LABERINTO
EL ATLAS DE PANDORA BLANDENGUES Blandengues
Los mundos oníricos de Mircea Cârtârescu
El pasajero del hielo
ALONSO CUETOEl libro más reciente de Cormac Mc Carthy, The Passenger, se inicia con una descripción cristalina de una mujer encontrada en la nieve con su pelo “dorado” y “cristalino”, y sus ojos congelados y “duros como piedras”. La imagen es espectral y pronto descubrimos que se trata de Alice, una joven extraordinariamente bella que se ha ahorcado poco antes. Luego com probaremos la trascendencia que tiene Alice en el libro. El amor rendido que su hermano Bobby siente aún por ella después de muerta es una de las constantes de la novela.
Bobby tiene una intimidad con la muerte. Su profesión es la de buzo rescatista y en una de las primeras escenas se sumerge en el mar a las tres de la mañana para buscar los restos de un avión accidentado en el Golfo de Méxi co. Cuando lo encuentra, descubre que hay un cuerpo faltante, el del pasajero misterioso, en tre los restos de los demás (“el pelo flotando”, “los ojos vacíos de especulación”). El pasajero desaparecido va a ser uno de los temas obse sivos en la novela.
Siempre hay algo que falta en su vida. El ape llido de Bobby es Western, lo que nos recuerda que en las novelas de McCarthy uno de los gran des temas es el destino de la cultura occidental. Uno concluye que tanto en sus celebradas nove las sobre el Oeste americano como aquí, el gran tema de McCarthy, que cuando era niño sufrió disparos accidentales en ambas piernas, es el de la violencia y la de molición de la cul tura en la que vive.
Ese era el tema precisamente de TheRoad, su novela anterior, publicada hace dieciséis años.
En Elpasajero, apa recen las alucina ciones de Alicia atormentada por un persona je llamado Kid y los tormentos de la culpa de Bobby por ser hijo del inventor de la bomba de Hiroshima. En este clima de delirio riguroso, la novela está escrita con una prosa dura y llena de hechizo. No es fácil sostener la lectura entre todos los datos, los ritmos y las sutilezas que nos ofrece. Es una experiencia que nos recompensa por la riqueza de su lenguaje y por la naturale za de la relación de amor de Bobby hacia Alice. El incesto nunca se consuma pero se tra ta de una obsesión mutua. No hay nadie más bella, más inteligente, más talentosa para las matemáticas, ni más perdida en el universo que Alice. Desde “La caída de la casa de Us her” sabemos que no hay un amor más puro y eterno que el que uno siente por una hermana perdida. El incesto, ese gran tema que Esquilo consagró, que el isabelino John Ford llevó a su esplendor en Lástima que sea una puta y que Rulfo y García Márquez diseminaron en sus obras, está aquí bajo la forma de un rostro que marca la novela desde la primera frase. En una de sus raras entrevistas televisivas (con Oprah Winfrey), McCarthy afirmó que los hombres no conocen a las mujeres. Esta novela parece contradecirlo. Pocas mujeres tan expuestas como aquí Alice. Y en unos pocos días, a inicio de diciembre, tendremos la novela que sigue a ésta, Stella Maris. Nuevas aventuras de culpas obsesivas y amores locos, que las novelas nos ayudan no a comprender pero sí a sentir. _
HOMBRE DE CELULOIDEMeme
FERNANDO ZAMORA @fernandovzamora FOTOGRAFÍA VIDEOCINECuando en 1993 se estrenó Cronos, de Guillermo del Toro, los mexicanos, sin saberlo, adquirimos una nueva libertad. Nuestro cine dejó de limitarse al realismo. Los autores pudieron aspirar al cine fantás tico que suele identificarse con el pri mer mundo. Es cierto que antes hubo intentos por hacer cine fantástico. En 1986 se estrenó Venenoparalashadas de Carlos Enrique Taboada y el cine de El Santo, con sus momias y vampiresas, formó parte, durante muchos años, de un imaginario que sin embargo Cronos conquistó definitivamente.
Sin origen, de Rigoberto Casta ñeda (disponible en Amazon Pri me), aspira a ser esa clase de cine que pretende que los espectadores suspendan sus juicios y dejen de pensar. Castañeda, quien partici pó en el Festival Internacional de Sitges con Kilómetro 31, ha escri to en Sin origen una larga carta de amor a Guillermo del Toro. Su pe lícula tiene lugar en un sitio que se llama Villa del Toro y durante una secuencia un niño se inclina pa ra beber sangre en el suelo, justo como el protagonista de Cronos Ahora bien, identificar esta clase de cine con Hollywood resulta tan equívoco como pensar que el vino siempre tiene que ser francés. Sin origen se inscribe perfectamente en la tradición del cine mexicano.
Todo el tiempo los protagonistas están hablando de unos narcos que, afortunadamente, no vemos nunca. Otra influencia capital de Castañe da es el novelista sueco John Ajvi de Lindqvist, cuya película Låt den rätte komma in se estrenó en 2004 y, por desgracia, volvió a filmarse en inglés en 2007. Eso sí que es horror, el remake. Otra influencia de Sin origen es el ruso Timur Bekmambé tov, cuyas películas Guardianes de la noche y Guardianes del día han hecho las delicias de los amantes del cine de ficción.
