Wunderkammer | 4
Sans Soleil Ediciones Vitoria-Gasteiz
* Buenos Aires
Obra editada bajo licencia Creative Commons 3.0: Reconocimiento - No Comercial Sin Obra Derivada (by-nc-nd). -© de los herederos de István Szegedi Szüts, 2016. -© de la traducción, Arantza Cordero, 2016. -© de la edición, Sans Soleil Ediciones, Vitoria-Gasteiz, 2016. Diseño de portada: Mikel Escalera www.mikelescalera.com Maquetación: Sans Soleil Ediciones Corrección de textos: Isabel Mellén ISBN: 978-84-944484-5-4 Depósito legal: VI-74/2016 Imprime: Printhaus (Bilbao) www.sanssoleil.es ed.sanssoleil@gmail.com
Prefacio
Han pasado ochenta y cinco años desde la publicación original de Mi Guerra en 1931 por parte de la editorial londinense John Lane The Bodley Head Limited. Confluyen en torno a esta última fecha dos hechos fundamentales y definitorios de la hermosa obra de Szegedi Szüts: en primer lugar, transcurrida una década desde el final de la Gran Guerra, toda una generación de escritores y excombatientes comenzaron a plasmar sus experiencias en papel, generando un auténtico boom de la novela bélica que influiría de manera decisiva en el imaginario popular de la época. Dentro de esta corriente, Mi Guerra supone una aportación verdaderamente original gracias al medio empleado, articulando un mensaje humanista y antibelicista que encuentra equivalencias con hitos del género como Sin novedad en el frente (Erich Maria Remarque, 1929) o El miedo (Gabriel Chevallier, 1930). En segundo lugar, el inicio de la década de los años treinta es también un punto culminante para un nuevo filón artístico del que Mi Guerra participa: las novelas en imágenes. Desde hacía poco más de una década, artistas como Frans Masereel, Lynd Ward u Otto Nückel habían trabajado este medio con resultados sorprendentes. La obra que aquí nos ocupa es también un ejemplo inusitado en este sentido, al sustituir la técnica canónica –el grabado– por el pincel y la tinta, empleando además un estilo verdaderamente depurado, capaz de expresar las más profundas sensaciones con tan sólo unas pocas líneas y demostrando un gran manejo de los fondos blancos.
En la presente edición, hemos respetado la disposición original de los pies de cada una de las doscientas seis imágenes que componen la obra en un listado separado [exceptuando las últimas seis que el autor no titula, empleando magníficamente una suerte de silencio como recurso dramático]. En este sentido, la obra se presta a diferentes niveles de lectura y clarificación. Como recomendación, resulta francamente interesante “leer” por vez primera el libro entero sin recurrir a los pies de imagen, pasando detenidamente las páginas y tratando de estructurar el armazón argumental de la historia. Después, en sucesivas relecturas, podemos emplear el listado y detenernos en cada uno de los diseños, siguiendo la rica trama y las idas y venidas del personaje principal. Este detenimiento, precisamente, fue uno de los elementos más subrayados de la experiencia de lecto-visionado que generaban las novelas en imágenes. A este respecto, fueron varios los comentaristas que compararon este medio con el cine mudo, el cual vivía a finales de los años veinte su época dorada. Para Hellmut E. Lehmann-Haupt, la superioridad de la novela en imágenes se debía precisamente a este placer sutil que el lector experimentaba al ser al mismo tiempo la audiencia y el operador, permitiendo que la historia avanzase al ritmo que él desease o, incluso, posibilitando que se detuviera bruscamente en una imagen individual para analizar sus cualidades propias. En el caso de Mi Guerra, al igual que en el resto de ejemplos más notables del género, también pueden trazarse paralelismos con el mundo del cine y, a lo largo de sus más de doscientos diseños, divididos en siete partes, no es difícil imaginarse espléndidas secuencias –la pesadilla tras resultar herido, la lectura de la terrible carta enviada por su amada, etc.–. La obra, que parte de un estilo más íntimo y familiar, adquiere casi por momentos el tono de un diario personal de guerra y puede recordarnos, en algunas escenas, a un depurado storyboard. Curiosamente, el propio Szegedi Szüts se embarcó en la realización de un film animado en 1933: un proyecto basado en más de catorce mil dibujos elaborados a mano que fue bien recibido en Inglaterra y que determinó su traslado definitivo a Gran Bretaña unos años más tarde. 8
