Laberinto
David Toscana Benditos políticos página 2 Amelia Rosselli Poesía página 3 Álvaro Uribe El estilista página 3 Heriberto Yépez Noticias de la fosa página 12
N.o 619
sábado 25 de abril de 2015
Carlos Ashida (1955-2015)
Angélica Abelleyra página 5 ARTURO BERMÚDEZ
Arturo Rivera
Anatomía de la luz Ernesto Lumbreras Avelina Lésper Vianey Fernández Páginas 6 a 8
MILENIO
02 b sábado 25 de abril de 2015
MILENIO
antesala DE CULTO
Benditos políticos
ESPECIAL
Michael Shrieve
Un solo de dos minutos
TOSCANADAS ESPECIAL
David Toscana
a las bien planeadas obras de infraestructura que requiere mi país, pagar los sueldos de la ace unos días me incorruptible policía que tan compadecí de nuestro bien nos protege, los salarios de sufrido gobierno al los ilustrados maestros siempre que parece que no le salen las al servicio del saber y la cultura, cuentas. Para ver si podía ayudar los boletos en clase turista un poco, decidí seguirle la pista y el hospedaje en hoteles de a un recibo que expedí por tres estrellas para que la clase honorarios de diez mil pesos. gobernante asista a los foros El buen Videgaray me sustrajo mundiales, mantener nuestros electrónicamente y de inmediato óptimos servicios de salud mil pesos como adelanto del que son ejemplo para todas las impuesto sobre la renta y 1067 naciones, afinar nuestra ya de como adelanto de IVA en un por sí fina democracia. acto de barbarie que se llama Por eso quedé muy retención. Yo sé que al final mis sorprendido cuando el ángel gastos no serán deducibles, así Auditor se me apareció en es que guardo bajo el colchón el sueños para decirme que el resto del IVA y del ISR, los cuales desglose presupuestario de los habré de pagar al final del mes 9,430 pesos generados por mi o del año, respectivamente. O trabajo había sido el siguiente: sea que de manera directa Papá Casas blancas y de otros colores: Gobierno se estará cobrando 2,000 cuatro mil seiscientos pesos de Compras en Rodeo Drive: 1,500 (o mi recibo. su equivalente en USD) Me siento tan contento de Vida de reyes para diputados: haber cobrado esos diez mil 1,000 pesos, de los cuales por restas Cuentas en paraísos fiscales: 750 fiscales me quedan siete, que Desfalcos estatales: 750 decido gastármelo todo en Fraudes diversos: 1,000 tequila para celebrar con mis Monederos electorales: 1,000 amigos. Subsidio de multas PVEM: 1,000 El tendero me hace ver que el Educación: 200 tequila lleva 53% del Impuesto Servicios médicos: 230 Especial sobre Producciones Pero yo no creo en los ángeles. y Servicios y además hay que Entonces supuse que había sido cargarle el IVA. Eso da un total un mal sueño. No era posible de 69%. Noto entonces que de que mis impuestos tuviesen tal mis siete mil pesos, 4830 se van destino en un país donde los a las arcas de Hacienda. “Tu políticos luchan abiertamente borrachera sale barata”, me dice contra la corrupción, el el tendero, “la que cuesta caro es presidente fortalece el Estado la de los servidores públicos”. de derecho, los partidos son Entonces veo que mis fieles a sus ideales y electores, honorarios de diez mil pesos donde hasta tenemos una le han redituado a Hacienda inflexible Secretaría de la 9,430. Y eso sin tomar en cuenta Función Pública que vigila otros impuestos que pagaron los celosa y estrictamente a cada fabricantes del tequila, como el funcionario. Y la prueba es el de nómina o las cuotas al IMSS. modesto tren de vida que llevan Pero hasta ahí, soy todavía nuestros políticos y, sobre todo, un patriota. Y sé que debo sus cónyuges e hijitos. Dios los compartir mi riqueza con los bendiga por construirnos una desposeídos, que debo abonar patria tan bonita. L dtoscana@gmail.com
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Jorge Vázquez Ángeles b jorgito.vazquez@gmail.com
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e los treinta y dos grupos o cantantes que actuaron en el mítico Festival de Woodstock, menos de la mitad aún son recordados y siguen sonando en las estaciones de radio y en la memoria colectiva. Gracias al documental que salvó de la bancarrota a los organizadores tras el caos generado por la llegada de medio millón de personas, pueden apreciarse las actuaciones de Jimi Hendrix, el cerrador del concierto; Joe Cocker interpretando “With a Little Help From My Friends”, quizás el mejor cover que se haya hecho a una canción de los Beatles; el sonido bayou de Creedence Clearwater Revival, Janis Joplin, The Who… Lo cierto es que se trató de un cartel disparejo, dominado por la música folk que no fue representada por sus mejores exponentes, y en el que nadie, o eso parecía, le haría sombra al virtuosismo de Jimi Hendrix en la guitarra. Sin embargo, ante la falta de genialidades en el escenario, la actuación de un joven de veinte años fascinó a quienes atestiguaron uno de los solos de batería más famosos de la historia del rocanrol, y sobre todo a las miles de personas que después vieron la película. Apretujados en la suave pendiente de la granja del señor Max Yasgur, en Bethel, Sullivan Country, Nueva York, el sábado 16 de agosto de 1969, segundo día del festival, un grupo casi desconocido llamado Santana inició su actuación a las dos de la tarde interpretando “Waiting”, canción instrumental en la que destacaba el sonido latino de las percusiones. La última canción del set, “Soul Sacrifice”, que junto con “Evil Ways” puede verse en el documental, comienza a ritmo de aplausos y congas; posteriormente se une la batería, luego el bajo y, poco a poco, la guitarra eléctrica de Carlos Santana, lo mismo que el órgano. Detrás de una Ludwig plateada, Michael Shrieve, joven californiano nacido el 6 de julio de 1949, hacía su debut frente a la más numerosa muchedumbre que jamás vería.
EX LIBRIS
ALFILERES
De cabellos pelirrojos, camisa oscura con motivos sicodélicos como marcaba el canon de la época, el joven Michael comienza una serie de fuertes redobles para dejar que Santana se luzca con la guitarra. Por alguna razón, su ojo izquierdo está ligeramente cerrado. Aunque las percusiones acaparan los minutos iniciales, basta concentrarse en lo que está tocando para darse cuenta que no se trata de un joven milagro o de una casualidad. No por nada Micheal Shrieve había acompañado a figuras como B. B. King y Etta James en San Francisco. A partir del minuto 2:39, Shrieve comienza la actuación de su carrera. Desde ese momento todo su cuerpo se concentra en los dos minutos exactos que dura el solo, durante los cuales el contratiempo no deja de sonar, ni el bombo; las baquetas apenas se notan debido a la velocidad con que percuten los toms de aire y de piso, la tarola y los platillos. Sin importarle que medio millón de personas lo observen y que las cámaras graben su actuación para la posteridad, acelera y frena, baja el volumen, vuelve a incrementarlo. Y así hasta el final de la canción. En una entrevista para el diario The Seattle Times, Michael Shrieve cuenta que alguna vez alguien lo reconoció en Nueva York. Tras saludarlo y decirle lo grande que fue su actuación en Woodstock, le dijo que estaba envejeciendo. Sintió que así sería toda su vida, recordado solo por esa canción de nueve minutos: el Shirley Temple del rock. L Lamia bEKO
Armando Alanís balaniscanales@gmail.com
El fantasma de aquella mujer no recorre casas abandonadas, pasillos ni cuartos. Vive en mi cabeza.
MILENIO b LABERINTO b Dirección: José Luis Martínez S. Coedición: Roberto Pliego, Iván Ríos Gascón Arte y diseño: Salvador Vázquez Mejía
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LABERINTO
antesala
La libélula (fragmento)
El estilista
El llamado a la revuelta es la piedra de toque sobre la que se erigen estos versos de una música tan provocadora como desconocida POESÍA
CARACTERES ESPECIAL
Amelia Rosselli
L
a santidad de los santos padres era algo tan mudable que yo decidí apartar cualquier duda de mi cabeza por desgracia demasiado clara y dar el salto hacia un adiós aún más arriesgado. Y fue entonces cuando la santa sede se tomó la molestia de saltar los fosos, no sé cómo; pero me dejó alucinada. Y fue entonces cuando los miserables despojos de nuestros muertos rimaron en el todo en un retumbar iracundo, oh yo canto por las calles pero solo el santo padre sabe adónde conducirá todo esto. Y tú las santas molestias llevarás de rodillas hasta ese confesor tuyo y él te dará a ti esa bendita bendición que yo desearía que fuese de pan y de aceite. Así que como decíamos yo estaba tendida sobre la hierba pútrida y las canciones de amor sobrevolaban mi cabeza aquejada de amor, y mascullaba tempestades y plegarias, y todas las luces del santo padre estaban encendidas. Sí, la santa sede mascullaba canciones pueriles también ella y todos los automóviles de los artistas más ricos eran acogidos dentro de sus muros;
Traducción del italiano de Esperanza Ortega
ESPECIAL
H
ija de una familia que combatió al régimen fascista, Amelia Rosselli nació en París en 1930 y murió en Roma en 1996. Después de pasar su infancia en Inglaterra y Estados Unidos, volvió a Italia para dedicarse a la música y la entomusicología. Fue Pier Paolo Pasolini quien descubrió su talento y en 1963 publicó 24 de sus poemas en la revista Il Menabò. Escribió lo mismo en francés que en inglés e italiano. La libélula, un extenso poema por el que la conciencia occidental fluye sin trabas, celebra el lirismo extremo y la liberación absoluta. Sexto piso acaba de publicarlo en español.
