SAN AGUSTÍN. AURELIO AGUSTIN

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AGUSTÍN DE HIPONA (354-430 a.C.).


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ESQUEMA 1. VIDA 2. FILÓSOFO Y TEÓLOGO: RAZÓN Y FE 2.1. RELACIONES ENTRE RAZÓN Y FE 2.2. TEORÍA DE LA VERDAD (EPISTEMOLOGÍA) 2.2.1. La duda antiescéptica 2.2.2. La verdad y el conocimiento 2.2.3. La iluminación 3. DIOS 3.1. LA EXISTENCIA DE DIOS Y SU ESENCIA 3.2. EL EJEMPLARISMO 4. EL MUNDO CREADO 4.1. LA FORMA 4.2. LA MATERIA 4.3. EL TIEMPO 5. ANTROPOLOGÍA Y PSICOLOGÍA: El hombre y su alma 6. ÉTICA: EL MAL, LA LIBERTAD Y LA VOLUNTAD O EL AMOR 6.1. EL MAL 6.2. LA LIBERTAD O LIBRE ALBEDRIO 6.3. LA VOLUNTAD O EL AMOR 7. POLÍTICA. LA CONCEPCIÓN DE LA HISTORIA: LAS DOS CIUDADES


Historia de la Filosofía

Jesús Jiménez

2º Bachillerato. IES de Guadarrama.

S. AGUSTÍN

1. VIDA Agustín de Hipona nació en Tagaste (hoy SoukAhras, en Argelia) en el año 354. Su padre, Patricio, era pagano y ejercía un cargo municipal en la pequeña ciudad; su madre, Mónica era una ferviente cristiana que educó a su hijo como cristiano, aunque su bautismo fue diferido de acuerdo con una común costumbre de la época. Así parece ser ciertamente romanizado, pero profunda y auténticamente africano. Estudió las primeras letras y la gramática en Tagaste y Madaura. En Cartago, hacia los 17 años de edad, a la vez que asistía a la escuela de retórica, se entregó a la vida disipada de la gran ciudad cosmopolita. Ya en su adolescencia se unió a la mujer que había de darle un hijo, Adeodato, y a la que se mantuvo unido durante muchos años. En su periodo de formación y primeros trabajos recibió las siguientes INFLUENCIAS: 1) A este período de estudios de Cartago corresponde el primer despertar de su espíritu filosófico causado por la lectura del Hortensius, diálogo de CICERÓN que conocemos fragmentariamente, y en el que Agustín descubrió el concepto de filosofía como búsqueda de la verdad que puede hacer feliz al hombre. 2) Buscando la verdad en los Libros Sagrados los encontró pobres de estilo: propios de ignorantes y con forma de cuentos. Entonces se inclinó hacia

EL MANIQUEÍSMO,

Filosófica de origen persa, fundada por Mani en el siglo III. El principio fundamental es la oposición de dos elementos que son la luz (Ormuz) y la oscuridad (Ahrimán). La corriente principal del maniqueísmo sostiene que el alma es la luz y es buena mientras que el cuerpo es el envoltorio que la oscurece. Por eso proponen practicar el ascetismo incluyendo la meditación, el ayuno, la castidad... para que la luz salga de la oscuridad. Conocer el elemento del bien que cada hombre posee y vivir de acuerdo con él proporciona la salvación después de la muerte. Perduró en Oriente hasta el s. XIV, y en Occidente hasta el s. V.)

Durante nueve años (374-383) fue afiliado a la secta ya que parecía resolverle el problema del mal al presentarse como una doctrina puramente racional que no exigía fe sino que ofrecía demostración. 3)Al desilusionarse de la sabiduría de los maniqueos (no resolvían sus dudas cosmológicas) se orientó hacia el ESCEPTICISMO DE LOS ACADÉMICOS, (que cuestionan la certeza del conocimiento defendiendo que no existe un criterio para la


4 verdad, solo probabilidades) a la vez que continuaba imbuido de las concepciones materialistas recibidas de su período maniqueo. 4) Después de haber sido profesor de retórica en Cartago y en Roma, se dirigió a Milán, en donde la influencia de SAN AMBROSIO comenzó a liberarle de sus prejuicios (la Biblia es un “cuento” propia de gente ignorante) contra la doctrina cristiana. 5)Tres escuelas de filosofía griega, Platonismo, aristotelismo y estoicismo, experimentaron un proceso de acercamiento que dio lugar a la aparición del neoplatonismo como doctrina filosófica dominante durante el Imperio romano. Fue entonces cuando llegaron a las manos de Agustín "los libros de los platónicos", probablemente algunos textos de las Enéadas de PLOTINO, a los que san Agustín debió la liberación de su materialismo, el descubrimiento de lo inteligible y espiritual.

