 19-21 / Sal 15 / Ga 5, 1. 13-18 / Lc 9, 51-62 Del Evangelio según san Lucas “Como ya se acercaba el tiempo en que sería llevado al cielo, Jesús emprendió el camino a Jerusalén. Mientras iban de camino, alguien le dijo: ‘Maestro, te seguiré adonde vayas’. Jesús le contestó: ‘Los zorros tienen cuevas y las aves tienen nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde recostar la cabeza’” (Lc 9, 51-62).
Palabra del Señor
MI HEREDAD ES EL SEÑOR, NO PUEDO VACILAR
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n este domingo podemos reflexionar sobre nuestra decisión de seguir a Cristo y su Palabra. Hay muchos motivos para desistir en nuestro camino y muchas personas que con sus comentarios nos desaminan en la fe. Pero hoy es un buen día para que podamos descubrir quién es realmente el Maestro y su propuesta de vida y nos animemos a seguirlo, pues en Él encontramos la vida.
“Se levantó y se puso a su servicio” La primera lectura nos ofrece un ejemplo de vocación: el profeta Elías llama a Eliseo como su colaborador con vistas a dejarlo en su puesto. Eliseo estaba arando como un rico propietario de un terreno que tenía doce yuntas de bueyes delante de sí. Elías pasó a su lado y le echó encima el manto, gesto simbólico con el que quiere indicar que lo tomó bajo su protección, le pide convertirse en parte de su cuerpo y de su misión. Eliseo abandona los bueyes y corre detrás de Elías. Con la yunta de bueyes ofreció un sacrificio haciendo fuego con los maderos de sus herramientas, con este signo pone fin a su trabajo anterior y comienza una vida nueva: “Se levantó y marchó tras Elías, entrando a su servicio”. Es la imagen de un discípulo decidido que cierra una parte de la vida y está dispuesto a seguir al maestro. Así mismo Jesús en el evangelio pide a sus discípulos una decisión fuerte para seguirle.
“Manténganse firmes y no se dejen oprimir por el yugo de la esclavitud” San Pablo, en la segunda lectura, fija el criterio para “decidir” cómo llevar una vida ética que guíe el comportamiento humano: “Sírvanse por amor los unos a los otros”. La carta que estamos leyendo está dirigida a la comunidad de Galacia que tenía dificultades para vivir en armonía, pues no sabía “decidirse” entre la novedad de Cristo o seguir las tradiciones judías. El
Apóstol afirma “decididamente” el principio de libertad y el criterio de la caridad: “Si se muerden y devoran mutuamente” pierde toda la humanidad. La moral cristiana tiene como fundamento la gratuidad que no busca ventajas personales sino el bien del otro y de la comunidad, sobre todo cuando el otro es pequeño, indefenso, pobre y sin voz. ¿Quién puede hoy no tener voz? La naturaleza misma ofendida por la contaminación, por la explotación excesiva de sus recursos, sacrificada por intereses económicos que no tienen ningún escrúpulo para cavar con ella. Es necesario mantener firmes nuestras convicciones: creemos en Cristo y luchamos cada día por un mundo mejor.
“Tomó la decisión de ir a Jerusalén” Jesús le dio a los apóstoles la indicación principal sobre la propia misión mesiánica, precisando que Cristo deberá morir. A esta altura de la narración de san Lucas hay un giro en el ministerio. El versículo inicial de este texto constituye el punto de “cambio de situación” de la narración: “Sucedió que como se iban cumpliendo los días de su asunción, Él se afirmó en su voluntad de ir a Jerusalén y mandó mensajeros delante de sí”. Pero la frase que tiene más fuerza es: “Él se afirmó en su decisión”. Habría podido detenerse en Galilea, escoger otros caminos, pero aún sabiendo que iba a morir es coherente y decide cumplir la voluntad del Padre. Hay también algunas escenas de vocación: “Te seguiré a donde vayas”, se escucha decir. Sin embargo, Jesús advierte que no es fácil seguir al Hijo del hombre porque no tiene un “ambiente seguro”, cómodo, donde acoger a quien quiere seguirle. Quien decide seguir a Jesús debe tener la valentía y la decisión de ir adelante, si alguien mira hacia atrás no está preparado para el Reino de Dios. Jesús está decidido y pide a quien lo sigue la misma determinación. abril / junio - 2016 - Vida pastoral no 162
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Biblia
LA
MEN isericordia LAS Comunidades
Por: P. Danilo Medina, ssp danilo.medina.
PAULINAS
El tema de la misericordia no es ajeno a la enseñanza paulina, y menos aún a la práctica de vida cristiana en las comunidades fundadas o acompañadas espiritualmente por Pablo; sin embargo, el Apóstol tiene muy claro que la fuente misma de la misericordia no puede ser otra que Dios mismo: “Dios rico en misericordia, por el inmenso amor con que nos amó, nos dio vida juntamente con Cristo…” (Ef 2, 4). A partir de esta certeza es fácil de entender la concreción y las consecuencias prácticas de experimentar el amor misericordioso de Dios en las relaciones de fraternidad que distingue a sus comunidades. 42
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Trasfondo veterotestamentario: Contrario a lo que podría pensarse, el concepto de la misericordia aplicado a Dios no es exclusivo del Nuevo Testamento; de hecho, ya el pueblo de Israel había entendido que el Dios de su fe, el Dios de la Alianza, era fundamentalmente un Dios misericordioso: en efecto, “El Padre, «rico de misericordia» (Ef 2, 4), después de haber revelado su nombre a Moisés como «Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira, y pródigo en amor y fidelidad» (Ex 34, 6) no ha cesado de dar a conocer en varios modos y en tantos momentos de la historia su naturaleza divina” (Misericordiae Vultus, 1). Varios textos del Antiguo Testamento habían ya presentado como nota típica y representativa de Dios el hecho de ser misericordioso, como bien lo hace notar el papa Francisco: “«Paciente y misericordioso» es el binomio que a menudo aparece en el Antiguo Testamento para describir la naturaleza de Dios. Su ser misericordioso se constata concretamente en tantas acciones de la historia de la salvación donde su bondad prevalece por encima del castigo y la destrucción. Los salmos, en modo particular, destacan esta grandeza del proceder divino: «Él perdona todas tus culpas, y cura todas tus dolencias; rescata tu vida del sepulcro, te corona de gracia y de misericordia» (Sal 103, 3-4). De una manera aún más explícita, otro salmo testimonia los signos concretos de su misericordia: «El Señor libera a los cautivos, abre los ojos de los ciegos y levanta al caído; el Señor protege a los extranjeros y sustenta al huérfano y a la viuda; el Señor ama a los justos y entorpece el camino de los malvados» (Sal 146, 7-9). Por último, he aquí otras expresiones del salmista: «El Señor sana los corazones afligidos y les venda sus heridas […] El Señor sostiene a los humildes y humilla a los malvados hasta el polvo» (Sal 147, 3.6). Así pues, la misericordia de Dios no es una idea abstracta, sino una realidad concreta con la cual Él revela su amor, que es como el de un padre o una madre que se conmueven en lo más profundo de sus entrañas por el propio hijo. Vale decir que se trata realmente de un amor “visceral”. Proviene desde lo más íntimo como un sentimiento profundo, natural, hecho de ternura y compasión, de indulgencia y de perdón” (Misericordiae Vultus, 6).