Álvaro Uribe
opina imperecederamente que el estilo es el hombre mismo. “Si está en lo cierto” —anota s difícil decidir cuál Bonavista—, ser estilista no es es peor: que a uno lo un logro sino una obviedad. Lo tachen de ser una pluma preocupante es que se convierta desaliñada, ampulosa, torpe; o en destino”. que lo elogien por su fina prosa Otras preocupaciones de estilista. Pues suele suceder más mundanas desvelan a que cuando la crítica se demora Bonavista. “¿Qué pensar —se en ponderar el estilo de un pregunta— de una condición autor es para sugerir o de plano que el escritor puede compartir afirmar que éste no tiene nada con las peinadoras? También que decir. ellas, a su modo y con plena Cabrera Infante, que en una dignidad, son estilistas”. novela parodió con destreza Interrogado en un noticiero de quién sabe cuántas maneras de la televisión cultural sobre los narrar, se enfurecía si alguien secretos de su estilo, Bonavista lo llamaba estilista. Más cerca declaró: “Esa pregunta no tiene de nosotros, y sin equipararse respuesta. Si te digo que no hay al maestro cubano, el versátil secretos, pensarás que miento. Bonavista practica también los Y si te revelo qué hago para juegos estilísticos y se queda escribir como escribo, dejaría de perplejo cuando un crítico ser un secreto”. Desde entonces, destaca, sobre otras posibles además de estilista, Bonavista virtudes de su narrativa, la tiene fama de ingenioso, cuando calidad de la prosa. ¿Cuál de mis no de mamón. prosas?, se le antojaría inquirir. Y es que hablar o escribir ¿Cuál de los cinco o diez o acerca de la propia escritura hasta quince estilos que intento resulta complicado y puede remedar en cada libro? parecer, o a menudo ser, “Prosa, nada más que prosa”, pedante. Borges, cuya prosa es les exigía a los narradores tan personal que cualquiera Flaubert, que hubiera detestado la imita, jamás se rebajó a el título de padre de los estilistas. comentar su obra. Y por eso el Porque el estilo, que les sirve a borgesiano Bonavista se priva, otros autores menos ambiciosos salvo en sus aforismos que acaso para resaltar sus chatas personas, nunca entregará al público, de tenía en él la función de ocultar discurrir que ser estilista no la suya. O como escribe el está nada mal, a condición de flaubertiano Bonavista en uno de contar buenas historias y pensar sus aforismos, todos inéditos: “la con inteligencia. Y que el estilo palabra justa es la que disimula narrativo no es un hombre el talento del escritor, y no hay sino tantos hombres y mujeres mote más injusto para quien cuantos pueblen las páginas ejerce tal modestia estilística que de un relato. Y que la voz del el de prosista sutil”. narrador no es la suya sino la No se crea que Bonavista no que conviene a sus personajes. ha leído el discurso de recepción Y que ni siquiera en los ensayos en la Academia Francesa del el autor habla por sí mismo, naturalista Georges–Louis porque la voz del ensayista es Leclerc, conde de Buffon, donde también una ficción. L alvuribe@yahoo.com.mx
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artes
El espejo, la calle y ANGÉLICA ABELLEYRA
Grabador y promotor cultural en Oaxaca y Xochimilco, Demián Flores es uno de los participantes mexicanos en la 12ª Bienal de La Habana. Con un proyecto itinerante de “gráfica móvil” en el que los asistentes podrán aportar sus propias obras, intenta estimular la creatividad del público ENTREVISTA Angélica Abelleyra
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u trabajo artístico trasciende el grabado, el óleo y el estuco y hace convivir a vírgenes y toreros, luchadores emplumados y serpientes derrotadas. Dice que no sabe si alguna vez cayó en las redes de “lo oaxaqueño” vuelto folclor y misticismo que empacha de clichés, pero asume que le toca desarrollar el arte que presencia una realidad y busca vincularse al conocimiento y los públicos. Por ello, Demián Flores Cortés (Juchitán, 1971) impulsa desde hace nueve años en la ciudad de Oaxaca, y tres años en el corazón de un barrio de Xochimilco, funciones de cine para niños, talleres de grabado para jóvenes, charlas sobre el cuidado del agua y el ambiente. Y con el jolgorio de un sonidero móvil que lleva la bendición sui géneris de un San Dámaso que mezcla al danzante conchero con un DJ–mambo, el creador gráfico es parte de un colectivo que deambula por las calles oaxaqueñas y xochimilcas para invitar a la gente a relacionar el arte con su vida cotidiana. En ese tenor de arte en colectividad que va de La Curtiduría en Oaxaca a La Cebada en Xochimilco, Demián Flores llevará a la 12ª Bienal de La Habana —a partir del 22 de mayo— un proyecto itinerante de “gráfica móvil” para reivindicar el carácter anónimo, gratuito y masivo del grabado en linóleo, el que alguna vez enarboló como bandera el Taller de Gráfica Popular (TGP) en México. Y animará al público cubano —si es que hiciera falta— a que haga su propia reproducción de placas elaboradas por 250 artistas que Flores convocó para crear un grabado de 10 X 10 cm. que no lleva firma y será seleccionado por los públicos a partir del puro gusto —o disgusto— de los trazos de Francisco Toledo, Betsabeé Romero, Roberto Turnbull y cientos más, incluido él mismo. Además de un mini tórculo y miles de hojas de papel Revolución para hacer las reproducciones gratuitas, Flores y su equipo harán un recorrido en triciclo con sonido, en el que además de esparcir música para el bailongo seguro entre l@s cuban@s, la hará de dispositivo para hacer rodar el taller gráfico, regalar obra e involucrar a los artistas locales y extranjeros que caminen por La Habana vieja.
EL ANONIMATO ARTÍSTICO EN UNA ISLA RUMBERA
Dos son los proyectos que el oaxaqueño desarrollará junto con otros colegas en la isla caribeña, a donde va como invitado. El primero es la creación del mencionado archivo de imágenes que recupera los conceptos del TGP. Flores estará acompañado por Norberto Treviño y Jesús Soto, integrantes del Taller de Gráfica El Chanate, con sede en Torreón. El segundo será “el intercambio de imaginarios” entre Rolando Martínez y Byron Jiménez, miembros de La Curtiduría, quienes ofrecerán su trabajo de rotulistas a los cubanos del comercio informal o formal, a partir del diálogo, el intercambio de referentes y la posibilidad de motivar espacios autogestivos. “Cuando me invitaron a la Bienal nunca pensé en hacer talleres de gráfica porque no le vi sentido”, explica. “Preferí lanzar un proyecto para revisitar algunos conceptos del TGP; un taller adelantado a su tiempo, donde se pusieron sobre la mesa algunos principios que hoy se utilizan en la gráfica como práctica artística contemporánea: la democratización de la imagen, la gratuidad, el anonimato, la masividad y la conexión con movimientos sociales. Además, me importa regresarle el sentido a la imagen por su contenido y no por una firma, que es lo que antecede al mercado”. Desde 1997 no ha vuelto a Cuba, aunque mantiene relación con varios artistas caribeños. Aquel año ganó el Concurso Latinoamericano de Grabado La Joven Estampa, organizado por Casa de las Américas. “Soy un artista creado a partir de una vida cultural y no por un mercado. Eso me ha permitido desplazar mi trabajo a dinámicas como las bienales y a proyectos vinculados con la sociedad, como en el caso de esta bienal que busca más la calle
El artista juchiteco Demián Flores
que espacios en galería. Así, esta participación me parece una extensión del trabajo que he realizado en La Curtiduría y en La Cebada. Mi obra quiere ser espejo de lo que vivo, así que estoy creando de la misma manera con mi obra personal que si doy un taller infantil o platico con la gente en Xochimilco. Soy yo todo el tiempo y es parte de mi proceso. Es una gran mentira pensar en el artista trabajando todo el día con materiales. Mi trabajo hacia afuera me permite tomar distancia de mis propios procesos plásticos y tener lecturas puntuales y sosegadas”, reflexiona quien acudirá al encuentro artístico al lado de otros mexicanos también invitados: Carlos Amorales, Sandra Calvo, Gilberto Esparza, Héctor Zamora y Dr. Lakra. Por su parte, Gabriel Kuri y Abraham Cruzvillegas formarán parte de otros proyectos colectivos.
LA CEBADA: DEL GRIS ASFÁLTICO AL CALEIDOSCOPIO
Lo primero que nos recibe es un triciclo de colores patrios, vestido con una enorme bocina frontal. Se llama El sonoro rugir del cañón y se adorna con un San Dámaso que hace honor al Pérez Prado que revolucionó de tantas maneras la música y la movedera de pies y caderas. Es el sonidero que recorre el barrio de San Lorenzo La Cebada, Xochimilco, para invitar a los vecinos a escuchar música o poesía, que invita a cierto taller, plática o función de cine infantil. Y junto al triciclo que es réplica de los bici–taxis que pululan entre el vecindario, una veintena de butacas rojas invita a sentarse a ver las películas que much@s disfrutan cada fin de semana donde antes hubo una accesoria y hoy es un “Espacio de Relación Comunitario” que busca aliarse con la gente de a pie.
