Las máscaras de Aby Warburg (David Freedberg)

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Las máscaras de Aby Warburg David Freedberg

Edición de Luis Vives-Ferrándiz Sánchez Traducción de Marta Piñol Lloret

sans s o le i l ediciones

Pigmalión 2013


sans s o le i l ediciones

Pigmalión Textos de David Freedberg originalmente publicados en: -“Pathos a Orabi: Ciò che Warburg non vide”, en Lo sguardo di Giano. Aby Warburg fra tempo e memoria, ed. Claudia Cieri y Pietro Montani, Turín: Nino Aragno, 2004. -“Warburg’s Mask: A study in Idolatry” en Anthropologies of Art, ed. Mariët Westermann, Williamstown, Massachusetts: Sterling and Francine Clark Art Institute, 2005. Las traducciones se han llevado a cabo a partir de los originales revisados por el autor, a quien agradecemos sinceramente su amable colaboración en este proyecto. Obra editada bajo licencia Creative Commons 3.0: Reconocimiento - No Comercial - Sin Obra Derivada (by-nc-nd) No se permite un uso comercial de la obra original ni la generación de obras derivadas. Siempre que se utilice esta obra tendrá que reconocerse su autoría. -© 2013, del autor (David Freedberg). -© 2013, del autor (Luis Vives-Ferrándiz Sánchez). -© 2013, de la traducción (Marta Piñol Lloret). -© 2013, de la edición, Sans Soleil Ediciones, Barcelona. Se puede por tanto compartir esta obra siempre y cuando se respeten las condiciones de la licencia Creative Commons. Diseño de la portada: Sans Soleil Ediciones Fotografía de portada: Aby Warburg con uno de los bailarines de la danza Hemis Kachina. The Warburg Institute, Londres. Fotografías interiores reproducidas con el permiso de The Warburg Institute, Londres. Maquetación: Sans Soleil Ediciones Corrección de textos: Iraitz Urkulo y Amaia Donés Mendia ISBN: 978-84-940988-3-3 Depósito legal: B. 17589-2013 Imprime: Printcolor (Barcelona) www.sanssoleil.es ed.sanssoleil@gmail.com


Índice

Presentación

Luis Vives-Ferrándiz Sánchez Aby Warburg y el hechizo del Southwest americano............. 11 El giro antropológico de Aby Warburg.............................................. 12 Warburg revisitado............................................................................ 17 Una historia del Southwest................................................................. 19 El Bureau of American Ethnology........................................................ 23 Las vacaciones de Monsieur Warburg................................................. 26 Hopi Redux....................................................................................... 31

Las máscaras de Aby Warburg David Freedberg

Pathos en Oraibi: lo que Warburg no vio................................... 45 La máscara de Warburg: Un estudio sobre idolatría............... 83 Bibliografía........................................................................................ 111

El viaje a Nuevo México Fotografías de Aby Warburg: Viaje a Nuevo México................ 119 Aby Warburg: Ricordi ..................................................................... 201



Presentaciรณn Luis Vives Ferrรกndiz-Sรกnchez



Aby Warburg y el hechizo del Southwest americano

El viaje de Aby Warburg a Nuevo México es un hito en la biografía del historiador alemán. Son muchos los estudios que han tratado el viaje de una u otra manera, ya sea como objeto de estudio o como elemento colateral de otras cuestiones de su trabajo; si la literatura sobre Warburg es inmensa, la del viaje no se queda a la zaga. Si Warburg ha llegado a ser un tema en la historiografía del arte, el viaje al Southwest de los Estados Unidos se ha convertido, también, en tema específico. Además, a los propios textos que versan sobre el viaje hay que añadir la no menos extensa producción académica en torno a la conferencia sobre el ritual de la serpiente que pronunció en Kreuzlingen, otro tema que alarga el número de trabajos sobre la estancia de Warburg en América hacia un horizonte muy lejano. Warburg no solo fue el creador de una escuela sino que él mismo se ha convertido en objeto de estudio. Sin embargo, son realmente pocos, por no decir escasísimos, aquellos trabajos sobre este tema que han mostrado una actitud crítica hacia el viaje y el encuentro con los indios pueblo. Los estudios de David Freedberg que aquí se presentan, inéditos en castellano, plantean el viaje de Warburg a Nuevo México como nunca antes se había hecho. Si la historiografía de nuestra disciplina había alabado el acercamiento de Warburg a la antropología, resultado de sus encuentros con los etnólogos del Bureau of American Ethnology que trabajaban en la zona, Freedberg nos abre los ojos sobre el discutible comportamiento antropológico de Warburg con los indios, sobre cómo obtuvo las muñecas kachinas, cómo pudo acceder a los recintos sagrados o cómo consiguió realizar sus fotografías sobre los rituales a los que asistió. Con Freedberg, y empleando una expresión de Walter Benjamin muy adecuada para este contexto, pasamos la historia del viaje a contrapelo, para ver en ese movimiento


