Laberinto No.641 (26/09/15)

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Laberinto

HACE 30 AÑOS

santiago gamboa p.02

ERACLIO ZEPEDA, CONTADOR DE HISTORIAS pilar jiménez trejo p.04 y 05

LO QUE NO HEMOS DISCUTIDO esteban illades p.06

MILENIO

NÚM. 641

sábado 26 de septiembre de 2015 REUTERS

ENTREVISTA CON SERGIO GONZÁLEZ RODRÍGUEZ héctor gonzález p.07


MILENIO

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sábado 26 de septiembre de 2015

ANTESALA

ESPECIAL

× LU I G I

A M A R A ×

Nu)n(ca Este poema forma parte del libro galardonado con el Premio Internacional de Poesía en Lengua Española Manuel Acuña 2014, publicado por Sexto Piso

L

as telas superpuestas, la sensación pesada y dócil

de unas ropas que enuncian una lujuria sofrenada,

El turista

el broche que clama delicadamente ser abierto, y la peineta casta, esa peineta que contiene —que presagia— la cascada de la cabellera. Quizá habría que recomenzar por allí: por la espiral del peinado, su embrujo antiguo y animal. Rueda de hipnosis que no gira, torbellino racional —pero no púdico—: falso beso de pelo que atrapa en su succión inmóvil.

× E X

L I B R I S × E K O × A P E L E S Y VE N U S ×

CARACTERES

ÁLVARO URIBE alvuribe@yahoo.com.mx

L

o que caracteriza al turista independiente (para adoptar sin conceder su propia idea de sí mismo) es su desprecio, cuando no su odio, a los turistas. Los turistas gregarios recorren Europa en autocares que atascan las carreteras, abarrotan los estacionamientos y contaminan los paisajes naturales y urbanos; él viaja en un coche rentado un poco menos estorboso o en el anónimo tren. Los turistas tribales caminan por las estrechas calles de las ciudades antiguas en grupos compactos que impiden el paso de los demás; él anda por su lado, con un acompañante o dos o a lo sumo tres, que deben detenerse a cada rato para consultar el mapa. Los turistas voraces despachan con hambre acrítica los menús de comida tan mala como cara que les ofrecen los restoranes amontonados en las plazas; él come en los mismos sitios, porque en los pueblos turísticos no abunda la buena gastronomía, pero se queja de la relación entre el precio y la calidad. Los turistas incultos se extasían en los museos y las iglesias y los palacios con las palabras de un guía no siempre ignaro a quien le prestan más atención que a los cuadros y esculturas y muebles que supuestamente deben contemplar; él ve el arte con sus propios ojos y lo entiende bien o mal con su propia cabeza, ayudada a veces por las explicaciones someras de un folleto o de la ubicua Michelin. Refractario a las masas, pero también ayuno de una sólida cultura artística, el turismo de tu amigo Arizta es conjetural. Frente a las cuatro estatuas de varones con libros en las manos que sostienen el púlpito esculpido por Andrea Pisano en la catedral de Pisa, arriesga: “Han de ser los evangelistas”, aunque no podría identificar sino a uno o dos de ellos. Frente al enigma de un laberinto concéntrico labrado en el pórtico de la catedral de Lucca, especula: “Seguramente es un símbolo iniciático”, aunque no sepa qué simboliza la imagen ni a qué misterio inicia. Frente a la enorme cúpula con que Bruneleschi coronó la catedral de Florencia, afirma: “Aquí se ve cómo el Renacimiento superó a la Edad Media”, aunque no tenga la menor noción de arquitectura renacentista ni medieval. Pero no todo en la experiencia turística de Arizta se reduce a la lucubración. También tiene momentos de genuino arrebato estético. Al ver una estatua etrusca llamada siglos después La sombra de la tarde, en que la figura en bronce de un adolescente se alarga hasta anticipar la obra de Giacometti, dice: “Qué prodigio de modernidad”. Y al divisar en una pared del Palacio Público de Siena el célebre fresco de Simone Martini en que un caballero y su caballo, ambos acorazados, transitan por un paisaje escueto, exclama: “Qué pintorazo”. La reacción emblemática de Arizta el turista a una obra de arte se registró en la Academia de Florencia donde, con la mira ya en el David, opinó sobre los inacabados Prisioneros, como si nadie lo hubiera dicho antes: “Haz de cuenta que quieren escapar de la piedra”. No dejaste de escarnecerlo, aunque estabas de acuerdo con él. L

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ANTESALA

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LABERINTO

VAN GOGH

Falsificar la llave CASTA DIVA

AVELINA LÉSPER www.avelinalesper.com

¿

Tiene alguien la llave de las puerta del ser, que no tiene puertas, para poder abrirme con razones la comprensión del mundo?”, pregunta el poeta Fernando Pessoa, la creación del arte es la búsqueda de esa llave, de esa puerta, de esas razones. Crear y contemplar arte, una partitura, un dibujo, un poema, son una incursión en la comprensión de la realidad y de nosotros mismos. Esa llave que se consigue con trabajo, dolor, placer, es única, irrepetible, porque el ser mismo está implicado. Las historias de los “grandes falsificadores” y de cómo sus obras entraron como auténticas en museos y colecciones privadas han ensombrecido y perseguido al arte. La falsificación del arte es imposible, nadie puede falsificar a un individuo, no es posible copiar la existencia de una persona. La obra no es una elaboración superficial meramente técnica que se consigue repitiendo ciertos métodos que empleó el artista en su realización, la obra de arte es mucho más que un objeto fabricado con materiales, es la llave de Pessoa. En el plagio literario, el plagiador es un falso autor y no puede tener acceso al tren de pensamiento del verdadero autor, ni a sus motivaciones, su bagaje cultural ni su instinto de cómo decir. Los que se dicen engañados o que aceptan que un falso entre en una colección son cómplices de una trama fraudulenta. Por ejemplo, es muy raro que no haya denuncias de obras falsas de Andy Warhol que es el más fácil de copiar porque

ALFILERES ARMANDO ALANÍS alaniscanales@gmail.com

no tiene “originales”, es imposible calcular cuánta obra tiene en venta distribuida en el planeta y aun así lo usan para la especulación económica. La policía alemana detuvo a un hombre que vendía en 15 millones de euros un Van Gogh falso, casualmente tenía documentos ilegales del Museo Van Gogh que acreditaban a la obra como original. ¿Quién puede falsificar la resolución de Van Gogh de pintar dentro del abismo de su vida, cómo repetir lo que sentía en el campo, lo que añoraba, su ímpetu volcado en el color y la pincelada que son sensuales de tan hambrientas y desesperadas? Nadie, no hay ser humano que pueda hacerlo. La falsificación es fraude y autoengaño, es imposible revivir el momento emocional de un artista, el impulso o la decisión que hay detrás de pintar un paisaje o un retrato, los sentimientos ante el modelo, el clima, la vida misma. Es un gran aprendizaje pintar y dibujar a “la manera de…”, pero no es posible que el individuo y su circunstancia sean susceptibles de repetirse como si de un readymade se tratara. Las personas que publicitan los logros de los falsificadores afirman que un entrenamiento manual y técnico basta para crear una obra maestra, insisten en reducir el oficio artístico a un acto mecánico sin implicaciones intelectuales y emocionales porque están obsesionados en desprestigiar al arte, a la autoría y a la creación. Renoir al final de sus días tenía artritis reumatoide, pintaba

La cosecha, 1888

con un dolor insoportable, el realizar una obra afecta el físico del artista, su peso corporal, sus respiraciones, su cansancio o su energía, eso ¿cómo lo imitan? Si creemos que la obra se falsifica con facilidad, entonces la creación es una fábrica inhumana de objetos en serie hechos al gusto del comprador y del mercado. El gran beneficio de dar crédito a la falsificación y de hacer creer al público que nada hay de extraordinario en llegar a una epifanía dentro del trabajo artístico individual, es que considerar como arte un objeto sin factura es tan válido o más que una obra realizada por el artista. El objetivo del readymade y del arte VIP es justamente deshumanizar al arte, despojarlo de sus valores para emparejarlo con objetos sin valor intelectual o artístico. Dando por auténticos a los falsos todos ganan: los delincuentes, los coleccionistas que adquieren una obra muy por debajo del precio real del original, y los artistas y curadores VIP, porque así alimentan sus teorías de que la factura no es trabajo artístico, que el autor y la originalidad no existen y que es arte mandar hacer la obra o “apropiársela”. Los artistas VIP podrán tener la llave de los museos, de la fama, del dinero, pero la llave de Pessoa, esa es inaccesible para ellos, ese privilegio no lo tendrán nunca. L

El búho ignora que se le considera sabio. ESPECIAL

Hace 30 años AMBOS MUNDOS

H

ace treinta años, el 18 de septiembre de 1985, subí a un avión de Avianca, en Bogotá, con destino final a Madrid y escala en Santo Domingo, pues en esa época la autonomía de vuelo no alcanzaba para llegar hasta Europa de un solo jalón. Iba a estudiar Filología Hispánica a la Universidad Complutense de Madrid y tenía 19 años, pero lo que no sabía es que tardaría tanto en volver a vivir a Colombia. Recuerdo los infinitos preparativos del viaje. La compra de ropa para el invierno: medias hasta las rodillas, guantes, una bufanda, abrigo pesado, una pinta elegante con mocasines y chaqueta de pana, unos tenis, tres blue jeans, etcétera. Y la elección de las cosas prácticas. Algunos me insistían en que debía llevar una navaja con tenedor y abrelatas, pues la frase que más escuché por esos días fue: “Para no tener que comprar allá”. O un extraño artilugio que no he vuelto a ver y que llevé: un tubo de metal que uno conectaba a la corriente y metía dentro del líquido, fuera café o leche, hasta que

SANTIAGO GAMBOA Facebook: Santiago Gamboa-círculo de lectores

se ponía rojo. ¡Una cosa peligrosísima! Podía uno electrocutarse con nada. Y por supuesto, mi máquina de escribir Remington portátil más cintas de tinta de recambio, con la que debía dar inicio a mi sueño de esos días, que era el de convertirme en escritor. Y por supuesto los libros. Todavía hoy conservo los que me llevé, lo que quiere decir que fueron y volvieron conmigo, y que además me acompañaron en Madrid, París, Roma y Nueva Delhi. Está, entre otros, la primera edición en español del Ulises, de James Joyce, traducida por José Salas Subirat (Editor Santiago Rueda de Buenos Aires, 14 de julio de 1945). También los dos tomos de los Cuentos completos de Edgar Allan Poe traducidos por Julio Cortázar. O Cuatro años a bordo de mí mismo, de Eduardo Zalamea Borda, y un libro de León de Greiff que me regaló mi padre en su primera edición, Fárrago Quinto Mamotreto (Ediciones S.L.B, 1955). Y unos pocos más, imprescindibles, para no tener que comprarlos allá.