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artes ESPECIAL
el taller Este es un barrio sureño plagado de casas auto construidas, asentamientos irregulares, delincuencia y drogadicción. Demián vino a vivir por los rumbos del sur defeño para estar cerca de sus hijos, y encontró este local que le vino como anillo al dedo para hacer un centro hermanado en sentido y alcances con La Curtiduría, con vida prolífica en la capital de Oaxaca. Una treintena de niños de seis a doce años acude los sábados a La Cebada a tomar algún taller gratuito de pintura y dibujo, o se entretiene con las charlas y experimentos científicos que ofrecen especialistas de la UNAM. Cuando se organiza una exposición gráfica, el inmueble crece hacia la calle gracias a la carpa que expande sus dominios en la acera. Y ahora este crecimiento expositivo será más contundente ya que uno de los proyectos consistirá en montar exhibiciones en los espacios habituales del barrio: la fonda, la panadería y la tienda de abarrotes. “Los propios artistas nos hemos dedicado a desvincular el arte con la gente, que es la relación primigenia del arte. Esta desconexión existe porque se ha institucionalizado el arte, con un desarrollo separado de la sociedad. Es cierto que no es solo responsabilidad de los creadores o de la gente ‘que no entiende’ sino de la deficiente educación a todos los niveles y de que se ha desatendido del arte como forma de conocimiento”. Con La Cebada, Demián Flores procura incidir entonces en esta vida de barrio donde el arte sea visto como una parte integrada y orgánica. Y más que “acarrear” invitados a las exposiciones, que acuden solo el día de apertura y escasamente vuelven, planea sus entusiasmos en una agenda próxima que contemplará talleres de gráfica con el uso de materiales no tóxicos, otro dedicado a la confección de libros (lunes), uno más de grabado abierto a todo público (miércoles) y varios con atención especial a los jóvenes —tan desatendidos por estos rumbos—, con charlas y funciones de cine (viernes). Por el momento, la infraestructura física, económica y hasta emocional de La Cebada corre por cuenta de Flores y su equipo cercano. No han recibido patrocinio de organismo alguno. “Esperamos que los proyectos creen sus propios espacios de sustentabilidad y quizá más adelante tenga diferentes apoyos”, dice Demián, al mencionar la diferencia frente a La Curtiduría, que cuenta con soporte a través de fundaciones (Gigante, Harp y Jumex, entre otras) y becas (FONCA), junto a los espacios autogestivos de jóvenes que llevan sus talleres a Tlaxiaco y Tlacolula. Justo este año, en este espacio curtido se abrirá una tienda que permitirá vender sus productos a los colectivos artísticos y a los artesanos. Además, cabe resaltar la tarea formativa que ha impulsado —con validez oficial a través de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca— a través de las Clínicas de Especialización en Arte Contemporáneo, de donde han egresado alrededor de 80 jóvenes que desde 2009 diseminan sus saberes en espacios museísticos, promotorías culturales y proyectos educativos dentro y fuera del propio estado. Su familia juchiteca es de comerciantes y su padre morelense es poeta, así que Demián Flores creció en ambos universos. Con la Papelería y Ferretería del Istmo, la tienda por excelencia en las cercanías del palacio municipal, el niño se empapó los ojos de imágenes de toda clase de objetos, etiquetas y manuales engalanados con grabados antiguos y hermosísimos. Esa imaginería lo conformó hasta los trece años, así como las revistas que llevaba su padre, hasta que empezó a viajar entre las ciudades de México y Oaxaca. Estudió Arte en la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la UNAM, y tuvo residencias en París, Londres y Nueva York. Además de lo visto en la tienda añeja, se enriqueció con la obra de Alechinski y Durero que colgaba de los muros de la Casa de la Cultura de Juchitán, al hojear las revistas Guchachi’reza y El Alcaraván, impulsadas por Francisco Toledo (su mentor y guía en muchos sentidos, desde la edad de 18 años, cuando lo conoció en el silencio de su Jardín de las delicias); al acercarse en libros a su paisano Sotero Constantino y saber que una imagen de su abuela la había tomado aquel fotógrafo que ahora le animó a desarrollar una serie de pinturas a partir de esa toma y sus recuerdos. “Me gusta que cada proceso de trabajo sea muy concreto y me lleve a una exploración que intenta alcanzar límites. Eso me permite cerrar temas y no volver a utilizarlos, al menos conscientemente. No creo en el estilo pero sí en la libertad creativa. Claro que, a la larga, uno ve un hilo conductor: la reflexión sobre el mestizaje, la memoria, el territorio, el desplazamiento y el sentido de pertenencia. Como me sitúo en el punto en que el arte es espejo de lo que uno es, hablo de lo que me ha tocado vivir y, a partir de esa singularidad, trato de abordar problemáticas globales. Mis comentarios de lo propio se suman a lo que nos atañe a todos como personas”, cierra este creador que trata de revitalizarse todo el tiempo. L Para más información, puede consultar www.bienalhabana.cult.cu / www.lacebada.blogspot.mx, /www.lacurtiduria.blogspot.mx / www.demianflores.com
El coleccionismo según Carlos Ashida
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El curador y galerista murió el lunes 20 de abril. La escena mexicana no puede explicarse sin su entusiasmo y su fidelidad al arte popular ENTREVISTA
N
ació en la Ciudad de México en 1955 pero Guadalajara fue su tierra elegida para crecer en lo profesional, y donde su último cargo fue como curador en jefe del Instituto Cultural Cabañas, mientras que en décadas anteriores fue director de la sección de Artes Plásticas del Departamento de Bellas Artes de Jalisco, director del Museo de las Artes de la Universidad de Guadalajara e impulsor de la Expo Arte Guadalajara, que al inicio de la década de 1990 fue antecedente de la Feria de Arte Contemporáneo, ahora Zona MACO. Ocupó la dirección de los museos Carrillo Gil y de Arte Contemporáneo de Oaxaca e integró el Consejo Consultivo del Museo de Arte Moderno. Fue curador independiente desde 1986. “Me formé como arquitecto y mi opción de cursar esa carrera fue por no haber tenido la valentía de intentarlo en las artes visuales. Era visitante de exposiciones e incipiente coleccionista, y hechos fortuitos me pusieron en el campo de la promoción artística. La primera modalidad que intenté sin éxito fue el modelo de galería comercial: Claudia. Luego tuve una breve experiencia en el gobierno del estado de Jalisco como encargado de la Dirección de Artes Plásticas pero no existían las condiciones para un buen desarrollo. A nivel de galería me interesaba el grupo de artistas que hace veinte años representaba una postura vital atractiva. Se hablaba del regreso a la figuración y el concepto de identidad. “Mis ideas sobre el coleccionismo, y posteriormente sobre la curaduría, han compartido el interés por establecer una relación con los artistas, más allá de la mera adquisición o difusión de una pieza; generar condiciones de aprendizaje y transmitir entusiasmos e interés por el arte entre la gente y proporcionarles a los artistas una mejor proyección de su trabajo. “Guadalajara es una ciudad conservadora y, aunque tiene una tradición cultural muy rica, su promoción de las artes está muy por debajo de lo que le correspondería. La primera reacción en general es quejarnos de esta ciudad y decir que está llena de una bola de indiferentes pero por otro lado he aprendido a valorar cierto mercado disímbolo al de la Ciudad de México y Monterrey, donde todo se explica en términos de poder. Si bien es un modelo dinámico, está marcado por la vulgaridad. En Guadalajara hay ciertas resistencias, pero vencidas éstas hay un gozo más apegado a cuestiones culturales que económicas o de estatus.
“Con el proyecto Arena México me gustaría sumarme a lo que propició Ignacio Díaz Morales al fundar en Guadalajara la Escuela de Arquitectura, vanguardista en su momento; o lo que hizo Víctor Arauz, un sibarita que trató de fusionar las características locales con las propuestas de fuera para enriquecerlo todo. En fin, ese tipo de tapatío cosmopolita que desde su posición estética ha dado voz a Guadalajara y que en algunos momentos ha estado por delante de lo que sucede en el DF y Monterrey. Además, con una tradición artesanal tan rica en el estado, existe una amplia gama de pequeñas industrias que permiten introducir la producción artística sin mucho conflicto y en condiciones amables. Esto ha generado otro tipo de coleccionismo en la familia —hablo de mis hermanos Jaime, Mónica y yo— pues participamos en la gestación de la obra artística. Eso tiene relación con el hecho de que desde hace 18 años tenemos un pequeño taller de textiles que trabaja al servicio del artista contemporáneo. “De alguna manera me precio de haber logrado establecer contacto con los artistas que representan mejor cada momento de nuestro tiempo. El problema en México es que el coleccionismo es una labor desarticulada. Lo que le urge a este país es la profesionalización en un medio como el del arte, dominado por el protagonismo, la envidia y la competencia mezquina. Con las instituciones culturales sucede algo lamentable: si con Fernando Gamboa se construía un coleccionismo que daba testimonio del arte mexicano hasta los años setenta, las décadas posteriores no tienen ningún tipo de presencia en los acervos públicos. El problema es que nadie ha asumido esa responsabilidad. Y no es por escasez de recursos sino por la cobardía para establecer una posición con respecto de la escena nacional. Estamos ante instituciones informes para las cuales la programación de los museos no dibuja nada. Y con respecto del arte contemporáneo, no hay colecciones públicas que estén armadas en función de dibujar y modelar en los públicos las peculiaridades de una época. Eso provoca que no se eleve el nivel cultural del objeto artístico”. L —A.A. *Extractos de la entrevista inédita realizada en Guadalajara, el 7 de agosto de 2001.
