Fuete y Verguilla Vol 17, #2; agosto 2023

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Fuete y Verguilla

Volumen 17, Número 2 agosto 2023

Programa de Colegio Sea Grant y el Centro Interdisciplinario de Estudios del Litoral (CIEL) de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Mayagüez

Memoria de los carruchos: Reflexiones del antropólogo Manuel Valdés Pizzini

Por Manuel Valdés Pizzini

Afinales de julio de 1976 trabajaba en el último pozo de una excavación arqueológica en el yacimiento de Punta Ostiones en Cabo Rojo. El proyecto dirigido por Gus Pantel intentaba seguir el plan de trabajo del arqueólogo Irving Rouse de documentar los restos de fauna en ese lugar. Ese último pozo tenía una cantidad enorme de restos de conchas de Aliger gigas o de carrunchos, como se les conoce en Cabo Rojo. Esas conchas eran de tamaño regular y estaban abiertas porque les sacaban la carne. Mientras extraía esos restos pensaba que esa cultura pre-taína consumía esas criaturas que atrapaban a pulmón en las praderas de hierbas marinas justo al frente en su asentamiento; hoy ese lugar es una playita muy apreciada por la gente de Puerto Real y de otros lugares.

La arqueología reconoce que esta cultura “de la concha” se caracterizaba por los restos de otras especies de moluscos marinos, pugilis y costatus. Pero yo creo que los restos que me tocaron extraer eran de carruchos o de gigas. Lo interesante fue que mientras sacábamos los restos, el tamaño de las conchas aumentaba. No sería responsable interpretar esa información basándome en un recuerdo, pero siempre pensé que esa cultura obtuvo mucha proteína animal de la diversidad de especies de Aliger (entonces la conocíamos como Strombus) y que allí, gigas era dominante. Creo que les dieron bastante duro a los carruchos porque el tamaño de las conchas extraídas se reducía según nos acercamos al tiempo presente. Ese pozo era un depósito de desperdicios porque en otras áreas encontramos utensilios hechos con restos de esas conchas y de otros moluscos.

Los Aliger aparecen en la mayoría de los yacimientos arqueológicos de la costa y de todas las sociedades aborígenes de nuestra historia. Al parecer se utilizaron como residuos de alimentos, herramientas o adornos. Al igual que nosotros, nuestros antepasados apreciaron la belleza, solidez y brillantez de sus conchas. Interesantemente, en el Caribe hay evidencia del uso de la concha de carrucho como instrumento musical o para avisar sobre eventos en aldeas y comunidades. En Puerto Rico y en Cuba, a ese instrumento se le conoce como fotuto. El libro Palabras de pescadores, de María Benedetti, incluye un testimonio de Don Adolfo Sanabria, pescador de Aguadilla sobre el uso del fotuto:

“Yo me despertaba a las dos o a las tres de la mañana, y solito porque cuando uno se acostumbra a madrugar, el cuerpo le dice a uno cuando tiene que levantarse. Entonces llamaba a los pescadores con una trompeta de caracol, de carrucho. El “fotuto” se llama. Lo mantenía debajo del catre y venía siendo el despertador de todo Borinquen. El sonido de ese caracol llegaba hasta bien abajo y entonces los otros pescadores del barrio me contestaban.”

Hay personas en nuestras comunidades que intentan recuperar nuestras tradiciones y han usado este instrumento en actividades colectivas de los pescadores, como la procesión de la Virgen del Carmen en Aguada en el 2013.

La comunidad científica ha cambiado el nombre al género al cual pertenecen los carruchos desde hace mucho tiempo. Se ha conocido como Strombus, Lobatus y ahora Aliger.

Soplando el fotuto en Aguada

Al principio de mi trabajo en la comunidad de Puerto Real no vi una pesquería dedicada a las capturas de carruchos que usara equipo de buceo (SCUBA). En ese momento la pesca era de pargos y meros en grandes embarcaciones, en los bancos de pesca del Canal de la Mona y otras islas de naciones caribeñas. La pesca era dominada por las empresas de los neveristas (dueños de las grandes pescaderías) como Tomas Rosas, Pablo Rosas y Elton Ortiz, dueños de embarcaciones y poseedores del capital para prepararlas para ir a pescar por varios días. El buceo era una forma de pesca esporádica. Sin embargo, a finales de mi estadía en 1984 ya contabilizaba algunas embarcaciones y tripulaciones que se dedicaban a la pesca de buceo en áreas como Las Coronas, Abril la Sierra y cerca del Faro y Los Morrillos; seguidos de la Marca Vieja, Macamba y algunos arrecifes de La Parguera. Los buzos tenían como objetivo capturar langostas, carruchos y pulpos. También buscaban la fisga de peces de buen tamaño que visitaban las áreas, como pargos, meros y otras especies.

