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TECNOLOGÍA
sector público argentino y llevado al mercado por una empresa local, Bioceres- parecía tener vía libre tras la aprobación brasileña, no fue fácil ya que algunas uniones de exportadores y productores se quejaron por una posible pérdida de mercados.
Ante estas preocupaciones, Bioceres explicó que ha controlado las políticas de venta y las normas de trazabilidad y bioseguridad, con sus primeros 250 clientes produciendo HB4 en el campo.
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Por otro lado, el escenario internacional jugó a favor del trigo HB4 con aprobaciones de consumo/importación de Colombia, Estados Unidos, Nigeria, Australia y Nueva Zelanda.
Según el CEO de Bioceres, esperan obtener la aprobación comercial en Australia y Nueva Zelanda este año.
La soja HB4, también de Bioceres, obtuvo la aprobación comercial en China -el principal importador mundial de soja-, país que se sumó a Estados Unidos, Brasil, Paraguay y Canadá que ya habían aprobado este cultivo transgénico. Otro cultivo que sigue avanzando en la patria de Lionel Messi es una papa editada genéticamente por un equipo de investigadores del sector público del INTA y el CONICET. Posee un rasgo que evita el pardeamiento/oxidación y la pérdida de alimentos asociada al descarte de esta condición.
Esta papa transgénica ya se encuentra en su segundo ensayo a campo, tal como lo solicitó el INASE, e ingresará al registro varietal luego de completar tercer ensayo a campo.
La Dra. Cecilia Décima, una de las investigadoras líderes de este proyecto, menciona un dato notable que corresponde al tiempo de llegada al mercado: unos cinco años desde su inicio en el laboratorio gracias a CRISPR. Cinco años es menos de la mitad del tiempo que se tardaría con el mejoramiento convencional. A nivel privado, GDM desarrolló una variedad de soja editada tolerante a la sequía, que logró un hito histórico al recibir «luz verde» para su uso comercial en Argentina y Brasil en 2022.
La misma empresa desarrolló una soja editada baja en ciertos tipos de azúcares indigestos para el ser humano y los animales monogástricos. Esta soja también recibió «luz verde» en enero de 2023. A nivel de startups, destaca el escalamiento internacional logrado por la startup argentina Bioheuris, que se enfocó en el control de malezas desarrollando una plataforma tecnológica con edición génica CRISPR para el rasgo de tolerancia a herbicidas.
Trabajan en varios cultivos extensivos como soja, maíz, arroz, algodón, alfalfa, sorgo, maní y girasol.
En 2022, fue destacada por StartUs Insights entre las cinco mejores startups agro-tech del mundo, y, además, tras cerrar una ronda de inversión de Serie A por 4 millones de dólares, trasladaron sus laboratorios a Estados Unidos.
Brasil está en la vanguardia de los avances locales.
El gigante amazónico, segundo después de Estados Unidos en hectáreas de cultivos transgénicos, hizo historia en 2021 al liberar un poroto carioca transgénico resistente al virus del mosaico dorado (léase más sobre esta historia aquí), que puede destruir los campos y no tiene métodos de control convencionales.
Este desarrollo, codirigido por el científico Francisco Aragão de la institución estatal EMBRAPA, está enfocado en los pequeños agricultores brasileños y fue bien recibido por los consumidores. En el contexto de la escasez y la subida de precios del trigo y otros cereales debido a la guerra entre Rusia y Ucrania, EMBRAPA también empezó a realizar ensayos de campo para probar el rendimiento agronómico del trigo HB4. Según encuestas públicas, el consumidor brasileño -ya acostumbrado al sistema local de etiquetado de OGM- mostró un alto índice de aceptación (71%) del consumo de trigo HB4. Otro cultivo que registró avances positivos es la caña de azúcar transgénica desarrollada por una empresa brasileña, el Centro de Investigación de la Caña de Azúcar (CTC), con el rasgo de resistencia a la plaga del barrenador de la caña.
En 2022, se informó de que los agricultores brasileños casi duplicaron la superficie dedicada a esta caña de azúcar transgénica.
Cuando se trata de edición genética, Brasil no se queda atrás. La Comisión Técnica Nacional de Bioseguridad (CTNBio) desreguló dos cultivos de EMBRAPA: Cana Flex I y Cana Flex II, que son variedades editadas -libres de transgenes- que presentan mayor digestibilidad de la pared celular y mayor concentración de sacarosa en los tejidos vegetales, respectivamente. También se desreguló una soja editada genéticamente en la que se silenció un factor antinutricional, lo que facilita su digestión en humanos y animales.
EMBRAPA cuenta con un amplio portafolio de cultivos -como soja, maíz y trigo- que están siendo mejorados con CRISPR, destacando los rasgos de eliminación de compuestos antinutricionales, mejor calidad del aceite y tolerancia a la sequía.
Chile: De semillero mundial de transgénicos a la innovación con CRISPR.
Enclaustrado entre barreras geográficas que le permiten contar con condiciones fitosanitarias y climáticas ideales para la producción de semillas, Chile se ha consolidado entre los cinco principales exportadores mundiales de semillas, y el principal productor de semillas transgénicas del hemisferio sur. También se ha especializado como proveedor de servicios de investigación y desarrollo en cultivos transgénicos. Casi todos los cultivos transgénicos comerciales del mundo se estudiaron en algún momento en ensayos de campo en Chile.