LABERINTO
El rito (detalle), 1987-1988
El primer sueño de Edipo, 2002
Arturo Rivera
Indagaciones del murc Con dos ensayos y una entrevista festejamos el cumpleaños 70 del pintor que, como nadie en México, ha explorado la convulsa belleza de lo terrible. Desde su estancia en Alemania en 1979, su trabajo crea oscuridades sobre las cuales se proyectan las miserias y pasiones humanas Ernesto Lumbreras
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Nacido en la Ciudad de México el 15 de abril de 1945, la educación elemental de Arturo Rivera en el Colegio Alemán lo marcó, al mismo tiempo, en los rigores de la disciplina como en lo curiosidad por lo oculto y lo terrible. A su manera, como Caspar David Friedrich, asumió que “El pintor únicamente debe pintar. Ya que el ojo espiritual capta, por mediación del ojo corporal, lo que el vulgo considera pretensión y pecado”. 2. ¿Conservará, en la entrada de su casa de la calle Amatlán, en la Condesa, ese cuadro titulado La medusa (2001), singular ama de llaves que da la bienvenida a los visitantes, de rodillas, mostrando la desnudez del vientre y de un pubis lampiño, enjoyado el cuello y la cintura, cubiertos los senos con una mantilla de luto que hace eco con el color de sus ajustadas medias? Fascina e intimida el porte de la bella terrible, la mirada inclemente, el movimiento de las manos, sensual y enigmático que nos pone sobre aviso de los objetos que, ahora mismo y por la eternidad de la pintura, están cayendo ante la mirada hueca del cráneo serpentino de Medusa dispuesto en un platón. Me pregunto: ¿qué pasatiempos tendrá la codiciada y temida sirvienta de Arturo Rivera durante su día de descanso? Obedeciendo la cartilla de la lógica, es dable imaginarla como una asidua visitante del serpentario de Chapultepec y pensar, por supuesto, que gasta la mitad de su salario en
depilar “a la cera perdida” la selva selvaggia de su monte de Venus. Desde otro territorio de la razón, inhóspito y en permanentes metamorfosis, imagino a la diligente mucama emplear buena parte de su tiempo libre en el lavatorio de los ojos del pintor, dispuestos en una pecera compartida —al menos en las horas que corren en esta jornada de un abril no demasiado cruel— con un par de cangrejos azules, un reloj de bolsillo detenido a las 3:45 y unas espigas de trigo verde que se agitan con el movimiento de los crustáceos. 3. En lo que dura un eclipse lunar, su colección de animales disecados —armadillos, lechones, murciélagos, liebres, búhos, coralillos…— recuperan la vida pero no pueden moverse; estatuas de escritorio, repasan con sus húmedas pupilas el instrumental y los materiales del pintor, los cuadros concluidos y a medio hacer, incluso se conmueven al observar las sombras de sí mismos proyectadas en los muros. Cuando sus figuras sean llevadas a un lienzo, semanas o meses después del fenómeno celeste, conservarán ese brillo ocular de vida quieta pero amenazante y, tal vez, algún espectador minucioso descubra la tensión y el impulso contenidos en esos ejemplares como de fábula narrada por un idiota “entre el sonido y la furia”. 4. En 1981, por invitación de Fernando Gamboa se presenta una amplia muestra de su trabajo en el Museo de Arte Moderno; los reflectores de la caprichosa fama caen sobre su joven talento. Sin embargo, los frutos
Autorretrato, 2011
del éxito comercial y de crítica arrojarán al pintor al “corazón de las tinieblas”, “a la noche de Walpurgis y a la más oscura del alma”. El alcoholismo y las adicciones químicas aceleran y agravan la caída. Con toda seguridad, durante esa etapa crucial, esta cuarteta de Manuel José Othón cumpliría las veces de un retrato de su ator-
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de portada IMAGENES: ARTURO RIVERA
El riesgo y la aventura de su obra se localizaban en la capacidad de ampliar el espectro de visión sobre realidades apenas intuidas por la inteligencia y los sentidos
ciélago mentado espíritu: “Quise entrar en tu alma y ¡qué descenso!/ ¡Qué andar por entre ruinas y entre fosas!/ ¡A fuerza de pensar en tales cosas/ me duele el pensamiento cuando pienso!” El reposicionamiento posterior trajo, a la superficie de lo visible, a un pintor para quien el virtuosismo técnico quedaba ahora en un plano netamente artesanal; en este nuevo escenario, el riesgo y la aventura de su obra por venir se localizaban en la capacidad de ampliar el espectro de visión sobre realidades apenas intuidas por la inteligencia y los sentidos. La múltiple lección de Velázquez fue medular para la consecución de sus planteamientos plásticos de aquel periodo. La exposición compilada en el catálogo Historia del ojo (1991) nos entregaría piezas en las cuales la composición del todo y las partes trasciende el tema a recrear o deconstruir; ahora, el ojo del espectador es “tocado” por algo más que una ilusión o una representación con aspiraciones de verismo. A partir del “trazo escénico” de los personajes y elementos del cuadro, de sus correspondencias y tensiones, de sus lenguajes secretos y misterios solo entrevistos, sumando además su (in)acabado material, entre borrones y veladuras, luces y sombras alejadas de todo realismo, la pintura de Arturo Rivera mostrará, desde entonces, la nervadura, las vísceras y el esqueleto de las pasiones humanas, metafórica y literalmente. 6. Una mañana, compartiendo un expreso doble, en una mesa de la Fonda Garufa, le arrojo a mansalva esta provocación: “Tú deberías pintar el pasaje del Canto XXXIII del Infierno de Dante, donde el conde Ugolino le come los sesos al arzobispo Ruggiero”. 7. Una tarde del lejano 2000, en su taller, me confiesa que viene cavilando pintar un lienzo con el pasaje bíblico de Susana y los viejos; incluso, en aquella plática me compromete en calidad de modelo, llegado el momento
en que pintara canas o calva, para ejecutar dicha pieza. Me temo que ha llegado la hora de pasarle la esponja y el jabón —cerrando los ojos del alma, claro está— a la perturbadora doncella pintada por Tintoretto, Rubens, Guercino y tantos otros pinceles. 8. Su Homenaje a Sor Juana (1999), “ese silogismo de colores” de belleza íntima y serena, me recuerda su cercanía vital y su complicidad propiciatoria con la poesía y con algunos poetas: Eduardo Lizalde, Juan Gelman, Francisco Hernández… 9. En sus mocedades, en la Escuela Nacional Preparatoria, Manuel Rivera Silva, futuro miembro de la Suprema Corte de Justicia en tiempos de López Mateos y padre del pintor, colaboró en la revista Barandal (1931–1932) al lado de los juveniles Octavio Paz (Lozano), Salvador Toscano y Julio Prieto. En el número 2 de la publicación, debutaría con un ensayo titulado tímidamente “Algo sobre la poesía”. Al final de esas cuartillas anota una suerte de credo de ímpetus rupturistas: “Una poesía espontánea, sin ninguna raíz en el pasado, poesía que es instante y no arqueología ni futurismo; poesía que es leño que se está consumiendo y no pavesa o leña por quemar”. 10. Como su venerado capitán Julio Ruelas, pasaría una estancia en Alemania, valiosa en su formación artística y vital. Invitado por Max Zimmermann, a quien había conocido en Nueva York en 1979, trabajaría como su ayudante en la Kunstakademie de Múnich durante dos años. Al legado del “entusiasmo y la quietud” de raíz romántica, en esta residencia sumará una enseñanza sustantiva para conectar su lenguaje visual en ciernes con obras y corrientes del arte contemporáneo: Paul Klee, Max Ernst, Vasili Kandinski o Franz Marc, figuras estelares de la renombrada academia fundada por Maximiliano I de Baviera. 11. En 2005, de nueva cuenta, la filiación germana tocaría a su puerta para anunciarle que compartía el premio internacional de la II Bienal de Beijing con los pintores Anselm Kiefer y Gerhard Ritcher. En octubre del año 2000, en conversación con el poeta venezolano Rafael Cadenas durante su primera visita a México, coincidíamos en resaltar la extraordinaria exposición El rostro de los vivos, presentada en el Palacio de Bellas Artes. Palabras más, palabras menos, me confió que “antes de conocer la obra de Arturo Rivera solamente Anselm Kiefer me había conmocionado cuerpo y alma de tal forma”. 12. Si me dieran a elegir tres piezas ejecutadas en los noventa me quedaría con Ecce Homo (1993), Angelito (1995) y Saturno (1997). Pero apenas termino mi avara lista, a toda costa deseo incorporar La dulce espina dorada (1990), Ejercicios de la buena muerte (1999), El ángel necesario (1994) y cinco o seis cuadros más. Mi antología de los siguientes tres lustros arrojaría una docena de indiscutibles capolavoros que toda pinacoteca de mérito, en cualquier punto del planeta, soñaría en reunir dentro de su colección. 13. ¿Qué nos muestra y qué nos oculta el pintor en sus múltiples y renovados autorretratos? Más allá de los datos de su biografía y de los avatares del tiempo en su cuerpo, esas indagaciones, a un mismo tiempo anatómicas y psicológicas nos revelan, sin temor al equívoco, el arte de la pintura en todo su esplendor y extrañeza. En obras como El cirujano y el pintor (1992), Autorretrato a tres manos (2003) y Autorretrato (2003) encontramos respuestas tácitas e irrevocables en torno del valor y del lugar de la pintura en nuestros actuales “tiempos de miseria”. 14. ¡Feliz cumpleaños y larga vida para Arturo Rivera! L
LA DESACRALIZACIÓN DEL SER HUMANO Avelina Lésper
E
l libre albedrío es una carga insoportable. Resignarnos a la imposibilidad de cambiar nuestro destino nos permite dejar en manos de un ser superior esta difícil tarea. No vemos que somos terribles y que nos hundimos en nuestros vicios como en un designio inquebrantable. La representación artística del horror social, de la abyección humana es la revolución del libre albedrío: decide señalar, exhibir, definir. El artista que elige mostrar la desgracia humana nos hace conscientes de lo que somos. Arturo Rivera ha construido su obra a través de la transgresión de pintar en un lienzo lo que no queremos ver, se sumerge en lo más terrible: la deformación por el exceso de dolor, de la soledad, de los vicios, del abandono. Rivera niega al hombre bueno por “naturaleza”, como afirmaba Rousseau, desacraliza nuestra imagen como reflejo de un ser superior, y se pliega a la determinación filosófica de Sade: somos terribles y esa fealdad es una versión visible del horror interno que muchas veces nos traspasa la carne. Las pinturas de Rivera de seres despojados de idealismo muestran todo lo que ocultamos y hace presente la verdadera esencia de muchos seres. No sabemos si actúa con una enorme piedad, o con la desaforada increpación de Sade, pero Rivera hace que miremos, que observemos porque pinta con la belleza del barroco, nos seduce para golpearnos. En la obra filosófica de Sade, como en la pintura de Rivera, el otro somos nosotros, no hay un él, hay un yo, compartimos esos momentos de delirio, de deformidad, de angustia. Esa manifestación física del ser que pinta Rivera se podría llevar a una metáfora de lo invisible del ser. En algún momento de nuestra vida hemos sido terribles y esa extrema versión se materializa en las pinturas de Rivera. La marginación del otro también es la de nosotros, el estado ideal de las personas, la felicidad o perfección que genera la publicidad como una imposición emocional, estética y económica obliga a la sociedad a pensar que el ideal individual sucede dentro de esos rangos, cuando eso es una invención para incitar al consumo, la realidad no es así. La realidad es dura, es un golpe que no alcanzamos a evadir y que nos involucra aunque lo neguemos con toda la fuerza del autoengaño. La pintura de Rivera nos enfrenta con un espejo que rompe con el ideal impuesto, encierra en las fronteras del lienzo a los especímenes de nosotros mismos que evadimos, narcotizamos y mentimos. Estos seres son el desdoblamiento que sufre una persona cualquiera cuando la extraordinaria presencia de la desgracia, del dolor o de la enfermedad rompe su frágil equilibrio y se apodera de su vida. La belleza de la realización pictórica, del fenómeno del color, la composición, la construcción anatómica, le da carácter de verdad, es el lienzo el que nos identifica a nosotros. Todos hemos sido en algún momento de nuestra existencia el aullido solitario de Rivera, así como hemos sido el sueño de una pareja de Courbet o hemos sido el hambre de Picasso. La pintura nos da esa realidad que no queremos darle a nuestra realidad. Hemos bebido el agua de un vaso de Chardin, o nos estremecemos con la guerra de Dix, necesitamos ese puente que tiende el arte a través de la realidad recreada, el lazo entre la realidad brutal y nosotros. En un homenaje a Caravaggio, tomando ese juego macabro de inventar la propia muerte, Arturo Rivera hace un autorretrato: la cabeza cercenada en las manos de Salomé es él, San Juan Bautista es él. Lleva la tragedia a nivel personal para desmitificar su imagen creadora y para humanizar al personaje mítico. Con esa cabeza cercenada Rivera está expiando su propia existencia, su obra, su talento, la construcción de una identidad simbólica, es la postración ante el altar de la creación que pide lo insaciable. La libertad de pintar, de inventar en cada obra se contiene en la imposibilidad de dejarlo de hacer. Una vez que se ha probado la revelación del arte, esto no puede abandonarse. Es un ejercicio de voluntad, que paradójicamente esclaviza, es una adicción que va más allá de la razón. Ese hombre decapitado en la pintura misma es el pintor, es Arturo Rivera ofreciendo su cabeza para que sea entregada al arte. L
08 b sábado 25 de abril de 2015
MILENIO
de portada
“Que alguien me diga dónde puede exhibir un pintor” ENTREVISTA ESPECIAL
Vianey Fernández
en pintura? Quiero ver la obra de esos doctores. Las autoridades culturales están convencidas de que es lo nuevo e impera la regla de estar a la moda. El chiste del arte es producir. Para mí lo es pintar, lo demás no me interesa”.
