Suplemento cultural de MILENIO
LABERINTO HOMBRE DE CELULOIDE
EL ATLAS DE PANDORA
FERNANDO ZAMORA
IRENE VALLEJO
Xavier Dolan: anunciar la muerte
Dónde está el futuro Foto: Sons of Manual
Ilustración: Román
SÁBADO 9 DE JULIO DE 2022 AÑO 19 - NÚMERO 995
Frida Escobedo: visión integral de la arquitectura José Luis Martínez S./ FOTOGRAFÍA: © MARC GOODWIN
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ANTESALA
9 DE JULIO 2022
LA GUARIDA DEL VIENTO
El fuego líquido
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ALONSO CUETO
n una sociedad en la que todo se compra y se vende, el último bastión era el de la intimidad. La vida privada se difunde, se oferta, se vende. El morbo es el gran verdugo de la intimidad, alimentado por la industria del escándalo. Nuestra cultura guarda una pulsión destructiva que busca la muerte de los demás a través de la exhibición de sus vergüenzas. Nos interesa conocer la vida privada, sobre todo de los famosos y ricos. Es un modo de “vengarnos” de ellos. El escándalo es una rutina, una costumbre, una necesidad de los adictos. Pasa de un caso a otro. Infidelidades, traiciones, confesiones. Enterarnos de la vida íntima de los otros es un modo de establecer una superioridad sobre ellos. Algunos periodistas son nuestros sicarios. Su misión, como la de los antiguos cazadores reales, es traernos la cabeza de los enemigos. Es un trofeo que hoy toma la forma de una fotografía sospechosa y un titular fulminante. Hoy se ofertan y venden bodas, divorcios y partos. En el año 2008 la actriz Jessica Alba vendió a una revista norteamericana la foto exclusiva de su hijo recién nacido. Recibió un millón y medio de dólares. Pero se quedó corta. Ese mismo año Jennifer Lopez vendió las fotos de sus futuros bebes por seis millones. Los niños no habían nacido y sus imágenes ya habían sido subastadas después de una oferta entre diversas revistas. También hay escándalos involuntarios. La separación de Piqué y Shakira, el juicio de hace unas semanas entre Johnny Depp y Amber Heard. De todos, parece ser que el escándalo del sexo es el más solicitado pues es la expresión del lado oculto. En la industria editorial, el escándalo es un bien codiciado por muchos escritores que no vacilan en escribir libros donde confiesan, por ejemplo, que fueron violados por algún cura de aspecto sereno que les insinuó pasar una noche en la capilla. Algunas veces eso asegura un titular. Aunque tiene muchos antecedentes, quien introdujo esta moda en los años recientes fue el noruego Karl Ove Knausgard, con gran éxito mercantil. Sus novelas serán felizmente olvidadas. La palabra “escándalo” viene del griego, y originalmente nombraba una trampa para cazar animales. Luego se convirtió en sinónimo de aquellas fuerzas que nos alejan de Dios. En el Viejo Testamento estaba ligada al desenfreno. En la nueva prensa, cada escándalo sin embargo tiene una vida corta. Solo debe esperar a ser sustituido por otro, para ser relegado. Un fuego líquido que contiene su disolución. No siempre fue así. Aún en los años sesenta, los periodistas se inhibían ante algunas informaciones privadas. Las infidelidades del presidente Kennedy y la relación entre el presidente Roosevelt y su secretaria, por ejemplo (por no hablar de la relación de Eleanor con otra mujer de aspecto obeso que fumaba puros), no se difundían. Solo se supo de esos escándalos luego. Pero esos tiempos de la vida privada no volverán. Cada escándalo solo alimentará nuestra sed por uno nuevo. Una hoguera tras otra. Y así vivimos, tan felices.
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Solo el fin del mundo. Dirección: Xavier Dolan. Canadá, Francia, 2016.
HOMBRE DE CELULOIDE
Vivir la muerte
C
FERNANDO ZAMORA @fernandovzamora FOTOGRAFÍA SONS OF MANUAL
omo suele suceder con Xavier Dolan, Solo el fin del mundo (disponible en Mubi) está construida con primeros planos. No se trata de una elección cualquiera. Dolan narra visualmente como quien escribe en primera persona. Este hecho permite intuir que el autor toca temas que le incumben realmente, que es un artista que ha llegado a la fama porque dice cosas que necesita decir. Duelan o no. Casi todo el cine que ha hecho famoso a Xavier Dolan está disponible en streaming. Matthias y Maxime, de 2019, también. Y eso que se estrenó efímeramente en territorio nacional, pero, como sucede con la cartelera presencial, con pocas copias y en horarios inaccesibles. Por eso, si hubiese todavía alguien que desconoce el sabor agridulce que dejan las películas de Dolan, recomiendo ver Solo el fin del mundo. Y es que, además de la primera persona de la que hablaba, esta obra contiene todos los temas que incumben a su autor. Louis vuelve a casa para anunciar a los suyos que está por morir. Contar a su familia que está muy enfermo ofrece a Louis la ilusión de ser su propio amo, de que hay en la vida un modo tan sustancial de adueñarse de ella que es posible, incluso, atreverse a vivir la muerte. En torno al clásico “un héroe regresa a casa”, el
director nos introduce en esa familia disfuncional que su cine retrata tan bien. La madre y el padre lanzan extensos discursos en los que se adivina el odio soterrado que sienten por aquellos que, paradójicamente, más aman. Es la clase de amor y odio que siente el protagonista de Mommy por su madre; es una violencia que no está exenta de luminosos estallidos de amor. En ello estriba la fascinante ambigüedad de Dolan. Sus personajes están, como la mayoría de los humanos, sometidos por una libertad tan tajante que el fenómeno erótico resulta, a un tiempo, liberador y esclavizante. Así sucede justamente en Matthias y Maxime, estos amigos que un día descubren que siempre se han deseado y justamente por ello comienzan a evadirse. A odiarse, tal vez. Así sucede con la más celebrada de sus películas, Tom en la granja, de 2013: Tom cae rendido de amor y deseo por Francis, un hombre sádico y peligroso. El amor de los personajes de Dolan
La película está basada en una obra teatral del canadiense Jean-Luc Lagarce
