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Áreas marinas protegidas: Un reto para la ciencia y el manejo

Áreas marinas protegidas:

Un reto para la ciencia y el manejo

Arrecife El Mario, Reserva Natural de La Parguera, Lajas, PR.

Por: Dr. Richard Appledoorn Traducido al español por: Wilmarie Cruz Franceschi, MA

Las áreas marinas protegidas (AMP) cumplen varios propósitos. Ayudan a distribuir espacio entre los usuarios que compiten por sus recursos, permiten la conservación de la biodiversidad y de las especies amenazadas y constituyen una herramienta esencial para el manejo de las pesquerías. Para este útilmo factor, las AMP poseen particular importancia ya que tienen el potencial de: exportar larvas y juveniles para poblar áreas externas, mantener la salud de las agregaciones de peces y de sus hábitats y proveer un seguro en contra de un fracaso en el manejo. Dada esta gran diversidad de objetivos, las regulaciones que gobiernan las AMP varían considerablemente de lugar a lugar y podrían proteger solo una especie en particular (como las tortugas marinas, por ejemplo) o los hábitats tales como los arrecifes de coral o los manglares, o limitar la pesca, ya sea parcialmente o en su totalidad.

Dentro del Caribe Estadounidense (Puerto Rico y las Islas Vírgenes Estadounidenses), las AMP existen desde la década de 1960, cuando se designó el Parque Nacional de St. John y el Monumento Nacional de Buck Island en las Islas Vírgenes Estadounidenses. La primera designación de esta clase en Puerto Rico ocurrió en 1979, cuando se designó Punta Petrona en el pueblo de Santa Isabel. Sin embargo, la ciencia de las AMP es mucho más reciente y solamente abarca los últimos 20 años. Gran parte de los trabajos de investigación realizados se enfoca en aspectos de diseño y de evaluación de las AMP y su desempeño. Estos trabajos se han llevado a cabo a través de una combinación de

monitoreo a largo plazo, estudios hechos en el campo y la elaboración de modelos. Estos estudios, junto con lo que hemos aprendido sobre los éxitos y los fracasos de las AMP a nivel mundial, nos dan una base científica sólida sobre el uso de las AMP como una herramienta de manejo. ¿Qué nos dice la ciencia?

El hábitat es la clave

El hábitat es la primera clave de conservación ya que el hábitat satisface las necesidades de alimento y albergue de las especies. Cada tipo de hábitat, ya sea el manglar, la pradera de hierbas marinas, los arrecifes de coral o las planicies algales, funge un rol importante para las comunidades asociadas de pequeños peces, invertebrados y plantas marinas. Estas comunidades también van a variar conforme al tamaño del segmento de hábitat y a su localización relativa a la profundidad y distancia de la orilla. Por ejemplo, al utilizar los mapas de tipos de fondos marinos provistos por NOAA, un estudio proyectó un total de 22 tipos de hábitats diferentes alrededor de Puerto Rico, los cuales cuentan además con 8 subclases de arrecifes y tres tanto para los manglares como para las hierbas marinas. La inclusión de tantos hábitats de diferentes tipos debería ser un objetivo importante dentro del diseño de cualquier AMP.

Trasladándonos a una escala más amplia, existen peces, invertebrados de mayor tamaño tales como las langostas y los carruchos, tortugas y mamíferos marinos que se mueven a lo largo de varios hábitats y dependen de estos ya sea diariamente para obtener alimento y refugio, por motivo de cambio de temporada (ya sea por el cambio de temperatura o por procesos reproductivos) o por cambio en sus requisitos biológicos asociados a diferentes etapas de sus vidas. Este grupo incluye el mayor número de especies bajo explotación y que usualmente son el objetivo de protección dentro de las AMP. Esto apoya el criterio de diseño que argumenta que todos los hábitats deben ser incluidos, a la vez que identifica propiedades emergentes y características de diseño como por ejemplo, maximizar la cercanía entre estos hábitats para fomentar la interconectividad entre ellos, incluyendo áreas que se extienden desde la orilla hasta el borde de la plataforma y más allá. De esta manera, se puede lograr que las AMP sean lo suficientemente grandes como para abarcar el movimiento de estas especies y colocar límites de AMP a lo largo de las interrupciones de los hábitats con el fin de que algunos organismos permanezcan en el área protegida.

La calidad del agua – el requisito de hábitat olvidado

La calidad del agua, incluyendo la composición química, la claridad y la temperatura, es uno de los factores más importantes que afectan la salud y la distribución de las especies. La calidad del agua puede ser degradada por: la sedimentación y la turbidez, el aumento en

Arrecife en la Reserva Marina de la Isla de Desecheo.

nutrientes (eutrofización), la contaminación y la descarga de patógenos de los alcantarillados y pozos sépticos. Estos son todos resultados de las actividades humanas y por ende, todos pueden ser controlados. Sin embargo, la fuente del daño a la calidad del agua puede ocurrir fuera de los límites de una AMP y usualmente, esto queda fuera del control de las agencias de manejo a cargo del AMP afectada. Al no proteger la calidad del agua, todas las demás prácticas de manejo en el AMP pueden resultar infructuosas. Se necesita cooperación e integración multiagencial para lograr un efecto sostenido en un AMP. Esto incluye todas aquellas agencias a cargo de: los recursos naturales, los alcantarillados, el manejo de la escorrentía agrícola, el desarrollo costero y las actividades portuarias.

