LOS SOFISTAS Y SÓCRATES

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1. LA SOFÍSTICA En el siglo V a. C., la victoria de las polis griegas en las guerras médicas produjo una profunda transformación social en el mundo cultural de la Grecia clásica. La raíz de esa transformación la encontramos en el cambio de una forma

de gobierno aristocrática a otra democrática, ocurrida en esta época en un buen número de polis griegas. Este cambio de régimen político tuvo que ver con el hecho de que Atenas, que lideró a los griegos en su victoria sobre el imperio persa, ya tenía un gobierno democrático. Las otras polis quisieron imitar la forma de gobierno de aquellos que les habían conducido a. la victoria. En los mitos homéricos se exaltaban las virtudes aristocráticas, ligadas a la nobleza y el valor en la batalla. Solo los que habían nacido nobles podían dirigir al ejército y lograr así el prestigio que daba la victoria. La virtud, que proporcionaba el reconocimiento social, estaba restringida a un reducido grupo de miembros de la polis. Además, era tradición que se argumentase el mérito de los nobles y su distanciamiento del resto del pueblo a través de la mención de un parentesco con los dioses del Olimpo. Pero al instaurarse un gobierno democrático se produjo un cambio de valores. Ahora, cualquier ciudadano de la polis podía ser miembro de la asamblea y, por tanto, acceder al poder. Una vez en la asamblea, un buen orador, capaz de convencer a los demás en cualquier disputa legal podía lograr el éxito y la fama. Ello va a dar lugar al llamado Giro Antropológico


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En resumen: Después de las guerras médicas, en Grecia se da una mejoría del bienestar económico y también una mayor demanda de educación, al tiempo que el nuevo sistema político constituido por la democracia requiere de los ciudadanos la habilidad de poder expresarse con elegancia. Con el concepto general de sofistas (= maestros de la sabiduría) se denomina a las personas que en la sociedad del s. v a.C. ofrecen educación y enseñan elocuencia por dinero. A la sombra de este cambio surgirá un movimiento filosófico de gran importancia en todo el mundo griego: la sofística. Dentro de la definición de <<sofista» se incluye a un grupo de pensadores de orígenes y doctrinas bastante dispares, pero que poseen unos rasgos comunes que los distinguen de otras tendencias filosóficas: •

Estos filósofos propusieron un cambio generalizado de perspectiva en relación con la filosofía presocrática. Si antes el interés se centraba en la naturaleza ahora el objetivo es el hombre y su vida en sociedad. Cuando algunos presocráticos se interesaron por el ser humano, lo hicieron por su condición de ser natural, considerándolo integrante del cosmos. En cambio, para los sofistas el ser

humano es el protagonista absoluto de sus preocupaciones, sin referido a ninguna otra realidad más allá de la estrictamente humana. •

Otro rasgo diferenciador es que los sofistas asumieron la tarea de la enseñanza entendida corno una profesión. Hasta entonces la actividad de enseñar se había ejercido de manera altruista. Se transmitían unos valores a los más jóvenes con el fin de preservar la identidad cultural. Y se entendía como una obligación de todo buen ciudadano el realizar esa tarea. Los sofistas, en cambio, organizaban cursos en los que enseñaban materias específicas como la retórica, el derecho, la política o la moral, y cobraban por impartirlos. Este cambio de actitud en relación con la enseñanza fue una de las principales causas del recelo que los sofistas despertaron en un amplio sector de la población en las polis griegas.

Principales sofistas 1ª Generación 2ª Generación

Anteriores a la Guerra del Peloponeso. Protágoras, Gorgias, Hipias Posteriores a la Guerra del Peloponeso. Antifonte; Trasímaco; Critias y Calicles.

1.1. La actitud filosófica: escepticismo y relativismo Los sucesivos intentos de proporcionar una explicación racional sobre la naturaleza, desde Tales hasta Demócrito, ofrecen un espectáculo fascinante -por el importante avance en el intento de explicar racionalmente el mundo- al mismo tiempo que descorazonador -por la multiplicidad de explicaciones diferentes e incluso contradictorias que se habían ofrecido-. No es de extrañar que este panorama despertase una cierta actitud escéptica sobre la posibilidad de alcanzar un conocimiento válido de la naturaleza. El escepticismo lo encontramos incluso dentro de las propias filas de los filósofos griegos de la naturaleza: Demócrito había negado que se pudiese alcanzar un pleno conocimiento de la naturaleza, a causa de la imposibilidad de predecir las infinitas combinaciones y colisiones de un número infinito de átomos flotando en el vacío. El escepticismo y el relativismo de los sofistas surgen como una reacción frente a la filosofía anterior, pero acaban convirtiéndose en una actitud global con la que afrontan los nuevos problemas que ahora ocupan su atención.