E
l mundo de Arturo Rivera está poblado de sangre, esqueletos, cerdos, pollos, instrumentos quirúrgicos, mujeres y cráneos... y más cráneos. En su lienzo vive y convive la figura del ser vivo expuesta, desgarrada. ¿La dualidad entre la vida y la muerte? ¿La fidelidad del horror? ¿“La belleza de lo terrible”?, como dicen algunos críticos. ¿O simplemente una curiosidad irreverente? “Todo mundo dice que mi obra habla de la muerte, aunque en ella por lo regular hay cráneos, no muerte. Mi obra no es de luz, es de oscuridad, pero en ella también hay mucha esperanza, mucha vida. Está la naturaleza del ser humano tal y como es” —dice el pintor mexicano que el 15 de abril cumplió 70 años de vida. Rivera da la razón a quienes ven dolor en sus cuadros, “porque pinto lo que vivo y la vida es dolorosa; las ausencias, las muertes, la misma política te deprime”, dice. En la piel aflorada, en los huesos descarnados, la desnudez impávida, sus trazos reflejan también una obsesión desarrollada desde la infancia. “Me encantan las cuestiones médicas, creo que soy un médico frustrado. Tengo una amiga doctora que me ha permitido estar en autopsias. Me encanta ver el cuerpo humano en su estado puro”. “Hice apenas un retrato a una señora muy rica y me lo devolvieron porque no les gustó: era muy oscuro. Yo pinto lo que veo, no como quieres que te vea o como pienses que voy a verte”. Al otro extremo de la sala, en uno de sus grandes libreros, Rivera guarda sus otras pasiones: la música, la literatura (en especial la poesía) y la anatomía. Le ha otorgado un espacio específico a los discos de Shostakóvich, PJ Harvey y 50 Cent; a compilaciones de la obra lo mismo de Juan Gelman que de José Clemente Orozco, y a tratados de anatomía. Y enfilados con sumo cuidado y pulcritud, destacan los huesos de un pequeño venado que aún conserva los cuernos y deja al descubierto la dentadura. La naturaleza sin ornamento. ◆◆◆ De sus 70 años, por lo menos 50 los ha dedicado a la pintura —un hito en su carrera, que él subraya, fue su primera exposición en el Museo de Arte Moderno (MAM) en 1982—. Tras egresar de la Academia de San Carlos y de un autoexilio en Nueva York, donde conoció al pintor Max Zimmermann, quien lo invitó a trabajar con él en Munich, Rivera regresó a la escena artística mexicana de la que nunca se ha sentido parte. “Llegué aquí y estaba muy desprendido de la plástica. Conocía a José Luis Cuevas, a todos los de la Generación de la Ruptura, que no era mala. Cuando alguien habla de una escuela determinada hay gente que sigue, continúa y aporta, pero yo siempre pensé que la pintura es para conmover, para que se sienta, porque el arte no se entiende, se siente”, dice minutos después de encender un puro, su vicio irrenunciable. “No encajaba porque traía otro estilo, era realista. Además, Teresa del Conde, la crítica de arte que le dio nombre a ese movimiento artístico en México, me odiaba. Jamás iba
a ser parte de ese grupo”, agrega. Exponer en el MAM fue obra de Fernando Gamboa quien, en palabras de Rivera, durante su gestión como director del recinto, de 1972 a 1981, le dio espacio a aquellos artistas que no eran parte del canon ni cumplían con cuotas de amiguismo. El Rivera disonante no solo era —quienes lo han escuchado hablar saben que suelta lo que piensa sin pudor alguno— reticente a formar parte de una escuela sino al discurso en torno a su propia obra. “Yo ya venía de Alemania con un lenguaje personal. Ahí adquirí mis influencias, que fueron Rembrandt y Van Gogh. No copiaba a nadie. No digamos copiar, sino sentir la fuerza de alguien y tratar de ser él. Así es como te vas haciendo y formando: encuentras un lenguaje personal. Pero yo no lo encontré aquí, lo encontré en Alemania”. Arturo Rivera insiste en que su arte es inclasificable. “A veces dicen que es realismo… Yo también lo he dicho pero tampoco es del todo cierto. El realismo es del siglo XIX, con Gustave Courbet y Jean–François Millet. Ahora bien, qué arte es clasificable. Hay pintores mexicanos importantísimos a quienes nadie les da una clasificación y ni los pelan porque prefieren darle espacio a esas instalaciones del condón pegado”. La imagen de un condón como pieza de museo muestra al Rivera iracundo. Se abre la puerta para hacer valer su postura
contra lo que críticos de arte e instituciones culturales han perfilado como arte contemporáneo. “No estoy en contra de estas nuevas manifestaciones artísticas, pero tampoco me interesa hablar de ellas. Me molesta que en México se cierren los espacios para los pintores. Los museos de México están secuestrados, ya se lo dije a la nueva directora de Bellas Artes [María Cristina García Cepeda]”, dice. “¿Por qué secuestrados?... Que alguien me diga en dónde, que no sea el Museo de Arte Moderno, puede exhibir un pintor. ¿El Tamayo? Cuando Cristina Gálvez fue la directora programó exposiciones de pintura, como Rufino Tamayo lo quiso en vida, pero al instante en que se les ocurrió cambiarle el nombre y designarlo Museo Tamayo de Arte Contemporáneo los artistas ‘emergentes’ se robaron el concepto de contemporáneo. De igual manera, los cuates que lo dirigen se clavaron con la etiqueta y decidieron poner cualquier cosa que para ellos significara arte contemporáneo”. Con sorna, Arturo Rivera recuerda el día en que una muestra exhibió “unos hígados enormes” en el Museo Nacional de Arte ante el azoro de los visitantes. “Para empezar, ya no existe la Escuela Nacional de Artes Plásticas. Ahora es una Facultad de Artes y Diseño. ¿Cómo puede ser que un oficio se convierta en carrera? ¿Cómo es que puedes ser doctor
◆◆◆ El niño que mataba el aburrimiento dibujando en sus cuadernos durante sus clases en el Colegio Alemán, y cuya curiosidad le hacía mirar la revista de la Pinoteca Nacional que gustaba a su padre, supo muy pronto que sabía ver. “El pintor aprende con los ojos como el escritor aprende leyendo”. La teoría y la técnica, asegura Arturo Rivera, vienen después, con el trabajo y la disciplina. Rivera nunca está quieto. Mientras pinta, puede entrar y salir de su estudio una y otra vez; mientras platica, puede fumar y apagar el cigarrillo o servir agua y café una y otra vez; mientras pasa el tiempo, puede experimentar con sus lienzos. Frente a él, una mujer doma a un cerdo de casi dos metros de altura. La escultura es parte de una serie que moldeó el año pasado en las que el cerdo, dice, representaba el erotismo. “He trabajado poca escultura, las cosas que hice fue porque me las propusieron y decidí intentarlo. Actualmente hay modeladores para las obras; por ejemplo, las de Cuevas se hacen en la misma fundidora a la que yo envié estas esculturas. Ya se saben las de Cuevas de memoria, y nada más firman”. Aunque dice que dejará de experimentar hasta que muera, sabe cuál es su lugar en el mundo: “soy pintor y no escultor”. Considerado uno de los más importantes pintores mexicanos vivos, trabaja actualmente en una exposición de 21 pintores mexicanos en el Museo de la Ciudad de México, que abarca a jóvenes y consagrados como Benjamín Domínguez, todos inspirados por Rivera. “Estará lista en dos meses. Pensábamos titularla El infierno de lo bello, pero dije ya basta de terrible, horrible, infierno. A estos pintores y a mí nos une la oscuridad y no la luz de la pintura, pero ya basta. Se llamará Pausa”. ◆◆◆ El último cuadro tiene un telón de fondo que se desborda. Dos hermanos que murieron relativamente jóvenes, uno en un accidente y otro de una sobredosis. Un padre frío y distante. Matrimonios, divorcios, amores, ausencias. A Rivera hay que permitirle asegurar que la vida duele. “Debo aceptar que el hecho de que nadie me pelara me afectó mucho, sobre todo al principio. No puedo decir que fui un malentendido porque he vivido de la pintura; sé que me voy a morir con un pincel en la mano”. Por momentos, Rivera olvida la paleta de colores sombríos que caracterizan sus cuadros. Bromea y sonríe, sin dejar de lado el puro. “Físicamente me siento bien, nomás que lo resiento cuando entro en depresiones. Han pasado muchas cosas en mi vida: tengo una válvula artificial en el corazón, me operaron hace 18 años, tengo una clavícula de fierro… En fin, muchas cosas han pasado y hay veces que no las recuerdo. Yo solo quiero seguir pintando”. L
sábado 25 de abril de 2015 b09
LABERINTO
en librerías Para acabar con Eddy Bellegueule
El murmullo de las abejas Sofía Segovia Lumen México, 2015 481 pp.