Sin origen comienza con una ba talla espectacular. Una niña escapa de esta batalla y corre por un trigal. En otra parte Pedro del Toro ha en cerrado a su familia en una casa de seguridad toda vez que espera re presalias de los narcotraficantes a quienes ha decidido abandonar. Y es que Pedro quiere vivir en paz con sus millones, su hijo inválido, su hi ja rebelde y una esposa que todo el tiempo viste camisón. No sabe que la guerra llegará a su casa con esta niña que es un meme en el sentido
de Dawkins. En 1976 el biólogo evo lutivo Richard Dawkins habló por primera vez del meme, unidad cul tural que se reproduce y pasa de ge neración en generación en modo análogo a los genes humanos. La idea de una niña frágil que corre por los trigales llevando consigo la guerra es eso, un meme, al igual que el niño inválido, el ejército de nin jas que llega intempestivamente a Villa del Toro y otras linduras que Rigoberto Castañeda pone en esce na para emoción del público que lo único que quiere es comer palomi tas y disfrutar de una buena pelícu la de aventuras y ficción en la sala de su casa. Sí, el arte es reflejo de la sociedad que lo produce y Sin ori gen no es la excepción. El hecho de que tome de aquí y de allá memes, de la serie Crepúsculo y del man ga japonés, y que los mezcle luego con sus propias ideas poco impor ta. Todos los creadores lo hacen. Y sí, hay imágenes auténticamente calcadas de Scarface, de Mad Max y de Apocalipsis ahora, pero Cro nos, de Guillermo del Toro, es la in fluencia más notable en Sin origen Cuando, en 1993, Guillermo del To ro estrenó Cronos estaba regalan do a los mexicanos esta libertad de apariencia tan simple, la de poder crear, si así lo desean, un cine que echa mano de lo más elemental del arte: la ficción. _
Hay imágenes calcadas de Mad Max pero Cronos es la influencia más notableSin origen. Dirección: Rigoberto Castañeda. México, 2022.
En las novelas de McCarthy uno de los grandes temas es el destino de la cultura occidental
POESÍA
Meditación 4
(Lugar)
LUIS JORGE BOONELo que se dice y de lo que se trata: lo principal no son los eventos, sino dónde suceden. Lo escrito y lo dicho: cosas diferentes y, al final, la misma cosa. Como tu cuerpo y tu mente. Tú estás —te localizas— en algún lugar de la contradicción. Como en el poema. Es la rozadura, el desgaste, las encadenadas fricciones: o por decir algo, la exaltación: se trata de esencias que viajan a velocidades incompatibles por distintas vías y en un punto se tocan, se abrazan con violencia, se estrellan. Como sucede en el poema.
Este poema forma parte del libro Contramilitancia, publicado por Ediciones Atrasalante. EX LIBRIS
LOS PAISAJES INVISIBLES
Gabriel Zaid y la experiencia estética
IVÁN RÍOS GASCÓN @IvanRiosGasconJorge Luis Borges apunta en el quinto apartado, “Poesía”, de sus Siete noches: “Bradley dijo que uno de los efectos de la poesía debe ser darnos la impresión, no de descubrir algo nuevo, sino de recordar algo olvidado. Cuando leemos un buen poema pensamos que también nosotros hubiéramos podido escribirlo; que ese poema preexistía en nosotros. Esto nos lleva a la definición platónica de la poesía: esa cosa liviana, alada y sagrada. Como definición es falible, ya que esacosaliviana,aladaysagrada podría ser la música (salvo que la poesía es una forma de música). Platón ha hecho algo muy superior a definir la poesía: nos da un ejemplo de poesía. Podemos llegar al concepto de que la poesía es la experiencia estética: algo así como una revolución en la enseñanza de la poesía”.
Borges opinaba que el azar no existe, solo ignoramos la compleja maquinaria de la casualidad. Gabriel Zaid abre así su breve ensayo “Cómo leer poesía”: “No hay receta posible. Cada lector es un mundo, cada lectu ra diferente. Nuevas aguas corren tras las aguas, dijo Heráclito; nadie embarca dos veces en el mismo río. Pero leer es otra forma de embarcarse: lo que pasa y corre es nuestra vida, sobre un texto inmóvil. El pasa jero que desembarca es otro: ya no vuelve a leer con los mismos ojos” (Ensayossobrepoesía, El Colegio Nacio nal, 1993). Con la imagen del traslado, la corriente y el lector a bordo, Zaid no solo ofreció otro ejemplo de poesía, sino que le dio forma a la experiencia estética.
Leer un buen poema, en efecto, nos devuelve la pri mera impresión de un mundo que habíamos desaten dido. Reconstruye una vivencia o resucita emociones extraviadas, la poesía inspira contemplación. ¿Pero qué sucede al escribirla? ¿Al traducirla?
Gabriel Zaid también brinda una respuesta. En Poemas traducidos (El Colegio Nacional, 2022) lo hace con sus versiones de Voltaire, Po Chu Yi, William Shakespea re, Geoffrey Hill, Paul Celan, Janos Pilinszky, Richard Garcia, Georges Bataille, Jan Zych, Fouad El–Etr, Do rothy Parker, Nerval, Safo, Wislawa Szymborska, Zbig niew Herbert, Vidyápati o Fernando Pessoa, y con sus traslaciones de la poesía indígena del Norte de México. La ofrece, de igual manera, con las traducciones al in glés, francés, portugués, italiano, alemán, sueco, checo, holandés, griego y japonés, que, a lo largo de más de cinco décadas, hicieron de sus poemas de Reloj de sol y de otros textos más. El resultado es una fascinante travesía por los prodigios del lenguaje, el sortilegio de la palabra, el encanto de un verso y sus invocaciones.
