Laberinto No.649 (21/11/15)

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Laberinto

Arde París

tres brindis por Fernando del Paso

santiago gamboa p. 02

cristina pacheco, ignacio trejo fuentes, y jorge esquinca p. 04 y 05

MILENIO

núm. 649

sábado 21 de noviembre de 2015 FOTO: marius becker/ efe/ epa

Después de Saint–Denis josé abdón flores p. 06 y 07 david van reybrouck p. 08


antesala

sábado 21 de noviembre de 2015

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LABERINTO

goya

Goya en la National Gallery Avelina Lésper www.avelinalesper.com

casta diva

G

oya nunca estuvo satisfecho con su obra, sufría depresiones, el caballete lo vencía, vivió el paso del muro al lienzo como un abismo imposible. La pintura se convirtió en una obsesión de él con el formato, con lo que se puede hacer dentro de un espacio acotado, no era la comisión, el tema o la técnica, era la comprensión de ese espacio en blanco que debe adquirir otra dimensión, un sentido distinto al del muro. La National Gallery de Londres titula esta exposición Goya: The Portraits, es revelador porque el pintor aparece en varias obras pintando, reafirmando la audacia de Velázquez en Las Meninas, que puso en primer plano a la pintura, el lienzo alberga arte no al modelo, la realidad o el tema. La pintura es una idea verosímil y autoral, el tema surge a partir de la interpretación. En el cuadro La familia del infante don Luis de Borbón, Goya está presente, es el creador de la escena: don Luis consulta al oráculo con los naipes a la luz de una vela mientras peinan a su esposa María Teresa. Lo que el azar vaticinó fue el destino del pintor, gracias a don Luis más tarde Goya sería el pintor de la corte del rey. El testimonio que deja es la preocupación de

Alfileres Armando Alanís alaniscanales@gmail.com

Goya con la iluminación, el contraste de la penumbra del fondo con la luz tenue que nos revela el rostro de cada uno de los personajes, es una pintura sobre el arte de generar luz, de crear una atmósfera irreal que le dé verosimilitud a la existencia de unas personas. Goya deja algo más que un registro, dice que ese ser pidió a un pintor que lo retuviera, no le comisionaron un retrato, depositaron su memoria en manos de un artista. Ese espacio que Goya domesticó a través de la luz permitió un escenario abstracto para ese ser, el fondo gris, un páramo cronológico y espacial, iluminado con la tenue temperatura del cuerpo. Los muebles estorban, la pureza está en las obras que albergan ese limbo, esa intemporalidad. El pintor nos comunica de forma cifrada su relación y concepto de cada retratado: la duquesa de Alba señala el piso donde posa la inscripción “Solo Goya”, solo ese pintor, solo ese amante. El retrato de Carlos III es la antítesis del género, no hay valentía o fiereza, nos da a un cazador fláccido como el guante que lleva en la mano, el sabueso duerme en lugar de estar alerta. El niño Manuel Osorio Manrique de Zúñiga jugando con la vida del pájaro que levanta un papel

El niño Manuel Osorio Manrique de Zúñiga (fragmento)

con una inscripción, de nuevo el azar define el desenlace, tres gatos acechantes, esperando la lectura de la sentencia contenida en ese papel, en la jaula hay más prisioneros; un niño adorable, muñeco insensible, vestido con un traje rojo es para Goya un pequeño verdugo, es la crueldad de la ignorancia y el juego. Es evidente que le gustaba más pintar mujeres que hombres y niños, con ellos es implacable, a veces hasta descuidado, en cambio con ellas busca la seducción, el vestido delicado, detalla el peinado, el pecho generoso, se fascina con el pelo largo, el tono de la piel, pareciera que no quiere que lo olviden, se hace necesario, les da el reflejo que desean de ellas mismas. Los humanos somos limitados, predecibles, la pintura es el misterio, la contradicción entre mostrar y deformar, trasladar a otro lenguaje ¿cómo llegar a lo esencial, entrar en la revelación emocional sin caer en la obviedad y que la obra sea el motivo, el centro que atrape la visión? Eso aisló y condenó a Goya, lo dejó sordo para únicamente ver, para que nada interrumpiera su inmersión a lo más profundo de su arte. L

El novelista barroco se perdió sin remedio en su intrincada selva de palabras. especial

Arde París Ambos mundos

H

Santiago Gamboa Facebook: Santiago Gamboa-círculo de lectores

e vivido ya dos veces en París, sumando entre ambas diez años, y una de las pocas cosas que sé es que jamás volveré a hacerlo, aunque la vida y los libros me lleven una y otra vez a ella. En la primera estadía llegué con una mano adelante y otra atrás, un maletín y un número de teléfono, pero sobre todo con el furioso deseo de convertirme en escritor. Era el inicio de los años noventa. La novela en la que narro las peripecias de esos años duros y alocados comienza con la siguiente frase: “Por esa época la vida no me sonreía”. Y era verdad. Las dificultades parisinas me llevaron al límite, pero ese límite, en el recuerdo, fue una verdadera escuela. Tal vez una escuela militar, pero escuela al fin y al cabo. La segunda vez llegué como diplomático a trabajar en la UNESCO, es decir que tenía un sueldo y disfrutaba

de ciertas canonjías. Yo creía que llegaba la revancha, pero no fue así, para mi sorpresa. Si a principios de los noventa los propietarios de cuartos de servicio me colgaban el teléfono por ser colombiano —peligrosa modalidad de “extranjero”—, en el 2006 me colgaban por ser diplomático. Y esto porque los diplomáticos tienen inmunidad y no se les puede hacer juicio de lanzamiento. Me quedé de piedra. A pesar de las dificultades conseguí un apartamento cómodo frente al Sena, en el Quai Louis Blériot, a la altura del puente Mirabeau. Cómodo para los niveles parisinos, se entiende, pues igual tenía unos baños tremebundos y ese color amarillento en las paredes que transmite al espíritu una helada sensación de dejadez y avaricia. El puente Mirabeau es un símbolo triste para la poesía. Se presume que de él saltó a las maternales aguas del Sena el poeta Paul Celan. Hay

Boulevard Voltaire

también un poema de Apollinaire que se llama “Sobre el puente Mirabeau” en el que dice, imbuido por el sentimiento de pérdida: “Cuán lenta es la vida,/ ¡y cuán violenta es la esperanza!”. En París me hice adulto: recibí mi primer cheque de sueldo, me casé y me divorcié, compré un carro a cuotas que luego vendí, alquilé un apartamento, descubrí el periodismo y fui incluso funcionario del Estado francés. También escribí, y estando allá publiqué mi primer libro. París acabó por darme las herramientas con las que pude construir la vida que ahora tengo. Por eso en estos días, al ver que la ciudad es atacada de un

modo tan irracional, me viene la nostalgia de estar en ella. De pasear por el boulevard Voltaire hacia Republique (donde frecuenté un hammam, nombre árabe del baño turco) sin sentir miedo, tal vez con algunos amigos árabes, como el poeta iraquí Kaddim Jihad, o el tunecino Abdelwahab Meddeb, y encarnar con ellos el espíritu de esa ciudad cosmopolita que une a latinoamericanos con magrebíes, a africanos con asiáticos; esa ciudad alegre y retadora, iluminada y a la vez enferma de vicios, en la que tantas personas de todas las esquinas del mundo hemos encontrado un camino. L

dirección josé luis martínez s. edición roberto pliego, iván ríos gascón arte y diseño salvador vázquez


milenio

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antesala

especial

× A rac e l i

M a n c i l l a ×

El reloj… Este poema, que transcurre en el espacio ambiguo del sueño, forma parte de un libro en preparación

E

l reloj marca el tiempo de tu sueño pero no da la hora: aquel dormido dentro de ti descansa en esa casa; no hay cama para él sino la calidez del barro, el sereno de una noche entre ruinas cagadas por los pájaros, ojos cerrados que miran con costumbre aquello que no pueden compartir. Aquel dormido dentro de ti abre las manos para llenarlas de cielo. No hay techo en el silencio de esa casa: una flor que es reloj suelta su mecanismo de aroma viejo, de algo que sucedió y dejará un rastro de palabras cuando despierte dentro de ti ese que duerme.