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Las consecuencias inmediatas del escepticismo de los sofistas son dos: 1. Renuncia a la pretensión de ofrecer una explicación racional de la naturaleza y desplazamiento del interés hacia los asuntos específicamente humanos. Por ello la base de los planteamientos sofísticos la constituyen simultáneamente la ampliación de la situación del saber en general (p. ej. a través de la observación de otros pueblos) y el pluralismo de las teorías filosóficas ya existentes. 2.Adopción de una postura relativista. Si al entendimiento humano le es imposible alcanzar la verdad absoluta sobre la naturaleza, quizás se deba a que no existe tal verdad absoluta. Tal vez, piensan, el fallo no esté en un defecto de la inteligencia humana, sino en buscar algo que no se da en la realidad. Puede que solo existan verdades parciales,

válidas solo para un momento y lugar determinado; verdades que dejan de sedo en cuanto cambia el contexto. El problema al que se enfrenta el maestro de retórica es el de lograr defender convincentemente cualquier asunto, y generalmente también el de

«convertir la causa más débil en la más fuerte». Al apoyarse en tal punto de partida

todo deriva hacia el relativismo. Este se hace notar en: En la reflexión sobre el derecho: cuestionar la legislación vigente lleva a los sofistas a la idea de la oposición entre la ley natural (fysei) y la norma (nómo). Así lo formula Hipias en los textos de Platón: «La ley (nómos) tiraniza al hombre hombre y lo obliga a aquello que repugna a la naturaleza.» La validez del derecho positivo no deriva de la naturaleza, sino que procede de un ordenamiento que responde a los intereses del legislador.

Trasímaco aclara que el derecho positivo es un instrumento de los poderosos para oprimir a los más débiles. Calicles muestra lo contrario: la leyes un muro de protección de los débiles contra los fuertes. Licofrón ve en el ordenamiento jurídico una recíproca salvaguarda de la vida y las propiedades de los ciudadanos. En la filosofía moral: para los sofistas los valores morales tampoco existen por naturaleza, sino que se basan en convenciones (thései). Por ello en distintos lugares y épocas tienen una validez diferente. En la religión: siguiendo la analogía del derecho también se explica la religión como una invención del hombre. Critias afirma: «Al ocurrir que las leyes prohibían que se

ejerciera ejerciera abiertamente la violencia, los delitos se cometían cometían en secreto, y entonces paréceme que una mente astuta inventó para para los hombres el temor a los dioses, de tal tal modo que los malhechores tuvieran tuvieran miedo aun cuando cuando secretamente hicieran, dijeran dijeran o pensaran alguna maldad.» Otro argumento se encuentra en Pródico: Los dioses son la expresión de


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los sentimientos humanos, sobre todo de la gratitud. Los hombres proyectan todo lo que les es útil en lo divino, como hicieron por ejemplo los egipcios con el Nilo. Finalmente Diágoras deja caer en la discusión que la suposición de una <<justicia divina» contradice la experiencia de la injusticia en el mundo.

En la teoría del conocimiento: y es aquí donde más repercusión tiene el efecto de la relatividad proveniente de la dedicación retórica: Protágoras (aprox. 480-410), al que se considera el sofista más importante, expone que: «Sobre cada cosa existen dos

afirmaciones contrarias.» contrarias.»

De modo que una proposición puede ser verdadera en una situación y falsa en otra. En sus últimas consecuencias lo anterior indica que no existe absolutamente ningún hecho objetivo. Y de ello resulta el famoso principio del homo mensura de PROTÁGORAS: «El hombre es la medida de todas las cosas;

de las que son en cuanto a su ser, y de las que no son en cuanto a su nono-ser.» El principio del homo mensura es una pieza clave del pensamiento sofístico: El hombre determina el ser; todo lo que va más allá se rechaza (escepticismo); y ningún ser es objetivo, sino subjetivo y cambiante (relativismo).


