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Jóvenes de Vega Baja comparten su pasión por la restauración de corales

Grupo de jóvenes voluntarios de V.I.D.A.S.

Elena Sartorius

Comunicadora, Programa Sea Grant Universidad de Puerto Rico, Recinto de Mayagüez

Salvador, Fabián, Gabriela y Kevin, voluntarios de la organización comunitaria V.I.D.A.S1 (Vegabajeños Impulsando Desarrollo Ambiental Sustentable) nos contaron sus experiencias sembrando corales. Animan a otros jóvenes a unirse al esfuerzo de conservación y restauración de los arrecifes de Puerto Rico. Su objetivo: disminuir la erosión costera.

Salvador Laureano Rojas, de veintidós años, adora el mar. A los ocho años, recibió su primera cámara subacuática; fue un flechazo. “Descubrí que había otro mundo debajo del agua, animales que no conocía; compré un libro para saber qué eran”, recuerda el joven vegabajeño, quien actualmente cursa cuarto año de bachillerato en Ciencias Marinas. A los once años empezó a “sembrar” corales en un proyecto iniciado por su padre, Ricardo Laureano, fundador de V.I.D.A.S., al que sigue dedicándose con pasión con otros jóvenes de Vega Baja.

1 El grupo V.I.D.A.S. lleva a cabo un proyecto de restauración arrecifal en áreas donde, por presiones antropogénicas, como mala planificación y desparrame urbano, se han perdido grandes extensiones del coral cuerno de alce (Acropora palmata). Este coral está catalogado como especie amenazada, bajo la Ley de Especies en Peligro de Extinción.

PSGUPR: ¿Qué pasaría si desparecieran los corales?

SLR:La situación actual es preocupante porque los arrecifes de coral son un criadero natural: dan hábitat a muchas especies en estado juvenil para que puedan protegerse de los depredadores. Si dejamos que un arrecife de coral crezca y viva, en retorno tenemos comida.

Para mí, los corales son uno de los ecosistemas más importantes. Si desaparecieran, perderíamos una fuente de alimento, la infraestructura que limita la fuerza de las olas y habría más erosión. También, habría más pérdidas de casas y estaríamos prohibiendo a las futuras generaciones ver la fauna y flora que nos dan vida.

PSGUPR: ¿Cuáles son los mayores enemigos de los corales?

SLR: 1. La contaminación causada por el ser humano. 2. La sobrepesca. La consecuencia de la sobrepesca es una sobrepoblación de especies que depredan los corales, como los gusanos marinos. Yo cogí un fragmento de

Acropora palmata, le di la vuelta y tenía un montón de fireworms pegados, ahí es que me di cuenta. 3. Los huracanes y marejadas. 4. El calentamiento global. Los corales necesitan que la temperatura esté por debajo de 86 °F (30 °C); a partir

de 85.1 °F (29.5°C), les pone mal, ya estás levantando bandera. Las temperaturas muy altas matan a los corales. 5. El robo de corales. Hay gente que coge cantos de coral vivo para vender para los acuarios (es una práctica ilegal).

PSGUPR: ¿En qué consiste tu trabajo como voluntario?

SLR: Al principio, tuve que leer documentación. Luego, aprendí cómo sembrar los fragmentos. También hago limpieza de los corales: los cepillamos para quitarles las macroalgas que provocan mortandad en corales. Cuando hay contaminación del agua, lo primero que se desarrollan son macroalgas. Y cuando hay fragmentación de corales por marejadas, les entran macroalgas, por eso tenemos que limpiar los corales.

Fabián Martínez Rosa está en tercer año de Ingeniería y tiene veintiún años. Empezó a sembrar corales en el 2015. “Mi escuela superior requirió tiempo de servicio comunitario”, explica. “Yo era amigo de Salvador, y elegí sembrar corales porque me gusta la playa y nadar. Lo hice por un verano, me enamoré y quedé haciéndolo”. Fabián reconoce que le tiene un cariño especial a los corales, como se le puede tener a una mascota. “Los corales tienen vida, son animales”, recuerda.

PSGUPR: Cuéntanos un día típico en servicio comunitario.

