Estos apuntes están extraídos casi en su totalidad de la obra Historia de la Filosofia. Tesela Ed. Oxford Educación
1. Antecedentes de la filosofía de Marx Karl Marx, además de filósofo, fue un estudioso de la economía comprometido con la acción política. Dedicó mucho tiempo de su vida a la investigación de la, por entonces, reciente ciencia económica, a la que aplicó el método filosófico de Hegel y de los hegelianos de izquierda. Las principales fuentes que inspiraron la doctrina de Marx son la economía política desarrollada por los autores ingleses, el socialismo utópico francés y la filosofía alemana del siglo XIX -en particular, Hegel y Feuerbach-.
1.1. La economía política inglesa Los principales representantes de la economía política inglesa fueron Adam Smith y David Ricardo. Marx coincidió con estos autores en que el origen de la riqueza no es la tierra sino el trabajo humano. No obstante, Marx criticó los
economistas ingleses porque aportaron una base teórica al capitalismo. Adam Smith había dicho que la economía funciona según la ley de la oferta y la demanda: a menor
oferta y a mayor demanda sube el precio del producto en el mercado, y a la inversa. Según Smith, esa dinámica produce riqueza por sí sola, de modo que no hay necesidad de intervenir en el sistema económico. Esta es la base del llamado liberalismo económico. Las correcciones que introdujo Ricardo en la teoría liberal de Smith no le parecieron suficientes a Marx, que objetó lo
siguiente:
• El sistema económico basado en el libre cambio produce, según él la explotación de los trabajadores. • La alienación del obrero es su explotación. El obrero o proletario es despojado de lo que es suyo, e incluso de sí mismo. El propietario de la fábrica compra la fuerza de trabajo del obrero por un salario mísero. De esa manera, se arrebata al proletario el producto de su trabajo, y la venta de esos productos en el mercado pasa a ser beneficio exclusivo del capitalista. • La ley de la oferta y la demanda que, según Adam Smith, es causa de beneficio económico, produce en realidad una explotación creciente de la clase proletaria. En la medida en que aumenta la competencia que existe en el mercado, se va haciendo preciso producir a más bajo coste, de modo que abarata, entre otros factores, la mano de obra. La dinámica de la explotación es creciente tanto en intensidad como en extensión: los propietarios arruinados en la libre competencia pasan a
engrosar el número de los asalariados y -según la misma ley del mercado- a mayor demanda de empleos peores condiciones de trabajo.
1.2. El socialismo utópico La Revolución industrial del siglo XIX fue origen de riqueza, pero también de convulsiones sociales, causadas por la deficiente organización del trabajo y la desigual distribución de los bienes de consumo. Esto tuvo una consecuencia paradójica: la implantación del capitalismo a gran escala trajo consigo los primeros movimientos obreros para hacer frente a los excesos del sistema. Esos movimientos fueron en buena medida inspirados por ciertos intelectuales franceses, de origen burgués, pero comprometidos con el espíritu de fraternidad universal propio de la Revolución de 1789. Así, se denominó socialismo utópico al conjunto de doctrinas sociales que presentaban las características siguientes: criticar la sociedad industrial y la organización laboral vigente; defender las ideas de igualdad y fraternidad entre los seres humanos; proponer el reparto comunitario de los bienes, etcétera.
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Jesús Jiménez
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Entre los socialistas utópicos destacaron el conde de Saint-Simon, Fourier y Proudhon. El socialismo de estos autores fue denominado utópico por su marcado carácter idealista, que condujo incluso a la fundación de grandes cooperativas de obreros, similares a comunas.
El socialismo utópico resultó ideológicamente muy cercano al anarquismo, doctrina social que propugna la inmediata eliminación tanto de la propiedad privada como de todo poder o jerarquía en la sociedad.
Karl Marx fue un crítico implacable del socialismo utópico y el anarquismo. Según Marx, el remedio a la explotación del proletariado no está en ninguna de estas dos doctrinas. Para él, la abolición del Estado y la transformación de la sociedad no puede ni debe ser inmediata como propone la segunda doctrina social mencionada. Se debe seguir una serie de etapas para lograr estas conquistas: el Estado ha de pasar por la forma de Estado proletario sin clases, antes de desaparecer por completo. A ambas doctrinas, piensa Marx, les hace falta rigor crítico, pues comparten, en el fondo, todos los supuestos de la economía de mercado y proponen tan solo una reforma parcial del sistema de producción social. En ese sentido, se limitan a realizar una superficial labor humanitaria o moralizante. Marx propuso realizar un examen crítico (científico) del capitalismo y un análisis de las leyes socio-económicas de la historia. Estas leyes, según Marx se cumplen de modo necesario, de forma que pueden ser científicamente desastrosas. Por eso, con objeto de marcar la contraposición con el socialismo utópico, denominó a su doctrina socialismo científico. La revolución no es, según Marx, una tarea de carácter ético sino de índole científico-práctica.