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lo que los discursos sobre el mismo han silenciado o no han mostrado, para vislumbrar la fascinación de Warburg por el far west o para pergeñar una ética para historiadores al amparo del postcolonialismo. Una visión crítica que hemos querido contrastar con la propia visión y experiencia personal de Warburg. Para ello, hemos incluido en la presente edición las fotografías que él mismo tomó, así como algunos fragmentos del diario personal que escribió, testimonios visuales y escritos de sus andanzas, con la intención de contrastar lo que Warburg experimentó y registró con lo que hoy reflexionamos a partir de él1. El giro antropológico de Aby Warburg La historia del viaje es bien conocida, al menos para los historiadores del arte2. Warburg viajó a los Estados Unidos en 1895 para asistir a la boda de su hermano Paul en Nueva York. Desde allí se desplazó a Washington y, movido por un interés antropológico en conocer los rituales paganos de los indios pueblo, viajó hacia California (figs. 8-17) y las fronterizas tierras de Colorado, Arizona y Nuevo México hasta que a mediados de 1896 regresó a Europa para continuar con sus estudios sobre el Renacimiento. El viaje no hubiese pasado de una mera anécdota en su biografía de no ser por el posterior episodio de su internamiento en el sanatorio Bellevue de Kreuzlingen (Suiza) hacia los años 20, otra historia quizá todavía más conocida, recordada y estudiada3. Warburg consiguió el alta del Dr. Ludwig Binswanger tras pronunciar una conferencia en el mismo sanatorio sobre 1 Quisiera agradecer al Warburg Institute las facilidades que nos ofreció para obtener y publicar las imágenes, especialmente a la Dra. Claudia Wedepohl, quien atendió nuestras solicitudes y nos abrió el camino a recientes trabajos sobre Warburg en Nuevo México. También quisiera agradecer a la Dra. Dorothea McEwan que nos permitiera incluir sus traducciones de los Ricordi en nuestra edición. En modo particular, gracias al Dr. François Quiviger por la cálida acogida que siempre me dispensa en Londres. 2 Benedetta Cestelli Guidi y Nicholas Mann eds. Photographs at the frontier. Aby Warburg in America 1895-1896, (London: Merrell Holberton Publishers, 1998); Philippe-Alain Michaud, Aby Warburg and the image in motion, (New York: Zone Books, 2007), 171-228. 3 Los pormenores clínicos de la estancia se pueden consultar en la reciente publicación de la correspondencia mantenida entre Bisnwanger y Warburg, en Ludwig Binswanger, La curación infinita: historia clínica de Aby Warburg, (Buenos Aires: Adriana Hidalgo, 2007).