Biblia Precisamente ese aspecto “visceral” de la misericordia divina que señala el Papa, lo encontramos en las dos imágenes que usa el profeta Oseas para referirse a Dios y su amor entrañable: lo presenta como una madre que se inclina para amamantar a su criatura, o que la toma de la mano para enseñarle a dar los primeros pasos (cf. Os 11); y también lo describe como esposo fiel, el amor primero pero traicionado por la esposa-pueblo (y humanidad entera en dicho pueblo representado), que contrario a las tradiciones e incluso leyes estipuladas en la Torá para dichos casos de infidelidad, hace posible lo imposible: sale de nuevo al encuentro de su amada infiel, la lleva otra vez al desierto, donde nació su mutuo amor (Alianza), y se propone reconquistarla hablándole con ternura al oído, y uniéndola de nuevo a Él con lazos de ternura y amor (cf. Os 2). Los salmistas, como intérpretes de la fe de todo un pueblo, supieron plasmar en sus poemas y oraciones, la certeza de la infinita misericordia de Dios: “«Eterna es su misericordia»”: es el estribillo que acompaña cada verso del salmo 136 mientras se narra la historia de la revelación de Dios. En razón de la misericordia, todas las vicisitudes del Antiguo Testamento están cargadas de un profundo valor salvífico. La misericordia hace de la historia de Dios con su pueblo una historia de salvación. Repetir continuamente “Eterna es su misericordia”, como lo hace el salmo, parece un intento por romper el círculo del espacio y del tiempo para introducirlo todo en el misterio eterno del amor. Es como si se quisiera decir que no sólo en la historia, sino por toda la eternidad el hombre estará siempre bajo la mirada misericordiosa del Padre. No es casual que el pueblo de Israel haya querido integrar este salmo, el grande hallel como es conocido, en las fiestas litúrgicas más importantes” (Misericordiae Vultus, 7). Esta es la tradición bíblica que muy seguramente san Pablo conocía bastante bien, y que en buena parte estará también a la base de su enseñanza y de su propia experiencia de vida y de fe. Como todo buen judío, Pablo entendía que la misericordia de Dios se expresaba en los acontecimientos liberadores y salvíficos de la historia de su Pueblo (cf. Dt 13, 17; Sal 25, 6; Os 1, 6-7), que era la que daba sentido a la Alianza, y que tendría cumplimiento escatológico en la redención final (cf. Is 54, 8; 44
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Jr 33, 26). Dios ha tratado a su Pueblo con misericordia, pero esa misma misericordia la ha tenido también con los pueblos paganos; por lo tanto se trata de un amor de alcance universal, aunque haya empezado a manifestarse en la historia del pueblo de Israel (Cf. Rm 9,23; 11,31).
La misericordia en la enseñanza paulina1: Teniendo muy presente el carácter universal de la misericordia de Dios, tal como lo entiende san Pablo, es fácil comprender la importancia tan grande que alcanzó este concepto, y más que el concepto el contenido del mismo, tanto en la enseñanza paulina a la luz del Evangelio de Cristo, como en la vivencia práctica de las comunidades fundadas o acompañadas por el Apóstol. Convencido de haber sido elegido y enviado para la misión de evangelizar a los paganos, Pablo enseña que el misterio pascual de Cristo es expresión y fuente de la misericordia de Dios para todos los pueblos. Sin embargo, la desobediencia de Israel, al rechazar al Mesías, hizo posible que se abrieran las puertas de la salvación también a los paganos, de modo que ahora todos los pueblos quedan cobijados por la misericordia divina: Israel por ser el pueblo elegido, y “porque los dones y el llamamiento de Dios son irrevocables” (Rm 11, 29); pero también las demás naciones alcanzaron tal misericordia de Dios, gracias a la rebeldía del pueblo elegido, como escribe el Apóstol:
“Pues así como ustedes en otro tiempo fueron desobedientes a Dios y ahora han conseguido misericordia por la desobediencia de ellos, así también ahora ellos han sido desobedientes, para que con ocasión de la misericordia que les ha concedido a ustedes, también ellos alcancen misericordia. Pues Dios encerró a todos en la desobediencia, para tener misericordia de todos” (Rm 11, 30-32). Cf. MORRIS, L. “Misericordia”. En: Dizionario di Paolo e delle sue Lettere. San Paolo, Cinisello Balsamo, 1999, pp. 1012-1014.