De la inspiración original a la transcripción de Geor ge McWhirter o de Émile y Nicole Martel, de Jean–Clarence Lambert, Daniel Hoffman o Silvio Persivo (algunos de sus intérpretes al inglés, francés y portu gués), los poemas de Gabriel Zaid preservan su con dición alada, sagrada, su preclara liviandad, aquello que no se aprecia en su compleja erudición: “Tanto en Lucrecio como en Ovidio la levedad es una manera de ver al mundo fundada en la filosofía y en la ciencia: las doctrinas de Epicuro para Lucrecio, las doctrinas de Pitágoras para Ovidio (un Pitágoras que, tal como nos lo presenta Ovidio, se parece mucho a Buda). Pero en ambos casos la levedad es algo que se crea en la es critura, con los medios lingüísticos propios del poeta, independientemente de la doctrina del filósofo que el poeta declara profesar” (Italo Calvino, Seis propuestas para el próximo milenio).
Poemas traducidos llama a la revelación inicial de la no por breve menos intensa escritura de Zaid fren te al espejo de otros idiomas en los que, como la obra primigenia, la poesía se torna una sutil navegación de la que el lector desciende convertido en otro.
Mircea Cârtârescu, Premio FIL de Literatura en Lenguas marca las coordenadas
de su obra con la impronta
“Tenía el sueño de escribir todos libros, los posibles y los imposibles
ÁNGEL SOTO FOTOGRAFÍA ISABEL INFANTEada vez que se presenta ante una audiencia hispanoparlante, Mircea Cărtărescu convierte los escenarios en catedrales del aforismo. Con la determinación de Confucio, el narrador lanza proverbios que reverberan como encantos. En Colombia le preguntaron sobre su mudanza de la poesía a la novela, y el autor de Solenoidesentenció: “La poesía es el arte de la juventud”.
Considerado el escritor vivo más destacado de la literatura rumana, Cărtărescu ha perfeccionado su laconismo gracias a la aceptación unánime del público que lo lee en castellano. Aunque comparten un origen común, las melodías de la lengua española y de la rumana pueden sonar tan distantes como una doină1 y un son jarocho. Por ello, en casi todas sus apariciones públicas en España o Latinoamérica, a Cărtărescu lo acompaña Marian Ochoa de Eribe, traductora al español de buena parte de su obra, publicada en la editorial madrileña Impedimenta. Con ella ha establecido una relación simbiótica. Cărtărescu no desperdicia la oportunidad de elogiarla (incluso ha comentado generosamente que Ochoa habla un mejor rumano que él). Verlos interactuar durante una charla es como presenciar un pas de deuxentre bailarines del Bolshói. Mientras Marian Ochoa traduce en directo, Cărtărescu espera con sonriente paciencia.
Nacido en Bucarest en 1956, Cărtărescu fue reconocido este año con el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances. Es el segundo autor rumano que recibe esta distinción (en 2016 la obtuvo Norman Manea). Su obra, plagada de escenarios oníricos,
Cdelirios, mundos interiores y ciertos elementos autobiográficos, atraviesa sin contratiempos la frontera entre la fantasía y la realidad. Comenzó sus andanzas literarias en la poesía en la década de 1980. Por entonces formaba parte de un grupo conocido como “la generación de los blue jeans”, y ya desde entonces cosechaba galardones y el reconocimiento de sus colegas. En 1990 —poco después de la revolución que derrocó la dictadura comunista que durante un cuarto de siglo timoneó Nicolae Ceaușescu— publicó El levante, un experimento poético que recrea una aventura a través de la historia de la literatura rumana. En 2021, Impedimenta publicó su Poesíaesencialen una edición bilingüe, donde se reúnen textos elegidos personalmente por el autor.
Con frecuencia, Cărtărescu explica su teoría sobre la caducidad de los poetas (no más allá de siete años, ha dicho). Fiel a esa máxima, en 1993 viró su producción literaria hacia la narrativa. Lo hizo con Nostalgia, un libro de relatos que le concedió reflectores internacionales. Años más tarde, publicó dos obras monumentales, consideradas hasta ahora el culmen de su creación: Solenoide y la trilogía Cegador. No obstante su éxito incuestionable, el rumano sostiene con premeditada modestia que no ostenta una carrera próspera.
Enrique Redel, editor en español de Cărtărescu, ha dicho que su obra “nos enfrenta con la extrañeza, con la inocencia, con la visión casi extasiada de la realidad. Toda su obra es de una tremenda carga poética. Se lanza a un torrente expresivo que podría ser una especie de enorme poema”.
Lector fervoroso de Ernesto Sabato, Gabriel García Márquez y Jorge Luis Borges, Cărtărescu ha conseguido edificar un puente del tamaño del Océano Atlántico entre Rumania (para muchos, esa isla latinoamericana enclavada en Europa) y el mundo hispánico. En esta entrevista para Laberinto, el escritor desmenuza su óptica literaria
y comenta, entre otras cosas, sus ideas sobre el fracaso, la frustración, la religión y la infancia.
Es autor de una obra muy nutrida en distintos géneros. ¿Hay algo en la literatura que todavía le represente un desafío?