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el viaje a América que hiciese 27 años atrás, una conferencia que le permitió demostrar que había recobrado la lucidez. El tema de la conferencia versó sobre los rituales paganos y danzas mágicas que había podido presenciar en distintas localidades de su viaje a Norteamérica, como la danza de los antílopes en San Ildefonso o la Hemis Kachina en Oraibi, aunque se centró especialmente en uno de ellos: el ritual de la serpiente que los hopi realizan durante la luna llena del mes de agosto para propiciar la lluvia4. A pesar del protagonismo que la danza de la serpiente tiene en la conferencia, Warburg nunca asistió a ella pues en el mes de agosto de 1896 ya estaba de vuelta en Europa. Probablemente se sirvió de varias fuentes escritas para preparar su disertación, como la descripción que publicó Jesse Walter Fewkes en 1894 en el Journal of American Ethnology and Archaeology, la de Henry R. Voth titulada The Oraibi Summer Snake Dance5 y, sobre todo, la primera monografía que se escribió sobre el ritual por parte de John Gregory Bourke, capitán del 3er Regimiento de Caballería, quien publicó The snake-dance of the moquis of Arizona, en 1884. En el Warburg Archive, dentro de la caja titulada Americana 40, se conserva un sobre con algunas anotaciones bibliográficas que Warburg tomó del Journal of American Folk-Lore, del Century Magazine y de la American Anthropologist. Una de esas notas está encabezada por el título “Nord-Amerika, Relig., Local (Pueblo)” y en ella Warburg escribió apuntes que evidencian que consultó el texto de Bourke. Sin embargo, no hay constancia de que se llevase el libro a Europa ni hace ninguna mención con posterioridad, cosa que sí que ocurre con las demás fuentes6. El propio texto de la conferencia tiene, también, su particular historia. El 26 de abril de 1923, una vez pronunciada la conferencia, Aby Warburg escribió una carta desde el sanatorio a su amigo y colaborador 4 Véase la reciente edición en castellano en Aby Warburg, El ritual de la serpiente, epílogo de Ulrich Raulff (Madrid: Sexto Piso, 2008), aunque primero se publicó en México, por la misma editorial, en 2004. 5 Michaud, Aby Warburg, 213. 6 Cora Bender, “A man made matter out of place: Captain John Gregory Bourke (1846-1896) as a source for Aby Warburg’s ‘Schlangenritual’”, en Schlangenritual. Der Transfer der Wissensformen vom Tsu’ti’kive der Hopi bis zu Aby Warburg Kreuzlinger Vortrag, Cora Bender, Thomas Hensel y Erhard Schüttpelz eds. (Berlín: Akademie Verlag, 2007), 153-186.

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Fritz Saxl en la que le pedía solemnemente que no mostrase a nadie, sin su expreso consentimiento, el manuscrito de la conferencia que había pronunciado, permitiendo a un reducido grupo de personas (entre las que se encontraba Cassirer) que lo pudiesen consultar7. Sin embargo, a pesar de esta explícita prohibición, Fritz Saxl y Gertrud Bing publicaron en 1939 una versión de la conferencia en el Journal of the Warburg Institute8. Muchos años después se siguieron incumpliendo los deseos del propio Warburg pues aparecieron sucesivas ediciones críticas sobre su conferencia en alemán9 y en inglés10, publicaciones que contribuyeron a engrosar el mito del viaje americano de Warburg; no solo desoyeron sus peticiones11, sino que el propio título de la conferencia (y con él, el de su publicación) se fue modificando sin una razón válida. Warburg nunca se refirió a su texto como “El ritual de la serpiente” sino que lo tituló “Imágenes de la región de los indios pueblo de Norteamérica”, una diferencia 7 “Querido doctor Saxl: le pido solemnemente que no muestre a nadie, sin mi expreso consentimiento, el manuscrito de la conferencia titulada ‘Imágenes de la región de los indios Pueblo de América del Norte’, pronunciada en el sanatorio Bellevue el 21 de abril de 1923 (...) Esta horrible convulsión de rana decapitada solo puede ser mostrada a mi querida esposa, y algunas partes también al doctor Embden, a mi hermano Max y al profesor Cassirer.” En Warburg, El ritual, 65. 8 Aby Warburg, “A lecture on the serpent ritual”, Journal of the Warburg Institute, nº 3 (19381939), 277-292. 9 Aby Warburg, Schlangenritual: Ein Reisebericht, edición de Ulrich Raulff (Berlín: Wagenbach, 1988). 10 Aby Warburg, Images from the region of the Pueblo indians of North America, edición de Michael Steinberg (Ithaca: Cornell University Press, 1995). 11 Pocos días después de la conferencia, Warburg escribió el 26 de abril de 1923 que su presentación sobre los rituales indios no debía ser vista como unos “resultados científicos”, sino que debía ser entendida como las confesiones desesperadas de alguien que busca una redención. Esta carta forma parte de una serie de notas sin publicar para la preparación de la conferencia, escritas a mano por el propio Warburg, que se encuentran transcritas en Michaud, Aby Warburg, 293-330. Sobre la autoría de la conferencia, Faeta ha sugerido que el mismo Binswanger pudiese haber participado en su gestación, de modo directo o indirecto. Por un lado, era amigo personal de Warburg y, por otro, también estaba interesado en cuestiones de antropología, pues él es el fundador de la llamada antropología fenomenológica. Faeta también añade la posible participación de Saxl, pues ayudo a Warburg a recopilar el material y a poner en relación imágenes y texto. Véase el capítulo “Der liebe Gott steckt im detail. Aby Warburg, l’antropologia, la fotografia etnografica” de Francesco Faeta, Strategie dell’occhio. Saggi di etnografía visiva, (Milano: FrancoAngeli, 2003), 66-86.