parece enraizado en la incapacidad que han tenido para relacionarse con la madre en la primera infancia. Hay un miedo al abandono que resulta patente. Y patético. Y sí, todas sus películas están bien actuadas y fotografiadas, pero hay, además, en todas ellas, una relación muy especial con lo sonoro. En Solo el fin del mundo dicha relación es tan evidente que pareciera que solo la música es clara: los diálogos resultan complejos y hasta carentes de sentido, pero la música no. Finalmente, uno descubre que estos discursos están construidos como en el gran teatro. Como en Chejov. Como en Tío Vania. No resulta extraño ahora que Solo el fin del mundo esté basada en una obra teatral de Jean-Luc Lagarce, autor canadiense que falleció en 1995, antes de cumplir 40 años. Dolan hace suya la historia de este hombre que sabe que va a morir y quiere anunciarlo. La hace suya cuando notamos que el director se entretiene en el modo en que la luz se descompone bajo la lluvia, a través del humo del cigarro y, sobre todo, en el erotismo de los ojos de todos estos extraordinarios actores que ponen en escena diálogos llenos de una violencia contenida que tarde o temprano va a explotar en un beso que puede ser de amor, pero también de despecho.
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POESÍA
Por qué has preferido... JEAN PORTANTE
Por qué has preferido dar este beso apátrida en la mejilla del tiempo y no en sus labios. Y esta caricia por qué ha de recorrer las callejas extrañas de la sombra. Se diría un rostro extinto surgido de un estanque. Húmeda es la huida y fría y tiembla. Este poema forma parte del libro La reinvención de la sombra, publicado por La Garúa Poesía.
EX LIBRIS
Buenos consejos/ EKO
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ANTESALA
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LOS PAISAJES INVISIBLES
Monstruos del México contemporáneo IVÁN RÍOS GASCÓN
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@IvanRiosGascon
ás de veinte millones de espectadores sintonizaron la serie Caníbal. Indignación total, relato de los feminicidios de un individuo de origen oaxaqueño, Andrés Mendoza Celis, que a lo largo de tres décadas operó con absoluta impunidad, al grado de que en su vivienda de Lomas de San Miguel, en Atizapán, Estado de México, llegaron a exhumarse 3787 restos óseos, y se presume que es probable que en lo más profundo del subsuelo se halle otra ingente suma de despojos. La serie, coproducida por la Suprema Corte de Justicia y Camila Producciones, se promocionó como un documental que hace visible, concientiza y reflexiona sobre el fenómeno criminal más ruin e inmundo que azota al país, pero resulta más un telereportaje que aborda el asunto con relativa superficialidad, y reitera los lugares comunes de la ineptitud policiaca y la apatía de los ministerios públicos y las fiscalías, de la institucionalidad deshilachada, del perfil social del psicópata, de sus relaciones sospechosas con personajes y grupos políticos, de las anomalías en los procesos judiciales, e inclusive, de las truculencias de la nota roja, lo que menoscaba la intención del contenido. El tal Mendoza Celis, apodado “El Caníbal” o “El monstruo de Atizapán”, debe su primer mote a la presunta afición por devorar a sus víctimas. Era un sujeto que, a pesar de fungir como presidente del Consejo de Participación Ciudadana de su municipio, tenía un bajo perfil, aunque sus vecinos lo consideraban un tipo atento y comedido pues, incluso, los hizo partícipes involuntarios de su antropofagia (regalaba, o vendía, carne en Atizapán y en su pueblo de origen), presuntamente estimulada por Hannibal Lecter, personaje de las novelas de Thomas Harris y de la película de 1991 de Jonathan Demme. Lo más inquietante, sin embargo, es que pese a compartir espacio con otros inquilinos en el mismo predio, haya podido cometer tantas salvajadas y pasar desapercibido. A esto, podríamos preguntarnos: ¿qué diferencia hay entre el perfil psicológico de Mendoza Celis con el de Ed Gein, el caníbal de Wisconsin, o el de Jeffrey Dammer, de Milwakee? ¿O con el de los otros monstruos del México contemporáneo, “El caníbal de la Guerrero”, un sujeto que se alimentaba de sus novias, o con el de la siniestra pareja de Ecatepec, vinculada a proceso en 2018, también por el asesinato de mujeres y presunta antropofagia? ¿Cabe encuadrar el caso de Mendoza Celis en el rubro que pretende visibilizar, aislándolo de la amplia, amplísima variedad de factores inherentes a la vulnerabilidad y los crímenes de género o es más propio de las patologías de la mente criminal? Cientos, miles de desapariciones y feminicidios se han registrado desde la década de los 1990, sin suscitar avances en la prevención de este delito, y tampoco en la atención, la investigación, el apoyo a las víctimas, el esclarecimiento y la aplicación irrestricta de la ley. Mucho menos se han explorado estrategias para inhibir o atrapar a los perpetradores y, con ello, poner punto final a la podredumbre de la violación, la tortura y el asesinato de mujeres en este México tan lejos del Estado de derecho y tan cerca del edén delincuencial. ¿Ya olvidamos los dramáticos episodios de Ciudad Juárez, acontecidos en la década de los 1990? Ahora, más que nunca, es perentorio releer el emblemático Huesos en el desierto (2002), de Sergio González Rodríguez, ese exhaustivo híbrido de crónica, ensayo y reportaje en el que plasma la narrativa de un fenómeno que involucra a la tolerancia del Estado con la delincuencia organizada, la mafia suprainstitucional, la corrupción, las deficiencias del sistema judicial, las carencias policiacas y militares, la nula protección de los derechos humanos, el malsano conformismo social y otro largo, larguísimo e infausto etcétera, que hace veinte años comenzó a engendrar estos tiempos de normalización de la violencia contra las mujeres. La resignación o la pasividad ante tamaña atrocidad, a todos nos convierte en monstruos.