Aeropuerto de Bogotá

En esos años irse a vivir a Europa era como viajar a otro planeta, y por eso la despedida en el aeropuerto fue el summum del melodrama. Unas 40 personas vinieron a decirme adiós, todos con ojos tristes, pasándome papelitos con mensajes, metiéndolos a mis bolsillos, dándome consejos de última hora, diciéndome frases simbólicas o enigmáticas o entregándome sobres con algunos dolaritos “para el viaje”. Abracé a mis más queridos amigos del barrio, del colegio y la universidad —ahí estaba Mario Mendoza—, también a mis tíos y primos, y por supuesto a mi novia de entonces (que después fue novia de Mario Mendoza). ¡Como haber asistido a mi propio funeral! Y por delante ese largo viaje, la incógnita del futuro, esa extraña orfandad que provoca el quedarse solo de repente, y la seguridad de que estaba tomando el camino correcto. Pero ignoro si ese joven tímido y delgado que se fue de Colombia aprobaría lo que hice yo de él, 30 años después. Escribo esto con la esperanza de no haberlo traicionado. L

dirección josé luis martínez s. edición roberto pliego, iván ríos gascón arte y diseño salvador vázquez


LABERINTO

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El gran contador de En Eraclio Zepeda, quien murió el 17 de septiembre, reconocemos a un narrador capaz de cautivar a toda clase de auditorios, a un hombre feliz cuya militancia política contribuyó a que se asumiera como un experimentado viajero. De esta naturaleza son los retratos que corren por estas páginas MEMORIA PILAR JIMÉNEZ TREJO

E

Para Elva Macías

raclio Zepeda murió la madrugada del pasado 17 de septiembre en Tuxtla Gutiérrez, la ciudad en que nació y en la que vivía por periodos largos en las últimas dos décadas, por la que caminaba pausadamente porque la gente lo detenía para saludarlo y decirle que estaba leyendo su saga sobre Chiapas o para que le contará alguna historia. Fue poeta, cuentista, novelista, dramaturgo, promotor de la cultura, profesor universitario en Chiapas, miliciano en Cuba, lector de español en China, periodista en Moscú y actor de cine, que siempre volvió a Chiapas y sus orígenes. “Nunca abandoné México en los viajes, te dará risa pero yo siempre andaba con un frasquito con tierra de Chiapas en la bolsa, lo conservo todavía, ahora lo guardo dentro de una caja china. Viajé mucho, pero siempre estuve muy ligado al país, y siempre pensé que tenía que regresar a Chipas”, contó hace unos meses en una entrevista. Eraclio Zepeda estudió Antropología Social en la Universidad Veracruzana. Fue un reconocido militante de izquierda. En 1960 asistió al Primer Congreso Latinoamericano de las Juventudes en Cuba, cuando la invasión a Bahía de Cochinos, y se alistó como soldado: fue nombrado oficial

JESÚS QUINTANAR

responsable de la Compañía Especial de Combate. Le gustaba contar la historia de que en esos años jugó futbol con el Che Guevara. De la Habana se fue a China como profesor de español del Instituto de Lenguas Extranjeras de Pekín. Más tarde fue corresponsal de prensa en la Unión Soviética, y varios años después cumplió funciones de embajador de México ante la UNESCO en París. En uno de sus libros de cuentos, Asalto nocturno, están algunos de sus viajes así como su necesidad de viajar también literariamente. “Me gustaron mucho los viajes. Primero recorrí mi municipio en Tuxtla, luego todo Chiapas, después México, y entonces me lancé al mundo: empecé por Cuba, seguí a China y luego a la Unión Soviética, que era una colección de países gigantesca”, recordaba. Laco, como lo llamaban sus amigos, fue un escritor querido; un hombre cálido, afable y feliz, pero sobre todo un gran contador de cuentos que sabía que una historia debe repetirse y depurarse en la boca antes de merecer el papel. “Yo creo que, así como la luz ilumina, el cuento cuenta; que así como la lluvía llueve, el cuento cuenta”, afirmaba con precisión de narrador. “Creo que todos los escritores hacen borradores, corrección... Yo, al principio, de muy joven, busqué otro camino que era contar los cuentos, una y otra vez, ante públicos diferentes y ver dónde captaban la atención y dónde la perdían. Entonces, en la siguiente plática reforzaba donde había captado la atención y eliminaba donde se había perdido el interés. Un día me daba cuenta de que el cuento estaba ya redondo, y en ese momento lo escribía”. “Siempre supe que lo que quería hacer era escribir. En mi casa había un ambiente adecuado para ello: una biblioteca de libros y una excelente biblioteca de palabras. Mi padre, que también se llamaba Eraclio, como mi abuelo, era un gran relator de historias. Nunca le escuché repetir una; las inventaba a la hora de la sobremesa”. Zepeda formó parte de la Academia Mexicana de la Lengua, y por su obra literaria le fue otorgado el Premio Nacional de Cuento 1974 por su libro Asalto nocturno; la Medalla Conmemorativa del Instituto Nacional Indigenista, en 1980; el Premio Chiapas en 1983, y el Xavier Villaurrutia en 1992 por Andando el tiempo. En 2004 se celebró la Semana de Eraclio Zepeda en Casa de América, en Madrid. Por su libro de literatura infantil Horas de vuelo recibió el premio IBBY 2006. Apenas el año pasado, a sus 77 años, recibió el Premio Nacional de Ciencias y Artes en el rubro de Lingüística y Literatura, y unos meses después le fue concedida la Medalla Belisario Domínguez. “Realmente estoy muy satisfecho y alegre. El Premio Nacional de Literatura es el premio más alto que da la república, es muy honroso recibirlo. Estoy muy contento, y más lo estoy por la cantidad de gente que me ha llamado para felicitarme o que me ha mandado mails. Veo que por fortuna no soy un escritor encerrado en su biblioteca, sino que soy un escritor que sigue caminando en las calles y en las plazas como lo he hecho siempre”. Escribió su primer libro de cuentos a los 20 años. Benzulul se ha convertido en un clásico que, como El llano en llamas de Juan Rulfo, mostró que, para que el lenguaje del pueblo sea verdadero en el papel, hace falta oído poético. La geografía y los hombres del campo de Chiapas fueron el escenario y los personajes de sus ficciones. “Benzulul se publicó cuando tenía 22, porque apareció exactamente el último día de 1959. El libro nació con buena suerte, tuvo buenos pasos desde el principio, y aún hoy se edita y reedita continuamente. Siempre está en las librerías”. De 2000 a 2011 se dedicó a escribir cuatro novelas que cuentan la historia de una familia chiapaneca. Cada una representa un elemento de la naturaleza: agua, fuego, tierra y aire: Las grandes lluvias, Tocar el fuego, Sobre esta tierra y Viento del siglo. La saga tiene como centro una hacienda llamada La Zacualpa y refleja la historia de Chiapas entre 1830 y 1937. Eraclio Zepeda hizo el papel de Pancho Villa en México insurgente, de Paul Leduc, y lo hizo tan bien que desde entonces había quien pensaba que Eraclio Zepeda era el nombre que Pancho Villa usaba para el cine. Casado con la poeta Elva Macías, con quien tuvo una hija, Masha, y una nieta, Milena, Eraclio Zepeda fue un hombre feliz: “Hubo un momento en que pensé que podría hacer cualquier trabajo en cualquier lugar donde estuviera. Tuve la fortuna de ser un muchacho fuerte, y era muy feliz. Ahora, a mi edad, veo con alegría que estoy escribiendo más que en otros años; actualmente trabajo en dos libros: uno de cuentos, que pienso terminar en poco tiempo, y uno con relatos sobre los territorios que he conocido”.