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Gorgias (aprox. 485-410), con sus famosas tres tesis, lleva la duda sofista a sus extremos: <<No No hay ser, si lo hubiera no podría ser conocido; si fuera conocido, no podría ser comunicado su conocimiento por medio del lenguaje>>. Con lo cual quedan anuladas desde el comienzo las posibilidades de cualquier intento que pretenda encontrar y proclamar un ser objetivo, tal y como ocurrió en los eléatas. El hombre siempre permanece hundido en una red de palabras y opiniones (dóxai). Él es precisamente «la medida de todas las cosas».

1.2. Las tesis de los sofistas sobre el lenguaje La cita de Gorgias última no solo es un buen ejemplo de escepticismo, sino que incorpora una tesis sobre la función del lenguaje. Concretamente, Gorgias está negando la capacidad del lenguaje para representar la realidad. Para los presocráticos y, posteriormente, para Sócrates, Platón y Aristóteles, la realidad es racional y el lenguaje, como expresión de la racionalidad humana, puede reflejarla como si se tratara de un espejo. Gorgias, en cambio, desvincula el lenguaje de la realidad. El lenguaje está constituido por palabras que, en última instancia, no son otra cosa

que sonidos y signos dibujados sobre un papel, y que no guardan relación directa con la realidad integrada por cosas y hechos. No hay vinculación entre las cosas y los sonidos o los signos escritos; por tanto, no hay conexión directa entre lenguaje y realidad.

Esta tesis sobre el lenguaje resultó ser fundamental por sus consecuencias en lo que se refiere a la idea del ser humano y el papel que debía desempeñar en la sociedad. Si se renuncia a entender el lenguaje como expresión de lo real, entonces su valor radica en la capacidad que posee de influir sobre la conducta y los sentimientos humanos. El lenguaje se convierte entonces en un instrumento de dominación; si se conocen bien las técnicas y se las usa correctamente, el lenguaje puede servir imponerse sobre los demás .

<<La <<La palabra es un poderoso tirano, capaz de realizar las obras más divinas, a pesar de ser el más pequeño e invisible de los cuerpos. En efecto, efecto, es capaz de apaciguar el miedo miedo y eliminar el dolor, de producir producir lo alegría alegría y excitar o la compasión>>. GORGIAS citado por Platón en Carta séptima, Alianza Es fácil comprender ahora por qué los sofistas dedicaron tanta atención a la disciplina de la retórica: con ella se enseña a dominar el arte de convencer al otro por medio de la palabra. No importa tanto si lo que se dice es verdad o no; lo realmente importante es saber decirlo de modo que se consiga que los demás estén de acuerdo.


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1.3. El convencionalismo de las normas sociales Al describir las características del movimiento sofístico hemos referido al interés por las instituciones humanas como uno de sus rasgos más significativos. La novedad de la propuesta de los sofistas frente a los mitos o al presocrático Heráclito consistió en considerar que las leyes e instituciones que gobiernan la polis son convencionales, es decir, fruto de un acuerdo. Pero si las leyes políticas son producto de un acuerdo entre los integrantes de la polis, entonces también pueden modificarse en virtud de un acuerdo diferente. Quedó pues establecida una clara diferenciación entre dos tipos de leyes: Leyes naturales, que son fijas e inamovibles y en cuya elaboración no participa el ser humano. Estas son las que investigaban los presocráticos y que integran la fysis. Los sofistas, en cambio, no les prestan atención, puesto que su escepticismo les conduce a negar la posibilidad de su conocimiento. Leyes políticas o sociales, resultado del acuerdo entre los integrantes de una sociedad y sujetas a cambios. Este tipo de leyes, que son las que interesan a los sofistas, reciben el nombre de nomos. De este modo, physis y nomas son conceptos opuestos. Ambos significan <<ley>> pero mientras que nomos es la ley dependiente de la voluntad y la condición humana, physis es la ley ajena a esa voluntad. Se trata pues de la oposición entre naturaleza y cultura.