En comparación con las embarcaciones para la pesca de profundidad, la operación de los buzos requería de una yola, tanques de buceo y el equipo usual (careta, chapaletas, reloj para medir profundidad y fisgas, entre otros). Esto requiere menor inversión, comparada con otras formas de pescar. Al comienzo no hacían falta refrigeradores porque la pesca se vendía inmediatamente a los acaparadores y neveristas y luego a los restaurantes. Un asistente de un importante neverista montó su propio negocio con una caseta o guariquitén en la zona de El Fanguito al lado de la Villa Pesquera construida por el gobierno en aquellos años. Allí, con su pequeña pick-up manejaba esa operación, traía tanques llenos de aire, se llevaba los vacíos y con varias neveras de plástico con hielo, compraba y se llevaba las capturas para venderlas. Pienso que ese fue el despertar de una pesquería basada en el buceo.

Andrés Maldonado pescador carruchero limpiando carrucho

Algunas notas importantes sobre el buceo y el carrucho

En 1971 observadores federales visitaron Puerto Rico e informaron que algunos pescadores nadaban en los arrecifes y capturaban langostas y otros mariscos con la mano. Que sepamos, el uso de SCUBA no era parte de las técnicas, se pescaba a pulmón. Si confiamos en las fuentes consultadas, en 1975 se habían reportado capturas de unas 186,000 libras de carrucho con un valor total de desembarco de $100,308 o unos 54 centavos por libra. En 1988 unos 319 pescadores declararon que pescaban con tanque y a pulmón. Es importante reconocer que, según las fuentes oficiales, los pescadores no cooperaban con el programa de estadísticas pesqueras.

Pesando carruchos

En 1995 se contabilizaron unas 215,488 libras de carruchos desembarcadas por todo Puerto Rico. El censo de pescadores en el 2002 indicaba que, de 1996 a esa fecha, el número de pescadores de buceo había aumentado del 36% de la fuerza de trabajo a 53%, para convertirse en la actividad pesquera dominante. La inmensa mayoría de los buzos eran (y son) hombres jóvenes que aprovecharon el alto valor de las langostas y los carruchos.

Los buzos y el Conocimiento Ecológico Tradicional

Por generaciones los pescadores que bucean a pulmón han desarrollado un conocimiento ecológico de cómo capturar las especies en sus chinchorros, trasmallos, nasas y cordeles. Desde sus embarcaciones han avistado sus corridas y percibido sus movimientos. Observaron sus movimientos en las aguas llanas y tomaron notas mentales desde sus yolas, botes y balandros. Se podían ver los carruchos en las aguas claras y llanas en el pasado. Así lo cuenta el pescador de La Parguera, Aníbal Rosado: “Antes, el carrucho se cogía con un garabato en agua de no más de diez pies y el carrucho del hondo sobrevivía.” Junior Lugo, pescador del Corozo, en Cabo Rojo, recordaba que de muchacho alcanzaban los “carrunchos” desde la embarcación con la mano. Es evidente que existe un conocimiento sobre su comportamiento y los lugares donde se encuentran.

Uña y perla de carrucho

Al desembuchar los peces, observaron sus vísceras para conocer sus patrones de alimentación y recorridos por praderas de hierbas marinas, manglares y arrecifes. Mientras la comunidad científica sale al mar según sus programas de muestreo y capacidades para sufragar esas visitas, los pescadores salen diariamente y así pueden observar más. El uso del equipo de buceo adelantó ese conocimiento ecológico tradicional al permitirle a los buzos/ pescadores observar el comportamiento marino de las especies en los hábitats donde son comunes. Conversar con los buzos sobre los temas de comportamiento social, reproductivo y alimentario de las especies es una experiencia extraordinaria.

Los datos… son los…

No tengo el conocimiento ni la capacidad para evaluar los datos de los reportes de las capturas de carruchos. Pero le di una mirada a los intervalos de los años 2010, 2015 y 2018, que son parte de lo que tenemos disponibles. Eliminé el año 2019, por ser atípico por estar caracterizado por los terremotos y la pandemia que alteró los procesos de pesca. Por eso me detuve en el 2018. Los datos sugieren que las capturas han ido en aumento, y que la pesca de carruchos ha prosperado, desde sus orígenes en la década de 1970. Sin duda, tenemos mucho que saber y aprender sobre los carruchos y sobre cuantas capturas pueden sostener.

Años Libras de carrucho

2010 123,564

2015 277,336

2018 384,516

Arquitectura local

Camino al faro de Cabo Rojo donde estaba el restaurante Con el agua al cuello, vivía un pescador conocido como Santos y su familia. En su predio había un muelle en el que muchos pescadores locales amarraban sus embarcaciones y desde ahí salían a pescar. Los alrededores de ese hermoso lugar estaban adornados con conchas de diversos tamaños y de varias especies de Aliger, sobre todo de gigas. Por toda la costa podíamos ver el uso de esas conchas como parte de la arquitectura local, embelleciendo balcones y patios de las casas en la costa. Tal vez era una manera de hacerle saber a la gente que “aquí se pesca”.

La sabrosura del carrucho

El carrucho se convirtió en uno de los favoritos de la gastronomía costera por su textura y sabrosura. La leyenda costera de que es un marisco afrodisíaco sigue viva y en las comedias de televisión reclaman el vaso de carrucho para potenciar la actividad amatoria.

