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MÚSICA
Henry Stephen sigue exprimiendo su “Limón, limonero” El roquero marabino, de raíces holandesas, asegura que la composición le ha permitido ser calificado como ícono de una época y querido por varias generaciones POR ANGEL MÉNDEZ FOTOGRAFÍAS AMBROsIO PLAZA
Los hindúes son supersticiosos. Ellos aseguran que algunos seres humanos son obligados por las deidades a llevar un karma toda la vida. Algo así como un “santo montado” que, según las artes esotéricas, vulgo brujería, es el hechizo lanzado de lejitos por alguien que no te quiere bien. Quienes no creen en nada de eso lo califican como simple estrés, producto del intenso trabajo. Lo del karma sería la dedicación obsesiva al ofiEdición Número Noventa y cinco. Año 02. ÉPALE CCS
cio escogido, con subjefes y jefes cretinos y los demás aditamentos, pero en el caso que nos ocupa la situación pareciera ser todo lo contrario. Fueron los hados, los ángeles —o el buen ojo de una disquera futurista— los que le colgaron hace más de 50 años, y para siempre, el sambenito a Henry Augustus Stephen Pierre. Más que un hechizo, fue una bendición que lleva el nombre de una fruta cítrica: “Limón, limonero”… Caracas, 31 de agosto de 2014.
Mi limón, mi limonero, entero me gusta más. Un inglés dijo yeah, yeah, yeah, yeah y un francés dijo oh lala… Me siento malo morena, cabeza hinchada morena. Que no me paro morena… mmm, voy, voy, voy …
Si el maestro José Antonio Calcaño viviese le acotaría el “suficiente, suficiente”, porque resulta hasta ilógico que el lamento cantado de un cristiano pudiese calar tan hondo,
19 por ello nos atrevemos a señalar que la letra de esa canción —tan sin sentido— tiene algo de conjuro. ¡Es mágica! Debe serlo a juzgar por la reacción del público. Letra e intérprete son una sola cosa. Si algún día se moldeara una figura de cera de Henry Stephen, el artista tendría que realizarla con un limón gigantesco, para denotar que gracias a esa fruta un hombre ha podido disfrutar de la popularidad mundial por más de 50 años. Cada vez que este cabimero de 73 años de edad —nació el 15 de julio de 1941— se presenta con sus pantalones pegados y trencitas doradas que semejan los dreadlocks jamaiquinos, la gritería es descomunal. Sus fans, muchachas y hombres que le rinden culto desde hace más de un lustro, acuden presurosos a gritar el legendario “yeah, yeah…” y brincar sin acordarse de la osteoporosis, renqueras o lumbagos. Nada, ante Henry hay que bailar el twist, el “Pata pata” y todos los sonidos del alma que se pusieron de moda por aquella época. —Henry, ¿qué vuelta es esta?, porque tú has regresado como sopotocientas veces y todo gracias al “Limón, limonero”…
Henry, más negro que su camisa negra y esbozando esa sonrisa franca que siempre ha llevado consigo, asegura que todo es obra de Jesús y de la magia de una canción. El diálogo se produce en medio de la bullaranga que montan los pavos de Los Tres Tristes Tigres, que nada tienen que ver con la novela de Cabrera Infante sino con la estridencia de una música que nos lanza por el tobogán de los recuerdos —esta frase la inventé ahorita— cuando cantan aquello de “Quizás sea pronto, pero yo me quiero casar; tú eres la mujer que yo quiero llevar al altar. Te quiero y yo sé que tú me quieres a mí; serás muy dichosa y yo seré muy feliz…”. —Mira, creo que todo este fenómeno “retro”, la idea de que PDVSA La Estancia monte un festival “retro” y todo lo demás, se debe a que hubo jóvenes que en un momento determinado rompimos con tabúes de una época. Nos atrevimos a hacer cosas. Todo eso forma parte de la evolución de la vida, del mundo. Todo lo que hicimos fue en función del comportamiento normal
del ser humano. Oye a ese hermoso público frenético, disfrutando de momentos que se le escaparon por la ventana. Nuestros rostros no son los mismos y mucho menos nuestra actitud. Hicimos algo bueno, muy bueno, por ello estamos recogiendo buenos frutos, gracias al buen Jesús. —Ese “Limón, limonero” ha sido una bendición para ti.
—Definitivamente. Una bendición en todos los sentidos. Después de 50 años de haberla presentado en El Show de Renny aún mantiene la magia de las canciones. Es grato observar cómo la gente, en todas partes Caracas, 31 de agosto de 2014.
del mundo, la canta, aún sin saber español y sin saber qué quiere decir. Sí, es mágica y yo doy gracias siempre por todo eso. “La Nena” Márquez nos interrumpe. Ya es hora de salir. Ella es una de las coristas y de paso la esposa de Rudy Márquez. Eternamente bella. Su presencia nos indica que algo tiene que ver con el manejo de Henry, pues es empresaria y de las buenas. Vaya suerte la de Rudy. Cortamos la entrevista y nos ubicamos cerca de la tarima para disfrutar del espectáculo. A medida que avanza nos contagiamos de música, de “retro” y muchos recuerdos… “yeah, yeah…”. Edición Número Noventa y cinco. Año 02. ÉPALE CCS