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Al Rescate de los Mamíferos
AL RESCATE DE NUESTROS MAMÍFEROS MARINOS
— Tony Croatto
Por Cristina D. Olán Martínez
Este bebé manatí parece estar protegido por algún ángel marino, pues su historia es muy distinta a la de la mayoría de los mamíferos que quedan varados en nuestras costas.
El que conozcamos los detalles de su vida es de por sí una excepción. Con tan sólo dos semanas de nacido, quedó varado en el Sector Machete en Guayama. Fue avistado por un turista y rescatado por el Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA) para luego ser trasladado al Zoológico de Puerto Rico en Mayagüez. Y aunque aparenta estar solo en su piscina de agua dulce — ya que no puede recibir visitas del público— lo rodean otros guardianes que cuidan de su salud, vigilan su peso, monitorean el agua y observan su conducta. Mientras el manatí se recupera, permanece a salvo de los peligros generados por los seres humanos. Es un lujo que pocos mamíferos marinos tienen en nuestras costas.
“La destrucción de su hábitat, (las amenazas de) los botes y los ‘jet skis,’ los derrames de petróleo y sus derivados y el hilo de pesca son algunos de los riesgos que enfrentan los manatíes,” mencionó el doctor Luis Figueroa, veterinario del Zoológico de Puerto Rico. “Destruyen las praderas de Thalassia (especie de yerba marina) y se quedan sin comida,” añadió refiriéndose
Manatí bebé en el zoológico.
Hierbas marinas bajo amenaza
Hierba de manatí
(Syringodium filiforme o Cymodocea filiformis)
Crece en aguas de: el Golfo de México, el Mar Caribe, Bermuda y las Bahamas. Sobresale por sus hojas cilíndricas.
Hierba de tortuga
(Thalassia testudinum)
Es la hierba más común en el Caribe. Se encuentra principalmente en las zonas llanas y tranquilas pero puede crecer donde existe algún embate del oleaje.
Las hélices y el anclaje de los botes amenazan la supervivencia de las praderas de hierbas marinas. El manejo inapropiado de los sedimentos aumenta la turbidez en el agua y reduce la capacidad de las hierbas para absorber la luz solar.
a algunos dueños de embarcaciones que no tienen el debido cuidado al anclar sus botes en las praderas de hierbas marinas en lugar de hacerlo en boyas de anclaje o en sitios más seguros. Atender un manatí es una tarea bastante parecida a la de cuidar a un niño recién nacido, según demuestran sus custodios del personal del Programa de Rescate de Mamíferos Marinos (PRMM) del DRNA.
“Al principio lo alimentábamos cada tres horas y estábamos 24 horas junto al manatí,” señaló Luis Figueroa, quien, junto a los señores David Cole, Oscar Vázquez y un nutrido grupo de estudiantes
voluntarios, cuida del crío. “Ya tiene dos meses y medio y ha alcanzado un peso saludable de 77 libras. Ahora, trabajamos en turnos de tres horas que comienzan a las 6 a.m. y terminan a la 1 a.m. del día siguiente.” La mayoría de los mamíferos marinos que habitan nuestras aguas no reciben tanta atención. A pesar de que las costas y las aguas oceánicas de Puerto Rico están repletas de mamíferos marinos, la información que poseemos acerca de las especies que circundan el archipiélago puertorriqueño es escasa. Aún cuando se sabe que diversos tipos de ballenas y delfines viven y visitan el Caribe durante todo el año, son muy pocos los censos que se han realizado en las aguas de Puerto Rico, lo cual podría ser crucial a la hora de diseñar medidas para su protección. “Es difícil legislar y tomar medidas si no se conoce la población,” expresó preocupada Grisel Rodríguez del Laboratorio de Investigaciones Pesqueras en Joyuda, un componente del DRNA. Además, si ocurre un varamiento en masa (que pudiera ser producto de un derrame de petróleo, por ejemplo), ¿cómo vamos a ayudar a los mamíferos a recuperarse si no sabemos cómo era su población? ¿Cómo vamos a saber si el número de individuos es aceptable si no conocemos cuántos había antes?,” mencionó mientras explicaba la importancia de llevar a cabo un censo de la población de mamíferos marinos.
En la mayoría de las ocasiones en que queda un mamífero varado, el animal muere. A veces, pasan días antes de que alguna persona avise al Programa de Rescate de Mamíferos Marinos que hay un animal varado. Mientras más días transcurren, menores son las posibilidades de obtener información acerca de la causa de muerte del animal y de sus patrones de conducta, alimentación y reproducción previos a su fallecimiento.
