BOLETÍN SAI
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Sai BABA, el AVATAR
Número 11, diciembre de 2017 Comité Editorial: Óscar Morado, Luis Muñiz, Lourdes Martínez, Laura León, Leticia Deschamps Diseño gráfico: Bibiana Castillo difusión.nal@sathyasai.org.mx
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CONTENIDO Sai AVATAR
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Avataridad 4 Mi experiencia con Sai Baba
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Mi relación con Sai
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Sai AVATAR Misión de Sai Avatar: Dios o la divinidad reside en cada uno de nosotros “La misión del avatar actual es hacer que todos se den cuenta de que ya que el mismo Dios o divinidad reside en cada uno, la gente debe respetar, amar y ayudar a cada uno sin importar la casta, color o credo. Por lo tanto, todo el trabajo puede volverse un acto de adoración”. 1 “Obedecer mis instrucciones es suficiente, los beneficiará más que el más riguroso ascetismo. Practiquen Sathya, Dharma, Shanti y Prema; resuelvan llevar adelante estos ideales siempre en todos sus pensamientos, palabras y obras. Eso puede conferirles el bono supremo de fundirse en la Sustancia Suprema de la divinidad”. 2 Relación con Sai Avatar: De corazón a corazón “Nuestra relación es solamente de corazón a corazón y de amor a amor, nada más. Swami es el amor personificado. Swami le da importancia al amor y nada más. No den ningún valor a los dichos egoístas y sin sentido”.3 “He venido para encender la lámpara del amor en sus corazones y velar por que brille cada día con mayor fulgor He venido para hablarles acerca de esta fe unitaria universal, de este principio átmico, de este camino de amor y de esta ley de amor, de este deber de amor y de esta obligación de amor”.4 Sai Avatar y el propósito de nuestro nacimiento: Liberación “Uno debería nacer de modo tal de volverse inmortal y no nacer nunca otra vez. El que esté tras el sendero de llegar a una verdad como ésa, es sabio”.5 Sai Baba
1 Dios vive en la India, pág. 7. 2 SSS 8.19: mayo 17, 1968. 3 SSS 32 pt2.8: octubre 15, 1999. 4 SSS 8.22:4 de julio, 1968. 5 Lluvias de verano en Brindavan, 1973.3.
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En la religión hindú, un avatar es la manifestación corporal de una deidad, especialmente de Vishnú. La palabra proviene del sánscrito avatara, que significa “descenso o encarnación de un Dios”. Un avatar es la personificación milagrosa de lo divino que encarna para el bienestar de la humanidad. Lo distinguen su completo dominio y trascendencia del mundo físico, incluyendo la facultad de materializar objetos a su voluntad, su omnisciencia, omnipresencia, omnipotencia, la aptitud de transmitir una corriente de amor puro e inagotable y una gracia especial que trasciende todas las circunstancias del karma (resarcimiento exigido por los actos llevados a cabo en el pasado), que se patentiza en su poder de transformar milagrosamente la vida de una persona por un acto de voluntad divina.6 El avatar tiene la finalidad de restablecer el dharma o ley divina, y salvar al mundo del desorden y la confusión. Un avatar está trabajando siempre y descansando siempre. Su visión es amplia y abarca todas las dimensiones del tiempo; conoce desde lo más íntimo el corazón de todas las personas. Sai Baba nació en Puthaparthi el 23 de noviembre del 1926. Desde antes de su nacimiento se cuentan anécdotas familiares y de los lugareños que podrían calificarse como milagrosas. En su infancia se distinguió por su amor a todos los seres humanos, por los animales, su vegetarianismo, su generosidad con todas las personas, especialmente con los pobres y con los indigentes. A los 14 años de edad se produjeron los cambios que anunciaron su avataridad. Su vida, su mensaje, su servicio a la humanidad, sus enseñanzas pueden resumirse en la palabra amor. Él es la encarnación del amor. Nos exhorta: “Empieza el día con amor, Llena el día con amor, Termina el día con amor, ése es el camino a Dios.”
