Hoja Parroquial - 08 de Mayo de 2011 - Num. 19

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Hoja parroquial Arquidiócesis de Guadalajara, A.R.

N.º 19 • Domingo III de Pascua, Ciclo A • 8 de Mayo de 2011

Fundado el 4 de junio de 1930. Registro postal IM14-0019, impresos depositados por sus editores o agentes INDA-04-2007-103013575500-106

Crisis y Alegría L

a historia de los discípulos de Emaús, nos coloca ante un fenómeno que también puede experimentar cada uno de nosotros, así como la misma comunidad cristiana. Es el fenómeno de la crisis, o fases graves y delicadas que puede atravesar nuestra vida cristiana y la vida de la Iglesia. Los dos discípulos de Emaús habían seguido con sinceridad a Jesús, y se habían hecho sus amigos, poniendo en Él su esperanza: "Nosotros esperábamos que Él fuera el futuro liberador de Israel". Pero se encuentran con que Jesús ha muerto, y, naturalmente, consideran esta muerte como el fracaso y la desaparición de la acción de Jesús en el mundo. Desorientados, decepcionados y entristecidos caminan, discutiendo y comentando entre sí la crisis que están pasando... No nos resulta difícil, de una u otra forma, sentirnos representados en los discípulos de Emaús. Es normal que también tengamos, como ellos, unas ideas y formas determinadas de vivir; de entender la fe en Jesús, y nuestra adhesión a la Iglesia... y que todo esto se mezcle con prejuicios y sectarismos dentro de nosotros, aunque nos esforcemos para que no sea así. Así es nuestra forma de ser -como la de los discípulos de Emaús, y la de todos los apóstoles-: humana, indecisa, contradictoria, pecadora. Por eso, nos resulta conveniente, e incluso necesaria, la

crisis, como una etapa para decidirnos de nuevo, y convertirnos totalmente. Ya decía el Concilio que "la Iglesia necesitada siempre de purificación, va en continua busca de penitencia y de renovación" (L.G. 8).

Salir de la crisis Tenemos que hacer como los de Emaús: ponernos en comunión con Jesús, que camina entre nosotros, en el Pan y en la Palabra, ya que son la fuerza y la verdad para toda crisis. Lo que ahora esta estamos celebrando, es lo que hiciehicie ron y vieron los discípulos de Emaús: "Tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio...". Ellos comentaron: "¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino, y nos explicaba las Escrituras?". Debemos superar, pues, nuestros momentos de crisis con una fe más purificada. Examinemos tanto nuestras crisis personales, como las crisis que afectan a la Iglesia. Todos tenemos tendencia a una u otra de estas actitudes enferenfer mizas... ¿Intentamos evitarlo? ¿Cómo buscamos que la Palabra de Dios y sus sacramentos nos purifiquen? ¿Cómo acogemos a Cristo, que nos habla para nuestra corrección en los demás hermanos, y en los pastores de la Iglesia? Como a los discípulos de Emaús, Jesús también está entre nosotros para partir el pan, e invitarnos a su mesa, para que sepamos vivir de nuevo, y más a fondo, nuestra vida cristiana y la vida de la Iglesia. 1


ANTÍFONA DE ENTRADA Sal 65, 1-2

Aclamen al Señor, habitantes todos de la tierra, canten un himno a su nombre, denle gracias y alábenlo. Aleluya.

SALMO RESPONSORIAL

del salmo 15, 1-2ª . 5 7-8. 9-10. 11 R. Enséñanos, Señor, el camino de la vida. Aleluya.

Protégeme, Dios mío, pues eres mi refugio. Yo siempre he dicho que Tú eres mi Señor. El Señor es la parte que me ha tocado en herencia: mi vida está en sus manos. R. Enséñanos, Señor, el camino de la vida. Aleluya.

Bendeciré al Señor, que me aconseja, hasta de noche me instruye internamente. Tengo siempre presente al Señor y con Él a mi lado, jamás tropezaré. R. Enséñanos, Señor, el camino de la vida. Aleluya.

Por eso se me alegran el corazón y el alma, y mi cuerpo vivirá tranquilo, porque Tú no me abandonarás a la muerte ni dejarás que sufra yo la corrupción. R. Enséñanos, Señor, el camino de la vida. Aleluya.

Enséñame el camino de la vida, sáciame de gozo en tu presencia y de alegría perpetua junto a ti. R. Enséñanos, Señor, el camino de la vida. Aleluya.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Cfr. Lc 24, 32

R. Aleluya, aleluya. Señor Jesús, haz que comprendamos la Sagrada Escritura. Enciende nuestro corazón mientras nos hablas. R. Aleluya.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Lc 24, 35

Al atardecer del día de la resurrección, los discípulos reconocieron al Señor cuando partió el pan. Aleluya. 2