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historias

sábado 26 de septiembre de 2015

LITERATURA

Exigencias al servicio del lenguaje RESEÑA DIEGO JOSÉ

EL VIAJERO QUE LLEGÓ AL TECHO DEL MUNDO En 1963, Eraclio Zepeda tenía 26 años cuando, durante un encuentro en Cuba con el célebre escritor y dirigente comunista chino Guo Moruo, recibió la invitación para viajar a Beijing como profesor de literatura latinoamericana en el Instituto de Estudios Extranjeros. El joven militante del PCM regresó a México y con la complicidad de Carlos Payán y Juan de la Cabada —que fungieron como padrino y padre de la novia, respectivamente— se casó en secreto con Elva Macías, que había cumplido 19 años. Juntos emprendieron un largo viaje de cinco días y ocho vuelos, lo que entonces tomaba llegar a la China maoísta. Cuarenta y tres años después, en septiembre de 2006, Eraclio y Elva regresaron a Beijing para reencontrarse con sus viejos colegas y alumnos, algunos ya convertidos en los más importantes hispanistas chinos, como el traductor Dong Yan Sheng, que ha realizado la mejor versión al chino de El Quijote. Entonces yo era corresponsal en China, y mi amistad con los dos escritores había nacido varios años atrás por nuestro cariño al poeta, también chiapaneco, Jaime Sabines, y, por supuesto, por mi interés en la literatura de ambos. La Universidad de Beijing, en donde estaban algunos de los ex alumnos de Laco, se habían enterado de que regresaba a China para recibir una distinción que le otorgaba la Asociación Internacional de Libros Infantiles y Juveniles (IBBY) por Horas de vuelo (Editorial Patria, 2005), como uno de los mejores libros de literatura para jóvenes publicados en el mundo. La reunión se celebró en Macao. Entonces los hispanistas chinos, junto con la embajada de México en Beijing, le prepararon una bienvenida y un encuentro tan cálidos como lo fue el mismo Eraclio Zepeda. La Facultad de Español ya se había transformado en la Universidad de Estudios Extranjeros de Beijing. Al cruzar las puertas del auditorio donde se realizó la conferencia, un grupo de sonrientes académicos de pelo cano y rostros marcados sonreían y aplaudían sorprendidos, como si no pudieran creer lo que estaba pasando: el joven maestro de literatura regresaba casi medio siglo después, convertido en un narrador emblemático. Lo que se había anunciado como una lectura de cuentos de Eraclio y un recital de poesía de Elva Macías se convirtió en un desfile emotivo de anécdotas y recuerdos que dibujaron un retrato nostálgico del Beijing en tiempos maoístas, y del que ya casi no queda nada tras la apertura. Eraclio y Elva pasaron un año en China, en un tiempo en que los expertos extranjeros eran muy apreciados por el gobierno que enfrentaba el aislamiento internacional. Con su maestría para contar e improvisar cuentos, el autor de Asalto nocturno retrató en una cuantas pinceladas su experiencia de vida en una ciudad de la que ya casi no podía reconocer ningún rastro. “¿Dónde está nuestro Beijing? ¿Dónde nuestro jardín de los bambúes purpúreos que solíamos visitar?”, se preguntó. “Recuerdo que al salir del viejo y pequeño aeropuerto me tocó ver una carreta tirada por un camello y una cabra, y pensé: si los chinos son capaces de que una cabra y un camello jalen juntos, entonces son capaces de todo”. Rememoró el encuentro de los expertos extranjeros en el Gran Palacio del Pueblo con el legendario Mao Zedong. “Terminamos trepados en las sillas y las mesas para ver pasar a aquel personaje histórico que arrastraba los pies al caminar e iba apoyado en el brazo de una joven china. Le vimos pasar como quien ve un pedazo vivo de historia, aun aquellos que no comulgaban con sus tesis revolucionarias”. Laco y Elva pasaron unos días pasmosos en China, volvieron a la Gran Muralla, por supuesto a La Ciudad Prohibida y al Palacio de Verano. Comimos pato laqueado y otras delicias de ese país que envolvía con sus historias, ese lugar que el narrador miraba con el asombro y la alegría con que miró la vida. Unos días después arreglaron todo para viajar al Tíbet. China acababa de inaugurar el tren que iba de Beijing a Lhasa, un espectacular viaje de 48 horas en el que se alcanzan los 5 mil metros de altura. Es casi seguro que fueron los primeros mexicanos que hicieron ese viaje al Techo del Mundo a bordo de un tren cuyos vagones de pasajeros contaban con máscaras de oxígeno y ventanas con filtros UV para aminorar el fuerte resplandor de las montañas nevadas. De ese viaje, Elva escribió un libro y Laco contó muchos cuentos chinos. L

M

e arriesgo a iniciar con una tautología: los libros galardonados con el Premio de Poesía Aguascalientes no tienen por qué responder a una tendencia determinada ni a una manera esperable de escritura, pero por la relevancia del galardón crean una particular expectativa. Deben —si la exigencia puede considerarse una categoría atribuible post reconocimiento— refrendar cuanto destacó el jurado y, de ser posible, distinguirse por una serie de rasgos poéticos evidentes. Teoría de las pérdidas (México, FCE, 2015), de Jesús Ramón Ibarra, es un libro sólido en su construcción poética, no adolece de yerros obvios ni de caídas involuntarias; demuestra un dominio técnico que se refleja, sobre todo, en la elaboración de imágenes, acertadas en su mayoría: “El dolor no toma la forma del cuerpo/ que lo contiene./ Rebasa sus lindes,/ instaura su imperio de cuchillos”; otras desconcertantes por su desigualdad significativa: “¿De qué grave músculo toma su voz la sangre/ cuando La que canta reparte bisutería?”. También se trata de un conjunto poético que constata el desarrollo escritural de su autor, porque concentra varios tópicos comunes a su obra previa como el mar y la metáfora del marinero. Teoría de las pérdidas está organizado en tres apartados —que a mi parecer serían cinco— sin una continuidad específica: “La niebla del almirante”, “Fábula del hambre” y “Voluntad del polvo”. No hay un tema dominante sino recurrente que se describe en el título, sin que por ello se aclare durante el desarrollo de los apartados la relación específica con el tipo de pérdidas que se abordan: la despedida de la musa en “Papeles para el desaliento”, la lejanía de la mujer en “La niebla del almirante”, o la eminencia de la muerte en “El arte de la oncología”. El estilo que consigna Jesús Ramón Ibarra en este libro denota un trabajo minucioso con el lenguaje, incluso por encima del discurso, es decir: el acento y la preocupación del poeta están en el manejo del lenguaje más que en aquello que se propone decir. Se percibe que las palabras fueron escogidas, sopesadas y sometidas a prueba dentro de un largo proceso de decantación estilística, con la notoria intención de no fallar. Este espinoso oficio de corrección se adquiere en los talleres, en la lectura comparada o en la auto–confrontación poética. En este sentido, el jurado (María Baranda, María Rivera y Jorge Fernández Granados) que premió por unanimidad el libro de Jesús Ramón Ibarra no se equivoca cuando señala como virtud principal del libro el hecho de conseguir “una forma poética progresivamente concentrada y certera”. No se trata de un lenguaje impostado ni críptico, pero sí premeditado en cuanto a la función que debe cumplir en el poema, por ejemplo, la manera en que modifica la proposición de una frase consabida, enriqueciéndola: “Asume el Dios henchido/ su posición de ángel armado hasta las alas./ Al centro del vértigo,/ en la corona argenta de la fiebre”. Su construcción es interesante porque rehúye a toda costa el lugar común, optando por una sintaxis —muchas veces compleja— y por la aparición de palabras que funcionan como acicates del sentido —aunque por momentos vuelven confusa la función de la imagen—: “dobla sus alas al siniestro de esa voz contrita”. Sin embargo, esta batalla contra el léxico —en la que Jesús Ramón Ibarra triunfa con solvencia— tiende a encubrir la emoción que contienen los poemas, con una especie de pudor en que se suple lo visceral con un lenguaje que impresiona pero que reduce, por contención, su poder emocional. En contraste con lo que sugiere la portada y el cintillo publicitario, considero que el peso poético del libro se concentra a partir de la segunda mitad del volumen: “Fábula del hambre” (demasiado breve para mi gusto); “El arte de la oncología” y “Voluntad del polvo” (ambos con excelentes piezas) donde la asperidad del lenguaje impulsa con mayor acierto la carga emotiva que asume, demostrando que el rigor estilístico no está peleado con la claridad, ni debe servir exclusivamente como ornato. L


LABERINTO

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UAM-CUAJIMALPA/ DIVISIÓN CIENCIAS DE LA COMUNICACIÓN Y DISEÑO

DAMIÁN KLACZKIEWIC

DANIELA DÍAZ

Tomados de la muestra Carteles por Ayotzinapa que se exhibió en el Museo Memoria y Tolerancia

Lo que no hemos discutido Con un ensayo sobre la pobreza y el narcotráfico en Guerrero, una entrevista al autor de Los 43 de Iguala y un sondeo, hemos querido conocer el impacto que la noche del 26 de septiembre de 2014 ha tenido en la comunidad artística y cultural en México. Son tres acercamientos a un hecho inconcluso ESTEBAN ILLADES*

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lguien me decía el otro día que Ayotzinapa será el Tlatelolco de nuestra generación. El Estado, así, con mayúsculas, atentó contra su población, contra sus ciudadanos, contra las personas que debe representar. La presidencia municipal, el gobierno de Guerrero, las policías de todos los niveles, los militares, incluso elementos de protección civil. Algunos participaron de forma directa, otros de manera pasiva. Pero hace un año todos se coludieron para que seis personas murieran y otras 43 desaparecieran. Este caso, como ningún otro en tiempos recientes, ha sido politizado a más no poder. Hasta la ciencia, el último reducto de lo comprobable, ha sido puesta en tela de juicio. Por todos. Bandos hay, y más de uno, cada quien con ideas, hipótesis, consignas y sus propias verdades; no interpretaciones, verdades. Muchos afirman ya saber qué sucedió, otros tantos que nada es comprobable. Algunos dudan hasta de lo más básico. Nadie está de acuerdo. Ni estará. Aunque lo declaren cerrado, el caso permanecerá abierto, como tantos otros de los grandes crímenes nacionales. Pero algo muy importante queda en el olvido. En la lucha por la verdad del 26, por saber con exactitud qué ocurrió, se ha dejado de pensar en algo fundamental: las causas por las cuales ocurrió la gran tragedia de Iguala, causas que se mantienen al día de hoy y que hacen posible que lo horrible vuelva a suceder. Concentrémonos en dos, que guardan entre sí una relación estrecha: pobreza y narcotráfico.