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La misericordia se experimenta como un don y una gracia de Dios, pero luego se proyecta expresándose en actitudes muy concretas de servicio y caridad hacia los hermanos en comunidad. El mismo Pablo reconoce que su conversión a Cristo y su vocación como ministro al servicio del Evangelio es una manifestación de la misericordia de Dios (cf. 1Tm 1, 16; 1Co 7, 25; 2Co 4, 1), y por eso también puede hacer sus exhortaciones y recomendaciones a los hermanos de varias comunidades cristianas, en nombre de esa misma misericordia divida de la cual él fue objeto:
“Hermanos, les ruego por la misericordia de Dios, que ofrezcan sus cuerpos como sacrificio vivo…” (Rm 12, 1). Asimismo, reconoce que entre los diversos ministerios, carismas y servicios presentes entre los creyentes para edificar la comunidad, se encuentra el de aquel que realiza obras de misericordia, a quien Pablo le pide que las haga con alegría (cf. Rm 12, 9) En los saludos y augurios que abren y cierran sus cartas, aparece con frecuencia la idea de la misericordia divina, expresada como una bendición que se le desea a los destinatarios en general o en alguna circunstancia particular:
“Paz y misericordia a todos los que vivan conforme a esta regla y al Israel de Dios” (Ga 6, 16); “Te deseo la gracia, la misericordia y la paz de Dios Padre y de Jesucristo, nuestro Señor” (1Tm 1, 2); “Te deseo la gracia, la misericordia y la paz…” (2Tm 1, 2); “Que el Señor tenga misericordia de Onesíforo, porque muchas veces me ha reconfortado y no se avergonzó de mis cadenas… Que el Señor tenga misericordia de él en el último día…” (2Tm 1, 16.18). Incluso una gracia particular como fue la curación de Epafrodito de una grave enfermedad que padeció, es interpretada por Pablo como una clara muestra de la misericordia de Dios, no sólo hacia la persona de Epafrodito, sino también hacia el mismo Apóstol:
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“Cierto que enfermó y estuvo a las puertas de la muerte, pero Dios tuvo misericordia de él; y no sólo de él, sino también de mí, para que no tuviese yo tristeza sobre tristeza.” (Flp 2, 27). La misericordia en la vivencia comunitaria Entre los varios textos de las cartas atribuidas al apóstol Pablo, encontramos algunos compendios o sumarios de vida cristiana en comunidad; es decir, una especie de códigos de virtudes que deben cultivarse en comunidad para una sana convivencia, acorde a los valores del evangelio cristiano, presentados a modo de exhortación. Uno de ellos, de singular belleza y muy pertinente en cuanto se refiere al tema de la misericordia, lo encontramos en Colosenses 3, 8-142:
Ahora, pues, dejen todo eso: la ira, el rencor, la malicia, los insultos y las groserías. 9 No se engañen unos a otros, pues se han despojado del hombre viejo con su manera de actuar, 10para revestirse del hombre nuevo, que se renueva sin cesar a imagen de su Creador hasta adquirir el conocimiento perfecto. 11Ya no hay distinción entre griego y judío, circunciso o incircunciso, extranjero o ignorante, esclavo o libre, sino que Cristo es todo en todos. 12 Ustedes, por lo tanto, como elegidos de Dios, santos y amados, revístanse de entrañas de misericordia, de bondad, de humildad, de mansedumbre y de comprensión. 13 Sopórtense unos a otros y perdónense si alguno tiene queja contra otro. Del mismo modo que el Señor los perdonó, así también ustedes deben perdonarse. 14Pero, por encima de todo, tengan amor, que es el lazo de la perfección. 8
2 Cf. RIVAS, L. H. La Misericordia en las Sagradas Escrituras. Paulinas, Bogotá, 2016, pp. 73-75.
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En el contexto de una catequesis paulina acerca de la vida nueva en Cristo, el Apóstol (o quien en su nombre) ofrece estas recomendaciones a sus destinatarios, invitándolos a hacer concreto el proyecto de “hombre nuevo” inaugurado por el misterio pascual de Cristo (cf. Ef 4, 22-24; 1Co 15, 45-47). Y la novedad de la fe cristiana pasa necesariamente por la práctica de ciertas virtudes y actitudes en la convivencia interpersonal. Misericordia y amor son los valores fundamentales que califican la identidad de los discípulos de Jesús. Revestirse de entrañas de misericordia es el gran desafío y programa de vida fraterna, que garantizará una vida comunitaria vivida en serenidad, en justicia y en coherencia con la vocación cristiana. Esta exhortación paulina, en su contenido esencial coincide con las recomendaciones que el mismo Apóstol dirige a sus hermanos en las diversas comunidades, como aquel de la Carta a los Romanos:
“Que su amor sea sincero. Odien el mal y abracen el bien. Ámense de corazón unos a otros, como buenos hermanos; que cada uno ame a los demás más que a sí mismo…” (Rm 12, 9-10). Y poco más adelante en la misma carta insiste:
“No deban nada a nadie; ámense unos a otros, pues el que ama al prójimo ha cumplido la ley…” (Rm 13, 8). A los hermanos de Corinto, aquejados por tantas divisiones y conflictos, no se cansa de aconsejarlos:
“Hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, les ruego que se pongan de acuerdo y que no haya divisiones entre ustedes, sino que conserven la armonía en el pensar y en el sentir.” (1Co 1, 10). Y en esa misma Carta, el Himno al Amor (cap. 13) sobresale en el contexto de los carismas para la edificación de la comunidad, como el programa e itinerario de vida y sello de garantía y autenticidad de la vida cristiana. En la Carta a los Gálatas, al referirse también a la vida nueva típica de los creyentes, Pablo advierte que los frutos del Espíritu Santo en las personas que han optado por Cristo son:
“amor, alegría, paz, generosidad, benignidad, bondad, fe, mansedumbre…” (Ga 5, 22-23). Asimismo, la comunidad cristiana de Filipos, aunque había sido una iglesia muy fecunda en actitudes de solidaridad y caridad, recibe del Apóstol constantes exhortaciones a conservar la armonía y la unidad, teniendo como modelo supremo al propio Jesús, quien se humilló y se entregó por amor, de ahí el desafío que les lanza a “procurar tener los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús” (Flp 2, 5). Las comunidades paulinas, acogiendo las enseñanzas y ejemplos del Apóstol, supieron poner en práctica y demostrar en la vivencia cotidiana la validez y urgencia de la caridad y la misericordia, como expresiones auténticas de la fe en Cristo, y por eso llegaron a ser modelo para todos los creyentes de su tiempo, y de todos los tiempos (cf. 1Ts 1, 2-3.6-8; 2Ts 1, 3-4). El Año Jubilar de la Misericordia nos da la oportunidad de actualizar en los contextos de nuestras propias comunidades cristianas de este inicio del tercer milenio las exhortaciones de san Pablo, y la manera como fueron recibidas y practicadas dichas exhortaciones por parte de sus comunidades en su vida fraterna en comunidad, bajo el signo de la misericordia.
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Eclesiología Por: Constanza Moya
mariaconstanza.moyaalvarez
Lo que parecía un sueño, es ahora realidad: una reunión entre hermanos, el Papa y Obispo de Roma y el Patriarca de Moscú y toda Rusia, encuentro que Juan Pablo II quisiera realizar en Austria, entre 1996 y 1997, pero que no lograra concretar, y cuyas bases dejara sentadas Benedicto XVI. Este sueño se realizó en un lugar que quizá Juan Pablo II no habría contemplado como posibilidad: Cuba, un país clave para el Este y el Oeste, “la encrucijada entre el Norte y el Sur, el Este y el Oeste”. Y el anfitrión, Raúl Castro, un confeso ateo, propició este acercamiento, crucial para el mundo cristiano. Por todas estas condiciones, a primera vista inauditas, este encuentro, tal como lo señalara el Papa Francisco, obedeció a la voluntad de Dios.
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FRANCISCO Y KIRILL, LA REUNIÓN DE DOS HERMANOS uperando numerosos obstáculos y siglos de división, el Sumo Pontífice y el Patriarca de la Iglesia Ortodoxa Rusa firmaron una bellísima y cálida declaración de fraternidad, que iniciaron dando gracias a Dios, y la cual responde a la necesidad de colaboración entre católicos y ortodoxos, “que deben estar siempre preparados para responder a cualquiera que les pida razón de la esperanza”.