Plotino había nacido en Alejandría a comienzos del s. III y estuvo convencido de que comprendía la filosofía de Platón mucho mejor que éste. Así fue el creador del neoplatonismo mezclando el pensamiento platónico con el de Pitágoras, Aristóteles y los estoicos, y su propio misticismo. Como Platón pensaba que la realidad última, el Bien, es trascendente. La realidad más alta lo llama el Uno. Las cosas emanan de esta unidad en orden descendente de realidad, valor e integración. El mal surge en la materia dispersa en el punto mas bajo de la escala, el más alejado del Uno. Esto significaba que no había necesidad de dualismo para describir la naturaleza del mal (maniqueos) y así para los neoplatónicos el mal es sólo la ausencia de bien; era la realidad más alejada de la suprema realidad del Uno, y así la cosa menos real de todas.

Su conversión al cristianismo siguió a un período de violenta lucha en el plano moral, experiencia que describe en sus Confesiones. Tras el abandono de la mujer con la que vivía desde hacía catorce años y la decisión de abandonar la cátedra de profesor de retórica (386), recibió el bautismo probablemente en el año 387. Para entonces el monoteísmo – la doctrina cristiana que afirma que existe un solo Diosgracias al Edicto Imperial de Teodosio El Grande, publicado en la ciudad de Tesalónica estaba empezando a cuajar en el Imperio Romano. Agustín se había sentido impresionado por los elementos místicos del neoplatonismo, y por la idea de que el más íntimo espíritu del hombre lo une a la realidad suprema; con el tiempo llegó a conjugar todo el neoplatonismo con las enseñanzas de la Biblia. Esta fue su contribución más importante a la filosofía proporcionando al cristianismo un apoyo intelectual fuerte a la vez que lo enlazaba con la filosofía griega.Es entonces cuando Agustín se incorpora a la patrística y que se caracteriza por los esfuerzos de los Padres de la Iglesia (lat. patres) para desarrollar y cimentar la doctrina cristiana con la ayuda de la filosofía antigua, y para defenderla contra el paganismo y el gnosticismo. San Agustín llegó a ser dentro de esta corriente de pensamiento el representante más importante e influyente de la filosofía cristiana de la Antigüedad. Se llama patrística a la época de la antigüedad cristiana postapostólica. Las obras de los <<Padres>> (patres) junto con la Biblia, se estimaban habitualmente como autoridades. Su pensamiento no constituye, sin embargo, ni una unidad sistemática ni histórica, sino que se parece más bien a una fase de transición desde la apología de la vida cristiana hasta la teología académica. Las influencias de la patrística sobre la filosofía provenían del platonismo, de la filosofía religiosa de Filón de Alejandría, del neoplatonismo y del estoicismo. Entre los primeros santos padres sobresalen: Justino, Clemente de Alejandría (145-215), Orígenes (185-253), Gregorio de Nisa (335-394)


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Tenemos que concluir este apartado diciendo que los motivos por los que los cristianos llamados santos padres, entre ellos S. Agustín, comenzaron a hacer filosofía fueron: a) Defender su doctrina de las críticas que llegaban desde la filosofía. c) Profundizar en el conocimiento de las verdades que previamente habían aceptado por la fe. d) Ampliar la doctrina cristiana para que alcance temas en los que la revelación no había sido explícita. Agustín fue ordenado como presbítero en 391 y más tarde obispo de Hipona continuando su combate contra los DONATISTAS que apelaban a la tradición rigorista del cristianismo africano contra la universalidad de la Iglesia católica y su polémica antimaniquea.

Doctrina cismática de Donato -s. IV-, obispo de Cartago, quien sostenía que la validez de los sacramentos dependía de las condiciones subjetivas del ministro, la fe y la ausencia del pecado. Los donatistas sostenían que la Iglesia debía de permanecer libre de toda interferencia con el Estado para provocar una revolución a lo que seguiría la llegada de los Cuatro Jinetes del Apocalipsis y el Fin del Mundo. Veían con buenos ojos la guerra pues demostraba la maldad del mundo y aceptaban una vida de penitencia y de persecuciones.

Hacia el año 411 inició su tarea ANTIPELAGIANA Los pelagianos constituyeron un sistema teológico que defiendía que no existe el pecado original y que el hombre es capaz de ganar el cielo sin ayuda de la Gracia de Dios. Sus principales defensores fueron el monje galés Morgan o Pelagio y Celestio -s. V-. Fue combatido por San Agustín y condenado en varios concilios.

Agustín murió el 28 de agosto de 430, al tiempo que los vándalos sitiaban la ciudad de Hipona, en la que entraron ya después de su muerte.


