2 minute read
MEDIO AMBIENTE
comprensión de cómo las comunidades humanas desarrollaron estrategias agrícolas sostenibles y resilientes a lo largo del tiempo. Esto es especialmente significativo en el contexto actual de inestabilidad climática y crecimiento de la población, que requiere una acción inmediata», dice Abel Ruiz-Giralt, primer autor del artículo, junto con Marco Madella, Stefano Biagetti y Carla Lancelotti, todos investigadores del Departamento de Humanidades de la UPF y miembros del Grupo de Investigación CaSEs.
Advertisement
Los autores señalan que las prácticas tradicionales para aumentar el rendimiento de los cultivos se basan en recursos renovables, a diferencia de las soluciones generalizadas y de corto plazo que suelen utilizar las instituciones supranacionales, que causan daños significativos tanto a la biodiversidad de los cultivos como a la conservación del suelo.
Estas prácticas tradicionales permiten aumentar la productividad y minimizar la pérdida de cultivos, sin sacrificar la sostenibilidad y la resiliencia a largo plazo. «Nuestro estudio ofrece una visión alternativa sobre las posibles formas de integrar el conocimiento tradicional en los programas científicos y políticos, con el objetivo de brindar soluciones para la seguridad alimentaria en las zonas áridas de ingresos bajos y medios», dicen los investigadores.
Crear nuevos modelos para explicar las prácticas agrícolas tradicionales
En su investigación, los autores construyen y prueban modelos que muestran la interacción de variables ecológicas y geográficas, que sirven para explicar las prácticas agrícolas tradicionales y la variabilidad de los sistemas existentes en este campo, así como mapear las posibles áreas de cultivo de mijo africano, mijo perla mijo y sorgo a nivel mundial.
«Descubrimos que la relación entre la precipitación anual total y la viabi- lidad y variabilidad de los sistemas agrícolas en las tierras secas de todo el mundo no es tan fuerte como se pensaba anteriormente. Otros factores, como la duración de los ciclos de crecimiento, la disponibilidad de nutrientes del suelo y agua la capacidad de retención parece ser mucho más determinante en la configuración de los agroecosistemas tradicionales», dicen.
Los investigadores han optado por utilizar un enfoque global comparativo, que permite simplificar datos etnográficos complejos, ya que han reducido la variabilidad intracultural a través de generalizaciones basadas en las prácticas más comunes. Por ello, han utilizado los datos etnográficos disponibles en la base de datos eHRAF World Cultures como principal fuente de información.
«Hemos encontrado que la relación entre la precipitación anual total y la viabilidad y variabilidad de los sistemas agrícolas en las tierras secas de todo el mundo no es tan fuerte como se pensaba anteriormente».
La base de datos eHRAF World Cultures contiene una gran cantidad de documentos que describen actividades derivadas del conocimiento ecológico tradicional (TEK) de todo el mundo, datos que provienen de estudios etnográficos realizados de manera desigual durante los últimos dos siglos.
«A pesar de la inevitable distorsión generada por el uso de datos recopilados bajo diferentes perspectivas teóricas y metodológicas durante más de 150 años de investigación etnográfica, la base de datos eHRAF continúa siendo una de las herramientas más efectivas para realizar investigaciones comparativas globales, debido a la riqueza de información que proporciona», dice Abel Ruiz-Giralt.
Los modelos presentados en el estudio, que incluyen varios predictores ambientales en su diseño, simplifican las relaciones e interacciones entre los seres humanos y el medio ambiente, por lo que pueden ser útiles para comprender las dinámicas generales subyacentes involucradas en el estudio y desarrollo de los sistemas agrícolas tradicionales. «Creemos que nuestro documento es una contribución oportuna y valiosa a este debate, ya que proporciona nuevos datos sobre las prácticas de los pequeños agricultores en la intersección del conocimiento ecológico y académico tradicional».
Fuente: Mundo Agropecuario