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En un gesto de humildad y de hermandad los máximos representantes de la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa admitieron las heridas causadas por los conflictos del pasado , las disputas vividas en el viejo mundo y la división ocasionada por la debilidad humana y el pecado, y se propusieron ser testimonio verdadero del Evangelio, de la unidad mandada por Dios y esperanza de las personas de buena voluntad, quienes, como se afirma en la declaración, esperan además de palabras, acciones concretas. Indudablemente, la reunión entre el Papa Francisco y el Patriarca Kirill es ya una acción concreta que permite vislumbrar un cambio en la cristiandad, la cual responde a la necesidad apremiante de luchar por todos los cristianos perseguidos en el mundo, sobre todo en África y Medio Oriente, y en contra de un secularismo agresivo que coarta la libertad religiosa y no respeta las raíces cristianas del continente.
La declaración es una iniciativa de reconciliación entre cristianos ortodoxos y católicos, para llevar juntos el Evangelio a todo el mundo, principalmente a aquellos que no conocen a Cristo. El Sumo Pontífice declaró que se trata de caminar juntos en la vía de la unidad. Vale decir que el Papa Francisco reiteró, en su discurso durante el vuelo Cuba-México que, con el patriarca Kirill, elaboraron un programa de posibles actividades comunes “porque la unidad se hace caminando”, y agregó: “que al menos cuando el Señor venga nos encuentre caminando”. Unidos por el Bautismo, católicos y ortodoxos, estamos llamados a ser testimonio del amor de Cristo, lo cual exige juntar acciones en contra de aquellos males que destruyen la humanidad: el terrorismo, la guerra, la persecución religiosa, la destrucción del medio ambiente, la pobreza extrema, sumados a otros como el deterioro de la familia, la eutanasia y el aborto. Francisco y Kirill han hecho un llamado, mediante su declaración, a que el mundo cristiano se una, tanto en acciones concretas por la paz mundial y la unidad,
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Eclesiología
“La vida religiosa, como profecía del mundo futuro, está llamada a ofrecer en nuestro tiempo el testimonio de esa comunión en Cristo que va más allá de toda diferencia, y que está hecha de decisiones concretas de acogida y de diálogo” Papa Francisco como en oración para que el Señor guarde su creación de la destrucción, convencidos de que católicos y ortodoxos tienen la misión de ser anunciadores de la Salvación y testigos de la auténtica libertad y de la verdad. El Papa y el Patriarca han reconocido el protagonismo de los jóvenes en el anuncio del Evangelio y, repitiendo el llamado que ya les hiciera el Sumo Pontífice, los instaron a ir contracorriente, defendiendo la verdad de Dios. Son ellos el futuro, en sus manos está continuar con la reconciliación y con la unión, y seguir enfrentando el mundo secularizado y el relativismo moral que han repercutido en el deterioro de las sociedades y de la humanidad en general.
La declaración conjunta empieza y culmina en la esperanza, es decir, tiene su asidero en la fe en Cristo, fuente de alegría, “que transfigura la vida del ser humano y la llena de significado”, en quien cristianos y ortodoxos permanecemos ya unidos. 50
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EL ENCUENTRO EN CUBA QUE CAMBIA LA HISTORIA Una primera explicación la encontramos en el lugar: Cuba, declaró el metropolita Hilarion, negociador de la parte rusa, significa Mundo Nuevo. El nuevo estado de las relaciones nace de las grandes preguntas del mundo, como la persecución de los cristianos. Ya no se trata de una cuestión entre rusos y polacos, de luchas en el Este europeo: el mundo grande y turbulento desafía a las Iglesias. Los líderes de las dos iglesias tradicionales más grandes, la católica y la rusa, no pueden no hablarse. Desde siempre ha sido la posición del Papa Francisco, quien ha expresado su voluntad de encontrarse con el Patriarca.
Una segunda explicación pertenece al interior de la Iglesia rusa. Kirill, quien como metropolita ha mantenido la relación con Roma y conoce bien el catolicismo, no quiere dividir su Iglesia. Patriarca desde 2009, ha renovado el episcopado con muchos nombramientos. Ahora han disminuido los opositores en el encuentro con el Papa. Ha introducido sustanciales reformas, pero enfrenta graves problemas: la guerra en Ucrania (que hace parte de su Iglesia, donde varios ortodoxos no reconocen al Patriarca ruso). Hoy es el tiempo del encuentro. Kirill lo sabe y da un paso que hace tiempo quería dar.
Está, luego, la profunda necesidad de restablecer la comunión o, al menos, de hablarse, inherente a la vida de la Iglesia. El mundo globalizado, en ciertos aspectos, se une: la distancia entre las Iglesias es un sin sentido, más aún, un escándalo. En mayo, las Iglesias ortodoxas se reunirán en Creta, en un gran Concilio, acontecimiento histórico preparado por más de medio siglo. Este evento ha apresurado la decisión de Kirill de encontrarse con el Papa. Por otra parte, el Patriarca, de joven
fue discípulo del metropolita ruso Nikodim, hombre de unidad. Paseando con él en la Plaza de San Pedro en 1978, el metropolita dijo al joven Kirill, indicándole la basílica: “En el 2000, con los católicos, estaremos unidos”. Andrea Riccardi, Familia Cristiana
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Cultura Por: Constanza Moya
mariaconstanza.moyaalvarez Por: Constanza
Moya
EL CUIDADO DE LA TIERRA
País: Colombia | Año: 2015 | Director: Ciro Guerra | Guion: Ciro Guerra y Jacques Toulemonde Vidal | Actores: Antonio Bolívar, Jan Bijvoet, Brionne Davis y Nilbio Torres | Duración: 122 min
Para cuando haya salido esta revista al público, ya sabremos si la película colombiana, dirigida por Ciro Guerra, El abrazo de la serpiente, logró el Premio Óscar a la mejor película en lengua extranjera. Con o sin Óscar, la película ha dado mucho de qué hablar y seguirá dando, y no es para menos. Su tema y el manejo del mismo, la fotografía, el sonido, que logra transportarlo a uno al centro del Amazonas, son, entre otros, ingredientes que la hacen merecedora de todo tipo de comentarios y elogios. Vale decir que esta película ganó también el Premio Art Cinema en la sección Quincena de Realizadores del Festival de Cine de Cannes 2015. Todo esto constituye razón suficiente para no pasar por alto este gran logro del cine colombiano. 52