Además, si los seres humanos desconocen su presencia en nuestros mares o el impacto que está teniendo nuestra conducta en su ecosistema, difícilmente se pueden implementar los cambios necesarios para protegerlos. Los delfines, las ballenas y los manatíes a menudo comen, por equivocación, bolsitas plásticas de comestibles y de hielo. Son heridos por las hélices de los motores de las embarcaciones y se enredan en el hilo de pesca que arrojan los pescadores, lo cual provoca su muerte por asfixia o gangrena. Otros quedan varados, agonizantes, a la orilla del mar. En las aguas de Puerto Rico se han identificado tres mamíferos marinos en peligro de extinción: la ballena jorobada, el cachalote y el manatí antillano. Estas
Delfín hocico de botella (Tursiops truncatus)
Nota al maestro: Actividades educativas acerca de los mamíferos marinos disponibles en nuestra página web
www.seagrantpr.org
Las ballenas jorobadas se aparean en aguas de la República Dominicana y dan a luz a sus crías en Puerto Rico. Arriba: Una ballena jorobada se pasea por la Bahía de Samaná en República Dominicana, febrero 2006.
Foto: Grisel Rodríguez Ferrer
Una ballena jorobada sale a la superficie haciendo despliegue de su fuerza y de su gran tamaño. especies están amparadas bajo la Ley de Especies en Peligro de Extinción. Así como esta ley protege a los mamíferos marinos en peligro de extinción, existen otras leyes que salvaguardan el bienestar de estos organismos. A nivel federal, la Ley de Protección de Mamíferos Marinos de 1972 obliga a proteger a los mamíferos marinos y a recopilar la información necesaria para estos fines. Existen muchos factores que contribuyen a la falta de información acerca de nuestros parientes marinos. Asimismo, la Ley 241 de Vida Silvestre de Puerto Rico provee directrices para el manejo, la protección y la conservación de estos organismos en Puerto Rico. El Programa de Rescate de Mamíferos Marinos del DRNA vela por el cumplimiento de estas leyes. Pero a pesar de las leyes todavía hay un gran desconocimiento por parte del público acerca de los organismos que viven en nuestros mares y costas y los efectos que tienen las actividades humanas sobre estos cuerpos de agua. “En Puerto Rico vivimos de espaldas al mar,” señaló recientemente Robert Mayer, profesor de biología en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Aguadilla. Existen muchos factores que contribuyen a la falta de información acerca de nuestros parientes marinos. Entre ellos se encuentran la falta de fondos designados para la investigación y las dificultades que conlleva el estudio de los mamíferos marinos.
No obstante, se han realizado algunos esfuerzos para rastrear mamíferos en nuestras playas. La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica, NOAA, por sus siglas en inglés, ha llevado a cabo algunos censos de ballenas jorobadas esporádicamente y de paso ha documentado la presencia de otras especies, como ballenas piloto, delfines moteados, cachalotes y delfines hiladores, avistadas durante los censos. Por su parte, durante los pasados quince años, el personal de la Red de Varamientos ha hecho censos aéreos de manatíes.
CLASIFICACIÓN DE LOS MAMÍFEROS MARINOS
Cetáceos
Los cetáceos son el grupo mejor adaptado al ambiente marino. Incluye aproximadamente 78 especies de ballenas, de delfines y de marsopas. A los que no tienen dientes se les conoce como misticetos y a los que tienen dientes se les llama odontocetos. Aquellos que carecen de dientes poseen barbas con las que capturan diminutos crustáceos. Viven en ríos y océanos en latitudes polares y tropicales. Pueden medir desde 5 hasta 90 pies de largo y deben subir a la superficie para respirar. Sus aberturas nasales se encuentran a lo alto de la cabeza, por donde sale un vapor acuoso. En las costas de Puerto Rico podemos encontrar delfines hocico de botella y en las aguas oceánicas aledañas a la Isla habitan los delfines moteados, hiladores, enlistados y de dientes rugosos al igual que las ballenas jorobadas, las ballenas piloto, los cachalotes, las ballenas rorcuales y las ballenas de Cuvier.
Pinnípedos
Se reconocen tres familias de pinnípedos: Otaridae (focas con orejas y leones marinos), Odobenidae (morsas) y Phocidae (focas sin orejas). Los pinnípedos poseen especializaciones que le permiten realizar sus actividades acuáticas tales como: forma hidrodinámica, pabellón auditivo reducido, extremidades en forma de aleta, cola pequeña y órganos genitales y glándulas mamarias retraídos bajo la piel. Van a tierra a parir y a mudar el pelo. Además, poseen una capa adiposa bajo la piel que sirve como aislante y permite que sus cuerpos conserven el calor. En las costas de Puerto Rico habitaba una especie de pinnípedo conocida como la foca monje del Caribe, la cual ya fue declarada extinta.