FMR: Llegamos a la playa hacia las 6:30 o 7:00 a.m. Empezamos a preparar el equipo para poder meternos en el agua hacia las 8 a.m. Vamos al área de los corales, buscamos fragmentos (a esto le llamamos “cacería de fragmentación”), los traemos a un área especificada para que estén todos juntos. Para almacenar los fragmentos buscamos un sitio donde haya muchas colonias. Después vamos buscando lugares adecuados donde se siembran y que el coral pueda crecer allí sin problemas. Aquí en el Eco [la playa El Eco], el sustrato donde se siembran los corales es una plataforma de eoleanita, arena cementada en un proceso que duró millones de años. Para crecer, los corales necesitan estabilidad, sol (para la fotosíntesis de los zooxantelas que viven en su tejido), y nutrientes (que no los maten, para eso se necesita una buena calidad de agua).

Gabriela Dávila colectando fragmentos de coral.

PSGUPR: ¿Cuál ha sido el momento más emocionante?

FMR: Volver unos meses después y ver que el coral que yo sembré está bien y creciendo. Pensé: “¡Yo sembré eso, yo lo rescaté!”.

PSGUPR: ¿Qué quieres decir a otros jóvenes?

FMR: Simplemente que porque no lo podemos ver, no significa que no hay nada debajo del agua. En realidad, debajo del agua hay un ecosistema completo que hay que cuidar.

Gabriela Dávila Lozada, de dieciocho años, es estudiante de primer año en Ciencias Ambientales y empezó a sembrar corales en noviembre de 2018. “Yo me preocupaba por el ambiente, ayudaba como

voluntaria a otros estudiantes en proyectos en la costa, como limpieza de playas. Estos se hacían con la organización V.I.D.A.S.” Así es como Gabriela dio el paso hacía la siembra de corales. “Ya me interesaban los corales...”. “Veía videos relativos a corales, me paseaba por la playa, hacía snorkeling. Ahora me estoy preparando para la licencia de buceo”.

PSGUPR: ¿Cómo fue la primera vez que sembraste corales?

GDL: Tenía un poco de miedo de que tratando de hacer el bien me saliera algo mal. Con el primer coral, tardé una hora. Había mucho movimiento en el agua, por la marea y los jets skis, y tenía que subir y volver a bajar constantemente. Con el equipo de snorkel es un poco incómodo, pero con el equipo de buceo se puede estar debajo del agua más tiempo y hacer mucho más trabajo. El grupo V.I.D.A.S. me ha abierto un montón de puertas. Los corales siempre me llamaron la atención, pero es solamente cuando me uní al grupo de voluntarios que pude ver coral debajo del agua por primera vez, ¡y tan inmenso! Esa relación directa con el coral me llena.

PSGUPR: ¿Cómo es el proceso de siembra de corales?

GDL: Se utiliza una ramificación (un fragmento) de coral, de tres pulgadas mínimo. En una roca (peñón) con muchos orificios, se escoge uno donde quepa el coral. Se coge un cepillo de alambre, se limpia el huequecito, para que no haya arena o algas. Primero colocas los fragmentos de coral en los huecos, y luego hay que estabilizarlos: si el fragmento “baila”, es decir, no está estable, utilizamos otros fragmentos más pequeños como cuñas. Esto se llama el método de incrustación.

PSGUPR: ¿Qué dicen tus padres de tu labor como voluntaria?

GDL: Mi papá me apoya en lo que a mí me gusta, y él también está participando. Él utiliza el método de amarre. El proceso es similar, pero se utilizan unidades con tubos de PVC, a los que se amarran los fragmentos de coral. Con este método a mí me da miedo herir el coral al apretarlo muy fuerte.

PSGUPR: ¿Eres la única mujer en el grupo de voluntarios?

GDL: No, hay otras mujeres que siembran corales, como Marisa y Mariola (la esposa y la hija de Ricardo Laureano). También han venido a ayudar alumnas de la Escuela Brígida Álvarez.

PSGUPR: ¿Tienes algún mensaje para otros jóvenes?

