Laberinto No. 604

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Laberinto

David Toscana Don Quijote made in China página 2 Tomaž Šalamun Poesía página 3 Hugo Roca Joglar Sobre Manuel Bernal Jiménez página 11 Avelina Lésper El gran embaucador página 12

N.o 604

sábado 10 de enero de 2015

Entrevista con Ignacio Solares

Héctor González Página 4 TIRANDO UNA URNA DE LA DINASTÍA HAN (1995)/ CORTESÍA AI WEIWEI STUDIO/TASCHEN

MILENIO

El polifacético Ai Weiwei Ana Ruiz Páginas 6 y 7


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MILENIO

antesala DE CULTO

Don Quijote made in China TOSCANADAS ESPECIAL

Perez-Reverte y su Quijotucho

David Toscana dtoscana@gmail.com

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n viejo adagio dice: “Si no puedes contra ellos, úneteles”. Lo hemos escuchado o leído y casi todos lo hemos pronunciado. Sin embargo, está muy lejos de ser una frase sabia. ¿Qué significa en la mayoría de los casos? Si no puedes contra los políticos, úneteles. Si no puedes contra los narcos, contra los analfabetas, contra los americanistas, úneteles. Ponga usted aquello contra lo que quiere luchar y vea si de veras prefiere unírseles. La educación cada vez más prefiere unírsele a la ignorancia. “No podemos ser exigentes con niños que apenas tienen para comer”, dicen los maestros, y les dan una educación ínfima que garantizará que apenas tengan para comer. Algunas instituciones de educación superior responden también a la ignorancia. Si los prospectos de alumnos no aprueban un examen elemental de admisión, se baja la barra. También Don Quijote bajó la barra. Resulta que la RAE publicó un Quijote para lectores jóvenes, pues considera que el buen Miguel de Cervantes llenó su novela con obstáculos y fragmentos inútiles y los muchachos no están para perder el tiempo o no tienen cabeza para asimilar historias entrecruzadas, sino apenas un relato lineal. Cuenta la historia que Felipe III miró desde su balcón a un muchacho muerto de la risa. “Aquel estudiante o está loco o lee la historia de don Quijote”, dijo. Pero este muchacho era de los de antes, no un cretino certificado por la RAE. La paradoja es que los jóvenes saben leer libros de mil páginas. Los adultos son los haraganes que suelen preferir resúmenes. En sus aventuras, don Quijote no pudo contra nadie, pero tampoco se le unió a nadie. Mas

hoy Cervantes se revuelca en su tumba. La RAE y Arturo Pérez– Reverte fueron quienes al final pisotearon su última voluntad y tomaron la pluma que debió quedar intacta. “Aquí quedarás, colgada desta espetera y deste hilo de alambre, ni sé si bien cortada o mal tajada péñola mía, adonde vivirás luengos siglos, si presuntuosos y malandrines historiadores no te descuelgan para profanarte. Pero, antes que a ti lleguen, les puedes advertir y decirles en el mejor modo que pudieres: ¡Tate tate, folloncicos! De ninguno sea tocada; porque esta empresa, buen rey, para mí estaba guardada”. Un clásico siempre ha de leerse con humildad a la vez que con ambición de atrapar cuantos tesoros lleva en su seno. Si se trata de Don Quijote, siempre habremos de aceptar que Miguel de Cervantes piensa y siente mejor que nosotros. Que escribió lo que escribió porque así debía ser, y si algún defecto tiene, no seremos nosotros quienes habremos de corregirlo. Deseo que este Quijotucho de la RAE sea un fracaso editorial, que si algo positivo deja es que en represalia los lectores busquen la obra original, tal como la Coca–Cola de la receta original se volvió un éxito de ventas cuando la empresa notificó que cambiaría la fórmula. La RAE, que normalmente limpia, fija y da esplendor, hoy corta, edita y da gato por liebre, tequila con agua, un rapidín, astas rasuradas, café de Sanborns, salsa Tex–Mex, circonia, tofu, surimi, peltre, Don Quijote made in China. Sin embargo, acepto que en la RAE hay gente más inteligente que yo, que Arturo Pérez–Reverte conoce mejor Don Quijote que yo y es un especialista en la época y en la lengua de la época. Tomemos, entonces, mi columna como el deslengüe de un conservador y abramos la puerta a los nuevos tiempos. L

Omar Delgado b yoatecutli@gmail.com ESPECIAL

László Passuth

El conquistador y el oficinista

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l joven abogado László Passuth (1900–1979) inicia su viaje literario a los 25 años cuando, durante unas vacaciones en Londres, adquiere en una librería de viejo Historia de la conquista del Perú e Historia de la conquista de México, ambos de la autoría de William Presscot. Lee con desesperación y queda fascinado con la historia del continente americano y, en especial, con la biografía de Hernán Cortés (1485–1547). Años después, gracias a ese primer encuentro que devendría obsesión, Passuth escribiría una de las novelas más fascinantes sobre el proceso de conquista de México: El Dios de la Lluvia llora sobre México. Pocas figuras históricas son tan controvertidas como la del conquistador del imperio mexica. Nacido en Medellín, es considerado lo mismo un estratega genial que un genocida, un maestro de la política que un cruel mercenario. Quizá por ello la mayoría de los estudiosos lo ensalza o lo vitupera sin analizarlo como lo que era: un ser humano complejo y excepcional. Por ello, quizá la cartografía más fiel del territorio emocional del conquistador extremeño no proviene de la academia, sino de la literatura, y en específico, de El Dios de la Lluvia... En sus páginas, el narrador húngaro sondea las contradicciones del hombre detrás de la armadura: lleno de dudas, pero también de valor; de furor, pero con matices de ternura; compasivo, pero también brutalmente pragmático. La prosa de Passuth es persuasiva: el lector escucha el relincho de los caballos, se estremece con los cañones y se deleita con la aromática piel de las indias. Se convierte, en pocas palabras, en compañero de armas de Cortés La obra de Passuth aporta su propia versión de la conquista de México, a la que considera más producto de un complejo ajedrez de inteligencias que resultado de la superioridad de las armas hispanas. Describe aquel imperio maravilloso que forma en su imaginación únicamente con los datos de sus lecturas y vuelve tangibles a personajes que hasta ese entonces solo habían vivido en el terreno de la leyenda.

EX LIBRIS

Escribir su novela representó para Passuth un esfuerzo descomunal. El primer obstáculo fue el lenguaje, pues ninguno de los libros clásicos de la conquista de México —Las cartas de relación de Hernán Cortés, La historia de la conquista de la Nueva España de Bernal Díaz— había sido traducido al húngaro (y algunos ni siquiera al inglés). Con tenacidad, aprendió español de manera autodidacta y así pudo abordar textos que habían sido escritos en el siglo XVI y que son de difícil acceso, incluso para lectores nativos, por su profusión de arcaísmos y elaborada caligrafía. Por más de un decenio, Passuth recabó datos acerca del México precolombino. Gracias a un amigo, tuvo acceso a la biblioteca de Viena. Pudo estudiar el códice Vindobonessis y consultar algunas de las cartas de relación originales de Cortés. También pudo admirar el penacho de Moctezuma y estudiar incluso una de las primeras traducciones al alemán de la Historia mexicana de Fernando de Alva Ixtlixóchitl. Logró formar así un extenso archivo al que ni siquiera él sabía qué uso podría dársele. Finalmente, en 1932, un amigo editor le sugirió escribir una novela de ese nuevo mundo del que tanto hablaba. En 1970, el gobierno mexicano invitó a László Passuth a visitar la tierra que décadas antes ya había visitado con su portentosa imaginación. Se dice que ante los monolitos del Museo de Antropología y frente a las pirámides de Teotihuacán, el autor húngaro quedó mudo; que solo se reflejaban sus emociones en los ojos empañados de lágrimas. Era, para él, más que una nueva experiencia, un reencuentro con viejos amigos. L Iago y Cassio bEKO

MILENIO b LABERINTO b Dirección: José Luis Martínez S. Coedición: Roberto Pliego, Iván Ríos Gascón Arte y diseño: Salvador Vázquez Mejía


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LABERINTO

antesala

Epitafio

La lectura y la sospecha

Hay un brote verbal en la agonía; surge de la turbación de presentirse en el limen del siguiente viaje aunque el otro que nos mira seamos nosotros mismos POESÍA

ESCOLIOS ESPECIAL

Armando González Torres agonzale79@yahoo.com.mx

Tomaž Šalamun

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olo Dios existe. Los espíritus son fantasmas. Sombras ciegas de las máquinas que esconden el Beso. Mi Muerte es mi Muerte. No la reparto con la sorda paz de otros destrozados bajo tierra. Tú, quienquiera que te arrodilles ante mi tumba, la tierra temblará. Te arrancaré un jugo dulce de la nuca y de los genitales. Dame tu boca. Vigila que las espinas no te perforen el tímpano cuando te revuelvas como un gusano, vivo ante el muerto. Suavemente, suavemente que te lave esta bomba de oxígeno. Que te haga estallar cuanto resista tu corazón. Levántate y recuerda: amo a cualquiera que me reconozca. Siempre. Levántate ahora. Te has entregado y despertado.

ESPECIAL

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acido el 4 de julio de 1941 (Zagreb) y muerto el 27 de diciembre de 2014 después de una larga lucha contra el cáncer, Tomaž Šalamun es considerado uno de los grandes poetas de Europa Central. En su vasta producción despuntan la alegría por vivir, el privilegio de la valentía y un desprecio casi juvenil por las normas. Hace años Visor publicó una Selección de poemas. El que aquí presentamos pertenece a Balada para Metka Krašovec (2013), traducido por Xavier Farré para el sello de Vaso Roto. Es el libro adonde van a dar los otros libros de Šalamun, publicado originalmente en 1981 y valorado como la piedra angular de toda poesía que rompe con lo anterior para erigir un mundo nuevo.