Más es bueno, pero una red es mejor

Tan importante es la conectividad entre los hábitats dentro de un AMP como la conectividad a gran escala entre varias AMP. Las AMP que existan en aislamiento son vulnerables y pueden colapsar por causa de los huracanes, de los eventos contaminantes tales como los derrames de petróleo o por un fallo en el cumplimiento de parte de las agencias involucradas. Las AMP en conjunto sirven como un amortiguador contra esta vulnerabilidad. No obstante, al vincular estas AMP a una red ofrece aún más protección. Si las poblaciones saludables de un AMP pueden apoyar otra AMP, la red se puede hacer autosuficiente. Para lograr esto, se necesita un criterio de diseño adicional, uno que identifique la distancia mínima entre dos AMP adyacentes. Los estudios de campo y por modelos de la dispersión de las larvas de peces, sumados a estudios genéticos que utilizan la tecnología más reciente, sugieren que esta distancia mínima puede ser tan pequeña como 30 km (18.6 millas). Esto sugiere, por ejemplo, que la recuperación de las especies de la Reserva Natural de Isla de Mona, que está a una distancia de sobre 40 km (24.8 millas) de las áreas poco profundas más cercanas en la costa oeste de Puerto Rico, podría depender de su capacidad para lograr el auto-reclutamiento; es decir, el grado al cual los huevos y las larvas desovadas en Mona pueden ser retenidos cerca del área, dada la combinación de las corrientes marinas y el comportamiento de las larvas.

Cardumen de peces en la Reserva Marina de la Isla de Desecheo.

La naturaleza puede no ser suficiente

Una clave para lograr el éxito de un AMP es el mantenimiento de la resiliencia del ecosistema. En otras palabras, se debe procurar el mantenimiento de la integridad (componentes de especie) y la función (alimento, albergue y una dotación completa de las redes alimentarias), con tal de que el ecosistema tenga la capacidad y la flexibilidad de responder a los factores estresantes naturales o antropogénicos. Sin embargo, a veces restablecer las especies y los niveles de abundancia puede no ser suficiente si ha ocurrido un daño muy severo al ecosistema. Por ejemplo, cada vez se utiliza más la reducción en el ingreso de nutrientes, en conjunto con la restauración de las poblaciones de herbívoros que controlan el sobrecrecimiento de algas en los corales y con la protección absoluta de los peces herbívoros y los erizos de mar, con el fin de restaurar los

Arrecife El Mario, Reserva Natural de La Parguera, Lajas, PR.

arrecifes de corales, particularmente en las islas del Pacífico. No obstante, estos herbívoros pueden ser incapaces de remover grandes cantidades de algas carnosas o cianobacteria. En Hawaii, se demostró que la remoción manual de estos tipos de alga puede ser requerida antes de implantar la restauración de los herbívoros mencionados anteriormente, que entonces podrían controlar el crecimiento de las algas. De la misma forma, criar y plantar nuevas colonias de corales puede ser necesario para lograr impulsar la restauración del arrecife en los arrecifes de coral severamente degradados.

¿Cómo nos va?

El éxito de las AMP depende de varios factores que pueden ser biológicos, físicos o sociales. Un estudio reciente, que investigaba la conservación de peces, descubrió que el desempeño general puede ser evaluado con cinco factores que integran muchos de los procesos subyacentes. Estos son los criterios NEOLI (según sus siglas en inglés). A continuación, los criterios:

1. No-tomar (No-take, en inglés) - Se refiere a la protección total, le hace referencia al impacto severo que puede tener la sobrepesca, y reconoce que una protección poco abarcadora afecta la habilidad del AMP de cumplir sus metas de conservación. 2. Cumplimiento (Enforce, en inglés) - Reconoce que se necesita un grado de protección y cumplimiento funcional para asegurar el éxito de un AMP. 3. Tiempo (Old, en inglés) - Se refiere al plazo de más de diez años, ya que la restauración depende de esfuerzos de manejos sostenidos, al igual que los tiempos de vida de las especies clave,

Mero mantequilla (Cephalopholis fulva) en la Reserva Marina de Isla de Desecheo. Esta especie presenta diferentes patrones de color.

que en algunos casos podría ser de hasta 20 años o más. 4. Grande (Large, en inglés), más de 100 km2 - Reconoce el criterio clave para manejar múltiples hábitats y la interconectividad entre los mismos, aunque el tamaño actual puede depender de la abundancia y distribución de los varios hábitats y el ancho de la plataforma de la isla. 5. Aislado (Isolated, en inglés) – Reconoce el hecho de que los peces se desplazan y que deben existir límites en las brechas entre hábitats las cuales funcionen como barreras que protejan contra la dispersión.

En el estudio, se determinó que se deben cumplir cuatro de los cinco criterios antes mencionado para que existan efectos significativos en la conservación. Una evaluación realizada en 39 AMP de Puerto Rico y de las Islas Vírgenes Estadounidense mostró que solamente una, el Distrito de Conservación Marina del Banco de Mero Cabrilla, al sur de St. Thomas, cumplió con un número suficiente de estos requisitos, y de hecho, la población de mero cabrilla en el área ha aumentado de manera dramática desde que comenzó la protección del área.

Las AMP podrían ser una herramienta esencial a la disponibilidad de los manejadores que busquen restaurar la resiliencia al ecosistema. El adherirse a la evidencia científica puede hacer la diferencia entre el éxito y el fracaso. No obstante, el tiempo no nos favorece. Las crecientes amenazas que se esperan como consecuencia del cambio climático—que incluyen el aumento de la temperatura y la acidez del agua marina, al igual que el incremento del nivel del mar—constituyen factores estresantes significativos que van más allá del alcance de los manejadores. Solamente a través de la combinación de la reducción de las fuentes locales de estrés ambiental junto con una creciente resiliencia del ecosistema, podrá el manejo local combatir estos factores estresantes globales. Las AMP podrían ser el punto focal de este esfuerzo.

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