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2. FILÓSOFO Y TEÓLOGO: RAZÓN Y FE La obra de Agustín de Hipona supone la primera gran síntesis entre el cristianismo y la filosofía platónica. Aunque inspirado por la fe, el pensamiento de San Agustín dominará el panorama filosófico cristiano hasta la aparición de la filosofía tomista (s. XIII), ejerciendo un influjo considerable en la práctica totalidad de pensadores cristianos durante siglos. En Agustín, razón y fe se complementan mutuamente y constituyen la sabiduría cristiana. No busca la verdad de la ciencia, sino de la sabiduría, para solucionar el problema del hombre que se mueve por el ansia de felicidad. Por ello, toda su filosofía tiene un cariz moral y religioso. Aunque podemos concluir, entonces, que el cristianismo no es una filosofía en sentido estricto porque es, sobre todo, una doctrina de salvación para el ser humano. Desde el plano antropológico y práctico-moral, ve que la razón sola no puede resolver definitivamente el misterio del hombre, ya que no alcanza la verdad plena acerca de Dios. La fe, para san Agustín, es necesaria para conocer la verdad de la sabiduría. San Agustín, junto con el resto de Padres de la Iglesia, razonamiento para demostrar que las verdades de fe no son absurdas.

empleó el

2.1. RELACIONES ENTRE RAZÓN Y FE: Una preocupación fundamental en Agustín es la inteligencia de la verdad revelada. De ahí que, en su punto de partida, el camino a seguir es de la fe a la razón. Sólo por la fe en las Escrituras podemos conseguir cierta comprensión racional de las mismas. Dios es la eterna verdad, el principio de todo lo que existe y la fuente de la felicidad perfecta. A ello se une el supuesto antropológico según el cual el alma, movida por un "pondus" natural, no cesará de buscar por la fe y la razón a Dios como Autor, Doctor y Dador de su ser, verdad y bien. No hallamos en Agustín una delimitación estricta entre el campo de la fe y de la razón. Ambos conocimientos están en íntima relación de mutua colaboración solidaridad, pues pretenden el mismo objetivo: la única Verdad. La filosofía y cristianismo aunque tienen planteamientos muy diferentes, sin embargo, comparten mismo objetivo: ambas pretenden que sus doctrinas tengan validez para toda humanidad.

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El principio de teología negativa dice que el intelecto humano sólo está capacitado para conocer qué no es Dios. Para Agustín, entonces, se hace necesaria una colaboración entre la fe –la teología- y la razón –la filosofía- y, para ello, establece el siguiente orden:


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S. AGUSTÍN 1)La fe precisa de la razón antes y después de la adhesión de la mente a la verdad revelada. Antes, porque la razón ayuda al presentar al hombre los motivos racionales de la creencia. Después, porque, una vez aceptada la fe, la razón contribuye en el esclarecimiento de sus contenidos. 2)La razón presupone la fe. La razón por sí sola no basta para alcanzar la verdad, pues por naturaleza es limitada, débil e imperfecta.

La mutua colaboración puede expresarse en la fórmula: "comprende para creer,

cree para comprender". Entonces con Aurelio Agustín se impone un modelo iluminista de explicación de la relación entre fe y razón que no establece una separación nítida entre fe y razón, frente a un modelo distributivo o ponderado que, más tarde con Tomás de Aquino, sostendrá que la razón conserva su autonomía a pesar de estar subordinada a la fe.

2.2. TEORÍA DE LA VERDAD (EPISTEMOLOGÍA) La búsqueda de las condiciones del conocimiento conduce a Agustín al descubrimiento de los cimientos del saber en la CERTEZA INTERNA DE LA CONCIENCIA O ALMA dimensión humana de intimidad, donde descubre a Dios. Su orientación platónica le llevará a defender que la verdad no ha de buscarse en el mundo exterior por medio de los sentidos, sino reflexionando, volviendo la mirada hacia el interior de uno mismo: "No vayas fuera. Vuélvete hacia dentro de ti mismo. La

verdad habita en el hombre interior". interior". Su pensamiento concluye en Dios: LA VERDAD POR ANTONOMASIA ES DIOS, centro de todo como Verdad creadora y origen de todo ser; como Verdad iluminadora, luz de todo conocer.

2.2.1. La duda antiescéptica Agustín se plantea la duda de si existe la verdad en general. El punto de partida agustiniano considera que la realidad extramental existe con independencia de nuestro conocimiento y certezas. Ciertamente, los sentidos pueden engañarnos sobre la naturaleza de las cosas que percibimos, pero no sobre la existencia de las mismas. En su esfuerzo por superar el escepticismo plantea el

siguiente argumento:

puedo engañarme acerca de las cosas que hay fuera de mí, pero mientras yo dudo de ellas, soy consciente de mi mismo como algo que duda. La certeza de mi existencia es algo que se presupone en todo mí juzgar, dudar y errar.

<<Pues si me engaño, soy>>

Para San Agustín por el mero hecho de que el hombre se engañe, esto no implica la negación absoluta de la verdad, como pretendían los escépticos. Su argumento se reduce al análisis existencial del error humano. El error presupone el existir, he aquí la primera verdad. El engañarse y el existir se funden en una misma certeza (existimos y pensamos).