Sirenios
Los sirenios son mamíferos acuáticos herbívoros comúnmente conocidos como “vacas de mar.” A este grupo de mamíferos marinos pertenecen tres especies de manatíes, los dugongos y una especie extinta conocida como vaca marina de Steller. Al igual que los cetáceos, los sirenios completan su ciclo de vida en el agua. Son organismos grandes, de cuerpo abultado, tienen cola ancha y aplastada y poseen aletas delanteras. Su piel es dura, gruesa y con poco pelo. Además, cuentan con glándulas mamarias, una en la base de cada aleta. No obstante, los sirenios no pueden sumergirse tan profunda ni prolongadamente como muchos de los cetáceos y de los pinnípedos. En las costas de Puerto Rico habita el manatí antillano.
Ilustraciones por Alexis Rivera Gráfica por Oliver Bencosme
“Es bien sacrificado irse por semanas mar afuera, soportar la intensidad del sol y tratar de avistar especies de mamíferos marinos,” comentó Rodríguez. “No siempre están visibles. Hay que esperar a que salgan a la superficie. No todo el mundo está dispuesto a soportar esas condiciones.” Debido a las condiciones ambientales de nuestros mares el número de mamíferos en nuestras aguas es menor que en otras partes del mundo. El Caribe es un ambiente oligotrófico, es decir, bajo en nutrientes, y por consiguiente el número de presas es más bajo, lo que se traduce en menos alimento para los mamíferos marinos. Esto ocurre de manera distinta en las zonas templadas como el noroeste de los Estados Unidos donde abundan grupos grandes de mamíferos marinos. Es por esto que las ballenas de Puerto Rico emigran hacia el norte durante los meses cálidos para alimentarse.
En mayor o en menor cantidad, los mamíferos marinos habitan los océanos y los mares de todo el globo y comparten ciertas características. Son vertebrados de esqueleto óseo, tienen sangre caliente, respiran por medio de pulmones, fecundan y desarrollan a sus crías internamente y las alimentan mediante glándulas mamarias. No obstante, existen claras diferencias en el nivel de adaptación
El recuerdo de la foca monje del Caribe
Pocas personas conocen que en las costas y en los mares de Puerto Rico habitaban focas. Sin embargo, en el Mar Caribe y en el noroeste del Golfo de México, habitó una especie de pinnípedo conocido como Monachus tropicalis o foca monje del Caribe. El avistamiento más antiguo de este dócil mamífero marino se remonta al segundo viaje de Cristóbal Colón en 1494, travesía en la que fue identificado como “lobo de mar.” La foca monje del Caribe se avistó por última vez en la Isla o Banco Serranilla en 1952. Dicha isla pertenece al departamento colombiano del Archipiélago de San Andrés. Esta especie fue declarada extinta en 1996 por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y, en el 2008, por el Servicio Nacional de Pesquerías Marinas. Sus características eran similares a las de otros tipos de focas: carecían de pabellón auditivo, sus cuerpos eran alargados, sus extremidades anteriores eran cortas y aplanadas y funcionaban como aletas ideales para la natación. Sus extremidades posteriores se encontraban dirigidas hacia atrás. Sus crías nacían completamente negras. Sin embargo, de adultas eran de color marrón con un matiz grisáceo, más claro en los lados, y poseían un color amarillo pálido o un blanco amarillento en la parte de abajo de su cuerpo y en el hocico. En la década de 1950 se avistaron focas encapuchadas que fueron confundidas con la foca monje del Caribe. Estos avistamientos sugerían que la foca monje del Caribe no estaba extinta. Sin embargo, ya la población de la foca monje del Caribe se había agotado. Su extinción se debe a razones diversas, entre ellas: la pérdida de hábitat como consecuencia del desarrollo costero y la caza indiscriminada con el fin de obtener su piel, su aceite y su esperma; ésta última era utilizada para producir aceite de lubricación. Además, los coleccionistas de los museos las mataban y las exhibían en los zoológicos. También, gran parte de la población fue exterminada debido a la falsa creencia de que estas focas eran una amenaza para los bancos de peces. Cabe mencionar que aún sobreviven otras dos especies de foca monje: la foca monje hawaiana o Monachus schauinslandi y la foca monje mediterránea, conocida como Monachus monachus. Ambas se encuentran en peligro de extinción. La extinción de la foca monje del Caribe constituye un ejemplo de lo que pudiera ocurrir con otras especies de mamíferos marinos si no se toman las medidas necesarias para su conservación.
