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Parte de Música Nº 339 • Domingo 23 de julio de 2017
Suplemento dominical del
Swing Latino
José Luis Moneró, “El príncipe del bolero” Surgió en el mundo de la canción a los 17 años; se casó ocho veces y cayó en el alcoholismo. Para el momento de su muerte (90 años) tenía llena su agenda de compromisos T/ Ángel Méndez F/ Archivo CO
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a última vez que José Luis Moneró vino a Venezuela fue en marzo de 1997 para un espectáculo que se presentó en el Hotel Tamanaco llamado Noches de Nostalgias. Vino acompañado de Carmen Delia Dipiní y el Conjunto Los Hispanos. Tres leyendas del bolero que habrían de deleitar con sus canciones a esa generación que supo lo que era bailar pegadito y que de seguro se enamoró y lloró con algunas de sus canciones. Confieso que muy a mi pesar no pude entrevistarlos y aún lamento no haberlo hecho porque Carmen Delia murió al año siguiente y Moneró cuatro años después. Para nosotros, Moneró fue ese amigo invisible que buscábamos para consolarnos ante el abandono de la pérfida o la que nos obviaba. Su voz en la rockola y una “pecho cuadrado” en la mesa fueron invitados perennes de nuestra juventud. Yo me enamoré con Doce canciones y un millón de recuerdos y rayé los LP del gran Rafael Muñoz, quien tenía como vocalista a Moneró Se hacía difícil por entonces no escanciar alguna bebida espirituosa acompañado de Moneró cuando se andaba despechado, abandonado y desterrado de los sentimientos de la que se fue… ¡para nunca regresar…!
El principe del bolero Muchos le conocieron como “El príncipe del bolero” y yo alguna vez lo designé como “El emperador de la canción romántica”. Nació en Puerto Rico, el 6 de abril de 1921 en la población de Juncos y murió a los 90 años en un hogar de convalecencia en Caguas, luego de múltiples complicaciones de salud. Cantó casi hasta el final de sus días siendo el predilecto del público. Tanta fue su popularidad que su agenda, para 2011, estaba totalmente copada por compromisos artísticos. La voz de José Luis Moneró siempre asociada a las canciones que interpretó estuvo en compañía de Rafael Muñoz. En nuestro país la serie de LP Doce canciones y un millón de recuerdos se agotó en las discotiendas. Quedaron latentes
Hotel Condado Vanderbilt y de allí en adelante su nombre comenzó a ganar popularidad con orquestas como la de Luis Morales, La Tropicana y “Pepito” Torres y su inolvidable Siboney. Al igual que muchos de sus contemporáneos en plena década del 40, José Luis Moneró emigró al Norte para establecerse en Nueva York. Tomó clases de trompeta con el famoso músico norteamericano Charles Colín. Tocó y cantó con leyendas como Noro Morales y José Curbelo, hasta que un buen día fue reclutado por Xavier Cougat para cantar con su orquesta, con quien recorrió Europa, África y América. Participó en películas de la MGM. El deseo por continuar su evolución en el arte lo hizo formar su propia orquesta en la década del 50 y fue así como la historia de José Luis Moneró tomó un nuevo empuje en el pentagrama popular. Producciones discográficas como José Luis Moneró Sings, Doce canciones y un millón de recuerdos, Una noche en el Escambrón y otras son, al día de hoy, clásicos de la discografía caribeña.
EL ALCOHOL
en nuestra memoria, por los demasiados recuerdos que nos acompañan, piezas magistrales como “Olvídame” de Roberto Cole y “Mi loca tentación”, “No me mires así” o “Espérame en el cielo”, de Paquito López Vidal; igualmente “Di corazón”, “Enojo” y “Sin ti”, de Rafael González Peña, “Caminos de ayer” de González Curiel, “Muñequita linda” de María Grever o mis favorita: “Inconsolable”, letra y música de don Rafael Hernández, y “Prisionero del mar” del mexicano Luis Arcaráz. Para el momento del surgimiento de José Luis Moneró, Puerto Rico, donde el arte florece en cada esquina, exportaba al Caribe y a toda América una música distinta, dulce y melosa que encerraba una lánguida tristeza, un lamento desgarrador y profundo. Cada cantante era dueño de su propio estilo; los vocalistas tenían una particular forma de “decir” la música, lo que nos permite marcar toda una época romántica muy específica. Esos elementos fueron los que le permitieron a Moneró sobresalir de manera espectacular, convirtiéndose en el inmortal y emblemático bolerista de la isla del encanto,
quien además contó con el acompañamiento musical extraordinario de una orquesta que igualmente ocupó un sitial de honor dentro del género musical boricua, como fue la siempre recordada Orquesta de Rafael Muñoz. Moneró relató que fue obligado a cantar boleros por las circunstancias musicales de la época; que era obligado en el repertorio de todas las orquestas. Los compositores que más lo impactaron, según la citada tesis, fueron Rafael Hernández, Pedro Flores, Rafael González Peña, Paquito López Vidal y Roberto Cole, entre muchos otros.
LOS INICIOS En sus días de vida, Moneró siempre recordó la noche de enero de 1938, cuando cantó “Noche de ronda” con la orquesta de Mario Dumont. Contaba con emoción que en su debut profesional la gente lo aplaudió tanto en el viejo Casino de Aibonito, que en cuestión de días tuvo un pasaje expreso para llegar al entonces Teatro Municipal, hoy Teatro Tapia, para debutar en la máxima sala de arte de la ciudad capital. Luego pasó a la lujosa y exclusiva hospedería del
En medio de toda su fama, la década de 1960 le vio combatir una de sus más importantes batallas: la guerra contra el alcoholismo. Moneró, voz perfecta para la bohemia que en su niñez se nutrió de ejemplos cercanos en torno a la bebida, vio su vida sobreponerse a la adversidad y al desenfreno en todas sus formas. Se casó ocho veces; en 1964, en una batalla decisiva en la que los galenos lo desahuciaban, se aferró a unos versículos de la Biblia que cuando niño le leía su abuela, y hasta su último día jamás volvió a probar un sorbo de alcohol. En las décadas subsiguientes continuó presentándose con su orquesta en los más diversos escenarios del país. Y aunque la industria del disco fue evolucionando, sus grabaciones se convirtieron en clásicos y entrando con el pie derecho a la era de la tecnología digital. En la década de 1980 el cantante Julio Ángel lo reclutó para compartir estelares en dos proyectos discográficos de excelencia: 50 años de nostalgia y Evocando el ayer. Posteriormente el sello Disco Hit le editó un compacto grabado en vivo en el que, bajo la producción de Salvador Rosa hijo, compartió estelares con Lucy Fabery, Ruth Fernández, Los Montemar, Tato Díaz y Dayivet Alemán, entre otros. El mismo documenta el concierto Tributo a José Luis Moneró que producido por Carmen Junco y Edna Rivera se presentó en el Centro de Bellas Artes de Santurce el 5 de septiembre de 2002. Con la llegada del siglo XXI, José Luis Moneró se mantuvo activo con su orquesta, siendo sus presentaciones con Iris Chacón y María Luisa Landín, atracciones multitudinarias. Falleció el 15 de febrero de 2011, en Caguas, Puerto Rico Caracas