× e ko × e x

l i b r i s × n ot i c i as

d e l

El esquivo Caracteres

Álvaro Uribe alvuribe@yahoo.com.mx

T

i m p e r i o ×

res tristes taras, tres vicios inerradicables o tres atávicas manías lastran el comportamiento y la reputación de este mexicano arquetípico: la imposibilidad de decir no, la imposibilidad de cumplir un compromiso y la imposibilidad de mirarte sostenidamente a los ojos cuando te asegura que sí o cuando hace contigo una cita a la que no acudirá. Peleado con la verdad, el esquivo es todos y cada uno de nosotros en México. La empleada de la tienda de la esquina que al pedirle tus cigarros favoritos te dice sonriente que se le acaban de terminar. El plomero que te promete al teléfono que en menos de una hora estará allí para contener una fuga de agua en tu baño. El burócrata que con la vista fija en su computadora te garantiza que mañana sin falta tendrá el documento que debió haberte entregado hoy. El pintor de brocha gorda que por repintar tu recámara te pide una suma que no le regateas y después arguye compungido que no le alcanzó para el material. La sirvienta que te jura por Dios que ella no rompió la taza antigua, un fetiche para ti, que creías perdida y cuyos pedazos descubriste en el bote de la basura orgánica. Pero no solo en el sector de los servicios medra el esquivo. También se lo encuentra en situaciones menos utilitarias. Como la del transeúnte que, con tal de no admitir su ignorancia cuando le preguntas por una calle, finge reflexionar y luego te encamina en una dirección errónea. O la de aquella señora tan bien educada que, para no contradecir a su oftalmólogo, no le precisa con qué gradación exacta de los lentes ve mejor. Todos los esquivos, sin importar su clase o su ideología, creen que decir con franqueza lo que uno piensa o siente o sabe de veras es de mala educación. Lo cree tu amigo Ivo, que se jacta sin embargo de ser hombre de mundo y ajeno a las pequeñeces de la mexicanidad. Editor o periodista, crítico o promotor cultural, Ivo es siempre idéntico a sí mismo. Cuando le llevas un manuscrito para que te lo publique, o quedas de verte con él para que te entreviste sobre el libro ya publicado, o se lo mandas para que le haga una reseña, o se lo das en propia mano para que te incluya en la próxima gira de escritores nacionales en el extranjero, Ivo indefectiblemente se alegra y te felicita y te promete y te abraza mirando a otro lado. Después viene el silencio. Semanas de silencio. Meses de silencio. Hasta que por fin te tragas tu orgullo y lo llamas o le mandas un correo o incluso te presentas en su oficina. Pero Ivo no te responde la llamada ni el mail, y su secretaria te dice, esquiva, que él está en una junta y mañana a primera hora te buscará. Condenarías sin piedad la taimada cobardía de Ivo el esquivo, de no ser porque más de una vez se te acercó un escritor joven o no tanto y te endilgó una novela inédita o recién publicada y tú mostraste un gran interés y le diste al colega ilusionado una dirección electrónica falsa y te despediste de él efusivamente y al final dejaste el libro no leído en el cuarto del hotel. L

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Tres brindis por Fernando del Paso El 23 de abril de 2016, Fernando del Paso recibirá el XXX Premio Miguel de Cervantes en la Universidad de Alcalá de Henares, en justo reconocimiento a una obra majestuosa conjugada por tres novelas esenciales. Festejamos este acontecimiento con tres miradas al artista, al amigo, al maestro y al colega javier hoyos

tirarle rollos al mar muerto Ignacio Trejo Fuentes

F

ernando del Paso me contó hace años que quienes otorgan el Premio Cervantes le habían hecho saber que él nunca lo obtendría “porque no tenía obra suficiente” para ello. Le dije que no se preocupara, pues por lo visto aquéllos parecían medir el valor de la literatura por metro, por la capacidad de los autores de llenar estantes. Del Paso inició su carrera literaria como poeta, con Sonetos de lo diario, que Juan José Arreola le publicó en sus Cuadernos del Unicornio (1958). Su primer intento narrativo merece ser recordado; fue un cuento publicado en la revista de la Universidad Veracruzana y de cuyo título no me acuerdo; lo que sí me quedó grabado es que los personajes son un estudiante de medicina y la emperatriz Carlota: fueron los fantasmas que habría de desarrollar en dos de sus obras maestras: Palinuro de México y Noticias del Imperio. Pero antes publicó José Trigo (1966), que sorprendió por su alto grado de experimentación técnica, por su derroche verbal y por lo nutrido de su temática: el movimiento ferrocarrilero de los años cincuenta, la Guerra Cristera y otros asuntos de relieve social y político. Y para no caer en la aridez discursiva incluye narraciones bellísimas, como la historia de amor incestuoso protagonizada por Guadalupe y Dulcenombre,

o por el vaticinio de que Tlatelolco, epicentro de la obra, sería devastada por un terremoto. Confieso que cuando la leí por primera vez no la entendí: su riqueza idiomática me rebasó. Ahora la adoro: hay innumerables juegos de palabras, calambures, retruécanos en verdad deliciosos. Palinuro… y Noticias… son dos obras cumbres no solo de México sino de la lengua española en general y no voy a abundar en ellas. Prefiero hablar del Fernando del Paso que he tenido la fortuna de conocer. Ese Con el paso de los años conocimiento se dio al descubrí que detrás del leer Palinuro de México Fernando que parece cuando acababa de ser solemne se agazapa un publicada en España hombre divertidísimo, con por Alfaguara (1977): me un humor inteligente hice de uno de los pocos ejemplares que llegaron a México, y Gustavo Sainz de otro. Concordamos en que la novela era asombrosa, y por tal motivo le hice una larga entrevista cuando él vivía en Londres y era locutor de la BBC. La publiqué en el entonces poderoso suplemento La Semana de Bellas Artes. Generoso, me dio un texto hermosísimo de su trabajo en proceso, titulado “Camarón, camarón”, que también se dio a conocer en La Semana… y que formaría parte de Noticias del Imperio.

Así, en las pocas ocasiones en que venía a México me encontraba con él para charlar, comer, tomar café o whisky e intercambiar chismes. Cuando por fin apareció Noticias… (Diana, 1986) me concedió el grandísimo honor de presentar la obra en un lugar esplendoroso del Paseo de la Reforma que fue decorado como si se tratase de un espacio de los tiempos del Imperio de Maximiliano y Carlota. Estaba todo México: escritores, políticos, periodistas, gente del espectáculo, todos de primerísimo nivel. Yo temblaba, porque fui el único presentador (Susana Alexander y Roberto D’Amico hicieron algunos de los poéticos monólogos de la novela.) Con el paso de los años descubrí que detrás del Fernando que parece solemne (voz de locutor, máxima elegancia irreverente…) se agazapa un hombre divertidísimo, con un humor inteligente que pocos pueden captar. Hace cosa de siete años coincidimos en Jerusalén; yo estaba a cargo de la Cátedra Rosario Castellanos en la Universidad Hebrea y él iba por información del libro sobre religiones (Bajo la sombra de la historia. Ensayos sobre el islam y el judaísmo) que estaba escribiendo. Lo invité a mi clase y leyó poemas. Otra vez estuvimos juntos en el Mar Muerto y nos divertimos con la gente que flota en esas aguas misteriosas, sobre todo con los judíos ultra ortodoxos que nadaban de a muertito con sus ropajes negros y su sombrero puesto. Estábamos tirándole rollos al Mar Muerto. Nos acordamos que los israelíes han desarrollado imponentes plantas desalinizadoras, y sugirió que trajéramos unas cuantas a México “para desalinizar al país”. La pobre profesora que nos llevó (con Socorro, esposa de Fernando) no entendió, e insistía en que el maestro le hablara de literatura: ya lo tenía hasta el copete. Para disuadirla, le dijo que, en realidad, la literatura nos importaba dos cacahuates, y que en vista de que en Jerusalén surgieron las tres religiones monoteístas más importantes, habíamos ido con el propósito de establecer ahí la nuestra. La anfitriona nos miró desconcertada y al fin preguntó cuál era esa religión. Fernando le dijo que éramos jarocho–mahometanos. De vuelta en Jerusalén, Del Paso nos invitó a cenar, y quizá arrepentido del abuso que hicimos de la ingenuidad de la maestra, empezó a hacer sendos retratos de ella con ambas manos. Sí, él es capaz de hacer figuras de ese modo, como si se tratara de un espejo. Hace lo mismo con la escritura: escribe las mismas líneas con las dos manos de derecha a izquierda y de izquierda a derecha: otra vez el espejo. Alucinante. También en esos días, mientras Ruth Fine (nunca se aplicó mejor un apellido) llevaba a Fernando, a Socorro y a mí a hacer un recorrido por la incomparable Jerusalén sonó el teléfono celular del escritor (era la primera vez que usaba uno, según me dijo); oímos que decía: “Sí, por supuesto, fírmalo y envíalo. Él está conmigo aquí, en Jerusalén”. Luego de colgar nos dijo que quien habló era su hijo, desde Guadalajara, para decirle que había llegado una solicitud para que autorizara que un material suyo fuera incluido en el libro Autoentrevistas de escritores mexicanos, que hicimos Ixchel Cordero Chavarría y yo. Pasmoso. (Cuando se publicó el libro, Fernando, magnánimo, lo presentó en Guadalajara.) Podría pasar horas enteras contando anécdotas de Fernando, pero termino con algo que me impresionó. Una noche, él y Carlos Fuentes cenaron en casa de Fernando Botero, y ya medio borrachos el colombiano les pidió que escogiera, cada quien, uno de sus óleos de gordas. “Carlos me agandalló y se hizo de la mejor y más grande. Pero me conformo, porque cuando tuve problemas de salud y debí mudarme por prescripción médica a Guadalajara, vendí el cuadro, y con lo que me dieron me alcanzó para comprar mi casa”, dijo. Otro final de estas remembranzas. El formidable poeta Francisco Hernández me confió: “Tú sabes, Nacho, que no suelo leer novelas, pero como ponderas tanto Noticias del Imperio la leí completita”. “¿Y qué te pareció?”, le pregunté. “Maravillosa”, respondió. Sí, y con perdón de Guzmán, de Yáñez, de Rulfo, de Fuentes, de Revueltas, de Spota y de tantísimos novelistas más, considero que Noticias del Imperio es la mejor novela que jamás se ha escrito en México y en otras, muchas otras partes. L