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or siglos, algunos ingenuos han creído que leer un libro, escuchar una obra musical o contemplar una pintura son formas del placer desinteresado que elevan al individuo más allá de las meras necesidades materiales. Sin embargo, desde hace algunas décadas, distintas disciplinas humanísticas insisten que la cultura y sus productos son un campo lleno de tensiones en el que diversos grupos pelean por la hegemonía, el control y la legitimidad de los significados, por lo que no hay terrenos espirituales neutros. No es un debate reciente y ya ha provocado pleitos sonados en los lavaderos académicos. Por lo demás, esta percepción es atendible y revela que, en efecto, el consumidor cultural puede ser sujeto de manipulaciones; que muchas expresiones de la “alta cultura” llegan a ser artificiales y excluyentes; que el inventario de la creación humana no puede reducirse a un único canon y, en fin, que, como decía Walter Benjamin, todo documento de civilización lo puede ser de barbarie. Sin embargo, cuando esta propensión a desacralizar y des–canonizar el terreno de la creación se vuelve mecánica, muestra su pobreza y banalidad. Un ejemplo es la propensión de muchos lectores a demostrar que las grandes obras solo ocultan, tras su apariencia y prestigio, mensajes domesticadores de las clases dominantes. El arte por supuesto es una expresión de las circunstancias sociales, pero es mucho más que eso. Sin negar sus grandes aportaciones, es probable que las disciplinas que el bélico Harold Bloom agrupa un tanto injustamente bajo la denominación de “la escuela del resentimiento”, sean una fábrica de suspicaces y todos los incentivos estén

orientados para que sus matriculados busquen, ya no justipreciar la creación con todo y sus contradicciones y contaminaciones, sino sospechar de ésta. El gran problema del suspicaz profesional es que ya no encuentra motivos de placer, de estímulo intelectual o de interés humano en lo que aborda, solo de denuncia. El suspicaz observa en cada obra de arte o realización intelectual una manifestación de poder. Con esta perspectiva, se blinda contra engaños pero se emascula de buena parte de sus facultades de apreciación. Al final de cuentas, la suspicacia maquinal no es una actitud ante evidencias incompletas o ante hechos inciertos, sino un prejuicio que impide juzgar esos hechos o evidencias. El suspicaz, más que sentir, resiente; más que apreciar, desprecia, y su mirada hipercrítica y su piel sensible lo hacen paradójicamente más insensible. La función del lector formado en la sospecha no es gozar, sino escudriñar y delatar y, por ejemplo, el texto, más que un espacio de recreación, se vuelve un documento forense a investigar. Mucho bien les haría a algunos de estos dotados pero dogmáticos lectores sospechar de su propia suspicacia, confrontar lo que emana sospecha, dialogar con los productos y autores sospechosos y, de repente, asombrarse o reír un poco con ellos. L

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encuentro HÉCTOR GONZÁLEZ

Ignacio Solares

“La literatura está hecha de dudas, más que de certezas” Originario de Ciudad Juárez, el periodista y escritor Ignacio Solares cumple 70 años de vida; por ese motivo, recibirá un homenaje en el Palacio de Bellas Artes. En vista de ello, y de la edición conmemorativa de Delirium tremens que circulará próximamente en librerías, presentamos la siguiente charla en la que discurre sobre la vocación y la experiencia literaria

ENTREVISTA Héctor González

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l 15 de enero, Ignacio Solares cumplirá setenta años. Autor y periodista de diversos registros, ha cultivado por igual la novela, el cuento, el ensayo, la dramaturgia y el periodismo. Alumno de Juan José Arreola y Vicente Leñero, amigo de Carlos Fuentes y Gabriel García Márquez, el escritor de Ciudad Juárez ha hecho de la religión, la filosofía, la psicología y la historia, las columnas sobre las que se sostiene una bibliografía que incluye títulos como El sitio, Columbus, La invasión y Delirium tremens, pieza de la cual Alfaguara publicará próximamente una edición conmemorativa. Al margen de su trabajo como escritor, en la UNAM se ha desempeñado como director de Teatro y Danza, y de Literatura, y como coordinador de Difusión Cultural; desde hace doce años dirige La Revista de la Universidad de México. Ganador de los premios Nacional de Literatura, José Fuentes Mares, Xavier Villaurrutia, Mazatlán de Literatura, Nacional de Periodismo Cultural Fernando Benítez, Nacional de Ciencias y Artes, entre otros, Solares recibirá un homenaje el 14 de enero a las 19:00 horas en el Palacio de Bellas Artes. Participarán Rosa Beltrán, Humberto Musacchio, José Ramón Enríquez, Jesús Ochoa, Antonio Crestani y Miguel Flores.

¿Cómo llegó a la literatura? A los siete u ocho años me volví un lector ávido. Tuve la suerte de llegar a los libros de Julio Verne y Emilio Salgari. En casa no había televisión. Mi padre era un gran lector; de hecho, me regalaba los libros. Poco a poco me di cuenta de que lo más importante era leer. Mi madre solía decir que a veces me tenían que agarrar del cuello para llevarme a comer porque no soltaba Los tres mosqueteros. Habrá influido también su formación con los jesuitas. Así es, en Chihuahua estudié en el Instituto Regional. Los jesuitas son grandes maestros. Durante un año, en la clase de literatura leímos El Quijote: nos lo explicaron capítulo por capítulo. Estudiar con ellos fue una suerte enorme porque cultivaron mi afición por la literatura y el futbol, y me dejaron una huella religiosa indeleble. ¿Sus primeros ejercicios como escritor provienen de esta época? A los doce o trece años empecé a escribir cuentitos. Del Regional me fui a la Ciudad de México, donde ingresé a la Facultad de Filosofía y Letras. Nunca tuve duda de que estudiaría Letras con algunas materias de filosofía. Tuve maestros como Luis Rius y Rosario Castellanos, y tomé un taller con Juan José Arreola, quien podría decir que fue mi primer gran maestro: tenía una

enorme pasión por la literatura y una capacidad admirable para corregir los textos. Era muy paciente con los jóvenes. Una vez hice un texto experimental, sin signos de puntuación. Cuando lo vio solo me dijo: “Hagamos la prueba de ponerle puntuación, queda mejor”. Arreola fue definitivo. Tuve grandes maestros, Luis Rius nos daba español. En Filosofía tomé clase con Adolfo Sánchez Vázquez, Eli de Gortari, Luis Villoro, Ramón Xirau. Era una facultad de sueño. ¿Cómo convivía su formación religiosa con la educación marxista de varios de sus maestros? Sánchez Vázquez nos daba una clase llamada “El joven Marx”. No había conflicto porque la fe iba en el inconsciente y todo lo demás era racional. Los jesuitas metieron la fe en lo más profundo del pozo y todo lo demás cayó encima. Por supuesto, tuve momentos de duda; de hecho, creo que la literatura está hecha de dudas más que de certezas. La clave de la literatura son las preguntas, no las respuestas. Desconfío de la literatura de mensaje. ¿Cómo se relacionó con el periodismo? Publiqué mi primer cuento como a los 19 años en El Heraldo Cultural que dirigía Luis Spota. Eso me abrió una puerta e ingresé al periodismo porque necesitaba un modus vivendi. En El Heraldo estuve en la sección de Espectáculos que dirigía Raúl Velasco. Fue un periodo muy divertido porque hice entrevistas a personajes como Roman Polanski, Elizabeth Taylor y Richard Burton. De ahí me fui con Vicente Leñero a la revista Claudia; él era jefe de Redacción y los redactores éramos José Agustín, Juan Tovar, Gustavo Sáinz y yo. Luego hicieron director a Vicente y yo seguí a su lado. Ahí entrevisté a María Félix, Dolores del Río, Ignacio López Tarso.


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encuentro FOTOS: ARCHIVO IGNACIO SOLARES

Usted es de la generación de José Agustín; sin embargo, nunca le interesó la literatura de la onda. En ese tiempo solo escribía cuentitos, no había intentado con la novela. La literatura de la onda era muy diferente a mi vocación, yo venía de estudiar con los jesuitas. Me sentía más próximo literaria y filosóficamente a Arreola. Leñero fue otro maestro fundamental porque coincidimos en las preocupaciones religiosas. Gracias a él descubrí a autores católicos como Graham Greene, François Mauriac o Chesterton. Siguió a Leñero a Excélsior. Por ahí de 1970 nos fuimos a Excélsior con Julio Scherer, a Revista de Revistas, donde estuve poco tiempo porque Octavio Paz me invitó a trabajar en Plural, donde fui jefe de Redacción. Él sí era un jefe difícil pero le aprendí mucho. Después Scherer me invitó a dirigir el suplemento Diorama de la cultura, en el que publiqué textos de Bioy Casares, Borges y Vargas Llosa. ¿En qué momento se interesó por la psicología, ciencia que con el tiempo se vuelve más relevante aun que la filosofía en su trabajo? Publiqué mi primera novela a los treinta años, Anónimo, una obra muy psicológica. En alguna ocasión entrevisté a Erich Fromm, quien daba un seminario en Cuernavaca. Le pedí que me dejara ir de oyente. Aquello supuso una experiencia maravillosa porque me clavé en la psicología. Me jacto de haber leído buena parte de la obra de Jung, Freud y Adler. Más o menos conozco los mecanismos de la psicología. Digamos que mis influencias son la literatura, donde está lo religioso; la filosofía, donde también está la religión, pues Ramón Xirau era creyente; y la psicología. Siempre me he visto más como cristiano que como católico. Creo que el gran reto de los católicos es convertirse al cristianismo.

De izquierda a derecha: Víctor Hugo Rascón Banda, Joaquín Armando Chacón, José Fuentes Mares, Ignacio Solares, Carlos Montemayor, Sebastián

¿Cómo consigue separar estas reflexiones religiosas de la literatura? La literatura es un instrumento y puedes hacer con él lo que quieras. Cuando tienes la vocación, la facilidad y un estilo, puedes usarlo para bien o para mal. Al centrarme en personajes que me interesaban, no tenía problemas para hacer este tipo de separaciones.

