Historia de la Filosofía 2º Bachillerato. IES de Guadarrama.
JesúsJiménez.
Jean Jacques Rousseau
1.EL CONTEXTO FILOSÓFICO DE LA OBRA DE ROUSSEAU El siglo XVIII es considerado como el siglo de la filosofía por la importancia que la sociedad le da a la misma: 1.Es un pensamiento que abandona las universidades y se adentra en los salones y las tabernas. 2.Es una filosofía que quiere ser útil a los cambios que se están produciendo en la sociedad y, por ello, es un pensamiento militante y reivindicativo en muchos casos. 3.es un pensamiento que ha abandonado el espíritu de sistema. Su interés está dirigido ahora a los problemas del hombre y de la sociedad, desde una nueva visión científica de la naturaleza. Las formas que adopta son el ensayo y la divulgación en un afán educativo y de ilustración de los ciudadanos para convertirlos en hombres libres.
1.1. Los enciclopedistas La unidad de los ilustrados franceses se fundamentó en la elaboración de la Enciclopedia o Diccionario razonado de los ciencias, de los artes y de los oficios por uno sociedad de hombres de letras que se editó en 37 volúmenes (1751-1773). Es una magnífica recopilación de todos los saberes, teóricos y prácticos, recurre a los talleres para describir las herramientas y los procedimientos de producción, y recoge de cada saber cuanto pudiera ser útil.
Es una obra cultural, industrial y socialmente de gran importancia, por la agrupación de la mayor parte de los escritores del momento, por recurrir a la suscripción y por su difusión para que todo ciudadano tuviera fácil acceso al beneficioso saber de la época. Supone el ingente esfuerzo por liberar al hombre de la ignorancia y mostrarle el camino del progreso. Sus directores fueron Diderot y D'Alembert, pero ella también colaboraron D'Holbach, Voltaire, Rousseau y Montesquieu, entre otros.
1.2. LA FILOSOFÍA SOCIAL Y POLÍTICA El saber de los seres humanos y su condición como ciudadanos libres e iguales es una de las principales preocupa de la Ilustración francesa. La antropología ilustrada es consecuencia de la nueva visión científica del hombre y de la naturaleza. La revolución astronómica había desplazado al ser humano del centro del universo. Dentro de esta perspectiva, destaca la visión del hombre desde un punto de vista mecanicista y materialista: el «hombre máquina» de Julien Offray de La Mettrie (1709 – 1751), y la perspectiva sensista de Condillac (1714 - 1780) y Helvetius (1715-1771). En relación con Dios y la religión la doctrina mayoritaria de los autores ilustrados fue el deísmo.
La filosofía política surge de la problemática social en la que está inmersa Francia. Un régimen despótico que impide el libre desarrollo de una sociedad civil es el motivo de preocupación no solo de los «filósofos», sino de todas las capas sociales. El modelo que se siguió fue la Revolución Gloriosa inglesa, que había roto con el absolutismo monárquico e implantó la legitimidad política desde el contrato social, y no desde el derecho divino. El punto de partida de estas reflexiones es el pensamiento de Locke, pero su expansión en Francia adquirió unas características especiales por el talante de la monarquía francesa, muy alejado de los ideales de la Ilustración. Los filósofos franceses lucharon contra el poder absoluto de la monarquía pero también contra los privilegios de las clases parasitarias (la nobleza y el clero), que eran vistas como la causa de corrupción y decadencia de la nación; sus propuestas se dirigieron hacia la regeneración moral de la sociedad. Por ejemplo Montesquieu hizo una defensa a ultranza de la separación de los tres poderes (legislativo – ejecutivo – judicial) para asegurar el buen gobierno. Estas circunstancias dotaron la filosofía política francesa de un pensamiento mucho más militante y beligerante, pero también más abstracto y, aunque abundante en fórmulas brillantes, más dogmático y contradictorio. Estas preocupaciones están presentes, además de en Rousseau, en la obra de Montesquieu y Voltaire. Para este último, por ejemplo, el fundamento para la defensa de la tolerancia radica en la propia limitación del conocimiento humano.