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"No hay que temer en estas verdades [las del mundo interior, las ideas, las imágenes, imágenes, etc. etc.] los los argumentos de los académicos académicos que dicen: `¿Y si te engañas?´ engañas?´. Pues si me engaño. Soy[… oy[…] El que no existe, en verdad, ni engañarse puede; y por esto existo pues si me engaño. Y puesto que existo si me engaño. ¿cómo ¿cómo puedo engañarme acerca de que existo, existo, cuando es cierto que existo si me engaño? Y por tanto, puesto que yo, el engañado, existiría, existiría, aunque me engañara, sin duda no me engaño engaño al conocer que existo” existo”. La evidencia anterior es irrefutable. El engaño forma parte de un proceso psíquico que presupone la existencia. Me engañe o no me engañe, siempre existo como consecuencia de que sé que algo está sucediendo en mi mente.

2.2.2. La verdad y el conocimiento La filosofía fue para Agustín el amor y esfuerzo del alma entera hacia la sabiduría y hacia la verdad. La verdad era para San Agustín el ideal supremo al que se entregó con pasión. Esta verdad es la que se refiere al alma y a Dios, los dos objetos de su preocupación filosófica. Reflexionando sobre sí mismo, el hombre puede estar seguro al menos de tres cosas: de que existe, vive y entiende. Descartada la posibilidad del origen humano de tales ideas, llega a la conclusión de que sólo un ser superior puede depositar en nosotros esas ideas eternas e inmutables: ese ser es Dios. De esta forma queda manifiesta en Agustín la preeminencia del alma en el proceso del conocimiento. Agustín postula, en definitiva, el camino de la interiorización para alcanzar el verdadero conocimiento en progresión gradual, pues el espíritu es fuente de verdad. Basándose en la existencia de verdades en nuestra mente, Agustín presupone un concepto de verdad: la verdad ha de ser necesaria, eterna e inmutable. La verdad es algo totalmente distinto del fenómeno empírico; la verdad es un principio normativo

del pensar por el cual la mente halla la razón de inteligibilidad de las ideas, entendidas como realidades no sensibles e inteligibles, objetos verdaderos de la ciencia. De ahí su característica esencial: la necesidad (lo que siempre es y existe en sí mismo).

"Las ideas son esencias permanentes e inmutables de las cosas, que no han sido formadas, sino que existiendo eternamente y de manera inmutable, se hallan contenidas en la inteligencia divina". divina". Distingue San Agustín tres tipos de ideas: 1. las ideas lógicas y metafísicas (verdad, falsedad, esencia, bondad, unidad, igualdad, etc.); 2. las ideas matemáticas (números, figuras...); y 3. las ideas éticas (virtud, orden, paz, etc.). De la necesidad de las ideas podemos inferir las siguientes propiedades: . La inmutabilidad: lo necesario es inmutable. Si ser necesario significa lo que siempre es, o, en términos negativos, lo que jamás puede dejar de ser, ello implica inmutabilidad. . La eternidad: lo inmutable excluye movilidad, sólo él es eterno. La anterior consideración sobre del concepto agustiniano acerca de la verdad nos lleva al problema de su ORIGEN Y FUENTE. Resulta evidente que no es posible que dicha fuente sea la experiencia sensible (foris) y se encuentra en el espíritu del hombre: sólo en la interioridad del alma (intus), en la intimidad de la conciencia del sujeto en sí mismo, el "sabio encontrará la sabiduría".


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Esta apelación a la interiorización es el punto de partida de un proceso ascendente que lleva al hombre más allá de sí mismo en una constante auto trascendencia, la cual tiene lugar en el hombre en dos momentos: 1)El primer momento consiste en que el hombre constate que su propia naturaleza es mutable y que, a pesar de ello, encuentra verdades que poseen caracteres superiores al alma, inmutables y necesarias, y, por lo tanto, no pueden tener su fundamento en el alma humana. 2)Un segundo momento es el que lleva al hombre hasta la Verdad absoluta, más allá de sí mismo. San Agustín sitúa el fundamento y el lugar de las ideas en la mente divina, en Dios, realidad inmutable y Verdad absoluta.

2.2.3. La iluminación Este planteamiento pretende mostrar cómo obtenemos ideas con independencia

de la experiencia sensorial. San Agustín distinguió distingue dos tipos de verdades: Verdades de orden natural y verdades sobrenaturales, y, para ello, tres niveles de conocimiento. En el nivel más bajo de conocimiento, se sitúa la "sensación" que es común al hombre y a los animales. El nivel más alto de conocimiento consiste en la contemplación de las cosas eternas ("sabiduría") por la sola mente, sin intervención de la sensación. Pero entre esos dos niveles existe una especie intermedia, en la que la mente juzga los objetos corpóreos de acuerdo con modelos eternos e incorpóreos. Según el Doctor de Hipona, las cosas o verdades eternas, que el hombre conoce sólo por medio de la inteligencia sin intervención de los sentidos, se hacen "visibles" a la inteligencia por medio de una "luz divina" que, procedente de Dios, capacita a la mente humana para que vea las características de inmutabilidad y necesidad de las ideas eternas, al mismo tiempo que imprime esas ideas en el alma.