1.3. Feuerbach y la izquierda hegeliana Ludwig Feuerbach es, con anterioridad a Marx, el más importante de los filósofos hegelianos de izquierda. La izquierda hegeliana se caracterizó por adoptar el método dialéctico pero invirtiendo el sistema de Hegel. Puesto que se puede describirse como un espiritualismo universal su inversión reviste a forma de un materialismo radical. Marx estuvo de acuerdo con las siguientes críticas que Feuerbach hizo pensamiento de Hegel: Su exposición del proceso dialéctico es meramente teórica. En su sistema la realidad consiste en idea, cuando la realidad es material. Sus teorías acerca de la religión y la filosofía son pura abstracción. La alienación humana es equivalente a su miseria, y queda expresada en la filosofía y la religión.
Con respecto a la filosofía, Feuerbach (y también Marx) defienden que: trata de la enajenación o la alienación del hombre extrapolada al plano ideal; es la comprensión que tiene de sí mismo el ser humano alienado. Sin embargo, Marx también criticó a Feuerbach en lo siguiente: No advirtió que la miseria tiene raíces económicas. El remedio de la alienación humana es práctico, no teórico. La razón última de culquier planteamiento de Marx es la llamada a la revolución, la urgencia de trasladar el plano teórico a la práctica, de modo que si a Feuerbach le era suficiente la superación de la religión mediante el desarrollo intelectual, a él no. Marx defendería siempre que la superación en el mundo del pensamiento no es suficiente: es preciso cambiar la realidad. En la concepción religiosa Feuerbach ofrece un punto de vista antropológico de la religión, la humaniza tan radicalmente que convierte a Dios en una mera creación del hombre. Pero sigue reconociendo intacto el sentimiento religioso y el desdoblamiento que este provoca en el ser humano. Marx refuta este hecho. Su materialismo no es suficiente: se trata de otra teorización más sobre mundo; es un materialismo es estático y pasivo ya que considera la realidad como algo a contemplar, y mecanicista: la naturaleza se explica mediante causas mecánicas que tienden a repetirse con iguales resultados. Por ello Marx propone el materialismo dialéctico, más activo y profundamente regenerador. ¿Qué significa en Marx ejercicio dialéctico? Negar, no solo en la teoría sino sobre todo en la práctica, lo que equivale a transformar el mundo. Transformar es negar para convertir algo en otra cosa. La primera fase del ejercicio dialéctico es el trabajo. El trabajo niega la naturaleza, puesto que la transforma en producto humano. De este modo, también el hombre se niega a sí mismo como ser natural, es decir, se distancia de la naturaleza y se produce como hombre. El segundo ejercicio dialéctico es la revolución. La revolución es la transformación de las condiciones sociales alienantes de la producción en sistema capitalista.
2. Marx y el concepto de alienación Para Hegel, alienación equivalía a objetivación: el sujeto se convertía en objeto, pasaba a su contrario y, de este modo, se extrañaba o se alienaba. En Marx, por el contrario, no cabe identificar los conceptos de objetivación y alienación, porque la objetivación es necesaria y beneficiosa para la realización del ser humano a través del trabajo, mientras que la alienación es perjudicial porque es una disfunción, un desajuste en el proceso de la autorrealización humana.
2.1. La antropología marxista El ser humano es esencialmente, y según Marx, un productor, un trabajador. Hegel se limita a considerar la actividad del ser humano como pensamiento; Marx, en cambio, la contempla como trabajo. El ser humano transforma la naturaleza a la par que se humaniza él mismo. Esto quiere decir que, en su actividad de transformación de la naturaleza, se distancia de ella, se hace hombre. La actividad del trabajo se vuelca en su resultado, que es el producto, en el que se proyecta el propio trabajador. Marx entiende la objetivación como realización. Objetivarse es propio del hombre como ser natural. Si falta
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la objetivación de la actividad, falta también la realización. El trabajo no aliena de por sí. Resulta esencial al hombre el salir fuera de sí y realizarse en los productos de su trabajo. El ser humano es esencialmente un ser genérico, universal, que niega la naturaleza mediante el trabajo para afirmarse él mismo. Es un productor universal y un consumidor universal. El hombre tiene necesidades, que satisface en su medio natural, pero lo específico del ser humano es su universalidad. Mientras que los animales satisfacen sus necesidades inmediatamente, el hombre lo hace mediatamente – con intermisión o mediación de algo-, a través del trabajo. Debe producir los instrumentos para transformar la naturaleza. El trabajo es una mediación dialéctica, universal y negativa. El ser humano es un ser social. Para Marx, el hombre no es solo individuo, es animal social. De ahí también que Marx se opusiera al anarquismo, que es individualista. Como Feuerbach, Marx opina que la divinidad es la propia humanidad considerada en su ser genérico o universal. Pero el hombre en sentido genérico coincide con la humanidad, que se realiza socialmente. El individuo humano individual es una abstracción, porque el ser humano real o concreto existe en sociedad, que se configura en la colaboración laboral entre los sujetos. El ser humano es un ser histórico. La esencia humana no es una naturaleza fija. Al contrario, el ser humano se realiza a sí mismo dialécticamente, es decir, a través de la historia, en la que se suceden diversos modos de producción. Marx, al contrario que Hegel, reserva el final de la historia al futuro, a la sociedad sin clases.