Por último, con relación al mundo del cómic, y más concretamente al ámbito de las historietas basadas en la Primera Guerra Mundial –que tuvieron un notable repunte a partir de 2014, con motivo del inicio del centenario de la contienda–, Mi Guerra puede reclamar una merecida revalorización que la sitúe como una de las primeras plasmaciones estrictamente visuales de este devastador episodio de la historia moderna. Al igual que la obra de George Grosz, Percy J. D. Smith, Gisbert Combaz u Otto Dix, el legado artístico de István Szegedi Szüts es una pieza fundamental para entender el horror al que tuvieron que hacer frente millones de civiles y combatientes. Ander Gondra Aguirre - Sans Soleil Ediciones Buenos Aires, febrero de 2015
9
Introducción a la edición original por R.H. Mottram
Mientras me siento a escribir estas líneas, el admirable coro masculino que actúa para la BBC irrumpe en mis oídos con todas aquellas inolvidables cosas que solíamos cantar: “Tipperary”, que no significaba nada en absoluto salvo el deseo del público anterior a la guerra de entonar algo confuso que se mezclase con los vapores de la cerveza negra embotellada; “Where are the Lads of the Village Tonight?”, que resultaba casi siniestra, profetizando un grandilocuente patriotismo que presagiaba la propaganda de reclutamiento y los días en los que se volvió necesario engatusar, intimidar y, finalmente, forzar a los hombres a que fueran a una guerra a la que no querían ir; y “Oh, Oh, Oh, it’s a lovely war!”, la más genuinamente inglesa, con su preocupación por la comida y por los salarios, que refleja la mentalidad de un estudiante de tercer año. Y con estos alentadores aunque ridículos esfuerzos, todo ello vuelve a mí, aquella cosa inevitable, irremediable, insoportable y fatal que sobrevino a nuestra generación y que la marcó: eso que nosotros llamamos La Guerra. Todos los interesados conocen las repercusiones literarias y pictóricas de aquello, lo cual puede decirse que comenzó con First Hundred Thousand, una novela, y con las imágenes deliberadamente cómicas de Bairnsfather, culminando con el boom de las novelas bélicas de 1929. Además, incluso después de ello, había un sentimiento generalizado de que el hecho había eludido todavía una representación plena y más aún una descripción. Las críticas a algunas de las últimas obras
sobre el tema expresaban continuamente lo mismo: “¿Cuándo vamos a conseguir la verdadera gran novela de guerra?”, “La expresión definitiva y total de la Guerra todavía está por llegar”, y cosas por el estilo. Y cuanto más se reflexiona sobre ello, más se da uno cuenta de que debe ser así. El hecho en sí era tan grande con relación a sus partes constituyentes –es decir, nosotros mismos– que ninguno de nosotros puede posicionarse lo suficientemente lejos, lo suficientemente por encima de todo ello, ya sea mediante el grabado o el carboncillo, como para verlo de manera continua o completa. No puede hacerlo el espectador bien informado –cuyas reminiscencias y disquisiciones sobre el tema deben ser hoy en día casi tan numerosas como las obras de ficción que lo tratan– ni tampoco los renombrados académicos que lo han retratado –en absoluto mejor–. Éstos tenían una desapasionada tranquilidad y precisamente por un exceso de la misma se quedaron cortos en relación con la imagen total y completa. Como ellos no fueron combatientes, no podían sentirlo tal y como nosotros lo hicimos. He aquí un artista húngaro cuya exposición en Londres le ganó los elogios que me eximen de la necesidad de intentar demostrar sus logros técnicos. Sólo debo indicar, si puedo, de qué modo su obra se ha añadido materialmente al testimonio de los testigos al que las generaciones subsiguientes deben recurrir para su información (soy a menudo objeto de burla por suponer que querrán hacerlo, pero todavía espero que así sea). El libro de Szüts, de doscientas seis ilustraciones, se llama “Mi Guerra”, y creo que además con motivo. Desde luego, cualquiera de nuestra generación, y posiblemente cualquiera que lo intente, puede dar sólo una completa visión cósmica del hecho adhiriéndose a la experiencia personal. Las imágenes más universales que han ganado el reconocimiento más cosmopolita no son mapamundis, sino temas pintados dentro de la propia familia del artista o desde la propia puerta de su casa. De este modo, los característicos uniformes y paisajes húngaros, y los sentimientos privados del artista pronto se difuminan en escenas que fueron comunes a los dos hemisferios, y en emociones que fueron compartidas por millones. Su narración está firmemente enraizada en un punto de vista fuerte e individual, y en una cons12