Édouard Louis Salamandra España, 2015 187 pp.
E
sta es, dice la autora, “una novela de ficción inspirada en la historia real de un pueblo de la zona citrícola del norte de México”. Conviven personajes imaginarios con otros de probada existencia, como si no hubiera más propósito que el que guía la imaginación. En el origen de Simonopio, el protagonista, se cifra toda la novela: una vieja nana lo encuentra en el monte con apenas unas horas de nacido, cubierto de abejas y sorprendentemente indemne. El niño no solo marcará de forma irremediable a la familia que lo toma en adopción sino a Linares entero, durante los años revolucionarios.
E
sta es una novela sobre el bullying vivido en carne propia. Eddy Bellegueule, el personaje de la historia, es un chico tímido, sumiso e introvertido, que vive un calvario cotidiano: en el hogar, su familia lo trata a palos; en la escuela es presa permanente de una pandilla de abusadores. Aunque Eddy Bellegueule existió ahora está muerto, sus despojos —o lo que queda de él— se hallan tras la firma de Édouard Louis, quien tuvo la paciencia, el arrojo y las agallas para conjurar su fatídico destino de pobreza, violencia y humillación.
AMBOS MUNDOS ESPECIAL
Recuerdos de México
El papel de nuestras vidas Sadie Jones Tusquets España, 2015 361 pp.
Luis Hahn Conaculta México, 2015 61 pp.
E
n la década de los setenta, tres amigos (Luke Kanowski, Paul Driscoll y su novia Leigh Radley) forman, sin tener gran presupuesto, una compañía de teatro en Londres. Aunque ambiciosos, el éxito y la fama les importa poco, la única finalidad es hacer lo que les gusta. Sin embargo, el proyecto prospera inesperadamente y los tres amigos asisten a un súbito cambio que transtorna todo lo que eran: Kanowski se enamora de una actriz dañada emocionalmente, la pareja cede a un vértigo autodestructivo. Con esta novela, Jones recrea el clima y el temperamento generacional de Inglaterra en 1975.
Vidas mexicanas
E
s probable que Luis Hahn llegara a México antes de 1857 y que haya nacido en Alemania en 1815. Tras unos años como botánico, se consagró a la enseñanza de la música y a la composición de piezas como las que conforman Recuerdos de México. Con textos de Guillermo Tovar de Teresa, Luisa del Rosario Aguilar Ruz y Vicente Quirarte, este libro reproduce las once litografías que acompañaron a las partituras de esas piezas musicales, confeccionadas por M.C. Rivera en un taller de la hoy calle Venustiano Carranza, en el Centro de la Ciudad de México. Nostálgicos, asegúrense un ejemplar.
Por los caminos de Cien años de soledad
Gisela von Wobeser (coord.) Fondo de Cultura Económica México, 2015 291 pp.
E
Entre Bogotá y Macondo
Satoko Tamura Aguilar México, 2015 296 pp.
n contraportada, los editores formulan lo siguiente: “¿Qué tienen en común Malintzin, Antonio Valeriano, sor Juana, Miguel Hidalgo, Antonio López de Santa Anna, Ramón Corona, Venustiano Carranza, Álvaro Obregón, Frida Kahlo y Octavio Paz? Que sus vidas pueden ayudarnos a entender a México”. Entonces, las semblanzas escritas por Antonio Ruibal, Josefina Zoraida Vázquez, Javier Garciadiego y Enrique Krauze, entre otros historiadores, prometen revelar las afinidades y diferencias del puñado de personajes que protagonizaron un momento decisivo en los siglos mexicanos.
L
os estudios sobre García Márquez ya sumaban no pocos volúmenes en vida y ahora con su muerte crecerán todavía más. El interés del presente libro radica en que lo ha realizado una escritora de Japón, lo cual no deja ser algo exótico. Satoko Tamura cuenta en el prólogo que llegó al círculo del autor de La hojarasca por azar (originalmente solo quería concertar un encuentro entre un colega japonés y el escritor colombiano). Subtitulado Un cuarto de siglo con Gabriel García Márquez, sus intenciones son recorrer los diversos sitios que dieron origen a la obra de Gabo.
Laberinto felicita a su colaborador y amigo
Álvaro Uribe por la obtención del
Premio Xavier Villaurrutia 2015
La capital de Colombia
Santiago Gamboa Facebook: Santiago Gamboa–círculo de lectores
L
a pequeña ciudad de provincia o más bien el pueblo imaginario se toma este año la capital, porque Macondo es el “país” invitado de la Feria del Libro de Bogotá. Ese modesto lugar que empezó siendo “una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos” y que quedó para siempre en la geografía literaria de América Latina al lado de la Santa María de Onetti, o la Comala de Rulfo. Pero entre Bogotá y Macondo no nos engañemos sobre cuál de las dos es en realidad la aldea. No me extrañaría que en mundos lejanos haya muchas más personas que puedan ubicar Macondo de las que podrían señalar a Bogotá en un mapa. E incluso a Colombia, si nos vamos a los confines de la región occidental. En una ocasión, un peluquero musulmán de Nueva Delhi me preguntó de dónde era yo, mientras intentaba darme un aspecto respetable a golpe de tijera. Le respondí diciendo, “¿de dónde cree?”. Se detuvo un instante, me miró y sonrió: “Ya sé”, dijo, “¡el señor es de Cachemira!”. Le dije que no. El segundo país de origen que me endilgó fue Irán. Dije otra vez que no, y al ver que se acariciaba la barbilla y dejaba de cortar, decidí decirle: Colombia. El hombre volvió a sonreír y exclamó: “¡Hermosa ciudad!”. Lo miré extrañado, pero casi de inmediato agregó. “Yo estuve una vez en Colombo, es muy bella”. No voy a decir que él sí sabía de Macondo, pues no
se lo pregunté, pero ilustra lo poco conocido que es mi país apenas uno se aleja un poco. En otra ocasión, en Indonesia, un grupo de jóvenes estudiantes musulmanas de la Universidad de Yakarta, todas con velo, me miraron con la misma sorpresa cuando les dije que Macondo, el pueblo de Cien años de soledad, se situaba idealmente en el Caribe colombiano. No sabían nada de Colombia, mucho menos que hubiera un Caribe colombiano, pero sí sabían de Macondo. Habían hecho trabajos sobre los pueblos de sus islas, desde Sumatra hasta Flores, argumentando que Macondo podía estar en una isla del Pacífico, porque, decían, esa fue la zona del mundo que se creó más recientemente. Sería inútil hacer la cuenta de bares que, en Europa, desde Moscú hasta Lisboa, tienen el nombre de Macondo, seguramente ignorando que es una marca registrada. Si hablamos de sesudos estudios literarios o de tesis universitarias en la vasta geografía de universidades del planeta, me atrevería a calcular una proporción de diez a uno a favor de Macondo. Y por último la población: cuando la novela cumplió 40 años, la agente literaria Carmen Balcells dijo que se habían vendido 50 millones de ejemplares, grosso modo, es decir que la aldea de chozas de barro y cañabrava tenía ya más habitantes que la Ciudad de México, Nueva York y París juntas. Por todo lo anterior me permito afirmar que es al revés. En esta Feria del Libro es Bogotá, esa pequeña aldea, la que está invitada a Macondo. L
10 b sábado 25 de abril de 2015
MILENIO
cine ESPECIAL
Juliano Ribeiro Salgado
“Queríamos que el espectador tuviera la sensación de estar junto a mi padre” La sal de la tierra documenta el proceso creativo del fotógrafo Sebastiao Salgado, ejercicio que pone de relieve la búsqueda estética del también cineasta Wim Wenders ENTREVISTA Carlos Jordán gonzalezjordan@gmail.com
D
esde hace cuarenta años, el fotógrafo Sebastiao Salgado recorre los continentes captando la mutación de la humanidad. Testigo de grandes acontecimientos —conflictos internacionales, hambruna, éxodos—, ahora emprende camino hacia territorios vírgenes, en el marco de un nuevo proyecto. Su hijo Juliano Ribeiro, quien lo acompañó en sus últimas travesías, y Wim Wenders, se propusieron seguirlo y contar su historia en La sal de la tierra, documental ganador del Oscar, el Premio Especial del Jurado en Cannes y el del Público en San Sebastián.
La película muestra un cambio en el proceso creativo de Sebastiao Salgado. ¿Fue eso lo que motivó el documental? La idea surgió en febrero de 2009, cuando Sebastiao me sugirió que lo acompañara a visitar una tribu de indígenas brasileñas. Nuestra relación era mala. Al principio no quería ir pero al final me dejé convencer. Lo pasamos bien, filmé algunas cosas y al ver la primera edición mi padre se conmovió. Ahí se abrió la puerta para hacer una película. La cuestión era encontrar algo interesante desde el punto de vista dramático. Año y medio después, se me ocurrió compaginar el trabajo fotográfico de Sebastiao Salgado con la historia sentimental de mis padres, y por supuesto que yo podía hacer la entrevista, así que pensamos en Wim Wenders.