6 Samuel Sandweiss, Sai Baba y el psiquiatra. Ed. Yug, 1979.
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El 25 de mayo de 1947, en una carta que dirigió a su hermano escribió: “Tengo una “tarea”: elevar a toda la humanidad y asegurarles a todos una vida llena de bienaventuranza. Tengo un “voto”: conducir de nuevo hacia el bien a todos los que se han desviado del camino recto y salvarlos. Estoy apegado a un “trabajo” que amo: eliminar el sufrimiento de los pobres y proveerlos de lo que carecen. Tengo un “motivo de orgullo”: rescatar a todos los que Me adoran y Me veneran. Tengo mi propia definición de la “devoción” que espero: aquellos que sean mis devotos deben tratar a la alegría y el sufrimiento, a las ganancias y las pérdidas con igual fortaleza. Esto quiere decir que nunca abandonaré a quienes se apeguen a mí”.
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Avataridad
Gail Muñiz
“Sepan que yo soy Sai en realidad. Desechen sus relaciones mundanas. Abandonen sus esfuerzos por sujetarme. Los apegos mundanos ya no pueden atarme. Nadie, sin importar lo grande que sea, puede retenerme”. Sai Baba El 20 de octubre de 1940, cuando Sai Baba tenía 14 años de edad, fue que se produjeron los cambios que anunciaron su avataridad. Ese día Sathya perdió un broche que usaba en el cuello, que le había regalado Narayana Rajy, el Presidente Municipal, con la petición de que siempre lo recordara. Por más que buscaron el broche, nadie lo pudo encontrar. El broche simboliza los deseos mundanos. 4
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Ese mismo día Narayana Raju llevó en peregrinaje a Sathya, a su hermano mayor Seshama y a otros al templo de Virupaksha en Hampi. Seshama dejó a Sathya fuera del templo cuidando sus pertenencias mientras entraban al templo para recibir el darshan de la Deidad. Para el asombro de todos, al estar ante el altar, vieron a Sathya parado dentro de sanctasanctorum7 en el lugar de Virupaksha8. Su hermano, sin poderlo creer, salió para ver si Sathya estaba ahí afuera cuidando las pertenencias. Ahí estaba como si nada. Entró de nuevo al templo y de nuevo Sathya estaba sonriente en el lugar de la deidad. El hermano mandó a su esposa que vigilara a Sathya mientras él revisaba adentro. Pero ahí seguía Sathya muy sonriente parado en el lugar de Virupaksha, la deidad. “Ese día fue el día del cambio. La conexión con las ataduras mundanas se había ido en la forma del broche; el peregrinaje a Hampi también había servido su propósito. Baba dejó la casa diciendo que maya no podía atarlo más”. Le dijo a Narayana Raju que la esclavitud del apego al mundo se había perdido en la forma de broche. A partir de entonces, todo el mundo en Uravakonda empezó a dirigirse a él como Sathya Sai Baba. Él les dijo que había venido únicamente con el propósito de revelarles la Verdad. Incapaces de comprender la verdad acerca de las revelaciones, algunos de ellos le preguntaron: “¿Cómo puedes declararte como Sai Baba?” Él dijo: “Yo sólo tomé algunas flores en mi mano y las dejé en el piso. ¡Y vean! Las flores solas formaron las palabras Sathya Sai Baba en letras telugú. Al presenciar este milagro, quedaron atónitos y maravillados. Entonces empezaron a cantar a coro ¡Sathya Sai Baba Ki Jai! ¡Sathya Sai Baba Ki Jai! Yo les dije que éste era un nombre que ellos mismos me habían puesto y que, de hecho, ¡yo no tenía ningún nombre! En esa ocasión declaré lo siguiente: “Sepan que yo soy Sai en realidad. Desechen sus relaciones mundanas. Abandonen sus esfuerzos por sujetarme Los apegos mundanos ya no pueden atarme. Nadie, sin importar lo grande que sea, puede retenerme”.