10 Por consiguiente, las ideas, que están en Dios y son los arquetipos o modelos inmutables de realidades mutables, son conocidas por el hombre mediante una iluminación. Dicha iluminación, mediante la cual la verdad se irradia desde Dios sobre el espíritu del hombre, no consiste en una iluminación sobrenatural, ni en una revelación, sino que se trata de algo natural. La iluminación divina de la mente humana es una especie de luz refleja por la cual ve las ideas no en la esencia divina, sino en su interior a modo de imágenes reflejas de la divinidad. Esta iluminación es: •

natural y ordinaria cuando versa sobre el mundo sensible;

natural y especial, cuando se trata de las verdades eternas.

Podemos concluir que la afirmación que es expresión sintética de la doctrina de la iluminación es: Dios ilumina al alma humana para que pueda conocer las verdades inmutables. Podemos concluir diciendo que epistemológicamente Aurelio Agustín se enmarca dentro del llamado realismo moderado ya que considera que los conceptos universales existen en la mente, pero tienen su fundamento en la realidad.

3. DIOS 3.1. LA EXISTENCIA DE DIOS Y SU ESENCIA Es consecuencia inmediata de su teoría del conocimiento. Los argumentos de San Agustín para probar la existencia de Dios son:

a) El alma humana encuentra en su interior verdades que solo pueden tener a Dios como su causa. Es la prueba central de la EXISTENCIA DE DIOS; ésta dice que es en la intimidad de la conciencia pensante donde está el punto de partida de la prueba en la aprehensión por la mente de verdades necesarias e inmutables: las verdades eternas revelan su fundamento, la Verdad misma, reflejando la necesidad e inmutabilidad de Dios. Puesto que existe la verdad y siendo Dios su fundamento, luego Dios existe. Éste es, en síntesis, el argumento gnoseológico en el que San Agustín concluye la existencia de Dios.

b) El hecho de que la mayoría de los hombres reconozcan a Dios como creador prueba su existencia. Vendría a ser probatoria la creencia o consentimiento universal entre todas las gentes. Es el llamado Consensus gentium. c) La existencia de perfección en el mundo nos lleva a afirmar la existencia de un artífice que es Dios. Que Dios existe, por lo tanto, lo demuestra también el orden y contingencia de lo creado, Más tarde San Anselmo de Canterbury (1033-1109), a través del llamado <<Argumento Ontológico>>, apoyándose en lo ya expuesto por San Agustín y ampliándolo querrá demostrar racionalmente y de manera concluyente la existencia de Dios, incluso para aquellos que no creen en Él. Para este autor la idea de ser perfecto incluye la existencia y, por tanto, Dios como ser perfecto ha de existir.


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En lo que se refiere a LA ESENCIA DE DIOS, lo primero que resalta es su carácter inefable (no se puede expresar con palabras): cuando se trata de Dios el pensamiento es más verdadero que la palabra y la realidad de Dios más verdadera que el pensamiento. Sin embargo, la razón humana puede conocer los tres atributos esenciales de Dios: SER, VERDAD Y BIEN, que se corresponden a las tres personas de la Trinidad. Agustín propone para hablar de la esencia de Dios la fórmula: una sola naturaleza, la divina, en tres personas. La correspondencia que existe entre las tres personas de la divinidad y los tres atributos fundamentales según Agustín de Hipona: Dios Padre se corresponde con el Ser, Dios Hijo con la Verdad y el Espíritu Santo con el Bien. Agustín sabe y subraya que el Dios infinito es incomprensible para nuestro entendimiento limitado. Lo que digamos de Él siempre será insuficiente. Por ello nuestros conceptos sólo pueden aplicarse a Dios de un modo analógico. Acordémonos del principio de teología negativa que dice que el intelecto humano sólo está capacitado para conocer qué no es Dios. El atributo propio y específico de la divinidad consiste en que Dios es el ser en su plenitud, la esencia por antonomasia, la verdad eterna, el bien máximo; su Ser es eterno e inmutable; su Conocer es providente, presciente y creador; su Bondad es el fin de todas las inquietudes y fuente de felicidad inconmutable. San

3.2. EL EJEMPLARISMO El platonismo de San Agustín se integra en el concepto deísta y creacionista cristiano y pone las ideas o razones eternas como existentes en la mente divina en el Verbo divino, segunda persona de la Santa Trinidad. Dios ha creado libremente el mundo por medio de su Verbo, según las ideas ejemplares existentes en Él. El mundo es, pues, un reflejo de las ideas divinas, también llamadas ejemplares.