2.2. La alienación y el capitalismo La alienación proviene, según Marx, de un desajuste del proceso productivo. Esta se origina con la división del trabajo y la propiedad privada de los medios de producción y alcanza su cima en la sociedad burguesa, cuyo sistema económico es el capitalismo. La alienación consiste en la explotación económica del trabajador, pero también tiene una dimensión social: la condición económica de la alienación coincide con la división de la sociedad en clases. Las clases
sociales representan una ruptura del hombre, esto es, su desgarramiento interior en el proceso productivo alienante.
La causa de la alienación son determinadas condiciones económicas de la sociedad que se concentran en la propiedad privada de los medios de producción. El trabajo crea las relaciones que el hombre mantiene con la naturaleza y entre sí. Estas últimas son las relaciones sociales de producción. Por tanto, la sociedad tiene su origen en la actividad económica; y si en esta se introduce la propiedad privada de los medios de producción, la sociedad queda dividida en dos clases antagónicas: la clase explotadora y la explotada. Esto es, de hecho, lo que ha ocurrido a lo largo de la historia, desde la división del trabajo. La escisión del ser humano es, por una parte, la división entre el individuo y la especie. Para Marx, el individuo humano aislado es una abstracción, es decir, una idea separada y, por lo tanto, falsa. Lo real es el ser humano como síntesis de individuo y especie humana. Aunque la alienación es, según Marx, una constante de la historia humana, alcanza su cota más alta con el recrudecimiento del capitalismo burgués, tras la Revolución industrial de principios del siglo XIX. Analicemos la alienación con arreglo a los presupuestos de la antropología marxista: Alienación en cuanto al producto del trabajo. En este sistema económico burgués, se denomina capitalista al propietario de los medios de producción. Estos son el origen de la riqueza. En la sociedad industrializada constituyen el motor de la economía y son, sobre todo, las fábricas, la maquinaria y el trabajo de los obreros. Pues bien, el capital consiste en la propiedad de ambos: el capitalista es dueño de las fábricas y las máquinas y compra la fuerza de trabajo del obrero. El precio que el capitalista paga por la fuerza del trabajo se llama salario. De esta manera, el producto del trabajo deja de pertenecer al proletario. La plusvalía es el beneficio de la venta del producto en el mercado. Con la venta de la fuerza de trabajo, el proletario renuncia la plusvalía, que pasa a pertenecer exclusivamente al capitalista. Alienación en cuanto a la actividad que el trabajador realiza. La incorporación de las máquinas y la especialización del trabajo llevará al «trabajo en cadena» en el que cada trabajador solo participa en una parte del proceso realizando la misma actividad de forma repetitiva. La alienación, en este sentido, proviene del desempeño del propio trabajo. El proletario busca su satisfacción fuera del trabajo, es decir, en las actividades animales: comida, sexualidad, etc. Lo propio del ser humano es el trabajo, pero el hombre alienado se siente animal en el trabajo, y busca su humanidad fuera de él. Alienación en la relación entre seres humanos. El ser humano concreto no es considerado como individuo, sino como aquel que ocupa un determinado lugar en el proceso productivo. La primera consecuencia de la alienación económica es la división del ser humano en clases sociales antagónicas: explotadores y explotados. Esta división de clases expresa la alienación, porque ninguna de las clases sociales tampoco la burguesa- realizan la esencia entera del hombre. La clase proletaria es la de aquellos que trabajan y no se benefician, pero la burguesa es la de aquellos otros que tampoco se realizan puesto que no producen. Según Marx, la conciliación del ser humano consigo mismo ha de venir de la revolución que suprima la división en clases sociales. La división en clases se traduce en la oposición entre el individuo y la especie humana, porque ninguna de las dos clases enfrentadas -la burguesa y la proletaria- representa al hombre completo. Los individuos no pueden reconciliarse con su especie porque pertenecen solo a una de las clases sociales, y ninguna de ellas contiene al género humano en su totalidad.
