Cuerpoesía - Libro Taller de Literatura #ConectaBAJ 2020

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Taller de Literatura BAJ Valparaíso Conecta BAJ



CUERPOESÍA Taller de Literatura BAJ Valparaíso Conecta BAJ

Textos resultantes del Taller de Literatura “Cuerpoesía: cinco mil años” Impartido por Enrique Winter Taller en línea desarrollado en octubre de 2020 en BAJ Valparaíso #ConectaBAJ

Equipo BAJ Dirección Regional: Federico Botto Programación: Daniela Fuentes Producción: Margarita San Martín - Eduardo Palacios Comunicaciones: Tania López Administración: Nicole Villarroel Diseño: Gabriel Vilches



Introducción al viaje de los pudores Estos son mis primeros poemas y me da una vergüenza que no les explico corto los versos donde se me plazca y a veces, de chanta hago una rima rasca. De lo bueno poco, y por eso, voy a poner hartos para ver si en algún verso le apunto al clavo.

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Anillos La taza de té caliente deja anillos en la madera eternos como la pena que evito viendo los anillos que deja en la madera la taza de té caliente.

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Dieciocho de septiembre Salga a sonar su razón de casa Tacita humeante ceniza de cuerpo carne Curso caminar corazón acongojado Vicio humano se corta el rabo Salga a sonar su canción de caza Tacita chorro de coagulación endometrio rico Le corta la teta arroz con pollo Papito pene tocando pensamiento tocando pene papito gime Pata pechuga patria Tacita humeante ceniza de cuerpo carne Mamita patas peludas filete cinco estrellas mamita asado sal cerveza Tía Rosa vecina rica se come a mamita mamita tía vecina rosa casita Pata pechuga patria pata pechuga patria.

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A la orilla de cientos de clavos Ahora que el rostro de mamá se deshace por la tierra de los vivos cual tejido de Penélope tendido por los pasillos de un hogar en penumbras. Ahora que la caja de juguetes bajo el galpón del patio se pudre junto al barro y a la orilla de cientos de clavos oxidados qué será de los niños que fuimos incapaces de desempolvar aquellos pasos.

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Sin que el viento más ligero lo delatara​, permanecía quieto, aunque nadie más lo supiera. Infinidad de momentos fueron consumados en derrotas, alimentaron su deseo de corromper hasta lo más sagrado, entre el viento y la tierra se movía con un caminar de araña mientras esperaba que su mayor hazaña empezara, la arcilla él había influenciado con las sombras, fluctuando esta un combate interno con su naturaleza que terminaría en una decisión de alguien aún inexistente, pero por poco tiempo inexistente. Conforme la luz rival lo cegaba como un rayo en las pupilas, formas se consumaron y, con ello, el duelo inició, uno que podría durar menos de un instante o hasta que el infinito se convierta en polvo, pero la crudeza que ataba su esperanza no desvaneció, y mientras las tinieblas reían, el mundo empezó a cantar.

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La estética del miserabilismo Caminamos obsoletos por las calles repletas, nos echamos a jugar sobre el pavimento Nuestras pintas, un chiste: ¡oye flaco da lo mismo! después de todo ¿qué tanto? No hay impuesto ni frontera al ropaje El mejor ​outfit:​ el esperma inquisidor de nuestro linaje paria Habitamos los espacios burgueses y ​under ​de la bohemia penquista para empaparnos del arte eurocentrista entre apellidos impronunciables y palabras pomposas Por señales telepáticas nos aullamos que a otro perro con ese hueso grandilocuente de la ​high class La lata nos devolvió a la calle con los cabros dispersos en el parque de juegos hablando de Marx al​ beat ​de un álbum que suena igual a la lavadora del patio, con esa cadencia infernal Nubosidad parcial de ópio trepaste la jaula metálica y recordé ese rollo darwinista de la evolución y homosapiens sapiens de adaptarse o morir En milésima de segundo tú en la cúspide medio crucificado (perdónalo padre, no sabe lo que hace) Mientras tu cuerpo de chiquillo circense se desenvolvió en el cielo y yo contemplaba con rectángulo en mano, desde la tierra, lo más cercano a un ángel caído, tu androginia de Lucifer Entre la religiosidad y la ciencia mi nombre hacía sentido Alucinamos frente a la aurora boreal incubada en los semáforos de la ciudad nocturna, nos redimimos con un​ joint​ y la nostalgia de que pronto nos iríamos quién sabe dónde.