4. EL MUNDO CREADO El creacionismo se presenta como la nuevas doctrina que el cristianismo introduce en el debate filosófico como una posible solución al viejo problema de la relación entre lo uno y lo múltiple. Agustín apoyado en el neoplatonismo En la mente divina se encuentran desde siempre las ideas ejemplares de todas las cosas del mundo. Si las ideas son los arquetipos de todos los seres en el espíritu de Dios, entonces el mundo es la realización y copia de dichos arquetipos.


12 Dios crea el mundo a partir de la nada, es decir, que antes de la creación no había ni materia ni tiempo. Si el tiempo sólo existe con la creación, entonces Dios queda al margen del tiempo y la cuestión de cuándo ha sido creado el mundo no tiene sentido. Para la razón humana, no es posible comprender en su plenitud cómo se produce la creación, pero si conocer dos de sus requisitos fundamentales: La creación debe ser atemporal, puesto que Dios está fuera del tiempo. El tiempo comienza con la propia creación del mundo. La creación debe ser espontánea, ya que, si fuera el resultado de un proceso, sería necesario admitir cambios en el Creador, y esto es imposible, pues la esencia divina es inmutable. Por ello los factores que constituyen el mundo son: La materia, el tiempo, y la forma

4.1. LA FORMA Dios creó una parte de los seres ya en su forma perfecta (los ángeles, el alma, las estrellas), y por otra parte a las criaturas están sujetas al cambio (por ej. los cuerpos de los seres vivos).

4.2. LA MATERIA Desde la atemporalidad e instantaneidad de la creación se explican la aparición de nuevos seres en el mundo. Dios creó toda la realidad desde el principio y en un

acto único, pero a unas pocas cosas les concedió la existencia actual, mientras que a las demás les proporcionó una potencia para existir, de forma que acabaran desarrollándose en momentos sucesivos. Para explicar lo anterior recurrió a la TEORÍA DE LOS GÉRMENES ORIGINARIOS (rationes seminales) O DOCTRINA DE LA RAZONES SEMINALES:

Dios implantó esos gérmenes en la materia y a partir de ellas evolucionaron los seres vivos. De este modo se puede explicar el proceso de la evolución sin tener que recurrir a otras causas más que a la absoluta actividad creadora de Dios. En resumen: esta doctrina también llamada de las razones seminales dice que en la creación, Dios concedió a unas cosas existencia actual y a otras una potencia de existir.


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4.3. EL TIEMPO Agustín compaginó el neoplatonismo con la idea de la creación del mundo por parte de Dios desde la nada haciendo que las cosas fueran buenas. Pero se enfrentaba a una dificultad: ¿cómo podría Dios (el Uno) intemporal obrar en el tiempo? Este problema lo llevó a proponer una teoría del tiempo mucho más avanzada que cualquier pensamiento griego sobre la materia y que no será desafiada hasta trece siglos más tarde por Kant. Lo analiza en el Libro XI de las Confesiones y resalta sobre la experiencia del tiempo: La función constitutiva de la conciencia (memoria) La constitución del ser del hombre como una esencia temporal comparación con la verdad eterna.

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Así realiza un giro en la visión del tiempo: desde algo ligado al cosmos (griegos) hacia una dimensión de una conciencia subjetiva e interna. Si se considera como algo objetivamente dado, el tiempo está disgregado en diferentes momentos: lo pasado ya no es, lo futuro todavía no es, y el presente se

reduce el minúsculo instante en el que el pasado se convierte en el futuro. Sin embargo, tenemos conciencia de la duración: experimentamos el tiempo y poseemos medidas del tiempo. Esto es posible sólo si la conciencia humana tiene la

capacidad de conservar, como imágenes en la memoria, las huellas que dejan las impresiones sensoriales (efímeras), y darles la duración. El tipo de rememoración de las imágenes caracteriza las tres dimensiones del tiempo (pasado – presente – futuro); así es inexacto decir que el pasado y el futuro existen, pues más bien sólo existe verdaderamente la experiencia del presente, la cual se extiende hacia el pasado y hacia el futuro por medio de la rememoración. En el alma es donde medimos el tiempo porque nos ha sido dado como una extensión del alma o conciencia (lat. Distentio animi): en los bordes de esta extensión hacia el pasado y hacia el futuro las imágenes van desvaneciéndose en la oscuridad.


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Dado que, de este modo, es el espíritu (conciencia) quien produce las dimensiones del tiempo, el interior del hombre está disperso en una permanente espera (futuro), atención (presente) y memoria (pasado). La experiencia de la propia temporalidad hace que el hombre se remita a lo imperecedero. El espíritu alcanza la serenidad al orientarse hacia la verdad eterna (Dios). En el momento en que el espíritu se recoge en Dios eterno, del que todo ser obtiene su existencia, el hombre reconocer como <<partícipe de eternidad>>.