¿Lo invitó por la amistad con su padre? Por varias razones. La amistad es importante pero Wenders también es fotógrafo y director, es decir, podía hablar con Sebastiao acerca de la imagen. Por si fuera poco, es uno de los genios del cine contemporáneo. La película inicia con sus clásicas series sociales y termina con su trabajo sobre el Génesis, un proyecto más místico y naturalista. Queríamos hablar de cómo Sebastiao aprendió a viajar y a relacionarse con las personas. Él entendió su responsabilidad y por eso se dedicó a denunciar la injusticia. Durante años se movió por este camino pero llegó un momento en que se quebró. Fue así como entró en contacto con la naturaleza y transformó su manera de trabajar. Hizo a un lado el periodismo para compartir una visión artística del mundo. Ya lo había percibido y al final fue el argumento que me ayudó para convencer a Wenders de participar. ¿Por eso emplea una estructura cronológica y casi bíblica? Estas son las contradicciones de Sebastiao: es un tipo marxista, de izquierda, racional; es un economista que entiende los conflictos del mundo pero que instintivamente encuentra una simbología religiosa en sus fotografías. ¿Cómo conciliaron usted y Wenders la estética poética del filme? Nuestra estética era modesta porque decidimos dejar las fotografías de Sebastiao en primer plano. Existe la percepción de que la película tiene varios movimientos de cámara pero no es así. Hicimos un zoom y tres fades, es decir, en 110 minutos todo es foto fija. Queríamos que el espectador tuviera la sensación de estar junto a Sebastiao mientras trabaja. Al principio habló de la mala relación entre usted y su padre. ¿Mejoró su trato con el filme? A través de la película, descubrió mi amor por él. En mi caso, fue paradójico porque mi reencuentro con su figura fue a través de las entrevistas e historias que le contó a Wim Wenders. Creo que necesitaba que mediara alguien de fuera para acercarme. Por fin pude comprender sus ausencias y entender su vocación por compartir cosas bellísimas con mucha gente.
La sal de la tierra es una bella manera de llamar al ser humano. ¿A quién se le ocurrió? A Wim Wenders. Lo mencionó en uno de los crossover y cuando lo escuché, de inmediato supe que ese debería ser el nombre de la película. L
HOMBRE DE CELULOIDE ESPECIAL
El último canto de Resnais Fernando Zamora @fernandovzamora
L
a última película de la Muestra es al mismo tiempo la última obra de Alain Resnais. La Nueva Ola Francesa cierra un ciclo con Aimer, boire et chanter, que en México clausura la 58 Muestra Internacional de Cine. La evolución de la narrativa y sobre todo del cine como arte hacen de ésta una obra imprescindible. Lo es por la actuación, por la máxima que dentro de la ficción repiten los personajes de Resnais; una moraleja que es la de todo aquel arte que culminó en la Nueva Ola: el cine y la vida son dos realidades distintas. No se puede privilegiar una sin depreciar la otra. En forma similar al testamento visual de Fellini (La voce della Luna), Resnais retoma sus temas, pero los subordina a la crítica que ve en la ficción un universo tan importante como éste que creemos real pero está hecho de verdades enajenadas. Hay que decir también que, como sucede con La voce della Luna, la última obra de Resnais es un trabajo menor. No sucede como con Tarkovsky quien en El sacrificio terminó por decir todo lo que tenía que decir. Aimer, boire et chanter está lejos de la contemplación inquietante de Hiroshima mon amour,
no goza de la crítica un tanto irónica que, contra el capitalismo, la Nueva Ola siempre lanzó y que Resnais denunció en Mon oncle d’Amerique. La última película de Resnais culmina solo con un toque de amor por la vida que a algunos críticos les ha resultado más próximo a la frivolidad que a la exaltación de quien sabe que ya no volverá a filmar. Unos actores aficionados tienen que interrumpir sus ensayos porque se han enterado que uno de sus amigos está a punto de morir. Georges el moribundo es, tal vez, el mismo Resnais. Basada en una obra de teatro, la película no pretende engañar al público para introducirlo en un entretenimiento alienante. Fiel hasta el último de sus alientos a las ideas de La Nueva Ola, Aimer, boire et chanter permanece lejos del “estilo de continuidad” hollywoodense que —en pocas palabras— se plantea como propósito alejar al espectador de su realidad para introducirlo en un mundo de ensueño en el que todo es posible. Pero, ¿cómo podría un creyente en los dogmas de la Nueva Ola tratar de sumergirnos en una ficción que nos hiciera olvidar la vida cotidiana? ¿No significaría un empeño semejante aceptar en el fondo que el cine es una realidad menor? No. En su teatralidad, en las actuaciones subidas de tono, en el colorido de los decorados, estos hombres y mujeres que viven el luto bebiendo, amando y cantando confirman que mientras exista quien
Aimer, boire et chanter (Amar, beber y cantar). Dirección: Alain Resnais. Guión: Alan Ayckbourn, Laurent Herbiet, Alain Resnais y Jean–Marie Besset. Fotografía: Dominique Bouilleret. Con Sabine Azéma, Hippolyte Girardot, Caroline Silhol, y Michel Vuillermoz. Francia, 2014. piense que la realidad fílmica es paralela a nuestro mundo habrá cine; que mientras exista quien sostenga que realidad y ficción son ilusiones igualmente importantes en la historia humana, la Nueva Ola sigue viva como Resnais. Después de todo, de cosas así hemos teorizado desde tiempos de los griegos: el teatro en el teatro, la ficción en la ficción. El papel de la narrativa en todo lo que hace a lo humano justamente llamarse humano. L
sábado 25 de abril de 2015 b 11
LABERINTO
escenarios CORTESÍA INBA
Pininos en la crítica teatral MERDE! ESPECIAL
Braulio Peralta juanamoza@gmail.com
E La obra dirigida por Enrique Singer se presenta de jueves a domingo en la Sala Villaurrutia
Deseos petrificados La adaptación teatral de La mujer justa, novela del escritor húngaro Sándor Márai, confronta a tres personajes que en la encrucijada de la vida advierten los insoportables cambios que trastornan su existencia TEATRO Alegría Martínez alegriamtz@gmail.com
L
os personajes de Sándor Márai dejan de nueva cuenta la novela para llegar a la escena donde la palabra retoma un poder distinto. La ausencia de amor en el matrimonio de dos mujeres casadas en distintos momentos con un mismo hombre, que tampoco pudo acercarse al corazón de su amada, resuena como eco lejano, como un recuerdo que se hace presente en la evocación de tres vidas congeladas en el anhelo. Las figuras de la amiga, el amigo, el amante, con quienes los protagonistas de esta relación triangulada comparten su historia de infidelidad, obsesión y ajuste de cuentas en la creación literaria del autor húngaro, no están presentes en la versión dramática, donde el espectador toma su lugar y se vuelve el escucha de los acontecimientos que operan en contra de Marika, Peter y Judit, esposa, marido y ama de llaves, más tarde segunda esposa, respectivamente. Enrique Singer dirige la obra de Márai adaptada por Hugo Urquijo y Graciela Dufau, director y actriz argentinos que la escenificaron en su país, donde recibieron el premio a la mejor adaptación en 2012. Su trabajo conserva una buena densidad de las frases clave que posee el original y deja que los personajes hablen de lo que internamente los impulsa hacia la caza del objeto de su obsesión en fuga constante. Singer propone un viaje al pasado en tiempo presente. Los protagonistas emergen de una oscuridad que contiene su silueta y paulatinamente abre lugar al rostro, a partes del cuerpo, como si se tratara de retratos que cobran vida y voz mediante la conversación sobre sucesos que no pueden transformarse ni evadirse. El director enfatiza con su puesta en escena la pregunta que lanza más de una vez el personaje de Peter en voz del actor Juan Carlos Colombo: ¿somos conscientes de vivir un momento decisivo en el
momento en que sucede? La pregunta vuela ante un fondo de estampado y rancio tapiz marrón con dorado que alude a viejos tiempos de opulencia, como las escasas sillas de una estancia en la que domina el vacío que circunda a los personajes. Víctor Zapatero ilumina su propio diseño de escenografía en el que la luz acentúa el rictus de dos mujeres y un hombre que hablan de quiénes fueron y de las causas que petrificaron su deseo. Vestidos con prendas oscuras de una elegancia clásica que cruza el desasosiego de la Segunda Guerra Mundial, diseñadas por Carlo Demichelis, a quien lo seduce aún el teatro fuera de las pasarelas, los personajes se arropan también con la inflexibilidad de su empeño: Marika por el amor de su esposo, Peter por el de Judit y ésta por cobrarse la injusticia padecida. Verónica Langer, como la esposa cuyo amor desmedido asfixia a su marido, crea a una Marika ajena de sí misma, en una dolorosa conciencia de lo que jamás tendrá. Juan Carlos Colombo planta sobre el escenario a un hombre culto y recio, de emociones cercenadas por una educación que le impide conocer a tiempo el mecanismo de lo que requiere su interior. Marina de Tavira, en la interpretación de la ama de llaves que ha soportado una infancia de necesidades y cuya juventud se desarrolla en la casa rica de sus patrones, crea a su personaje, Judit, desde la lozanía de la espera paciente hasta la fiereza de quien exige una justicia que desconoce, al tiempo en que quiere ser justa en su desagravio. Por su parte, Héctor Holten, quien interpreta a Lázar, amigo de Peter, interviene eficazmente como una cuña saliente que hace una aportación nebulosa al desequilibrio en que los tres personajes intentan comunicarse, mientras la actriz Tina French, que interpreta a la madre de Peter, se erige en testigo que contiene, sentencia y es parte del universo en el que todos se encuentran, donde lo que es justo tiene una consistencia cambiante. L