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles 2, 14. 22-33 El día de Pentecostés, se presentó Pedro, junto con los Once, ante la multitud, y levantando la voz, dijo: “Israelitas, escúchenme. Jesús de Nazaret fue un hombre acreditado por Dios ante ustedes, mediante los milagros, prodigios y señales que Dios realizó por medio de Él y que ustedes bien conocen. Conforme al plan previsto y sancionado por Dios, Jesús fue entregado, y ustedes utilizaron a los paganos para clavarlo en la cruz. Pero Dios lo resucitó, rompiendo las ataduras de la muerte, ya que no era posible que la muerte lo retuviera bajo su dominio. En efecto, David dice, refiriéndose a Él: Yo veía constantemente al Señor delante de mí, puesto que Él está a mi lado para que yo no tropiece. Por eso se alegra mi corazón y mi lengua se alboroza; por eso también mi cuerpo vivirá en la esperanza, porque Tú, Señor, no me abandonarás a la muerte, ni dejarás que tu santo sufra la corrupción. Me has enseñado el sendero de la vida y me saciarás de gozo en tu presencia. Hermanos, que me sea permitido hablarles con toda claridad: el patriarca David murió y lo enterraron, y su sepulcro se conserva entre nosotros hasta el día de hoy. Pero, como era profeta, y sabía que Dios le había prometido con juramento que un descendiente suyo ocuparía su trono, con visión profética habló de la resurrección de Cristo, el cual no fue abandonado a la muerte ni sufrió la corrupción. Pues bien, a este Jesús Dios lo resucitó, y de ello todos nosotros somos testigos. Llevado a los cielos por el poder de Dios, recibió del Padre el Espíritu Santo prometido a Él y lo ha comunicado, como ustedes lo están viendo y oyendo”. Palabra de Dios. Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro 1, 17-21 Hermanos: Puesto que ustedes llaman Padre a Dios, que juzga imparcialmente la conducta de cada uno según sus obras, vivan siempre con temor filial durante su peregrinar por la tierra. Bien saben ustedes que de su estéril manera de vivir, heredada de sus padres, los ha rescatado Dios, no con bienes efímeros, como el oro y la plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, el cordero sin defecto ni mancha, al cual Dios había elegido desde antes de la creación del mundo, y por amor a ustedes, lo ha manifestado en estos tiempos, que son los últimos. Por Cristo, ustedes creen en Dios, quien lo resucitó de entre los muertos y lo llenó de gloria, a fin de que la fe de ustedes sea también esperanza en Dios. Palabra de Dios. EVANGELIO Lectura del santo Evangelio según san Lucas 24, 13-35 El mismo día de la resurrección, iban dos de los discípulos hacia un pueblo llamado Emaús, situado a unos once kilómetros de Jerusalén, y comentaban todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús se les acercó, y comenzó a caminar con ellos; pero los ojos de los dos discípulos estaban velados y no lo reconocieron. Él les preguntó: “¿De qué cosas vienen hablando, tan llenos de tristeza?”. Uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: “¿Eres tú el único forastero que no sabe lo que ha sucedido estos días en Jerusalén?”. Él les preguntó: “¿Qué cosa?”. Ellos le respondieron: “Lo de Jesús el nazareno, que era un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo. Cómo los sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que Él sería el libertador de Israel, y sin embargo, han pasado ya tres días desde que estas cosas sucedieron. Es cierto que algunas mujeres de nuestro grupo nos han desconcertado, pues fueron de madrugada al sepulcro, no encontraron


el cuerpo y llegaron contando que se les habían aparecido unos ángeles, que les dijeron que estaba vivo. Algunos de nuestros compañeros fueron al sepulcro y hallaron todo como habían dicho las mujeres, pero a Él no lo vieron”. Entonces Jesús les dijo: “¡Qué insensatos son ustedes y qué duros de corazón para creer todo lo anunciado por los profetas! ¿Acaso no era necesario que el Mesías padeciera todo esto y así entrara en su gloria?”. Y comenzando por Moisés y siguiendo con todos los profetas, les explicó todos los pasajes de la Escritura que se referían a Él. Ya cerca del pueblo a donde se dirigían, Él hizo como que iba más lejos; pero ellos le insistieron, diciendo: “Quédate con nosotros, porque ya es tarde y pronto va a oscurecer”. Y entró para quedarse con ellos. Cuando estaban a la mesa, tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. Entonces se les abrieron los ojos y lo reconocieron, pero Él se les desapareció. Y ellos se decían el uno al otro: “¡Con razón nuestro corazón ardía, mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras!”. Se levantaron inmediatamente y regresaron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, los cuales les dijeron: “De veras ha resucitado el Señor y se le ha aparecido a Simón”. Entonces ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan. Palabra del Señor.

"Santa María, Madre nuestra…"

E

l Papa Pablo VI, dirigiéndose a los padres conciliares del Vaticano II, declaró que María Santísima es Madre de la Iglesia. La Virgen María es la Madre de todos los hombres, y especialmente de los miembros del Cuerpo Místico de Cristo, desde que es Madre de Jesús por la Encarnación. Jesús mismo lo confirmó desde la Cruz antes de morir, dándonos a su Madre por madre nuestra en la persona de San Juan, el discípulo que la acogió como Madre... nosotros hemos de tener la misma actitud que el Discípulo Amado. Por eso, la piedad de la Iglesia hacia la Santísima Virgen es un elemento intrínseco del culto cristiano. Vamos cumpliendo así la profecía de la Virgen, que dijo: "Me llamarán bienaventurada todas las generaciones" (Lc 1, 48).