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Querido señor Yeats Con las sienes pegadas al pensamiento siamés, cabeza cabeza hermanados, más nobles que el día, almidonamos al rojo vivo el pensamiento del suicida, tú, como nosotros, como el estigma.

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Días de dos mil veinte Gritos, construcciones, bullicio Irarrazaval, viva y viven capuchas vociferan en Ramón Cruz escándalos verdes gritan desde las copas de los pinos animales con cascos naranjas órdenes y acosos desde lo alto pacos corren, perros ladran, niños chillan. Y yo miro el desastre pensando si hoy será el día que recoja y limpie mi cuarto.

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Virus sin fronteras, fronteras fragmentadas por amor Amor y pandemia: oxímoron. Virus-odio-destrucción: triada. Vacíos móviles y vibrantes expulsados por manifestantes. Calles cubiertas de silencios angustiosos. Desde el sur al norte – del oeste al este, gritos invisibles fracturan lo cotidiano. Pandemia y amor – amor y pandemia Cómo repensar el amor en tiempo de construcción, tiempos de insurrección. Son treinta pesos, son treinta años… son treinta. No lo son. Un faro quemado, una desgarradura que reaparece una y otra vez.

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No le crean al jipi Le rogó a la espiritualidad originaria que por socorro le dejen entrar a sus enaltecidos credos nativos, ser unido a sus ritos, clamores guturales asentados, aborigen en las alturas se ojeó el dogma de Don Juan, bien aburrido fugaz se compró amuletos espiritistas, puros de cuarzos anduvo en un retiro, días de hambre arrepintiéndose oyéndose derretido por el terreno, pegado al baño químico la cara pintada blanca, jalando, para seguir bailando el dance tribal Ha acampado sumiso, aguantando todos las psicotrópicos que arrebatan los invocados jipis exaltados conocedores de su aprender, en muertes pasadas donde obvio, fueron reyes o sacerdotes de tribus ni cagando, hermanos, fueron esclavos o peones azotados por el patrón Este que “vibra alto” mendigaba como rezo simulando exploración que replica tan bien que lo hicieron entrar.

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El aserradero El musgo de madera crece en los pilares metálicos. El ruido satura los oídos y se libera, por momentos, de mi boca. Los pies marchan hambrientos deshaciéndose en el aserrín transformándose en madera siendo, finalmente un tronco, un árbol, en un terreno de tallos perdidos de semillas enterradas.

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Tierra es la respuesta a mi canto, tierra el armario en el que escondes el murmullo tibio que aún guarda mi voz, la costra del buen día, tierra negras bocanadas el manto con que cubres esta carcasa verde tierra, polvo y viento, y es el viento la ruina, y es mi camisa agujereada rasgada banderita es tu silueta recortada el sol, tu único cabo suelto​. Tierra es la respuesta a mi canto: mi mudo cuerpo, entonces, semilla.

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Los conejos abren madrigueras. Los sepultureros abren fosas. Gonzalo Millán


Refugio Mi abuela no llora no ríe no dice te quiero por la tele un solo canal la radio anuncia muertes del columpio queda metal y enredaderas nadie toca la puerta el perro del cartero murió hace tres años los nuestros los enterramos en el patio me abraza fría y cortante apagamos los cigarros en un plato en la noche me da un beso en la frente y me arropa lugar común seguimos igual.

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Mamá Manos cloradas se incinera en la llama ahogada de quien espera.

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Hija de la luna Madre me miraba sabía que iba a demorar que terminaría llorando menguante melancólica miraba por la ventana, a su lado la segunda estrella a la derecha la rebeldía me dijo al oído que ese era el camino fuimos una indivisible hasta que te diste cuenta quien nos miraba te tapabas los oídos cómo si no pudieras ver y desapareciste con las estrellas por la mañana dejando un charco de placer amargo colchón hundido olor a caña moral la noche y las estrellas se fueron contigo la luna se quedó ahí mismo en el cuadro de la ventana ahogando palabras de “te lo dije” y besos en mi cara plateada arrullando una canción.

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Despedida Madre no lo digas dos veces Con tu muerte basta.

