El Bautismo del Señor, Ciclo C 12 de enero de 2025
Arquidiócesis de Guadalajara, A.R.
NO. 2
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“Tú eres mi Hijo amado, a quien he elegido”
Después de las fiestas de la Navidad y la Epifanía, la Iglesia nos invita este domingo, con el cual comienza el llamado “Tiempo Ordinario” del año litúrgico, a contemplar los hechos y las enseñanzas de Jesús en el inicio de su vida pública, inaugurada con su Bautismo en el río Jordán.
Una vida fortalecida
El verbo “bautizar” proviene del griego y significa sumergir. El rito del bautismo consiste originariamente en sumergirse o ser sumergida una persona en el agua, que es un elemento imprescindible de la vida, para expresar así el paso a una existencia renovada mediante un nuevo nacimiento: si el ser humano desde el comienzo de su existencia no puede subsistir sin el agua como medio vital, el bautismo manifiesta el paso a una vida nueva.
Juan invitaba a sus oyentes al bautismo en el río Jordán para expresar una sincera voluntad de renovación. Jesús no necesitaba convertirse porque en Él no había pecado alguno, pero se sumó a la gente que recibía el bautismo de Juan para indicar que Él mismo, siendo inocente, llevaría humildemente sobre sí el pecado del mundo y así cumpliría
la voluntad de Dios: hacernos posible el paso a una auténtica vida nueva, a imagen de la suya como Hijo de Dios.
Por eso, al celebrar el Bautismo de Jesús, se nos invita a revivir el sentido de nuestro bautismo, el sacramento por el cual hemos sido incorporados a Jesús y a su Iglesia para vivir, siguiendo su ejemplo de vida, como verdaderos hijos de Dios.
de este domingo: “Éste es mi servidor…, mi elegido a quien prefiero. Sobre él he puesto mi Espíritu” (Isaías 42, 1-7).
Bautizados para hacer el bien
Jesús está siempre en medio de los seres humanos precisamente en calidad de servidor: servidor de Dios mediante el servicio a todos los seres humanos, tal como nos lo describe el discurso del apóstol Pedro en la segunda lectura, “fue ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo” y “pasó haciendo el bien”
También nosotros hemos recibido en el sacramento del bautismo al Espíritu Santo, que hace posible en nuestra existencia una vida nueva como hijos e hijas de Dios para en todo amarlo y servirlo, participando así en su reino de amor y de paz, en esta vida y en la eterna. Que así sea.
La fiesta del Bautismo del Señor actualiza para nosotros la manifestación de Jesús como Hijo de Dios, título dado por los profetas al Mesías prometido que iniciaría el reinado de Dios mismo en los corazones de quienes estuvieran dispuestos a su acción salvadora. Tal es, a su vez, el sentido de la profecía de Isaías en la primera lectura
ORACIÓN COLECTA
Dios todopoderoso y eterno, que proclamaste solemnemente a Jesucristo como tu Hijo muy amado, cuando, al ser bautizado en el Jordán, des- cendió el Espíritu Santo sobre él, concede a tus hijos de adopción, renacidos del agua y del Espíritu Santo, que se conserven siempre dignos de tu complacencia. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
PRIMERA LECTURA
Del libro del profeta Isaías 42, 1-4, 6-7 Sentados Esto dice el Señor: “Miren a mi siervo, a quien sostengo, a mi elegido, en quien tengo mis complacencias. En él he puesto mi espíritu para que haga brillar la justicia sobre las naciones. No gritará, no clamará, no hará oír su voz por las calles; no romperá la caña resquebrajada, ni apagará la mecha que aún humea. Promoverá con firmeza la justicia, no titubeará ni se doblegará hasta haber establecido el derecho sobre la tierra y hasta que las islas escuchen su enseñanza. Yo, el Señor, fiel a mi designio de salvación, te llamé, te tomé de la mano, te he formado y te he constituido alianza de un pueblo, luz de las naciones, para que abras los ojos de los ciegos, saques a los cautivos de la prisión y de la mazmorra a los que habitan en tinieblas”.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 28
R. Te alabamos, Señor.
Hijos de Dios, glorifiquen al Señor, denle la gloria que merece. Postrados en su templo santo, alabemos al Señor.
