Darsan. La visión de la imagen divina en la India - Diana L. Eck

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麓 Darsan La visi贸n de la imagen divina en la India

Diana L. Eck



´ Darsan La visión de la imagen divina en la India

Diana L. Eck

Traducción de Óscar Figueroa

Barcelona • Buenos Aires


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esto no es posible por razones eufónicas (por ejemplo, la ārātī = el ārātī). Por último, a fin de facilitar la lectura del libro se mantuvo la falta de uniformidad del original en el tratamiento de la composición nominal. Entonces, por ejemplo, el lector encontrará Bhagavad Gītā, con las palabras separadas, pero līlāsthala (līlā-sthala), con las palabras unidas. Explica la autora en la “Nota sobre la pronunciación” (Apéndice II) que en varios casos prefirió las formas del hindi sobre las sánscritas por la sencilla razón de que las primeras son hoy más comunes. Para solventar cualquier ambigüedad, me he permitido agregar en el glosario las formas equivalentes sánscritas. Además modifiqué y amplié dicho apéndice de modo que resultara útil para el hablante del español.

Óscar Figueroa

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Prefacio a la tercera edición

En 1981, cuando escribí Darśan por primera vez, mi pretensión era que el libro sirviera como una introducción a las imágenes divinas y su relevancia en la vida religiosa de la India hindú. Hoy, en 1988, Darśan puede servir además como una introducción a los dioses, las imágenes y los templos del hinduismo que cada vez con mayor frecuencia forman parte del paisaje religioso de Occidente, en particular el de los Estados Unidos. Las imágenes divinas a las que el hindú se acerca hoy en día para recibir darśan se encuentran no sólo en Delhi, Madurai y Purī, sino asimismo en Dallas, Malibu y Pittsburg. Las redes de comunicación también han transformado y ampliado el significado del darśan, con sitios en Internet de los templos e imágenes en línea de las deidades hindús. El darśan es hoy una comple-


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ja realidad religiosa en los Estados Unidos y por esa razón he añadido un epílogo, “La visión de la imagen divina en los Estados Unidos”, cuyo fin es impulsar el estudio de los templos y las imágenes hindús en nuestras comunidades. Diana Eck Febrero de 1998

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Prefacio a la segunda edición

Un memorable episodio de la mitología hindú presenta al gran dios Śiva y a la diosa Pārvatī divirtiéndose en su morada en la cima del Himālaya. En eso, la juguetona Pārvatī cubre con sus manos los ojos de Śiva. Al instante el universo entero se sume en la oscuridad. Excepto por la flama de su tercer ojo, que amenaza con destruirlo todo, cuando Śiva cierra sus ojos la luz se extingue en todas partes. Se dice que los dioses todo lo ven, que jamás cierran los ojos. Que no lo hagan –como se desprende del casi catastrófico juego de Śiva y Pārvatī– es a todas luces benéfico: el bienestar del mundo entero depende de los ojos abiertos del Señor. Éste es un estudio sobre el poder y la importancia del acto de “ver” en la tradición religiosa hindú. Desde


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la perspectiva del hinduismo, no sólo los dioses deben mantener los ojos abiertos. Para poder entrar en contacto con ellos, conseguir sus bendiciones y conocer sus secretos también nosotros debemos hacerlo. Cuando un hindú visita un templo, sus ojos se encuentran con la sempiterna y poderosa mirada de Dios. A esto se le llama darśan, la “visión” de la imagen divina, el elemento más básico y cardinal de la liturgia hindú. Este libro explora el significado del darśan. El libro trata además de la imagen divina en la tradición hindú. Nuestra pregunta es –y no somos los primeros que la formulamos–: ¿qué ven los hindús en las imágenes de los dioses? ¿Qué significado tienen todos esos dioses de múltiples brazos y con un sinfín de armas, emblemas y animales? ¿Cómo se hacen y consagran estas imágenes? ¿Qué trato reciben en un contexto ritual? Al explorar la naturaleza de la imagen divina, no nos limitaremos a las imágenes de los dioses per se; tendremos además en cuenta las distintas maneras en que los templos y los sitios de peregrinaje hindús se han convertido ellos mismos en “imágenes divinas”. Este estudio se basa en la convicción de que “ver” no es sólo la meta y la prerrogativa de los sabios, los “videntes”; antes bien, forma parte de todo aprendizaje y conocimiento. En tanto profesores y estudiantes de una cultura tan visual como la india, es importan14