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que se puede apreciar en las diversas ediciones que se han realizado del mismo. Parece ser, a pesar de la prohibición, que el viaje a México tuvo, antes de la conferencia en Bellevue, algunos lectores y espectadores privilegiados. En enero, febrero y marzo de 1897, nada más regresar del viaje, Warburg mostró sus fotografías a las asociaciones de fotógrafos amateurs de Hamburgo y Berlín12 y proyectó la publicación de un volumen junto a Henry R. Voth, el misionero menonita que le había acompañado en América, sobre el ritual de la serpiente y la danza Hemis Kachina, publicación que no llegó a ver la luz por la negativa de Voth13. Además, en 1926, tres años después de la conferencia, Warburg y Saxl publicaron anónimamente un breve reportaje sobre el ritual de la serpiente en la revista para jóvenes Jugend Insel. Zeitschrift für Jungen und Mädel, dato que ha pasado desapercibido a la historiografía14. Los ingredientes para que una historia como esta adquiera tintes de leyenda están servidos: el viaje romántico hacia el salvaje oeste, los rituales mágicos de los indios, el internamiento en el sanatorio, la recuperación del viaje para la conferencia, las negativas para su publicación, las sucesivas ediciones; en definitiva, el viaje americano de Warburg ya es un tema propio, incluso con su Nachleben, con sus supervivencias, en el discurso de la historia del arte. Este mismo discurso ha prestado especial atención al acercamiento que Warburg efectuó hacia la antropología en su periplo americano15. Fritz Saxl escribía en 1929, muy poco después del fallecimiento de Warburg, que, tras el viaje, este “aprendió a mirar la historia europea con los ojos de un antropólogo”16. Didi-Huberman explica que Warburg, ante la insatisfacción que le producía la historia del arte estetizante y atribucionista que se practicaba en su época, la de Morelli o Venturi, inició un 12 Benedetta Cestelli Guidi, “Retracing Aby Warburg’s American journey through his photographs”, en Cestelli Guidi y Mann, Photographs, 33. 13 Cestelli Guidi, “Retracing Aby”, 36. 14 P. Krieger, “El ritual de la serpiente. Reflexiones sobre la actualidad de Aby Warburg, en torno a la traducción al español de su libro Schlangenritual. Ein Reisebericht”, Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas, nº 88 (2006), 239-250, especialmente página 240, nota 4. 15 Cestelli Guidi, “Retracing Aby”, 30-31. 16 Fritz Saxl, La vida de las imágenes, (Madrid: Alianza, 1989), 290.

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desplazamiento a través de esa disciplina y sus fronteras que le llevó a un compromiso apasionado con las cuestiones antropológicas durante toda su vida. Para Warburg, la imagen constituiría un fenómeno antropológico en el que cristalizaría lo que es una cultura en un momento dado. Las supervivencias que tanto habían interesado a Warburg, esos Nachleben der antike que centraron gran parte de sus investigaciones, no son sino un préstamo de la antropología, de los survivals que había empleado el etnólogo británico Edward B. Taylor en su obra Primitive culture (1871). Con Warburg, la historia del arte se abre a la antropología, un desplazamiento que ha sido celebrado en la historiografía warburguiana y que, además, fue uno de los pasos que permitió la orientación de la disciplina hacia una historia de la cultura17. Sin embargo, el júbilo con el que se describe la aproximación antropológica de Warburg entre los historiadores del arte contrasta con la nula presencia de sus trabajos en el campo de los antropólogos. Ningún trabajo antropológico cita su conferencia sobre el ritual de la serpiente a pesar de que en su viaje mantuviera contactos con antropólogos como Franz Boas, Cyrus Adler, los hermanos Weterhill o Jesse Walker Fewkes (quién fotografió la danza y registró, por primera vez en discos de cera, los cánticos de la tribu), visitase la Smithsonian Institution o proyectase la organización del XXV Congreso de Antropología Americana poco antes de fallecer en 1929. El interés que puso Warburg en la antropología es un amor no correspondido y un síntoma de que su viaje no fue todo lo antropológico que debiera haber sido. Esto es evidente si se tiene en cuenta que las aportaciones que Warburg plantea en el texto de su conferencia no son relevantes para la antropología. Sus preguntas no son las cuestiones que se plantearía un antropólogo. De hecho… ni siquiera convivió con los indios.

