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Lucha Armada y Guerra Popular Revolucionaria

La lucha armada es la forma de lucha legítima de los pueblos, por alcanzar objetivos políticos claros y específicos, en un proceso revolucionario, en la lucha de clases.

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El pueblo salvadoreño a lo largo de su historia, ha mantenido constantemente la lucha de clases, y en momentos álgidos se ha desarrollado la lucha armada, en este artículo vamos narrar la legitimidad de las formas de lucha a las que ha recurrido en diferentes momentos, contra la opresión, contra la violencia de Estado; por la justicia social.

Haremos un recorrido en la historia, comenzaremos por la invasión de la monarquía española y culminaremos con la Guerra Popular Revolucionaria, compartiremos conceptos y en un rápido recorrido por la lucha del pueblo salvadoreño, en busca de su emancipación y del bienestar.

En El Salvador, los antecedentes de la lucha armada se remontan al período de resistencia de los pueblos Originarios de Cuscatlán (República de El Salvador) contra las fuerzas de ocupación de la corona española; recordemos la Batalla de Acaxual (Acajutla) en junio de 1524.

La rebelión de los Nonualcos

La época convulsa después de la independencia centroamericana, fue propicia para los pueblos originarios, la organización y lucha por alcanzar reivindicaciones claras, como pueblo originario y de clase; esto queda de manifiesto en los documentos conocidos como: Decretos de Tepetitán.

Este proceso de resistencia y lucha por recuperar las posesiones de los Nonualcos, culminó con la campaña armada, y la táctica “treinta arriba y treinta abajo” liderada por Anastasio Aquino en 1833.

“Las tierras coloniales –los ejidos que la colonia había respetado fueron asaltados por la naciente burguesía criolla, los indios se vieron desposeídos de las tierras que por centurias habían trabajado en común y constreñidos a trabajar para los nuevos amos a cambio de ínfimas raciones alimenticias y miserables salarios, Anastasio Aquino –tayte de los nonualcos- izó la bandera de la rebelión indígena. Como pólvora corrió por la región su formidable grito de “la tierra para el que la trabaja”. (Arias Gómez, Anastasio Aquino: recuerdo, valoración y presencia., 2012).

El despojo de tierras y de la cultura de los pueblos originarios se agudizó con la promulgación de la ley de extinción de propiedades ejidales y comunales de 1881-1882 impulsadas por el Presidente de la República Rafael Zaldívar.

“El secular descontento de las masas campesinas, privadas de tierras y explotadas con salarios miserables, se reactivó antes que se dictaran las leyes de extinción de comunidades indígenas y de ejidos. Tal reactivación se manifestó en forma violenta. Hubo levantamientos en el occidente de la república el día 12 de agosto de 1872 y el 16 de marzo de 1875. El 2 de enero de 1885 y el 14 de noviembre de 1898, cuando se aplicaban las leyes extintivas de la propiedad colectiva, continuaron las rebeliones agrarias protagonizadas por los despojados y necesitados de tierras.” (Arias Gómez, Farabundo Martí La biografía clásica, 2010)

En esa situación llegamos al siglo XX, y después de muchas décadas de aprendizaje y luchas, la maduración de la situación política y social llegó a 1930. La dirigencia del Partido Comunista de El Salvador, PCS, también contempló la lucha armada como parte de la estrategia, y pasaron a preparar las estructuras pertinentes.

“El Comité Central procedió a nombrar los Comandantes Rojos que serían los encargados de las comisiones militares en las sub-zonas, en los centros de trabajo, en los regimientos, en las organizaciones de masas, etc. Y que respondieran de sus actividades ante dicho CC. En las acciones de la insurrección desatada, los Comandantes Rojos cumplirían funciones militares de un capitán al frente de su compañía.” (Dalton, 2007)

Para los acontecimientos de abril y mayo de 1944, también contemplaron la Lucha Armada como elemento necesario.

“…lo que no sé es como se habían imaginado lo líderes del 2 de abril la forma de recibir apoyo del pueblo. No tuvieron valor para armarlo y rechazaban hasta el apoyo de los sectores mismo ejército que querían pelear de verdad. Los líderes del 2 de abril no se habían preparado para pelear de verdad, creyeron que iban a derrumbar al Gobierno por teléfono, con el solo requisito de tronarse a Martínez.” (Dalton, 2007)

Años sesenta

Apareció el Frente Unificado de Acción Revolucionario (FUAR) organización creada por el PCS, el FUAR fue una estructura Político-Militar, con una escuela de formación, entrenamiento y estructurado en Columnas. Con una clara visión política, y acciones definidas. Esta organización fue disuelta, debido a las controversias entre la Dirección del PCS y Cayetano Carpio (Secretario General del PCS en ese momento).

“El FUAR inventó que durante los mítines en la plaza pública se hacía un cerco organizativo. Allí no podían entrar las fuerzas represoras, a menos que lo hicieran a balazos. Pero, aun si entraban así, se les tenía una respuesta similar.” (Schafik, 2011).

Años setenta

En los primeros 5 años de esa década, surgen tres organizaciones Político-Militares:

• Para 1970 surgen las Fuerzas Populares de Liberación (FPL).

• En 1973 el Ejercito Revolucionarios del Pueblo (ERP).

• 1975 la Resistencia Nacional- Fuerzas Armadas de la Resistencia Nacional (RNFARN).

Estas organizaciones, con su accionar, fortalecieron el espíritu combativo del pueblo.

En enero de 1976 surge el Partido Revolucionario de los Trabajadores Centroamericanos.

Y el 24 de marzo de 1980, las Fuerzas Armadas de Liberación (FAL).

Autodefensa

En la década de los setenta, las organizaciones desarrollaron muchas actividades en ese esfuerzo: preparación combativa, acciones de requisas de armas, económicas y equipos. Experiencias importantes en esta etapa, fue la autodefensa en las actividades de calle, en comunidades y zonas de interés. Las tomas de tierras y de instalaciones de interés político. Por la solidaridad internacional, se formaron cuadros militares en academias prestigiosas, estos cuadros fueron forjadores del ejército insurgente.

Las misiones internacionalistas, en las que participaron militantes de las organizaciones, abonaron en la acumulación de experiencias; ejemplo en la Revolución Sandinista y otras.

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