Las tres influencias de las que habla se condensan en uno de sus libros más celebrados: Delirium tremens. Durante un año hice un reportaje en el Sanatorio Lavista, bajo la dirección del doctor José Antonio Elizondo. Trabajé con alcohólicos que padecían delirium tremens. Las alucinaciones me permitían darle una interpretación psicológica. Incluso gente me detenía en las farmacias para agradecerme porque le había ayudado a un familiar. ¿Usted conoció de cerca el alcoholismo? Me interesé en el tema porque algunos tíos padecían delirium tremens, incluso mi padre. En lo personal, tenía una tendencia muy clara pero ahora no bebo. La escritura me ayudó mucho porque resultó catártica. Este 2015, Alfaguara sacará una edición conmemorativa. ¿La literatura es catártica? Sí, cuando logras amarrar algo: antes puede ser muy angustiosa. A veces das vueltas y vueltas, y el trabajo termina en la basura. ¿Se escribe para los otros o para uno mismo? Siempre he necesitado tener un tema que me haga click. Si consigo vincularlo con mi universo personal, escribir se vuelve terapéutico. ¿Y si se combina con el psicoanálisis es aún más terapéutico? Suelo decir que me psicoanalizo a través de mis libros. Alguna vez tomé terapia pero el problema es que he estudiado tanto el tema, que yo sabía tanto o más que el terapeuta. Es interesante también su relación con el cuento. Tengo un libro llamado La instrucción y otros cuentos. Es el género más difícil porque el cuento debe ser redondo. Como decía Cortázar: el cuento tiene que ganar por nocaut y la novela por decisión. Otra ruta que ha tomado es el de la novela histórica. Tuve la suerte de conocer al historiador Manuel Arellano, a quien doña Sarita Pérez de Madero le cedió los cuadernos originales en que su esposo, Francisco I. Madero, escribió sus dictados espíritas. La familia católica había negado esa parte, pero gracias a Manuel Arellano tuve acceso a esos escritos. Esto me permitió entrar a la historia por la puerta trasera. Siempre me ha interesado lo misterioso y oculto. Creo que lo único insoportable es la realidad real: estoy a favor de todas las

Arriba: Ignacio Solares, Juan Tovar, Carlos Olmos Abajo: Francisco Monterde, Juan Rulfo y Salvador Elizondo

fugas posibles. Lo que pasa es que hay fugas descendentes como las drogas, el alcohol o la violencia, y fugas ascendentes, como la literatura o el arte. De modo que al descubrir al Madero espiritista encontré la posibilidad de escribir una biografía a partir de los comunicados espíritas. Así nació Madero, el otro e ingresé al ámbito de la historia. Estoy convencido de que no podemos entender la Revolución sin entender la relación entre Madero y el espiritismo. Dentro del mismo rubro figuran también Columbus y La invasión. Lo que sucede es que soy de la frontera, nací en Ciudad Juárez, por tanto sé lo que es el tránsito al otro lado. Ambos títulos son mi aproximación al tema fronterizo desde la historia. El primero trata sobre el ingreso de Villa a Estados Unidos: recordemos que en Palacio Nacional estuvo izada la bandera norteamericana. Creo que si ellos se apoderaron de Texas fue porque estaba despoblado. En ambos títulos quise condensar nuestra relación con Estados Unidos. Creo que la frontera es una cicatriz siempre abierta. A la hora de trabajar la dimensión humana, ¿qué le aporta indagar en la parte mística o en la fe de un personaje? Me interesa la parte oculta o secreta del ser humano. Nunca he podido abocarme a personajes que no tienen este rasgo. Alguna vez una editorial me propuso hacer una biografía de Porfirio Díaz pero no se me dio porque no le encontré el misterio. Sin embargo, la veta espiritista de Madero me acercó al cristianismo de Felipe Ángeles, simpatizante de Villa, que muere en un juicio en el Teatro de los Héroes de Chihuahua. De ahí brinqué a otro espiritista: Plutarco Elías Calles. ¿A quién dedica su obra de teatro El Jefe Máximo? En la obra imaginé a un Calles rodeado de todos los personajes históricos fundamentales en su vida, como el Padre Pro, a quien mandó fusilar en pleno centro de la ciudad. Gracias a Gutierre Tibón presencié algunas sesiones espiritistas con el hijo de quien había sido el médium de Calles. ¿Hasta donde llegó en su investigación sobre el espiritismo? No me quise involucrar mucho, solo me interesaba como material literario.

Ha dicho que la literatura se construye más de preguntas que de respuestas. Con el tiempo, ¿las preguntas siguen siendo las mismas? Mi pregunta fundamental, que proviene de mis primeras lecturas, es: ¿hay algo más de lo que tenemos aquí? Esa duda me ha ayudado a rascar en personajes insólitos, en situaciones anormales, a acercarme a la parapsicología, la filosofía, el espiritismo, la fe. Me ha dado un mundo muy rico porque te puedo decir que solo he escrito sobre lo que me ha inspirado. Nunca he escrito por encargo. Necesito la inquietud permanente. Creo que es fundamental reflexionar sobre si hay algo más. Bajo el manto de esta pregunta, ¿qué piensa de la muerte? La muerte está presente en mis escritos porque es el parteaguas; por eso está presente en todas las religiones. La muerte te catapulta al vacío o a algo más. A través de toda mi experiencia, ya larga, creo que hay algo más en distintos sentidos. Creo en el inconsciente colectivo de Jung, creo que existen la telepatía y el hipnotismo. En algunos aspectos el espiritismo tiene una parte que está más allá de la charlatanería. Me he acercado mucho a la filosofía hindú. Como bien decías, la psicología quedó como una parte fundamental y aquí tengo que mencionar mi libro Cartas a una joven psicóloga, que escribí pensando en mi hija. Después de reflexionar sobre ello y de ver que los maestros y amigos fallecen, ¿la muerte es objeto de reflexión o de preocupación? La muerte es el centro de mis cuestionamientos. Puedes dejar de temerle o solo temer al dolor que lleva implícita. Puedes resignarte pero como guardo tantas dudas sobre el otro mundo, me intriga. Estoy leyendo un libro del filósofo alemán Willigis Jäger que me regaló Vicente Leñero: La ola es el mar. Todos somos olas de un mismo mar y al morir regresamos al mar. O como me dijo García Márquez en una entrevista que le hice en los años setenta, luego de preguntarle a dónde nos vamos al morir: “Al océano universal”. Eso ya es algo. ¿Le reconforta esa idea? Claro, te vas al inconsciente colectivo. No es lo mismo que decir: me voy a la nada. Para los occidentales la Nada es nada, mientras que para los orientales la Nada es integración. L


LABERINTO

El polifacético A CORTESÍA GAO YUAN/ TASCHEN

El artista conceptual, un emblema de la disidencia política en China, expone en La Virreina Centre de la Imatge de Barcelona. La muestra documenta su trayectoria desde sus inicios en el Nueva York de los años ochenta hasta nuestros días. Además, Taschen acaba de publicar una extensa monografía sobre su vida y su obra. Sus opiniones, siempre al filo de la navaja, son una exclusiva para Laberinto Ana Ruiz

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a reputación del artista chino Ai Weiwei excede con mucho los límites del mundo del arte. Si bien sus abundantes intervenciones y performances, así como sus obras apropiacionistas basadas en objetos lo han consolidado como uno de los principales artistas conceptuales del mundo, Weiwei es también conocido por ser un activista político y defensor de la libertad de expresión en su China natal, lo que le valió pasar 81 días retenido por la policía en 2011. En entrevista exclusiva con Laberinto, Ai Weiwei asegura no tener mucho qué decir en relación al calificativo de “artista prisionero”. “De cualquier forma —expresa—, creo que todos somos prisioneros de una forma u otra. Todos vivimos bajo restricciones en un sentido u otro. Quizás en un nivel más conceptual, todos somos víctimas de los límites que nos imponen nuestros propios pensamientos e ideas. Y ningún artista puede escapar tampoco a ello. Pero a la vez, no creo que ninguna frontera o limitación puedan detener nuestra imaginación o el espíritu de libertad”. Ai Weiwei no puede salir de China, pero sus palabras, igual que sus creaciones, esquivan vetos y fronteras para aterrizar lo mismo en la prisión de Alcatraz, donde se le ha visto exponer recientemente, que en Barcelona, donde a finales de octubre pasado se inauguró la exposición On the Table, una completa panorámica diseñada por el propio artista que ilumina su discurso estético en paralelo a su activismo político. Nuestra conversación es posible a través de internet, por donde viajan nuestras preguntas y retornan sus respuestas, que tienen como motivo central la primera monografía completa sobre su vida y su obra, realizada en estrecha colaboración con el propio Weiwei desde su estudio, y que el sello Taschen acaba de publicar en una edición limitada a mil ejemplares, a lo largo de cuyas más de 700 páginas se repasa la historia que hay tras el sello artístico de este creador singular. “Se ha hecho un gran esfuerzo para sacar adelante este libro de Taschen”, señala Weiwei, quien explica que para hacerlo fue necesario reflexionar sobre todo su trabajo anterior y de esta forma se llegó a crear un gran archivo, que sustenta el relato del libro. “Esta labor consistió fundamentalmente en mirar lo que habíamos hecho en el pasado como parte de un proceso de continuidad, lo cual nos ayudó finalmente a desarrollar un futuro nuevo y distinto. Para ser honesto, aún no tengo el valor de mirar todo el libro, ya que además es muy amplio y tiene muchísimas páginas”, confiesa el artista. Cada ejemplar de esta edición limitada viene envuelto en un pañuelo de seda Habotai estampada digitalmente, que reproduce un detalle de Straight, la obra que Ai Weiwei creó en 2008 en alusión al terremoto de Sichuan, e incluye, además de textos de Uli Sigg, viejo amigo de Ai y antiguo embajador suizo en China, de Roger M. Buergel, comisario de la Documenta 2007, que acogió la pieza Fairytale, y de Carlos Rojas, William A. Callahan y James J. Lally, expertos en política y cultura chinas, una serie de exquisitos recortables en papel a toda página diseñados por el artista, así como numerosas declaraciones extraídas de entrevistas realizadas específicamente a Ai Weiwei para esta publicación. Weiwei nació en Pekín en 1957 y sufrió las turbulencias de un país que padecía desvaríos maoístas. Su padre, Ai Qing, uno de los poetas más refinados del siglo pasado, fue acusado de derechista y condenado a limpiar letrinas en la lejana provincia de Xinjiang. Esa niñez forjó en Weiwei un profundo e inquebrantable sentido de la libertad, pues de niño vivió en carne propia la opresión, siendo incluso testigo de numerosos asesinatos que considera resultado de la estupidez y la crueldad.