5. ANTROPOLOGÍA Y PSICOLOGÍA: El hombre y su alma Para Agustín el hombre el hombre es una <<substancia dotada de razón y hecha de cuerpo y alma>>, y constituye una unidad consistente en que el alma posee al cuerpo, usa de él y lo gobierna. Concibe al hombre bajo dos aspectos:

como una substancia completa y acabada, sujeto de atribución de operaciones inmanentes y transitivas; no el ser humano en genérico sino el <<yo>> concreto, el individuo irrepetible que somos cada uno. Para conocerse a uno mismo hay que seguir el camino de la INTERIORIDAD, de mirar a la profundidad del alma individual, y es en ese viaje cuando el hombre se encuentra con Dios y, entonces, entiende que es imagen de Dios (imago Dei) y que Dios es el Original. Todo este autoconocimiento se experimenta como el desgarramiento del conflicto interior.

como problema filosófico (unidad frente a dualidad).

Desde un punto de vista general, el ser humano es concebido como un COMPUESTO DE CUERPO Y ALMA. Cuando domina en él el platonismo dice que el hombre es el alma que se sirve de un cuerpo; el cuerpo no es un constitutivo esencial de igual rango. Cuando predomina su componente cristiano presente al ser humano como una unidad de cuerpo y alma. La muerte y resurrección de Jesucristo ha dignificado el cuerpo que adquiere la condición de templo. El alma es inmaterial e inmortal. Hecha a imagen de Dios, es reflejo de la Trinidad: En sus tres propiedades, Ser, Verdad y Bien. El alma es, conoce y da vida al cuerpo. Y en sus tres facultades: memoria, entendimiento y voluntad por lo cual es una imagen de la divina trinidad.


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6. ÉTICA: EL MAL, LA LIBERTAD Y LA VOLUNTAD O EL AMOR 6.1. EL MAL San Agustín antepone metódicamente el problema de la naturaleza del mal al de su origen y planteó el problema desde un enfoque originado en la revelación bíblica y Patrística (san Ireneo e Hipólito). En relación al ORIGEN DEL MAL, lejos de sus primeras posiciones maniqueas, asume que Dios es el creador único de toda la realidad. Dios es el Bien y las perfecciones de las criaturas son participaciones del Bien, y, por lo tanto, es imposible que sea causa del mal. La clave que necesitó para dar una respuesta la encontró el Plotino: el mal no es ser, sino una privación de ser, una carencia de ser que afecta a los seres finitos y creados. En consecuencia, por la creación toda realidad es buena en la medida en que es. El mal, pues, no ha sido creado por Dios. Sin embargo, existe. Por consiguiente consiste en la privación de la perfección debida. En el análisis sobre la NATURALEZA DEL MAL distingue tres planos desde los cuales es posible entender sus tres significados: En el plano metafísico el mal es privación de ser. Los seres inferiores comparados con los superiores, padecen una privación de ser, y esta privación es concebida como un mal. en el físico es la enfermedad y la muerte y en el moral es pecado. Conviene distinguir, por lo tanto, entre dos diferentes clases de males: + Los males físicos o naturales son consecuencias del pecado original no son propiamente males, según San Agustín, sino privaciones queridas por Dios en vistas del bien total del universo, ya que el ser humano redime sus pecados a través del sufrimiento en unión con Cristo. + El mal moral que es el único mal verdadero, es decir, es el pecado, que procede de la libre voluntad de las criaturas racionales. La maldad moral radica en la mala elección del ser humano. La tendencia del hombre hacia el mal se basa en el pecado original con el que el hombre se hizo culpable al principio de la historia. El hombre para librarse de él necesita de la gracia de Dios. La libertad del hombre para adherirse al bien se basa en la elección a través de Dios.


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6.2. LA LIBERTAD O LIBRE ALBEDRIO La libertad se define cómo la capacidad de elección entre el Bien y el Mal que tiene el hombre y de la que es Responsable. San Agustín explica este tema a partir de las dialécticas ascendente y descendente de Platón: el hombre puede elegir libremente, ascender desde la materia a Dios o bien conociendo a Dios descender hacia la materia. LA MORALIDAD tiene su base en la ley eterna, de la que no escapa ningún ser creado:

La Ley divina ampara a la ley natural, y la ley temporal, ha de supeditarse a la ley natural, como ésta lo está a la ley divina. La ley divina sólo determina inexorablemente a la naturaleza física y a los seres irracionales, no así al hombre, dotado de libre albedrío. Por ser libre, sobre él recaen obligaciones de perfección.