POBREZA Es cierto que, según los datos más recientes del Coneval, Guerrero es el estado que en mayor porcentaje ha reducido su pobreza extrema —que ocurre cuando el ingreso de un hogar es menor a los 868 pesos mensuales y ese hogar presenta al menos tres carencias sociales como rezago educativo, falta de acceso a servicios de salud y seguridad social, por ejemplo—, pero aun así cerca del 25% de la población vive en esta categoría. Junto con Chiapas y Oaxaca, es de los tres estados más pobres del país. Las estadísticas son escalofriantes: 40% de los guerrerenses ha tenido por lo menos un día en el que se ha ido a dormir sin haber comido, 25% no tiene acceso a servicios médicos de ningún tipo, solo un tercio ha concluido la primaria. Esta situación ha hecho que muchos jóvenes opten por uno de tres caminos: emigrar a Estados Unidos, ingresar a la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos, en Ayotzinapa, o unirse a las filas del narcotráfico, la elección más lucrativa de todas. NARCOTRÁFICO Los datos sobre el cultivo de amapola varían. Pero, como mínimo, Guerrero produce cerca de 45% de la amapola del país. Después de ser procesada, puede convertirse en opiáceos legales (morfina) o ilegales (heroína). Según las cifras más recientes, el consumo de ambas ha aumentado de forma significativa en Estados Unidos, lo que se traduce en un aumento de ganancias para todas las personas involucradas en un negocio que factura miles de millones de dólares al año. Iguala es la puerta de entrada a la zona de cultivos, y uno de

los primeros centros de distribución de los narcóticos provenientes de la amapola. El viaje, de miles de kilómetros, desemboca en calles de ciudades como Chicago, donde existe una población importante de migrantes guerrerenses. De hecho, si uno ve los reportes de homicidios en semanas anteriores a la noche del 26 de septiembre en las zonas cercanas a Iguala, se dará cuenta de que la pelea por el control de la producción y la distribución había aumentado. Los cárteles se peleaban por la principal fuente de ingreso en el estado. Algo estaba por suceder, pero nadie lo vio.

MUCHOS CAPOS HAN MUERTO, VARIOS CÁRTELES HAN SIDO DESMANTELADOS, PERO EL TRÁFICO DE DROGAS Y LOS MALES RELACIONADOS SIGUEN AHÍ.

Estos dos problemas, narcotráfico y pobreza, parecen irresolubles, al menos en el corto plazo. La pobreza no disminuye lo suficiente, la educación no mejora. Y el consumo de drogas en Estados Unidos, en particular las producidas por Guerrero, sigue aumentando. Lo que nos queda, entonces, es discutir, discutir, discutir el asunto. Hablar de por qué Guerrero sigue siendo un estado tan pobre a pesar del dinero que gobiernos estatales y federales le han inyectado a programas para disminuir la pobreza año con año.

Ver a dónde va ese gasto y por qué no sirve. Investigar la corrupción de por medio. Y repensar la estrategia con la que se combate el problema. La falta de educación de calidad y la pobreza extrema hacen que jóvenes de 16, 17, 18 años, como algunos de los miembros del cártel Guerreros Unidos, acusados de desaparecer a los 43, se unan al narcotráfico. Pero también hay que alzar la voz sobre esto último, sobre la guerra contra el narcotráfico y sus resultados. Queda claro que, a casi una década de haber iniciado, los resultados han dejado mucho que desear. Muchos capos han muerto, varios cárteles han sido desmantelados, pero el tráfico de drogas y los males relacionados —secuestro, extorsión— siguen ahí. Los grupos están fragmentados, sí, pero en Guerrero la violencia no solo no cesa, sino crece. El problema no se resolverá mientras el consumo de drogas en Estados Unidos se mantenga o aumente. Es casi una verdad de Perogrullo, pero si sube el consumo, sube la producción. Si sube la producción, suben las ganancias. Y si suben las ganancias, el gobierno, por más armas que utilice, no tendrá éxito alguno al enfrentar el problema. Así seguiremos teniendo municipios como Iguala, en el que un centenar de estudiantes, sumidos en la pobreza, se vieron cara a cara con la maquinaria del narcotráfico: 43 de ellos desaparecieron. Me temo que, si fueran a Iguala el día de hoy, exactamente un año después, no sería difícil pensar que se encontrarán con lo mismo: un Estado podrido, capaz de desaparecer a sus propios ciudadanos. L *Autor de La noche más triste. La desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa.


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sábado 26 de septiembre de 2015

Sergio González Rodríguez

“Un episodio límite de la sociedad mexicana” JESÚS QUINTANAR

DE PORTADA

ve rebasado y prefiere resolver el caso como un problema de gestión política. No sabemos hacer investigaciones profundas, por eso los expedientes resultan inconsistentes y contradictorios. Las lagunas que deja el trabajo de la Procuraduría General de la República son insatisfactorias para la opinión pública, los familiares de las víctimas y los organismos internacionales.

La hipótesis de su libro es que la desaparición de los estudiantes fue una acción de Estado.

Fue una operación de limpieza social realizada por expertos en operaciones de contrainsurgencia. Obedeció a patrones estudiados por la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos. Mi lectura es que fue para escarmentar a quienes quieran oponerse al gobierno. ¿Por qué descarta la versión de que fueron confundidos?

La versión de la confusión por sicarios corresponde a la “verdad histórica”. Para mí es insostenible porque este tipo de operaciones no pueden ser realizadas por un conjunto de señores drogados y analfabetas. La forma en que fueron ejecutados implica una capacitación paramilitar y en el Ejército mexicano hay gente con este tipo de conocimientos. Los argumentos o pruebas del gobierno son testimonios obtenidos bajo tortura. Más que hacer una investigación profunda, se ocuparon de inducir los informes periciales y las pruebas oficiales hacia su hipótesis, cada vez más insostenible, y no solo yo lo pienso, también lo han dicho expertos y organismos internacionales. Bajo esta lógica, ¿percibe condiciones similares con episodios como el de Tlatlaya?

Ante acontecimientos tan significativos como éstos, en los que la autoridad no investiga e impera el desconocimiento, no hay razón para pensar que son únicos. Lo que sí he observado es que la respuesta de las autoridades después de la matanza de Iguala consiste en inventar un caso para no investigar a fondo. HÉCTOR GONZÁLEZ

L

a noche de 26 de septiembre de 2014, 43 jóvenes de la Normal de Ayotzinapa desaparecieron en Iguala. El suceso, de por sí trágico, despertó todo tipo de reacciones en México y el extranjero. Desde entonces y hasta ahora, se han vertido hipótesis sobre las causas y el destino de los estudiantes. El gobierno federal, a través de la Procuraduría General de la República, desarrolló una investigación que en su momento planteó “una verdad histórica”, una verdad que doce meses después parece hacer agua debido a los cuestionamientos de organizaciones internacionales de derechos humanos. A fin de aportar algo de lucidez y orden sobre lo dicho y escrito sobre el caso, Sergio González Rodríguez publica Los 43 de Iguala (Anagrama), libro en el que analiza las distintas aristas de uno de los sucesos más oscuros en la historia reciente de México. A un año de lo sucedido en Iguala, las investigaciones de las autoridades se contradicen y resurgen los cuestionamientos sobre lo que pasó aquella noche de septiembre. ¿Cuáles son las dudas que motivan su investigación?

El caso Ayotzinapa representa un episodio límite de la sociedad mexicana. Implica una crisis integral de nuestras instituciones y hace evidente la compleja relación entre la sociedad y el gobierno, que no ha sabido responder a las inquietudes sociales. Por eso no lo veo como un episodio criminal, como se nos ha dicho. Más bien representa la degradación de un sistema. En una parte de su libro expresa la necesidad de recuperar la lucidez social y política. ¿En qué momento la perdimos?

Perdimos la racionalidad y lucidez de lo que es el propio país, su historia, su memoria, su lenguaje, por la veloz modernización que vivimos a finales del siglo XX. Nos ha faltado hablar y discutir al

respecto. Tenemos clases dirigentes con valores oligárquicos, a las cuales no les importa dar la espalda a la sociedad. Si sumamos las carencias de nuestro sistema político, las inercias de la subcultura del capitalismo, la falta de un programa educativo realmente eficaz, podremos entender por qué estamos en una circunstancia muy difícil. Se perdió el significado político de lo que es gobernar con entereza a un país. ¿De qué manera enturbian las investigaciones e interpretaciones la politización sobre el destino de los 43 estudiantes?

El episodio dista mucho de ser un simple caso para la criminología; es mucho más amplio. Si bien sucedió en una entidad gobernada por el PRD, se convierte en responsabilidad federal cuando expone la carencia de un área de prevención. El Estado tiene órganos de inteligencia como para impedir el crecimiento de la degradación en un gobierno municipal donde el crimen organizado está tan arraigado. Es una cuestión de irresponsabilidad de los gobiernos estatal y federal. A un año de distancia prevalece la sensación de que los órganos de seguridad pública y las fuerzas armadas no quisieron involucrarse. Cuando aumentó esta percepción, evidenció la falta de lucidez y racionalidad respecto de las normas constitucionales del Estado y el poder Ejecutivo, instancia garante de los derechos humanos.

Lo que en su momento se calificó como una investigación “sin precedentes” es ahora refutada por organismos internacionales de derechos humanos.