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he Hollywood Reporter se refirió a la película como una “exploración visualmente fascinante del hombre, la naturaleza y los poderes destructivos del colonialismo”. A partir de los diarios de viaje al Amazonas de los exploradores Theodor Koch-Grunberg, etnólogo alemán que contribuyó al reconocimiento de las tribus de la región, y del estadounidense Richard Evan Schultes, un botánico que documentó las propiedades alucinógenas de algunas
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plantas, se elaboró la narración que cuenta la historia de un expedicionario que padece una extraña enfermedad curable solamente por una planta sagrada, en cuya búsqueda lo acompaña Karamakate, un indígena, último miembro de su tribu, que se ha sometido a un aislamiento voluntario al interior de la selva. Una segunda historia, como la imagen que se multiplica de un espejo, se proyecta en la persona de otro expedicionario, que continúa la búsqueda de su antecesor y desemboca sin saberlo en el mismo Karamakate, décadas después. La búsqueda es la misma: una planta sagrada de la cual depende la vida y, por tanto, los sueños. Más allá de narrar un viaje inagotable y misterioso en busca de la yakruna, y más allá de ser un viaje a la enigmática profundidad del Amazonas, o la puesta en escena del poder destructivo del colonialismo y la resistencia del indígena al hombre blanco, la película aborda un tema universal: la necesidad de un intercambio generoso entre dos mundos por el cuidado de esta tierra. Karamakate, celoso de su cultura y de su territorio, se niega en principio a servir de guía al expedicionario alemán, sin embargo, el acompañante de éste, otro indígena liberado de la esclavitud por el investigador, reclama la necesidad de que un hombre influyente en la cultura del “blanco”–en particular en el campo científico–, tenga acceso y logre penetrar el misterio del Amazonas para que lo pueda dar a conocer y hacer respetar. Este personaje secundario encarna la sabiduría del equilibrio, mientras que Karamakate, protagonista, tiene que hacer un largo y penoso viaje para descubrir que lo mejor para ambos mundos es develar algo del misterio de su mundo y abrirse hacia esa cultura que ignora, que resiste y que, al mismo tiempo, rechaza. El universo ha sido dado al ser humano para que lo domine y lo cuide, pero éste se ha olvidado de lo segundo. En su afán por dominar y apoderarse de lo que solamente ha recibido a su cuidado y para sobrevivir en
su paso por este mundo, la especie humana ha ocasionado terribles masacres y devastaciones como aquellas causadas por la fiebre del caucho en el Amazonas y por la conquista. En la película de Ciro Guerra sale a relucir la tensión permanente entre dos mundos, la cual se presenta de dos maneras: aquella que procede de la colonización (el sometimiento y la barbarie) y que es materia de discusión en el ámbito académico, y otra, resultado de una relación entre dos tipos de ser humano: aquel que intenta penetrar hasta lo más hondo de un mundo desconocido para participar de su misterio y otro que no quiere develar su misterio y rechaza por principio el enigma del que viene de afuera. El abrazo de la serpiente llama la atención sobre un diálogo necesario entre dos culturas que tienen mucho que perder si no logran establecer un acuerdo. Y lo que se pierde es nada más y nada menos que la tierra misma. En una escena que despliega lo grotesco y lo absurdo del ser humano, la película representa lo peor de ambos mundos. Una secta religiosa, cuyo guía o pastor, se hace llamar el “mesías”y se muestra como el salvador de los indígenas, alberga a los más vulnerables, aquellos que no han logrado un asidero en esta tierra, no importa si son indígenas o colonos. Un hombre oportunista somete a “sus fieles” de una manera muy astuta: sin armas, sin maltrato físico evidente, sino con la astucia de la palabra. El resultado: un universo decadente en el cual las personas se abandonan a su propia irracionalidad. No se necesita ser de un mundo o de otro para caer en aquella burda trampa del inmediatismo que hace aflorar las inclinaciones más bajas del ser humano. La película, entonces, parece querer mostrar que ningún mundo es mejor que otro, que ambos pueden ser decadentes o prósperos desde su perspectiva particular, y se pueden unir para la devastación de sí mismos y de la naturaleza circundante o para el propio progreso y reverdecimiento del hábitat que los cobija.
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En librería DE Abril A Junio LEEMOS
EL RECOMENDADO ES... DIOS NOS ESPERA SIEMPRE Bruno Maggioni Este libro ofrece una clara y sistemática comprensión de lo que significan el pecado y la conversión. Su lectura resulta muy pertinente en este Año Jubilar de la Misericordia. A partir de una investigación histórica formula las distintas comprensiones que se han tenido del pecado y la conversión en la historia de la salvación.
pensamientos, cierra los ojos a la relación con Dios y no escucha su Palabra, pero cuando Dios se le revela puede ser a través del mismo sufrimiento que le traen sus actos, como ocurre con el hijo pródigo, entonces tiene la oportunidad de verse a sí mismo como pecador y, por tanto, de arrepentirse y de acceder al perdón que da Dios Padre.
Su autor, Bruno Maggioni, reconocido biblista, recurriendo a fuentes bíblicas y teológicas, invita a repensar en la naturaleza del pecado, el significado del sufrimiento, las consecuencias del pecado y el proceso de conversión, para que el lector comprenda claramente qué es la redención y qué sentido tiene la entrega de Jesús en la cruz.
A lo largo de las páginas de este libro, pasamos de la comprensión del pecado a la comprensión de la conversión, hecho fundamental de la revelación cristiana, en la cual se hace factible el amor gratuito de Dios. Seguir juiciosamente este interesante estudio de Maggione ayudará a los lectores a comprender mejor cuál es el significado de una “nueva vida” para la fe cristiana. Un libro importante en este Año de la Misericordia y una valiosa herramienta para quienes desean comprender mejor y ayudar a otros a entender la relación de pecadoconversión y amor misericordioso del Padre.