R. Te alabamos, Señor.
La voz del Señor se deja oír sobre las aguas torrenciales. La voz del Señor es poderosa, la voz del Señor es imponente.
R. Te alabamos, Señor.
El Dios de majestad hizo sonar el trueno de su voz. El Señor se manifestó sobre las aguas desde
su trono eterno.
R. Te alabamos, Señor.
SEGUNDA LECTURA
Del libro de los hechos de los apóstoles 10, 34-38
En aquellos días, Pedro se dirigió a Cornelio y a los que estaban en su casa, con estas palabras: “Ahora caigo en la cuenta de que Dios no hace distinción de personas, sino que acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que fuere. Él envió su palabra a los hijos de Israel, para anunciarles la paz por medio de Jesucristo, Señor de todos. Ya saben ustedes lo sucedido en toda Judea, que tuvo principio en Galilea, después del bautismo predicado por Juan: cómo Dios ungió con el po- der del Espíritu Santo a Jesús de Nazaret y cómo éste pasó haciendo el bien, sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él”.
Palabra de Dios.
ACLAMACIÓN ANTES
DEL EVANGELIO Mc 9, 7
R. Aleluya, aleluya
Se abrió el cielo y resonó la voz del Padre, que decía: “Este es mi Hijo amado; escúchenlo”.. R. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 3, 15-16. 21-22
Enaquel tiempo, Juan predicaba diciendo: “Ya viene detrás de mí uno que es más poderoso que yo, uno ante quien no merezco ni siquiera inclinarme para desatarle la correa de sus sandalias. Yo los he bautizado a ustedes con agua, pero él los bautizará con el Espíritu Santo”.
Por esos días, vino Jesús desde Nazaret de Galilea y fue bautizado por Juan en el Jordán. Al salir Jesús del agua, vio que los cielos se rasgaban y que el Espíritu, en figura de paloma, descendía sobre él. Se oyó entonces una voz del cielo que decía: “Tú eres mi Hijo amado; yo tengo en ti mis complacencias”. Palabra del Señor.
ORACIÓN DESPU É S DE LA COMUNIÓN
De pie
Saciados con estos sagrados dones, implo- ramos, Señor, tu clemencia, para que, escuchando fielmente a tu Unigénito, nos llamemos y seamos de verdad hijos tuyos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos
La Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, en este 2025, se celebrará del 18 al 25 de enero; enfatiza la importancia de la unidad en la fe cristiana y busca crear un ambiente de diálogo y colaboración entre las diferentes tradiciones cristianas. Se anima a las comunidades a participar en actividades conjuntas, como servicios de adoración, estudios bíblicos y encuentros de oración.
Su origen se remonta a principios del siglo XX. La primera celebración de esta semana se realizó en 1908, organizada por el padre Paul Wa son, un sacerdote anglicano estadounidense. Wa son y su comunidad en Graymoor, Nueva York, marcaron esta semana como un tiempo de oración y reflexión por la unidad entre los cristianos. A medida que el movimiento ecuménico ganó impulso, diversas iglesias comenzaron a participar en la celebración. En 1935, el movimiento fue adoptado por el Consejo Mundial de Iglesias y se establecieron pautas más amplias para la celebración. El tema de la Semana en este 2025 será: “¿Crees esto?” (Juan 11:17-27). Está basado en el diálogo entre Jesús y Marta cuando Jesús visitó la casa de Marta y María en Betania tras la muerte de su hermano Lázaro. Cada año, el tema es preparado por un comité ecuménico de distintas tradiciones cristianas. Se espera que este enfoque motive reflexiones sobre la verdad en el contexto de la unidad y la misión de la Iglesia.