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te que también nosotros nos volvamos “videntes”. Idealmente, ello supondría pasar varios meses en la India, viajando y reflexionando sobre lo que vemos. Dado que esto no es posible, trataremos de incorporar a nuestro estudio sobre hinduismo algunos aspectos de la dimensión visual de la cultura india en general, por ejemplo obras de arte, fotografías y películas que sean útiles como punto de partida para el análisis y la discusión. Éstos no son simples “apoyos visuales” en un proceso de aprendizaje de índole más bien textual. Se trata, en cambio, de “textos visuales” que, al igual que los libros en nuestros temarios, es necesario analizar, interpretar y, tal vez, “releer”. Focus on Hinduism (Anima Books, 1981), uno de los dos principales libros de la colección a la que este libro perteneció originalmente, puede servir de apoyo. En el caso de las artes y las imágenes indias, estos textos visuales ofrecen sin duda su propia perspectiva de la “tradición hindú”, y ésta no consiste en simples “ejemplos” de algo que de suyo puede aprenderse en la rica tradición textual sánscrita. Para aquel que de verdad desea conocer algo sobre la manera como los hindús entienden su tradición, lo que está “escrito” en las imágenes indias demanda el mismo tipo de atención concentrada a los contenidos e interpretaciones que podría ponerse a lo que está escrito en la tradición textual india. 15


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Fue viendo la India –sus artes, imágenes y paisajes– como yo me sentí atraída por vez primera al estudio del hinduismo y el sánscrito. Y entre las muchas cosas que no han dejado de fascinarme del hinduismo se encuentra la imaginación hindú con su vigorosa capacidad para producir imágenes; una capacidad que permanece como la fuente de todo lo demás. Este libro está escrito a modo de guía para quienes desean “ver” algo de la India, con la esperanza de que aquello que cautive la mirada pueda transformar la mente.

Diana L. Eck

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Capítulo 1 La visión de lo sagrado

´ A. Darsan En la India es muy común observar muchedumbres que aguardan reunidas en el patio de un templo o a la entrada de un santuario al lado del camino con el propósito de recibir el darśan de la deidad. Darśan significa “visión”. En la tradición ritual del hinduismo, la palabra denota en particular una visión religiosa, la percepción visual de lo sagrado. Cuando un hindú visita un templo, por lo general no dice “voy a rendir culto”; dice, en cambio, “voy al darśan”. Va a “ver” la imagen de la deidad –trátese de Kṛṣṇa, Durgā, Śiva o Viṣṇu– presente en el sanctasanctórum del templo. Además, casi siempre lo hará a esas horas del día cuando han sido corridas las cortinas y la imagen, cubierta de fragantes flores, luce más hermosa y puede apreciarse en


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todo su esplendor. Desde la perspectiva del individuo común y corriente, el acto central del culto hindú consiste en estar en la presencia de la deidad y mirar la imagen con los propios ojos; ver la deidad y ser visto por ella. A veces se traduce la palabra darśan como “visión propicia” de lo divino. Su importancia dentro del sistema ritual del hinduismo nos recuerda que para los hindús “rendir culto” no se reduce a oraciones, ofrendas y la disposición devota del corazón. Puesto que para el hindú la deidad está presente en la imagen, aprehender ésta con la mirada es un acto preñado de significado religioso. Contemplar la imagen es un acto de adoración y es a través de la vista como se obtienen las bendiciones de la deidad. Del mismo modo, cuando el hindú emprende un peregrinaje, como lo hacen millones de personas todos los meses del año, su finalidad es recibir el darśan del lugar o de sus famosas deidades. El hindú viaja a Benarés (Vārāṇasī), la ciudad sagrada de Śiva, para recibir el darśan del señor Viśvanāth. Asciende al Himālaya para recibir el darśan de Viṣṇu en Badrīnāth, o alcanza la cumbre de una montaña en su propia región para recibir el darśan de alguna diosa local de renombre. Los peregrinos que emprenden el viaje a pie o que abarrotan autobuses y trenes no son simples “mirones” deseosos de ver esto y aquello; son en cambio “mirones sagrados” a los que interesa menos el paraje pintoresco 20


Munshi Ghāṭ, Benarés.


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y mucho más ese sitio poderoso donde puede recibirse darśan. Tales sitios preñados de poder se conocen como tīrthas (“vados” o “cruces” sagrados), dhāms (“moradas” divinas) o pīṭhas (“bases” o “asientos” de lo divino). Existen miles de lugares así en la India. Algunos, por ejemplo Benarés o Kāśī, como también se le conoce, reciben la visita de peregrinos de toda la India, mientras que otros la de peregrinos de las comarcas vecinas. En ocasiones su fama se debe más a las imágenes divinas que ahí residen y es, por lo tanto, para recibir el darśan de tal o cual imagen que el peregrino visita ese sitio en especial. En su libro Image and Pilgrimage in Christian Culture [Imagen y peregrinación en la cultura cristiana], Victor y Edith Turner estudiaron la estrecha relación que, en el contexto de Occidente, existe entre la importancia simbólica de la imagen y el acto simbólico del peregrinaje.1 Desde luego, quienes en Occidente no “perciben” el valor simbólico de las imágenes más de una vez han puesto en duda la práctica del peregrinaje y, como Erasmo, han criticado tales actos como una verdadera pérdida de tiempo. Sin embargo, la tradición hindú nunca ha confundido la “imagen” con un “ídolo” y en la 1 Victor y Edith Turner, Image and Pilgrimage in Christian Culture, Nueva York, Columbia University Press, 1978. Véase en especial el cap. 4, “Iconophily and Iconoclasm in Marian Pilgrimage”. 22