En este libro, Maggione explica, paso a paso, cómo la conciencia de pecado llega a ser fruto de una experiencia de fe, esto es, de una comprensión de Dios como un Padre misericordioso. Es decir, quien peca es cegado por sus actos y
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EL AMIGO DEL CORAZÓN DE ORO Emilio L. Mazariegos Todos hemos atravesado etapas de soledad, momentos en que, desesperadamente, miramos a todos lados y nos descubrimos solos, arrojados en el mundo. La amistad verdadera nos ayuda a suavizar las heridas y a tomar aliento, a recuperar la confianza en nosotros mismos, pero nuestra limitada humanidad, una y otra vez, cuestiona la posibilidad de contar con un verdadero amigo. Rupturas, decepciones, incertidumbres, condicionan nuestras relaciones. Sin embargo, todos contamos con un amigo incondicional, que da la vida por nosotros: Jesús. Mazariegos, como siempre en una prosa cálida y muy cercana al lector, recrea la voz de Jesús, quien, a manera de carta, va narrando su vida y dilucidando el sentido de la misma, al tiempo que la ofrece a quien la quiera aceptar, como una prueba más de la incondicionalidad de su amor y de su amistad. La voz de Jesús se dirige a un interlocutor amigo que va
desglosando su mensaje y comprendiendo el sentido de la vida narrada y el inmenso valor de la amistad que le han regalado. En un diálogo fraterno el lector imaginario descubre con asombro y agradecimiento la humildad y grandeza del amigo que nunca falla. Poco a poco, como sucede en la amistad, se va dando, en el receptor, una trasformación que lo lleva a hacer parte de aquello que Jesús le está confiando. Un deseo inmenso de hacer parte de la vida del amigo, de estrechar cada vez más los lazos fraternos para experimentar el amor infinito que llena todo vacío, toda angustia existencial. Ese interlocutor con el cual se realiza el intercambio de misivas, puede ser el lector, cada uno de nosotros, a quien Jesús quiere hablar. Un libro para conocer a Jesús, seguir cada una de las etapas de su vida y descubrir que en cada acción suya estaba reflejado el amor que sentía por sus amigos. Estas páginas brindan consuelo en la soledad y alegría en la tristeza, cuando las relaciones no funcionan o cuando los amigos nos abandonan, pero también nos recuerdan que “no hay amor más grande que el da la vida por sus amigos” (Jn 15, 13).
CURSO BÁSICO DE PREDICADORES CATÓLICOS Juan de la cruz Marlés Rivera Talleres para la reflexión Quienes han sido llamados a trabajar en la evangelización tienen una tarea muy delicada y exigente que requiere preparación y consagración. Este libro brinda herramientas efectivas para aquellos que trabajan de manera activa en la labor evangelizadora. Se trata de un curso de formación integral para los predicadores que abarca desde la espiritualidad que deben cultivar quienes se dedican a este oficio, hasta aspectos prácticos como el dominio del público, el manejo de la voz y la planeación de los temas.
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Mariología
Las
motivaciones teológicas del culto litúrgico a la
Virgen Por: Augusto Bergamini
“En la celebración del ciclo anual de los misterios de Cristo, la santa Iglesia venera con particular amor a la Bienaventurada María Madre de Dios, unida indisolublemente a la obra de la salvación de su Hijo: en María admira y exalta el fruto más excelso de la redención, y en ella contempla, como en una imagen purísima, lo que ella misma toda entera desea y espera ser” (SC 103).
C
on este texto, rico en contenido teológico, el concilio Vaticano II habla del lugar que la Virgen Madre de Dios ocupa en la celebración del año litúrgico. El acento se pone en la centralidad y la primariedad del misterio de Cristo, de quien reciben luz y significado ya las fiestas de nuestra Madre y las de los santos. En efecto, el año litúrgico es del Señor Jesucristo, es el Señor Jesús en toda la extensión y plenitud de su misterio.
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El misterio de Cristo, sin embargo, es también indisolublemente misterio de la Iglesia, su cuerpo. Por consiguiente también la Virgen y los santos ocupan un lugar preciso en la celebración del año litúrgico y ante todo María. Celebrando los divinos misterios, la Iglesia celebra toda la obra de la salvación; celebrándola actualiza los eventos pasados y, en el “hoy cultual”, realiza la salvación de los fieles, los cuales, peregrinos en la tierra, están sin embargo orientados hacia la ciudad futura. La bienaventurada Virgen María, según el plan de Dios y en razón del misterio de Cristo y de la Iglesia, participó íntimamente en la historia de la salvación, y estuvo activamente presente, en forma diversa y admirable, en los misterios de la vida de Cristo (SC 4-5). El texto conciliar citado (SC 103) contiene cuatro motivaciones por las cuales la Iglesia venera con particular amor a nuestra Señora en el año litúrgico: porque es Madre de Dios; porque está unida indisolublemente a la obra salvadora de su Hijo; porque en María admira y exalta el fruto más excelso de la redención; porque en ella contempla, como en una imagen purísima, lo que toda ella desea y espera llegar a ser.
A) La Virgen Madre de Dios Todas las iglesias de Oriente y de Occidente se han complacido siempre en honrar a la Madre de Dios, la Theotokos. Con las primeras fiestas que la tradición litúrgica recuerda, colocadas en torno a la Navidad y el 15 de agosto, la Iglesia ha celebrado sobre todo la maternidad divina de María. A partir del concilio de Éfeso (431), el culto del pueblo de Dios hacia María creció admirablemente en veneración y amor, en oración e imitación, venerándola como Madre de Dios (cf. LG 66). La maternidad divina, en efecto, está en el origen de todos los privilegios de María.
Mariología
B) María unida indisolublemente a la obra salvadora de su Hijo
Esta dignidad es única: la Virgen concibió y dio a luz al Verbo de Dios según la carne, por eso puede ser llamada con toda verdad Madre de Dios. Ella no es solamente Madre del cuerpo de su Hijo, sino que es con pleno título la Madre de su Hijo, Madre de este Hijo que es Dios. Lo esencial de esta maternidad es la relación personal con Dios, relación que encontramos en María a un nivel único de profundidad. Ciertamente sigue siendo una relación infinitamente distante de las relaciones sustancialmente divinas que encontramos entre las personas de la Trinidad, y menos profunda que la relación de la humanidad de Jesús con el Verbo que la asume. Sin embargo, es la relación más alta que puede pensarse entre una criatura y su Creador. Nuestra Señora está, por esto mismo, por encima de toda criatura y la Iglesia la venera y la ama, actualizando las palabras proféticas: “Todas las generaciones me llamarán Bienaventurada porque el Todopoderoso ha hecho cosas grandes en mí” (Lc 1, 48).
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María, por voluntad de Dios, es inseparable de Jesucristo. Ella puede ser comprendida solamente en función de Cristo su Hijo (cf. LG 61). El vínculo que une a María con Jesús en la obra de la salvación está fuertemente expresado también en la liturgia.