17 Georges Didi-Huberman, La imagen superviviente. Historia del arte y tiempo de los fantasmas según Aby Warburg, (Madrid: Abada, 2009), 45-53. Véase también Kurt W. Forster y David Britt, “Aby Warburg: his study of ritual and art between two continents”, October nº 77 (1996), 5-24. Para la aportación de Warburg a la historia cultural, véase Michael Diers, Thomas Girst y Dorothea von Moltke “Warburg and the warburgian tradition of cultural history”, New German Critique nº 65 (1995), 59-73.

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Warburg revisitado Una serie de recientes trabajos han revisado desde perspectivas teóricas próximas a la critical theory o el posmodernismo el viaje de Aby Warburg a Nuevo México. Dos de esos trabajos se presentan en este volumen por primera vez en castellano y corresponden a David Freedberg. El primero de ellos, titulado “Pathos en Oraibi: lo que Warburg no vio”, fue publicado inicialmente en italiano en el año 2004 y formaba parte de un volumen editado por Claudia Cieri Via y Pietro Montani dedicado a las cuestiones de tiempo y memoria en el pensamiento de Aby Warburg18. En este artículo, Freedberg pone el acento en las omisiones y distorsiones que se pueden rastrear en la recepción historiográfica del viaje, señalando el rechazo consciente por parte de los historiadores hacia aquello que Warburg hizo mal durante su viaje y, especialmente, el desconocimiento que mostró hacia el contexto crítico de las danzas, un elemento que ha pasado desapercibido en todos los comentaristas y exégetas de Warburg. El historiador alemán se acercó a las danzas de los hopi desde sus coordenadas europeas, tratando de buscar la respuesta a una pregunta: ¿hasta qué punto los restos de cosmología pagana que persisten entre los indios pueblo nos pueden ayudar a entender la evolución desde el paganismo primitivo hasta el hombre civilizado? Warburg quería encontrar “supervivencias” de prácticas paganas en su contemporaneidad que le ayudasen a entender el estudio del paganismo clásico en el Renacimiento florentino. Los indios pueblo representaban para Warburg un verdadero Nachleben, una supervivencia de lo primitivo, pues elementos de la antigua cultura anasazi pervivían entre los pueblo de un modo similar a como el Renacimiento empleaba elementos de la Antigüedad. Sin embargo, el paralelismo entre Atenas y Oraibi es forzado, muy forzado, pues comparar el Laocoonte con el ritual de la serpiente es una analogía que no se sostiene de ninguna manera: las danzas son estáticas, racionales y controladas, mientras que el Laocoonte es tensión y agonía. Si el propio Warburg co18 David Freedberg, “Pathos a Oraibi: Ciò che Warburg non vide”, en Lo sguardo di Giano. Aby Warburg fra tempo e memoria, Claudia Cieria Via y Pietro Montani eds. (Torino: Nino Aragno, 2004), 569-611. [En nuestra edición, pp. 45-82]