7 Sanctasanctorum significa en latín “Santo de los Santos” y hace referencia a un lugar que es sumamente santo; posee su referente último en un texto de la Torá, que lo describe como el santuario interior más privado, como el recinto más reservado del Templo a donde accede exclusivamente el sumo sacerdote. 8 Deidad hindú. 5
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Sai Baba es considerado avatar o encarnación de Dios. En las escrituras sagradas se dice que para elevar a la humanidad a un nivel superior, la Divinidad tiene que descender en forma humana para enseñarle al hombre cómo librarse de los deseos y las metas triviales. Él decía que los milagros que manifestaba no era una exhibición de poderes para impresionar a los devotos, sino que eran actos cuyo carácter inexplicable atraía al hombre a la Divinidad. Esta atracción es inherente al avatar. También decía que tanto el avatar como el hombre común descienden de la misma Divinidad; pero aunque externamente son parecidos, de hecho existe un mar de diferencias entre ellos. Les mencionaré algunas: • El avatar nace por su propia voluntad. El hombre nace como consecuencia de sus buenas y malas acciones de vidas pasadas. • El avatar es una encarnación de amor. El hombre es incapaz de experimentar el amor inegoísta. • El avatar siempre está consciente de su divinidad. Es conscientemente divino e inconscientemente humano. El hombre, por el contrario, es conscientemente humano e inconscientemente divino. • El avatar conoce sus vidas pasadas y futuras; conoce el pasado, presente y futuro de todos los seres. El hombre ni siquiera conoce el futuro de su vida presente. • El avatar conoce todo, pero simula no saber nada. El hombre no sabe nada, pero actúa como si supiera todo. • El avatar escoge a sus padres, incluso a los que van a servirle como instrumentos en su divina misión. Los padres del hombre se eligen por el destino. • El avatar carece de deseos y de ego, “no tengo ningún deseo excepto el supremo deseo de que el hombre se vuelva sin deseos. El hombre es víctima del ego y sus deseos”. • El avatar siempre está despreocupado, en el estado de testigo inafectado. El hombre tiene apegos y expectativas y aspiración a los resultados.
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En la actualidad, todo mundo se queja de la crisis que nos aqueja; es una crisis no sólo económica, sino moral y ética. A dondequiera que volteamos la vista todo parece derrumbarse, el caos y el temor imperan por todas partes. Pasivamente deseamos que suceda algo, que alguien haga algo espectacular y cambie la situación de conflicto en la que nos encontramos. Pero nosotros, ¿qué estamos haciendo? Nuestro anhelo por Dios o la liberación o la felicidad permanente debe ser una necesidad vital tan intensa que nos haga actuar ahora mismo. “Cuando los individuos cambien la sociedad cambiará, cuando la sociedad cambie, el país y el mundo cambiarán”. “Los ministros son como es el presidente, los funcionarios son como los ministros, la gente común es como son los funcionarios. En el pasado los dirigentes se adherían estrictamente a la verdad y la rectitud y como resultado no existían el sufrimiento y la inquietud”. Sai Baba Es decir, para cambiar la situación del mundo o del país, cada uno de nosotros, individualmente, debe cambiar, debe transformarse.