MOTIVOS PARA LA DEFENSA DE LA DOCTRINA DE LA CONVENCIONALIDAD ESPÍRITU VIAJERO COLONIALISMO GRIEGO ACTITUD RELATIVISTA

Conocimiento de otras culturas Constatación de diferencias culturales Creación de nuevos asentamientos Necesidad de redactar constituciones Percepción de la autonomía del legislador Si las leyes políticas procediesen de la naturaleza humana deberían ser iguales en todas las polis

El alcance de esta doctrina no quedó limitado a las instituciones de la polis, ya afectó también a las leyes morales como hemos dicho anteriormente. Aquello que es considerado moralmente bueno o reprobable también está sujeto al acuerdo. Semejante extensión del convencionalismo al terreno de la moral planteó problemas de enorme alcance. Para defender el convencionalismo de las normas morales, los sofistas ofrecieron dos argumentos: La existencia de disputas morales. Si las normas morales procediesen de nuestra naturaleza, que es igual en todos los seres humanos, no serían objeto de debate, ya que existiría sobre ellas un acuerdo espontáneo. Comprobamos en la vida diaria que esto no es así. Los principios que inspiran la conducta humana son en realidad contrarios a los propios del ser humano por naturaleza. Para encontrar su esencia natural desnuda, el ser humano debe despojarse del ropaje que le proporciona la civilización. Así, sostienen que en los niños y en los animales superiores podemos encontrar una versión de ese presumible ser humano puramente natural y todos estamos de acuerdo en que el único principio que inspira la conducta del niño es la búsqueda del placer. De igual modo, la conducta animal sigue el principio según el cual domina el más fuerte. De esta forma, puesto que los principios morales establecidos son opuestos a los mostrados por la naturaleza humana, debemos concluir que tales principios no proceden de la naturaleza, sino que son fruto de una convención, de un acuerdo.


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1.4. Revisión crítica del movimiento sofista La figura del sofista adquirió mala reputación debido a: El hecho de que los sofistas enseñaran el arte del dominio de la palabra. En esto no había, en principio, nada malo. Pero la retórica podía emplearse para hacer un mal uso de la política: con las técnicas que estos enseñaban, alguien podía persuadir a la asamblea, haciendo que causas injustas apareciesen como justas. El hecho de que cobrasen por sus enseñanzas, unido a las consecuencias negativas que podían derivarse de ellas, les hacía aparecer muy diferentes de aquellos primeros filósofos que buscaban la verdad de forma desinteresada. Se explica así el concepto negativo de los sofistas que nos han transmitido especialmente Platón y Aristóteles. Dada la talla intelectual y la influencia de estos dos últimos filósofos, el descrédito de la sofística permaneció a lo largo de la historia del pensamiento. La palabra «sofista» mantiene un sentido peyorativo en la actualidad; en el lenguaje cotidiano significa demagogo, farsante y embaucador gracias al dominio de la palabra. Entre las aportaciones de la sofística destacan las siguientes: Aportación Panhelenismo

Justificación Los sofistas fueron los principales abogados del pan helenismo en una época en la que las diferentes polis se estaban aniquilando entre sí. Ser humano Orientaron la investigación hacia el ser humano, abriendo así un nuevo campo de estudio para la filosofía. Educación Realizaron una labor educadora necesaria en la Grecia democrática de la época. Pedagogía Dotaron a la educación de un método que permitía una unificación de criterios y una orientación definida. Criticismo Con su escepticismo y su relativismo, promocionaron una actitud más crítica y menos ingenua ante cualquier propuesta de solución para los asuntos propios de la filosofía. Hay que puntualizar que los sofistas de la primera generación se ganaron el respeto y la estimación generalizada de sus contemporáneos. En cambio, los de la segunda, carentes de la genialidad de sus predecesores, solo conservaron la apariencia externa de las doctrinas, o bien las radicalizaron hasta llegar a predicar la inmoralidad.


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2. SÓCRATES, el ateniense. Sócrates entendió el filosofar como el incesante examen de sí mismo y de los demás. La filosofía es algo vivo que surge y se produce en el seno de la conversación. Con estas premisas, es lógico que renunciase a dejar escrito filosófico alguno. ¿Cómo podemos conocer entonces su pensamiento? De entre todos, quien más información nos proporciona sobre el pensamiento de Sócrates es Platón, su discípulo. Pero Platón también utilizó la figura de Sócrates para construir el personaje de sus obras escritas en forma de diálogo. Así pues, el Sócrates que aparece en los diálogos platónicos, con mucha frecuencia, expresa más propiamente las doctrinas del autor del diálogo, que no fueron realmente defendidas por el Sócrates histórico. Por este motivo, necesitamos recurrir a otros autores, sobre todo a Aristóteles, para descubrir el pensamiento genuino de Sócrates