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DE PORTADA
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Frida Escobedo conversa sobre su proyec en el MET, sus influencias y su concepció
“Todo el tiempo, la arqu está mirando hacia el fu
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JOSÉ LUIS MARTÍNEZ S. FOTOGRAFÍA © ANA HOP
l domingo 13 de marzo la noticia recorrió el mundo: The New York Times dio a conocer que la arquitecta mexicana Frida Escobedo había sido elegida para diseñar la nueva ala de arte moderno del Museo Metropolitano de Arte de Nueva York, en un proyecto de 500 millones de dólares. “Me gustan los desafíos”, le respondió Escobedo a la reportera Robin Pogrebin, del NYT. en una conversación telefónica. Le dijo también que, aunque era demasiado pronto para hablar del proyecto, este “se conectará con el resto del museo, se conectará con el parque, se conectará con la ciudad y representará la diversidad cultural de Nueva York”. En entrevista exclusiva con Laberinto, a través de Zoom, la arquitecta que en 2018 fue la segunda mujer, después de la anglo-iraní Zaha Hadid (1950-2016), en asumir el diseño del Serpentine Pavilion, en Londres, habla de lo que significa para ella el proyecto del MET, pero también de su manera de ver y asumir su oficio, de sus referencias, de la gente que la obliga a superarse y del trabajo de las arquitectas mexicanas, que cada vez conquistan mayores espacios y reconocimiento en el mundo. Para ti, lo has mencionado algunas veces, es fundamental rodearte de gente que te cuestione, que te rete. ¿Quiénes han sido esas personas que te han obligado a superarte? Ha habido muchas en el camino, desde amigos con los que después he tenido la oportunidad y la fortuna de trabajar, y de los que he aprendido mucho, por ejemplo José Rojas, hasta tutores extraoficiales, porque nunca trabajé para ninguna
oficina. En algún momento tuve la beca de Jóvenes Creadores y mi tutor fue Mauricio Rocha, que fue importante, lo mismo que algunos profesores en la maestría, como Erika Naginski y Krzysztof Wodiczko. Aquí en la oficina hay personas que se han vuelto colaboradores valiosos… Ha sido muy variado. Me gusta estar en contacto con gente que me ayuda a crecer. Siempre con nuevos retos por delante, ¿nunca has tenido la tentación de estar en una zona de confort? Sí se me antoja, la verdad, porque de pronto (el trabajo) se vuelve muy agotador. La arquitectura es una carrera que demanda mucha energía y mucho tiempo. Por otro lado, también me parece que es peligroso (entrar a una zona de confort), porque entonces uno deja de crecer, se empieza a repetir y ya no hay aprendizaje, ya no hay retos. Una de las cosas más bonitas de la arquitectura es que te permite aprender constantemente, porque trabajas con diferentes tipos de clientes, en diferentes tipos de proyectos, en diferentes programas. Siempre hay aprendizaje. ¿Cuáles son las referencias con las que te identificas y te sirven de impulso en tu carrera? Depende mucho del proyecto que estemos haciendo, porque tratamos de hacer un proceso de investigación anterior para saber cómo nos vamos a aproximar a él, pues no somos una oficina que se especialice en una tipología específica o en un tipo de edificio. No nos dedicamos exclusivamente a hacer proyectos residenciales o comerciales, sino que estamos cambiando y tomando diferentes escalas de proyectos y de programas. Eso hace que uno tenga que hacer un proceso de investigación previo para aproximarse al proyecto de manera correcta y tener un peso conceptual que ayude a desarrollar las ideas, que tiene que ver más con lo estético y con lo funcional. Entonces, dependiendo del proyecto, vamos investigando diferentes cosas.
Estás en un excelente momento en tu carrera a nivel internacional. ¿Alguna vez has sentido que ser joven y ser mujer ha sido un obstáculo para para tu desarrollo? Sí, porque la arquitectura requiere de muchos recursos materiales para poder ser realizada. Hay que tener esta parte donde el cliente tiene que confiar en uno —hace poco tuve una plática con una persona que me dijo una frase que me pareció muy interesante: “Nos tenemos que mover a la velocidad de la confianza que generamos”—. Hay veces que los proyectos arquitectónicos toman tiempo para generar confianza, porque este es un oficio. Entonces, (primero) hay que probar que uno puede hacer las cosas para hacer las que siguen. Eso es un aprendizaje de paciencia, porque uno tiene que ir paso a paso construyendo esa confianza. En 2018 te convertiste en la segunda mujer en diseñar el célebre Serpentine Pavilion, en los jardines de Kensington, en Londres. ¿Qué significó para ti ese proyecto? Ese proyecto es muy importante porque, además de la visibilidad que tiene, representa un reto porque debe tener una carga conceptual y simbólica muy importante. Es una oportunidad para los arquitectos para explorar cuáles son sus valores, cuáles son las cosas que interesan, qué se quiere decir con el tipo de arquitectura que uno está haciendo, con una pieza muy pequeña. Es un pabellón al final del día, pero hay tal cantidad de oportunidad creativa que se vuelve una forma de poder revisar qué es lo que a uno le importa. Por eso me parece fundamental.