En México, el 90% de las detenciones se da en flagrancia o en flagrancia equiparada. No somos un país con una verdadera cultura de la investigación policiaca ministerial. Cuando la presión social dentro y fuera del país aumenta, el gobierno se

¿Cree que las autoridades apostaron a que la matanza de los estudiantes de Iguala se diluiría con el tiempo?

Apostaron al control de daños. No hay noticia que dure más de una semana. Esa es la lógica de esta perversión gubernamental. Hay una lógica de convergencia entre el caso de Iguala y el caso de la colonia Narvarte. Vuelvo al punto: no investigan y se inventan un caso para quitarse el problema de encima. A eso se le llama “gestión de problema” o “control de daños”. Se repite una mentira a partir de simulaciones, propaganda gubernamental en complicidad con los medios oficialistas. En Campo de guerra, El robo del siglo y ahora en Los 43 de Iguala , apoya sus investigaciones con argumentos de geopolítica.

No estamos acostumbrados a ver las cosas desde este punto de vista. Nuestros políticos suelen ser serviles ante los designios de Estados Unidos. México es un país soberano y como tal tendría que contar con una clase dirigente más consciente de la responsabilidad que supone negociar con nuestros vecinos del norte. Cuando revisas la historia descubres que las drogas forman parte de una operación del gobierno estadunidense para tener asegurado su mercado, el más grande del mundo. El consumo de drogas es un modo de control social y el interés norteamericano es que nosotros paguemos con sangre; por eso todos vienen a decir que es un problema de criminales, pero no es así. El narcotráfico lava el dinero en los folios del poder bancario–financiero de Estados Unidos y de otras partes. No comparto la visión de que el combate al crimen organizado es una lucha de policías contra ladrones, algunos tan inteligentes como para fugarse de penales de alta seguridad. Detrás de las personas hay poder: gente que las apoya, que las encausa, que lava su dinero, que hace negocios políticos aquí y en Estados Unidos. L


DE PORTADA

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LABERINTO

GUERRERO JAGUAR 8 (FRAGMENTO)/ GUSTAVO MONROY

VALERIA GALLO (ilustradora)

Barbarie, agravios y quebrantos OPINIÓN MARCOS DANIEL AGUILAR

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un año de la desaparición de 43 estudiantes de la Normal Isidro Burgos de Ayotzinapa y en medio de la polémica entre defensores y detractores de la versión oficial que afirma que los estudiantes fueron asesinados y cremados en un basurero de Cocula, siete personajes de la comunidad cultural y artística de nuestro país responden las siguientes preguntas: 1) ¿Cómo entender desde la comunidad cultural mexicana lo ocurrido con los estudiantes de Ayotzinapa? 2) ¿Qué expresiones artísticas se han hecho para protestar e informar a la sociedad? 3) ¿Cómo actuaron los entrevistados ante el reclamo y la exigencia de justicia y cese a la violencia en México?

DAVID HUERTA (poeta)

1) Ayotzinapa significa en México un quebranto enorme en el centro de la convivencia. Significa el refrendo de la mala manera de gobernar que tienen los políticos mexicanos. Ni Jesús Murillo Karam ni la actual procuradora, Arely Gómez, ni el secretario de Gobernación ni el presidente; nadie dentro del aparato o cúpula ha sido capaz de actuar con claridad, honradez, sentido del servicio público: todos, sin excepción, tratan de conservar su chamba. No les importa la justicia ni el buen gobierno. Mientras tanto, las víctimas viven una especie de tenso estupor, acosadas por los periodistas al servicio de los poderosos. 2) No tengo idea, pero sospecho que no ha calado tanto como debiera dentro de esa comunidad que en realidad son dos: la artística y la intelectual. En una zona de penumbra se sitúan los perio-

distas, opinadores obsesionados ahora, como cualquier munícipe chirle, con las “instituciones” y con la “paz social”. Un puñado de periodistas, sin embargo, ha hecho bien su trabajo y ha mantenido en alto el sentido de responsabilidad. 3) Escribí un poema titulado “Ayotzinapa” que se montó en un muro del Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca en noviembre de 2014. Lo hice a pedido de Francisco Toledo. Ese poema ya no me pertenece: es de la comunidad solidaria.

JUAN VILLORO (escritor)

1) Ayotzinapa condensa agravios insoportables. Representa la desaparición de 43 futuros maestros que iban a enseñar a los más necesitados. Confirma que el crimen organizado y las autoridades (policía municipal, policía federal y ejército) son la misma cosa. Un país donde el gobierno se pone fuera de la ley resulta insostenible. 2) Ha habido numerosas respuestas (por parte de la comunidad intelectual y artística), desde el espléndido poema de David Huerta hasta muestras de pintura y teatro en México y en todo el mundo. Numerosos sectores de la sociedad que antes no se manifestaban, se han unido en una comunidad del dolor. Lo decisivo es que esta república del sentimiento construya poco a poco una alternativa civil que cambie la degradada política nacional. 3) Lo que uno haga al respecto siempre será poco. Fui padrino de graduación de la generación incompleta de la Normal Isidro Burgos de Ayotzinapa y actualmente estoy siguiendo las actividades del Grupo Independiente de Expertos. En diciembre del año pasado, Diego Herrera (ex miembro del grupo Caifanes) y yo, presentamos un espectáculo de música y literatura en el Museo del Chopo, Mientras nos dure el veinte, donde estuvo presente Ayotzinapa.

CECILIA APPLETON

(directora de contradanza)

1) Lo que me preocupa es la falta de claridad en la información y cómo pueden desaparecer 43 individuos que eran jóvenes y estudiantes con tanto entusiasmo por vivir. No es posible que desaparezcan y que el gobierno no pueda saber cuáles fueron los motivos. Antes de lo de Ayotzinapa, trataba de encontrar paz y armonía, buscaba entre los artistas más educación y hacer cosas para poder movernos con danza en libertad. Sigo pensando que nuestra sociedad puede tener aún esas bases culturales. 2) Los jóvenes están inquietos, están indignados, se sienten vulnerables, y ellos quieren hablarlo y expresarlo a través de las artes. 3) Cuando me enteré de lo de Ayotzinapa mi cuerpo se movió con dolor y violencia y pensé que debía hacer algo sobre el cuerpo lacerado, herido. Por ahí estoy trabajando.

GUSTAVO MONROY (pintor)

1) Para la cultura y para la sociedad en general en México, este hecho habla del vergonzoso estado de barbarie y corrupción en que nos encontramos. La vida civil se encuentra en total desamparo, ausencia de un Estado que proteja y garantice la mínima seguridad. La política se comporta como un cartel más, que funciona con total indiferencia ante la dolorosa realidad. 2) Este dolor, los hechos violentos y trágicos que no cesan, están siendo asimilados de maneras diversas en el terreno de las artes. A nivel institucional hay cobardía y miedo: directores de museos tibios, funcionarios culturales siguiendo línea oficial. Una comunidad artística acomodaticia. Hay de todo, comprometidos, bufones y ávidos de moda. 3) He trabajado intensamente el tema de la violencia en mi obra. Ahora pinto sobre este dolor: Ayotzinapa.

1) Ayotzinapa fue la gota que derramó el vaso. El enojo provocó que gritáramos, que saliéramos a marchar, al menos al principio. Pero al no ver respuesta esto se desgastó y muchos regresaron a sus casas. 2) Cuando los artistas nos manifestamos chocamos con una pared, y eso es triste. Alguien nos tapa, nos bloquea y se necesita mucha perseverancia y esperanza, porque como maestra vi cómo los alumnos crearon material gráfico para las marchas, pero ahora parece que ya se olvidaron del asunto. 3) Hice ilustraciones con los retratos de los normalistas, y no me compliqué, lo hice en redes sociales (http://ilustradoresconayotzinapa.tumblr.com/). Comencé con el retrato del normalista Benjamín Ascencio, y le mandé la propuesta a la ilustradora Margarita Sada. Cuando lo acabamos, lo subimos a las redes, comenzó a correr la idea de manera impresionante. Ayudamos a sensibilizar, pues en este país ya nos acostumbramos a ver fotos y noticias de desaparecidos que no nos significan nada, pero cuando los ilustradores les dieron plasticidad y color a esos rostros, dotamos a los retratos de expresión.

JAVIER CONTRERAS VILLASEÑOR

(director del centro de investigación coreográfica)

1) El caso de Ayotzinapa es un corte importantísimo para la conciencia nacional, una manifestación de los grados de abuso y violencia que se han construido con un entramado entre ciertos sectores del gobierno, el empresariado y la delincuencia organizada. 2) Tocó a la comunidad del Centro de Investigación Coreográfica, a los jóvenes que en los meses más fuertes de la lucha por exigir la aparición de los estudiantes de Ayotzinapa se comprometieron y marcharon, tomaron las escuelas y generaron actividades de carácter creativo como una manera de intervención política en las calles. 3) Los coreógrafos organizamos una Jornada por Ayotzinapa en el Teatro de la Danza, y creo que hemos tratado de ser sensibles. Debemos dialogar e imaginar el México en donde quepamos todos. Porque parece que el actual modelo político y económico ya no da para todos.