l maestro Héctor Mendoza me dijo: —Si quieres ser crítico de teatro hay que ser estable. Se necesita constancia: solo así se crece. Aunque te diré, cuando lo haces, escribes cosas terribles. Lo peor es que algunas veces tienes razón: ese es el camino. Siempre platicaba con el maestro de la crítica. Que no podía ser objetiva, de reseña bien intencionada para complacer a la comunidad. Criticar es un punto de vista bajo el rigor de las fuentes del teatro. Que la subjetividad es mejor aunque irrite e incomode. Decía Mendoza: —En México no hemos tenido buena crítica teatral. Hacen sus pasitos, sí, pero son eso: pasitos. Ni siquiera han escrito la historia del teatro. Cubren estrenos de cartelera pero no son investigadores del quehacer teatral. Era duro el maestro. Teatreros, público y hasta medios de comunicación consideran fácil el oficio de crítico. Si tratas bien, te ensalzan. Si no, apestas. Te dan la espalda. Trataba de decirle a Mendoza que iba y venía en la crítica por descansar de los amores y odios en el medio escénico. Que no pretendía ascender al palacio de las complacencias pero tampoco a las inclemencias. Ser un crítico joven hasta el final de mis días, mi intención. Hoy, críticos que entienden la crítica desde la dramaturgia, el actor o el escenógrafo —y el ascenso de grandes directores— son los mejores. Ser crítico es saber de todo y leer mucho más que lo que una representación ofrece. (Todo por un pago ínfimo donde te publican como si fuera favor. Desde que hago crítica pago boleto de entrada, no busco a la compañía y ejerzo libremente mi pensamiento. Pero acepto aquello que el Estado está obligado a dar con nuestros impuestos.) Mendoza ganó odios con los artículos que escribió en el antiguo Excélsior porque hablaba de la dramaturgia y la puesta en escena en México con enorme erudición crítica. En tiempos en que los dramaturgos eran los dueños de la escena y los críticos su público complaciente. Ejerció
El maestro Héctor Mendoza
la crítica, por escrito, y en la escena. Cometió errores en varias de sus obras pero es uno de nuestros vanguardistas al que ahora casi nadie recuerda. El ninguneo de las nuevas generaciones es atroz: creen que con ellos nació el teatro. No tienen idea de corrientes, estilos, géneros ni nada. Son posmodernos y contemporáneos sin fondo. No todos, claro, pero la mediocridad impera. Y los críticos, no todos, pero la mayoría les ayudan a ser ciegos. No existe ese sentido de historiar al teatro mexicano y se ha perdido el nivel, como si de verdad todos fuéramos conocedores, como si existiera el populismo en la cultura. Hay que retomar el sentido crítico en el teatro, aunque se enchilen los medianos, los soberbios, los soñados, los creídos, los “comprometidos con las causas justas” como bandera, no del arte sino del aplauso fácil: la política. Pensaba esto ahora que escribo crítica teatral con constancia. Con la pena de que el maestro Mendoza ya no me enmiende la plana con sus comentarios. Como aquel lapidario: —Tienes que hacer tus pininos. Te gusta la crítica: ejércela sin compasión ni de ti mismo. No es diferente ser crítico de teatro que pertenecer al teatro. Igual logras superar la media. Eso sí: no hagas crítica si eres dramaturgo o director. Bien sabes que eso es mentira porque ejerces la crítica con fines poco éticos. Callé. Recordé al crítico convertido en dramaturgo, becado por el Estado. Gente incapaz de la autocrítica. Para la historia del teatro: sabio el Mendoza. L
12 b sábado 25 de abril de 2015
MILENIO
varia MAURICIO SANDOVAL
ESPECIAL
Rafael Tovar y de Teresa y Fernando del Paso
Homenaje al pet, grafito y carbón, 2012
Noticias de la fosa
Mauricio Sandoval en la Galería lelaboratoire
ARCHIVO HACHE Heriberto Yépez hyepez.blogspot.com
H
an desenterrado documentos que ponen en aprietos la versión (¡oficial!) de que Octavio Paz renunció a su puesto como embajador en la India por la matanza de estudiantes de 1968. Obviamente quienes idealizan o reciben regalías por mantener a Paz como un semi–santo literario defienden la versión oficial. Como nudo del nexo de Paz con el PRI, sus olímpicos herederos son hoy intelectuales predilectos de la llamada dictadura perfecta. Criticar a Paz en el 2015 es más o menos fácil (aunque todavía infrecuente y casi nunca en libros o medios impresos); lo que resulta todavía riesgoso es criticar al aparato paceano que ha convertido a la literatura mexicana en repartidora de canonjías plurinominales mediante Letras Libres, por ejemplo, y funcionarios– escritores que consagran a quienes colaboran pasiva o activamente con ellos o el gobierno. Parece haber un apoyo preferente a escritores convenientes: espaldarazos, puestos, premios, paseos: unos a alguna feria del libro en Buenos Aires, otros a Londres, para desfogar el “descontento”, y en cuyas listas hay pocos escritores sólidos, mientras el resto es izquierda–market focus, paceanos mirreyes, gentlemen y condesas semi–paceanas o, de plano, Comp@s Hipsters. La literatura mexicana contemporánea aumenta su oficialismo y todos parecen cooperar. Tovar y de Teresa, presidente de Conaculta, estos mismos días, recordaba que Noticias del Imperio la escribió Fernando del Paso trabajando en la embajada en París.
GUÍA VISUAL Uno lee el texto preguntándose si se lo recuerda a Del Paso. O si se le sale contar escenas extrañas, como la de Del Paso yendo a leerle su novela terminada y recibir la felicitación. ¿Se da cuenta de lo que está diciendo justo en este momento? ¿Y no era Del Paso quien poco antes criticaba al gobierno por la matanza de los estudiantes de Ayotzinapa? ¿Entonces? En estos días, entonces, el gobierno homenajea a Del Paso, y se dice que Noticias del Imperio es la mejor novela mexicana (sí, mejor que las de Fuentes, José Agustín, Montemayor y, sobre todo, Rulfo). (La mejor novela mexicana después de Pedro Páramo es la novela mexicana que Los detectives salvajes no es.) Y toda la incongruencia ética y toda la congruencia ideológica aumenta ante Fernando del Paso vestido de modo estrafalario (¿como Tío Sam?) para el homenaje oficial mientras el país se desmorona como un montón de flash. Algo está podrido en el Estado de Dinamarca. Y son las élites de México. ¿Paz renunció o no a la embajada? Qué más da… El puesto del intelectual integrado a la dictadura perfecta continúa, siempre vacante y siempre ocupado. No hay mes que no atestigüemos escenas de funcionarios y escritores mexicanos agarrados de la mano y que —ante el abismo presente— dan un paso al frente. Pero no caen. Al contrario, vuelan en primera clase. Unos a Buenos Aires. Otros a Londres. Y allá abajo —en la fosa— se escuchan gritos. ¿Son estudiantes? No, son 500 años. L
Magali Tercero @magalitercero
E
l 21 de abril el artista Mauricio Sandoval (Aguascalientes, 1960) inauguró en Galería lelaboratoire la exposición titulada Bulbos, integrada por pintura, dibujo y collage. En esta ocasión prefiero ceder la palabra al artista y curador Guillermo Santamarina, autor del texto del catálogo, respetando las minúsculas [y la falta de puntuación] del original: “notas cavilando en una visita al estudio del pintor mauricio Sandoval (primavera del 015)”: “varias telas —especialmente en la serie reciente que el pintor ha decidido denominar como bulbos— fluyen enfocadas en un pleamar que oscila desde puntos centrales hacia planos periféricos, dispersos por el soporte rectangular, pero casi siempre ubicando en la parte alta de sus respectivos horizontes una especie de bóveda que apisona a estas brumas, a estas brozas, a estos nidos, a estos abultamientos, a estos coágulos, estos retos de materia dinámica conjugando el desentrañar de qué va cada tropo que el pintor equivale en un insólito paradigma dispuesto a su quehacer, y a mi mirada. y así probablemente inútilmente voy tratando de fijarlo en un tiempo determinado. explorando baldíamente un volcán de arriba abajo. vale quedarse solo con un sujeto quebradero? Un intersticio de cavilación? una raja de encuentro para protocolos metafísicos? el inicio de la polifonía macrobiótica? el fin de la electricidad y de todo lo demás? o podría ser lo contrario? from genesis to revelation? como sea, si, por estas pinturas se trenzan muchos significados, y unos de estos son sin duda oblicuos, como reiterados por esa forma tenaz. incluso lilith viene dando piruetas, y sacando el látigo. y sí, quizá lo más conveniente es dejar que trabaje la sensibilidad por encima de mis pretensiones intelectualoides, y mejor zambullirme. acaso desde aguas abajo, vislumbrando a turner, pero no es suficiente. otros tiempos, otras horas, y en efecto, más bien mezcla de místicas diferentes. pues, el desleír de un patrón singular no condicionado por el llano empeño abstraccionista, pero no me hace relajarme. es obvio que el modelo tampoco toma por los cuernos la gramática del símil. Percibo un viejo aliento de mandrágoras, de
cuerpos revueltos a la luz de un incierto momento vespertino. pero Mauricio no se abandona exclusivamente a la dislocación poética. así que en paz. libre circulación a estos loops biológicos y alquímicos. al mantra al que se condena el ojo para alcanzar una suerte de iluminación. a la marcha soberana del musgo y el vapor. que se eleven libres los flujos de intemporalidad. que permanezcan las marcas de un desovar eternamente. quedan, sin embargo, los cuestionamientos a la ya de por sí floja capacidad de razonamiento articulado, y estos fragmentos de luz deambulando por un valle de botellas de pet. de paso evocando aquel estanque al que no recuerdo si alguna vez llegue bien librado, pero que para otros una vez lució su veraz identidad en el reporte del estado estético. aquel invento alegre para que todos entendiésemos más allá —mucho más sustantivamente— que lo competente que es la fantasía, o el franco y sentido abrazo al conjeturar por un rato. o pasear en el galope errático de nuestros sentimientos, pensamientos e ideas, nunca/ siempre de balde. pa luego comer bulbos en un moonage daydream, oh yeah. y a lo mejor evadirse uno de la vulgaridad, tanto o más como de la endémica competencia académica. bla. y confirmarse cuánto se ha empapado este uno con tantos y distintos baños por el mundo de la pintura, que a distancia, jamás desdeñé. y puede ser, no sé. quizá solo sea esto. gracias, mauricio”.
SOBRE EL ARTISTA Además de Bulbos (2015), Mauricio Sandoval ha hecho las siguientes muestras: Generación espontánea (2011) y Formasordas (2009) en Galería lelaboratoire; Finisterre (2008) y Azul cortado (2003) en la Galería Landucci; Agosto y otros temas (2001) en Casa Lamm; El nacimiento de Eva en la Galería Nina Menocal (1996); Atrapar vientos (1991) en la Galería Sloane– Racotta; De paisajes inservibles en el Museo Universitario del Chopo (1989). En 2011 participó en el Proyecto Akaso. Es Premio Nacional de Dibujo (1988), ganador del Encuentro Nacional de Arte Joven (1985) y miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte (2014). L