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mentó en la conferencia de Kreuzlingen la quietud de las danzas Hemis Kachina, ¿por qué insistió en la comparación con el Laocoonte?19 Freedberg retrata a un Warburg empeñado en ver aquello que quería ver y nos invita a dirigir nuestro pensamiento hacia aquello que Warburg no vio o no supo ver, como las evidentes tensiones entre las dos facciones en las que se habían dividido los pueblo, entre aquellos partidarios de la tradición y los adeptos a la modernización. Tampoco supo ver que la arquitectura de los pueblo le podía aportar mejores ejemplos de la idea de supervivencia, ya que presenta escasas variaciones respecto a sus orígenes en el siglo xii. Para Freedberg, Warburg debería haberse quedado, aunque solo hubiese sido esta vez, con Winckelmann y su idea de serenidad para poder ver algo más en las danzas. El otro de los artículos que aquí se presentan, “La máscara de Warburg: un estudio sobre idolatría”, apareció por primera vez publicado en 2005 en una antología de textos sobre antropología e historia del arte editados por Mariet Westerman20. En este trabajo, Freedberg muestra los peligros que puede acarrear un cruce entre antropología e historia del arte. Freedberg califica como reaccionaria la aproximación de Warburg a pesar de que la conferencia de Kreuzlingen haya sido idolatrada como un ejemplo pionero de las conexiones entre historia del arte y antropología. Y es que los antropólogos con los que Warburg se rodeó en Nuevo México no fueron, precisamente, modelos de antropólogos, como el misionero menonita Henry R. Voth, puerta de acceso de Warburg a la cultura pueblo, a sus rituales y formas de vida. Gracias a Voth, que vivía desde hace años en la zona con su familia (figs. 46 y 47), pudo conseguir las muñecas kachinas, entrar en el recinto sagrado de la kiva u obtener “permiso” (evidentemente es un eufemismo) para hacer fotografías de rituales prohibidos a pesar de ser consciente de la prohibición. Freedberg trata de rebajar el júbilo con el que la historia del arte ha visto el viaje, pues este no 19 Warburg habla en la conferencia de “monótonos movimientos”, “solemne y silenciosa serenidad”, “oficios ceremoniales con tranquilidad e inquebrantable devoción”. Véase Warburg, El ritual, 40-41. 20 David Freedberg, “Warburg’s mask: a study in idolatry”, en Anthropologies of Art, Mariet Westermann ed. (Williamstown: Clark Institute, 2005), 3-25. [En nuestra edición, pp. 83-108]

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tuvo nada de ejemplar en ningún sentido. Y mucho menos son ejemplares aquellos trabajos que no han denunciado todavía ni han puesto de relieve los excesos de esas prácticas. Una historia del Southwest Para articular nuevas visiones del viaje hemos de seguir el consejo de Freedberg y ser capaces de ver aquello que Warburg no vio. Y que incluso la historiografía no ha podido, o querido, ver. Para ello es imprescindible conocer qué fue el Southwest en la época en la que Warburg viajó. Porque el Southwest no era, ni es, solo un territorio o una nomenclatura geográfica. Era un auténtico lugar cultural, un espacio de sueños y aventuras impregnado del aroma cinematográfico del far west. En la Alemania de finales del siglo xix se puede decir que se vivía un auténtico flirteo con el oeste americano. No se puede precisar hasta qué punto la cultura americana de indios y vaqueros influyó en la personalidad de Warburg. Ningún historiador lo ha puesto de relieve como para considerar que durante su viaje a América estuviera condicionado por una idea romántica del Southwest. Que la tuvo es algo que parece claro, pero no sabemos con seguridad hasta qué punto el hechizo de los cowboys le hizo viajar con una idea preconcebida de lo que iba a encontrar. La única referencia la aporta Gombrich, quien cuenta que Warburg, de pequeño, para sobrellevar la enfermedad de su madre, se refugiaba devorando libros de indios y vaqueros21. Durante la segunda mitad del siglo xix, las aventuras de los cowboys, del 7º de caballería o de los pieles rojas se habían difundido en Europa gracias a las novelas, alimentando la idea de un salvaje oeste plenamente romántica. Las imágenes mentales que esas novelas pudieron crear entre los lectores europeos tomaron forma cuando el Wild West Show de Buffalo Bill desembarcó en Europa en 1886 y realizó una larga gira en Inglaterra, Francia, España, Italia y Alemania. No hay ninguna constancia de que Aby Warburg asistiera a alguno de esos espectáculos cuando se mostraron en 21 Ernst H. Gombrich, Aby Warburg. Una biografía intelectual, (Madrid: Alianza, 1992), 32.