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2. PENSAMIENTO DE ROUSSEAU La obra de Rousseau comparte muchas de las preocupaciones de sus colegas ilustrados: la búsqueda de la felicidad del hombre, su progreso y la libertad; incluso colaboró en la elaboración de los artículos sobre música y economía de la Enciclopedia. Sin embargo, su pensamiento es especialmente crítico con este movimiento, lo que le ocasionó graves polémicas con Diderot, Voltaire y Hume. Sus críticas van dirigidas especialmente contra la idea optimista del progreso y al individualismo ilustrado. En contra de lo que pensaban los ilustrados, para el ginebrino, la ciencia y la inteligencia no son elementos de progreso y desarrollo humano, sino que, para él, «un hombre que piensa es
un animal depravado». Con esta frase, Rousseau está minando las propias bases del pensamiento ilustrado, que centraba toda su fuerza en la capacidad liberadora de la razón y de la ciencia. Para nuestro autor, sin embargo, son mucho más importantes en el hombre los sentimientos morales naturales, que la ciencia y el progreso material solo pueden pervertir. Las mejoras técnicas solo han ocasionado el aumento de la competitividad y el egoísmo, y han llevado al abandono de los buenos sentimientos naturales del hombre y de temas tan sagrados como el patriotismo o la fe. Los ilustrados solamente podían entender estas proclamas como una defensa de la tradición y de la Iglesia, cosa que evidentemente no era, y por eso no lo comprendieron. En el Discurso sobre las ciencias y los artes, pone de manifiesto que la ciencia, las artes y la filosofía son fruto de la ociosidad de los hombres, y de su deseo de destacar sobre los demás. Son la vanidad, la envidia y la debilidad humanas las que han conducido a
esa carrera desenfrenada por el progreso, y han ofrecido la falsa idea de que con ello serían libres, cuando son realmente esclavos de un orden social y político despótico y de unas exigencias sociales cada vez más insaciables: lujo, posición social, vanagloria, etc. Si el objetivo de todas las críticas de la Ilustración eran la tradición y el Antiguo Régimen, Rousseau sobrepasa este nivel y se adentra en la sociedad en la que está viviendo, y mira más hacia el presente y el futuro que hacia el pasado. Lo que está intentando Rousseau es poner en evidencia las contradicciones que se dan en la incipiente sociedad burguesa, cuyos valores no producen, para él, precisamente la mejora del ser humano; por eso, su progreso es más aparente que real.
Contra el individualismo El pensamiento ilustrado francés, por influencia de Locke, había defendido la existencia de unos derechos que todo individuo tiene por ser humano (derechos naturales), entre los que destacan el derecho a la propiedad y el sentido meramente utilitarista de la
sociedad. El valor de la comunidad estriba en que sirva para la protección de esos derechos individuales naturales; no tiene un valor en sí misma, sino como elemento que proporciona seguridad y comodidad a sus miembros, y descansa solamente sobre el egoísmo individual. Sin embargo, Rousseau pensaba, por influencia de sus lecturas de Platón, que es la vida en comunidad la que permite que el hombre tenga deseos de protección, ansias de libertad e incluso egoísmo particular. Fuera de la comunidad, el hombre no adquiere las posibilidades de tener sentimientos morales, pues estos se forman desde la vida social. La sociedad es, por lo tanto, el factor de moralización más elemental, y no la suma de los intereses privados, sino el origen de los mismos. Es en este sentido en el que va a defender posteriormente su idea de la superioridad de la comunidad sobre el individuo. El individualismo no es más natural que las necesidades sociales que llevan al hombre a vincularse en comunidades. Sin embargo, la sociedad actual se ha organizado en función de estos valores individualistas, y ello 5010 ha llevado a la desigualdad entre 105 hombres y a su depravación moral. Esto nos conduce a uno de 105 núcleos de la filosofía rousseauniaana: el concepto de hombre y el Estado de naturaleza.