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DE PORTADA

nacho reyes

El rey en su laberinto Cristina Pacheco Además de quererlo y respetarlo, me sobran razones para admirar a Fernando del Paso, entre otras su devoción por México, su amor por la escritura, su ejercicio de autocrítica, su infatigable búsqueda de nuevos recursos literarios, su capacidad para disfrutar de la vida y sobreponerse a las dificultades, su discreta ironía, su inagotable curiosidad, su interés por la cocina y hasta por la actitud desafiante con que selecciona su ropa. Me pregunto qué atuendo elegirá Fernando para asistir a la entrega del Premio Cervantes en Alcalá de Henares. Por lo pronto, este l2 de noviembre recibió la noticia del galardón en su cama, cubierto con una manta roja. Al verlo así y con el cabello blanquísimo aureolándole la cabeza, imaginé a Del Paso como un rey de cuento cuyos dominios abarcan la suma de sus laberínticos dibujos. Supuse que ese imperio, de líneas y colores, se encuentra habitado por sus más fieles vasallos: las palabras. Atentas, justas, dóciles a la clarividencia de Fernando, se unen para dar forma y sombra a ciudades, monumentos, ambientes, personajes entre los que destaca una mujer: Carlota. “Apasionada, aún bella, loca, recorre los laberintos en busca de Max y de otro emperador mucho menos efímero porque su reino es de palabras y las palabras no mueren”.

tierras nuevas de la imaginación Jorge Esquinca

V

amos a suponer que existe un punto de observación privilegiado. Un alto mirador. En esa cima, un hipotético espectador puede girar en un círculo concéntrico a cualquier hora del día o de la noche y desde ahí nombrar el territorio que se extiende a sus pies. Esta región del mundo debería, entonces, llevar el nombre de su inventor, un hombre armado de lenguaje y pródigo en visiones, dueño de su albedrío y enamorado del azar. Me refiero a Fernando del Paso. Y esa geografía es ahora tan vasta como lo fueron —y lo siguen siendo— las grandes miras que se impuso, o le fueron impuestas por el destino que signa el espíritu de los descubridores. Quiero pensar que aquel joven que publica su primera novela a los 31 años no es esencialmente distinto del hombre que hoy, a sus 80 recién cumplidos, acaba de ser designado Premio Cervantes de Literatura. Pero las razones de este brindis requieren que concentre lo que digo en torno a las cimas de la región que he señalado. José Trigo (1966), Palinuro de México (1977) y Noticias del Imperio (1987), sus tres novelas insignia, se publican cada una casi diez años después de la anterior. No repetiré los argumentos y las razones con los que de manera unánime, y casi siempre justa, la crítica literaria de nuestro país y del extranjero ha celebrado la aparición de estas tres novelas mayores de nuestra lengua. Diré que soy un lector más. Un lector agradecido por la existencia de esta tierra nueva inscrita en el mapa de las letras

y en el de mi imaginación. Agradecido en la medida que José Trigo existe y no existe, porque precisamente en ese vaivén, en ese pulso de sonoro corazón es que las palabras toman el hilo de la leyenda, lo deshilan y lo cortan donde mejor les place, donde mejor les suena; pues qué otra cosa es sino sonido este José Trigo multiplicado, espiga desgranada en fragor de máquinas y góndolas, rumor de comadres chilmoleras, voces luminosas de todos los días, voces tan nocturnas que se confunden con la misma noche de los tiempos, canción de cuna sempiterna, canción que canta una madre omnipresente: la madre lengua de todos y de nadie. Agradecido porque Fernando del Paso, no conforme con esta aventura de abismos y cimas del lenguaje, hizo nacer a Palinuro de México “dormido a la deriva en las trenzas de su madre” y a Estefanía “pura, inocente, impávida” y a Fabricio y a Molkas, entre tantos otros fantasmas de carne y hueso que pueblan las páginas de ese libro tan decidida, tan voluntariosamente barroco, entrañable, desconcertante, provocador, escatológico, libertino, erudito, convulsivo, divertidísimo. Agradecido porque otra pasión de Fernando del Paso, me refiero a la que como una corriente de sabiduría y amor genuinos se manifiesta a lo largo de su vida y sus trabajos, a esta pasión tan suya por la historia de México, se sumaron su talento literario y la plena madurez de su aventura creativa para regalarnos unas Noticias del Imperio que comienzan más allá del mar Atlántico y terminan con una descarga de fusilería en el

en ese pulso de sonoro corazón es que las palabras toman el hilo de la leyenda, lo deshilan y lo cortan donde mejor les place

Cerro de las Campanas. Pero no, porque esa historia no habrá terminado jamás, mientras las manos de María Carlota Amelia Victoria Clementina Leopoldina sigan aferradas al estuche de cedro que contiene una caja de zinc, que contiene una caja de palo de rosa, que contiene un pedazo del corazón y la bala que segó la vida de Fernando Maximiliano José, y mientras ella, mamá Carlota, en el colmo de su delirio, en el colmo de la dulzura, lo invente como se inventan las palabras de cada día y el tejido de los sueños. Un buen día, en el restorán Pierrot de Guadalajara, mientras conversábamos con él —martinis de por medio— Mario Heredia y yo, Fernando nos hizo una confesión: afirmó que cambiaría cualquiera de sus novelas portentosas por un libro como Alicia en el país de las maravillas. Mario y yo sonreímos y los tres alzamos nuestras copas. Entonces Mario le contó que una vez, muchos años antes de nuestras escapadas al restorán francés, durante la FIL, había hecho una larga fila para que el maestro le firmara Noticias del Imperio. Justo al llegar su turno, Fernando, cansado y abrumado por la muchedumbre, objetó: “tengo que irme, no firmo más”. Mario, decepcionado, regresó a casa con su ejemplar sin firma. Fernando se quedó pensativo unos instantes, mandó llamar al capitán de meseros y le pidió unas tijeras. Ya con ellas en mano, y ante el azoro de los comensales en las mesas vecinas, Fernando recortó un amplio trozo del albo mantel de nuestra mesa, sacó del bolsillo de su blazer de terciopelo color esmeralda una gruesa Mont Blanc y estampó en él un dibujo y una larga dedicatoria para Mario. Recibí la noticia del Premio Cervantes para Fernando del Paso mientras me preparaba para bajar a desayunar con Ignacio Trejo Fuentes y otros amigos escritores en el ineludible restorán Terranova, frente al zócalo de Oaxaca. Fue esa una mañana particularmente luminosa. L


LABERINTO

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ANTHONY DORFMANN/ afp

Terraza del café Bonne Biere

Después de Saint-Denis Estas páginas recogen la opinión de miembros destacados de la intelectualidad francesa tras los ataques del 13 de noviembre. Contienen, sin duda, una condena y un llamado a repensar los fundamentos de Occidente. Más adelante, el historiador belga David Van Reybrouck polemiza con el presidente francés François Hollande, a quien acusa de imitar el discurso insensato y belicista de George W. Bush REPORTAJE José Abdón Flores/ París

E

l 11 de noviembre Francia conmemoraba un aniversario más del armisticio de 1918, fin oficial de la Primera Guerra Mundial. El partido amistoso de futbol entre las selecciones de Francia y Alemania, programado para el viernes 13 en el Stade de France, realzaba en cierto modo esa fecha histórica. Sin embargo, la noche en Saint–Denis mutó su aire conmemorativo cuando a las 21:20 una explosión en la puerta D marcó el inicio de una funesta velada. ¿Por qué París? Es la pregunta que se hacían los franceses el sábado luego de conocer el saldo rojo del ataque coordinado y reivindicado por el Estado Islámico (EI). ¿Por qué de nuevo el distrito XI? ¿Por qué una sala de conciertos? ¿Por qué un bar, un café y un restaurante más bien anónimos? Una vez consumados los hechos, no queda sino buscar las razones, tratar de entender los motivos que llevaron a un grupo de individuos a anteponer la causa terrorista a su propia vida. El matiz de las opiniones es variado. Para el filósofo y ensayista Pascal Bruckner,

la determinación de los terroristas del EI es total. “Estos kamikazes dijeron a sus víctimas: Mírame. Para ellos matar y morir es una misma cosa. Hay que reconocer que estamos completamente desarmados frente a esta ira nihilista. Cierto, tenemos respuestas policiacas y militares pero de nada valen frente a hombres a quienes no les importa morir. Nietzsche dijo: la juventud es la edad del absoluto. Estos jóvenes están en una dimensión apocalíptica, una escatología mesiánica del baño de sangre. Para ellos la muerte es la vida”. En efecto, dentro de la mística que impulsa al EI, también conocido como ISIS (Islamic State of Iraq and al–Sham), existe la creencia del Final de los Tiempos. A los jóvenes se les inculca, entre otras cosas, el advenimiento de una batalla épica en Dabiq (norte de Siria) que será la antesala del Apocalipsis y la victoria de su causa. El ensayista Olivier Postel–Vinay refiere que la cristalización del fanatismo es una búsqueda de sentido, un refugio semántico, que conduce al enclaustramiento en un universo mental cerrado. “Entendemos hoy por fanatismo una locura religiosa, sombría y cruel, escribía ya Voltaire en su Diccionario filosófico, publicado en 1764 en Ginebra. ‘El que respalda su locura con el asesinato es

Estos kamikazes dijeron a sus víctimas: Mírame. Para ellos matar y morir es una misma cosa. Hay que reconocer que estamos desarmados frente a esta ira nihilista.