ciencia nacional; de hecho, local. Comienza con una ilustración más natural de lo que cabría esperar –la de una juventud sin preocupaciones, una de aquéllas cuya inexperiencia y primitivo instinto varonil hacen posible la guerra por sí solas–. Allí está él, en su acogedora casa, con sus dos padres vivos y su novia. Las noticias de la declaración de guerra le llenan de entusiasmo. La Guerra, por supuesto, es algo en lo que uno muestra su virilidad, lejos de allí, donde la Guerra está aconteciendo. Él va a luchar. Es entrenado para ello, en agradables y limpias plazas de armas reservadas para el ejercicio militar. Que el campo de batalla es algo distinto, algo que, al menos en la Europa civilizada, no puede confinarse a las plazas de armas, sino que se desborda hasta el jardín de alguien, en las calles civiles llenas de mujeres y niños, en estaciones de tren y plantas depuradoras de agua, no se le pasa por la cabeza y nadie le habla sobre este aspecto. Tiene un uniforme para mostrar que él está marcado por el más espectacular de los pasatiempos masculinos; tiene armas para indicar que es un verdadero hombre, como han sido siempre los hombres desde que vivieron en las cavernas; tiene un caballo para montar. ¿Qué más puede desear un hombre saludable? Se aleja del hogar que ha conocido, de la chica que ha amado y se va. Y creo que Szüts acierta al incluir un héroe secundario en la secuencia de dibujos que va del 20 al 31, un campesino de mediana edad con mujer y familia, para dotar de una mayor rigidez al “pequeño húsar” romántico. Y con él toman parte aquellos otros involuntarios participantes, los raudos caballos cómplices que el hombre ha hipersensibilizado por asociación consigo mismo hasta que, como Miss Sewell, nos sentimos inclinados a atribuirles todo lo mejor de las percepciones humanas o incluso, como Swift, a imaginar su reino como infinitamente superior al que nosotros los humanos habitamos. Así que hombres y criaturas ingenuas avanzan hacia el hecho que está a punto de envolverles. Las dos historias, transcurriendo en paralelo, tienen que ser mostradas aquí, por supuesto, en secciones separadas, pero los títulos que las relacionan hacen claro el enfoque. Entonces, en el número 56, el Pequeño Húsar e Isikos, el padre de familia, representan, si se quiere, la cara ornamental y la cara útil de 13
la vida, que de repente se tropiezan con el hecho del que habían oído hablar como la distante, de suma importancia y estimulante Guerra, que haría que todas las fatigas y privaciones merecieran la pena y que incluso justificaría al terrible sargento mayor que aquí se muestra. Cuán rápido todo aquel desfile de colores brillantes se desvanece ante la realidad que los métodos de Szüts me parece que representan tan vivamente. Isikos está herido, el Pequeño Húsar condecorado, y lo celebra. La atmósfera de Guerra ha envuelto completamente a ambos. Esto es lo que sus destinos divergentes les presagian: la incapacidad para el padre de familia, y para el afortunado joven húsar la horrible duración del servicio activo, sin escaparse de él, y de la pantomima de los desfiles militares con fines religiosos. Entonces él también resulta herido y tras sufrir horribles pesadillas termina en el hospital. Allí tiene la revelación completa de lo que es la Guerra debido a la carta de su novia, en la que narra su destino, el de su hogar y la desesperada valentía con la que ha hecho lo poco bueno que puede hacerse en estos casos. Szüts expone ante nosotros de una forma magistral el hecho de que el enemigo que cometió esas atrocidades, por supuesto, sólo está haciendo exactamente lo mismo que el Pequeño Húsar e Isikos han hecho, directamente o por implicación. Fuera del hospital, el Húsar obtiene una comprensión incluso más clara de lo que ha sucedido. Ve colas de pan, una población hambrienta de mujeres y niños, hordas de prisioneros y, girándose hacia el auditorio, ve el tipo de salvamento que su novia ha logrado para sí. Pero no para él. No es más afortunado en su visita a las ruinas de su hogar. Por lo que retorna a la batalla, que es lo que se mantiene siempre inalterable. Lo que, como algunos de nosotros recordamos, era la única cosa que no cambiaba. Y en torno al dibujo 174, llegamos a la parte sobre la que nosotros, en Inglaterra, sabemos sólo un poco, no mucho. El Pequeño Húsar intenta frenar el hecho que le ha mantenido retenido a él y a todos los demás. “Dejad de matar”, clama a sus camaradas, y luego se topa con la fuerza completa de la calamidad. Hay demasiados intereses involucrados para que este tipo de discursos sean permitidos. Es arrestado, enjuiciado, condenado y fusilado. A esto conducen los senderos de gloria. 14