Casi todo. La literatura es interminable, y la vida de un autor es muy corta. Cuando empecé a escribir, hace 50 años, tenía el sueño de escribir todos los libros, los posibles y los imposibles, incluidos los que ya estaban escritos (àlamanièrede Pierre Menard). Me odio a mí mismo por no haber podido escribir la Divina comedia, la HypnerotomachiaPoliphili, el Ulises o La muerte impúdica. Al recordar los libros que logré escribir, solo siento consternación: Pude explorar, escribiéndolos, apenas un milímetro cuadrado de mi cerebro, trazar unas cuantas conexiones entre mis sinapsis.
Mi consuelo es que aún tengo tiempo, aún tengo fuerzas para mantener la pluma entre mis dedos, así que quizás en el futuro consiga cumplir mi viejo sueño.
Usted se ha descrito como un lector crónico, que lee todo lo que cae en sus manos. Pero ¿qué disfruta hacer cuando no está leyendo o escribiendo? Al igual que un escritor, que si lo es verdaderamente nunca deja de escribir, porque cada vez que ve, oye, siente o piensa algo lo plasma en una página imaginaria, un verdadero lector lee todo el tiempo, incluso cuando está dormido. Yo leo libros en mis sueños; tengo una biblioteca con libros que solo existen en los sueños. Algunos los he escrito yo, otros los han escrito otros escritores. Se trata de libros reales, de novelas largas y maravillosas. Pero cuando intento sacar esos libros a la superficie, explotan como lo haría un pez abisal. Nunca recuerdo su contenido cuando me
despierto. Pero al cabo de un mes o un año vuelvo a soñar esa biblioteca, con los mismos libros que, mientras sueño, me sé de memoria.
¿Conserva una mirada literaria hacia el mundo aun cuando no está frente a la página en blanco? Es decir, ¿la literatura es posible incluso cuando se está realizando otra actividad? Para mí, no existen fronteras entre la vida y la literatura. Están a ambos lados de una banda de Möbius, nunca se sabe cuándo una desemboca en la otra. Es como en “La continuidad de los parques” de Cortázar. Cuando estoy en el escritorio, entro en una especie de trance, mi personalidad cambia por completo, súbitamente. Me siento como una pluma en la mano de otra persona. No escribo yo, soy una mera herramienta o un portal por el que la escritura sale al mundo. Incluso en los periodos en los que no escribo, mi libro sigue creciendo en mí, como el niño crece en el vientre de su madre. La madre puede hacer cualquier cosa: trabajar, ir de compras, ir al cine. Durante todo ese tiempo el niño crece solo, porque el principio de crecimiento está en el niño, no en la madre.
El narrador de Solenoidees un escritor fracasado. Usted, por el contrario, ha tenido una trayectoria próspera. Sin embargo, ¿existe la frustración en su labor creativa? ¿Cómo lidia con ella?
Nunca tuve una carrera próspera. Si hubiera sido así, habría sido famoso a los 30 años. Ahora tengo 66, y poca gente me conoce. De hecho, mi aprendizaje de la literatura fue un proceso torturante: extremadamente largo y terriblemente difícil. Era muy pobre al principio de mi carrera; viví en una dictadura hasta los 34 años. Conocí el hambre, el frío y el miedo en los años ochenta. Conocí los celos y el odio de muchos de los escritores de mi país en mis comienzos, y esto sucede incluso ahora, y la única respuesta ante este tipo de situaciones sigue siendo la misma: tratar de escribir mejor. Cuando empecé a ser traducido en el extranjero, poca gente se preocupó de comprar
mis libros Muchos tuvieron publicaron, fueron ma muy critor pequeño cluso punto todavía mucho sonaje casado, tiría tan porque un fracasado tengo él no era La infancia derante como teresa desde Me interesa un campo cano gami. vida significativa 5 por infancia, años. sala de sobre porque que crecen complejos tropía veces nativo aquellos seguir vida, traintuitiva, En su vante geográficos. dades. ellas? sobre Como soy en cada libro ciudadelas,
Incluso en los periodos en los que no escribo, mi libro sigue creciendo en mí
Lenguas Romances, impronta de la infancia todos los imposibles”
de tranvía, etcétera. Las ciudades de las novelas no son ciudades reales, sino ciudades de papel. Solo los personajes que uno crea pueden vivir en ellas. Dostoyevski inventó San Petersburgo porque Raskólnikov necesitaba vivir en algún sitio. Joyce inventó Dublín calle por calle, como un Balzac de las ciudades. Yo inventé absolutamente mi Bucarest, pero también recreé Nueva Orleans, Ámsterdam o el lago de Como en mis libros.Lasciudadesimaginariasde los escritores, como las llamaba Calvino, son más reales que las ciudades de los mapas. Te persiguen para siempre.
libros ni de escribir sobre ellos. Muchos de mis libros traducidos no tuvieron ni una sola reseña cuando se publicaron, las ventas durante años fueron casi testimoniales. Sentí de formuy dolorosa mi situación de escritor que viene de la nada, de un país pequeño y de una lengua pequeña. Inahora no tengo agente. Desde el punto de vista literario me considero todavía un simple aficionado. Durante mucho tiempo me sentí como mi personaje de Solenoide: un escritor fracasado, sin futuro. “Pero no me sentan solo”, como diría Bob Dylan, porque todo escritor es, en el fondo, fracasado (aunque a este respecto algunas dudas sobre Kafka, pero era un escritor al uso).