María es Madre de la Iglesia, porque, al ser Madre de Cristo, es también madre de los fieles y de los pastores de la Iglesia, que forman con Cristo un solo Cuerpo Místico. Llamamos a María Mediadora y Cooperadora de la Redención porque, con su caridad maternal y su colaboración en el Sacrificio de Cristo, participó en nuestra reconciliación, que aplica a los hermanos de su Hijo, todavía peregrinos con su constante y amorosa intercesión. La Iglesia tributa a la Virgen un culto singular, que empezó pronto en la Iglesia y que durará siempre, según las palabras proféticas de María antes dichas (Lc 1, 48). Ese amor que los fieles tributan a María como Madre, procurando amarla como la ama el Señor Jesús, es lo que conocemos como Piedad Filial.

Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible. Creo en un solo Señor Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su Reino no tendrá fin. Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un solo Bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén

Continua en la página 4

Gloria a Dios en el Cielo, y en la Tierra paz a los hombres que ama el Señor. Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos; te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial,

Dios Padre todopoderoso. Señor Hijo único Jesucristo, Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; Tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; Tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica;

Tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros, porque sólo Tú eres santo, sólo Tú, Señor, sólo Tú, Altísimo Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre. Amén 3


Santa María, Madre de Dios… La fiesta mariana más antigua, que se conoce en Occidente, es la de "María, Madre de Dios". En las Catacumbas o antiquísimos subterráneos, que están cavados debajo de la ciudad de Roma, y donde se reunían los primeros cristianos para celebrar la Misa en tiempos de las persecuciones, hay pinturas con este nombre: "María, Madre de Dios". Si nosotros hubiéramos podido formar a nuestra madre, ¿qué cualidades le habríamos dado? Pues Cristo, que es Dios, sí formó a su propia madre. Y ya podemos imaginar que la dotó de las mejores cualidades que una criatura humana puede tener. Pero, ¿es que Dios ha tenido principio? No. Dios nunca tuvo principio, y la Virgen no formó a Dios. Pero Ella es Madre de uno que es Dios, y por eso es Madre de Dios. Cuando, en el año 431, el hereje Nestorio se atrevió a decir que María no era Madre de Dios, se reunieron los 200 obispos del mundo en Éfeso (la ciudad donde la Santísima Virgen pasó sus últimos años). Iluminados por el Espíritu Santo, declararon: "La Virgen María sí es Madre de Dios porque su Hijo, Cristo, es Dios". Y acompañados por todo el gentío de la ciudad que los rodeaba, portando antorchas encendidas, hicieron una gran procesión cantando: "Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén".

Encuentros para Adolescentes 13, 14 y 15 de mayo de 2011 Este encuentro se realizará en la Casa Pastoral“Idelfonso Águila”, en el Deportivo Morelos, frente al Dermatológico.

20, 21 y 22 de mayo de 2011

Te invita a escuchar

“MUNDO FAMILIA” Un programa conducido por Lupita Venegas y Meche Covarrubias Lunes a viernes 11:00 hrs.

1480 AM

Pedidos a domicilio al teléfono: 3613 3043

Pabellón • La Gran Plaza • Plaza Patria • Arboledas • Iteso • Galerías

JUBILEO CIRCULAR 2, 3 y 4: Lunes, Martes y Miércoles

CAPILLA DEL SAGRADO CORAZÓN, Las Pintas MADRE MISIONERA Y REINA DE LOS MEXICANOS SAN MARTÍN DE LAS FLORES SANTIAGO APÓSTOL, Col. Oblatos NTRA. SRA. DE STA. ANITA LA CRUCITA, San Martín de Porres SEÑOR DE ESQUIPULAS, Buenavista VIRGEN DE GUADALUPE, Zapotitán de Hidalgo SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, Huaxtla

5, 6 y 7: Jueves, Viernes y Sábado SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, Tesistán SAN JOSÉ DE LOS POETAS SAN FRANCISCO, Zoquipan EL EXPIATORIO SANTA CRUZ DE JESÚS Y MARÍA SAN MATEO, Santa Cecilia VIRGEN DE GUADALUPE, El Salto SAN ANTONIO MATUTE INMACULADA CONCEPCIÓN, Ameca

Boletín semanal de la Arquidiócesis de Guadalajara, A.R. Tiraje de 200,000 a 300,000. $40.00 ciento Director Responsable: Pbro. Adalberto González González Redacción: Pbro. Alberto Ávila, Pbro. Juan Javier Padilla Liceo 17, Guadalajara, Jal. Tel.: 3942-4305 Administración: Pbro. Rubén Darío Rivera • Alcalde 294, Guadalajara, Jal. Tel.: 3614-2746

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