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VIVES-FERRÁNDIZ El viaje de Aby WarburgLUIS a Nuevo México es un hito en la biografía del historiador alemán. Son muchos los estudios que han tratado el viaje de una u otra manera, ya sea como objeto de estudio o como elemento colateral de otras cuestiones su esas trabajo: si lapreparaba literatura lasobre Warburgsobre es inmensa, la del viaje Alemania de (por fechas disertación Botticelli) pero no se queda a la zaga.del Si Warburg ha parte llegado sereuropeos un tema en historiografía sí que es indicativo interés por dealos porlaconocer, de del arte, elmano, viaje al los Estados se ha laconvertido, también, primera loSouthwest que era eldesalvaje oeste yUnidos sus indios: americanización en tema específico. Además, a los propios textos que versan sobre el del mundo había comenzado y el éxito fue rotundo. Por ejemplo, viaje en In-hay que añadir la no menos extensa producción académica en torno a la conferenglaterra, la primera aparición pública de la reina Victoria tras la muerte de cia el ritual de la serpiente quealpronunció ende Kreuzlingen, otro que su sobre marido se produjo para asistir espectáculo Buffalo Bill. Entema París, alarga el número de trabajos sobre la estancia de Warburg en América hacia un durante la exposición universal de 1889, asistieron 10.000 personas al prihorizonte muy lejano. Warburg no solo fue el creador de una escuela sino que mer espectáculo y las parejas de enamorados tocaban a los indios porque él mismo se ha convertido en objeto de estudio. creían que era sinónimo de suerte y de fertilidad. En Italia, recibieron la Sin embargo, son escasísimos trabajos sobre este tema que han mosbendición del papa León XIII aquellos y, allí donde actuaban, vendían palomitas trado una actitud crítica hacia el viaje y el encuentro con los indios pueblo. de maíz para que el American flavour fuese una realidad sensorial. El esLos estudios de David Freedberg que aquí se presentan, inéditos en castellano, pectáculo de Buffalo Bill pretendía conectar la aventura de la conquista del plantean de Warburg a Nuevo México como nunca antes había heoeste conel laviaje historia de la colonización europea y promover unase imagen cho. Si la historiografía de la historia del arte había alabado el acercamiento de superioridad de la raza blanca. El wild west era como una pantalla en lade Warburg a la antropología, resultado de suspor encuentros con los que proyectar las fantasías de los europeos un territorio queetnólogos conocían,del 22 Bureau of American Ethnology que trabajaban en la zona, Freedberg nos abre o habían imaginado, gracias a las novelas o las fotografías . los ojos sobre el discutible comportamiento antropológico de Warburg con los Si el wild west fue como una pantalla en la que los europeos proyecindios, sobre cómo obtuvo las muñecas kachinas, cómo pudo acceder a los retaron sus sueños y ficciones acerca del salvaje oeste, el caso de Alemania cintos sagrados o cómo consiguió realizar sus fotografías sobre los rituales a los es paradigmático pues se “encaprichó” de los indios como ningún otro que asistió. Con Freedberg, y empleando una expresión de Walter Benjamin país lo hizo en su momento. El escritor Karl May, por ejemplo, contemmuy adecuada para estey contexto, pasamosdelanovelas historia del del viaje contrapelo, en para poráneo de Warburg famoso escritor oeste,a planteaba ver en ese movimiento lo que los discursos sobre el mismo han silenciado o sus relatos una imagen de los indios que los aproximaba a los alemanes.no han para vislumbrar la fascinación Warburg porelelsalvaje far westoeste o para Sus mostrado, novelas fueron las principales fuentes de para conocer pergeñar una ética para historiadores al amparo del postcolonialismo. que tenían los germano hablantes de la segunda mitad del siglo xix y En la presente edicióndesejóvenes incluyen las fotografías él mismo tomó y diferentes generaciones alemanes leyeron que sus relatos y aprenbuena parte de su diario personal –testimonios visuales y escritos de dieron, gracias a personajes como Old Shatterhand y Winnetou, las sus cos-andanzas– que Warburg experimentó y registró tumbrescon de la losintención indios y de la contrastar condiciónlodel wild west. Aunque sus novelas con lo que hoy reflexionamos a partir de él. están llenas de estereotipos y exotismos, la visión alemana del Southwest se configura y construye gracias a las historias de May. En 1896 había vendido cerca de 400.000 copias a pesar de que solo viajó una vez a los Estados Unidos y ni siquiera pisó el salvaje oeste. Las novelas de May aproximaban los indios a los alemanes, pues describe a los primeros IBIC: ABAcon Isbn: 978-84-940988-3-3

22 R. Rydell, Buffalo Bill in Bologna: the americanization of the world. 1869-1922, (Chicago: The Chicago University Press, 2005), 105-111.

22 www.sanssoleil.es


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