• La introducción a las misas de la Bienaventurada Virgen María recuerda: Entre los hechos salvíficos, la Iglesia, al comienzo del año litúrgico celebra la obra con que Dios preparó a la futura Madre del Redentor, en la cual, después de una larga espera de la promesa se cumplen los tiempos y se instaura una nueva economía. En efecto, Dios se llegó a María con su gracia y desde el primer instante de su concepción la preservó de toda mancha de pecado, la colmó de los dones del Espíritu Santo y luego la rodeó incesantemente con su amor, realizando en ella “grandes cosas” con miras a la salvación de los hombres. La Iglesia celebra, pues, la intervención de Dios en la Encarnación del Verbo y en el nacimiento de Cristo; en su manifestación a los pastores, primicia de la Iglesia que nace de los judíos, y a los magos, primicia de la Iglesia que nace de los gentiles; y en otros episodios de la infancia del Salvador: hechos salvíficos a los cuales María estuvo íntimamente asociada. Por tanto estos formularios celebran los misterios de la infancia de Cristo y al mismo tiempo conmemoran y ponen en evidencia la participación y el lugar que en ellos ocupa su Madre. Al celebrar los hechos salvíficos realizados por Jesús durante su vida pública, en la cual Dios Padre actuó de manera admirable, la Iglesia venera precisamente a la Bienaventurada Virgen María, quien tomó parte en los misterios de Cristo. Ella “aparece claramente desde el principio, cuando en las bodas de Caná de Galilea, movida a compasión, obtuvo con su intercesión que Jesús Mesías diera inicio a los milagros. Durante su predicación acogió las palabras
con que su Hijo, exaltando el Reino por encima de las relaciones y de los vínculos de la carne y de la sangre, proclamó bienaventurados a los que escuchan y guardan la Palabra de Dios, como ella lo hacía fielmente” (LG 58). Pero la Iglesia celebra en primer lugar la obra de Dios en el misterio pascual de Cristo, y en él encuentra a la Madre íntimamente unida con el Hijo: en la pasión del Hijo la bienaventurada Virgen “sufrió profundamente con su Hijo unigénito y se asoció con ánimo maternal a su sacrificio,” (LG 58); en su resurrección fue colmada de gozo inefable; después de su ascensión al cielo, unida en oración con los apóstoles y los primeros discípulos en el cenáculo, imploró el don del Espíritu que ya antes la había cubierto con su sombra en la anunciación (nn. 7-10). La reflexión sobre la celebración de los misterios de Cristo también ha desarrollado de alguna manera la veneración hacia la Virgen Madre del Redentor.
C) En María la Iglesia admira y exalta el fruto más excelso de la redención El misterio de María, de aquella que es “objeto de todo el favor de la gracia” (Cf. Lc 1, 28), es el misterio de la iniciativa misericordiosa de Dios para la salvación del mundo. El punto de paso de Israel a la Iglesia está constituido por un germen puro, es decir, por una intervención absolutamente gratuita de Dios: este germen es María inmaculada. También ella es hija de Adán y salvada por Jesucristo, pero salvada de una manera más sublime, preservada del pecado original, en su concepción, en previsión de los méritos de Jesucristo. Por esto la Iglesia ve en María el fruto más excelso de la redención. (Fuente: Bergamini, Augusto. Cristo, fiesta de la Iglesia. Cap. XXVII: Culto de Nuestra Señora y sus fiestas. Ed.San Pablo, pag, 475-479).
Comunicación – familia
NO SÓLO DE
. . . E R B M O H L VIVE E Por: Paolo Padrini dpadrini
bian en que las preceden, sino porque cam las a s nte ere dif n so e rqu po nte ad es dissimpleme Las tecnologías son “nuevas” no imarnos y de comprender la realid rox ap de do mo tro es Nu . tar en experim realidad as mismas hacen parte de nuestra profundidad el concepto mismo de ell , rgo ba em Sin l. tua vir ad lid rea sirven de blamos de tinto a través de ellas, por eso ha o de las nuevas tecnologías y se us cen ha res yo ma os ult ad sta es una ultos y ha a manera. Instagram, por ejemplo, del siglo XXI. Jóvenes, niños, ad un alg de ta uie inq les e qu llo ue nsmitir aq inmediata. ellas para contar su vida, para tra ánimo y experiencias de manera de os tad es , es on oci em r ica un para com herramienta que se suele utilizar
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Es común que este tipo de herramientas (Facebook, Twitter e Instagram) sean percibidas por docentes y padres de familia como un medio al que hay que temerle y del cual debe protegerse sobre todo a adolescentes y jóvenes. Sin embargo, su buen uso permite la comunicación de la realidad que corresponde a nuestro siglo. Desde una perspectiva pastoral, como la que nos compete, es imprescindible tener en cuenta que no debemos quedarnos en los prodigios de la técnica sino que debemos llegar hasta el fondo y comprender cómo está cambiando el mundo y cómo dicho cambio tiene un impacto en la vida de la fe. La lectura del texto que presentamos a continuación cabe dentro de la reflexión suscitada en la L Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales y constituye una visión positiva de una red social muy usada en la actualidad. Se trata de un interesante fragmento del libro Facebook: internet y los medios digitales de Paolo Padrini y que dejamos a disposición de nuestros lectores:
Instagram es una red social, de hecho, elitista, que pudiera ser en el futuro también suplantada por otras experiencias similares; un instrumento de todos modos interesante que –también bajo otras formas– podría reaparecer cíclicamente en el futuro panorama mediático (ojalá fundido con realidades más grandes como Google+, Twitter o el mismo Facebook); un instrumento seguramente interesante y, a mi modo de ver, pedagógico de verdad. Instagram nace como aplicación para iPhone y otros smartphone y admite, de modo muy simple e inmediato, la publicación en una verdadera y propia red social dedicada a fotografías directamente sacadas del propio celular.
"
La elección de Instagram que se dio de repente (también inteligentemente, vista la dificultad de confrontarse con gigantes como Facebook) fue la de caracterizarse como un instrumento capaz de hacer pocas cosas y simples. Tomar una foto y publicarla aparecen como acciones muy simples e inmediatas. En realidad, éstas esconden –sobre todo si se consideran en su conjunto– procesos muy interesantes y
Comunicación familia
significativos, que encontramos en el centro de la triple lógica de este instrumento: compartición, creatividad y emoción. La fotografía es en sí el efecto de una operación artística y creativa, y la publicación en internet al interior de la red social realiza automáticamente un proceso de compartición natural. Compartir el objeto-fotografía esconde en sí una elevada carga emocional, ciertamente mayor que el simple compartir un texto narrativo típico de Facebook (otra reflexión se debería hacer sobre Twitter). El que publica las fotografías en Instagram, considerando que esta red social está dedicada expresamente a este fin, tiene de verdad el deseo de compartir esa precisa foto, de aquel particular sujeto, en aquel específico momento. Este sólido elemento de “voluntariedad” hace todavía más fuerte la comunicación fotográfica que llega a través de Instagram, gracias a una verdadera y propia dinámica de deseo y, por tanto, de emoción.