ARTURO BERISTÁIN (actor de la compañía nacional de teatro)

1) Samuel Ramos dice que lo mexicano es una esencia; Octavio Paz dice que lo mexicano es la historia de nuestro país; Alfonso Reyes dice que lo mexicano es una negación de la historia, pues en la Conquista se negó el pasado indígena y en la Independencia se negó la Colonia, y la Revolución mexicana negó las luchas del siglo XIX; luego se traicionó a la Revolución. No somos objetivos con la Historia. De modo que un pueblo que olvida está condenado a repetir sus errores. Pero un pueblo que olvida voluntariamente da entrada a la impunidad. Este es un problema de fondo: somos responsables de lo que está pasando, porque esos sicarios son también pueblo mexicano. 2) Durante un año las manifestaciones fueron constantes, pero fueron bajando. En las últimas ya éramos 70 personas. Cuando pusimos el número 43 en Paseo de la Reforma éramos 200 personas y la gente se estaba cansando. El Estado sabe perfectamente que somos un pueblo que quiere olvidar y le apuesta al olvido. Sabe quiénes fueron los asesinos. 3) Para cambiar el país trato de dar buenas funciones. Tengo que hacer lo que debo hacer. L


MILENIO

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× A

ROPERO DE LA INFANCIA Patrick Modiano Anagrama España, 2015 128 pp. No solo la memoria juega un papel estelar en esta novela; también la pintura de atmósferas que de tan nítidas parecen fotografías de época. Modiano pone en juego a un escritor maduro que se oculta tras la máscara de un guionita mediocre de radio y a una joven parisina a la que presentimos sin rumbo ni pasado. Tiene el cuidado de no cometer la inocentada de hacerlos protagonizar una historia de amor sino de claroscuros sentimentales que ocultan actos y hechos que se quisieran borrados. Qué privilegio leer a un maestro del matiz y la sutileza. TODOS MIS AMIGOS SON SUPERHÉROES Andrew Kaufman Turner España, 2015 149 pp. De esta novela, Sheila Heti escribe que “es como un beso bajo el sol vespertino. Creo que, de ahora en adelante, va a ocupar el lugar de las cajas de bombones y las flores en los rituales de cortejo”. Y no es para menos, llega a la décima edición por los cientos de lectores que ha atrapado con su historia simple mas no bobalicona, de una candidez muy Toronto Style: Tom y sus amigos superhéroes se la pasan resolviendo problemas existenciales, amorosos, emocionales, vocacionales y epidérmicos, mientras las hojas de maple trazan giros bajo sus pies. EN LA RUTA DE LA ONDA Parménides García Saldaña Jus México, 2015 212 pp. Entre los escritores englobados en la llamada literatura de la Onda, José Agustín y Parménides García Saldaña son los más representativos porque hicieron del rock una parte fundamental de su obra. Publicada originalmente en 1972, En La ruta de la onda destaca por ser una de las pocas propuestas que en el medio mexicano trató de entender el ascenso y caída de este, en principio, género rebelde. Para ello, Parménides García Saldaña, quien estudió filosofía, se vale de Marx y de la historia. Las notas al pie de página actualizan hechos y personajes. CERDO ROSTIZADO Y OTROS ENSAYOS Charles Lamb Ficticia México, 2015 200 pp. Considerada “la figura más encantadora de la literatura inglesa” por su biógrafo E.V. Lucas, Charles Lamb fue amigo de S. T. Coleridge y William Hazlitt. El encanto al que se refiere Lucas no le evitó desgracias, como el hecho de que su hermana Mary apuñalara a su madre. En la selección de ensayos que se presenta, Lamb aparece como un caballero moderno que defiende a la mujer; le descubre al lector, en el ensayo que le da título al libro, cómo se superó lo crudo; y en otro que se relaciona, se pregunta si debe haber bendición antes de comer carne. EL ORO Y EL CAOS Kwasi Kwarteng Turner España, 2015 489 pp. Aunque los temas paralelos sobran (el subtítulo es Quinientos años de imperialismo, deudas y derrumbes), como la crónica de las crisis financieras pasadas y recientes o el saqueo de los conquistadores españoles en América o la razón de ser del FMI y el Banco Mundial o los años de la Depresión que puso al mundo al borde del colapso o los perversos mecanismos de la economía, esa dinámica que entroniza o desmantela imperios, este libro cuenta la historia del dinero y su papel en guerras, deudas y fluctuaciones.

F U E G O

EN LIBRERÍAS

L E N TO ×

MEMORIAS DE UN HOMBRE NUEVO

Literatura Random House México, 2015 108 pp.

Una de marxistas y leninistas ROBERTO PLIEGO robertopliego61@gmail.com

N

o es improbable que, a estas alturas de la historia, algunos temperamentos insatisfechos dediquen sus días al estudio del marxismoleninismo, la colectivización de la tierra, los progresos materiales en la dictadura del proletariado. ¿Pero escribir una novela sobre el porvenir de tales materias en el momento en que el paradigma soviético iba camino de convertirse en una antigualla? ¿Escribir, por ejemplo, Memorias de un hombre nuevo, cuyas páginas intentan convocar inútilmente a los fantasmas de Zamiatin, Gyorgy Konrad, José Revueltas? Daniel Espartaco Sánchez ha querido encarnar poco más de treinta años de vergüenza mexicana en la figura de un joven con demasiadas ganas de confesar su indolencia, y ha querido que naciera por accidente en “un país que ya no existe”, la República Socialista de Ruritania. No parece un lugar extraño para llegar al mundo después de haber sido concebido por una madre que cree en las estampas murales de trabajadores marchando hacia el paraíso en la Tierra y por un padre que se entrena en la insurgencia armada. Memorias de un hombre nuevo puede leerse como una precipitada inmersión en los orígenes. Daniel Espartaco Sánchez tiene demasiada prisa por describir esa República con su escuela de formación ideológica al estilo de la Universidad Patricio Lumumba —el semillero moscovita adonde los camaradas africanos y latinoamericanos ingresaban para tomarse la revolución en serio—, sus grises bloques habitacionales, sus hombres torvos, sus delatores. Pasa tan rápido que no tiene empacho en dispensar ingenuidades (¿en verdad los comunistas vestían trajes mugrientos y fumaban compulsivamente cigarros apestosos?) hasta obtener una imagen caricaturizada que desactiva toda condena. De pronto ya estamos en Chihuahua y poco después en la Ciudad de México. Porque Daniel Espartaco Sánchez quiere no solo evocar los orígenes del protagonista sino presenciar su metamorfosis: tras encarnar al hombre nuevo del socialismo, ahora, en los primeros años del siglo XX, enfrenta la desapasionada tarea de narrar su derrota, que es también la de sus padres. Vista así, la novela parecería tratar de la extinción de un ideal, del derrumbe de una mentira. Lo que tenemos, sin embargo, es la crónica a trompicones de una vida que no cesa de mostrar un rostro indiferente, aunque de vez en cuando se permite una mueca de reproche cuando mira a la distancia los cadáveres que se vuelven estadística en Chihuahua. Es decir: así como la República Socialista de Ruritania es ya una pieza de anticuario, México, el de las casas con las puertas abiertas que todavía seguía en pie en la década de 1970, ha dejado de existir. Para llegar a esta inédita conclusión, ¿no hubiera sido más fácil escribir un artículo periodístico? En su discurso de recepción del Premio Nobel, Patrick Modiano evocaba la época en que una novela nacía al cabo de largas y fatigosas relaciones con el tiempo. Daniel Espartaco Sánchez confirma que esa época ha muerto: su novela tiene orgullosas semejanzas con los productos más sosos de la comida rápida. L


CINE

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LABERINTO

ESPECIAL

¿Por qué cuando se habla de migración no se aborda la parte sexual?

No lo sé; además, se presta para una comedia, yo mismo pensé en hacer una comedia. Es un rasgo que apenas toco porque preferí irme por el lado de las consecuencias. Jorge Ayala Blanco dice que el cine de migración en México abusa de la victimización.

Es verdad, vemos los problemas del migrante pero no pensamos en los que se quedan. Básicamente, son mujeres reprimidas a la hora de tomar decisiones. La película es matriarcal: las mujeres deciden las acciones.

Así pasa en la vida. El hombre arma el entramado para que las cosas se hagan como la mujer quiere. La decisión más importante de mi familia la tomó mi mamá cuando nos trajo a la ciudad para que estudiáramos. De hecho, La tirisia explora esto pero también la homosexualidad, a través de “El Canelita”.

Jorge Pérez Solano

“Vemos al migrante pero no a los que se quedan” Descendiente del cine rural, La tirisia retrata a las mujeres abandonadas por quienes emigran a Estados Unidos HÉCTOR GONZÁLEZ gonzalezjordan@gmail.com

ENTREVISTA

L

a tirisia alude a una enfermedad del alma, a quien sufre de eterna tristeza. En Zapotitlán, Oaxaca, Cheba (Adriana Paz) y Serafina (Gabriela Cartol) deben alejar a sus hijos para conservar a sus hombres. Inmersa dentro de la tradición del cine rural, La tirisia, de Jorge Pérez Solano, es una película que reflexiona sobre el abandono, las mujeres y la migración. Ganadora de dos Ariel y del reconocimiento a Mejor Película en el Festival de Tesalónica, se estrena en la Cineteca Nacional. ¿Cómo surge La tirisia?

El fotógrafo César Gutiérrez me propuso hacer una película sobre el paisaje de Zapotitlán, cosa que en principio no me convencía mucho porque me parecía que ya estaba muy visto. Escribo las

biografías de mis personajes para ayudar a la comprensión de los actores. En la que le dediqué a Macario, uno de los protagonistas de La espiral, mi filme anterior, escribí que se enfermaba de tirisia porque lo abandonaban en el monte. Un factor más surgió al observar a varios viejos del pueblo de mi padre cuidando niños. Al preguntarles la causa, respondían que los papás se habían ido a Estados Unidos y las madres, al buscar una nueva pareja, se veían obligadas a dejarles a sus hijos. Finalmente, en una proyección de aquella película en Juchitán, una señora me comentó que no hablaba de sus necesidades. Obviamente, se refería a las sexuales. Todo esto me dio el rumbo y me ayudó a concluir que no hay tristeza más grande para una madre que abandonar a su hijo para formar una nueva familia.