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Comunicado de la organización gremial de trabajadoras metafóricas de las artes Hartas, tristes, cansadas, ofendidas rotas, dolidas, molidas, cortadas. Sentimientos que nos inundan desde que el mundo es mundo y ocurrió la rara tragedia, sus nacimientos. “Una flor para otra flor”, patudos ¿A ver? No ande comparando simples peras con pitahayas, yacas, lichis, ¿acaso usted ha visto a una mujer florecer? ¿tienen clorofila? ¿o será que hacen fotosíntesis? ¿las polinizan las abejas? No creo. Usted pone a una mujer con un panal de abejas, la pican. Y a usted también, por descontado y por tonto ¿no? Por qué no decirlo. Así que mejor lávese la boca antes de andar diciéndole flor a cualquier pelagata, usted y su musa no nos llegan ni al tallo. Nunca jamás volveremos a ser mero objeto de transacción para apareamiento humano, no. Nunca jamás moriremos de sed en esa agua fétida con que adornan mesas los domingos, no. Nunca jamás nuestros tallos cubrirán los gusanos que en silencio comen la carne sosa de sus muertos, no. El sindicato de flores declara que esto no es una sugerencia sino que la primera advertencia (que sí, dicho sea de paso, a un paso está de la amenaza). En caso de que nos volvamos a enterar que se utiliza con sinvergüenza nuestro nombre o cobardemente se nos corta 21


no solo nos quedaremos en las acciones judiciales, sino que pasaremos a las armas, sí, escucharon, ya no somos paz.

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Mota de polvo La muerte fue limpia como el corte de un samurái. Cuando me descuidé bajo tierra vino el polvo para arrastrarme por sus extensas zanjas hinchó cada pulmón hasta el borde y ya no respiré más que polvo. Mi verbo se hizo polvo, olvidé el silabario de punta a punta, el amor quedó atrapado bajo una baldosa, dejó de doler donde dolía tanto. Habito este lenguaje de polillas. Habito este cuerpo polvoriento. Transito los caminos del polvo bajo un cielo de polvo. Existo bajo la ética del polvo, vivo en una patria de polvo bajo los cadáveres de miles de muertos disfruto de los caminos que se bifurcan por los vientres del viento, no tengo edades solo levantadas de polvo en los tejados. Dejé de sentir el sexo húmedo. Todo se redujo a polvo. Todo termina irremediablemente en el polvo, cada extremo de la memoria. Habito este lenguaje de polillas. Habito este cuerpo polvoriento. Transito los caminos del polvo bajo un cielo de polvo.

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Todo es cuestión de apariencias, todo un baile de máscaras y máscaras y más caras de gestos ensombrecidos, tristes las confusiones entre el yeso y la piel. Todo aquí está en saberse sombra, en saberse extranjero en tierra de nadie y en poder gritarle a la madre, ya sin lágrimas en los ojos: ¡aquel que me diste jamás fue mi nombre! Porque ya sabes que en mi boca marchitaban las palabras, porque ya sabes que el dos venía antes que el uno, y porque ya sabes que cargaba una olla hirviendo en lugar de un corazón: porque fui uno porque no fui ninguno porque, en fin, fui cien mil.

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Ya vienen a la función. Vuelvo a hacerme el loco. Vete a buscar asiento. Hamlet (III, 2)


Sin fines psicomágicos Te he amado antes de que el concepto existiese, y no, comprenderás que no es filosofía de tapa de yogurt ni cursilería de chiquilla puberta aunque un poco como en los cuentos épicos ya nadé en sulfuro y atravesé clavos descalza, de poner la otra mejilla ante tu sutil rechazo también pero la literatura no profetizó final feliz para los mecha corta, para la gente como yo de sangre caliente y pinta impoluta He visto en mí fragmentos de tu esperma, heredé tu crueldad irrestricta y un cuerpo cada año más flaco, esa maldita manía de quedar en la boca con espléndidamente marginales nací en los márgenes borrosos de un par que se fundieron en un orgasmo ficticio al ​beat​ hipertenso no desgastes tu mano senecta ni tu total haberes edificaré un constructo ficticio mejor que el ciclo​ western​ de los domingos hasta cortar tu raíz perderé la guerra, padre, pero ganaré todas las batallas es el coito interruptus de la vida.

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Te necesito contar que conocí a una persona​ en una sesión casi anónima que mostraba el pecho fragmentado desde su garganta ahogada en melancolía, hablaba sobre alguien perdido, que se convirtió en memoria casi en un pestañeo, pero que su lamento lo recordaría hasta que pierda sus mementos para convertirse en uno.