Pillar trough Round Table (2004-2005)/ Cortesía Ai Weiwei Studio/ Taschen


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de portada

Ai Weiwei En ese sentido, le preguntamos si tiene noticia de la desaparición de 43 estudiantes en la localidad de Ayotzinapa: “Creo que es una auténtica tragedia y a la vez se trata de una advertencia, en el sentido de que nuestro mundo no es un lugar precisamente pacífico y está lleno de peligros”. En todo caso, sostiene, “cada individuo, artista o no, debe asumir una mayor responsabilidad y manifestarse y encontrar el camino adecuado para hacer que nuestras voces sean escuchadas”. Terminada la Revolución Cultural y rehabilitada su familia, Weiwei estudió cine en Pekín y cofundó en 1979 el movimiento Xingxing (Estrellas), que subrayaba la posición del individuo, y aunque China apenas comenzaba a desperezarse tras décadas de voluntario hermetismo, el contexto

sociopolítico era aún hostil a la vanguardia, por lo que a principios de los años ochenta Weiwei decidió emigrar a Estados Unidos, donde al tiempo que limpiaba casas estudió el pop art, el arte conceptual y el minimalismo, tendencias que, junto con el dadaísmo de Marcel Duchamp, han sido influencias fundamentales en su obra. Llegó a departir con figuras como el fotógrafo Robert Frank o el poeta Allen Ginsberg antes de regresar, doce años después, a Pekín, empujado por la enfermedad terminal de su padre. Ya de vuelta en la capital china, Weiwei apadrinó a nuevos creadores y catalizó la estimulante escena local, pero fue un escándalo el que le dio fama en el año 2000, cuando su exposición Fuck Off, compendio de lo que aún incomodaba en China, fue clausurada por la policía. Weiwei expone que el diálogo que ha tratado de establecer con el arte occidental ha sido muy importante para él, pues el contacto que tuvo con el arte contemporáneo en Nueva York tuvo un gran impacto en su persona. “Y aún sigo creando de manera consciente mis

obras relacionándolas con aquellas que me interesan, en especial con el arte conceptual”, y aclara que lo que más le interesa “es un tipo de arte que cree nuevas posibilidades y nuevas maneras de comunicación. En ese sentido, el concepto de individuo y la libertad de expresión son bases fundamentales para los artistas actuales, y esos conceptos a menudo son promovidos por la cultura occidental”. Respecto a la exposición On the Table, que se exhibe en La Virreina Centre de la Imatge de Barcelona hasta el próximo 1 de febrero y que permite conocer la trayectoria de Ai Weiwei desde sus inicios en el Nueva York de los años ochenta hasta hoy, él mismo remite a la documentación museística en la que se consigna que la muestra va de 1983 a 2014 y expone 45 piezas que ahondan en su condición de “artista poliédrico y global”, reuniendo maquetas, instalaciones, esculturas, publicaciones y, especialmente, fotografías. De hecho, la exposición arranca con las instantáneas que el artista chino tomó en Nueva York entre 1983 y 1993 para documentar sus vivencias y presta especial atención a trabajos como Illumination, una fotografía de 2009 que captura el momento exacto de su detención tras denunciar el caso de las escuelas que se hundieron durante el terremoto de Sichuan; o la serie Study of Perspective, en la que somete a iconos arquitectónicos como la Sagrada Familia, la Torre Eiffel o el Valle de los Caídos de El Escorial en Madrid a un tratamiento de choque, dedo corazón alzado mediante. Continúa con piezas como Hanging Man, un colgador de ropa con el perfil de Duchamp; la célebre vasija de Coca–Cola, o una pequeña muestra de las pepitas de porcelana con las que cubrió el suelo de la Tate Modern Gallery de Londres. La exposición se plantea como instalación viviente e invita al público a participar realizando fotografías de las conversaciones que se produzcan en la mesa del artista que se expone (The Table). Una de las principales novedades es la presencia de Coa, una de las creaciones más recientes, en la que Weiwei juega al equívoco y al doble significado a partir de un título en chino (câo, hierba), una palabra homófona de la palabra china equivalente a la inglesa fuck (cào), pero la pieza va un poco más allá y se sirve de un material como el mármol para representar brotes tiernos de hierba. Como explica la historiadora de arte Diana Martínez Castro, en la obra de Ai Weiwei domina la armonía entre la postmodernidad occidental y un proceso de trabajo artesanal de madera y porcelana despreciado en China durante la Revolución Cultural: “En general, Ai Weiwei tiene un discurso ecléctico y variado, adaptado a cada situación conceptual, entremezclando muchas veces lo antiguo con la cultura más actual. Ai Weiwei cuestiona la tradición, lo que ha estado sucediendo durante siglos en su China natal”. Pero Ai Weiwei no solo ha trabajado con conceptos y sensaciones recreados en sus esculturas o performances, sino que ha dado pasos más allá. Es el caso del Estadio Nacional de Pekín, edificado con motivo de las Olimpiadas de 2008 y que lleva por nombre El nido de pájaros, concebido por el artista para luego ser proyectado por el prestigioso grupo suizo Herzog and De Meuron, con quien ha vuelto a trabajar en otros proyectos. “Ai Weiwei se plantea el arte como un dispositivo desde donde establecer diálogos con diferentes contextos, desde donde contrastar tradiciones y visiones para negociar, analizar, proyectar y compartir”, señala Rosa Pera, curadora de On the Table, que airea la faceta más incómoda y combativa del artista a través de piezas como Ai Weiwei’s Appeal 15,220,910.50, documental que relata con lujo de detalles su detención durante 81 días y la posterior acusación de fraude fiscal, razón por la cual, con el pasaporte retenido e implicado en un proceso por evasión de impuestos, no pudo viajar a Barcelona para esta exposición, aunque ahí está su escritorio, el mismo desde el que redactó su apelación a la denuncia del gobierno chino y en el que, señalan desde la organización de la muestra, ha mantenido más de 24 mil encuentros, convertido en símbolo de resistencia y trampolín desde el cual se precipitan sus palabras finales: “Mi trabajo artístico está relacionado con la forma en que vive la gente en China desde hace miles de años, produciendo obras que conciernen a su realidad, obras que apelan a ese sentido estético. Yo exploro sus conceptos, sus técnicas, y el lenguaje que se ha usado para ilustrar esas ideas. A lo largo de la historia de China, aprender de la tradición ha sido visto como la práctica más importante. Solo por medio de la comprensión de la tradición establecida uno puede crear un lenguaje único que asuma a la vez un sentido de la continuidad”. L


08 b sábado 10 de enero de 2015

MILENIO

en librerías

Revelaciones y ocultamientos RESEÑA José Antonio Lugo

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ernando Solana Olivares ha logrado crear una urdimbre narrativa para describir a las ciudades que ama, tejiendo personajes históricos, geografías urbanas, paisajes que describen el sentir de una época e historias de personajes de ficción asombrosamente reales. Todo este tejido narrativo conforma un retrato que, como en los cuadros de Velázquez, tiene muchos planos, entre ellos, por supuesto, el autorretrato del propio Solana. Ya lo hizo en Parisgótica, donde Sila Maturano, en su diario personal de un mes, va recorriendo la ciudad Luz, mezclando el presente con las distintas etapas y personajes de la cultura francesa. Ahora lo hace con maestría en El tedio de Hermógenes (Rayuela, México, 2014), nueva edición de Oaxaca, crónicas sonámbulas, publicado por vez primera hace veinte años. Solana consigue la profundidad de los planos al utilizar un motivo como eje a partir del cual se desarrollan otros temas. Así, el chocolate le da la oportunidad al narrador para hablar de cuán permisiva o no ha sido al placer la sociedad oaxaqueña; la visita de Antonio Díaz Soto y Gama, enviado de Zapata a la entidad, para recordarnos que la desigualdad es un espacio sin tiempo donde cohabitan el pasado, el presente y el futuro, y así sucesivamente. El estilo del libro es sobrio y sus frases, como en toda la obra de Solana, son contundentes. Es un narrador que dice mucho en pocas palabras, quizá porque el ensayo está imbricado en este tejido narrativo. Así, de repente, Solana afirma: “D.H. Lawrence vio en Oaxaca la permanencia de lo inmutable, que interpretó con la sombría perplejidad occidental de su hartazgo mundano”. Enunciados que se ahorran un despliegue mayor, quizá porque lo dicho no requiere abundamiento. Solana recuerda que tres grandes escritores visitaron Oaxaca: D.H. Lawrence, quien solo vio