Cada cosa que hagamos en un espacio privado repercute en la esfera pública
Otro de tus proyectos es La Tallera, en 2010, en Cuernavaca. ¿Qué significó para ti la remodelación de este espacio creado por Siqueiros? Es uno de los proyectos a los que más
cariño le tengo, porque fue mi primera oportunidad de trabajar en un proyecto cultural de ese tamaño, y también en una obra pública. Fue una oportunidad de aprendizaje muy importante para entender qué se necesitaba, cuáles eran las posibilidades de intervenir un espacio, pero también conectarlo con la ciudad. Entender que lo que hacemos en arquitectura no es de los muros hacia adentro, sino que cada cosa que estamos haciendo tendrá una repercusión hacia el exterior. Ese proyecto se volvió después una influencia importante para el resto de los proyectos de la oficina. ¿Qué ha significado la tradición para ti, para tu trabajo como arquitecta? Si bien uno va a la escuela y aprende ahí ciertas cosas, siento que (la arquitectura) es un oficio. Entonces hay que aprenderlo haciendo, y eso toma mucho tiempo, mucha paciencia y mucha energía. Pero también tiene que ver mucho con cómo uno empieza a conectar con las personas, a entender cuáles son sus necesidades, incluso con clientes con los que uno no puede tener una comunicación directa o que ni siquiera conoce —sobre todo cuando uno está haciendo, por ejemplo, obra pública o vivienda para alguien que no es un cliente específico—. En el caso, por ejemplo, de la vivienda colectiva, uno intuye ciertas situaciones que pueden suceder en el espacio y uno se imagina cómo pueden ser esas interacciones en el espacio, pero en realidad hay que desarrollar esa intuición, ir haciéndola mucho más fina, más aguda, para que pueda haber una arquitectura de calidad. Es estar mirando hacia el futuro todo el tiempo. Cuando uno está proyectando, en realidad lo que uno está dibujando va a suceder en un año o dos o tres, precisamente por la lentitud con la que suceden los procesos en la arquitectura. Es casi como estar visualizando cuáles serían esas interacciones en un futuro próximo. Eso me parece muy interesante del oficio.
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cto renovador ón del urbanismo
uitectura uturo” En este sentido, si vemos la arquitectura como un oficio y como la creación de espacios, ¿cómo debería ser el eje de la transformación urbana en ciudades como la de México? ¿Cómo podrían trabajar los arquitectos de la mano de otros profesionales para tener una mejor calidad de vida en nuestra ciudad? Es una pregunta muy compleja, porque hay muchos procesos que, aunque están relacionados con la arquitectura, no necesariamente son los mismos. Hay un tema de territorialización que tiene que ver más con política, que tiene que ver más con la economía. Y la arquitectura llega ya un poco tarde a ese proceso. Entonces, nosotros como arquitectos muchas veces estamos reaccionando más que planeando esa situación. Por eso debería de ser muy sano tener una relación más importante en etapas iniciales de cómo se está construyendo el espacio y el entorno en el que vivimos. Yo siempre pienso que las escuelas de arquitectura deberían tener esta visión de que la arquitectura no es nada más el diseño, la materialidad, las formas, las proporciones, sino también tiene que ver con esos procesos que muchas veces no son estéticos, pero que influyen de manera muy importante en la calidad de vida de las personas. Tal vez si empezáramos a pensar que la arquitectura también puede tener injerencia en esos procesos que son más políticos o económicos, podríamos tener una mejor calidad espacial. ¿Puedes hablarnos, por otra parte, del trabajo que realizas en tu taller y cómo lo tienes organizado? En este momento estamos con la oficina en México y empezando a establecer la oficina en Nueva York. En la oficina de México, va fluctuando conforme pasan los años o los meses, pero somos alrededor de 20 personas. Estamos estructurados en células; hay coordinadores de célula que llevan los procesos con líderes de proyecto, que son los que están a cargo de cada uno de los proyectos que es-
tamos haciendo en la oficina. La idea es que tengamos una conversación muy horizontal, que podamos mantener una oficina relativamente pequeña en la que sigamos platicando todas las ideas. Me parece muy importante oír la voz de todos mis colaboradores, ya sean practicantes, arquitectos junior o coordinadores. Y seguir experimentando y aprendiendo con un área de la oficina que se dedica a la comunicación y a la investigación, que es una parte muy importante porque nos ayuda a generar ideas desde otra perspectiva. No nada más es resolver el tema práctico, sino también entender qué es lo que podemos decir, qué cosas nos interesan, cuáles son las preguntas que nos generan los proyectos que van llegando a la oficina. ¿Podrías mencionar alguna de estas cosas que les interesa desarrollar? Un ejemplo: cuando estamos hablando de vivienda, pensamos en quiénes viven en ese espacio, pero también quiénes trabajan y cómo trabajan en él. Nos interesa mucho esta idea del trabajo doméstico, ya sea remunerado o no . Cómo empezar a generar mejores oportunidades para que esa carga, que es muy pesada y que forma parte muy importante de la economía, se empiece a redistribuir, a reconocer y a remunerar de otra manera. Eso empieza a tener también una repercusión en cómo empezamos a ver el espacio público. Como mencionaba con el ejemplo de La Tallera: cada cosa que hagamos en un espacio que parece que es privado tiene una repercusión en la esfera pública. Constantemente estamos pensando cómo visibilizar procesos que han sido relegados o invisibilizados por diferentes rutinas de la forma en cómo se manejan los diferentes procesos sociales. Son ese tipo de preguntas. Cuando estamos diseñando un espacio, ¿qué más nos puede decir? ¿Qué nos dice de las personas que habitan? ¿Cómo podemos generar mejores condiciones con eso? •
La diseñadora del nuevo pabellón de arte contemporáneo en el Museo Metropolitano de Nueva York.