1 | La visión de lo sagrado

India el peregrinaje es la extensión natural del deseo de recibir el darśan de la imagen divina, evento que constituye la esencia misma del servicio en los templos. Empero, no es únicamente para recibir el darśan de imágenes famosas que el hindú realiza peregrinajes. También lo hace buscando el darśan de los sitios mismos, pues existe la creencia de que éstos son epifanías naturales de lo divino: las cumbres del Himālaya, consideradas la morada de los dioses; el río Ganges (Gaṅgā), que según la creencia desciende del cielo a la tierra; o bien la infinidad de parajes que guardan un vínculo con las hazañas míticas de dioses y diosas, héroes y santos. Además del darśan de las imágenes en los templos y del darśan de lugares sagrados, el creyente hindú le atribuye un valor especial al darśan de figuras religiosas como los sants (“santos”), sādhus (“santones”) y sannyāsins (“renunciantes”). Cuando Mahatma Gandhi recorría la India, decenas de miles de personas se congregaban adonde sea que arribara con el fin de “recibir su darśan”. Incluso si el tren en el que viajaba no se detenía, la gente se arremolinaba en las estaciones en busca de un fugaz vistazo del Mahatma dentro de su compartimento. De modo similar, cuando el famoso sannyāsin, escritor y activista político Svāmi Karpātrī pasa en Benarés su “retiro” veraniego, la gente abarrota sus conferencias diarias no sólo para escucharlo, 23


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sino además para verlo. De hecho, en la cultura tradicional del hinduismo, incluso sannyāsins y sādhus ordinarios son tenidos en muy alta estima. Ellos simbolizan de manera tangible el valor que en la India tiene la renunciación; son el peregrino perpetuo que ha dejado atrás casa y familia para entregarse a una vida errante. Cuando alguien así llega a una aldea, la gente, deseosa de recibir su darśan, le tratará con reverencia y le ofrecerá techo y comida. En The Ochre Robe [La túnica ocre], Agehananda Bharati señala: “Entre los actos religiosos de Occidente no hay nada que se parezca, ni remotamente, a la idea de darśan…”.2 En el habla popular, el hindú dirá que la deidad o el sādhu “dan darśan” (darśan denā es la expresión en hindi), mientras que el individuo “recibe darśan” (darśan lenā). ¿Qué significa esto? ¿Qué es dado y qué recibido? La expresión misma llama la atención, pues “ver” en este sentido religioso no es un acto que tenga su origen en el devoto.3 Antes bien, es la deidad la que se presta a ser contemplada en su imagen; es el sādhu el que se presta a ser visto entre los lugareños. A cambio la gente “recibe” su darśan. Puede decirse entonces que esta “percepción sagrada” o la habilidad 2 Agehananda Bharati, The Ochre Robe, Nueva York, Doubleday and Co., 1970, p. 161. 3 Charlotte Vaudeville, conversación personal, abril de1980. 24


1 | La visión de lo sagrado

para ver de verdad la imagen divina es algo que se concede al devoto, tal como a Arjuna le fue dada la mirada que le permitió ver a Kṛṣṇa en la teofanía que describe la Bhagavad Gītā.4 Por otra parte, la preeminencia de los ojos en las imágenes divinas del hinduismo nos recuerda que no sólo el devoto ve a la deidad. En realidad, ésta también ve a aquél. El contacto entre devoto y deidad se produce mediante este intercambio de miradas. En la India suele decirse que una de las formas como puede reconocerse si una divinidad deambula entre la gente, en esta tierra, son unos ojos que jamás parpadean. Su mirada y su estado de alerta son ininterrumpidos. En su detallada monografía Eye and Gaze in the Veda [Ojo y mirada en los Vedas], Jan Gonda enumera las muchas maneras como se imaginó y representó la poderosa mirada de los dioses aun en una época anterior a la producción real de imágenes.5 Los ojos de Sūrya, Agni o Varuṇa son poderosos y nada se les escapa; por su parte, los hombres imploran a los dioses que los vean con una mirada compasiva. En la tradición hindú posterior, cuando comenzaron a fabricarse imágenes divinas, lo último que 4 Bhagavad Gītā 11.8. 5 Jan Gonda, Eye and Gaze in the Veda, Ámsterdam, North-Holland Publishing Company, 1969. 25


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