Mi experiencia con Sai Baba El avatar conoce todo pero simula no saber nada En una entrevista de las más recientes, Swami nos escogió. Swami elegía a las personas que pasaban a entrevista por grupos de un país o por individuos; en esta ocasión éramos individuos. Pasamos los hombres de un lado, las mujeres del otro. El cuarto de entrevista era muy pequeño y atrás había una cortina, más atrás tenía un cuartito aún mas chiquito, y a su espalda otras cortinas donde estaba una escalera para subir a su dormitorio. Primero hablaba con las personas de afuera y luego llamaba a algunos adentro para entrevista personal. En esta ocasión estábamos Luis y yo, éramos muy poquitos. Llamó a unas personas adentro y los otros nos quedamos afuera; en el grupo había otras personas de Canadá. Normalmente todos estamos en silencio, pero los de Canadá hablaban y nos contaban que eran devotos desde hacía 15 años, que todos sus familiares eran devotos, y seguían hablando de su relación con Swami, y nosotros estábamos
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en silencio; de repente Swami abre las cortinas, se dirige a las personas que estaban hablando y señalándonos a Luis y a mí dice: “Ellos dos y toda su familia han sido mis devotos desde 1973”. Entonces se volteó, los llamó a ellos y luego a nosotros… En el salón de entrevista le encantaba bromear sanamente, de repente hacía como que no se acordaba dónde había puesto algo para que uno pudiera dárselo. Muchas veces preguntaba “¿de dónde eres”, pero él sabía perfectamente de dónde veníamos. Los milagros realizados por Sai atraen al hombre a la Divinidad. Esta atracción es inherente al avatar. Cuando materializó el lingam9 después del terremoto en México en 1985, estábamos muchísimos mexicanos en el cuartito de entrevistas, más de 60 en un cuartito muy chiquito, yo estaba hasta atrás, junto a la puerta, Él hablaba, hacía un movimiento con la mano y entonces aparecía el lingam o el objeto que estaba materializando. Ese día Él me habló, me pidió que me acercara a su silla y me entregó el lingam; dio instrucciones de que se pusiera en agua y que se repartiera a los devotos de México porque eso nos iba a ayudar a tener más paz, y desde entonces el primer domingo del mes se hace un ritual similar al de la India con el lingam que él materializó para nosotros. En la India se bañan los lingam con muchas cosas: agua de manantial, leche recién ordeñada, ghee, agua y otras sustancias, nosotros lo hemos mexicanizado, usando leche, yogurt, coco, miel y agua. Swami vino para dirigirnos, para darnos fortaleza, siempre puso su ejemplo, siempre ayudó, lo vi a través de más de 30 años, con los hospitales, con las escuelas que construyó. Mi hijo estuvo en una de esas escuelas y nunca me pidió un solo centavo. A todas las personas que estaban ahí, Swami les pagaba todo. Swami quiere que sigamos indagando quién soy y esto que acaba de pasar, las tragedias, los terremotos, de eso tenemos que tomar mucha fortaleza.
9 Lingam es una representación simbólica de Dios.
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Mi relación con Sai Luis Muñiz “¡Encarnaciones del Amor! Abandonen la ignorancia, enciendan la lámpara de la sabiduría en ustedes y fúndanse al fin con Dios”10 Sai Baba Yo me pregunto y les pregunto a ustedes, los devotos Sai en general, pero sobre todo a los viejos devotos Sai, les pregunto: ¿Qué estamos esperando? Porque si nos descuidamos y seguimos como hasta ahora, nos va a pasar como a esos animales en el rastro que sólo están esperando irremediablemente llegar al matadero, si me disculpan la burda comparación. ¿Cómo podríamos evitar que esto nos suceda? Lo podríamos evitar cumpliendo la tercera línea de la oración del mantra Asatoma: “¡Oh Señor!, llévame de la muerte a la inmortalidad”. ¿Qué hacer? Ya hemos comentado que no podemos “hacer nada”. Sin embargo, este no hacer nada hay que considerarlo, reflexionarlo. ¿Qué significa no hacer nada? Significa que no podemos hacer nada con la mente, la cual de esta manera resulta fortalecida.