La conciencia, la infinita multiplicidad desde la que percibimos el mundo, es una constante en la obra de Solana

motivos para celebrar en el paisaje: “las montañas inexploradas, que se levantan ahí de una manera muy inhumana, parecen irreales“; Malcolm Lowry, que encontró en el mezcal un camino hacia el infierno, prólogo del que encontraría en Quauhnáhuac: “También trataron de castrarme, una buena noche, pero sin éxito, lamento (algunas veces) comunicar”; e Italo Calvino quien, ante el árbol del Tule, afirmó: “La mole se impone al ojo antes que la altura“. De estos tres maestros, dos se encontraron con una pesadilla y el tercero con una fascinación. ¿No es cualquier pesadilla una fascinación? Lo cierto es que le permiten a Solana asomarse a la respuesta que Oaxaca provoca en el visitante y al mismo tiempo a las hondas raíces culturales de la ciudad y del estado. Pero El tedio de Hermógenes es también la historia de amor del personaje principal y de Catalina Ochoterena Mori, en cuyas carnes parecía habitar el espíritu de la Didjazá, la encarnación zapoteca del

encanto venusino —quien según la vox populi fue amante de Porfirio Díaz—. Catalina fue tejiendo su red alrededor de Hermógenes, a base de chocolate y la promesa de su entrega. El varón cayó gozosamente. Por desgracia, los paraísos no son perennes y las luces de Catalina —ahora Doña Cata— terminaron siendo invadidas, como un terreno abandonado, por el párroco, que acabó convirtiéndola en una vieja mocha y santurrona a la que sin embargo Hermógenes siguió amando. El narrador nos cuenta también cómo Nietzsche, quien afirmó que Dios había muerto, manifestó su deseo de visitar Oaxaca, en una carta escrita el 14 de agosto de 1881 a su amigo Peter Gast: “Tendría que ir a las altiplanicies mejicanas, cerca del silencioso Pacífico, para hallar algo semejante —por ejemplo, Oaxaca—”. El filósofo recibió una respuesta inesperada, la del compositor Macedonio Alcalá, que con su vals Dios nunca muere estableció un diálogo con el filósofo de Sils–María que a la fecha perdura. Otro capítulo está dedicado a Monte Albán. Allí, uno de los personajes expone una tesis perturbadora: este mágico lugar no fue un observatorio, sino un “receptorio“. Y explica: “Las culturas desarrolladas durante la remota era histórica a la que nos referimos lograron construir una serie de máquinas extraordinarias, por medio de las cuales estaban en posibilidades de captar y aprovechar varias de estas fuerzas provenientes del espacio que, para abreviar, designamos simplemente como cósmicas“. Desde esa atalaya, el narrador nos introduce en el mundo del peyote y los estados alterados de conciencia. De una manera u otra, la conciencia, la infinita multiplicidad desde la que percibimos el mundo, es una constante en la obra de Solana, como es evidente en 49 movimientos, su libro publicado por Terracota. En este juego de resplandores de la conciencia, Zárate, después de decirle a Hermógenes “Los hongos son el modo de llegar al reino y el mismo reino”, le ofrece llevarlo con Aurora, la chamana que sabiamente administra el hongo. Con pragmatismo, éste le contesta: “No quiero perder la cabeza”. En un pequeño diario que está al final de la novela, Hermógenes y Solana se mezclan. El narrador sigue hablando desde el pasado sobre su mujer, Catalina, pero también de Toledo y el IAGO, el Instituto de Artes de Oaxaca, y de lo que Cardoza decía de él: “Confío en que Toledo no se libere nunca de su encantamiento”. El que recuerda la cita y visita el Instituto solo puede ser Fernando. ¿Quién narra? El libro mismo nos da la clave: “Impermanencia y continuidad: otros ojos rescatan el pasado y por eso se vuelven aquellos ojos, tus ojos. Todo es lo mismo, todo es otra cosa, todo es igual: MENTE, igualmente“. En ese contexto, el propio narrador se pregunta: “¿El autor? Cástor y Pólux, Elasippos y Mestor, Azaes y Diaprepes, Matías y De Membrilla, Malcolm Lowry y Juan Fernando Zárate y Hermógenes, García Vigil y Vasconcelos, Benito Juárez y Porfirio Díaz, Bouvard y Pécuchet”. Nada me gustaría más que ver a Fernando Solana Olivares tejiendo estas urdimbres narrativas sobre otras ciudades. ¿Cuál seguirá después de Parisgótica y de la Oaxaca que surge del cuaderno de Hermógenes y de la visión de tantos que al verla la han conformado y enriquecido? Mientras esperamos, leamos El tedio de Hermógenes, el libro de un narrador experto en revelaciones y ocultamientos. L

RESEÑA

Había una vez dos países Francisco Goñi

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uando la escritura se zurce a partir de la violencia histórica, cobra una tensión y un pulso que cimbran al lector: el espacio literario se llena rápidamente de imágenes y ríos que llevan a la zozobra. Pocos casos de ira arraigada y con tantos daños colaterales conocemos como la desintegración de Yugoslavia. Ni las décadas del mariscal Tito borraron los contrastes políticos y económicos; todo lo contrario: crearon tensiones, desigualdades, odios y anhelos de separación. Los esbozos de identidad, paradójicamente, se percibieron con la confirmación de libertad y autonomía de dos estados: Croacia y Eslovenia. No es de extrañar que la literatura de Croacia sea una suerte de espejo con vaho magenta. Se comprueba en A todos nos falta algo, antología de trece cuentos croatas coordinada por Roman Simic Bodrozic (Zadar, 1972); quien entregó a Ediciones Cal y Arena un notable radiograma de la creación literaria de su país. Sendas páginas —de realismo y belleza— recuerdan a Dostoievski y se suscriben a la tradición de Ivo Andric y Danilo Kiš, exponiendo la áspera vida en Croacia. Ya que en el libro dialogan varias

generaciones, podemos apreciar distintas lecturas del devenir histórico. Hay tópicos que se comparten: la guerra, el dolor, la muerte, el desamor; como también encontramos ambientaciones posmodernas y de erotismo efímero. Con honestidad, Roman Simic advierte en el prólogo: “el gran denominador común ya no existe”, puesto que se tuvo que arrancar de un día a otro con nueva lengua y nueva geografía. Sin embargo, hay un conjunto de traumas históricos que sirven de marco y contexto que, si bien no terminan de generar un sentido de pertenencia, sí detonan una serie de “temas literarios obsesivos sea para legitimar y defender ese nuevo mundo, o para criticarlo y cuestionarlo”. El libro inicia con un relato de Zoran Feric (Zagreb, 1961) sobre si una familia de escasos recursos debe contratar música para el funeral de la señora recién fallecida. El viudo no contrata a nadie. El hijo encoleriza por la supuesta avaricia del padre. Cuando años después el padre muere, todo indica que el hijo tampoco contratará la música, aunque en el último momento, a la distancia se escucha la melodía que acompañará a su alma apagada… Entonces, “un antiguo odio acababa de ser superado, al cabo de veinte años un hijo por fin perdona-

ba a su padre”. No podía haber mejor metáfora del perdón para aludir a la necesidad de reconciliarse con el pasado. Hace casi tres décadas, en su viaje por el Danubio, Claudio Magris reconoció que conforme se acercaba a los países del este la geografía se desdibujaba, aludiendo a lo complejo de asir un ser colectivo. No obstante, el relato “Zorros”, del propio Roman Simic, por demás alegórico, arroja señales al lector para adentrarse en la Croacia profunda. Inicia con un niño que con spray escribe “Croacia” sobre el lomo de un perro mientras otro niño decide ahorcarlo. Se recuerdan bombardeos, médicos torturados y asesinados hasta llegar al clímax: “A todos nos falta algo, a algunos un padre, a otros una ciudad […], a mí siempre me faltan las palabras”. En “Soy yo”, cuento que cierra el libro, Damir Karakaš (Plašcica, 1967) narra la historia de dos hermanos que se encuentran después de varios años: uno de ellos siempre quiso dibujar, pero el padre autoritario lo reprimió a cada intento. Ya de adulto, quiso dibujar de nuevo y descubrió que su hermano destruía sus dibujos. Entonces decide matarlo a golpes. Es decir, la necesidad de autoconfirmación está sobre cualquier cosa, incluso la vida del otro. La antología muestra cómo los límites se borran y el tejido social se ha endurecido para poder sortear un destino violentado, que vibra en los pequeños detalles del día a día, sigue en el lenguaje y se consuma en la transgresión física. A todos nos falta algo es fundamental para entender la doble historia de un país que colapsó al instante de dar a luz a otro. L


sábado 10 de enero de 2015 b09

LABERINTO

en librerías Fantastes

Máximas y malos pensamientos George McDonald Atalanta España, 2014 271 pp.

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. S. Lewis no se cansa de ponderar esta novela del escritor escocés George McDonald, relato de iniciación-revelación: Anodos despierta una mañana y descubre que en la pared de su habitación apareció repentinamente una puerta. Cruza aquel umbral y llega a un mundo feérico, poblado de gigantes, quimeras, monstruos, caballeros andantes y otras extrañas criaturas que simbolizan el paso de su propia alma por el reino de la muerte. Colorido, fantástico y trepidante, su lectura explica por sí sola el grave entusiasmo y, por qué no, las enseñanzas que Lewis obtuvo de este libro.

José Revueltas: Los errores y los aciertos

Santiago Rusiñol Vaso Roto España, 2014 72 pp.

L

a primera edición de este pequeño breviario apareció a finales de 1927, cuando el escritor, pintor e ideólogo catalán, contertulio de Proust, Daudet y Debussy, ya se había despedido de la bohemia y la morfina y había adoptado los temores y las inclinaciones de un buen burgués. Es una suerte de testamento, escrito a lo largo de tres décadas, tocado por el sarcasmo y el escepticismo. Exhibe pues el saber de quien ya está de regreso y se siente dispuesto a compartir su experiencia. He aquí una de las 200 perlas negras que contiene: “El amor a la humanidad es literatura declamatoria”.

Dolores Castro 90 años. Palabra y tiempo

Sonia Peña (coord.) Fondo de Cultura Económica México, 2014 275 pp.

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atorce ensayos y un prólogo, provenientes de los lenguajes y los mecanismos de análisis que impone la Academia, convergen en este libro con el único propósito de encumbrar a la novela más polémica de José Revueltas. Hay lo mismo una valoración de la “dialéctica narrativa” que de “la dificultad de llegar a la certera aprehensión de la realidad”; lo mismo una lectura de corte indigenista que un diagnóstico psicológico de algunos personajes. Si algo llama la atención es la variedad de interpretaciones que Los errores sigue siendo capaz de suscitar, 50 años después de haber sido publicada.

Diccionario mexicano de teatro. Siglo XX Édgar Ceballos Escenología México, 2014 528 pp.

