Revista Marejada Vol. 3 #1 otoño 2008 - primavera 2009

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AL RESCATE DE NUESTROS

MAMÍFEROS MARINOS

“Del mar llegó Moisés, Moisés llegó del mar, llegó en un atardecer, amor vino a buscar.” — Tony Croatto

Por Cristina D. Olán Martínez

El que conozcamos los detalles de su vida es de por sí una excepción. Con tan sólo dos semanas de nacido, quedó varado en el Sector Machete en Guayama. Fue avistado por un turista y rescatado por el Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA) para luego ser trasladado al Zoológico de Puerto Rico en Mayagüez. Y aunque aparenta estar solo en su piscina de agua dulce — ya que no puede recibir visitas del público— lo rodean otros guardianes que cuidan de su salud, vigilan su peso, monitorean el agua y observan su conducta. Mientras el manatí se recupera, permanece a salvo de los peligros generados por los seres humanos. Es un lujo que pocos mamíferos marinos tienen en nuestras costas. “La destrucción de su hábitat, (las amenazas de) los botes y los ‘jet skis,’ los derrames de petróleo y sus derivados y el hilo de pesca son algunos de los riesgos que enfrentan los manatíes,” mencionó el doctor Luis Figueroa, veterinario del Zoológico de Puerto Rico. “Destruyen las praderas de Thalassia (especie de yerba marina) y se quedan sin comida,” añadió refiriéndose 8

Manatí bebé en el zoológico.

Hierbas marinas bajo amenaza

Hierba de manatí

Hierba de tortuga

Crece en aguas de: el Golfo de México, el Mar Caribe, Bermuda y las Bahamas. Sobresale por sus hojas cilíndricas.

Es la hierba más común en el Caribe. Se encuentra principalmente en las zonas llanas y tranquilas pero puede crecer donde existe algún embate del oleaje.

(Syringodium filiforme o Cymodocea filiformis)

(Thalassia testudinum)

Las hélices y el anclaje de los botes amenazan la supervivencia de las praderas de hierbas marinas. El manejo inapropiado de los sedimentos aumenta la turbidez en el agua y reduce la capacidad de las hierbas para absorber la luz solar.

a algunos dueños de embarcaciones que no tienen el debido cuidado al anclar sus botes en las praderas de hierbas marinas en lugar de hacerlo en boyas de anclaje o en sitios más seguros. Atender un manatí es una tarea bastante parecida a la de cuidar a un niño recién nacido, según demuestran sus custodios del personal del Programa de Rescate de Mamíferos Marinos (PRMM) del DRNA. “Al principio lo alimentábamos cada tres horas y estábamos 24 horas junto al manatí,” señaló Luis Figueroa, quien, junto a los señores David Cole, Oscar Vázquez y un nutrido grupo de estudiantes

Foto del manatí: Oliver Bencosme

Este bebé manatí parece estar protegido por algún ángel marino, pues su historia es muy distinta a la de la mayoría de los mamíferos que quedan varados en nuestras costas.


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