PASCAL BRUCKNER

un fanático. El ejemplo más detestable del fanatismo es el de los burgueses de París que corrieron a asesinar, degollar, arrojar por las ventanas, despedazar, en la noche de San Bartolomé, a sus conciudadanos que no iban a misa’. Desde entonces, hemos aprendido que el adjetivo ‘religioso debe entenderse en un amplio, muy amplio sentido. Voltaire escribió lo anterior antes del comunismo, de la fe nazi, de la Revolución cultural, Pol Pot y Ruanda. Desde este punto de vista el fanatismo islamista es un regreso a las fuentes”. La palabra fanático proviene del latin fanum, templo. El fanaticus era el servidor del templo. El sentido figurado se utilizó, en Roma, para designar a los padres del culto a Belona, diosa de la guerra. Una de las voces más consultadas y escuchadas no solo ahora sino en

los últimos años, cuando la amenaza terrorista se hacía inminente, es la del juez antiterrorismo Marc Trévidic. Apenas en septiembre había advertido que la alarma terrorista estaba en su grado máximo. “El terrorismo es una escalada: intenta siempre ir más lejos, golpear más fuerte. Para mí, es evidente que hay un Premio Goncourt del terrorismo —los atentados del World Trade Center— que los terroristas buscan superar. No creo que Abou Bakr al– Baghdadi1 y su ejército se conformen por mucho tiempo con operaciones exteriores de poca envergadura. Están ideando algo grande cuyo objetivo es el hexágono francés. Somos el blanco ideal. Tradicionalmente el adversario número uno del terrorismo jihadista era Estados Unidos, pero los parámetros han cambiado. Los estadunidenses están lejos, aunque ahora somos su principal aliado en esta lucha. La proximidad geográfica, los enlaces en Europa y la facilidad de enviar a nuestro territorio voluntarios aguerridos, hacen de Francia el blanco principal del EI. Un boleto de 200 euros a Turquía basta para pasar al acto”. Estas mismas palabras las repitió el juez Trévidic en las distintas ocasiones en que fue entrevistado después de los ataques del 13 de noviembre; ataques que, por cierto, no le sorprendieron.


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DE PORTADA

Peter Dejong/ ap

Al este del paraíso

Salvo por su vida nocturna, el distrito XI es de los menos conocidos para quien no vive en París. Esta zona ubicada al este tiene una historia muy ligada al pasado revolucionario francés. Prueba de ello son las tres importantes plazas que lo acotan: la Place de la Bastille, la Place de la Nation y la Place de la Republique. Antaño fue un enclave obrero pero con los años ha sido objeto de la llamada gentrificación, convirtiéndose en un lugar de moda para los “bobós” (bourgeois–bohèmes). La calle Oberkampf es el epicentro y los nombres de sus bares denotan el carácter branché: Le Kitsch, Bespoke, La Mercerie, Quartier Général, Les Philanthropes, A la Folie, Ex Nihilo… No lejos de ahí, en el Boulevard Voltaire, se encuentra el Bataclan. La diversidad cultural es otro aspecto que distingue al XI distrito; en sus calles conviven individuos de distintos credos y religiones en una relativa armonía. Al bar Le Carillon acuden tanto magrebíes como recalcitrantes parisinos; y el Petit Cambodge es un restaurante de comida asiática con clientela variada. Al parecer, es este aspecto de integración exitosa el que molesta a los extremistas islámicos, y es ahí donde decidieron golpear. “Cualquiera que sea el contexto, época o latitud”, refiere Edwy Plenel, cofundador de Mediapart, medio independiente de noticias, “el terrorismo apuesta por el miedo. En el seno de estas lógicas asesinas están las profecías autorrealizadoras: provocar mediante el terror un gran caos del cual se espera suscitar la cólera, el resentimiento, la injusticia. Los terroristas no tenían como blanco lugares manifiestamente simbólicos como en los atentados de enero (Charlie Hebdo y un supermercado judío). En esta ocasión, armados antes que nada de una ideología totalitaria, iban a matar toda pluralidad, borrar toda diversidad, negar toda individualidad; tenían por misión aterrorizar a una sociedad que encarna esa promesa de libertad”. En el siglo XIII había una ley que proclamaba que si un siervo respiraba el aire de París, se volvía un hombre libre. Hoy día, esta libertad es usada por individuos que aprovechan la laxitud que el Estado les otorga para actuar a su antojo. De pronto, en Francia se habla de guerra, de una situación de guerra inminente. Para el historiador Pascal Ory, el terrorismo es la guerra de nuestro tiempo. “Este viernes 13 me parece confirmar, palabra por palabra, lo siguiente: el terrorismo es la guerra, el terrorismo es la guerra de nuestro tiempo, en la historia, el terrorismo siempre ha fracasado. En realidad, el objetivo del terrorismo no es matar sino propagar el terror. Terror: estremecimiento del enemigo, reducido a la parálisis (asombro), a la pérdida del control, a la pérdida del rostro. Cuando Aristóteles habla también de terror (traducción habitual de su phobos), el objetivo final es, lo sabemos, la catarsis, a la vez expiación y purificación: todo lo que hace la diferencia entre un filme de acción y una snuff movie. En términos políticos: la diferencia entre un tribunal por Charlie y una Kalashnikov. Es decir, el Estado de derecho”. El punto de vista histórico será siempre revelador para entender el presente. Para Sophie Bessis, historiadora y autora de libros como El doble impasse. Lo universal a prueba ante los fundamentalismos religiosos y mercantiles, Francia está pagando las inconsecuencias de su política en Medio Oriente. “Seamos realistas, pedimos lo imposible, clamaron en las calles de París los utopistas de mayo del 68. Ser realista hoy es reclamar a aquellos que gobiernan ir a las raíces de este mal que cegó la vida de al menos 129 personas en la capital francesa. Son múltiples, no se trata de hacer aquí un inventario. No voy a evocar ni el abandono de los suburbios, ni la escuela, ni la reproducción endogámica de elites francesas incapaces de leer la complejidad del mundo. Desde que empezó a ganar poder al inicio de los años setenta, los dirigentes occidentales se convencieron de que el islamismo era la fuerza política dominante en el mundo árabe–musulmán. Adicción del petróleo de por medio, reforzaron el pacto faustiano que los ligaba a los Estados que son la matriz ideológica del jihadismo. Incluso inventaron un oxímoron, islamismo moderado, para poder justificar estas alianzas. Los muertos del 13 de noviembre son las víctimas de esta ceguera voluntaria”.

Frente al restaurante Le Petit Cambodge

El sociólogo y filósofo Edgar Morin apunta en el mismo sentido: para evitar una lucha armada en Francia, debe haber paz en Medio Oriente. “Recordemos que las fuerzas de ISIS son endógenas al Islam, donde constituyen una minoría demoniaca que cree luchar contra el Demonio. Es el Occidente, sobre todo estadunidense, el aprendiz de brujo engendrador de estas fuerzas ciegas que se han desatado. Podemos denunciar sus monstruosidades aquí y allá, pero sin omitir las nuestras. Pues también utilizamos, a nuestra manera occidental, masacres y terror: los objetivos de drones y bombarderos no son solo militares, también son poblaciones”. Para el también filosofo Etienne Balibar, más que estar en guerra estamos dentro de una guerra en la que a veces damos golpes y a veces los recibimos. “No es sencillo definir de qué guerra se trata, pues está hecha de muchos tipos, acumulados con el tiempo y que parecen inextricables. Guerras de Estado a Estado (o un pseudo Los atentados y la Estado como ISIS). Gueviolencia no tienen nada rras civiles nacionales y que ver con la literatura. transnacionales. Guerra Son lo opuesto. Son lo de ‘civilizaciones’, pues opuesto de la cultura se creen una. Guerra de MATHIAS ENARD intereses y de clientelas imperialistas. Guerra de religiones y de sectas o justificadas como tales. Es el gran stasis del siglo XXI, que compararemos con el tiempo, si sobrevivimos, a sus modelos antiguos: la guerra del Peloponeso, la guerra de los Treinta Años…”.

Un otoño templado

Si hay algo que preocupa a los parisinos, además de la gastronomía y el buen vino, es el clima. 2015 ha sido con mucho un año benévolo en cuestiones climáticas. La entrada del otoño fue plácida, las temperaturas en noviembre han marcado récords de calidez. Michel Crépu, redactor jefe de la Nouvelle Révue Française, vivió una tarde peculiar el 13 de noviembre en el entierro del filósofo André Glucksmann. “Hacía buen tiempo, el otro día, en Père Lachaise, para decir adiós a André. Estaba presente toda una tribu de una época a la cual no le faltaba ningún centinela, de Daniel Cohn–Bendit a Pascal Bruckner, de Bernard–Henri Levy a Bernard Kouchner. Impresión extraña de una historia desdoblada, la de la sociedad de los antiguos del 68, y otra, transgeneracional, la del siglo que nos vio nacer, y luego caminar en una ruta de tinieblas: el gulag, Ruanda, Chechenia, sitios visitados por la conciencia filosófica de Glucksmann. […] Estábamos absortos en nuestros pensamientos cuando se escuchó Bach, preferido del difunto. La música de Bach, de la que Cioran escribió alguna vez que ‘es la única excusa del universo puesto que necesita una’. Y es verdad que en