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LITERATURA
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EL ATLAS DE PANDORA
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Durante muchos años, la arquitectura y la ingeniería fueron vistas como actividades exclusivas de hombres. En la actualidad vemos cada vez más mujeres participando en ellas. ¿Cómo ves esta incursión de la mujer con proyectos y reconocimiento en todo el mundo? Creo que es algo que está sucediendo en todas las prácticas profesionales. Ya tenemos más oportunidades de estar en posiciones no nada más de soporte, sino también de dirección. En los últimos años se han generado más oportunidades, pero todavía hay mucho que hacer: hay que trabajar mucho para encontrar paridad salarial, para encontrar las mismas oportunidades (que los hombres). El tema de la confianza tiene que ver más con la edad, no con el género, pero sí siento que es algo en lo que todavía se está avanzando lentamente. El trabajo de las arquitectas mexicanas es muy estimado en la actualidad. ¿Qué piensas de estas mujeres que, como tú, comparten el mismo oficio y que trabajan y logran espacios importantes dentro y fuera de México? ¿Hay algunas que admires? Hay muchas colegas mexicanas que admiro y respeto, y que además me han dado muchas oportunidades. Creo que las mujeres tenemos esa tendencia de colaborar, de buscar las formas de hacer las cosas juntas y de generar más oportunidades para todas las que vienen. En ese sentido, tengo mucha admiración y respeto por Tatiana Bilbao, Gabriela Carrillo, Fernanda Canales, Rozana Montiel, Saidee Springall, Sol Camacho… y la lista sigue y sigue. Hay muchísimas mujeres que están haciendo un trabajo muy interesante y muy importante. Con todo esto, ¿qué futuro le ves a la mujer en la arquitectura en el mundo? Siento que ha habido muchas más oportunidades y también ha habido más visibilización para los proyectos que estamos haciendo, pero también que hay muchas áreas en donde no tenemos la representación y el reconocimiento que necesitamos. Se está haciendo un trabajo muy importante, pero no necesariamente hay las mismas oportunidades de desarrollar proyectos que necesitan recursos más grandes o más tiempo. Pienso que, por ejemplo, en la academia hace falta más representación a niveles directivos. En Estados Unidos hay muchas decanas, pero en México no hay ese mismo balance. Lo mismo sucede en muchas áreas que tienen que ver con dirección. Creo que las cosas van por buen camino, pero hay mucho trabajo por hacer. Fuiste elegida para diseñar el nuevo pabellón de arte del Museo Metropolitano de Nueva York. ¿Cómo asumes y qué expectativas te genera este proyecto? Es una oportunidad, definitivamente. Es el proyecto que cualquier arquitecto quisiera hacer en algún momento de su carrera. Me siento muy afortunada de tener esa oportunidad. Además se vuelve una forma de trabajar con una institución que en este momento también está haciéndose preguntas importantes de cómo nos representamos culturalmente como sociedad, qué es lo que representa nuestra historia, nuestro pasado, cuáles son esos elementos culturales que nos representan y cómo podemos verlos de una manera que ya no sea nada más cronológica y geográfica, sino que más bien hable de cómo conectamos ciertos intereses, sentimientos, comportamientos, que se vuelven humanos y que se repiten en diferentes geografías y diferentes tiempos. Es una oportunidad muy interesante para mí, porque empiezo a aprender otras cosas en esos términos, a través del arte y en una institución que es una de las más importantes en su tipo. Además de que está en una ciudad que se vuelve muy icónica. Es un tema de conectar con la cultura humana, pero también conectar con una ciudad que es muy rica en diversidad y en expresiones. Nueva York es una ciudad de muchas ciudades, es tradicionalmente una ciudad de migrantes. Ahí hay muchas oportunidades para explorar quiénes somos y cómo nos representamos..