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oda persona con pasión por el teatro mexicano del siglo pasado —especialistas y público en general— tendrá como referencia este volumen enciclopédico. Su aparición ha sido justamente celebrada porque a la minuciosa mirada de Ceballos no se le ha escapado nada. Si bien el lego, como es habitual, irá a consultar las fichas dedicadas a actores, directores, productores y autores, el curioso podrá encontrar datos sobre gente de papel no menos importante como músicos, escenográfos, iluminadores, e igualmente movimientos y espacios teatrales.

Oaxaca de Rius

Carlos Pineda (coord.) Ediciones del lirio México, 2014 320 pp.

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ara quien se interese en acercarse a la obra de la poeta galardonada con el Premio Nacional de Ciencias y Artes 2014 en Lingüística y Literatura, este libro resultará una buena puerta de entrada. Está dividido en tres secciones: en “Celebraciones críticas”, los textos realizan un acercamiento analítico; en “Conversaciones de sobremesa” lo que se pretende es hablar de Dolores Castro desde la amistad; finalmente, “Bitácora de la memoria” ofrece una historia gráfica. Con una obra que arranca en 1949, Dolores Castro es un ejemplo de vigor.

¡Hay un dinosaurio en mi sopa! Álvaro Chaos Cador Fondo de Cultura Económica/ SEP México, 2014 214 pp.

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estinada al gran público, esta guía rápida arroja cierta luz sobre la evolución biológica. Tiene, para empezar, un tono desenfadado que suena apto para aquellos que no son especialistas. Tiene, además, la dosis justa de conocimientos, lo que allana el camino a la comprensión del origen y el desarrollo de la vida en la Tierra. Ya que procede con espíritu de divulgador, Chaos eligió la ligereza para dilucidar asuntos tan complejos como el concepto de especie, la fuerza que impele a los organismos al cambio, la adaptación o la conducta. El libro es una muestra ideal de didactismo científico.

Generación Rius Almadía México, 2014 68 pp.

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o podía ser sino por la comida que el nuevo ciudadano de Oaxaca, el caricaturista Rius, abra el libro que le dedica a esta entrañable tierra. Detonó el volumen una churrigueresca caricatura dedicada al queso Oaxaca que apareció en el libro Rius en pedacitos. El autor habla del origen del nombre del estado, de sitios emblemáticos como las ruinas prehispánicas y las iglesias, de tlayudas y chapulines, del mezcal y de personajes representativos como Porfirio Díaz, un Díaz Ordaz decimonónico y Francisco Toledo, sin dejar su habitual crítica al sistema.

Año 26, núm. 100 México, 2014 64 pp.

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on un número dedicado a José Revueltas, la revista Generación celebra 26 años de existencia. Ofrece textos ya clásicos (“Revueltas: sus mitologías” de Efraín Huerta, “Un brindis por Pepe” de Julio Pliego y “El legado de mi padre” de Román Revueltas), un puñado de textos con un entrañable aire de familia y casi veinte ensayos que trazan la imagen poliédrica de quien unió los caminos dispares de la literatura y la política. Conviene señalar que esta entrega es una “actualización” de aquella con la que Generación conmemoró los 20 años de la muerte de Revueltas.

Le retour de le grand provocateur LOS PAISAJES INVISIBLES Iván Ríos Gascón ivanriosgascon.wordpress.com

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mpliación del campo de batalla provocó un eczema en los lectores por su ácida franqueza sobre la vacuidad de los vínculos erótico–afectivos cuando, paradójicamente, el mayor fracaso es el éxito en la cadena alimentaria de la sociedad contemporánea. Las partículas elementales agravó el escepticismo sobre los esplendores de existir: de nada sirve blindarnos con píldoras mentales de optimismo ni mejoras a base de dieta sana, cero excesos y ejercicio, new age y pensamiento positivo: las células se mueren, regeneran y vuelven a morir pero con el tiempo se degradan, mutan y destruyen todo el organismo. El deterioro es irreversible. Somos patética partícula que apura el paso a la difuminación. Plataforma sacudió el empeño politiquement correct. Desafió a la moral, la religión, desenmascaró la hipocresía de finales del siglo XX. La pederastia, el turismo sexual como execrable realidad que se ceba en el Tercer Mundo y la genitalidad prohibida como carne de cañón para el occidental que puede comprarlo todo. Claro, en la novela la transgresión recibe su castigo a través del terrorismo. Contradictoria moraleja: los extremos (ideológicos, sectarios o políticos) pueden ser saludables si aniquilan a las lacras. La posibilidad de una isla revivió la controversia de Las partículas elementales: si la clonación se vuelve realidad, ¿qué sobrevivirá de lo que somos en la cuarta o sexta generación de nuestras criaturas gemelares? El truco filosófico consiste en las lóbregas ideas sobre la condición humana en el futuro, aunque leerlo hoy, actualizados en la miseria existencial que abunda en el planeta, lo torne desabrido. La deshumanización es el signo del presente. El mapa y el territorio fue vilipendiada por tomar información de Wikipedia. Cosa nimia: una mosca, la rutina burocrática de un policía, el pueblo de Beauvis. Lo importante, sustancial, es que ahí se mató con saña junto a su perro: los asesinos los mutilan y dejan las cabezas, del can y del infortunado monsieur Houellebecq, en el sofá de la

casa de campo, quizá para satisfacer los maléficos anhelos de sus detractores. ¿Y no esa imagen se antoja una magnífica boutade? No hay nada que cause más placer que la inmolación por mano propia y crear, con ello, la dicotomía tanática autor–lector. Michel Houellebecq vuelve a las mesas de novedades con Sumisión. Ahora predice la hegemonía del islamismo en el Estado francés en el año 2022. La crítica especula sobre la calidad de la novela. Los políticos resoplan cual mormados hermeneutas. El conservadurismo afila sus colmillos para hincarlos en la yugular del incómodo prosista cuyo éxito causa sentimientos encontrados pues, por un lado, sus obras poseen una ejemplar irreverencia intelectual pero por otro sus editores lo han hecho un autor prêt–à–porter a fuerza de golpes mediáticos y astucias publicitarias (no se olvide el ardid de La posibilidad de una isla: pocos días antes de su lanzamiento, el crítico Angelo Rinaldi de Le Figaro y enemigo de Houellebecq, se encontró en la banca de un parque parisino el manuscrito de esa novela que causaba enormes expectativas. La casualidad le dio a Rinaldi la primicia y se encargó de destrozarla. Sin embargo, sus dicterios reforzaron ventas y elevaron el número de fans). Parábola politiquement incorrect: como talento literario y producto de mercado, Houellebecq se fabricó con la misma fórmula del genio y la impostura de la haute littérature que ya se usaba en tiempos de Cocteau, de Breton, de Sartre: le grand guignol qui devient grand provocateur. Así que no hay que confundirse. La obra podría desfallecer ante la teatralidad, las patrañas y la impostura de su creador. Apostilla: el asesinato de los caricaturistas de Charlie Hebdo por el fundamentalismo cavernario, coincidió con el lanzamiento comercial de Sumisión y, de hecho, el cómic francés dedicó el número de esta semana funesta a Michel Houellebecq, pero la sola conjetura de que el novelista fue el motivo principal de tamaña salvajada suena absurda. Houellebecq no es Rushdie, nunca lo será, y ojalá que los mercadólogos de Flammarion no usen estas expresiones de barbarie en provecho de su caja registradora. L


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MILENIO

cine Catalina Aguilar Mastretta

“Cuando escribes, muestras algo de lo que has sido” Las horas contigo gira en torno a la enfermedad terminal como detonante de la convivencia familiar ESPECIAL

ya conocemos, pero a la vez no queremos que llegue, se vuelve rutina o motivo de reunión familiar. Una variable que se repite en las tres historias es la ausencia de la figura masculina. Se dio de manera inconsciente. Era la condición de los personajes cuando nacieron. Quería explorar la relación entre tres generaciones, así como la idea de crecer. En el caso de Ema, quería anteponer el miedo al compromiso y a asentarse con una pareja, dado que sus padres tuvieron una mala relación. Esto también le permitió explotar el conflicto madre–hija. Fue un proceso divertido porque en mi familia es algo ajeno. En la película vemos a dos familiares que se quieren mucho aunque no tienen nada en común. Ese contraste me parece fascinante porque siento que tu hijo o tu mamá siempre serán las personas más importantes en tu vida, así que me propuse explicar y observar qué sucede cuando no tienen nada en común. Al hacer a la nieta y a la abuela muy parecidas, la madre quedó en medio y un tanto ajena a ambas. Ella termina por ser el fenómeno de la familia dado que es la diferente. Como telón de fondo, la religión aparece como una constante. Si uno de los temas de la película es la muerte, me parece natural contraponer la religión y una de las grandes preguntas: ¿qué pasa después de la muerte? Ahora que lo pienso, supongo que tiene que ver con mi abuela, que era una mujer muy espiritual y católica. Sus hijos no lo fueron y sus nietos menos. Por otro lado, en un plano más personal, me parece fascinante vivir en un país creyente y no sentirme parte de eso. Al mismo tiempo, cuando mi abuela se estaba muriendo no recibió demasiado consuelo de la religión. Si bien la película es un drama, hay plástica y atmósfera que la aligeran. ¿Tuvo claro desde el principio que filmaría algo más liviano? Quería que la película tuviera el tono que yo sentí mientras moría mi abuela. Por supuesto, teníamos tristeza pero no era un dramón de 24 horas al día. La enfermedad se vuelve rutinaria y termina habiendo espacio para el humor.

Isela Vega y Cassandra Ciangherotti

ENTREVISTA Carlos Jordán gonzalezjordan@gmail.com

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ma (Cassandra Ciangherotti) se entera de que está embarazada el mismo día en que viaja a casa de su abuela para acompañarla en sus últimos días. Ahí se ve forzada a convivir con su mamá, Julieta (María Rojo), una cantante de rancheras. Enfrentada con el sentimiento de pérdida y obligada a compartir la experiencia con su madre, la joven enfrenta un periodo de aprendizaje. En Las horas contigo, Catalina Aguilar Mastretta reflexiona sobre la muerte, la enfermedad y la maternidad.