2.1. El método y el objetivo de la filosofía socrática Sócrates participó del giro hacia el conocimiento del ser humano que habían dado los sofistas a la filosofía. Pero, a diferencia de estos, a Sócrates le interesó el ser humano individual, más que su inserción en la sociedad. Este es el motivo por el que adoptó como máxima de su quehacer filosófico la divisa que figuraba en la entrada del templo dedicado al dios Apolo en Delfos: Conócete a ti mismo. El primer paso necesario de este examen de uno mismo que Sócrates propuso como objetivo de la filosofía consiste en el reconocimiento de la propia ignorancia. Solo quien reconoce que no sabe, está en buena disposición para aprender. Aquel que se cree en posesión de la sabiduría no siente la necesidad de investigar y, en consecuencia, se queda definitivamente sumido en la ignorancia. Esta actitud es la antítesis de la que sostuvieron los sofistas. Estos convirtieron en profesión la enseñanza de sus conocimientos; y los consideraban tan valiosos que cobraban por entregárselos a los demás.

La vocación de Sócrates no era la de transmitir un conjunto de doctrinas. Su intención era comunicar a otros el estímulo y el interés por la investigación filosófica. Según él mismo reconoce -solo sé que no sé nada-, nunca alcanzó un conocimiento cierto que le permitiera descansar en su inagotable búsqueda de la verdad. Sócrates consideraba que si en algo podía ser de utilidad a la humanidad era ayudando a otros a alcanzar por ellos mismos el conocimiento que él no podía proporcionarles. Para cumplir con esta tarea se dotó de un método que consta de dos fases: la ironía y la mayéutica.


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MÉTODO SOCRÁTICO IRONÍA + Consiste en interrogar de manera persistente al interlocutor hasta socavar sus certezas más arraigadas. + Pretende que el interrogatorio descubra que, en realidad, no sabe aquello que creía saber

MAYÉUTICA + En griego significa <<arte de ayudar a dar a luz>>. + Una vez que el interrogado, por medio de la ironía, ha descubierto su ignorancia, Sócrates continua formulándole preguntas para que, al responderlas, encuentre el verdadero saber (definición).

La ironía desenmascara el saber ficticio y la mayéutica ayuda a descubrir el saber auténtico. El arte de la mayéutica no es otra cosa que el arte de la investigación en común. Puesto que el hombre por sí solo no es capaz de aclararse, necesita del diálogo. En el diálogo franco y auténtico con el otro me descubro a mí mismo y ayudo al otro a descubrirse. Mientras que los sofistas enseñaban a buscar en el interlocutor alguien a quien convencer, que es lo que necesita el orador para lograr el éxito, Sócrates, en cambio, enseñaba a ver el diálogo como un lugar de encuentro de seres humanos iguales entre sí y que se pueden ayudar unos a otros.

2.2. El intelectualismo moral Sócrates no compartió con los sofistas la tesis del convencionalismo de las normas morales ni las consecuencias del relativismo moral ya que las considera inadmisibles al hacer imposible la comunicación. ¿Cómo decidir si una ley es justa o no en una asamblea en la que cada miembro está entendiendo algo diferente cada vez que se emplea la palabra «justo»? Ante este panorama resulta urgente restaurar la función del lenguaje como vehículo de significaciones objetivas. Precisamente, la búsqueda de definiciones objetivas de los conceptos morales es la tarea primordial de la filosofía. Una vez alcanzadas tales definiciones, será posible dirimir las disputas morales averiguando en cada caso de qué parte está la razón.


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Las definiciones objetivas de los conceptos morales son urgentes no solo porque así podremos resolver las discrepancias en el terreno moral, sino porque, según Sócrates, para ser justo es necesario saber qué es la justicia, para ser honrado hay que saber qué es la honradez, y así sucesivamente. En definitiva, diremos que Sócrates considera que no es posible ser moralmente bueno si previamente no se sabe en qué consiste el bien moral. Esta doctrina socrática que identifica la virtud moral con el conocimiento recibe el nombre de intelectualismo moral.

