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1. PROSPECTIVA

PARQUE DE LA VIA

La participación ciudadana en procesos de cocreación de espacios públicos es un elemento esencial para fortalecer la construcción de ciudades más vivibles, democráticas e incluyentes.

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LA EXPERIENCIA cultural de la ciudad contemporánea está compuesta por un tejido humano en el que la permanencia —a través del tiempo— del significado de ciertos lugares encuentra su valor esencial. Desde una mirada con cierto pesimismo urbano, se han adoptado, históricamente, actitudes caracterizadas por la búsqueda, en la vida de la ciudad, de espacios alternativos, espacios otros, más fuera que dentro de la ciudad, intentando escapar a la realidad cotidiana frecuentemente agresiva, anónima y grotesca.

Las ciudades cargadas de historia —como nuestra Mar del Plata— presentan, en su interior, abundancia de “territorios vacíos”: áreas abandonadas por la industria, por el ferrocarril o el puerto; áreas descuidadas, debido al receso comercial o al deterioro de las edificaciones; espacios residuales, como los que aparecen en los encuentros de la trama con accidentes geográficos; áreas infrautilizadas, con dificultad de acceso por interrupciones en esa misma trama, que generan problemas de seguridad y protección.

La aproximación convencional desde el diseño urbano a estas situaciones intenta, a través de proyectos e inversiones, reintegrar estos espacios o edificios en la urdimbre productiva y eficiente de la ciudad. Desconoce, sin embargo, que muchos de aquellos “territorios vacíos” resultan ser ingentes contenedores de identidad ciudadana, lugares de encuentro entre el presente y el pasado que se muestran, a su vez, como un refugio puro, con potencial de facilitar el ejercicio de las libertades individuales y de diversos colectivos.

El debate urbano actual presenta múltiples problemáticas: los temas referidos a la movilidad, seguridad y sostenibilidad ambiental coexisten con demandas de espacios para actividades culturales, de descanso y esparcimiento.

La propuesta consiste en transformar el antiguo corredor ferroviario en un espacio público de calidad. Un espacio cuyo foco sea el ser humano y que, a partir de una una serie de intervenciones físicas, ofrezca una amplia gama de experiencias sociales —desde la más profundamente individual hasta la más colectiva, incluyendo a todos los grupos de personas, convocando al encuentro y al despliegue de las actividades más diversas, como el entretenimiento público, la recreación, el descanso y el estudio. Además, enhebrado por un par dinámico, compuesto de una senda peatonal y una ciclovía, logrando conectar las artes, la educación y las instituciones culturales existentes a lo largo de todo el Corredor.

Si la esencia del espacio público reside en su uso social, como lugar de relación e identificación, de comunicación entre personas distintas, de expresiones individuales y colectivas, la participación ciudadana en su proceso de gestación resulta sustancial y conforma, a su vez, uno de los ámbitos que hacen posible la expansión de la democracia en la ciudad, en busca de una vida social más plena, digna y solidaria.

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