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Dónde está el futuro Contra las humanidades pesa el anatema de que son superfluas porque no producen ganancias
A
l principio fue la palabra, dicen, pero inmediatamente vio la luz el cliché. Los tópicos son tan antiguos como nuestros prejuicios y muchos continúan hoy en circulación. Desde tiempos remotos clasificamos a las personas conforme a los moldes del estereotipo: la mujer fatal, la esposa gruñona, el médico matasanos, el extranjero bárbaro, el cachas descerebrado, el científico distraído y torpe para la vida real. En la civilización griega, allí donde nació la filosofía aliada con la ciencia, ya proliferó la caricatura del investigador absorto y absurdo, vigente durante siglos, hasta desembocar en el inadaptado e hilarante grupo protagonista de la serie The Big Bang Theory. En una escena, la microbióloga Bernardette advierte a la neurobióloga Amy: “No creo que puedas convertir células de la piel en neuronas funcionales”. A lo que ella, pareja del extravagante físico Sheldon Cooper, contesta: “Si he convertido a esto en un novio funcional, todo es posible”. La parodia del sabio lunático es ancestral. De Arquímedes se contaban anécdotas burlonas sobre sus despistes: olvidaba encender el fuego para calentarse y comer porque prefería trazar figuras geométricas en las cenizas del hogar. La gente se reía a carcajadas de él y de sus inútiles abstracciones, pero cuando su Siracusa natal sufrió el asedio de los romanos —una pequeña ciudad frente a un poderoso imperio—, el embobado Arquímedes ideó unas máquinas que causaron terror entre la flota invasora. El historiador Diodoro Sículo narra que logró, en un temprano antecedente de nuestros paneles solares, proyectar la luz mediante espejos sobre los barcos enemigos, provocando incendios o cegando a la tripulación. Hoy también se sienten cercados quienes eligen por entusiasmo profesiones sin aparente aplicación práctica, carentes de rendimiento económico inmediato y —por tanto— de la
IRENE VALLEJO ILUSTRACIÓN ROMÁN
aprobación de los mercados. Las ideas sin promesa de lucro se consideran capricho de soñadores, un superfluo sumidero de tiempo y talento. Contra las humanidades pesa la presunción de inutilidad. ¿Para qué sirven? Tal vez para tener el valor de preguntarnos qué consideramos valioso y pensar nuestras metas. Desde esa perspectiva fue humanista Hipatia, que construyó una comunidad científica en un contexto de enfrentamientos sectarios. Lo fue el inventor de los rayos X, Wilhelm Conrad Röntgen, que renunció a patentar su hallazgo precisamente porque vislumbró su inmensa utilidad médica y prefirió dejarlo al alcance de todos. Durante el confinamiento solíamos aplaudir al atardecer el humanismo de tantos profesionales de la salud que —frente a quienes hicieron negocio de la escasez y la urgencia— trabajaron más allá de sus horarios y fuerzas. En nuestro mundo acelerado e incierto, es imposible adivinar si prosperarán las tesis de los pragmáticos o bien los ensimismados sueños de quienes dibujan figuras geométricas en las cenizas. La serie británica Years and Years explora la vida de una familia en un futuro tan próximo como tenebroso, agitado y convulso. Una de las protagonistas, Celeste, estudió contabilidad porque sus padres
le aseguraban que siempre tendría trabajo. Con la revolución tecnológica, cae en el desempleo: un robot ocupa ahora su puesto. Demasiado tarde, Celeste descubre que las decisiones guiadas por el cálculo no son siempre las más sabias. Arquímedes, el matemático pasmado, pensaba a todas horas en sus líneas curvas, sus cilindros y sus esferas. Plutarco escribió sobre él que “solo deseaba dedicarse a lo bello y lo excelente”. Sumido en un hechizo permanente, muchos se burlaban de sus antológicos despistes y sus inútiles abstracciones geométricas. Sin embargo, a la larga, las aplicaciones prácticas de su trabajo fueron incalculables. Sus logros resultaron esenciales para Copérnico o Kepler, y permitieron perfeccionar la orientación y el rumbo de las naves según los astros, abriendo posibilidades inimaginables para los viajes, la exploración y el comercio. Como dijo el filósofo Alain, cuando Arquímedes estudiaba las secciones cónicas no buscaba ni remotamente la ruta de los futuros navegantes. No la buscaba, y quizá por eso la encontró. © Derechos mundiales de prensa en todas las lenguas reservados a Ediciones EL PAÍS, S. L. © Irene Vallejo.
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Y, además, en nuestra edición digital: Gerardo Herrera Corral: Mitos de cada día • Fernando Figueroa: Muriel Ricard: la otra joya de los Laboriel • Avelina Lésper: La liberación masculina • Liliana Chávez: Tschüs Berlin • Andrea Serdio: Portadas de discos de jazz: un arte perdido • Ángel Soto: Entrevista con Andrés Newman • José Juan de Ávila: Entrevista con Carlos García Gual • Edith Negrín: Sábado en el Centro Histórico • Jorge Esquinca: La mirada de Penélope
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NARRATIVA, ENSAYO El tercer paraíso
Volver a dónde
A FUEGO LENTO Putzi. El confidente de Hitler
Tres amigos, un Maserati... México, 2021
Cristian Alarcón Alfaguara México, 2022 304 páginas
Antonio Muñoz Molina Seix Barral México, 2022 352 páginas
Thomas Snégaroff Seix Barral México, 2022 400 páginas
Ganadora del Premio Alfaguara 2022, esta novela se mueve entre Buenos Aires y una provincia chilena. Se alimenta de los recuerdos autobiográficos y de las historias ancestrales. Al homenaje a las mujeres pioneras en la lucha feminista hay que agregar la pasión por el cultivo de un jardín, símbolo del sosiego después de los maremotos políticos.
Siguiendo los pasos de Daniel Dafoe y su Diario del año de la peste, el escritor español arroja una mirada sobrecogedora sobre los meses del encierro tras el avance de la pandemia, y como antídoto recupera su infancia campesina hasta dar con una equilibrada y hermosa visión de la naturaleza y el encanto de la vida urbana.
En su primera novela, el historiador francés recrea una época y al mismo tiempo retrata a un personaje que es uno y muchos a la vez: Ernst Hanfstaengl, siempre envuelto en un aura de misterio, marchante de arte, músico en sus ratos libres, confidente de Hitler y, más tarde, informante privilegiado de Roosevelt.
El gran nivelador
El Iti y su banda Mierdas Punk
La antropología de los desastres en América Latina
Walter Scheidel Crítica México, 2022 624 páginas
Carles Feixa y Francisco Valle (Iti) Ned México, 2022 320 páginas
Virginia García-Acosta (coord.) Gedisa México, 2022 368 páginas
Una fascinante excursión por la historia de las guerras, las revoluciones (como la rusa y la francesa), las pandemias y el colapso de los Estados (como el Imperio romano o la civilización maya). Estas “fuerzas niveladoras” sirven de modelos para plantear algunas estrategias dirigidas a combatir, o al menos mitigar, la desigualdad.