GDL: Se debería fomentar mucho más la siembra de corales, porque son importantes para el ecosistema, ya que son una barrera natural. Haciendo búsquedas, supe lo que era el coral bleaching. Me sentí mal, por eso... Estas son las tres cosas que me parecen más dañinas para los corales:

1. Contaminación: hay que llevarse la basura de la playa, y usar bolsas reusables ecoamigables.

2. Bloqueadores solares: se debe utilizar bloqueadores que no contengan oxibenzona, ya que este producto provoca coral bleaching (blanqueamiento de corales), consecuencia del estrés del coral, que a la larga lo mata.

3. Jet skis: deben mantenerse lejos de los arrecifes y reducir la velocidad, para no dañar a los corales, o herir a un bañista o a un voluntario restaurando corales.

Kevin Rodríguez sembrando un fragmento por incrustación.

Kevin Rodríguez Maysonet tiene trece años y es estudiante de octavo grado. Empezó a sembrar corales a los doce años. Conoció a Ricardo Laureano en el Centro Comunitario de Los Naranjos. “Él me dijo que viniera a ver si me gustaba”, recuerda Kevin. “La primera vez fui a coger los corales que estaban sueltos. Poco a poco fui aprendiendo. El primer día es difícil, después se hace más fácil”. Para Kevin, sembrar corales le ha dado la paz

y la autoestima necesarias para evitar el fracaso escolar y visualizar un futuro más prometedor.

PSGUPR: ¿Qué te gusta más de sembrar corales?

KRM: Me gusta estar dentro del agua, buscar los corales. Siento que es algo bueno, que estoy ayudando. Hacemos eso para que no se mueran los corales.

PSGUPR: ¿Cómo ha cambiado tu vida desde que empezaste como voluntario?

KRM: Antes cogía todo a vacilón. Era fácil escaparse de la escuela, brincaba la verja. Ahora voy a una escuela nueva, cerrada. Poco a poco pude hacer las tareas, mejoré las notas. ¡Ahora aunque fuera fácil escaparme, no brincaría la verja!

PSGUPR: ¿Qué dicen tus compañeros de tu actividad con los corales?

KRM: Los compañeros me dicen cosas positivas, que siga pa’ lante, que no me deje, que eso es bueno. Me apoyan. Yo soy el único en la clase que siembra corales.

PSGUPR: ¿Cuál es tu mensaje para otros jóvenes?

KRM: Que si les interesa, que vayan a ver los corales, que sientan cómo se siente. Ver los corales dentro del agua es una cosa diferente, ayuda a despejar la mente. También les diría: mantengan las playas limpias y sin construcciones, eso es lo más importante para los corales. Como tantos ecosistemas a lo largo de la historia, los arrecifes de coral desgraciadamente no se han librado de la explotación por parte de los seres humanos. En la costa de El Eco, donde Salvador, Fabián, Gabriela, Kevin y sus compañeros restauran corales, señala Ricardo Laureano, fundador de V.I.D.A.S., antes habían unos antiguos hornos de cal, ya desaparecidos.

“Aquí se quemaba Acropora palmata para hacer la cal”, cuenta el experto en restauración de arrecifes. Añade que “mandaban a los esclavos a sacar los corales”.

Calentado a 1,646.6 °F (897 °C) en un horno, el carbonato de calcio de los corales se descompone en óxido de calcio, liberando dióxido de carbono, conocido como cal viva. La cal ha sido utilizada desde la antigüedad, por ejemplo, en la construcción y la agricultura. La cal hidratada (hidróxido de calcio) se utiliza en la industria azucarera para corregir el pH y eliminar impurezas durante el proceso de refinamiento del azúcar. Por esa razón, las fábricas azucareras solían tener su propio horno de cal, utilizando el coral como materia prima cuando lo tenían a proximidad.

La quema de corales para producir cal ha sido una práctica común en Puerto Rico y el Caribe, y otras regiones del trópico. Hasta llegó a ser una industria importante en países vecinos como Haití, o regiones más lejanas, como el sur de la India y la Isla Mauricio en el Océano Índico. A pesar de sus efectos negativos sobre los arrecifes de coral, la práctica sigue vigente hoy día en lugares como las Islas Salomón, un archipiélago del Pacífico Sur.

Salvador Laureano (izquierda) en la playa El Eco, Vega Baja, con sus padres, Ricardo Laureano y Marisa Rojas, y su amigo Fabián Martínez Rosa.

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