esa tarde de otoño, mientras ardía el cuerpo de Glucksmann, la música de Bach se llevaba todo con ella. Cioran tiene razón: con Bach, el Bien derrota al Mal en el último momento. Podíamos regresar en paz. Pero el tiempo de atravesar París solo nos arrojó a la pesadilla. Pasar de Bach al horror demencial de una noche en el Bataclan. La hermosa tarde en Père Lachaise no tuvo el crepúsculo de melancolía que podíamos esperar”. La novela ganadora del premio Goncourt 2015, Boussole, aborda en buena medida al Medio Oriente pero desde un punto de vista del orientalismo erudito. Su autor, Mathias Enard, vive en Barcelona. Pese a la lejanía, los ataques en París no lo han dejado indiferente. “Los atentados y la violencia no tienen nada que ver con la literatura. Son lo opuesto. Son lo opuesto de la cultura. La tragedia es enorme, gigantesca para todo el mundo, pues el objetivo son las personas. Y más que ellas, es la cultura, la tolerancia. Los atentados no tienen nada que ver con Oriente, con Medio Oriente o con el Lejano Oriente. Son algo mundial. Son una globalización del terror”. Alguien que vivió de cerca esa noche violenta del 13 es la novelista Agnès Desarthe, quien desde su piso en las fronteras de los distritos X y XI presenció los hechos. “Hacia las diez de la noche los teléfonos comenzaron a sonar; esta sirena íntima la escuchamos siempre. Las personas se inquietan por nosotros, porque vivimos cerca de Republique, porque nuestros hijos frecuentan los lugares que ahora vemos una y otra vez por televisión: vidrios rotos, manchas de sangre, cuerpos semidesnudos, espaldas de desconocidos. Me cubro los ojos, como si hubiera perdido ya esa virginidad de la mirada. […] Algunas llamadas llegan del extranjero. Gente que nos habla, inquieta, y solo entonces nos damos cuenta de que es a nosotros a quienes nos sucede. A nosotros. ¿Pero quiénes somos nosotros? Nosotros, los habitantes del X distrito. Nosotros, los parisinos. Nosotros, Francia, un país donde, no hace mucho me enteré, se hablan 75 lenguas además del francés. Un país de ríos y de bosques. Un país donde uno puede recibir servicios médicos gratuitamente. Donde la mayoría de la gente es malhumorada. Donde no somos muy corteses. Donde la escuela es obligatoria. Donde a los extranjeros se los desprecia como en cualquier otra parte. Un país de clima templado, de gastronomía rebuscada, según muchos. Un país que se observa y no se reconoce. ¿Quiénes somos? Ayer, toda esa noche y a lo mejor mañana, hemos sido, somos y seremos blancos. No hay que dejarse reducir a eso, a ese doble papel que nos propone el terror: espectador o blanco. Cuando la muerte se vuelve un juego, hay que abandonar la arena. Proponer otras reglas, otros juegos. Ser uno. Amar la vida. Ser humano”. L 1 El autoproclamado califa del Ejercito Islámico (N. del A.).


de portada

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LABERINTO

especial

Enclaves del Estado Islámico bombardeados por la aviación francesa

¡Usted cayó en la trampa, señor presidente! reflexión David Van Reybrouck

Señor presidente:

L

a elección extremadamente irreflexiva de la terminología que usted utilizó en su discurso de la tarde del sábado [14 de noviembre de 2015], en donde repetía que se trataba de un “crimen de guerra” perpetrado por un “ejército terrorista”, me ha hecho reflexionar. Usted dijo literalmente: “Lo que sucedió ayer en París y en Saint-Denis, cerca del Estadio de Francia, es un acto de guerra y, frente a la guerra, el país debe de tomar las decisiones apropiadas. Es un acto de guerra que fue llevado a cabo por un ejército terrorista, DAECH [el acrónimo árabe del Estado Islámico], un ejército de terroristas, contra Francia, contra los valores que nosotros defendemos en todo el mundo, contra lo que somos, un país libre que habla con el planeta en su conjunto. Es un acto de guerra que fue preparado, organizado y planeado en el exterior y con complicidades internas que las investigaciones pondrán al descubierto. Es un acto de barbarie absoluta”. Si bien suscribo plenamente su última frase, es necesario constatar que el resto de su discurso es la repetición preocupante, y casi palabra por palabra, del que George W. Bush pronunció frente al Congreso estadunidense poco después de los atentados del 11 de septiembre: “Enemigos de la libertad han cometido un acto de guerra contra nuestro país”.

Desestabilización de la región

Las consecuencias de estas palabras históricas son conocidas. Un jefe de Estado que califica un acontecimiento como “acto de guerra” debe de actuar en consecuencia y devolver golpe por golpe. Eso llevó al señor Bush a la invasión de Afganistán, lo que todavía resultaba aceptable pues el régimen había ofrecido asilo a Al-Qaeda. Incluso hasta la ONU había aprobado dicha acción. Lo que vino entonces a continuación fue la invasión totalmente demencial de Irak, sin el

mandato de la ONU, por la única razón de que Estados Unidos sospechaba que dicho país tenía armas de destrucción masiva. Se equivocó, tal como pudo constatarse, pero dicha invasión derivó en la completa desestabilización de la región, que se prolonga hasta hoy. La retirada de las tropas estadunidenses en 2011 dejó un vacío de poder en la región. Fue poco después, a propósito de las manifestaciones de “la primavera árabe”, cuando una guerra civil estalló en el país vecino, que pudo constatarse hasta qué punto la invasión militar estadunidense había sido perniciosa. En el noroeste de un Irak arrasado y el este de una Siria desgarrada, entre el ejército gubernamental y el Ejército Libre Sirio, se había creado claramente un espacio para que emergiera un tercer actor importante: el Estado Islámico, o DAECH. Resumiendo, sin la invasión idiota de Bush a Irak, DAECH jamás habría tenido razón de ser. Millones de personas se manifestaron contra esa guerra en 2003, incluyéndome, y la desaprobación era universal. Y nosotros teníamos razón. Y esto no porque fuésemos capaces de predecir el futuro, pues no llegábamos a tal punto de ser clarividentes. Pero hoy somos plenamente conscientes de ello: lo que pasó la noche del viernes [13 de noviembre de 2015] en París es una consecuencia indirecta de la retórica de guerra que su colega Bush utilizó en septiembre de 2001. Y a pesar de esto, ¿qué hace usted? ¿Cómo reacciona en menos de veinticuatro horas después de los atentados? ¡Utiliza la misma terminología que su homólogo estadunidense de aquella época! Y con el mismo tono, ¡por el amor de Dios!

Riesgo monstruoso

Usted cayó en la trampa, y lo hizo con los ojos bien abiertos. Usted cayó en la trampa, señor presidente, porque siente cómo la caliente respiración de halcones tales como Nicolas Sarkozy y Marie Le Pen le quema la nuca. Y usted desde hace tiempo tiene la fama de ser un débil. Usted cayó en la trampa. En Francia próximamente habrá elecciones, se llevarán a cabo el 6 y el 13 de diciembre; son tan solo elecciones regionales, pero, después de estos atentados, serán identificadas con el sello de la seguridad nacional, sin duda alguna.

Usted cayó en la trampa redondito porque ha pronunciado, palabra por palabra, todo lo que los terroristas esperaban que usted pronunciara: una declaración de guerra. Usted ha aceptado su invitación a la Yihad con entusiasmo. Pero esta respuesta, que usted quiso formular firme, corre el riesgo monstruoso de seguir acelerando la espiral de la violencia. Yo no la encuentro pertinente. Usted habla de un “ejército terrorista”. Para empezar, no existe tal cosa. Es una contradictio in terminis. Un “ejército terrorista” es algo así como estar bajo un régimen bulímico. Países y grupos pueden tener ejércitos; pero cuando no logran conformar ninguno, pueden optar por el terrorismo, es decir, por acciones puntuales cuyo impacto psicológico es máximo, en lugar de un despliegue estructural de fuerzas militares con ambiciones geopolíticas. No obstante, un ejército, ¿dice usted? Seamos claros: hasta el momento, no sabemos si los autores de lo ocurrido son combatientes sirios que han regresado o si han sido enviados. No sabemos si los atentados han sido planeados en el seno del “califato” o en las zonas conurbadas de París y sus “barrios”. A pesar de que algunos indicios dejan suponer que se trata de un plan global que emana desde Siria (la casi simultaneidad del atentado suicida en Líbano y del eventual ataque a un avión ruso), es necesario hacer ver que el comunicado de DAECH llegó muy tarde, y que no contiene elementos diferentes a los que ya circulaban por Internet. ¿No sería acaso un asunto de coordinación o de recuperación?

Retórica bélica

Por lo que se sabe, podría tratarse de individuos sin control alguno, para la gran mayoría de los ciudadanos franceses quizá provenientes de Siria: ahí aprendieron a manejar armas y explosivos, ahí se sumergieron en una ideología totalitaria, criptoteológica, y ahí se familiarizaron con operaciones militares. Se convirtieron en monstruos, tal como son todos ellos. Pero no son un “ejército”. El comunicado de DAECH glorificaba los “lugares cuidadosamente elegidos” de los atentados, sus propios servicios señalaban el profesionalismo de sus autores: sobre este punto, tenemos que hacer notar

que usted habla el mismo lenguaje. Pero, ¿qué significa esto en realidad? Los tres hombres que hicieron acto de presencia en el Estadio de Francia, al que usted asistió para el partido amistoso de futbol entre Francia y Alemania, parecen ser más bien principiantes. Es muy probable que ellos hayan querido entrar al lugar para llevar a cabo un atentado en su contra. Pero el que se hizo explotar cerca de un McDonald's y que solo tuvo como resultado “una” víctima, con su muerte, es un muy pésimo terrorista. Quien logra “únicamente” cuatro muertes en tres atentados suicidas, al momento en que un poco más tarde una masa humana de 80 mil personas sale del lugar, es un bueno para nada. Quien quiere diezmar al público de una sala de espectáculos con cuatro cómplices sin bloquear las salidas de seguridad no es un genio de la estrategia. Quien se sube a un vehículo y ametralla a ciudadanos inocentes desarmados sentados en las terrazas no es un militar formado en la táctica sino un vago, un imbécil, una persona totalmente descarriada que ha ligado su suerte a la de otras de su misma calaña. Una jauría de lobos solitarios, eso también existe. Su análisis de un “ejército terrorista” no es convincente. El término que usted empleó, “acto de guerra”, es extraordinariamente tendencioso, aunque esta retórica bélica haya sido de nuevo utilizada sin vergüenza alguna por Mark Rutte [primer ministro] en los Países Bajos y por Jan Jambon [ministro del Interior] en Bélgica. Sus tentativas de calmar a la nación amenazan la seguridad del mundo. El que usted recurra a un vocabulario enérgico solo es un indicador de la debilidad. Existen más formas de firmeza que el lenguaje de la guerra. Inmediatamente después de los atentados en Noruega, el primer ministro Jens Stoltenberg se pronunció sin rodeos por “más democracia, más apertura y más participación”. Su discurso, señor presidente, hace referencia a la libertad. Habría podido hablar también de los otros valores de la República francesa: la igualdad y la fraternidad. Me parece que necesitamos más de esos valores en estos momentos que de su dudosa retórica de guerra. L Traducción: Roberto Rueda Monreal © Le Monde


milenio

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sábado 21 de noviembre de 2015