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Desvelo Hay imágenes que se le repiten en el río brusco todas las madrugadas que escucha al gallo cacarear, va a temblar sus cafés zorros tiritarán de ánimo juzgado en el amplio quillay que se caen las fotos al barro zancudos le molestan, no cerró la puerta, es 8.5 escala de insomnio en el librero se perdieron las hierbas que calman el sacudir al compararse con lo rudo de hartas hojas. Cuál angustia tiene que dejar para conciliar vigilia a color de ronquido Un rato creyó que la dejo, deliró que lo perseguían caleta de rato, lo buscaban, se agotó sostenido en la almohada Se rascó de nuevo el sexo para conciliar algo del apunte, la hora se fue como a las tres de la luna un repasó le tragó el bosquejo de futuro que dejó en las cuatro patas incompleto.

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Por la noche Cuando no puedo dormir me escribo Cuando me pienso vacía me pienso tuya es decir, mía porque en la noche cuando nadie duerme cuando nadie escribe nadie es nadie yo no soy quien yo soy Tú no eres quien tú eres ¿Quién tú eres? Tal vez tú eres yo y yo soy tú Claro, es claro si eres loca porque las locas solo saben Lo que nadie sabe Y yo sé lo que no sé claro sé que no sé.


La calle es cercanamente extraña​, se siente y se ve su abrigo de silencio que apabulla, que obliga a pensar en este desequilibrio conocido, se debería conocer este lugar, pues siempre se ha vivido aquí, es la observación primeriza de un cansancio veterano, se convierte en un silencio armonioso que responde al pulso de las observaciones.

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Dios no ha muerto, lamentablemente Es que tú harías buenas migas con Diosito Yo haría buenas migas con Jesucristo porque cuando se baja a la tierra las papas queman. Y desde ese lugar que compartes allá arriba, la moral es una gran cosa. Acá abajo, primero se come.

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Fruta de temporada

Me miran mientras les salen las flores se creen ricos y por el suelo lo van a ser los vi botar lo de la estación pasá mientras me encerraba, en la vida online así que no se den color y apúrense que pal verano, les voy a vender los potos para irme a andar sin mochila, pal norte porque pal sur ya fui ese es otro poema. Mi abuelo los quemó limpiando maleza cuando era chico bien enseñado en la tradición colonial celestial cristiana pre catequista, le pedí a la figura de la virgen que los apagara y ¡milagro! con un proyecto escaso menos asistencial concertacionista resurgieron, arreboles nuevos. Ya había romantizado la palabra con ustedes pero nos vemos tanto y he pasado tanto tiempo donde ustedes, atrapado en el ficticio navegar libre entre las suntuosas nubes, que se adelantan más allá del universo oscuro endiosado de vidrios que los quiero puro ver crecer para hacer un jugo de nuevo una mermelada de nuevo. Y en este valle ustedes no son de los que esconden las cosas son de los que las encuentran.

Dicen que en este valle los duraznos son de los duendes,​ Luis Alberto Spinetta.

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Roberto Medio limón reseco un huevo muerto probablemente potes de contenidos indefinidos una margarina abierta dos conchos de jugo una nota que denuncia el acabose de la mermelada mientras tú te lavas los dientes y en la espuma no importa la precariedad ni la falta de mermelada mientras tú sigas lavándote los dientes y tu letra esté en las notas del refrigerador.

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Ofertorio Te vi en la cumbre de aquel cerro y tú me viste arrodillada, arrodillada y mi dulce llanto fue el de la copa colmada, fue el grito de la cima del humedal y del estero, fue mi voz enceguecida desprendiéndose de tus nombres como la presa del león la garra y tú, oh tú cubriste con tu sayal mis pieles y con sus pliegues mi hastío mi hambre mi sed: y fui yo el lirio y tú la mano yo la tierra y tú la lluvia yo el cántaro, tú el vino y el vacío era el silencio y yo, entonces, fui muda.

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Sin venia Una no puede negar que pobrecita mortal también anda en búsqueda de esa caricia cachorra de algún suertudo que por puro azar fue designado como sabe más que el común denominador Eso de andar tras la guía del mentor y el juego de roles me pregunto si emerge de esa onda freudiana, infanto no sé qué, fase no sé cuánto o​ holding​ y más ​holding Tanto será que una se desconecta de su instinto kitsch y horroroso que susurra sí cuando la crítica dice no y grita ¡vanguardia! cuando el artista pseudo filósofo experimental dice simplon, normativo, del montón Entre ironía y sarcasmo (primos no hermanos) el juego de honores el primerísimo primer lugar el ojo mijita usted tiene dedos pal piano se relevan chao con pretensiones y a crear por una búsqueda de sentido (o sin sentido) que es tan propia y de seguro egoísta como esta mi especie.