Tal es la historia que cuenta el artista. Una buena parte de nosotros puede venirse abajo por ello; algunos porque no deseamos creerlo, otros porque sabemos que es del todo cierto. Muchos de nosotros nos arredraríamos si la simple habilidad de los dibujos no ofreciera un entretenimiento tan absorbente. Esto, por supuesto, es el primer propósito de una obra de arte. Debe atraer la atención del público, aunque sea pequeño o aunque sea selecto. Posiblemente cuanto más pequeño sea el público, mayor será el poder de permanencia de su reputación. De hecho, lo peor de buena parte del arte comercial es que no llega más allá de ofrecer un entretenimiento. Seguramente Szüts ha hecho más que eso. Ha manifestado honestamente, y a mi parecer no de forma injusta, aunque muy probablemente de manera demasiado fuerte para algunas personas, su visión de un fragmento de la historia contemporánea. Desde el punto de vista del estudiante de la naturaleza humana es un gran servicio. Estos dibujos deben compararse con el tipo de presentación contemporánea hecha por testigos de anteriores guerras mundiales. Entonces vemos cómo ha cambiado la visión de la Guerra. Ahí queda para aquéllos que están realmente interesados en la investigación de este cambio de mentalidad. En los primeros días todos los hombres lucharon. No existía ninguna autoridad pública que pudiera dirimir por otros medios las interminables diferencias entre los hombres. Pero el asunto de reunir aquellos ejércitos tribales o feudales era tan difícil de manejar que los expertos inventaron la armada profesional reclutada de por vida; todo esto era parte de la larga e inevitable tendencia hacia la especialización que marcó el incremento de las órdenes religiosas, o la segregación de gremios en varias calles o mercados. La armada profesional ha sido durante largo tiempo un anacronismo y una anomalía en el profundamente complicado estado moderno que profesa el Cristianismo. Pero la Guerra de 1914-1918 fue mucho más allá. Ejemplificó por primera vez los métodos de la producción mecánica masiva aplicada a la Guerra, como algo distinto de la vieja destreza manual de la lucha individual con armas de mano. El Húsar de los dibujos de Szüts no tenía nada en contra del enemigo, del mismo modo que un operario de fábrica de Lancashire 15
no tiene ninguna afección personal por alguien que compra su producto al otro lado del mundo. La impersonalidad nos ha sobrepasado en todas estas cuestiones. Por esta razón, además de por llamar la atención, por estimular las emociones y por despertar los recuerdos, creo que debe haber un futuro para el punto de vista de Szüts. Él es, hasta cierto punto, uno de los cronistas de un cambio fundamental en la naturaleza humana.
16
Listado de ilustraciones
PARTE 1 1. El Pequeño Húsar despierta. 2. Juventud feliz. 3. Padre. 4. Madre. 5. Desayuno. 6. Desayuno. 7. A la espera de su amo. 8. Es hora de arrear a las ovejas. 9. El jinete del caballo. 10. A través del rocío de la mañana. 11. Primavera. 12. Fuera del pueblo. 13. A través de la puszta (llanura). 14. El amor espera. 15. Aguardando. 16. El despertar. 17. Las flores hablan. 18. La tierra habla. 19. El sol habla.
PARTE 2 20. Cerca se encuentra la cabaña de un isikos (granjero). 21. Adentro. 22. El sostén de la familia. 23. La tormenta se aproxima. 24. Su hija, la patrona de los gansos. 25. Puesta de sol. 26. Declaración de guerra. 27. Reclutamiento. 28. Marte. 29. Camino de la guerra. 30. El sueño del heroísmo. 31. ¡Adiós, Isikos! PARTE 3 32. Un amuleto para el Pequeño Húsar. 33. El espejo. 34. Hasta la vista. 35. ¡Date prisa! 36. Hay un largo camino... 37. ....hasta Tipperary. 38. Atravesando. 39. ¡Buena suerte! 40. ¡Papá, papá! 41. Yendo hacia el campamento. 42. La libertad se terminó. 43. El Sargento Mayor. 44. Inspección. 45. ¿Quién eres tú? 18
46. El Sargento Mayor, una vez más y por siempre. 47. ¡La gloriosa guerra! 48. A un apuesto oficial le corresponde un hermoso caballo. 49. Lluvia, ¡no importa! 50. Treinta kilómetros, ¡no importa! 51. “...siempre estoy pensando en ti...” 52. Caballos nobles... 53. Caballos fieles... 54. Su gran hazaña. 55. El globo ha sido abatido. 56. Ataque. 57. El ratón. 58. ¡No mires, madre! PARTE 4 59. Isikos está herido. 60. Dolor. 61. Puesto de evacuación de heridos. PARTE 5 62. Gratitud a los médicos. 63. El Pequeño Húsar toma prisioneros. 64. Glorioso progreso. 65. Por su valor. 66. Nochebuena. 67. Festejando. 68. Celebración. 69. Caminata nocturna. 70. ¿No hay árbol de Navidad para mí? 19
