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Introducción

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Mangle blanco

Mangle blanco

En el Programa Sea Grant de la Universidad de Puerto Rico reconocemos la necesidad de tener una herramienta educati va que ayude a los maestros y a los estudiantes en el proceso de enseñanza - aprendizaje sobre los recursos marinos y costeros de Puerto Rico. Por esta razón, nos hemos dado a la tarea de producir una Guía educati va sobre los manglares la cual incluye un CD, este manual para estudiantes, un libro de cuentos y un libro de acti vidades. Esperamos que esta herramienta sea de gran uti lidad en la enseñanza sobre nuestros recursos marinos y costeros, y a su vez, genere entre nuestros jóvenes aprecio por este ecosistema y los moti ve a promover su conservación y defensa.

Un ecosistema es una comunidad de organismos que interaccionan entre sí y con su ambiente, incluyendo los elementos no vivos. Cada uno de los componentes de este ecosistema infl uye sobre las propiedades del otro y todos son necesarios para la conservación de la vida. En Puerto Rico, cuya extensión territorial llega a un área total de 3,587 millas cuadradas (incluyendo sus más de cien islas e islotes), se pueden encontrar siete ecosistemas principales: el bosque tropical pluvial, el bosque seco, las playas de arena, las costas rocosas, los arrecifes de coral, las praderas de hierbas marinas, los manglares y las lagunas.

De los siete ecosistemas antes mencionados, cinco son costeros marinos y los podemos encontrar y apreciar a través de las 700 millas de su litoral costero. Con el Océano Atlánti co al norte y el Mar Caribe al sur, la diferencia en la distribución de estos ecosistemas es notable. Esto se puede observar en la presencia variable del manglar a través de las costas de Puerto Rico. Este dinamismo que presentan los ecosistemas costeros resulta en una interesante y enriquecedora aventura educati va.

Por décadas, en Puerto Rico se ha tenido la percepción de que los manglares, bosques de árboles adaptados a vivir en zonas costeras, son lugares de poca importancia ecológica y económica por su aspecto y malos olores. Esta percepción no podría estar más lejos de la realidad, ya que los manglares son sumamente necesarios para el funcionamiento saludable tanto de ecosistemas terrestres como de ecosistemas marinos. Sin el manglar, el ecosistema de hierbas marinas y el arrecife de coral no existi rían tal como los conocemos. La diversidad de organismos y la salud de estos dos ecosistemas dependen directamente de la salud del manglar. Además, este bosque de mangle protege nuestras costas de la erosión, de los fuertes vientos y de las marejadas producidas por huracanes y sirve de hábitat para muchas especies durante sus etapas juveniles. Por otro lado, el que haya llegado hasta un manglar, ya sea caminando, kayakeando o visitando las bahías bioluminiscentes, sabrá que es una experiencia sin igual. Por esto y muchas otras razones, entendemos que es necesario que nuestros niños y niñas se familiaricen y aprendan sobre este ecosistema marino tan valioso.

Cuando comprendemos lo importante que son estos recursos, nos esforzamos en uti lizarlos sabiamente. Los puertorriqueños necesitamos tener un senti do de pertenencia hacia nuestros ecosistemas marinos. Para que esto se materialice, es necesario conocer los ecosistemas más comunes que tenemos en nuestro archipiélago, como lo es el manglar. Precisamente este desconocimiento de la población sobre el funcionamiento y la importancia de nuestros ecosistemas, es lo que provoca un desarrollo desmedido y sin planifi cación en estas áreas. Al insertar conceptos sobre nuestros ecosistemas costeros en la enseñanza, vamos creando conciencia de los benefi cios de cuidarlos, conservarlos y protegerlos para el disfrute de futuras generaciones. Además, redescubrimos nuestra verdadera identi dad geográfi ca: personas isleñas y caribeñas.

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