infancia tiene un lugar preponderante en su obra, tanto la poética como la narrativa. ¿Por qué le interesa explorar esa etapa de la vida desde la literatura?
interesa mucho la embriología, campo sorprendentemente cera la topología y al arte del origami. Pasamos el 90% de nuestra significativa en el útero. El otro ciento lo pasamos en nuestra infancia, que abarcaría hasta los 14 El resto no es más que la antede la muerte. He escrito mucho sobre los niños y los adolescentes porque son seres en desarrollo, porcrecen y se vuelven cada vez más complejos y bellos, desafiando la entropía universal. Un niño es veinte veces más inteligente y más imaginativo que un adulto. Los genios son aquellos adultos que consiguieron seguir siendo niños durante toda su de una manera extraña y contraintuitiva, similar a la neotenia.
su literatura también es relevante la recreación de los espacios geográficos. Por ejemplo, las ciudades. ¿Cómo es su relación con ellas? ¿Qué le interesa explorar sobre los entornos?
Como todos los escritores, también en cierto modo un arquitecto: en libro invento ciudades, edificios, ciudadelas, torres, fábricas, cocheras
Usted ha dicho que lee la Biblia con bastante frecuencia. ¿Qué papel juegan las religiones o la fe en su obra?
La Biblia es la mayor novela jamás escrita, además de un libro de poemas de una calidad visionaria. Incluso las personas más irreligiosas deberían leerla por su belleza y sabiduría sobrenaturales. Mis libros no son religiosos (cualquier ideología debería quedar fuera de una obra de arte), pero seguramente sí que son experiencias metafísicas, a veces éticas y muchas veces filosóficas. Cada vez que leo una página de Wittgenstein, ese hermano gemelo filosófico de Kafka, me siento feliz y mi corazón se aligera. Me gustaría poder escribir algo tan poderoso como esos libros.
Ha dicho también que la poesía es el arte de la juventud. Con el paso de los años, ¿ha conservado ese ímpetu creador o considera que la experiencia lo hace calibrar la escritura de un modo distinto?
Sí, para rendir en la poesía, como en el atletismo, se necesita un cuerpo joven, un cerebro joven y un corazón joven. La vida de un gran poeta rara vez va más allá de los siete años en su plenitud. Muy pocos poetas genuinos sobreviven como tales más allá de los treinta años.
Pero todo el mundo puede escribir poesía para su propio placer incluso a una edad avanzada. Creo que es un hermoso intento de mantenerse joven. Yo publiqué mi último libro de poemas hace dos años y no me arrepiento, aunque ese libro es una obra menor. No todos los órganos de nuestro cuerpo son órganos vitales. Se puede sobrevivir sin el dedo meñique. Pero ¿quién aceptaría que se lo cortaran? _
Traducción: Editorial Impedimenta.
1Elemento esencial del folclor rumano, es un canto lírico solemne, improvisado y espontáneo.
Blandengues
En la Antigüedad, la alegre y reflexiva Atenas contrastaba con la férrea y lacónica Esparta
IRENE VALLEJO ILUSTRACIÓN ROMÁNEscuchaste muchas veces aquel estribillo de vues tra infancia. Os tenían bien calados: en com paración con cualquier tiempo pasado, la tuya era una ge neración de blandengues, sin disci plina ni aguante. Cuando te hiciste adulta, la acusación quedó en pie para los sucesivos jóvenes. Descu briste después que se esgrimía ya en textos asombrosamente an tiguos. El menosprecio hacia los nuevos es viejo: la huma nidad vive en el eterno re torno de esta regañina.
Como blandengue acre ditada desde niña, sien tes escalofríos al pensar en aquella fábrica de ti pos duros llamada Espar ta, un modelo extremo de instrucción férrea. Se decía que sus habitantes —también conocidos como laconios— aprendían a ser parcos en todo, hasta en palabras. Esa austeridad ha dejado huellas en nuestro vocabulario de abs tinencias: “lacónico” y “espar tano”. Cuenta Plutarco que el Estado se hacía cargo de los niños a los siete años para endure cer su cuerpo y su carácter. Dormían en catres de paja y caminaban descalzos con solo una ca pa para vestirse. La dieta infantil era deliberadamente pobre para incitarlos al hurto, siem pre aguzando el ingenio. Sin embargo, si los sorprendían, los castigos eran muy severos. Hasta los treinta años no podían abandonar los cuarteles para dormir en casa propia, salvo a escondidas. El sexo debía ser furtivo, un veloz desahogo a oscuras. Algunos tenían hijos antes de haber contem plado ni una vez el cuerpo de su es posa. En los ineludibles comedores colectivos se servía una sopa negra, nutritiva pero monótona —había que alimentar a los guerreros; eso sí, siempre sin placer—. Adiestrados en la obediencia, vivían dispuestos a entrar en combate al instante.