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Alienación en la relación del hombre con la naturaleza. Este significado de la alienación resume los anteriores. El ser humano se define como el productor universal de sí mismo. El hombre realiza su propio ser en la transformación de la naturaleza. Pero el mundo se vuelve hostil para el desposeído. Las masas de obreros que han emigrado a la ciudad para trabajar en las fábricas pierden también el hábitat natural que les acogía. En este sentido, la situación del obrero industrial es aún peor que la del siervo del feudalismo, porque este tenía al menos una cierta acogida en la tierra de labranza. Marx piensa que la alienación ha ido en aumento a lo largo de la historia hasta llegar al culmen en la sociedad capitalista.
3. El concepto marxista de ideología Ideología es el conjunto de creencias y doctrinas, de orden religioso, filosófico, ético, jurídico y político, que conforman la cultura de una determinada sociedad en cada época. Según Marx, las ideas, las expresiones del espíritu humano, no son la causa del proceso económico y de la organización social, como suponía Hegel. Al contrario: las formas ideológicas son reflejo de las condiciones materiales de la existencia humana. Estas son reflejos de la realidad que la conciencia social proyecta, pero la alienación económica distorsiona inevitablemente la conciencia que la sociedad tiene de sí misma. Así, no solo es falsa esta conciencia, sino que constituye un instrumento de opresión en manos de la clase dominante en cada época: La religión. Es una forma de la conciencia social muy criticada por Feuerbach. Marx denomina «opio del pueblo» a la religión porque adormece la conciencia de
explotación del proletario, con la promesa de una vida mejor. De ahí que la religión se alíe con los intereses de la clase opresora.
La filosofía. Es la interpretación idealista de lo real, que exime del compromiso revolucionario. La moral burguesa. Es una justificación para tranquilizar la conciencia de los capitalistas. El derecho o la teoría del Estado. Son ideologías tendentes a conservar la situación de la clase dominante. Esto anticipa a Marx – sobre Nietzsche y Freíd- como representante de la filosofía de la sospecha. Esta es la presunción sistemática de intenciones ocultas en la explicación racional del mundo. Las cosmovisiones, las interpretaciones de la realidad ofrecidas históricamente, no son honestas, según los maestros de la sospecha. La filosofía oculta intereses de poder. Los filósofos de la sospecha pretenden desenmascarar tales intereses. Si, en los siglos XVII y XVIII, la filosofía era expresión de una gran confianza en la razón, los filósofos del siglo XIX, posteriores a Hegel, practicaron la desconfianza de la razón. Así, la razón se vuelve sospechosa. La actitud irracionalista convierte la explicación filosófica racional en una especie subterfugio o de máscara, consciente o inconscientemente utilizada por una instancia más allá de la razón. Lo característico del marxismo es tomar como fundamental el punto de vista sociológico. La explicación de la realidad es la economía y, a través de ella, la lucha de clases. Así pues, el burgués defiende en todo caso los intereses de su clase, independientemente de su voluntad. Y, por su parte, el proletario debe ser conducido (por el teórico revolucionario) a adquirir conciencia clase. Esta última consiste en advertir la pertenencia a una clase oprimida.
4. El materialismo histórico Según Marx, el fundamento de la realidad humana, tanto en el plano individual como en el plano social, es el modo de producción. Entiende Marx por modo de producción la forma general que a lo largo de la historia ha adoptado la estructura económica de la sociedad. Cada pueblo o época ha de ser enjuiciado de acuerdo con las condiciones reales de su economía, y no según la conciencia social expresada en forma de ideología. El materialismo histórico es la teoría marxista sobre la historia universal que explica cómo se han ido sucediendo los diversos modos de producción.
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El análisis de la sociedad da como resultado dos capas o estratos constituyentes que Marx designa como: estructura económica de la sociedad, modo de producción o infraestructura a una de las capas; y superestructura, a la otra.