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Juegos de palacio Reina de la evasión tiene una rival de nivel. Reina se encuentra en problemas, porque tú, émula nata, con simpleza, haces que mi corona se tambalee, y que ella olvide que es reina, empezar a querer que seas tú, gobernante de la monarquía construida en papel maché para el ojo culto de cualquiera en mármol, oro y plata al ignorante mio. Tú, caballo de Troya, te dejo entrar. Sólo porque engañada quiero, te quiero estudiar cómo quieres vencerme a ver si al fin, te dejo creer que ganaste por más que la guerra terminara el mismo día que despertamos con los ojos en la frente de la otra. Será posible que hayas ganado en mi propio juego.

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Primero, segundo y tercero Me acuerdo de nuestro primer beso, y el segundo, y el tercero pasaron miles, sin saber que iba a quedar de esto ¿Por qué yo? Sabemos cómo funciona, y si no existiera, el juego hubiera quedado ahí una fiesta, un baño, ojos vendados de penumbra donde tuvimos nuestro primero, y el segundo, y el tercero. En estos momentos mi cabeza no para de darle vueltas al día que quisimos todo sin ser nada pienso que hubo otro primero, y segundo, y tercero. Pasamos a otra categoría Con ganas, con risa consentido y con sentido para mí sí tuvo sentido. Tuvo, que después de tanto nosotras dijimos que sí a las ganas y no al tal vez. ¿Pero qué pasa cuando siento que soy yo la que tiene ganas de todo y tú de nada? Ya no sé como darte señales concretas Ya no sé cómo leer tus señales No sé si sabes leer(me) No sé si sabes cómo querer(me) Ya no sé cómo querer(te) Creo que ya lo captas, no eres tonta o lo sabes. 36


Pienso en nuestros besos El primero, y el segundo, y el tercero Evadiendo la realidad sin saber si quieres un cuarto o un quinto. Aún sabiendo que llevamos más de cien. Aún así, seguiremos después contando primero, segundo y tercero.

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Cuerpes en carrete Luces naranjas violentas, pasan venus visiones de estilos, abiertas al roce de coincidir música, tu boca, el baile apretado, música, su boca alrededor incierto libre, se trazan frente voces dionisias sorbo del vaso… topón de labios, meneos de cintura se repiten con suavidad fuerte, sorbo del vaso… beso, los pantalones entre sí pegados perreo beso, tras beso perreo, tras perreo beso, beso se resbala el vaso, la mano se ocupa de nuevas cosas, cuerpos a calor de desierto el baño, parece un lugar piola, dentro: luces lila, frote fogoso de calentura de carrete –deleite, risas, gusto– la saliva lubrica los cuellos el manoseo es anti estrés. Todo se vuelve rocío a punto de hervir más tocarse una a otro, saltan, Sonidos pequeñamente tímidos pero gemidos que calienta más. Pausa total. Su arregla la ropa, mirada de espejo y el último piquito que despide un vacile que empieza. Cada une busca un amigue.

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Reguetón con ascendente Trap, en S mayor Sobraban sentidos sensaciones. Silencio, soy su sicaria, susurró. Soy su sensual suceso social Suspira ¿Sucupira? Suspira. Sería su saliva saltando sacudida sabría subirle su sangría.

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En tus contradicciones está la verdad en el lamento de tus muertos la verdad que no es ninguna cuando se piensa olvidada en un concho de pisco al fondo de un vaso prendido de un cigarrillo en la última hora del día donde la noche se confunde con el miedo aturdido.

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Hilachas Cuando el magullado cuerpo termine de parir a la muerte, resonará un grito ahogado por la garganta de lata. Crujirán los huesos ahuecados, la lengua torcerá, cabizbajo miraré el sol rogando que no incendie este lenguaje de hilachas, rogando que no lo haga cenizas. Las cabeceras rechinarán al ver cómo el amor florece marchito en ese resto de carne que llamo cuerpo que habla por mí, apenas.