En un texto memorable, el “Dis curso fúnebre”, Pericles explicó el audaz experimento de Atenas, su frágil democra cia, como antítesis de la monolítica Esparta. Descri bió el amor de sus ciudadanos por la reflexión y el de bate, también su entusiasmo por las fiestas y el des canso “que aleja las penas”. Reba tió a quienes atribuían debilidad a los atenienses: “Nosotros amamos
la belleza sin desenfreno, y cultiva mos el saber sin ablandarnos”. En su opinión, exige incluso más valentía amar el placer y no por eso retroce der ante el peligro. Frente a la ruti na reglamentada de los espartiatas, Pericles se enorgullecía porque “en el trato cotidiano, no nos enfadamos con el prójimo si vive a su gusto ni ponemos mala cara, lo que no es un castigo, pero resulta penoso”. Es tal vez la más antigua expresión del deseo de ser quienes somos sin que nadie nos mire con desprecio. Quizá por eso Atenas se llenó de amantes de la filosofía y la física, de artistas,
poetas y demás gentes de mal vivir y buen pensar.
Aquella utopía gozosa albergaba terribles contradicciones —la escla vitud, la exclusión de las mujeres, un violento sueño imperialista— que precipitaron su caída. Aun así, en sus ratos libres, entre jaranas y debates tumultuosos, pensaron algunas ideas excéntricas que no han envejecido del todo mal: el valor de la razón y del arte, de la ciencia y el diálogo. Mien tras tanto, en Lacedemonia forjaron una sociedad severa, rígida y sin resquicios para la creatividad. La rivalidad entre ambas ciudades desencadenó una guerra de casi tres décadas, en la que finalmente ven ció Esparta a costa del empobrecimiento de toda Grecia.
Las épocas convulsas degeneran fácilmente en paisajes de trincheras, y, ante la incertidumbre y las amenazas, regresa la sed de certezas y mano dura. De nuevo escuchamos que los países autoritarios son más firmes y capaces, olvidando que la flexibilidad es una gran fortaleza. Las palabras de Pe ricles suenan ambiciosas aún hoy: preferir el hedonismo al fanatismo, debatir, descansar y dejar en paz al prójimo. El in tento de forjar pactos en medio del guirigay de los intereses con trapuestos y las quejas constantes puede parecer ineficaz, imperfecto, tedioso y endeble. Sin embargo, co mo escribió Tucídides, nadie visitará Esparta porque nada nos legó. Fren te al silencio lacónico de sus armas y sus ruinas, todavía nos importan las ocurrencias revolucionarias y chis peantes de aquellos charlatanes ate nienses. Ser blandengues tiene sus puntos fuertes. _
© Derechos mundiales de prensa en todas las lenguas reservados a Ediciones EL PAÍS, S. L.
© Irene Vallejo.
Y, además, en nuestra edición digital:
Las épocas convulsas degeneran fácilmente en paisajes de trincheras
Canción de antiguos amantes
POESÍA EN SEGUNDOS NARRATIVA, ENSAYO
Hambre
Jil
Laura RestrepoAlfaguara México, 2022 400 páginas
El viaje como propósito superior es el motivo de esta novela nacida de la experiencia de la autora con Médicos sin Fronteras. Un joven escritor se ob sesiona con la antigua reina de Saba y no encuentra más consuelo que salir en busca de ella. ¿La encontrará? Eso importa poco. Lo importante es la ob sesión y la geografía del deseo.
André Breton. La biografía
John Fante
Anagrama España, 2022 288 páginas
Los seguidores del heredero literario de Mark Twain no podrían sentirse más satisfechos con este volumen que reúne textos dispersos en revistas ya desaparecidas. La pesquisa estuvo a cargo de Stephen Cooper, quien en 1994 recibió el permiso de la viuda pa ra hurgar en los archivos de su esposo, John Fante.
Desde las entrañas
Philip LarkinImpedimenta España, 2021 312 páginas
Como una “oscura novela” de cam pus universitario ha sido calificada esta obra del escritor inglés, quien la concibió a los 21 años. El trasfondo es el inicio de la Segunda Guerra Mun dial. El tímido protagonista de clase baja, John Kemp, llega como becario a Oxford y entra en contacto con un grupo de compañeros de clase alta.
La música del cosmos
Latierra baldía: el modo mítico
VÍCTOR MANUEL MENDIOLA mendiola54@yahoo.com.mxTurner España, 2021 692 páginas
El padre del surrealismo, uno de los artistas más influyentes del siglo XX, aparece aquí despojado de hieratis mo. El acento recae en sus momentos oscuros, los pasajes de debilidad o de presión, es decir, la circunstancia ínti ma, de muy difícil acceso, debido so bre todo a que la leyenda ha opacado al poeta de carne y hueso.
Turner México, 2022 264 páginas
Miembro desencantado del movi miento contracultural en Nueva York, de donde huyó para instalarse en la Ciudad de México, en la década de 1990, Hollander practica la cróni ca con la suficiencia de un arqueólogo. Para muestra, este volumen, un viaje por algunos lugares emblemáticos, y no tanto, de estas dos ciudades.
Debate México, 2022 272 páginas
Explica el autor que su intención con este libro es invitar al lector “a entrar a algunas áreas de la ciencia conside rando el fenómeno físico de una can ción”. Los títulos de algunos capítulos son ilustrativos de esta original inten ción: “El arpa Beatle”, “Jimi Hendrix y el Teorema de Pitágoras”, “Dylan y el condensador”.