4.1. la estructura económica de la sociedad La estructura económica de la sociedad o modo de producción es el sistema de la organización productiva. Según el materialismo histórico, este es el estrato fundamental a partir del cual se explica verdaderamente cada sociedad y cada época, así como la evolución histórica. La estructura económica está compuesta por: Las fuerzas de producción. Son el origen o la fuente de la actividad económica, constituyen el elemento dinámico de la economía. En el sistema capitalista, la principal fuerza de producción es la propia clase proletaria, la cual aporta el trabajo que, en definitiva, es el que produce la riqueza. Las relaciones sociales de producción. Las fuerzas productivas originan un conjunto de relaciones entre los seres humanos. Estas relaciones: no son libres, sino que están determinadas por la actividad económica; son el elemento social estático, determinan la situación de cada clase social y, por lo tanto, de cada individuo, dentro del proceso económico; constituyen la forma vigente de la sociedad civil, tendente a conservar el dominio de la clase explotadora.
4.2. la superestructura
Sobre la base económica que constituyen las fuerzas productivas y las relaciones de producción se levanta edificio jurídico y político que se corresponde con determinadas formas de conciencia social. Se trata de un sistema de instituciones sociales, jurídicas y culturales que responden, según Marx, a una determina situación de los individuos y las clases dentro del proceso productivo. La superestructura estaría integrada por una red de formaciones sociales e ideológicas a través de la cual los seres humanos toman conciencia (falseada) de los conflictos y, aparentemente,
los resuelven el plano de las ideas filosóficas, religiosas o políticas con el objetivo de conservar el poder establecido. Marx afirma, en contra de lo que se ha creído tradicionalmente, que la superestructura jurídica, política, filosófica y religiosa no tiene vida propia. La infraestructura económica es el motor de la historia y todas las demás formaciones sociales van a remolque de las relaciones económicas que se es pblecen en el seno de una determinada sociedad.
4.3. La evolución de los modos de producción La historia, según Marx, comienza propiamente con la división del trabajo y la consiguiente propiedad privada de los medios de producción social. Con anterioridad a ese momento, existía un comunismo primitivo, la prehistoria del mundo humano en la que aún no se había puesto en marcha proceso de evolución social. Desde el momento en que desbordarlo luego, las fuerzas de existieron propietarios de las fuentes de producción terminan por romper los riqueza, la sociedad se dividió en clases. moldes que la organización social había Esta división es la expresión social de la venido adoptando. alienación económica, por cuanto divide al género humano en clase explotadora y clase explotada; pero la división y consecuente lucha entre las clases es a la par propulsora del proceso de la historia. Entre los elementos de la estructura económica, es decir, las fuerzas de producción y las relaciones sociales de producción, existe una relación dialéctica esto es, de conflicto necesario. Este conflicto se resuelve dialécticamente de modo que en cada una de las formas sociales históricas se desarrollan nuevas fuerzas productivas que pugnan por desestabilizar la estructura consolidada. Como si se tratara de un río que crea su cauce para Así, la historia progresa, según Marx, en la sucesión diversas formas organizativas de la actividad económica. Estos sucesivos modos de producción tienen en común estructurarse según clases sociales antagónicas. Los modos de producción distinguidos por Marx son: Asiático. Un pueblo domina sobre los otros (como Egipto y Mesopotamia), los somete y los explota. Antiguo o esclavista. Propio de Grecia y Roma. Los esclavos son la clase oprimida que realiza los trabajos serviles en beneficio de los ciudadanos libres. Feudal. Característico de la Edad Media. La clase dominante son los señores feudales. La economía es fundamentalmente agrícola. Hacia el final de la época medievas ocurre la revolución burguesa. La transformación de economía agraria en economía mercantil e industrial da origen al último de los modos de producción. Capitalista o burgués. El antagonismo entre las clases sociales llega aquí a su punto culminante, puesto que también el grado de explotación es máximo. La universalidad alcanzada por el sistema capitalista de producción no tiene precedentes, de modo que también explotación de la clase oprimida -sostiene Marx- se hace creciente hasta la revolución del proletariado. Es última no solo pondrá fin al sistema capitalista sino a historia, es decir, a la división de la humanidad en clases sociales.
El modo de producción capitalista El capitalismo responde a una dinámica autónoma que consiste en intensificarse, según Marx, hasta su autodestrucción: a más capital, más explotación; y a más explotación, más capital. Cuanto mayor es el capital, patrono puede pagar salarios comparativamente inferiores y enriquecerse a costa de los obreros. Cuanto más producen los obreros a más bajo coste, más se incrementa el capital. La concentración, cada vez más en menos manos, de la propiedad privada de los medios de producción conlleva necesariamente el final del capitalismo.
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La revolución proletaria pondrá fin al capitalismo. Los proletarios enormemente numerosos y conscientes de su situación, arrebatarán a los capitalistas la propiedad de los medios de producción y se instaurará de este modo la dictadura del proletariado, última forma del Estado, previa a su definitiva desaparición en la sociedad comunista, es decir, en una sociedad sin clases ni propiedad privada.