El país vive en una eterna contradicción regulatoria, ya que permite hacer casi todo con transgénicos. Esto incluye la multiplicación de semillas para la exportación, los ensayos de campo, la investigación y el desarrollo, y la importación de granos y alimentos transgénicos. Sin embargo, aún mantiene «vacíos legales» que no permiten el uso comercial por parte de los agricultores locales, situación que continuará tras el pronunciamiento del Ministro de Agricultura de que el nuevo gobierno no avanzará con OGM’s.
Esto significa que, lamentablemente, desarrollos destacados como un maíz altamente tolerante a la sequía, o portainjertos de cítricos que crecen en suelos desérticos y salinos -desarrollados por universidades chilenasno llegarán al campo para ayudar a los agricultores a enfrentar los severos desafíos climáticos y de sequía.
La situación de los cultivos editados genéticamente es diferente y vive un momento fructífero facilitado tras ser el segundo país del mundo -después de Argentina- en establecer durante 2017 una normativa (un proceso rápido de consulta al SAG) que permite la liberación a campo de cultivos editados que no llevan el transgén en el producto final. Una de las iniciativas más destacadas es el Proyecto PASSA, llevado a cabo por la Universidad de Chile, la Universidad Arturo Prat y la institución estatal INIA, que está desarrollando portainjertos de kiwi y tomate que crecen en suelos salinos con poca agua.
El proyecto experimentó ciertos retrasos debido a la pandemia. Pero la Dra. Claudia Stange, directora del proyecto, dijo que están en la fase de cultivo in vitro y que la edición genética fue exitosa en ambos casos.
La Dra. Stange también está dirigiendo el desarrollo de una “manzana dorada”, rica en betacaroteno y que no se oxida al cortarla gracias a la edición con CRISPR; desarrollo ejecutado en la Universidad de Chile en colaboración con el Consorcio Biofrutales. Dijo que han seleccionado plantas transgénicas sin transgenes y ya las han injertado, y que se llevarán al campo este año.
Debido a la importancia de la industria frutícola de exportación de Chile, y a la búsqueda de nuevas variedades y genética nacional para enfrentar los desafíos climáticos y de postcosecha, otros proyectos en esta área incluyen la reciente patente «Todo Uva» otorgada al INIA y al Consorcio Biofrutales.
El proyecto generará líneas editadas genéticamente de uva de mesa, y posiblemente de otras especies frutales relacionadas. La conocida Viña Concha y Toro también está trabajando con el
INIA en una plataforma de expansión celular como primer paso para desarrollar clones editados genéticamente de variedades de uva seleccionadas. En el sur del país, la startup Neocrop Technologies desarrolló una plataforma de mejoramiento en tiempo récord, aplicando CRISPR y otras tecnologías de precisión, que busca reducir el registro/liberación de nuevas variedades de 10 a 12 años a sólo 4 o 5 años. Esta plataforma les hizo ganadores en una categoría de los Premios Nacionales de Innovación (Avonni) del Ministerio de Ciencia y Tecnología de Chile en 2022.
En asociación con una empresa semillera chilena (Campex Baer) y otra argentina (Buck Semillas), están desarrollando un trigo comercial con 10 veces más fibra, cultivo que avanzaría a ensayos de campo este año.
Consultado sobre las evaluaciones de cultivos editados, el director eje - cutivo de ChileBio, Dr. Miguel Ángel
Sánchez, dijo que «Chile es el país de Latinoamérica con mayor número de evaluaciones positivas para la liberación a campo de plantas editadas genéticamente.» Afirmó que, hasta noviembre de 2022, «Chile autorizó 17 productos editados, Argentina 14 productos editados y Brasil 5 productos editados».
El Dr. Sánchez agregó que, en el caso chileno, los productos aprobados incluyen canola, soja, camelina, maíz y tabaco, y los rasgos mejorados son diversos: mejor rendimiento, composición del aceite más saludable, calidad, hábito de crecimiento y resistencia a enfermedades.
Cuba: Rompiendo la narrativa de las multinacionales.
Uno de los mitos que aún se reciclan sobre los transgénicos es que esta tecnología está «monopolizada por grandes empresas» de «países capitalistas».
La experiencia cubana destruye elegantemente esta retórica (para mayor información revisar este reportaje). Aunque la isla lleva décadas bajo un régimen socialista represivo, Cuba ha visto en la biotecnología una importante herramienta de desarrollo para sus agricultores y su seguridad alimentaria. En los años ochenta, Fidel Castro empezó a gestionar un polo biotecnológico en la isla, liderado por el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología de La Habana (CIGB) en el caso de la investigación vegetal y animal.
Durante la década pasada, comenzó a escalar cosechas piloto cada vez más grandes de maíz Bt y soja RR del CIGB y en 2021 se creó la Comisión Nacional para el Uso de OGM’s. Todo ello se llevó a cabo para facilitar al pequeño agricultor cubano la adopción conjunta de la agroecología y los cultivos transgénicos, y también para reducir los enormes costes de las importaciones de alimentos.