Hay muchas maneras de prepararlo, pero una de las más comunes es con ensalada, cebollas, pimientos rojos y verdes, vinagre, hojas de laurel, sal y aceite de oliva. Es la forma más común de prepararlo y consumirlo en Puerto Rico y se ha convertido en una pieza central de la oferta de los restaurantes de pescados y mariscos. Cada cual tiene sus teorías sobre cómo hervir la carne y ablandarla. Abundan las recetas. Eso sí, una mañana temprano en la década de los noventa, en la casa de un buzo de Vieques, me ofrecieron para desayunar carrucho empanado y frito. Primero dije que no y luego accedí. Es, por mucho, el mejor carrucho que he comido en la vida. Mi memoria gustativa todavía lo saborea.

Mariscada y pavo relleno de carrucho y camarones

Una de las cosas incomprensibles para mí es que, durante la veda de carrucho, esta carne se puede importar de otros países para satisfacer las necesidades del mercado. Entiendo que se debe a que las entidades gubernamentales no pueden interferir con el libre comercio. En mi opinión, eso derrota todo propósito de conservar la especie; es decir, aquí no podemos capturarlas y consumirlas, pero de otros lugares sí y la vendemos en platos.

On the verge, libro de Richard S. Appeldoorn

El profesor Appeldoorn ha sido un prominente estudioso de los carruchos en Puerto Rico y el Caribe. El título merece explicarse, porqué de su significado en inglés, al español, no resulta tan ofensivo…sería Al filo de la navaja, porque la primera definición de on the verge en inglés es “en el borde” … en el filo de algo. Muy diferente al español, en el que la verga es (en la primera definición) el órgano sexual masculino. Por otro lado, se trata de un libro de limericks que es una forma de literatura, de versos desarrollados en Inglaterra en la edad media y popularizados en el siglo dieciocho, caracterizados por el humor y cierto juego de palabras que exponen a unas rimas pícaras, sabrosonas.

El libro de Appeldoorn (muy difícil de traducir al español) trata sobre el proceso de crecimiento, alimentación, movimientos, comportamientos, apareamiento y reproducción de los carruchos, escritos poética y magníficamente ilustrado. Al fin, es una joya de libro.

Para finalizar, una ensaladita de carrucho, con pique

Sí, es necesario saborear una ensalada de carrucho, como aperitivo o plato principal. Es deseable que sea una especie saludable, que no la pesquemos más allá de las cantidades que permitan su reproducción y que podamos ver a esas poblaciones en un buen estado, capaz de sostener a esa pesquería. Para mí, eso es de vital importancia. Pero es importante también que la gente que se gana la vida con esa pesca siga prosperando y manteniendo a sus familias, mientras contribuyen al bienestar de sus comunidades costeras y del país, a través de la gastronomía. Yo creo y apuesto a la conservación. Lo que no estoy dispuesto a aceptar es que organizaciones no gubernamentales internacionales atenten contra un modo de vida desde sus cómodas oficinas, en ocasiones sin la información científica adecuada y sin la aportación del Conocimiento Ecológico Local y la experiencia de las familias pescadoras. Trabajemos para conservar las especies y la gente que las trabaja. Eso es… mucho pique y cebolla, para darle sabor a esto, sin perder el umami (ese sabor especial y delicioso) del carruncho

Ensalada de carrucho preparada por María Isabel Mercado Ortiz
Andrés Maldonado, pescador carruchero

La misión de Sea Grant consiste en promover la conservación y el uso sustentable de los recursos y los ecosistemas marinos y costeros. Para alcanzar su misión, el programa cuenta con proyectos de investigación, de educación y de extensión marina.

El Centro Interdisciplinario de Estudios del Litoral (CIEL) es un centro de investigación adscrito al Departamento de Ciencias Sociales, de la Facultad de Artes y Ciencias del Recinto Universitario de Mayagüez. A partir del estudio interdisciplinario y de la investigación aplicada, CIEL investiga, educa y disemina información acerca de procesos sociales costeros con énfasis en la relación entre el ser humano, la sociedad y el medioambiente.

https://cieluprm.weebly.com

Créditos

Dirección

Ruperto Chaparro Serrano

René F. Esteves Amador

Coordinación

Jannette Ramos García

Redacción

Manuel Valdés Pizzini

Edición

Francisco F. Canales Dalmau

Jannette Ramos García

Revisión

Ruperto Chaparro Serrano

René F. Esteves Armador

Diagramación y diseño gráfico

Cynthia L. Gotay Colón

Fotografías

Jannette Ramos García

María Isabel Mercado

Andrés Maldonado

En portada y contraportada

Daniel Irizarry Santiago

Bartolomé Barber Bracero

Impresión

Imprenta del Programa

Sea Grant Puerto Rico

Contacto

Teléfono: (787) 832-8045

Fax: (787) 265-2880

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comepezleon@gmail.com ISSN 2157-8842

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