10 SSS 33.10: julio 16, 2000.
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“No hacer nada”, más bien, equivale a aceptar las cosas como son, incluyéndome a mí mismo, “ser lo que soy”. Eso que soy, en última instancia es la Consciencia pura. A cada momento, cada vez que me acuerde, debo morar en mi Ser, siendo eso que soy, esa viveza que hay en mí, con la cual miro, escucho, siento y me muevo sin que sea nada especial ni del otro mundo. Ahora mismo, eso en ustedes que escucha estas palabras es la Consciencia Pura. De manera que yo existo y estoy vivo porque algo en mí sin ningún esfuerzo de mi parte existe y vibra. Al dormir soy algo inerte casi sin vida, pero cuando despierto algo me insufla y llena de vitalidad y poder. Entonces, “Yo Soy”, “Yo Existo”. Siempre estamos posponiendo lo espiritual para después, cuando logre mis metas mundanas, pero, por lo menos en mi caso, he llegado al límite, no puedo posponerlo más, tengo que decir adiós a todo aquello que me mantiene atado, frustrado, molesto, preocupado y demás. El tiempo que me queda de vida lo debo vivir como lo aconseja Sai Baba: libre y sin ataduras. Debo hurgar y desenmascarar todo lo que me aprisiona y restringe. Soltar sin aferrarme a nada, lo que me define, mi historia, que por cierto no vale gran cosa ni es nada, a nadie le importa y tampoco a mí. Porque, ¿qué estoy esperando que suceda? No pasó nada de lo que esperaba que sucediera y no va a pasar nada de lo que sigo esperando que suceda. De hecho, sí pasó, sí pasaron muchas cosas, sólo que no fueron lo que yo esperaba. Incluso conocí y me relacioné personalmente con mi Maestro Sai Baba, un ser divino único, comparable a Jesús, al que siempre he reverenciado en mi propia religión. Refiriéndome a mis logros, no me queda más que desocupar la casa que construí sin darle mayor valor a lo que acumulé. Debo deshacerme de todo, venderlo, regalarlo o tirarlo a la basura, sin guardar nada, nada tiene ningún valor. Al hacerlo, sólo voy a quedar “Yo”, lo que “soy”, eso que es inmaterial en mí. Ya no tengo nada que buscar. La búsqueda terminó. En la senda reencontré a Sai, fue lo único que perduró. Sólo Él. Bajo otra perspectiva, como ser humano, ¿qué se espera que haga? Todo ser humano debería avanzar en lo espiritual. Eso es lo que se espera de él, que avance en lo espiritual, no sólo en lo material. En mi relación con Sai, ¿qué se espera de mí? Dado que lo considero mi guía y Maestro, lo que se espera de mí es que le tenga fe, amor y confianza y si no tengo alguno de éstos, debo desarrollarlos. No debo pensar en él como un gurú de los muchos que hay por ahí. Si he de aprovechar a Sai al máximo debo darme cuenta de que esta relación que tengo con él, la tengo, de hecho, con la Divinidad misma. Sólo así aprovecharé al máximo mi relación con Él. En un diálogo entre Sai y un aspirante espiritual, Sai le decía al aspirante que todos sus devotos le tienen fe, pero no todos le tienen confianza y que sólo cuando coexistan ambas, la fe y la confianza en Él, habrá de su parte una respuesta completa. Decía, entre otras cosas, que la fe en Dios es creer que
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Él es Dios, que es omnipotente, omnisciente y omnipresente y confianza en Él significa confiar en la palabra y la obra de Dios. Sai Baba contaba la siguiente historia: Había un gurú que tenía una discípula. El gurú adoraba a Krishna, y tenía un lingam al que le hacía un ritual de adoración cada día. Todos los días, a la hora del puja11, la discípula llegaba con la leche que se necesitaba. Sin embargo, gurú y discípula vivían en orillas opuestas del río. Llegaron fuertes lluvias y el río creció hasta desbordarse. La discípula tuvo que esperar una barca, y esto la hizo llegar tarde con la leche para el ritual. Él se enojó porque el puja no pudo realizarse a tiempo y le dijo a la discípula: “Llegaste tarde por tu falta de fe en el sagrado nombre de Krishna. Con fe en Él y recitando su nombre sagrado, podrías haber caminado sobre la superficie del río sin tener que haber esperado la barca”. Al día siguiente, la discípula, aceptando la palabra de su gurú como la palabra de Dios mismo, caminó sobre la superficie del río y entregó la leche a tiempo. Después de dos o tres días de esto, el gurú sintió curiosidad y le preguntó a la discípula cómo había podido llegar a tiempo aun cuando el río seguía desbordado. La discípula contestó que había obrado conforme a sus instrucciones y caminado sobre el río, cantando constantemente el sagrado nombre de Krishna. El gurú no podía creerle y en secreto la siguió cuando se fue. Para su asombro, la mujer nunca titubeó, sino que caminó directamente sobre el río. Decidió de inmediato intentarlo él mismo, levantó su dhoti arriba de sus rodillas y pisó el agua: al instante se hundió. Esta historia ilustra el papel vital de la fe. La mujer tenía fe absoluta, y nunca se le ocurrió siquiera levantar la orilla de su sari12 por temor al agua, en tanto que al gurú le faltó la fe. Esto equivale a creer ciegamente en la palabra, voluntad y obra de Dios, sin ninguna duda o vacilación. Sai Baba terminó diciendo que la fe en Dios aminora el sufrimiento del devoto, pero cuando además, hay confianza, entonces Dios se hace cargo del devoto completamente.