al ambiente marino que permiten distinguir unos organismos de otros y ubicarlos en tres clasificaciones: cetáceos, pinnípedos y sirenios. Debido a esta diversidad de mamíferos marinos y a la escasez de información que existe acerca de ellos en nuestros mares y costas, es vital señalar cuáles son las necesidades en el manejo de estas especies, cómo se van a canalizar los fondos para su estudio e identificar los factores que las están afectando negativamente. Por tal razón, el DRNA y la Comisión de Mamíferos Marinos a nivel federal discutieron estos asuntos en una reunión que llevó a cabo en diciembre de 2008 en Puerto Rico. Además, en dicha reunión, el DRNA y la NOAA realizaron un acuerdo para el desarrollo de un taller de adiestramiento para la respuesta a varamientos. Este taller se efectuará en Panamá en el 2010 y beneficiará a los gobiernos de los países caribeños de habla hispana. También, el PRMM inició una serie de conversaciones con el Laboratorio del Sureste de Miami, perteneciente a la NOAA con el fin de realizar una evaluación de las poblaciones de mamíferos marinos basada en datos históricos.
Esta reunión, al igual que los esfuerzos que realiza el DRNA a través de su Programa de Rescate de Mamíferos Marinos, representa un paso adelante en la protección de estos organismos. El bebé manatí es una muestra de ello. Aún no tiene nombre pero su recuperación ha sido favorable. Eventualmente, el manatí, al igual que el conocido Moisés en 1994, tendrá que volver al mar, interactuar con otros miembros de su especie y buscar su propio alimento.
Pero al igual que en el caso de Moisés, su interacción cercana con los humanos deja una huella y denuncia silentemente la situación que enfrentan muchos otros mamíferos marinos que quedan varados en nuestros mares y costas. Quizás la canción que Moisés inspiró de las manos de Tony Croatto aún sirva de portavoz para otros mamíferos sin nombre.
El manatí antillano es la única especie de sirennio que podemos encontrar en nuestras costas. Un manatí antillano nada en aguas de La Parguera, Lajas, PR.
Señalaba Tony Croatto en su canción “Moisés:”
Por Grisel Rodríguez Ferrer El Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA), entendiendo la necesidad de un rol más activo en el manejo y en la conservación de los mamíferos marinos en Puerto Rico, creó el Programa de Rescate de Mamíferos Marinos bajo la Orden Administrativa núm. 25 del 22 de agosto de 2007. Con el fin de mejorar la coordinación durante los varamientos de mamíferos marinos, este programa se propone ampliar los recursos disponibles para el manejo de los varamientos, unir esfuerzos con entidades gubernamentales y no gubernamentales involucradas en la respuesta y en el rescate de mamíferos marinos varados, mantener una base de datos de los casos atendidos, proveer la información necesaria para el mejor manejo de las especies marinas y fiscalizar las labores de las entidades participantes en el rescate y en la rehabilitación de estas especies. El Programa de Rescate de Mamíferos Marinos tiene base en el Laboratorio de Investigaciones Pesqueras localizado en el Sector Punta Arenas, Cabo Rojo. El programa lo integran biólogos del DRNA, el Cuerpo de Vigilantes, el Coordinador de Emergencias del DRNA, otras agencias gubernamentales y varias organizaciones sin fines de lucro cuyo propósito es coordinar una mejor respuesta a situaciones de varamientos. Además, cuenta con un protocolo de varamientos que sirve de guía para la respuesta tanto para animales vivos como para animales muertos. Recientemente, el DRNA firmó un acuerdo con la Compañía de Parques Nacionales para atender varamientos. Este acuerdo establece al Zoológico de Puerto Rico Juan A. Rivero como centro de rehabilitación de especímenes varados vivos. Cabe mencionar, también, que el otorgamiento de fondos John H. Prescott del Servicio de Pesquería Nacional (NMFS) ha sido de gran beneficio para el establecimiento del programa. La ayuda del público en este tipo de proyecto es sumamente importante. Le exhortamos que si encuentra un animal varado, herido o en una situación que entienda que necesita ayuda, se comunique con el Centro de Mando del Cuerpo de Vigilantes al (787) 7245700 o con el Laboratorio de Investigaciones Pesqueras al (787) 833-2025 de lunes a viernes de 7:30 a.m. - 4:00 p.m.). También puede comunicarse con Grisel Rodríguez al (787) 538-4684 o con Nilda Jiménez al (787) 6455593, en cualquier momento del día o de la noche.