HOMBRE DE CELULOIDE

Hago una pequeña exploración. La película me quitó la falsa idea de que Oaxaca es un estado homofóbico; la realidad es que tiene una recepción importante a estas preferencias. De hecho, en una proyección descubrí la liga inconsciente de “El Canelita” con “La Manuela”, de El lugar sin límites. La decisión de hacerlo gay nació después de ver que, durante la filmación de La espiral, los miembros homosexuales del crew consiguieron novio durante el rodaje. Otro tema central es el abandono; cada personaje lo sufre.

Mientras escribía la historia pensaba mucho en El laberinto de la soledad, y en su reflexión sobre el desprendimiento y la forma en que nos vamos quedando solos con el paso del tiempo. Al final creo que es verdad que solos venimos y solos nos moriremos. La película juega también con los símbolos. Pienso en la Iglesia como figura ausente.

Quería reflejar a la Iglesia como una figura inconsciente pero que ya no ayuda, dejó de cumplir la función que le toca. Nadie respeta los mandamientos, por eso tal vez vivimos en estas condiciones. La Iglesia debe cambiar. Aunque también hay un reflejo de la doble moral por parte de la población.

No me interesa criticarla, solo la muestro. Cuando veo mis películas me siento un conservador porque exhibo los defectos de la familia para decir lo que no debemos de hacer. Su película vuelve también a la tradición del cine rural.

El cine serio se ha olvidado del cine rural. El videohome lo toca pero con mucho estereotipo: el campesino, el narcotráfico, el indito. Falta reflexionar sobre lo que somos en este sentido. Olvidamos que la periferia sostiene a la sociedad, nos da los alimentos, el vestido, etcétera. L FERNANDO ZAMORA

@fernandovzamora ESPECIAL

Una niña y un gato negro

L

o primero que llama la atención en Incompresa, de Asia Argento, es que uno no sabe si en efecto su familia (con el maestro del cine Dario Argento a la cabeza) fue tan malévola o, más bien, nos hemos metido en la mente de una directora que en el fondo exagera por aquello del dramatismo. Si la directora estuviese difamando a su padre, sería justa la acusación que se le ha hecho. Incompresa sería, como han dicho algunos medios italianos, un filme sucio y narcisista. Yo más bien creo que todo mundo tiene derecho a contar su propia versión de la historia familiar. Además, la única relación histórica que podemos establecer entre la directora y su protagonista infantil es que ambas se llaman igual. En efecto, cuando Dario Argento llevó a su hija al registro civil, el burócrata en turno le dijo que Asia no era un nombre. Le pusieron Aria. Y Aria se llama esta protagonista de cabellos rubios y ásperos que a veces juega a ser poeta y dice: “Hay muchas formas de llorar, pero yo he escogido la más miserable”.

Si Incompresa resulta infame porque muestra en forma velada a un despreciable Dario Argento es algo que corresponde decidir al público. A mí me corresponde enfrentar sus valores estéticos con su contexto y con obras semejantes. En este sentido, Incompresa recuerda Léolo de Jean-Claude Lauzon. Tanto en Léolo como en Incompresa el público se enfrenta con una familia de pesadilla. Tanto, que no es posible definir con certeza los límites entre la autobiografía y la farsa. Aun así, para apreciar los textos hay que creerles, pues son entes que hablan por sí mismos y no por boca de su creador. Las películas son textos que hay que escuchar. Y lo que dice Incompresa vale la pena de ser escuchado. ¿Acaso la hija del afamado Dario Argento no tiene el derecho de ofrecer un retrato cruel de la infancia? Ingmar Bergman no tuvo empacho en retratar a su padre en forma cruel en Fanny y Alexander. No todo mundo recuerda la infancia con la nostalgia de Fellini en Amarcord. Si uno mira Incompresa libre de chismes, encontrará un mundo infantil tan lleno de

Incomprendida (Incompresa). Dirección: Asia Argento. Con Giulia Salerno, Charlotte Gainsbourg, Gabriel Garko y Gianmarco Tognazzi. Italia, 2014.

crueldad como de belleza. Puede que sea trabajoso meterse en los zapatos de esta niña que vaga de la casa de la madre a la casa del padre llevando en una jaula a su gato negro, pero vale la pena. Después de todo, al escuchar la historia de esta infancia triste saboreamos en la hiel una gotita de miel. Si Incompresa contiene elementos autobiográficos es irrelevante. Lo que importa es que está llena de un erotismo naciente, de sueños vívidos y de una gracilidad mediterránea. Incompresa es una fantasía visual que recuerda la imaginación volátil de los últimos años de la infancia. Esos en que uno no sabe si llorar por el niño que muere o sonreír por todo lo que está por venir. L


MILENIO

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ESCENARIOS

MARTY SOHL

Los peligros de ser tenor ligero La voz de Édgar Villalba se estira hasta las fronteras de lo humanamente posible. Un golpe de viento la devuelve al silencio VIBRACIONES

HUGO ROCA JOGLAR hrjoglar@gmail.com

CUIDADO CON LAS ACROBACIAS Hace calor en una cafetería cerrada. Édgar Villalba tiene alrededor del cuello una bufanda de colores ocre. La precaución no es exagerada; su trabajo es uno de los más peligrosos del mundo: tenor ligero. Y la voz del tenor ligero es elástica, demasiado suave, perfecta para hacer acrobacias: tirarse en caída libre desde el sobreagudo, ejecutar giros por los aires, caminar sobre una cuerda floja de cara al precipicio y con un gracioso salto regresar a la base. INICIOS Édgar Villalba estudió en el Conservatorio de las Rosas, que bajo la dirección de Miguel Bernal Jiménez (1910-1956) se convirtió, a mediados del siglo pasado, en un centro de enseñanza musical (principalmente sacra) cuyo alto nivel académico adquirió fama mundial a través de su coro infantil: los Niños Cantores de Morelia. Así comenzó Édgar su formación musical: como niño cantor obligado a dar vida con su voz blanca a querubines y arcángeles en misas, madrigales, réquiems, oratorios, salmos, motetes, villancicos y marchas procesionales. Con la edad, conforme su voz adquirió colores, sintió un canto más íntimo, de características propias, completamente suyas. Entonces deseó abandonar las abstracciones y encarnar personajes que le implicaran expresar emociones humanas. Su destino era llegar al rossiniano demonio erótico y libertino que es el conde Ory. EL GOLPE DE AIRE La voz del tenor ligero tiene colores chillones y aspecto de pájaro. Es, por lo tanto, ideal para el canto circense, ése que le exige al cantante estirarse hasta las últimas fronteras vocales de lo humanamente posible. Representa el exhibicionismo de lo sobrenatural pero al mismo tiempo despliega la poética de la fragilidad del hombre: durante una mala noche, basta un golpe de viento para tirar la voz del tenor ligero y desaparecerla. Su canto existe siempre al borde del peligro.

El conde Ory, interpretada por la Metropolitan Opera, 2011

INVITACIÓN ROSSINIANA Tras graduarse con honores del Conservatorio de las Rosas (2010), Édgar Villalba se especializó en canto operístico con Teresa Rodríguez, Roberto de Simone, Pedro Lavirgen y Francisco Araiza. En el Taller Lírico Pro Ópera (2011) coincidió con su amigo director de orquesta (y contratenor) Iván López Reynoso, quien se encontraba preparando El conde Ory (1828), última comedia que escribió Gioachino Rossini (1792-1868), e invitó a Édgar para interpretar el rol protagónico (que desde entonces ha cantado sin interrupción en varios estados del país). TAN JOVEN COMO EL CONDE —¿El conde Ory es el sueño de un tenor ligero? —Mi sueño sí lo es. —¿Por descarado y libertino? —Por complejo. —¿En su erotismo? —Y también en sus ideas. —¿Cuáles son sus ideas? —La libertad y la belleza. —¿Entendidas como secuestrar un convento para violar jovencísimas monjas? —No, él va a ese convento porque está obsesionado con la condesa Adéle. —¿Ory cree en el amor verdadero?

DANZA

—Creo que en esa obsesión hay trazas de amor verdadero. Y con esa convicción canta. —¿Es un canto suicida? —Desde un punto de vista técnico, si no estás listo para los sobreagudos, puedes arruinarte las cuerdas vocales. —¿Y desde un punto de vista emocional? —Es llevar tu voz al extremo para cantar una declaración de amor. —¿Qué sentido tienen las acrobacias vocales dentro de la trama? —Enamorar, seducir, cautivar… —¿Ser tenor ligero es una bendición o una condena? —¡Una bendición, por supuesto! LOS CRÍTICOS El sobreagudo es el sonido más subjetivo. Resulta de una voz prodigiosa jugando en las alturas, con aros de fuego, al acróbata. Y su dificultad suicida lo convierte en un mero adorno accesorio a la música, y por lo tanto su expresión es íntima. Es un sonido sin base que flota. Criticarlo es tan absurdo como dispararle a un fantasma. Pero históricamente los críticos de ópera (hombres a los que distingue su sordera) se ensañan con el tenor ligero; lo atacan con palabras envenenadas, una tras otra, y no están conformes hasta que lo matan. L