11 Puja: ritual que se realiza para adorar a la divinidad. 12 Sari: vestido nacional de las mujeres de la lndia, Es una pieza de tela sin costuras de unos cinco metros que normalmente se enrolla por encima de las enaguas, mientras el borde pasa por encima del hombro. 11
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Así pues, el paso que debo dar es el de llegar a tener plena confianza en Dios o en Sai; esto implica que también lo ame, es decir, debo tener fe, confianza y amor. De manera que si amo a Sai como a la Divinidad misma, con todo mi corazón, si pienso en Él y le dedico todo lo que hago, voy a empezar a verlo dondequiera que vaya, no tanto visualmente, sino sintiendo su Presencia. Cuando esto llega a suceder significa que empiezo a realizar al Dios impersonal sin forma, la última Realidad. Para esto, lo primero que debo hacer es considerar a Sai como la Divinidad y esto sucede cuando llego a tenerle fe, amor y confianza. Entonces estaremos listos para dar el último paso que consiste en trascender la mente, como le pasó a Janaka. Sai Baba comenta esta historia diciendo que el rey Janaka pudo obtener la liberación cuando ofreció a Ashtavakra su mente entera y los tres tipos de actividad: el pensamiento, la palabra y la acción. El significado de esta historia es que uno debe volverse amanaska para alcanzar la unión con lo divino. Mientras tengan una mente existirá la dualidad. El frío y el calor, el día y la noche, la pena y la dicha, la pérdida y la ganancia, todos estos pares de opuestos surgen sólo cuando tienen una mente. Cuando Sai Baba fue a los montes Himalaya, al norte de la India, a su regreso un devoto le preguntó: “Swami, ¿cómo le hiciste para soportar el frío? Ahí, hace mucho frío. ¿Te pusiste abrigo o ropa de lana?” Swami le contestó: “No, usé lo mismo. Aquí o en los Himalayas uso la misma ropa”. “¿Te pusiste calcetines y zapatos? “No, tampoco, anduve descalzo”. “Y, ¿así caminabas en la nieve?” “Sí”. “¿No te afecta el frío extremo?” “No, no me afecta”. El gobernador del estado que lo acompañaba le compró unas sandalias para el frío. Cuando Swami se rehusó a usarlas el gobernador empezó a llorar. Entonces Swami se las puso, pero después de una hora le sacaron ampollas. De nuevo el gobernador se sintió mal. Esta historia muestra que a Sai Baba no le afectaba ni el calor ni el frío. De tal modo, si queremos sobrellevar los opuestos de la vida con ecuanimidad, tenemos que ofrecerle la mente a Dios. Por eso en el sistema Vedanta se dice que la mente es la causa tanto de la liberación como de la esclavitud. A manera de resumen: Para aprovechar la relación que tenemos con Sai debemos profundizar en ella. Primero fuimos atraídos por Él y hemos llegado a tenerle fe. Conforme hemos seguido o estamos siguiendo sus indicaciones, la fe va creciendo hasta que empezamos a tenerle confianza, la cual debe llegar a volverse plena. Para entonces, ambas, la fe y la confianza que tenemos en Sai ya van acompañadas con el amor que sentimos por Él. En realidad, las tres se van acrecentando simultáneamente. Fe, confianza y amor en Dios o en Sai es lo único que se requiere para lograr la meta esencial de la vida, la cual es fundirse con lo divino. 12
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El Bhagavad Gita dice: “Quien quiera que se entregue y refugie en el Señor estará protegido y todos sus pecados serán destruidos”. En el mismo Bhagavad Gita, Krishna le dijo a Arjuna: “Ofréceme todo; tus dharmas (estados mentales, las cosas y sus componentes). Yo te cuidaré y te otorgaré la liberación y la salvación. Ofréceme todas tus acciones, sean físicas, mentales, espirituales o mundanas”. Así pues, fe, confianza y amor a Dios o a Sai, los tres juntos equivalen a la entrega, y entrega significa no poner condiciones al maestro y rendirse ante él entregándole uno su voluntad. Lo que