Habrá quien crea que sí existen los punks fifís, pero acaso en otra parte, no en México. En esta ocasión, Feixa, que ha estudiado el fenómeno de las bandas (gangs), se acerca a una figura representativa del fenómeno punk en México. La banda a la que hace referencia el título no es de rock sino una callejera de Nezayork.
La investigación sobre desastres en América Latina ha cobrado auge apenas en décadas recientes. El pionero del enfoque antropológico de los desastres en la región fue el cubano Fernando Ortiz, en 1947, con un estudio sobre los huracanes. Este libro muestra los esfuerzos que se han dado para reducir los daños en los países de la zona.
El placer de leer www.librotea.com
De vuelta al año de 1994
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ROBERTO PLIEGO robertopliego61@gmail.com
i visitar la librería Rosario Castellanos, en una zona con tradición cultural en la Ciudad de México, asegura un pase directo a la depresión, leer las propuestas literarias del Fondo de Cultura Económica representa inevitablemente una experiencia abismal. Ahí está, para ilustrar, Tres amigos, un Maserati y los señores mayas del tiempo, de Patricio Ortiz. Uno asume la condición de penitente y al final del trabajoso camino se pregunta qué clase de lector podría disfrutar semejante producto. Ya la primera página señala nuestro destino: “Como todo mexicano que se respete, desde muy pequeño aprendí que los mayas fueron unos chingones”. Así que hay que respirar hondo y prepararse para un atracón de prosa insípida, buena ondés y, por supuesto, declaraciones políticas según los vientos que hoy soplan. De camino a Calakmul, tres amigos conocen a una suerte de chamán entrenado para viajar al pasado y al futuro. Después de oír frases al estilo “Viejo Xuno le va a llevar a sitio de lo señore maya del tiempo”, esos tres amigos eligen transportarse a 1994, el “momento exacto en el que se jodió México”, para evitar el asesinato de Luis Donaldo Colosio (y lo consiguen, por cierto, solo para que se convierta en un dictador que sobrevive a cuatro sexenios “modernizadores”). Lo demás es un muestrario de gracejadas e interpretaciones históricas supeditadas a los enconos largamente cultivados por los simpatizantes del nuevo gobierno. Siguiendo la preceptiva del cómic, Tres amigos, un Maserati y los señores mayas del tiempo apenas atina a ofrecer la caricatura de aquel convulso 1994. A quienes se dirige el autor en su Prefacio didáctico —“millennials y generaciones posteriores”—, y también quienes vienen de más atrás, hallarán solo el rostro deforme de las fuerzas oscuras solazándose con la ruina de un país, muchas de las cuales, ¡por dios!, siguen operando desde las sombras. La propaganda no tiene siempre un aspecto amenazador o empalagoso. Puede revestirse de chabacanería, tanta como sea necesaria para suministrar la creencia de que una verdadera obra de ficción es un juego inocente de ocurrencias y trivialidades escrita por amigos del pueblo que no quieren saber nada del talento extraordinario.
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LABERINTO
DIRECCIÓN: JOSÉ LUIS MARTÍNEZ S. EDICIÓN: ROBERTO PLIEGO EDICIÓN WEB: ÁNGEL SOTO ARTE Y DISEÑO: JOSÉ LUIS MEDINA G.
9 DE JULIO 2022
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HUSOS Y COSTUMBRES
Una diabla enamorada DAVID TOSCANA dtoscana@gmail.com
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Para Fernando
mi gabinete de curiosidades particular llegó el regalo de un querido amigo: El diablo enamorado de Jacques Cazotte, una novelita fáustica de 1772, en la que el diablo toma la forma de una mujer. Situada en Nápoles, su protagonista, el capitán don Álvaro de Maravillas, recibe en boca de un viejo oficial flamenco, Soberano, la oración para convocar al diablo que cumplirá todos sus deseos. El joven temerario lo hace, convencido de que es una superchería y así el mismísimo Belcebú se le aparece bajo la forma de una enorme cabeza de camello. Valiente, Maravillas le exige al demonio que si va a cumplir sus deseos debe adoptar un aspecto más amable y así éste toma la de un perrito. Correteando por la habitación, el animal transforma el lugar en un palacio suntuoso y dispone en su mesa toda clase de manjares. El demo-
JACQUES CAZOTTE
Escritor francés del siglo XVIII.
nio terminará encarnado en un joven lacayo que resulta ser una muchacha encantadora, enamorada de don Álvaro, con la que lleva una vida de lujos y placeres. Biondetta lucha a lo largo de la historia por convencer al capitán de su amor desinteresado y él está dispuesto a casarse con ella, pero cuando cae en sus brazos, el horrendo camello vuelve a revelarse y así Álvaro logra huir de Satanás. Al final, el cura de la parroquia le aconseja a don Álvaro que la mejor manera de no ser engañado por el demonio en lo que a amores toca es casarse con la mujer que su madre elija para él. Me encantó esta forma del mito fáustico con su diablo que termina convertido en mujer, un tanto juguetona a diferencia de la novela de Goethe, La piel de zapa de Balzac o El retrato de Dorian Gray, por ejemplo, o las óperas de Gounod o Stravinsky; o incluso, en el caso mexicano, El fistol del diablo, la obra inconclusa de Manuel Payno. Todas ellas tienen un halo
trágico, grande o pequeño, y el protagonista va sin escalas a la muerte y al infierno. Este Fausto se salva, quizá porque es español y folclórico, quizá porque la encantadora Biondetta no deja de ser un súcubo menor que a diferencia de la tentadora serpiente, es sentimental y romántica. Jacques Cazotte, cuya vida terminó tristemente en la guillotina en 1792, fue un autor importante del rico XVIII francés. Autor de fábulas y óperas, seguidor de las sectas de los martinistas y más tarde de los iluministas que se adhirieron a la Revolución francesa, en sus primeras obras revestía sus creencias esotéricas “de una atmósfera dulce y divertida”, como señala la traductora Andrea Bastiel en el estudio preliminar de la edición de Miraguano Ediciones que llegó a mis manos. Esta novela precursora del romanticismo francés es muestra de ello, con su demonio teatral y transformista.