× A

Martín Luis Guzmán: entre el águila y la serpiente Tanya Huntington Tusquets México, 2015 237 pp. Es tiempo, dice la artista y crítica literaria, de valorar la obra de Martín Luis Guzmán, y sobre todo El águila y la serpiente, desde una perspectiva biográfica. Vida y obra no solo corren parejas sino que se imbrican para darnos la imagen del intelectual que renunció a pertenecer al panteón de los héroes y se concibió como un testigo a quien vapuleó la Revolución. Los años en España, los del exilio, ocupan buena parte del libro, igual que el debate sobre dónde termina la historia y comienza la ficción. Magnífica oportunidad para volver a uno de nuestros clásicos.

Renacimiento de la poesía inglesa Varios Autores Mangos de hacha México, 2015 273 pp. Al revisar las dos antologías de traducciones o versiones de poesía que se han elaborado en México —El surco y la brasa y Traslaciones—, la poesía inglesa resulta opacada por la francesa y la estadunidense, y no por un asunto de falta de calidad. Por ello es de gran relevancia la aparición de esta antología que da a conocer a autores que publicaron entre 1965 y 1975, cuyos hallazgos no se alejan de las exploraciones de esos años. Bob Cobbing, Tom Raworth, Chris Torrance y Maggie O’Sullivan son algunas de las revelaciones que aguardan al lector.

Todo en el ahora Roberto Tejada Conaculta/ Libros Magenta México, 2015 160 pp. Como Gabriel Bernal Granados anota en el prólogo, Roberto Tejada forjó sus armas literarias en México en la década de los noventa del siglo pasado. Debe ser recordado por En algún otro lado, su antología sobre poesía en inglés con tema mexicano y su trabajo como editor de la revista Mandorla. Esta selección de su trabajo poético, fusión de las tradiciones hispano–portuguesas y estadunidenses, bien puede comenzarse con leer sus versiones a los poetas del quinientos Luis de Sandoval y Zapata, Garcilaso de la Vega y Lope de Vega, raíces de nuestra modernidad.

Marcel Duchamp François Olislaeger Turner España, 2015 s/p. Tal vez porque el subtítulo de este libro es Un juego entre mí y yo, el autor decidió ensamblar una biografía ilustrada de Duchamp (sí, decimos ensamblar porque el formato permite jugar con los folios y la encuadernación y si se es muy imaginativo, podrían hacerse origamis de buen tamaño debido al formato del ejemplar), en la que narra los primeros instantes en la carrera del artista conceptual y padre del ready made y sus logros y fracasos, los premios que obtuvo, la trayectoria plástica de sus hermanos Gaston y Raymond, las obsesiones y sus afinidades electivas con otros creadores.

Freddy el político Walter R. Brooks Turner España, 2015 253 pp. Estamos ante un clásico de las fábulas sociopolíticas, antecesor de Rebelión en la granja, de George Orwell (en la que los cerdos gobernaban), antecesor de una infinidad de personajes: Freddy “el cerdito renacentista” escribe poesía, lleva un diario, redacta cartas de amor pero también agudas reflexiones sobre el orden moral de la granja en la que vive. Freddy, también, es un crítico feroz de los banqueros y consejero de los oprimidos (en su caso, los ratones) y, en fin, un perspicaz observador del devenir mundano. Lectura recomendable para jóvenes y adultos, ilustrada por Kurt Wiese.

f u eg o

en librerías

le n t o ×

Retrato de Mussolini con familia

Mario Bellatin Alfaguara, México, 2015 s/ p.

Lectores, prohibida la entrada Roberto Pliego robertopliego61@gmail.com

O

lvidemos por un momento la querella judicial de Mario Bellatin contra el Grupo Planeta por los derechos de su novela Salón de belleza; su pregunta lanzada hace unos días sobre si “Será cierta aquella cita, que coloqué en uno de mis libros como epígrafe, que afirma que cuando uno es un desvalido recibe la conmiseración pública, pero si ese mismo desvalido deja atrás su condición y se convierte en alguien mejor que los demás genera una ira infinita”; olvidemos por un momento las cartas de apoyo y las señales de afecto en la prensa escrita y las redes sociales y veamos en cambio Retrato de Mussolini con familia. Que la experimentación puede significar desprecio por la inteligencia del lector, y aun su anulación, es la evidencia más amarga de esta pretendida “novela” —según promueve el boletín de la casa editorial— que se libra en el terreno de la voluntad de escándalo como hacedora de prestigios literarios. Importa una descripción porque Retrato de Mussolini con familia es un objeto, solo eso, concebido para endulzar la mirada a pesar de la altivez sexual de su argumento. Setenta y dos páginas reproducen imágenes de trozos de papel, montados igual que en las mamparas de un museo, que contienen unas pocas líneas mecanografiadas con una vieja máquina de escribir (y otras 64 exponen la versión gráfica a cargo de la artista húngara Zsu Szkurka). De modo que asistimos a una suerte de montaje en el que somos malamente invitados a leer. Qué depara ese objeto. A estas alturas de la rebelión contra las instituciones políticas, civiles y religiosas, ¿puede aún perturbar en algo el gesto desvergonzado y puro de un sacerdote que en la hora de administrar los santos óleos se desnuda para poseer amorosamente a un moribundo “de un solo brazo”? ¿En verdad llama a sorpresa la equivalencia entre el orgasmo y el paso definitivo hacia la muerte? ¿Y no se antoja proveniente de la industria de la autoayuda ese tránsito de la muerte a la reconciliación con el útero primigenio para después regodearse con el inconveniente de haber nacido y con una madre que tras el asesinato del Duce no sabe más que dar rechazo y culpa? Tenemos de este modo a un moribundo de un solo brazo que conoce el amor en los movimientos anteriores a su muerte y a una madre que reserva su leche para el excusado. La suma: un cruce entre fantasías adolescentes y sesiones de psicoanálisis a precio tan elevado que permiten muchos colapsos nerviosos y aullidos salvajes bien dosificados. Hay que decir que Mario Bellatin se ha forjado una reputación de dinamitero de las formas y los contenidos narrativos. Esa reputación, sin embargo, no deja de morderse la cola. Del narcisismo han nacido Viaje al fin de la noche, Mrs. Dalloway, Muerte en Venecia. El que ostenta Retrato de Mussolini con familia es obsesivamente contemplativo. No quiere lectores, solo espectadores amaestrados. L


cine

sábado 21 de noviembre de 2015

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LABERINTO

Osseily Hanna

“Los músicos son conscientes de la necesidad de superar los conflictos” A través de la banda de rock Heartbeat, conformada por músicos judíos y palestinos, Música y coexistencia medita sobre el orden político–cultural Héctor González gonzalezjordan@gmail.com

entrevista

¿

Osseily Hanna

Ayuda la música a resolver los conflictos sociales? El inglés Osseily Hanna se propuso hacer una investigación al respecto y viajó a diferentes zonas de conflicto. Así descubrió a Heartbeat, una banda formada por jóvenes israelíes y palestinos, y a otro puñado de improbables agrupaciones. Producto de seis años de ahorros y tres de trabajo de campo, nació Música y coexistencia, proyecto que tiene dos vertientes: libro y documental. Éste último se estrena el 21 de noviembre en la Cineteca Nacional.

Palestina y Turquía son puntos donde coinciden varias de las historias.

Coinciden pero cada historia es diferente. El vaso comunicante es la dignidad humana y la capacidad de enfrentar problemas

Tanto el libro como el filme tienen ventajas y limitaciones propias del formato. ¿Cómo fue su experiencia en este sentido?

La limitante del libro es que no puedes escuchar la música; a cambio, puedes profundizar y aportar más ejemplos. Con la película fue diferente porque somos testigos del trabajo, podemos verlos ensayar y escuchar las inflexiones de sus voces. Espero que la combinación aporte una visión más panorámica del proyecto. ¿En qué momento definió lo que servía para el libro y lo que iba para la película?

Música y coexistencia empezó como libro. ¿En qué momento decidió que su investigación daría pie a un filme?

Hace tiempo trabajé con el director italiano Alessandro Molatore. Le coproduje dos videorreportajes en América Latina. Tras ayudarlo, atesoré más mi proyecto; para entonces ya había contactado a algunos grupos en Medio Oriente. Mi idea original era viajar solo pero después de ver el resultado de los reportajes que filmamos me pareció que debíamos rodar los encuentros con los músicos.

su energía en algo indeleble. No sabemos qué sucederá mañana pero al menos a través del documental amplifiqué su voz y la hice llegar a más gente.

mediante la música. Quería mostrar, más que un mosaico de problemas, la tela humana que nos une y de la cual nace el respeto. Me interesaba destacar que a pesar de las adversidades siempre existe la posibilidad de disminuir las brechas y construir puentes. Heartbeat es un ejemplo de que la solución no es la separación sino la coexistencia. La mayoría de los grupos no hacen música tradicional. Hay música clá-

hombre de celuloide

sica, rap o rock, es decir, hay ritmos globalizados. ¿Esto ayuda a superar los conflictos regionales?