2.1.Antropología. La idea del hombre El problema del hombre lo sitúa en la perspectiva de entender qué es lo que hay de natural y qué de artificial en el ser humano, como señala en el Discurso sobre el origen de lo desigualdad entre los hombres. ¿Cuál es, pues, el
estado natural del hombre?
Para Rousseau, este concepto, que era de uso común en la época, no se corresponde con ninguna realidad histórica, pues no ha existido nunca y, si ha existido alguna vez, ya no se dan hombres naturales en la actualidad. Sin embargo, es preciso describirlo hipotéticamente para entender el estado actual de la sociedad y cómo se ha llegado a él. Al contrario de lo que piensan los ilustrados, el hombre, antes que razón calculadora y egoísmo individualista, es sentimiento. El hombre es un ser bueno e inocente que vive conforme a sus sentimientos y sus instintos. Los sentimientos dominantes en su naturaleza son: 1. el de amor a sí mismo, o instinto de supervivencia. No hay que confundir ese sentimiento de amor a sí mismo con el amor propio o egoísmo, que, según el ginebrino, es un sentimiento que se genera por la vida en sociedad y que lleva al hombre a darse un valor por encima de los demás, lo cual provoca el enfrentamiento y el odio. El amor a uno mismo es un sentimiento bueno que se satisface con el bien propio, sin buscar el mal ajeno. 2. Y la conmiseración hacia sus semejantes, esto es, el rechazo a producir el sufrimiento ajeno. En este estado natural, el ser humano se mueve por un comportamiento puramente instintivo 1,Carece de razón y lenguaje. 2.A diferencia de los animales, tiene conciencia de su libertad: capacidad para elegir sus
actos y, sobre todo, tiene la posibilidad de perfeccionarse, es decir, la posibilidad de adquirir nuevas habilidades para enfrentarse a las dificultades de la vida. 3.No conoce el vicio o la virtud, y no es, por lo tanto, moral. 4.El sentimiento que domina en él es el de piedad ante el sufrimiento ajeno. El ser humano
en estado natural carece de sentimientos egoístas, ya que únicamente los desarrolla en sociedad.
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5.Por ello, el estado natural es un estado de paz, porque no hay posesiones o pasiones por las que enfrentarse. 6.Las únicas diferencias que se observan entre los seres humanos son las derivadas por la propia naturaleza: la edad, la fuerza, la salud o las cualidades del espíritu. Las
desigualdades derivadas de la riqueza, el poder o el respeto social no existen en esta situación primigenia.
Del estado de naturaleza a la sociedad El proceso que describe este paso es concebido como una mera conjetura, pues no tenemos manera de saber si realmente fue o no así. Es, pues, una hipótesis de trabajo lo suficientemente fructífera para damos idea del origen de nuestros males. La primera época es considerada por Rousseau como la auténtica Edad de Oro de la humanidad, sin luchas ni enfrentamientos y en armonía con el orden natural: 1.En el estado natural, el hombre solamente tiene una amenaza: la de la propia naturaleza. Catástrofes
naturales, animales peligrosos, escasez de alimentos, etc., llevaron a los hombres a buscar el apoyo de otros para defenderse de ellos. 2.De estas asociaciones surgió la vida salvaje nómada, fundamentada en la pesca y la caza. 3.El aumento de la población condujo al pastoreo, en el
que las familias se organizan bajo el mandato de un patriarca. Los problemas empezaron a surgir con la aparición del sedentarismo y la agricultura. 1)Este es el momento en el que surge la propiedad privada de la tierra y, por lo tanto, las primeras diferencias, entre poseedores y no poseedores, es decir, entre aquellos que son propietarios y los que no han llegado a tiempo de apropiarse de un trozo de terreno para cultivar. En el surgimiento de la propiedad privada radicará el origen de la injusticia y la desigualdad que impera en la sociedad.