¿Qué detona Las horas contigo que, en primer término, es una historia muy personal? Fue una cuestión práctica. Al terminar la carrera, a un grupo de amigos nos entró el pánico del desempleo y nos propusimos escribir un guión muy básico con tres mujeres hablando en un cuarto. El productor sugirió pensarlo como un filme más en forma. Por otro lado, tienes razón, la historia es muy personal. Mi abuela había muerto cinco años antes y desde entonces me pareció muy interesante la posibilidad de estar frente a la muerte de un ser querido que está y no está a la vez. Es interesante la forma en que la presencia de un enfermo cuyo final

La muerte de su abuela ya había ocurrido. ¿La película le permitió entender la pérdida de otra manera? Cuando murió mi abuela sufrí mucho y gracias a la película pude separarla por completo de mi experiencia. Hay sentimientos que me ligan a la historia pero creo que pude verla de manera separada. ¿Qué relación guarda con la literatura de sus padres? De pronto, el personaje de Julieta me remite a los libros de su madre, Ángeles Mastretta. En términos de anécdota y situación, la historia no tiene mucho que ver con mis padres, pero tampoco puedo negar su influencia. Cuando escribes, muestras algo de lo que has sido pero hasta ahí. Admiro mucho su trabajo y pienso que tengo dos influencias: por un lado la filial pero también otra que nos permite mirarnos de creador a creador. L

HOMBRE DE CELULOIDE ESPECIAL

El amor que mueve las estrellas Fernando Zamora @fernandovzamora

S

tephen, necesitas una enfermera”. “No tenemos dinero para una enfermera, papá”. “Eres famoso en el mundo entero”. Hawking sonríe en la película The Theory of Everything y responde: “Soy famoso por teorías físicas, papá, no soy una estrella de rock”. En este diálogo he encontrado las razones de algo que, confieso, siempre me pareció sospechoso: la insaciable necesidad de fama de Stephen Hawking, un extraordinario físico que se volvió más bien divulgador. Esta película (y el libro de su mujer en el que está basada) me han dado la respuesta: el hombre necesitaba dinero no solo para seguir vivo, sino sobre todo para aliviar la existencia de una mujer que lo quiso tanto que no es exagerado decir que ella lo hizo vivir. The Theory of Everything no es una gran película pero deja buen sabor de boca y ofrece una actuación realmente memorable. Eddie Redmayne es Hawking. Frente a nuestros ojos se va desmoronando hasta quedar postrado en esa silla de ruedas desde la que habla con macabra voz de robot. Es lugar común decir que un actor es bueno cuando interpreta a un enfermo, pero durante la escena más emotiva de esta película, Stephen Hawking se levanta de su

silla de ruedas y se aproxima a una muchacha para entregarle la pluma que se le cayó. Esto hay que verlo. Resulta paradójico constatar además que un físico que trata de probar que Dios no existe haya sobrevivido gracias al tesón y, en suma, la fe de una mujer que se confiesa creyente. La película, sin embargo, pasa por encima de las discusiones teológicas que se desprenden de diversas conclusiones físicas y se centra en una historia de amor que, a mi parecer, comienza demasiado rápido. Él y ella se conocen. Corte. Están enamorados y hay fuegos artificiales en el cielo inglés. Uno perdona estas cosas porque el director quiere pasar rápidamente al conflicto, esto es, a las luchas cotidianas de una mujer que aún pertenece a la clase media inglesa y que se las ve negras para cuidar de un hombre inválido y los tres hijos que, con todo y la enfermedad, han procreado en diversos actos sexuales que director y guionista tienen el buen gusto de ahorrar al espectador. He leído en internet que se discute la entereza moral de Stephen Hawking quien aparentemente aquí engaña a la mujer que le ha sido tan leal. Yo creo, sin embargo, que quien vea la película encontrará que ella confiesa en su autobiografía que su marido era tan inteligente y sensible que en realidad decidió “liberarla”. Y la liberó con una buena pensión. Ya se había vuelto el rockstar que puede pagar casi todo.

The Theory of Everything (La teoría del todo). Dirección: James Marsh. Guión: Anthony McCarten basado en el libro de Jane Hawking. Fotografía: Benoît Delhomme. Con Eddie Redmayne y Felicity Jones. Gran Bretaña, 2014. En realidad, The Theory of Everything es una biografía autorizada; los protagonistas son héroes que luchan contra el destino. Por otra parte, la teoría del todo sigue siendo ésta: el sacrificio de ella por el físico más notorio del siglo XX y el sacrificio de él por la mujer que más amó. Aunque Hawking no deje espacio para Dios en su mente, sigue siendo cierto aquello que escribió Dante: es el amor el que mueve al sol y a todas las demás estrellas. L


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LABERINTO

escenarios ESPECIAL

Miguel Bernal Jiménez en ocho movimientos Es uno de los compositores mexicanos más importantes del siglo XX y, por desgracia, solo se le conoce por su Concertino para órgano y orquesta VIBRACIONES Hugo Roca Joglar hrjoglar@gmail.com

1) El nacionalismo musical sacro mexicano es único en la historia del mundo. Su historia: rebeldía y lucha. El gobierno quemó iglesias y con palos sodomizó a curas. Últimos veintes, primeros treintas. Tiempos raros, en los que creer en Dios era ir en contra del Estado. Miguel Bernal Jiménez (1910–1956), cabeza del movimiento, era un criminal. De niño, impulsado por su abuela Praxeditas, frente al espejo se probaba faldón carmesí y cuellos blancos de Damasco. De acuerdo con la Ley Calles, su crimen era desear ser sacerdote. 2) La música, creía Bernal, es la forma más eficaz de acercar el alma humana a lo divino. Como estudiante de la Escuela Superior de Música Sacra de Morelia, creaba partituras convencido de que al componer expresaba acercamientos a dimensiones incomprensibles de la vida. Sus primeras obras, escritas a los dieciséis, contienen ya dos esencias de su futuro pensamiento artístico: el órgano (en Al amigo fiel) como instrumento que refleja, en palabras de Joaquín Rodrigo, “el ansia del infinito, la constante punzada de escapar por encima del tiempo y de las edades”; y la voz humana (en Aves sin nido) como certeza de que cantar es la forma más pura de rezo. 3) Comenzó a los 18 la maestría en Composición en la Escuela Pontificia de Roma. Su miedo al pecado rozaba el ridículo. Evitaba ir a museos para no contemplar desnudos y cuando vio a Pío XI se le lanzó a los pies con un beso en los labios. 4) A Manuel M. Ponce le dedicó su Cuarteto virreinal (1939), obra donde se asume compositor del siglo XVIII y toma populares temas novohispanos (como las canciones infantiles “A la víbora víbora de la mar” y “Naranja dulce, limón partido”) y juega a variar sus alegrías.

La música antigua se convirtió en su pasión. Descifró las partituras guardadas en el Colegio de Santa Rosa (tarea que a veces demandaba cálculos matemáticos para resolver signos de silencio) y descubrió maestros desconocidos como Francismo Maratilla y dos Antonios: Rodil y Sarrier. 5) Amó a Kitty Macouzet, mujer voluptuosa de ojos azules. En sus cartas le decía cosas como “te mando un cheque de cinco mil besos pagadero el día… ¡en que nos casemos!”. Y se casaron el 4 de enero de 1940. Él tenía 29 y ella 17. Durante su luna de miel comenzó a escribir Tata Vasco (primera ópera mexicana del siglo XX estrenada en Europa: 20 de febrero de 1948 en el Teatro Madrid). Musicalmente, recorre la historia de la música (conviven cantares juglares con polifonía e imponentes construcciones impresionistas con melodías casi desnudas). Y el drama es una sucesión de contrastes (rudeza y ternura; matrimonio tras una muerte sangrienta). 6) Hacia 1950, los compositores mexicanos estaban ávidos de novedades. Querían dodecafonismo e indeterminación. Bernal fue acusado de aburrido y anacrónico: “¿Quién en estos tiempos modernos quiere escuchar alabanzas de un michoacano mocho?”. Y, sin embargo, cuando Stravinsky (apóstol de los modernos) visitó México escogió a Bernal para cenar. Hablaron sobre himnos; hablaron sobre Dios. Y Manuel Enríquez (de los mexicanos, el más atrevido) se acercó a él para aprender a componer a partir de sus ideas (“crear una identidad de clima entre texto y música sin caer en exageraciones”) sobre cómo hacer música sacra. 7) Dos de sus más interesantes partituras están en el olvido: el ballet Los tres galanes de Juana de Asbaje (1951), cuya trama propone que tras coquetear con el amor y la sabiduría Sor Juana eligió irse con el Cristo bañado en Sangre; la Misa

El autor de la ópera Tata Vasco

Aeterna Trinitatis (1942), que de acuerdo con la ideología trinitaria del Ordinarium Missae, se basa en tres temas representativos del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. 8) En el verano de 1956, Bernal descansaba en León. Había aprovechado las vacaciones de la Universidad de Loyola de Nueva Orleans (de la que era académico y director del coro de la facultad de Música). Murió el 26 de junio de un infarto masivo al corazón mientras componía Himno de los bosques, para gran orquesta y coro. Pocas semanas después Kitty dio a luz a su onceavo hijo. L

DANZA ESPECIAL

La respuesta estudiantil Argelia Guerrero makarova81@yahoo.com.mx

D

ice el periodista Ryszard Kapuscinski: “Hoy para entender hacia dónde vamos, no hace falta fijarse en la política, sino en el arte. Siempre ha sido el arte el que, con gran anticipación y claridad, ha indicado qué rumbo está tomando el mundo”. Sentencia pertinente y atinada para comenzar el año 2015 y para lo que en términos del arte y en particular de la danza podamos esperar. Al término del año pasado las instituciones oficiales dejaron bastante qué desear tras el incumplimiento de pago a varios artistas que aún hoy siguen sin obtener respuesta satisfactoria y se han encontrado incluso con el cambio de número telefónico al que llamaban para ser atendidos. El panorama oficial para este año que comienza no resulta significativamente diferente en lo que al ámbito administrativo se refiere; sin embargo, y siguiendo el tenor de la cita inicial de esta columna, las dinámicas, tiempos e inquietudes poco o nada tienen qué ver con la abulia de funcionarios e instituciones ya que, en consonancia con la inercia nacional, los temas y ocupaciones mundiales y nacionales son vastos y proponen un sinnúmero de líneas críticas, argumentativas y de contenido. El pulso nacional sugiere que la danza tiene frente a sí la tarea ardua de reflejarlo.