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Candado

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Escribo sobre los cuerpos con la pluma de mis demonios Rasguño sobre las palabras Escupo huellas de mis cartas enterradas Obscuridad y diamantes vacilantes Descifra mis letras desanuda mis miedos.


X Hoy renazco huérfana de palabras sin un nombre que me llame no hay cuerpo que me razone Arrendé una pieza en una calle sin número la comuna periférica la región de no sé dónde No hay aeropuertos y los trenes se estancan Dejo que la tierra me abrigue bajo ella y húmeda me ponga esta piel seca siempre repelente a toda lágrima Me vengo de la muerte porque no soy su pasajera.

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Cualquiera Busco inspiración en nombres que nunca he leído en caras monstruosas de mujeres que aspiro ser salir de mi corpóreo y convertirme de inmediato en Berenguer y Muñoz Vilariño y Brito Cualquiera cualquiera que sea mejor que yo más fuerte que yo que no sea yo.

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Jorge en los bosques perdidos Aparece en medio del bosque, atraído por los ronquidos de las araucarias. Siente los cantos de los gorriones acunándose en las canaletas del cielo, le recuerda a un silbido entonado por el padre de su padre. Avanzan por los barrios populares de la tierra, el de los alerces, arrayanes y raulíes, los pasos del gigante entumecido por pesadillas de silenciosos trenes donde respiran profundamente hombres macabros Los mismos rieles que atraviesan las lluvias, las cartas extraviadas, las plegarias de los niños huachos hacia el País de Nunca Jamás. Tendido en el suelo frío observa al sol enflaquecerse. Piensa en el rostro arrugado de su madre, en el bordado del mantel de la cocina, en los arados y cosechas que rodean el camino a la aldea, en su padre enfrentando a la noche, que es tierra de nadie. Piensa en las aves devorando las migas del pan que ha deshecho por el camino.

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Manifiesto Cómo es que del trompo mezclador surge una mariposa, al interior sólo hay vida de concreto Una vida dura ¿vida? alas intensas de color, naranjo, se azotan con el viento. La pala impulsada transporta delicadeza El cuidado necesario para dejar vivir pequeña mancha que vuela vive y alegra todos los ojos que en ella se fijan.

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Habitación El fragmento rural recupera de poco justo a la estación acuarela cerros / plan pal desarrollo /cerros valle donde se pide permiso hartos segundos de meses lleva, encerrado y libre en esto virtual dicotomía dura de habitar el campo: quillay Extremo frio espino, maitén Extremo calor litre ¡De repente! Suena agua encauzada por la sequía en una relación de sangre ¡Bombazo! Piedras aunque piedras destruidas cultiva ajos lechugas zanahoria, ahí una idea deja y pierde Chalinga, queda en Chalinga, Chalinga cuenca india Chalinga no reflexiona árboles aunque le conversan tanto ausencia de compañía de pavimento a la cordillerana ya seca mariposa el cerro se vuelve pared son las ramas que suelta la memoria la nieve ni por lástimas se quedó, la tele es chica y no hay señal.

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Caímos al nadir Sostenías mi mano con fuerza para entrar a las carpas gitanas, a esas telas colgadas por los techos, coloridas y tendidas al sol sobre un patio minúsculo que ve desfilar los cuerpos-llagas, narran en tinta y cicatrices una historia de pérdidas y ausencias como la de América Latina Transitamos el punto de fuga enrejado tras demostrar la inocuidad de los productos sin rastro de marca que cargábamos, alimentos huachos y enfrascados igual que él La fila era larga para el viaje distópico Ancianas, niñas, mujeres y madres todas con cierta brutalidad en su mirada, acechantes, alertas como quienes saben que es matar o morir y que es mejor pedir perdón que permiso Entre todas no existía frontera, inclusive compartíamos el pasaporte al vuelo marginal, un simpático timbre morado anclado en la muñeca y la vergüenza horizontal de bajar nuestros calzones al unísono y de subir los sostenes al compás del ritmo que marca la autoridad camuflada en verde musgo Seguías sosteniendo mi mano pero sin mucho roce, era casi como pedir perdón por traer contigo a una niña, para mí era una travesía más allá del bien y el mal Él nos esperaba en el patio ese día, el sol asfixiaba el concreto.

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Querido señor Yeats Pierde celos tiene himno polvo descanso los brazos colgados la sangre continua pálida rosanaranja piel como amor no correspondido libra por medio de mi tos un cuerpo carraspea silencio ​come quema fornica revienta​.