«El primero a quien después de cercar un terreno se le ocurrió decir esto es mío, y halló personas suficientemente sencillas para creerle, fue el verdadero fundador de la sociedad civil» (Discurso sobre el origen de lo desigualdad entre los hombres). 2)Esto generó la DIVISIÓN DEL TRABAJO y, por lo tanto, la dependencia de unos y otros (propietarios - no propietarios). La técnica agrícola exigía la producción de otros bienes
para su desarrollo, sobre todo los aperos de labranza y las personas encargadas de confeccionar los vestidos o producir otros alimentos. Los agricultores necesitaban a los herreros y estos, a aquellos. Los más fuertes producían más, los más hábiles sabían sacarle mejores resultados a su trabajo y, de esta manera, las diferencias naturales que, en principio, no habían ocasionado ninguna desigualdad, al unirse a la división técnica, dieron lugar a la desigualdad social. La perfectibilidad, como cualidad humana innata, llevó a esta situación de desigualdad y de poder de unos sobre otros. 3)Cuando las propiedades se tocaron unas a otras y el propietario no podía extenderse sino a costa de otros, surgieron los conflictos y el desorden, las pasiones, la avaricia, el egoísmo o la ambición, y el hombre perdió su piedad original. 4)De esta situación surgió en los ricos la necesidad de un poder que les defendiera de la inseguridad a la que los somete este estado de cosas.
5)Se estableció así un contrato entre los ricos y los pobres (convencidos estos con razones engañosas por aquellos) por el que decidieron darse un poder supremo que los gobernara con leyes y que, en principio, debía proteger a todos, pero que, en realidad, lo que hace es garantizar el poder de los propietarios. Este es origen del Estado, el orden legal
y la sociedad que dio fuerzas al rico y aniquiló para siempre la libertad natural. 6)A partir de aquí, las sociedades se multiplicaron y se extendieron por todo el planeta; se inició el
deterioro moral de la humanidad y se implantó la desigualdad generalizada entre los hombres.
Está claro ahora por qué la civilización, el desarrollo técnico y las ciencias no han traído el progreso moral de la humanidad, sino su progresiva degradación. También resuena aquí la crítica al liberalismo y al iusnaturalismo vigentes en la Ilustración francesa. Para Rousseau, la defensa de los derechos individuales como naturales no solo es falaz, sino que también ha sido perjudicial para la sociedad, pues solamente ha llevado a montar un orden social de injusticia y desigualdad.
Por otro lado, si nuestro autor hubiera conducido su crítica hasta sus máximas consecuencias, tendría que haber defendido la abolición de la propiedad privada, que es el origen de todos los males. Pero no lo hizo así; es más, en algunas ocasiones considera el derecho de propiedad como uno de los fundamentales en los que se asienta el orden social. Esta es una de las muchas ambigüedades que presenta su obra.
2.3.Una sociedad legítima. El contrato social. La crítica radical a la sociedad contemporánea que realizó Rousseau no le llevó a reivindicar una vuelta al «estado de naturaleza» originario, cosa imposible, sino a cuestionarse las bases sobre las que se debe asentar una sociedad legítima. Buscar los fundamentos de una nueva comunidad en donde las desigualdades no sean tan grandes y se permita el desarrollo de la justicia y la felicidad de todos los ciudadanos es el objetivo de su obra El contrato social (1762).
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Jean Jacques Rousseau El contrato social.
Rousseau se sitúa en la tradición contractualista de la legitimidad de las leyes y el Estado. Como antes habían hecho Hobbes, Locke o Spinoza, critica el origen divino de las instituciones políticas. Estas .solo pueden provenir de un pacto originario entre los hombres sobre el que se fundamenta el funcionamiento colectivo. Sin embargo, el concepto de pacto legítimo que tiene Rousseau es bien diferente del de sus predecesores.