Debemos reconocer que en 2014 fueron, principalmente, los estudiantes de las escuelas profesionales quienes pusieron el ejemplo de una danza comprometida con el entorno y que buscaba reflejar el ánimo de México y el mundo. Tal vez porque poco o nada tienen por perder, tal vez por el ánimo de juventud que los empuja, fueron ellos quienes pusieron su lenguaje al servicio del sentir de la humanidad, sobre todo a partir de lo acontecido el 26 y el 27 de septiembre. Rompieron la estructura tradicional de asistir a espectáculos dancísticos, aquellos en los que el espectador paga un boleto y se sienta en la butaca, aplaude y se va, le guste o no lo que mira: la subvirtieron para llevar un lenguaje bello por definición a semáforos, plazas públicas, bibliotecas, calles y avenidas. Dejaron de esperar que la gente llegara al foro; llevaron la danza a la gente, la llenaron de contenido. En los últimos meses del año, el público pudo ver a los bailarines y dar cuenta no solo de su existencia sino del modo en que dicen las cosas y manifiestan el pulso de la humanidad. Los estudiantes de danza en México superaron las camisas de fuerza impuestas por los temas de moda o la dictadura de las becas que definen lo bien hecho de lo mal hecho. Fueron los estudiantes quienes dieron una lección sobre la relación directa del arte con la realidad. Inicia el año y esperamos que el Día Internacional de la Danza, festivales, galas, encuentros, concursos,

cursos y talleres por venir, sean un campo fecundo para el ser y hacer de coreógrafos y bailarines y que éstos, a su vez, respondan con su arte y lenguaje a las necesidades expresivas de las pulsiones mundiales, pero sobre todo nacionales. Esperemos que los estudiantes de danza mantengan la firme intención de comunicarse a través del arte y sea su hacer dancístico un ejemplo de acción y comunicación que revalore el arte y lo coloque más allá del concepto ornamental en que se tiene. Estaremos atentos a los distintos eventos programados para este año y esperemos que no solo se trate de llenar carteleras y programas, sino que exista una cascada de propuestas creativas que revelen y hagan manifiestas las inquietudes que mueven a la nación y al mundo. Hagamos votos por que la danza se manifieste viva e inteligente en un país en el que, al parecer, hacen falta bombardeos de humanismo y belleza. L


12 b sábado 10 de enero de 2015

MILENIO

varia ESPECIAL

CHARLA JONES

Kenneth Goldsmith

La amante aventajada de Marcel Duchamp

Predicciones del 2015 cultural

El gran embaucador

ARCHIVO HACHE

CASTA DIVA

Heriberto Yépez

¡

hyepez.blogspot.com

Estas son las predicciones del 2015 cultural! Comencemos… Antes del fin del primer trimestre del año ocurrirá la muerte de los últimos seis escritores latinoamericanos verdaderos que quedan. La identidad de estos seis escritores, empero, se mantendrá incógnita debido a que los últimos tres críticos literarios verdaderos que quedaban han muerto hace ya mucho tiempo. Entrado el año se difundirá la noticia de la muerte (no fechada con exactitud) del subcomandante Marcos. El presidente tuiteará estar “consternado” por la “muerte de un Gran Representante de la lucha libre mexicana” y ordenará el debido manejo de sus cenizas con Altos Hornos, perdón, Altos Honores, del Ejército y, por otro lado, la edición de sus Obras Completas (con Capucha Negra de Lujo). Por esas mismas fechas será filtrado en Internet un documento clasificado que probará el apoyo de la CIA a Kenneth Goldsmith. A nadie sorprenderá esta revelación y el propio Goldsmith declarará sentirse aliviado. “Trabajar para la CIA es lo representativo del siglo XXI. Ser un agente encubierto —incluso para ti mismo— es lo nuevo, es lo de hoy”, sentenciará. E inmediatamente después, como ya nos tiene acostumbrados, recordará a Warhol. En materia de tendencias, por octavo año consecutivo la “autoficción” desplazará a la llamada novela posmoderna. Lo más innovador de este pase de estafeta es que aunque la

autoficción es el género del futuro ninguno de esos libros llegará al futuro —¡en sí mismo un inédito fenómeno vanguardista!— y se citará como la mejor autoficción En busca del cuestionario perdido de Proust. Hablando de apropiacionitis y Procrasti–Nación, el 2015 será también el año de consolidación del Zombie Book, es decir, del retorno maléfico del libro después de la muerte del libro, que nadie lee, se parece al difunto (es su retro–edición) y sirve para coleccionar y compartir a modo de link. Junto al boom del Zombie Book, en el 2015 los que antes se llamaban “lectores” pasarán a ser conocidos (para mayor precisión) como book– bots (o biblio–bots) que se caracterizan por interactuar de modo relativamente texto– coherente con los Zombie Books. En lo tocante al mundo académico, 2015 será, como todos los años anteriores, un año en que todo lo que hará la academia no saldrá de la academia. Por último, hacia noviembre o diciembre próximos aparecerá un estudio de la ONU que mostrará que los habitantes de Naftamérica no pueden imaginar nada demasiado diferente a la realidad consensual, pues cuando se conseguía que fantasearan el 95% reportó personajes o escenas de Hollywood, YouPorn o Selfie– Land; mientras el 5% restante reportó imágenes demasiado pixeleadas. 2015 pasará a Google como el año en que virtualmente se despejó la sospecha de que alguna vez existió la imaginación. L

Avelina Lésper www.avelinalesper.com

L

a piedra angular del arte contemporáneo, la “obra más influyente del siglo XX”, en realidad es un robo, Duchamp fue más allá del plagio, literalmente despojó de la propiedad y autoría del urinario a la baronesa Elsa von Freytag–Loringhoven. El ensayo de Julian Spalding y la investigación de Glyn Thompson demuestran la vulgaridad del delito con datos históricos incontrovertibles. La historia es un melodrama: Elsa, una mujer enamorada que centraba su obra en los objetos que recolectaba, envía esta pieza a su amante, Duchamp, y éste se lo adueña; ella muere en la pobreza y él se inmortaliza gracias a ese robo. Spalding y Thompson revelan que todo lo que Duchamp hizo y dijo alrededor del urinario es una impostura: el lugar donde lo compró, el rechazo del Salón de los Independientes, la firma en el urinario no es suya, así como la interpretación del nombre de R. Mutt. Hasta el título de Fountain no es una idea de él, es una ocurrencia del fotógrafo Alfred Stieglitz. Décadas más tarde, cuando Elsa y Stieglitz estaban muertos, Duchamp fabuló la leyenda del urinario para auto promocionarse descaradamente como el iniciador del arte moderno. La evidencia es tan contundente que todos los museos del mundo que poseen una de las “copias” de este plagio están rehaciendo las cédulas y lo presentan como “Una apropiación de Duchamp a partir del original de la baronesa Elsa von Freytag– Loringhoven”. El MoMA de Nueva York se negó a cambiar la cédula y sin argumentos mantiene el mito oficial que lo canoniza como artista. El texto de la revista The Blind Man en su edición número 2, que se supone hizo Duchamp para defender al urinario, en realidad se atribuye a Walter Arensberg, y dice: “Que el señor Mutt haya hecho o no haya hecho la fuente con sus propias manos carece de importancia. Él la ha ELEGIDO. Ha tomado un elemento de la vida cotidiana y lo ha ubicado de tal forma que el significado utilitario ha desaparecido bajo un nuevo título y un nuevo punto de vista: ha creado un nuevo pensamiento para el objeto”. La base teórica que valida al estilo VIP se derrumba: Duchamp no escogió el urinario, ni pensó

un nuevo punto de vista y mucho menos desarrolló la teoría alrededor del objeto. Mutt no es un “nombre”, es un juego de palabras en alemán que Elsa von Freytag–Loringhoven inventó. Una de las esculturas de Elsa que tituló como un retrato de Duchamp se considera como la primera pieza de arte objeto, su obsesión fue “buscar la poética de las cosas cotidianas”. La definición de un ready-made como “un objeto que se eleva a la dignidad de arte por elección del artista” fue de André Breton y la publicó en 1934. Mentir y hurtar le dio a Duchamp una carrera, lo santificó en el altar del arte aunque nunca pudo crear un cuerpo de obra y se retiró a jugar ajedrez, la impunidad lo convirtió en artista. El urinario, sea de quien sea, carece de valor artístico, pero el hecho de que la obra y directriz teórica del estilo contemporáneo VIP sean un ultraje, describe con exactitud la esencia de millones de obras que son falsas en su contenido y en su forma: desde el eufemismo de apropiación —que es el plagio sistemático de obras y su adulteración flagrante— hasta la autoría, los significados, intenciones, precios, la provenance de materiales y anécdotas alrededor de una obra, todo es un gigantesco fraude. Oscilando entre la prevaricación y el autoengaño, la estructura del arte se aferra, como las dictaduras o las religiones, a sus propios infundios, impone creencias como su razón de ser y las convierte en Historia. Las investigaciones desarticulan el entramado de artistas, universidades, institutos, museos y galeristas que son cómplices de una gran falsedad para existir en un vacío absoluto de arte. Es prioritario revisar la historia del arte, mandar al procesador de basura millones de obras, tesis, ensayos y retirar doctorados que encumbran como genio a Duchamp, pero también es momento de reescribir la definición de arte contemporáneo: estilo artístico que surgió después del cobarde despojo de un mediocre embustero a su amante. Una historia, además, de misoginia. La verdadera obra de Duchamp fue explotar y manipular la estupidez crédula de una elite pretenciosa y sin ideas. L


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