6.3. LA VOLUNTAD O EL AMOR San Agustín puso de relieve la esencial significación de LA VOLUNTAD en la conducta concreta y en la vida moral del hombre. Así lo ético es voluntad o, como él gusta decir, AMOR. La acción moral se produce como función de un estrato profundo del corazón humano, es decir, de la voluntad y amor. San Agustín ve el alma de la moral en el amor. De ahí el sentido de su fórmula latina: "Dilige et quod vis fac" (Ama y haz lo que quieras) quieras). El corazón tiene también su ley: en la voluntad del hombre están inscritas con trazos imborrables las leyes del bien. Pero no existe un bien único, pues además del supremo Bien, que es Dios, hay toda una serie de bienes finitos que deben ser preferidos en relación con su orden jerárquico. Si el amor es el alma de la vida ética, se revela ya que su fin o coronamiento estará en la FELICIDAD. Si nuestra vida es amor y anhelo, su plenitud y acabamiento consistirá en un estado de reposo y un goce de la felicidad. La meta de la felicidad no es ya el pensamiento del pensamiento (como en Aristóteles), sino la plenitud del amor en la adecuación de la voluntad con su fin. El hombre no la consigue con la satisfacción de sus deseos por medio de algunos bienes mundanos, sino en Dios que es lo imperecedero y que es amado por su propia voluntad. Dios creó al hombre a su imagen, y sólo en Dios encuentra el hombre la realización de sus aspiraciones.


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S. AGUSTÍN

Sin embargo los hombres están a merced del amor propio y, con ello, eligen el bien erróneo. Resulta pertinente la diferenciación entre:

uti (usar): sólo debemos usar los bienes externos para querer el fin más elevado: la felicidad en Dios, y frui (disfrutar): Si disfrutamos de los bienes exteriores y de nosotros mismos, entonces equivocamos el verdadero fin del amor. Sólo la felicidad en Dios se puede disfrutar en sí misma. La mala voluntad, entonces, y su consecuencia, el pecado, consiste en preferir un bien inferior (disfrutar), rechazando o postergando un bien superior (usar).

7. POLÍTICA. LA CONCEPCIÓN DE LA HISTORIA: LAS

DOS CIUDADES En el año 410 Alarico y los visigodos saquearon Roma siendo los primeros invasores que lo hacían en casi 800 años. La caída de Roma fue achacada a la pérdida de la fe en los antiguos dioses, cuyo culto había sido prohibido por el emperador Teodosio. Entonces se echó la culpa a los cristianos y Agustín salió al paso de esos argumentos con su obra la La Ciudad de Dios (De Civitate Dei), que llegó a ser su obra más conocida, y en la que vertió su filosofía moral y su doctrina sobre la felicidad. Se trata, por lo tanto, de un escrito motivado por razones apologéticas, pues los romanos achacaban el resquebrajamiento de su imperio a los cristianos. No los cristianos, responderá Agustín, sino los vicios, la relajación y el desgobierno han llevado al Imperio a la decadencia. Agustín desarrolla en esta obra una teología de la


18 historia que ha sido uno de los elementos fundamentales de la constitución del mundo cristiano occidental. Según el cristianismo Dios interviene en la historia a través de la Providencia y de la encarnación.

Según el reconocimiento de esa intervención el mundo se puede dividir en <<Dos ciudades>>, generadas por dos tipos de amor:

el amor del hombre hacia Dios (civitas Dei), ordenada

y por el amor del hombre a sí mismo (civitas terrena),

a lo espiritual aspira a la paz eterna que se obtiene después de la muerte, gracias a la plena posesión de Dios en la visión beatífica. Es la comunidad espiritual según Ley de Dios, del orden, del ideal.

ordenada a lo material aspira a la paz que coincide con el bienestar temporal. Es la comunidad espiritual que va contra la Ley de Dios, y a favor del caos, del instinto

Ambas se disputan el dominio de la tierra, y aspiran a la paz que se concibe como

"fin de nuestros bienes".

Las dos ciudades están mezcladas y se entrecruzan: no son dos tipos de realizaciones históricas (Estado civil e Iglesia, por ejemplo), sino principios opuestos de la conducta personal y de las realidades sociales que expresan a las dos comunidades espirituales. La Iglesia no coincide con la ciudad de Dios, ya que en el interior de ella conviven buenos y malos, del mismo modo en que la ciudad terrena no se identifica con ninguna entidad política determinada. Pertenece al SENTIDO DE LA HISTORIA DEL MUNDO el hecho de que estas dos ciudades se contrapongan y luchen entre sí. Sin embargo, y ésta es la conclusión de San Agustín, cualquiera que sea la historia de la humanidad, con sus alternancias de predominio del bien y del mal, al final la "civitas terrena" perecerá y saldrá vencedora la "civitas Dei", en virtud del amor a Dios, "pues el bien es inmortal y la victoria

ha de ser de Dios".


Historia de la Filosofía

Jesús Jiménez

2º Bachillerato. IES de Guadarrama.

S. AGUSTÍN

Agustín reconoce el carácter natural de la sociedad civil y del Estado. La autoridad civil, si se halla impregnada del espíritu cristiano, puede facilitar y promover la ciudad eterna postulada por la voluntad divina. La Iglesia, por su parte, ha de servir de mentora de la sociedad y del Estado, para vigilar y encaminar a los hombres a su salvación. Este pensamiento ejerció una gran influencia sobre la filosofía de la historia europea y sobre la separación de los poderes políticos en la Edad Media.


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