Lo más importante es el mensaje que intentan dar. La simple convivencia entre ellos ya supone una lección porque se tienen que juntar y decidir si van a hacer rock o rap. Para conseguirlo deben sincronizarse y hacer una actividad en común que implica confiar en el otro. Los músicos son conscientes de la necesidad de superar los conflictos, por eso canalizan

En la edición del filme. Durante ese proceso pensé y concebí el sentido de la película. Si bien no todos los capítulos duran lo mismo, me enfoqué en modularlos para que tuvieran el mismo nivel de interés. Heartbeat es más extenso dada la cantidad de material que conseguí, pero en Kosovo las condiciones de rodaje fueron muy adversas porque teníamos al ejército encima. Turquía y Armenia implicaron otras condiciones. En cada caso la situación política y el miedo de los personajes determinaron la historia. Al final me hice amigo de varios de los músicos y si ellos me dejaron filmarlos, lo menos que podía hacer era respetarlos. No quise poner algo que pudiera atentar o exponer su seguridad. El ritmo de cada historia se narra acorde al ritmo que propone el grupo. ¿Fue algo premeditado?

También lo descubrí en la edición: mientras estás en el rodaje apenas tienes tiempo para pensar. El guión aplica para la ficción pero no en el documental. Tu trabajo como director consiste en entender el tema, a los protagonistas, y descubrir los factores que inciden en su historia, pero fuera de eso aprendes a improvisar. L

fernando zamora

@fernandovzamora especial

Pensar en latín

S

i uno lee que Mia madre de Nanni Moretti es cine–poesía, corre el riesgo de imaginar que se verá sumergido dos horas en una película de escenas acarameladas. Pero no, Margarita, protagonista de esta película italiana de la 59 Muestra Internacional de Cine, deja claro que no soporta la retórica. En esta declaración está contenida la intención del autor: mostrar que la belleza emerge más de la lógica que de la retórica. Para entenderlo, sin embargo, es necesario que la madre de Margarita nos regale una pequeña lección de latín. En 2011, Nanni Moretti estrenó Habemus Papam. Era un divertimento en que el italiano exploraba la posibilidad de que, una vez electo, el papa tuviese un ataque de pánico y se negase a salir al balcón. Más importante, en Habemus Papam Moretti trabajaba también la idea en torno a la poética de lo cotidiano que posibilita el arte visual. Ya en 2001, Nanni Moretti había dado al arte italiano su mejor película hasta la fecha: La stanza del figlio. Sin embargo, la novedad de Mia madre en

comparación con obras anteriores es que ya que la protagonista hace películas, Moretti se permite reflexionar en torno al arte del cine. Porque aún más importante que el hecho de que la madre esté muriendo es que la madre haya sido durante toda su vida profesora de latín. “¿Para qué sirve el latín?”, pregunta Livia, la hija de Margarita, durante una secuencia. La directora de cine no sabe qué responder. Finalmente dice: “lo he olvidado, pero estoy segura de que para algo servía?” ¿Para qué ha gastado su madre todo este tiempo en aprender declinaciones, tipos de objeto y el análisis morfológico? ¿Para qué sirve leer a Virgilio o a Terencio? La respuesta la tiene la moribunda quien afirma simplemente: “el latín sirve para entender que la estructura es más importante que el lenguaje”. Una vez que hemos aceptado esto, resulta más fácil aproximarnos a la idea de Moretti con respecto a lo que el cine debe ser. Esto es, un artificio lógico antes que un artificio retórico. Así, hay en Mia madre toda clase de escenas: oníricas, cómicas. Hay saltos hacia delante y saltos hacia

Mia madre (Mi madre). dirección: Nanni Moretti. Con Margherita Buy, John Turturro, Giulia Lazzarini. Italia, Francia, 2015.

atrás. Hay incluso algunas escenas que tal vez no sucedieron nunca. Sin embargo, el director no se preocupa por clasificarlas. Como Mallarmé, se limita a darles una lógica propia, esto es, una intención. Por ejemplo: durante una secuencia, la doctora que atiende a la madre de Margarita le dice que el corazón de la profesora de latín ya está cansado por tanto trabajar. En la siguiente secuencia vemos a un grupo de obreros a punto de ser despedidos.

Si uno desea (pero solo si uno desea) puede unir las dos secuencias. Así, el corazón de la madre será como una fábrica a punto de clausurar. Nanni Moretti, sin embargo, no fuerza el paralelismo; podemos tomar la metáfora o no. En todo caso solo quien se tome el trabajo de unir cada escena con la anterior verá la poesía que emerge discreta, sin retórica, como quien ha aprendido con la madre del título el arte de pensar en latín. L


milenio

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sábado 21 de noviembre de 2015

escenarios

ESPECIAL

Sonido y movimiento Daniel Álamo confiesa su aspiración a disolverse en la música y a seguir componiendo para ballet Vibraciones

Hugo Roca Joglar hrjoglar@gmail.com

A

finales de los años noventa, Daniel Álamo (Ciudad de México, 1982) se escondió entre dos butacas para escuchar un ensayo del grupo de música antigua Hesperión XX. La experiencia le cambió la vida. —Me impresionó cómo los músicos, bajo la influencia del director Jordi Savall, modificaban las cosas para que la música se pareciera a sí misma. Ellos no estaban ahí. En ese momento sentí que la música me arrastraba hacia sus dominios sin darme la posibilidad de elegir. Una vez dentro de mundos musicales, Daniel Álamo se especializó en dirección de orquesta. Lo fascinaba la idea de dominar técnicas que le permitieran ordenar múltiples fenómenos sonoros ocurriendo simultáneamente. Y ahí encontró su primer gran reto: mantenerse fiel al sonido. —La partitura es una representación visual de la música; solo una forma de comunicarla, no la música en sí. Respetar únicamente lo escrito significaría no reaccionar al sonido en el momento en el que existe. La partitura es, pues, una guía a la que se debe uno apegar, pero es el sonido el que tiene la última palabra, no la partitura ni uno mismo. Al frente de cada orquesta que ha dirigido (como la Sinfónica Carlos Chávez, la Juvenil Eduardo Mata, la Filarmónica de Tomsk y la Sinfónica Académica de San Petersburgo), tiene el mismo sueño: desaparecer por completo; que su cuerpo no estorbe al sonido, y la música suene pura, libre de intervenciones. —La música es un fenómeno que, por mucho, es más importante que mi presencia; por eso aspiro, como director de orquesta, a que no haya rastros de mí en ella. Si como director de orquesta Daniel Álamo aspira a ser lo más parecido a un fantasma, sus búsquedas como compositor (alumno de Armando Luna) son diametralmente opuestas: provocar acción; convocar cuerpos. —Por el momento, lo que me interesa sobre todo es que la música pueda responder a una serie de impulsos que sean

La Orquesta Sinfónica Carlos Chávez

traducidos al movimiento. Por eso, por el tipo de impulsos que maneja el ballet contemporáneo, me fue muy natural terminar trabajando en uno. Daniel adaptó su obra Danzata núm. 2 (para grupo de cámara: corno, viola, cello, contrabajo, timbales, campanas tubulares y piano) a las necesidades de desarrollo dramático de la coreografía Crepúsculo de Ricardo Domingo (que estrenó la agrupación Opus Ballet el 7 de noviembre en el entorno de la muestra de ballet contemporáneo Ballectikus, celebrado en el Teatro de la Ciudad). —Cuando se compone para ballet, se piensa también en los intérpretes. Yo tomé mucho en cuenta la manera en que Ricardo Domingo piensa el movimiento y la manera en que los bailarines lo ejecutarían (conocí a los bailarines con anterioridad). Con base en esto, configuré gran parte de la obra y los elementos técnicos que hay en ella. El ballet Crepúsculo se divide en tres movimientos (Alba, Ocaso y Crepúsculo) y está inspirado en un haikú (“este camino/ ya nadie lo recorre/ salvo el crepúsculo”) de Matsuo Basho (1644–1694) sobre los infinitos ciclos de la vida en donde el crepúsculo representa tanto el resplandor naciente como la última luz antes de las tinieblas. La narración coreográfica aborda la perpetuidad cíclica del universo desde la fugacidad de la vida humana; “el crepúsculo, cuando

Danza

anochece, nos recuerda el legado que dejamos cuando morimos; ese último suspiro, esas enseñanzas y experiencias que dejamos atrás para trascender. ¿Qué nos llevamos cuando morimos?, ¿qué dejamos cuando nos despedimos?”, se lee en la sinopsis del ballet. —Compuse la música tomando en cuenta esta historia, pero sobre todo pensando en un desarrollo estrictamente musical en el que los bailarines fungen como un intérprete de la huella energética de la música. Me parece que dar libertad de interpretación es fundamental. Con esta partitura busco dar continuidad a ideas que vengo trabajando desde anteriores obras para danza de mi autoría, en las que hay un lenguaje musical aleatorio y sin embargo permanece tonal y con una forma reconocible. —¿Hay otros proyectos que incluyan danza en tu futuro? —Hacer música destinada a la colaboración con danza es algo que me ha encantado y no pienso dejar de hacer. A la par, seguiré haciendo proyectos de investigación de repertorio mexicano para su edición. Espero poder dar continuidad a las investigaciones concluyéndolas con sus presentaciones públicas, como ha sido el caso del “ballet azteca” La ofrenda de José F. Vásquez, cuya edición crítica presentaré en enero próximo con la Sinfónica de San Luis Potosí. L