se entrega es el sentido de poseer algo, de tener algo, de ser algo. Finalmente, en mi relación con Sai debo saber que todo lo que le pido, alivio a mis males físicos y mentales y demás cosas personales, es intrascendente, ya sea que me alivie o no, me consiga un mejor trabajo o no, una buena esposa/o o no, lo que sea que le pida. Lo verdaderamente importante y valioso va a ser mi acercamiento a él, ¿qué tan cerca o lejos estoy de él? A menudo Sai Baba jugaba con las palabras near and dear (cercano y querido), es decir, cercanía física o del corazón. Es mejor ser querido por el Señor que tener cercanía física con Él. Es así que primero debo acercarme, luego debo familiarizarme y por último fundirme o perderme en Él, como dice nuestro bhajan: “Yo estoy en la luz, la luz está en mí, yo soy la luz”. Si alguien se entrega a Sai sus pensamientos le llegan más rápido que la luz y hasta más rápido que la velocidad de la mente. El devoto que se entrega a Sai tiene una comunicación con él en todos los niveles: cuerpo, mente, corazón, alma, vida, amor. Al final Sai se vuelve uno con el devoto. Sai es uno contigo y hace lo que tú hagas. Este es el estado más elevado, cuando el ego se retira rendido y la conciencia del “yo” deja su lugar a la Consciencia divina. Una vez dicho todo lo anterior, siempre surge el cómo. ¿Cómo me puedo entregar en la vida diaria? Swami relata que a menudo los devotos se quejan con él y le escriben: “Swami, ¿a qué se debe que a pesar de que me he entregado a ti, mis penas y problemas continúan y, a veces, hasta aumentan?”
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Él les contesta diciendo que no han entendido bien lo que es la verdadera entrega; les explica que cuando el devoto verdaderamente se ha entregado al Señor, ya no le afecta lo que le suceda, ya no hay espacio para el “yo”, esa sensación de individualidad o separatividad que la mayoría sentimos. De tal modo, la persona que verdaderamente se ha entregado acepta la vida como es, acepta tanto lo bueno como lo malo (producto del karma) como un regalo de Dios. Aunque hay que decir que la verdadera devoción no es un objeto que se pueda obtener para ser feliz. Más bien, es un estado de comprensión mental, la comprensión de que Él, Swami o Dios y yo no somos dos entidades separadas, sino una sola. La verdadera devoción es la rendición de la mente, lugar donde se asienta el “yo” que se aflige y se siente separado. Rendir este “yo” o mente es verdadera devoción. Por último, para llegar a este estado de verdadera devoción no se requiere de tiempo ni de prácticas, o mejor dicho tanto el tiempo como las prácticas los debemos vivir y hacer con una actitud de entrega. Así, la entrega es un proceso en el cual, por medio del sadhana, poco a poco uno se va soltando y abandonando cada vez más en las manos de Dios o del Gurú. Cuando la entrega es completa, cesa toda preocupación, duda o consideración mental. Es similar al “hágase tu voluntad y no la mía”. El devoto deja de oponer resistencia, de tener deseos o voluntad propios; deja de ser el hacedor o de sentirse una persona capaz de actuar independientemente de la Divinidad. Ante los ojos de los demás, una persona así puede parecer un tonto, pero él en su corazón siente la alegría más grande e indescriptible porque siempre está junto al Gurú bajo cualquier circunstancia. No existe separación entre ellos. Al entregarse así, se vuelve uno con Él. Yo creo en todos y cada uno, pero ustedes no confían en mí. ¿Por qué? Ustedes y yo somos Uno. Yo estoy en ustedes. Por lo tanto, yo confío en ustedes, en mi ser. Ustedes no se dan cuenta, y por eso, no tienen tanta confianza en mí como yo la tengo en ustedes. No me creen porque no saben que ustedes y yo somos Uno. Yo les creo porque, en realidad, yo soy ustedes. Sai Baba.
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