71. Para cualquiera. 72. La cruz. 73. Al alba. 74. Condecorado. 75. Marchando. PARTE 6 76. 77. 78. 79. 80.
La esposa de Isikos arando. Una carta. Malas noticias. En el hospital. La familia. PARTE 7
81. El Pequeño Húsar está nostálgico. 82. La fogata. 83. Amanecer. 84. “Por dios y por la patria…” 85. Siguen adelante. 86. Una orden que cumplir... 87. ...más allá de las montañas... 88. ...kilómetros y kilómetros. 89. En la trinchera. 90. Estruendo. 91. La muerte segando vidas. 92. Avance. 93. ¡Presionar! 94. Fuegos en la noche... 95. ...hasta el amanecer. 20
96. ¿No más daño...? 97. ¡Sin final, aún! 98. Sigue adelante. 99. Es herido. 100. ¿Es éste el final? 101. La visión del Pequeño Húsar. 102. La cabalgata de la muerte… 103. ...sobre los niños durmiendo. 104. ¡Clemencia! 105. Vuelo al cielo. 106. La oración de los niños... 107. ¡Detengan la guerra! 108. Las mujeres imploran… 109. ¡Detengan la guerra! 110. El despertar. 111. Punzadas de dolor. 112. Mirando alrededor… 113. …camaradas… 114. ...padres… hijos… 115. ...hermanos... 116. ...¡todos héroes! 117. La muerte golpea de nuevo. 118. Sin escapatoria. 119. Perturbado. 120. –a través de las flores– 121. –a través de su pueblo natal– 122. Arrojado. 123. La mujer martirizada. 124. El mismo héroe. 125. Gratitud. 21
126. Escapando para descansar. 127. El tren hospital. 128. Una carta desde el hogar. 129. La carta: “...Enemigo... 130. ...aproximó… 131. ...a su casa... 132. ... saqueo... 133. ...botín... 134. .... 135. ...la comunidad... 136. ...fuego... 137. ...saqueo... 138. ...su hermosa casa... 139. ...su lindo pueblito... 140. ...padres sin hogar... 141. ...deshonrados... 142. ...trabajo en la ciudad... 143. ...éxito... 144. ...una carrera”. La carta termina. 145. El Pequeño Húsar convaleciente. 146. Conocidos. 147. Audiencia. 148. Miseria. 149. Esperando para el pan. 150. Madres. 151. La torre de los prisioneros. 152. Esperando a la comida. 153. Tras la puerta. 154. Al teatro. 155. Muy atractiva. 22
156. ¿Es ella? 157. Sí, es ella. 158. Flores para ella. 159. Una voz masculina dentro. 160. Destinadas a marchitarse. 161. Ella ya no le corresponde. 162. Café. 163. Baile. 164. Bailarines. 165. Soledad. 166. De camino a casa. 167. El pueblo desolado. 168. La casa. 169. En la tumba de su padre. 170. De nuevo... 171. ...mirando atrás... 172. ...a esto. 173. ¡Adelante! 174. ¡Dejen de matar! 175. Revolucionario. 176. ¿De qué sirve matar? 177. ¿Quiénes son... 178. ...los que... 179. ...nos ordenan matar? 180. ¡Basta! 181. ¡Especuladores de la guerra! 182. Piensen... en sus familias. 183. Has sido condecorado. 184. He sido condecorado. 185. Hemos sido condecorados. 23
186. Todos hemos sido condecorados... 187. ...todos condecorados. 188. ¡Escuchad ¡Escuchad! 189. Arrestado. 190. Degradado. 191. Sentenciado a muerte. 192. Purgatorio. 193. Recuerdos. 194. Pensando en su amor… 195. ...en aquellos paseos al atardecer. 196. Sin esperanza. 197. La emoción de los hombres. 198. Curiosidad. 199. Público. 200. Ejecución.
24