El fundamento de esta identificación se encuentra en el paralelismo que hay, a juicio de Sócrates, entre los dos tipos de saber prácticos que existen: De una parte, están el saber práctico cuya finalidad es la producción de un determinado objeto. Un ejemplo de este tipo podría ser la técnica del zapatero o del albañil. 2. Por otro lado, tenemos el saber práctico que sirven para guiar la conducta. La moral es un ejemplo de este tipo de saber. 1.

Sócrates afirma que, aunque se trate de dos saberes diferentes, el funcionamiento de ambos es el mismo.

Si nos fijamos en un zapatero, por ejemplo, veremos que sabe hacer zapatos y los hace bien porque, antes de ponerse a ello, tenía el conocimiento teórico sobre lo que es un zapato y para qué sirve. De igual modo, considera Sócrates que el que realiza acciones justas, da consejos justos o dicta leyes justas, lo hace porque previamente ha alcanzado el conocimiento sobre lo que es la justicia. Es evidente que el intelectualismo moral va a tener que dar cuenta de un buen número de paradojas: todos estaríamos de acuerdo en que hay personas incultas que manifiestan una conducta moral irreprochable, o personas de un alto nivel de formación que, sin embargo, resultan ser unos desalmados. Sócrates responde que aquellos que hacen el bien sin saber en qué

consiste este, aciertan en su obrar por pura casualidad y, por tanto, no debemos considerarlos moralmente buenos, del mismo modo que no consideramos médico al que cura por casualidad. En cuanto al problema que plantean los cultos y bien informados que hacen el mal, Sócrates afirma que debemos distinguir entre el conocimiento en general y el conocimiento moral: puede haber alguien que

esté muy instruido en otros asuntos y que, sin embargo, sea un perfecto ignorante en el terreno de la moral.

Si, pues -repliqué (Sócrates)(Sócrates)-, lo agradable es bueno, nadie, sabiendo o pensando pensando que otra acción es mejor que la que él realiza y que es posible, querrá hacer lo que lleva a cabo, siendo así que puede obrar mejor, y dejarse vencer es pura ignorancia, mientras que vencerse eess saber ... ¿Qué otra conclusión sacas de ello, sino que nadie tiende tiende por propio gusto y voluntad voluntad hacia lo que es malo o lo que él cree malo, que incluso incluso parece contrario a la naturaleza naturaleza del hombre buscar lo que se cree malo con preferencia a lo bueno, y finalmente, que si es inevitablemente preciso escoger entre dos males, nadie va a preferir el mayor cuando le sea posible quedarse con el menor? Platón. Protágoras. Aguilar


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Del intelectualismo moral se derivan una serie de consecuencias de entre las que destacamos dos, por lo sorprendentes que resultan desde una perspectiva actual: 1. Las ideas de culpa y pecado carecen de sentido. El que hace el mal no es culpable, sino ignorante. 2. Las cárceles no tienen sentido. Los criminales deben ser enviados a las escuelas a aprender; de este modo conseguiremos que conozcan el auténtico bien y no reincidan en su crimen.

Para Sócrates, como ya hemos visto, la filosofía es una tarea moral, ética no se trata de saber muchas cosas, sino de conocer lo importante. Ahora bien, lo importante es la virtud. La virtud es la salud del alma. Sócrates está convencido de ello hasta el punto de llegar a afirmar que es mejor sufrir la injusticia que cometerla. Esta afirmación es revolucionaria desde el punto de vista de la ética. Los griegos concebían la virtud (areté) como un conjunto de bienes que incluían la nobleza en el linaje y en el carácter, pero también la riqueza y el vigor físico. Virtuoso era, según los griegos, Ulises, hijo de Laertes, rey de Ítaca, quien gozaba de todas estas cosas y era envidiado hasta por los dioses. Pero Sócrates dice: no; lo definitivo no es la salud o la belleza del cuerpo, ni la posesión de las riquezas. Todo esto puede perderse por mala fortuna o, precisamente, cuando se padece la injusticia. Sin embargo, lo definitivo, la salud del alma -la auténtica virtud- solo puede perderse si uno mismo destruye su alma al cometer una injusticia. Esto último es peor que perder todo lo demás y por eso el propio Sócrates no quiso escapar de la cárcel y prefirió ser injustamente ejecutado a dar mal ejemplo incumpliendo las leyes de la ciudad.


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