ARGELIA GUERRERO

makarova81@yahoo.com.mx ESPECIAL

Convencer y no vencer

U

na de las áreas de reflexión en el quehacer dancístico es la que se ocupa del ámbito educativo. El 22, 23 y 24 de octubre se llevará a cabo en la Escuela Nacional de Danza Nellie y Gloria Campobello el Tercer Encuentro de Investigación en Danza con la finalidad de “constituir un foro para educadores y educandos de instituciones y escuelas de danza” y crear una red de educadores e investigadores, además de propiciar una vinculación con la sociedad. Se trata de un esfuerzo pertinente y oportuno para los tiempos actuales, en los que temas fundamentales como la llamada “reforma educativa” y la reciente iniciativa sobre la creación de la Secretaría de Cultura se encuentran en debate, pues en ambas iniciativas está ausente la reflexión, superficial y de fondo, sobre el rol de la cultura para el desarrollo de la sociedad, y tampoco contemplan los aspectos pedagógicos que aportan, y al mismo tiempo requieren, las artes. Estamos en un momento fundamental para que miremos al arte como una herramienta para la formación integral de los ciudadanos. Es urgente y necesario rebasar la discusión centrada

en presupuestos y organización para reconocer en el arte lo que expresa Manuel Pérez Rocha: “su contribución a dar sentido ético, estético, social, histórico y personal a lo que somos y a lo que hacemos, alimentar la voluntad, el carácter, la virtud y la sabiduría, y de esta manera dar sustento y orientación al saber hacer”. Por ello, es pertinente discutir y reflexionar a profundidad los elementos aquí abordados y valorar la necesidad de su aplicación como parte integral y fundamental de los procesos educativos no solo como complementarios o transversales, así como definir procesos, técnicas, métodos y estrategias para la enseñanza de las artes y su desarrollo. Esta orientación toca, necesariamente, la propuesta sobre la creación de la Secretaría de Cultura y su falta de análisis, entre otras cosas, de la vinculación entre educación y cultura. La iniciativa solo esboza razones de presupuesto y logística, por lo que apremia aportar elementos sobre el tema fundamental: el de una política cultural verdaderamente definida. Urge participar en los espacios de reflexión y discusión, como lo es el próximo Tercer En-

Escuela Nacional de Danza Nellie y Gloria Campobello

cuentro, para colocar en el centro la necesidad de mantener el vínculo entre educación y cultura, y no abonar a su desmembramiento. Recuperar al arte como constructor de identidad y articulador del tejido social es una ruta por la que vale la pena transitar. Un antecedente probado es el de la experiencia que tras el terremoto de 1985 vivió la danza al salir a la calle para articularse con la comunidad y, al mismo tiempo, alimentar sus procesos creativos. Fue una experiencia social en la que la didáctica del arte enfrentó la tragedia. El arte tiene de nuevo el reto de convencer y no solo vencer. L


VARIA

sábado 26 de septiembre de 2015

p. 12

LABERINTO

ESPECIAL

Mis amigos TOSCANADAS

DAVID TOSCANA dtoscana@gmail.com

S

iempre me ha intrigado el gusto de la gente por hablar. Hasta quien no tiene nada que decir suele platicar. Cuando se reúnen correligionarios de la ordinaria cultura televisiva, la charla salta de un lugar común a otro. Sin revelaciones. Sin nuevos conocimientos. Sin opiniones informadas. Sin la pimienta de una buena expresión oral, sino con frases llenas de vicios y muletillas, con una sintaxis que debe descifrarse jeroglíficamente. Nunca me interesé en conversar con un taxista ni con otros en una sala de espera ni con mi vecino en la cabina de un avión ni con nadie que no conozca. Qué calor. Qué frío. ¿Y tú a quién le vas? ¿A qué te dedicas? ¿De dónde eres? Por supuesto que tengo amigos inteligentes, de enorme cultura y excelente conversación; pero sentarse a hablar con ellos equivale a bailar sin música. El cuadro solo está completo con buena comida y bebida. Por eso, cuando los recibo en casa, es porque los invité “a cenar”, no “a conversar”. Siempre he sentido nostalgia por aquel mundo que pinta Benedetta Craveri en su libro La cultura de la conversación, en el cual la agudeza, las lecturas, la elegancia, la palabra justa, el ingenio y la ilustración eran importantes para ser alguien. Éste, por supuesto, era un mundo casi exclusivo de nobles y aristócratas. Al mismo tiempo me pregunto cómo eran las reuniones de los iletrados, pues no existía una cultura pop ni televisores ni deportes–espectáculo que les proporcionaran la artillería de lugares comunes. Tengo también otros buenos amigos. Están entre los mejores conversadores y vienen a casa sin que siquiera les ofrezca un vaso de agua. Apenas en este mes, me visitaron cuatro premios Nobel: dos de literatura, uno de física y otro de medicina. Además, como tenía ciertas dudas sobre evolución y genética, invité a un especialista de la Universidad de Zúrich, a otro de la Universidad de Sidney y también vino ni más ni menos que uno de los descubridores de la estructura del ADN. Por si fuera poco, desde la Universidad de California me visitó un

TENGO AMIGOS INTELIGENTES, DE ENORME CULTURA Y EXCELENTE CONVERSACIÓN; PERO SENTARSE A HABLAR CON ELLOS EQUIVALE A BAILAR SIN MÚSICA

experto en asuntos religiosos, específicamente para hablar del Corán. Su conversación fue sabrosísima, aunque me pareció que justificaba más de la cuenta los disparates del islam. Ya tengo una lista de invitados para el mes de octubre. Esta vez solo uno de ellos es Premio Nobel. Como ahora estoy muy picado con ciertos temas científicos, vendrán unos amigos del Instituto Tecnológico de Massachusetts, del Instituto Max Planck y de Cambridge. También me visitarán algunos importantes historiadores y magníficos novelistas y poetas. Aclaro que el Premio Nobel que me va a visitar no es Mario Vargas Llosa ni Orhan Pamuk. Al primero lo conozco muy

DESDE MADRID

VÍCTOR NÚÑEZ JAIME

bien y no nos hace falta vernos pronto; el segundo ha venido ya tres veces, pero me parece banal y por eso nunca hemos terminado una conversación. Creo que no lo vuelvo a invitar. Tampoco se trata de un Premio Nobel de la Paz, pues ellos suelen ser la casta de menor inteligencia entre los galardonados, aunque algunos tienen biografías interesantes. Otra cosa buena de estos amigos es que nunca me dejan plantado. Al contrario, si no los puedo recibir por algún contratiempo, ellos esperan con paciencia hasta que les abra la puerta. ¿Quién iba a decir que tanta gente tan brillante iba a querer visitarme en mi modesta casa de la rúa Marcos Portugal? L

periodismovictor@yahoo.com.mx EUROPA PRESS

Cultura y frivolidad

D

urante estos días, una pareja sonriente, muy bien engalanada y retratada en la Quinta Avenida de Nueva York, hace que los viandantes se detengan ante los quioscos de prensa y se salgan de la marea informativa sobre los refugiados sirios y las elecciones catalanas. En la portada de ¡Hola! —Biblia del mundillo del corazón— el último hispano en recibir el Premio Nobel de Literatura aparece con las canas bien peinadas, la sonrisa en el rostro y la mano derecha en la cintura de su nueva amada, convertido oficialmente en Mario Vargas Rosa. El mismo que hace tres años escribió una diatriba contra la Señora Frivolidad, emperatriz de estos tiempos, en La civilización del espectáculo, encabeza ahora los actos de la jet-set y se codea con las celebrities del papel cuché. “Es lo que tiene el amor”, se escucha una y otra vez en las tertulias gritonas que inundan la radio y la televisión de este país de cotillas, “que te hace cometer acciones que jamás pensaste que realizarías”. Isabel y Mario (así, a secas, porque los apellidos son para los anónimos) oficializan su romance ante el mundo y la Reina de Corazones aprovecha las páginas de la revista para

tranquilizar a los lectores del escribidor: “siempre apoyaré a Mario para que escribir siga siendo una parte esencial de su vida”. Menos mal que antes del torbellino sentimental, por si acaso, Mario (así, a secas) puso punto final a su nueva novela. Se llama Cinco esquinas, transcurre en el barrio del mismo nombre de Lima (Perú), y ya está en manos de su editora. Quién sabe, entonces, si cuando se presente haya alfombra roja y si el acto se lleve a cabo en un lugar tan cool en el que no se pueda entrar con tenis y camiseta. Quien no irá a esa presentación es Carmen Balcells. La agente literaria con “pellejo de rinoceronte” (Pablo Neruda dixit), la Mamá Grande que hizo estallar el boom en Barcelona, murió la noche del domingo pasado. A ver si el Ministerio de Cultura y los herederos se ponen de acuerdo en el precio de la segunda parte de su archivo. En 2010 vendió buena parte de él: unas 2 mil cajas llenas de cartas, manuscritos originales con correcciones sobrepuestas y un puñado de contratos con las ventajosas condiciones y cifras que conseguía para sus autores. Por desgracia, todo ese material, imprescindible en la historia de la literatura

2,800 cc.

Carmen Balcells

en nuestra lengua, sigue arrumbado y sin clasificar en el Archivo General de la Administración, en Alcalá de Henares (cerca de Madrid). Antes de conocerse la muerte de la superagente, Luis Mateo Díez nos citó en el histórico (y casposo) Café Gijón para hablar sobre su nueva obra, Los desayunos del Café Borenes (Galaxia Gutenberg), una defensa apasionada de la ficción pura (y del proceso de escritura), en una época calificada por el prolífico cuentista (y charlista) como “avasallada por la realidad”. Un par de cafés y cruasanes después, me fui “a toda hostia” a algo también muy profundo: el desfile de la nueva colección de la diseñadora de ropa Ágata Ruiz de la Prada. En primera fila estaba, con su bastón en las manos, el veterano escritor Antonio Gala. La cultura y la frivolidad en pleno amasiato. L


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