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CAFÉ MADRID
La alegría de editar
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l trabajo de un editor consiste en disgustarse antes de que más gente se disguste. O que cuando algo le guste, le guste a todo el mundo. Un editor, por lo tanto, guía al autor por unas rutas y lo previene de otras. Alimenta sus ideas y hace que se cuestione sus propias ideas para sacar lo mejor de él. “La imagen del editor”, decía Tomás Eloy Martínez, “la retrató el escritor y filósofo Walter Benjamin: un lector que es a la vez autor, ‘alguien que describe y que prescribe’. Y a la vez siempre, según Benjamin, alguien de ‘extremo coraje’, capaz de repetirse a sí mismo cada mañana: voy a saber y voy a transformar”. Pero para Mario Muchnik un editor era, nada más pero nada menos, “un mediador constructivo entre el autor y el lector”. Me lo dijo él mismo, hace ya más de una década, cuando fui a verlo a su casa, en el onceavo piso de un edificio del madrileño Paseo de la Castellana. Tenía 80 años, lo acababan de operar de cataratas en los ojos, todavía tenía la vista nublada y, con ayuda de una lupa, apenas podía leer algún artículo de los suplementos literarios. “Mirá, nene, podemos estar aquí hasta la media noche, ¿eh? Has venido a verme en una época en la que tengo más amigos muertos que vivos. Y mil anécdotas. Pero esto es normal, según me dicen los mayores”, me dijo antes de soltar una sonora carcajada y de comenzar una conversación que, en efecto, duró varias horas. Lo recuerdo ahora que su viuda, Nicole Thibon, acaba de entregar al Instituto Cervantes la biblioteca y el archivo del editor, traductor, escritor y fotógrafo argentino fallecido el
VÍCTOR NÚÑEZ JAIME periodismovictor@yahoo.com.mx FOTOGRAFÍA EFE
pasado 27 de marzo. Estamos en el Salón de Actos de este enorme edificio, que antes fue un banco y ahora resguarda el legado de varios autores del mundo hispano. En el estrado están Pilar Reyes, Montero Glez, Juan Cruz y Juan Manuel Bonet. Todos, ante una enorme foto de Muchnik con su característica sonrisa de travieso, le rinden un homenaje póstumo al hombre que dio a conocer la obra de Elias Canetti en español. Casi todos los libros donados tienen una cariñosa dedicatoria para el que fue su
Lo recuerdo ahora que su viuda entregó al Instituto Cervantes la biblioteca del editor
dueño, y, entre las cartas manuscritas o mecanografiadas que hay en las cajas, se encuentran varias firmadas por gente como Julio Cortázar, Italo Calvino, José Donoso, José Emilio Pacheco, Adolfo Bioy Casares o Ernesto Sabato. El Cervantes planea que el próximo año todo este material sea de acceso público. Mientras tanto, Pilar Reyes, directora de Alfaguara, habla de la edición artesanal que practicaba Mario Muchnik. Montero Glez destaca la cultura y la generosidad de quien nunca dejó de animarlo a escribir. Juan Cruz habla de la destreza del argentino para relacionarse con los autores. Juan Manuel Bonet analiza los retratos de escritores hechos por el homenajeado, todos en blanco y negro, que también han sido entregados al Instituto. Y Nicole Thibon,
Mario Muchnik, el divulgador de la obra de Elias Canetti en español.
pintora y articulista de Le Monde, los escucha sentada en primera fila. Yo recuerdo a Muchnik relatándome su alegría al editar (“no sé si te han contado, pero hubo un tiempo en el que no había computadoras”) y cómo “le robaron” su editorial, Muchnik Editores, que creó junto a su padre, Jacobo, también editor, y Víctor Seix. Pero, sobre todo, me acuerdo del rosario de anécdotas con los autores de su catálogo que me contó. Les comparto una: “Coincidió que viniera Octavio Paz con la visita del papa Juan Pablo II. Paz tomó una habitación en el Hotel Colón, con un balcón para ver al papa. Yo le dije: ‘¿Y no me dejarás ocupar un lugarcito en tu balcón?’ Y me dijo: ‘Y, sí. Y Nicole también. Y dile a tu papá, por supuesto’. Entonces estuvimos con él todo el día. Él pidió que subieran sándwiches y cervezas y así vimos el paso del papamóvil. Era Octavio Paz, sí, pero era sobre todo un hombre simpático que hablaba sobre Batman. Le interesaba muchísimo. Sabía todo de Batman. Y de Superman. Conocía todos los cómics, pero le interesaba más Batman por el trasfondo social que tenía. Era un gran conversador, Octavio. Es que… ya te habrás dado cuenta vos, nene: España es un país muy ignorante. Comparado con México, esto es menos que la escuela primaria. Aquí no hablan inglés. Y para acceder a la gran cultura hay que saber inglés y francés. Y aquí está lleno de gente que no habla esas lenguas. Es como si fuera una cultura a la que le falta una pierna, algo por el estilo. Es terrible. Entonces, claro, cuando uno se encuentra con un Octavio Paz es maravilloso”.
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