Argelia Guerrero

makarova81@yahoo.com.mx especial

Pinocho en la capital

E

l próximo 27 de noviembre la Compañía Capitalina de Danza, bajo la dirección de Erick Campos, comenzará formalmente sus actividades con la puesta en escena de Pinocho, el ballet en el Teatro de la Juventud. Es un esfuerzo más que se propone la apertura y difusión de la danza allende los espacios y públicos habituados a este arte, y que también se perfila como una alternativa para bailarines profesionales y estudiantes recién egresados cuyas posibilidades de desempeño profesional se encuentran extremadamente reducidas por ser pocas las compañías consolidadas del país. Esta puesta en escena cuenta con la participación de 33 bailarines profesionales y 18 estudiantes, quienes darán vida a una versión del cuento infantil al que se incorporaron personajes como tritones, sirenas, medusas, hadas y gitanos, y en la que los arquetipos adquieren algunas modificaciones que, a decir del director, imprimen mayor frescura al ballet. Resalto el inmenso esfuerzo que implica sacar adelante un proyecto escénico de tales dimensiones, fuera de la política cultural oficial, a través de diversos tipos de apoyo

y gestión, y convocar al público asiduo a la danza para permitirse apreciar este tipo de trabajos pues representan, también, la oportunidad de mirar a jóvenes bailarines. La madrina de la compañía será la maestra Nellie Happee, quien fuera directora de la Compañía Nacional de Danza y pilar del ballet clásico en México. Confieso que el cuento no es de las narrativas que más me entusiasman; sin embargo, los elementos aportados por Erick Campos para seleccionar Pinocho, la novela de Carlo Collodi, tienen bastante peso si pensamos sobre todo en que uno de los objetivos fundamentales es buscar una relación con la población que regularmente no tiene acceso al ballet. Si bien Campos ha hecho coreografía y dirigido piezas del repertorio clásico, éstas suelen ser distantes, ya sea temática o coreográficamente, para los públicos no familiarizados con el ballet. Al ser consciente de la vinculación del nuevo público con nuevos talentos, se inclinó por un referente con el cual éste se encuentra familiarizado para acercarlo así al universo del ballet, y de la mano de los nuevos talentos mejorar también la apreciación que tiene de este arte.

Ensayo de la Compañía Capitalina de Danza

Hago votos para que este esfuerzo tenga larga vida y podamos darle la oportunidad de evolucionar su repertorio y desarrollar a sus bailarines. Algunos de los adelantos de la obra revelan, además, un trabajo coreográfico bello y muy bien ejecutado. Es un buen momento para internarse en el universo de la danza clásica y dejar que el personaje del niño de madera señale la ruta por un viaje más allá de las limitaciones que acostumbramos imponernos, y más allá de océanos reales y metafóricos, buscar nuestras propias posibilidades de resolver los pequeños y grandes problemas que nos aquejan. L


varia

p. 12

sábado 21 de noviembre de 2015

LABERINTO

especial

La puta inmortalidad David toscana dtoscana@gmail.com

TOSCANADAS

E

n la obra maestra de Fiódor Dostoyevski se discute un complejo artículo de Iván Karamázov sobre las relaciones entre Iglesia y Estado. De él se extrae una sentencia: “Si el alma no es inmortal, no existe la virtud, y entonces todo está permitido”. Alguien más cita a Iván asegurando “que ninguna ley natural impulsaba al hombre a amar a la humanidad, y que si el amor reinaba en la tierra se debía a la creencia en la inmortalidad”. Tomo estas palabras de Los hermanos Karamázov por puro fetichismo literario, pues lo cierto es que ideas como ésa se han repetido hasta el cansancio y provienen de muchas fuentes.

Incontables políticos y pensadores de derecha en países religiosos como Estados Unidos o Polonia hablan de un Estado de derecho fundado en los diez mandamientos, como si en sus constituciones se exigiera el descanso sabatino o una policía secreta indagara si alguien ama más a sus hijos que a Dios o si desea a la mujer o la mula del prójimo. Mas luego no saben explicar por qué los países más ateos del orbe son precisamente los más pacíficos y tienen los menores índices de corrupción. Y es que ya hace dos mil cuatrocientos años, Sócrates había establecido que las verdades morales o éticas podían conocerse mediante la

Café Madrid

razón. Solo un mentemenguado necesita la revelación divina para discernir entre lo bueno y lo malo. Bertrand Russell lleva la idea un paso adelante al decir que: “El ejemplo más importante de un conocimiento a priori no lógico es, tal vez, el conocimiento de los valores éticos”. Parte de la humanidad se ha ido civilizando, ha dejado a un lado supersticiones y se ha puesto de acuerdo en algo llamado “Declaración universal de derechos humanos”, un texto que implica más amor, respeto, tolerancia, moral y ética que cualquier libro sagrado. Hoy las palabras de Iván Karamázov funcionan al revés. Hoy todo está permitido por la creencia en la inmortalidad. Se puede matar a quien piensa de modo distinto, se permite golpear, encarcelar o asesinar a los homosexuales. Esa inmortalidad mantiene a muchas mujeres en condiciones de sumisión, vestidas como piñatas tristes, sin acceso a la educación, con mínimos derechos. Las hace depositarias de la honra de hombres sin honor. Por esa prometida inmortalidad se nos permite torturar, disparar, bombardear, degollar, tumbar aviones. La inmortalidad exige que quememos libros, destruyamos obras de arte, arruinemos ruinas, silenciemos a los predicadores de la razón. La inmortalidad mantiene los lujos del pobre más rico del mundo. La inmortalidad justifica los discursos de odio, de intolerancia, los misóginos, los homofóbicos. Amigo Karamázov, tengo que contradecirte: es por la puta inmortalidad que no existe la virtud. Por eso si hoy me pidieran elegir la cita más sabia de la Biblia, de entre los muchos proverbios, salmos, mandamientos, sentencias, amenazas, predicciones, oraciones y parábolas, elegiría estas palabras de 1 Corintios 15: “Si los muertos no resucitan, comamos y bebamos, que mañana moriremos”. Pronto me pondré a leer el Corán. Quizás entre tanto paginal también halle una línea que valga la pena.L

Víctor Núñez Jaime

periodismovictor@yahoo.com.mx ESPECIAL

Málaga, la efervescente

H

asta ahora, Málaga, ciudad andaluza al sur de España, había destacado por ser un destino turístico de playa, por acoger en sus alrededores a varios jubilados europeos y por albergar en uno de sus municipios (Marbella) a lo más exquisito (y kitsch) de la industria del lujo. Desde hace unos meses, sin embargo, Málaga brilla por su oferta cosmopolita de museos, centros culturales y artistas. En el centro de todo está la colección de un pintor varias veces retratado en calzoncillos. En poco más de un kilómetro y medio, en torno al museo de Pablo Picasso y a su Casa Natal (también abierta al público), se ubican el Museo Carmen, Thyssen, el Centro de Arte Contemporáneo de Málaga, el Palacio de la Aduana (donde, dentro de poco, estará el Museo de Málaga, depositario de las piezas del antiguo Museo de Bellas Artes y del Arqueológico), el Museo Estatal Ruso y, un poco más allá, en el muelle 1 del puerto, el Centro Pompidou. La ciudad tiene solo 600 mil habitantes pero es una parada obligatoria para los cruceros mediterráneos y un destino siempre tomado en cuenta por los viajeros nacionales y europeos. Así que es común que las hordas de turistas repartan su estancia en esta malagueña milla dorada del arte. ¿Fue solo eso, el flujo constante de gente, lo que detonó la explosión museística? Málaga tiene, además (y sobre todo), un nutrido grupo de artistas emergentes y unos ciudadanos deseosos de verse envueltos todos los días en actividades culturales. Este lugar no ofrece la Alhambra de Granada,

El Museo Carmen Thyssen

ni la mezquita de Córdoba, ni las instituciones de Sevilla, pero para competir con sus pares andaluzas (y españolas, en general) posee una marcada ambición por concentrar lo mejor de las manifestaciones artísticas contemporáneas. Y también, dicen por ahí, el claro objetivo de superar a la norteña ciudad de Bilbao, donde el Guggenheim, un museo– franquicia, no deja de triunfar. Por eso quisieron aprovechar la descentralización de los grandes museos y albergar una filial de Rusia y otra de Francia. No sé qué dirán otros que ya conocen todo esto o qué dirán algunos más cuando vengan, pero para este reportero el Centro Pompidou malagueño es una de las cosas más extraordinarias que puede haber en el circuito del arte. Es un cubo traslúcido que, durante el día, es una gigantesca vitrina y, por la noche,

se transforma en linterna portuaria. En las paredes de esta construcción de vidrio y metal, inaugurada en marzo pasado, cuelgan cuadros como La violación (1945), de René Magritte; el Autorretrato que firmó en 1971 Francis Bacon; la estilizada Mujer desnuda de pie (1945), de Giacometti; o un autorretrato de Frida Kahlo, El marco (1938), junto a obras de Chagall, Bacon, Léger, Picasso… Lejos del puerto, hay talleres y galerías de pintores, teatreros, escultores y grafiteros. Más allá está el edificio de un antiguo orfanatorio, llamado ahora La Térmica, centro de creación y producción cultural en el que se programan exposiciones y se acoge a artistas durante cuatro meses para que desarrollen un proyecto personal y otro para el centro. Sorprende todo este panorama porque esta ciudad fue una de las más azotadas durante la Guerra Civil. L


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