En Hobbes y Locke, el individuo renuncia al ejercicio de parte de sus derechos naturales, que acepta ceder al Estado, al que debe obediencia, para posibilitar la convivencia en paz. Para Rousseau, este es un pacto injusto y falso, porque,: 1. por un lado, porque es un pacto de sumisión (el pueblo debe obediencia al monarca, a cambio de su seguridad) y, 2. por otro lado, porque intenta justificar una situación de desigualdad con la apariencia de igualdad. El contrato del que habla Rousseau es la asociación voluntaria de los individuos que se unen entre sí para superar las dificultades de la supervivencia y que constituyen con esta asociación un cuerpo social único en el que sus miembros solo dependen de él y no unos de otros. Los sujetos entregan sus derechos a esta nueva comunidad que se han dado a sí mismos y ésta constituye una fuerza común que defiende la libertad y los bienes de cada uno. El nuevo cuerpo social que surge del pacto originario entre los ciudadanos es una república legítima, pues en ella el auténtico soberano es el pueblo constituido en comunidad. En este pacto originario, dice Rousseau, «el individuo pierde su libertad natural y el derecho ilimitado a todo cuanto desea y puede alcanzar, y gana, en cambio, la libertad civil y la propiedad de lo que posee» (El contrato social).
De esta manera, el «hombre natural» se convierte en ciudadano, miembro de un cuerpo social y moral, y cuya virtud reside en la defensa del bien común por encima de los intereses particulares egoístas. Ahora bien, ¿por qué el individuo aislado ha de renunciar a toda su libertad para dársela a la comunidad? La respuesta del ginebrino es que, en realidad, el hombre no renuncia a su libertad, sino que la transforma en libertad civil o social pues no se la entrega a otro distinto de sí (el Estado), sino que va destinada a él mismo, pero como miembro de una colectividad. La expresión colectiva de esta libertad es lo que Rousseau llama la voluntad general.
La voluntad general Este es uno de los conceptos más controvertidos de la teoría de Rousseau, que ha sido interpretado de diversos modos tanto en sentido totalitario como en sentido democrático. La voluntad general es: + la expresión del interés de todos que se establece al constituirse la comunidad por la voluntad de los individuos. +No es, pues, la suma de las voluntades particulares, sino aquello que los sujetos, en el acto originario establecen como bien general. +Más que una realidad empírica, la voluntad general aparece como un principio normativo y regulativo de la vida en común que permite que prevalezca el interés general por encima del particular. Por lo tanto se encarga de velar por el cumplimiento del bien común una vez constituido en el seno de una sociedad La fuerza coercitiva de esta voluntad general reside en que es el pueblo mismo el que se otorga la exigencia de obedecer a esta voluntad a través de la ley. En este sentido, el pueblo, por medio de la voluntad general, es el único legitimado para establecer las leyes; por lo tanto, en él reside la soberanía.
Por primera vez en la historia moderna, se ponen los principios morales y políticos que legitiman la soberanía popular frente a la soberanía de derecho divino. Es en el pueblo donde reside la soberanía porque él es fundador de la comunidad política al constituirse como cuerpo político en la asociación original. Esta autoimposición libre de la ley puede entenderse como un anticipo de la teoría moral de Kant. Este mostró en muchos momentos su admiración por el ginebrino, al que consideraba el «Newton de la ley moral». La afirmación de la supremacía de la soberanía popular lleva implícito el rechazo de la democracia representativa. Al pueblo no puede representarlo absolutamente nadie, sino él mismo; por eso, los diputados no son más que comisarios del pueblo y las leyes no tienen ningún valor si no son aprobadas directamente por el pueblo. Así pues, se ponen aquí los principios de la democracia directa. También supone la separación entre soberano y gobierno: El soberano solamente es el pueblo, mientras que el gobierno es el simple ejecutor de las leyes que el pueblo se ha dado a sí mismo; es un comisionado del pueblo.
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El Estado así constituido es el único legítimo (la República), pero este Estado puede adoptar distintas formas de gobierno: de uno (monarquía) de varios (aristocracia) de la mayoría (democracia). Evidentemente, este último es el mejor, pero lo
considera una quimera, pues requiere de muchas condiciones que en las sociedades modernas no se pueden cumplir. Rousseau está pensando en pequeñas comunidades (las antiguas ciudades-estado) con formas de vida sencillas, donde apenas hay lujos ni diferencias de rango. El modelo democrático es, pues, un ejemplo que debe seguirse en las democracias reales, un ideal al que la realidad ha de tender a acercarse cada vez más.