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Me cuestan lágrimas que cuestan días​, agosto jueves llovías del lado, LUNES flor de tumba en tarro olvidado MIERCOLES cristal sugerente (eres) VIERNES tajo atado gasa, madre incontada color paloma, te amo. Manzana sabor fresa animal sanguinario ROJO el color de los RAYONES de tu cabeza ES cariño costumbre aroma olvidado ES destino cariño NO ES camino, En la Flor funeral habré ido. Como MARTES aire cementerio nunca fallezco QUIEN Inmensa cama pertenezco , bullicio intermitente Cadáver aullante viró la frazada, Tumba carente de madre y padre Tiembla tumba de mi carne. YA NO cuento los fuegos muertos , los tajos abiertos ,YA NO. SABADO pasado , cariñas impostor nocturnas fogatas niñas, su nicho, negror Flor de tumba recuerdo HIERRO DOMINGO de cosas invencibles Sueño de Dios: pan y vino mi sangre DE Cadenas tiempo-espacio: Limites mortales MADRE me verá suspirando derramada, MADRE gime su piel magullada MADRE me deja ir MADRE besa el cielo perlado MADRE flor de tumba en tarro olvidado.

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Una madre meciendo a su hijo de meses Hijo mío, curiosa la cara de tu padre, lunar horroroso en la mejilla, idéntico, la forma tenebrosa de tus parpados ¡cargan los ojos de un muerto! Maldito tu rostro, el único medio que tiene tu padre, el desgraciado, de reconocerse, de encontrarnos en medio de la vía pública con trompetas y manifiestos de perdón y arrepentimiento por la ausencia innata, el amor invertebrado y el verbo frío, exigiendo un hijo que le dé entierro que haga gracia por la estirpe recuperada que haga brindis el día de su muerte. que le diga te quiero, te he perdonado por todo, papá.

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El cansancio que se confiesa en lo más profundo del día​, esa lasitud crea el sonido de un intento de plegaria, un susurrante viento bajo el pálido sol gris, el sabor amargo de un tacto olvidado, escondido entre sideral cercanía, cielo vacío que abriga una tierra poluta, parajes desconocidos por ser conocidos hace ya demasiado, la ciudad, el reino silencioso y la soledad su monarca mudo.

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En la población Hubo un niño jugando solo en esas calles movidas por sus pies la compasión del corazón de las señoras quizás a sus doce cometió el primer crimen el fuego quemó la piel de algún hombre Terminó colgado en la carcel de Rancagua.

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Perder una guerra Las maderas crujen, rugen cuando estás pensando en ti el metal se engrosa en la lengua tus dientes, megáfonos de guerra delimitan con cruces las bombas con que pusiste fronteras Cariño, vasija rota se hidrata ansiosa la lengua a goteos lamiendo los pedazos de cerámica arrastrándose por un manantial en sequía Soy la sombra que se alarga este verano pero en el ciclo del clima mediterraneo esta sombra después solo dará frío y el agua que ahora se lame se escupirá desde la garganta salada Me duelen los pies de estar aquí parada vivo de este tajo que no encuentro y cuya búsqueda me pierde a la espera del siguiente verano que me cosas la herida con hilo curado.

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Infectados

Se está como septiembre en las comis volantines.

Juego ungarettiano

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Querido señor Yeats Se ve obligado hasta el final del tacto rascaduras presiones la uña endurecida vieja de crecer rasco quita el sueño risa breve cambio de mano temor a Dios acústica férrea madera estación vivo o muerto la uña aún en diciembre ¿radiante? ambicioso cursi pendenciero hoy rasco mi último favor concedido, mi último deseo índice todo ensortijado por mi ano, hasta donde la uña se rompa, y entonemos inmundicias literarias por la boca, como por el cielo.

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Cántico del que dice ser chamán ¡Eyohuenia! ¡Eyohuenia! La cascada brilla matiz claro afecto. Sendero: poza de musgo amargo, que polvo guía destino fruto al sereno. Viaje pétalo a velos de respiro ¡Eyohui! ¡Eyohui! ¡Eyohuenia! ¡Eyohuenia! Lenguaje de sanar dentro naciente tomar claro de sol. Apu el sube al ritmo del tacto de albor suave pecho ¡Eyohui! ¡Eyohui! ¡Eyohuenia! ¡Eyohuenia! Ambiente: bosque perpetuo divino ramas sacro rojas ¡avanza hoja luz! ¡cambia agua diosa! poza cúspide de bellos llantos procesión altar agraria al monte ¡Eyohuenia! ¡Eyohuenia! ¡Eyohui! ¡Eyohui! El cantaba alto lo acompañaba pero la Poza Azul era quien me viajaba.