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No cargo fotografías de Instagram por casualidad: lo hago porque quiero hacerlo, porque es mi deseo hacerlo. En Instagram no se cargan imágenes, sino fotografías: Instagram no transmite objetos representativos por medio de imágenes, sino la acción misma de fotografiar, acto que expresa contacto, compartición y participación emocional con la realidad que me rodea: un verdadero y propio deseo apasionado, casi una especie de deseo de gustar, de saborear las cosas que me rodean. El deseo viene a ser así fruto de un fuerte estado emocional y la publicación de una fotografía lo condensa y lo introduce, todavía más fuertemente, en la dinámica del compartir típico de las redes sociales.
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¿Cómo puede ser útil Instagram a nuestros hijos? La utilización de Instagram creo que tiene al menos dos elementos positivos que, si son percibidos por medio de su uso, no pueden sino hacer provecho a las mentes tecnológicas de nuestros hijos. En primer lugar, por medio de la compartición de fotografías, logramos hacer algo que de otro modo sería muy complejo y casi imposible: compartir nuestras emociones sin tener que lidiar necesariamente con nuestros interlocutores. Esto sucede precisamente gracias al objeto que se convierte en vehículo de las mismas emociones, la representación fotográfica. Mediante ella logramos compartir una emoción de modo muy significativo, aun mediante un lenguaje evocativo y, por lo tanto, no totalmente “desnudo”. Solo otro tipo de red social podría realizar aún mejor este tipo de comunicación: una red social de poesía. En espera de que alguien la invente (si no existe todavía…), gocemos de Instagram, que simplemente nos podrá ayudar a realizar el mismo resultado: compartir y transmitir emociones, sin banalizarlas o, peor, malvenderlas. Instagram –y así llegamos al segundo elemento positivo– nos ayuda a concebir la compartición de contenidos al interior de una red social, no ya como una especie de “cambio de mercancía”, sino como una forma real de compartir experiencias emocionales, que no corren el riesgo, gracias a la utilización del medio fotográfico, de ser cosificadas; en efecto, ellas –como habíamos dicho antes– son capaces de custodiar la propia dimensión evocadora y el justo equilibrio entre el ocultarse y el descubrirse emotivo. Cuando nuestros hijos publican una foto en Facebook están simplemente describiéndose a sí mismos o un evento de su jornada a través de imágenes. Cuando, para compartir la misma fotografía, utilizan Instagram,
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quedan invitados a escogerla (y por tanto a valorarla y a valorar el mensaje), a modificarla (para hacerla más expresiva y cercana a sus sensaciones) y, en fin, a considerarla como una especie de condensado comunicativo. ¡Cuántas cosas y cuánta pedagogía pueden pasar a través de la publicación de una fotografía! La utilización de Instagram podría ayudarnos a compensar una tendencia que, se quiera o no, surge en el que utiliza mucho las redes sociales. No obstante, como hemos dicho en el curso de este texto, compartir la experiencia en las redes sociales va más allá de un simple pasar el tiempo, aunque con frecuencia ésta es la sensación que se comprueba (sobre todo a causa de un uso excesivo). Lo que encontramos para compartir con nuestros amigos se expone a terminar así en aburrimiento. ¿Cuántas veces tenemos la sensación de encontrarnos frente al computador para examinar página por página, de encontrarnos narcotizados en nuestra cuenta de Facebook esperando que nuestros amigos llenen nuestro muro? Esta clase de compartir el aburrimiento antes y después corre el peligro de asaltarnos. Para obviar esto pueden resultar bastante útiles las redes sociales temáticas,precisamente como Instagram: redes sociales al interior de las cuales somos naturalmente impulsados a compartir objetos muy concretos, con la intención de hacerlo (y no por costumbre) y con el deseo de transmitir emociones, sensaciones, ideas. En concreto: frente al aburrimiento con el cual nuestros muchachos pasan el tiempo en Facebook, la idea de poner en sus manos un instrumento que esté en capacidad de hacerlos detenerse frente a un atardecer, una montaña o una flor para fotografiarla y compartirla me parece muy positiva y reconfortante. Tan reconfortante que me hace pensar: quizá no toda la tecnología hace daño a la salud”1. PADRINI, Paolo. Facebook: Internet y los medios digitales. San Pablo. Bogotá, 2015, pp 77-83.
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Novedad
¡ÚNETE A LA NUEVA TECNOLOGÍA PARA LA EVANGELIZACIÓN DEL FUTURO! Por: Nelson Ramírez Email: thepowerchannels@gmail.com
n el capítulo 16 del evangelio de Marcos, versículo 15, Jesucristo nos dice: “Id por el mundo y predicad el Evangelio", pero ¿por qué hacerlo?, ¿para qué hacerlo?, la evangelización nace de un amor al compartir los talentos, las vivencias y el testimonio de un encuentro personal con Dios y su Palabra, el ser humano busca la verdad, a ese Cristo que oyen por boca de los sacerdotes, religiosos, religiosas y predicadores católicos.
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Es por esto que es importante ampliar los recursos y renovar los medios por los cuales podríamos llevar a Jesucristo, su vida, pasión, muerte, resurrección y la verdadera respuesta de la salvación a todas las personas sedientas y necesitadas de ese Jesús de amor. Con este objetivo de anunciar la Palabra de Dios con un estilo más actual y contribuir a la expansión
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de la evangelización católica en el mundo por medio de la tecnología, la imagen y la unión de la Iglesia, el P. Mauricio Cuesta, fundador de la comunidad Misioneros Marianos, ha emprendido un proyecto evangelizador llamado The Power Channels. Éste consiste en una plataforma tecnológica que reúne una gran variedad de canales y emisoras católicas nacionales e internacionales, que se pueden disfrutar en dispositivos móviles y televisores, todo esto por medio de un dispositivo llamado TPC portátil que funciona con un sistema tan amplio y utilizado como lo es “Internet” que permite que cada católico pueda adquirir su señal. The Power Channels cuenta con canales católicos especializados en oración, predicación, eucaristías, música, programas infantiles, cine católico, marianos entre otros. También maneja varios idiomas entre español, portugués e inglés, esto para fomentar el crecimiento espiritual de los feligreses de todo el mundo.
Por ello, extendemos esta invitación a toda la comunidad católica a que participe de esta gran campaña misionera ayudándonos a expandir este innovador sistema de evangelización. Cada hogar que se vincule a The Power Channels podrá gozar de 24 horas de oración y predicación, contenidos de entretenimiento, cultura y evangelización católica para el fortalecimiento espiritual de sus familias, además se convierten en una bendición y una oportunidad más, para defender nuestra religión católica, unidos a través de la oración y el poder integrador que ofrecen los medios de comunicación y el Internet.
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