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La belleza del mal
Elcaosreina:laspelículas de Lars von Trier es la muestra en que Mubi promueve durante un mes seis joyas de un cineasta a la altura de la filosofía. Justo por eso no es exagerado compararlo con Nietzsche, pues tanto el cineasta danés como el filósofo alemán odian al cristianismo, pero lo hacen con una sabiduría que invita a trascender todos los lugares comunes.
Rompiendolasolas, de 1996, cuenta la historia de una enloquecida chica cristiana que parece inspirada en la canción “Suzanne”, de Leonard Cohen. Este hecho permite, además, subrayar lo espectacular de una banda sonora que, canción a canción, va tejiendo de modo audiovisual una historia que lanza sobre el espectador preguntas como esta: ¿desea la joven heroína de Rompiendolasolas a su marido por amor o por lujuria? ¿Está loca de atar o es realmente una iluminada? Más allá de cualquier caricatura contra el cristianismo, el cine de Von Trier resulta un hermoso retrato en que el espectador se encuentra, por ejemplo, con la paradoja de la traición: ¿es posible traicionar al amado por amor? El dios de Bess le ordena que, para salvar a su marido, ella se prostituya. ¿En esto estriba el ataque al cristianismo? En absoluto. Von Trier demuestra que conoce la Biblia tan bien como un fundamentalista. Por eso sabe hacerla girar y por eso no es extraño que tanto él como Nietzsche tengan una obra que se llama El Anticristo Para ambos la compasión es una locura y la sumisión que exige el dios cristiano es un dislate que debe ser combatido de modo frontal. Vale la pena atender a este hecho: Bess habla con Dios y el final indica claramente que no está loca, que “es buena”, según un médico, y solo eso. Más que una santa decimonónica, Bess (interpretada de modo extraordinario por Emily Watson) es como una profeta veterotestamentaria que, por tanto, prefigura a Cristo. Por eso, cuando Dios le pide que se prostituya, resulta tan sorprendente. Pero ¿acaso no suceden cosas similares en la Biblia? Dios le pide a Oseas que se case con una prostituta, ¿no es cierto?, y es Rahab, una prostituta, quien reconoce en Jericó que el de Josué es el único Dios. En verdad les digo, afirma Jesús: los publicanos y las prostitutas entrarán antes que ustedes en el reino de Dios. ¿Todo ello significa en realidad que el dios cristiano pudiese pedir a una de sus creaturas atentar contra su cuerpo hasta la violación y el asesinato que sufre Bess? Creo que no. Los pasajes bíblicos buscan mostrar que Dios puede perdonar cualquier cosa en sus creaturas mientras que las películas de Lars von Trier, llenas de una belleza que recuerda un retablo de Matthias Grünewald, quieren señalar a Dios como un sádico que, como dice Nietzsche, ha clavado en la cruz, para siempre, la compasión.
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En efecto, Lars von Trier es el profeta de la confusión y la locura, el profeta del caos, como anuncian los curadores de Mubi. Dividida entre un delirante amor carnal y un extravagante deseo de pureza, Bess resulta paradigmática de toda la obra de Lars von Trier, un cineasta que está convencido de que Dios existe pero que ama el mal. Y es justo esto lo que vuelve tan inquietante la última escena, cuando suenan las campanas de una iglesia que no tiene campanas. ¿Qué nos está diciendo el autor danés? A cada uno le toca interpretar, es cierto, pero creo que este que es uno de los artistas más geniales de todos los tiempos nos enfrenta en esta película a la paradoja del mal: ¿acaso un dios malvado permitiría la belleza? _