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El cubículo personal​, la bóveda que tiene más que el exterior, una lluvia de ideas y de característicos imperfectos, el patio de la mente que se cubre de suciedad pero que abraza lo impoluto, un diario sobre el día a día que se escribe con observar.

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La huida Si por casualidad te miento aunque pida de rodillas confianza prométeme que no volverás a confiar en mí. Si en algún momento te fallo dame tu palabra, te lo suplico que jamás me perdonarás. Te advierto que en mi búsqueda incesante entre esas idas y venidas te marchitaré. Aunque te pida lo contrario júrame que huirás muy lejos de mí. Mi armadura siempre me acompañará y, si te destruyo con mi escudo ni imaginas lo que puedo hacer con mi lanza.

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Quimera De poder hubiera de tener habría de querer haría de saber sería.

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No seré más que el pasado vergonzoso que te saca una sonrisa a media cuadra camino a tu vida sin mí.

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Índice Introducción al viaje de los pudores, Tamara Villa

05

Anillos, Catalina Carrasco

06

Dieciocho de septiembre, Ania C. Rojas

07

A la orilla de cientos de clavos, José Díaz

08

Sin que el viento más ligero lo delatara […], Vicente Montecino Kokaly

09

La estética del miserabilismo, Génesis Salazar

10

Querido señor Yeats, Sergio Salamanca

11

Días de dos mil veinte, Yael Orenstein

12

Virus sin fronteras, fronteras fragmentadas por amor, Nicol Barría-Asenjo

13

No le crean al jipi, Javier Vilches

14

El aserradero, Rodrigo Roa

15

Tierra es la respuesta a mi canto […], Pablo Farías Letelier

16

Refugio, Catalina Carrasco

17

Mamá, Génesis Salazar

18

Hija de la luna, Yael Orenstein

19

Despedida, José Díaz

20

Comunicado de la organización gremial de trabajadoras metafóricas de las artes, Tamara Villa

21

Mota de polvo, José Díaz

23

Todo es cuestión de apariencias […], Pablo Farías Letelier

24

Sin fines psicomágicos, Génesis Salazar

25


Te necesito contar que conocí a una persona […], Vicente Montecino Kokaly 26 Desvelo, Javier Vilches

27

Por la noche […], Ania C. Rojas

28

La calle es cercanamente extraña […], Vicente Montecino Kokaly

29

Dios no ha muerto, lamentablemente, Tamara Villa

30

Fruta de temporada, Javier Vilches

31

Roberto, Catalina Carrasco

32

Ofertorio, Pablo Farías Letelier

33

Sin venia, Génesis Salazar

34

Juegos de palacio, Yael Orenstein

35

Primero, segundo y tercero, Yael Orenstein

36

Cuerpes en carrete, Javier Vilches

38

Reguetón con ascendente Trap, en S Mayor, Tamara Villa 39 En tus contradicciones está la verdad […], Catalina Carrasco

40

Hilachas, José Díaz

41

Candado, Nicol Barria-Asenjo

42

X, Tamara Villa

43

Cualquiera, Catalina Carrasco

44

Jorge en los bosques perdidos, José Díaz

45

Manifiesto, Rodrigo Roa

46

Habitación, Javier Vilches

47


Caímos al nadir, Génesis Salazar

48

Querido señor Yeats, Sergio Salamanca

49

Me cuestan lágrimas que cuestan días […], Ania C. Rojas

50

Una madre meciendo a su hijo de meses, José Díaz

51

El cansancio que se confiesa en lo más profundo del día […], Vicente Montecino Kokaly

52

En la población, Rodrigo Roa

53

Perder una guerra, Tamara Villa

54

Infectados, Pablo Farías Letelier

55

Querido señor Yeats, Sergio Salamanca

56

Cántico del que dice ser chamán, Javier Vilches

57

El cubículo personal […], Vicente Montecino Kokaly

58

La huida, Nicol Barria-Asenjo

59

Quimera, Génesis Salazar

60

No seré más que […], Catalina Carrasco

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