El placer de leer
Si no es posible afirmar que Latierrabal díade T. S. Eliot influyó en la creación de Ulises de James Joyce, sí podemos observar la sombra de la novela sobre el poema. Como nos deja saber Ri chard Ellmann, biógrafo de Joyce, el poeta nor teamericano avecindado en Londres conoció al novelista irlandés, primero, por las recomenda ciones de Ezra Pound y la lectura de Elretratodel artistaadolescentey, luego, por el seguimiento de la publicación periódica de Ulisesen la revista LittleReviewde Margaret Anderson. La radicali dad del nuevo libro de Joyce, donde cabían todos los estilos y dominaba una simultaneidad antro pofágica, había provocado gran revuelo. Muchos autores rechazaron la obra, como Virginia Woolf. Eliot no. Coincidía profundamente. Pero él ya ha bía encontrado por sí solo —Pound lo supo de in mediato— el camino a la modernidad, como lo de muestra LacancióndeamordeJ.AlfredPrufrock En esta composición vemos cómo el poema es el espacio de exposición no de una continuidad líri ca sino de un juego de visiones y resonancias rotas. Así, la lectura progresiva de Ulises en la re vista de Margaret Anderson debió empujar al autor de La canción de amor... a la multipli cación de referencias y símbolos en la nueva pieza. Sabemos, en parte, cómo ocurrió este proceso: conocemos las correcciones funda mentales de Pound, un joyceano total, al texto original de Eliot y conocemos el shock produ cido en los lectores literarios por la beligeran te novela. Asimismo, conocemos la opinión de Eliot sobre la insólita historia de un día. En “Sobre Ulises y el mito”, después de advertir que lo que le ha permitido a Joyce dar un sal to en el tiempo es su insatisfacción respecto a la forma, Eliot afirma: “Al utilizar el mito, al manejar un paralelismo continuo entre pre sente y antigüedad, Joyce sigue un método que otros seguirán después”. Y este recurso consiste en utilizar “en lugar del método na rrativo, [...] el método mítico”. Está claro que al sobreponer la imagen de Odiseo en la figura del judío errante y ésta en la figura de un ir landés, Leopoldo Bloom, la narración crea un paralelismo íntimo y, a la vez, épico. Esto nos permite entender a Joyce. Pero, además, nos permite entender a Eliot. En La tierra baldía también hallamos una correspondencia mito lógica: la fábula del rey viejo atraviesa el mito del adivino Tiresias y éste, la historia del fe nicio Phebas, hasta llegar a lo que “El trueno dijo”. Todas estas representaciones —como sucede en Ulises— establecen un vínculo y un contrapunto con la comedia sexual del mundo moderno y con la soledad miserable del hom bre común. Tal vez sería más apropiado decir que la fuerza expresiva, tanto en una como en otra obra, crece bajo la fuerza de un sistema de arquetipos, en juego y en contraposición al hombre moderno, y gracias a la corriente libre de la conciencia. Como quiera que sea, Joyce también celebró, a su manera humo rística y en privado —en una carta a Harriet Shaw Weaver—, la publicación de La tierra baldía, cuando escribió en un poema casual: “Ruan es el lugar más lluvioso, traspasa/ todos los impermeables” en paralelo paródico con “Abril es el mes más cruel, consiente/ lilas de la tierra muerta”. _
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HUSOS Y COSTUMBRES
Viejos banquetes
GARCÍA BERGUAE
staba acordándome de aquella película de Mar co Ferreri de los años se tenta, La grande bou ffe —aquí le pusieron La grancomilona—, en la que un grupo de burgueses, tal como los describen las sinopsis de la época, se encierra en una casa a comer hasta morir, literalmen te. Quizá ahora no se podría hacer una película así: en la versión actual, por los clósets y las ventanas de la casa se cola ría un ejército de nutriólogos explicán dole a Michel Piccoli que ese suflé tiene demasiadas calorías, o que a ese postre enorme con la forma del trasero de An drea Ferreol le falta fibra. El colesterol es tu verdadero enemigo, les dirían a los suicidas encarnados por Marcello Mastroianni, Ugo Tognazzi, Piccoli y Philippe Noiret, no la vida. Muy distinta es ElfestíndeBabette, basada en la novela de Isak Dinesen, en la que una cocinera francesa colo ca frente al abismo de las delicias de
la carne guisada, la sopa de tortuga y toda clase de suculencias culinarias, a un grupo de reprimidos protestantes daneses. Es un contraste similar al que viven los protagonistas de Fan ny y Alexander, la fabulosa película de Bergman. Esa le agradaría más al gusto actual, aunque las recomenda ciones contra el colesterol de parte de los nutricionistas no se harían esperar. Quizá, y eso se adapta mu cho a estos días, la cercanía con la Navidad y los festejos de Año Nuevo ayudaría a soltar un poco la rienda: cómanse la pasta, pero no el postre, les dirían. Y los comensales felices de seguir alguna prohibición que le dé sentido a tanto jolgorio desbocado. ¿El banquete de los mendigos en Viridiana de Buñuel? Muy navide ño, poético y lleno de sentido para nuestros días: la vida de los mexi canos está llena de Últimas Cenas, esas en las que se espera que el Je sús de la casa, encarnado por quien
CAFÉ MADRIDse pueda, materialice los tacos y la cerveza, o de perdida unas tlayudas y el pan dulce para engañar al ham bre. Eso sí, los médicos que miraran a través de las rajaduras de la mesa — siempre hay que proponer algo muy contemporáneo— podrían opinar: si siguen así van a acabar con las ar terias tapadas, mejor una ensalada de jícama y pepino, que tienen mu chísima fibra.