2.4. Rousseau educador En el horizonte de esta nueva sociedad, el papel de la educación es fundamental, ya que la comunidad política no es una entidad que se imponga desde arriba, sino que hay que fundarla desde abajo, y son los sujetos los únicos protagonistas de este proceso. En este sentido, es preciso educar a las nuevas generaciones para que sean capaces de realizar esta tarea, el ser ciudadanos. Como en otros temas, la impronta platónica es evidente. El punto de partida de esta nueva educación ha de ser el hombre natural, no corrompido aún por las malas costumbres de la sociedad, y el objetivo final del proceso pedagógico no puede ser el hombre culto y refinado de la sociedad ilustrada, pues en él confluyen todos los males de la sociedad. La educación ha de servir para el desarrollo de los sentimientos innatos en la naturaleza humana (conmiseración y amor a sí mismo), para su mejora y perfeccionamiento. Estamos hablando, pues, de una educación moral que desarrolle esa conciencia moral natural que permita al hombre discernir entre el bien y el
mal, y atender al bien común antes que al propio (lo que Rousseau llama patriotismo). Otra novedad de la teoría pedagógica de Rousseau es la inflexión que se da hacia el sujeto de la educación. Es preciso conocer el mundo del niño y sus capacidades de conocimiento para saber qué es lo que es capaz de aprender en cada momento sin forzar su naturaleza, pues por mucho que pretendamos enseñar algo, si el niño en ese momento no está capacitado para ello, será inútil. Las dos premisas de esta nueva perspectiva de la educación: 1. Atender al desarrollo personal del niño y 2. educar para la formación moral de buenos ciudadanos.
3. EL PENSAMIENTO DE ROUSSEAU EN SU TIEMPO Como hemos dicho a lo largo del tema, el problema de Rousseau es la crítica a la sociedad de su tiempo. Sus colegas ilustrados habían estado bastante más atentos a las «luces» de su época y miraban con optimismo el futuro, que los liberara de las cadenas del pasado con las armas de la ciencia y la razón. Sin embargo, el ginebrino tiene más presente las «sombras» de ese mismo tiempo. La clave de esta perspectiva más pesimista quizá habría que buscarla en su propia personalidad torturada. En él van a pesar tanto la rígida educación calvinista como un exacerbado sentido de la culpa. Algunos autores han querido ver en la idea de la bondad natural del hombre y su posterior perversión por la sociedad una especie de alivio de la conciencia de su propia maldad. Es cierto que tenía un carácter bastante agrio y que en su
vida se dan hechos de los que no podía sentirse realmente orgulloso (se cuenta que tuvo varios hijos de una relación extramatrimonial a los que llevó al hospicio); asimismo, todas las amistades que tuvo terminaron mal. Pero no podemos atribuir todas sus ideas al carácter. El pesimismo cultural de Rousseau hay que buscarlo también en la observación de la boyante sociedad burguesa que estaba extendiéndose por toda Europa en este momento. Lo que él contemplaba no era el triunfo de unos pocos, sino el malestar de muchos, la injusticia y la explotación sobre las que estaba montada esta sociedad. Por ello, los denunció y puso en evidencia los peligros que encierran la competitividad y la búsqueda del beneficio propio. Al contrario de lo que pensaban los teóricos del liberalismo como Adam Smith (1723 - 1790), para nuestro autor, la búsqueda del interés particular no lleva al interés general, sino al enfrentamiento y a la desigualdad. Sin embargo, también en esta visión de la sociedad que tiene Rousseau se puede ver el miedo de la propia burguesía a la que él pertenece a que los cambios tan vertiginosos que se están dando hagan desaparecer instituciones y valores que aún son beneficiosos para el burgués mismo. El respeto, los gustos sencillos, la bondad y la reverencia religiosa que aparecen en nuestro autor son una forma de conservar los valores del buen burgués, ante la riada democratizadora. De todas formas, esto tampoco casa muy bien con su defensa de la democracia directa, sin embargo, como también hemos visto, la ambigüedad y la contradicción son notas significativas de la obra de Rousseau.