El caso es que, en mis versiones actuales de estas películas, a las pre ocupaciones de los personajes por la muerte, Dios, el placer y el pecado se añadiría la muy contemporánea ob sesión de contar kilos y años de vida como ganancias y pérdidas de nues tra robotizada máquina corporal, la fantasía de control de los pequeños dioses que somos. Y al gozo de comer en grupo se añade cierta vigilancia. O será que tanta serie y película con gen te esbelta afecta y más en las semanas que se avecinan, ustedes dirán. _
Tintín: el reportero y viajero impertinente
Porque quería ser reporte ro y porque tenía (tengo) cara de perro pateado, mis amigos de la adoles cencia me decían Tintín. Como en el bolsillo trasero del pan talón siempre llevaba (llevo) una pe queña libreta de notas, muchos me miraban con recelo. Como era (soy) un impulsivo dicharachero, muchos a mi alrededor censuraban mi ofuscada malicia. LasaventurasdeTintínera de lo poco que había leído hasta enton ces. Y entonces, por cierto, ese tipo de publicaciones se llamaban historietas y no “novelas gráficas”, como ahora. Acompañar en cada fascículo a ese re portero trotamundos e impertinente era, además, mi única forma de viajar. A mí no me molestaba ser el Tin tín del grupo. Es más: me sentía im portante y singular. Al llegar a la Fa cultad, sin embargo, descubrí que a varios miembros del ejército de ilusos que empezábamos la carrera de periodismo también les decían, o les habían apodado, Tintín. Así que, en realidad, yo era tan solo uno más de los que entraba en esa categoría llamada cliché. Quién sabe si ahora, como en “mis tiempos”, habrá algún muchachillo que aspire a ser perio dista por influencia de Tintín. Bue no: quién sabe si alguno de ellos sepa hoy quién es este personaje.
Pienso en todo esto mientras veo, en el cruce de Gran Vía y Alcalá, una réplica enorme del cohete con el que Tintín viajó a la Luna. Luego cruzo la calle, entró al Círculo de Bellas Ar tes y, en el primer descansillo de su imponente escalinata central (que remite a la del castillo de Moulin sart), me espera Tintín con su infal table gabardina beige y su vitalidad
renovada, dispuesto a guiarme por el cerebro y las tripas de su creador y, de paso, recordarme sus princi pales aventuras. Su perro, Milú, ya está adentro. También el capitán Haddock, el profesor Tornasol, los detectives Hernández y Fernández y, no podía faltar, la cantante Bianca Castafiore. Casi todos están a punto de cumplir 90 años, pero su aspecto sigue siendo el de siempre.
La convulsión interna y la claridad externa que asoma tantas veces en la biografía de Georges Remi, más co nocido como Hergé, se percibe con
extraordinaria fuerza en una de las salas de la muestra Hergé: The Ex hibition, que estará aquí hasta el próximo mes de febrero. En ella se pueden admirar doce planchas con bocetos de feroz turbulencia, retra tos de personajes como el volcánico capitán Haddock o el profesor Torna sol en uno de sus escasos (pero muy temibles) ataques de ira. Son dibujos en los que los trazos se superponen con energía. Una pared muestra una cita de Hergé al respecto: “Y esbozo, y tacho, y borro, y vuelvo a empezar hasta que estoy satisfecho. ¡Y llego a agujerear el papel a base de reela borar un personaje!”.
No obstante, al lado de los bocetos se encuentra la versión definitiva de los cómics: la línea clara, la pulcri tud, la eterna aspiración de orden. En el repaso a Tintín en el país de los soviets, por ejemplo, destacan
A las puertas del Círculo de Bellas Artes, donde se exhibe la muestra Hergé. The Exhibition.
sus encuadres cinematográficos y “la belleza silenciosa del blanco y negro”, mientras que en Tintín en el Congo se comenta brevemente el “reflejo de su contexto y su tiem po”. Es que la fama de este persona je, todo hay que decirlo, no ha esta do libre de polémicas pues algunos de los primeros álbumes de la serie han recibido críticas por mostrar una ideología anticomunista, colo nialista y racista.
A través del recorrido por esta ex posición, uno puede vislumbrar el arte de un creador capaz de utilizar todos los medios a su alcance para realizar composiciones que transitan desde la ilustración hasta el cómic, pasando por la publicidad, la prensa o el diseño de moda y las artes plásti cas. Pero también hay otros tesoros, traídos de las colecciones del Museo Hergé, como dibujos originales, bo cetos, escenas de películas, modelos y otras obras de arte del artista.
El mayor ejemplo de su diver sificación profesional tuvo lugar a principios de los años sesenta, cuando Hergé valoró la posibili dad de abandonar el cómic e ini ciar una carrera como pintor abs tracto. La muestra profundiza en la pasión del dibujante por el arte contemporáneo en la etapa final de su vida, que los lectores atentos ya habían podido intuir en Tintín y los Pícaros, donde se ven cuadros abstractos en las paredes y una gran escultura inspirada en las obras de Marcel Arnould. Pero a mí me so bra toda esa complejidad y prefiero pensar que Tintín es, simplemente, la combinación de relatos emocio nantes, grafismo de “línea clara” y temas universales _
La fama de este personaje, todo hay que decirlo, no ha estado libre de polémicasEL FESTÍN DE BABETTE Fotograma de la película dirigida por Gabriel Axel. ANA