Vio y creyó
Hoy celebramos la Pascua, "la fiesta de las fiestas", porque es el día de la Resurrección del Señor. Por esto, hoy, cielos y �erra cantan el aleluya, expresión de alegría que significa "alabad al Señor", an�guo grito de alabanza litúrgica heredado del culto israelí�co.
Celebramos hoy, después de escuchar esta pasada noche el anuncio pascual, el hecho central de nuestra fe: que Cristo, tal como decimos en el Símbolo de la Fe, después de su crucifixión, muerte y sepultura, "resucitó al tercer día".
Cristo es el Viviente
En el Evangelio, el sepulcro vacío desconcertó primeramente a las mujeres y a los mismos Apóstoles, pero después entendieron su sen�do: aceptaron un hecho histórico y comprendieron su sen�do de salvación a la luz de las Escrituras. El cuerpo de Jesús, muerto en la cruz, ya no estaba allí. Pero no porque hubiera sido robado, sino porque había resucitado. Aquel Cristo a quien habían seguido era el viviente; en Él triunfaba la vida; en Él se an�cipaba el "Día del Señor", en el que esperaban la resurrección de los muertos. Cristo es el vencedor de la muerte: "Victor mor�s".
Vio y creyó. Sí, la Pascua nos pide sobre todo un gran acto de fe. Creemos que Cristo vive; creemos que es nuestro Redentor, el Redentor del hombre y de todo
hombre que no lo rechaza; creemos que en Cristo tenemos la vida verdadera...
Pascua es dar testimonio Sin la Resurrección de Cristo no se habrían escrito los Evangelios ni exis�ría la Iglesia. Los Apóstoles fueron, antes que nada, tes�gos de la Resurrección de Jesús, como leemos hoy en la predicación de Pedro en la Primera Lectura de la Misa del día de Pascua.
Aquel mismo tes�monio, que ha sido como un fuego que da calor a las almas de los creyentes hasta hoy. No nos reúne nada más. Seamos conscientes de que no tenemos otro obje�vo en nuestra convocatoria de hoy y de cada domingo –¡todo el año es como una celebración pascual!– que acoger el don de Dios Padre en el Cristo viviente, y transmi�r este mensaje a las nuevas generaciones. Sean cuales sean las dificultades, este es nuestro deber más sagrado: transmi�r la BUENA NOTICIA DE QUE, EN CRISTO, LA VIDA HA VENCIDO A LA MUERTE, como glosa poé�camente la secuencia de la Misa. Digamos al mundo hoy, día santo de Pascua, y todo el año que:
"Lucharon vida y muerte en singular batalla y, muerto el que es Vida, triunfante se levanta".
(Secuencia de Pascua)
ORACIÓN COLECTA
Señor Dios, que por medio de tu Unigénito, vencedor de la muerte, nos has abierto hoy las puertas de la vida eterna, concede a quienes celebramos la solemnidad de la resurrección del Señor, resucitar también en la luz de la vida eterna, por la acción renovadora de tu Espíritu. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
1Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles 10, 34a. 37-43 En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo: “Ya saben ustedes lo sucedido en toda Judea, que tuvo principio en Galilea, después del bau�smo predicado por Juan: cómo Dios ungió con el poder del Espíritu Santo a Jesús de Nazaret y cómo éste pasó haciendo el bien, sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él. Nosotros somos tes�gos de cuanto él hizo en Judea y en Jerusalén. Lo mataron colgándolo de la cruz, pero Dios lo resucitó al tercer día y concedió verlo, no a todo el pueblo, sino únicamente a los tes�gos que él, de antemano, había escogido: a nosotros, que hemos comido y bebido con él después de que resucitó de entre los muertos.
Él nos mandó predicar al pueblo y dar tes�monio de que Dios lo ha cons�tuido juez de vivos y muertos. El tes�monio de los profetas es unánime: que cuantos creen en él reciben, por su medio, el perdón de los pecados". Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
del salmo 117, 1-2. 16ab-17. 22-23
R. Este es el día del triunfo del Señor. Aleluya.
Te damos gracias, Señor, porque eres bueno, porque tu misericordia es eterna.
Diga la casa de Israel:
“Su misericordia es eterna”.
R. Este es el día del triunfo del Señor. Aleluya.
La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es nuestro orgullo. No moriré, continuaré viviendo para contar lo que el Señor ha hecho.
R. Este es el día del triunfo del Señor. Aleluya.
La piedra que desecharon los constructores, es ahora la piedra angular.
Esto es obra de la mano del Señor, es un milagro patente.
R. Este es el día del triunfo del Señor. Aleluya.
2Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los colosenses 3, 1-4 Hermanos: Puesto que ustedes han resucitado con Cristo, busquen los bienes de arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios. Pongan todo el corazón en los bienes del cielo, no en los de la �erra, porque han muerto y su vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando se manifieste Cristo, vida de ustedes, entonces también ustedes se manifestarán gloriosos, juntamente con él. Palabra de Dios.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO
Cfr. 1Cor 5, 7-8
R. Aleluya, aleluya. Cristo, nuestro cordero pascual, ha sido inmolado; celebremos, pues, la Pascua. R. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio
según san Juan 20, 1-9
El primer día después del sábado, estando todavía oscuro, fue María Magdalena al sepulcro y vio removida la piedra que lo cerraba. Echó a correr, llegó a la casa donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: “Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo habrán puesto”.
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos iban corriendo juntos, pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro y llegó primero al sepulcro, e inclinándose, miró los lienzos puestos en el suelo, pero no entró.
En eso llegó también Simón Pedro, que lo venía siguiendo, y entró en el sepulcro. Contempló los lienzos puestos en el suelo y el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, puesto no con los lienzos en el suelo, sino doblado en si�o aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, y vio y creyó, porque hasta
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Dios de bondad, protege paternalmente con amor incansable a tu Iglesia, para que, renovada por los misterios pascuales, pueda llegar a la gloria de la resurrección. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Personajes de la Resurrección
Todos conocemos los relatos en torno a la Resurrección de Jesús y nos son familiares todos los personajes: las mujeres, Pedro, el discípulo amado, Tomás, los de Emaús, los soldados, los ángeles, los sumos sacerdotes…
Una de las funciones principales de los personajes en un relato es ayudar a los lectores a iden�ficarse con ellos y, de esta manera, hacer suyo el relato, par�cipar desde dentro en lo que se está contando.
Esta función es especialmente importante en el caso de los relatos evangélicos: han sido escritos para sostener la fe de los lectores, para ayudar a tener un encuentro pascual con el Resucitado en con�nuidad con aquellos primeros encuentros.
Vamos a fijarnos en algunas claves que comparten aquellos personajes para intentar ayudar a hacer nuestra esta experiencia pascual: nosotros somos María de Magdala, somos Tomás, somos Simón, somos el discípulo amado.
entonces no habían entendido las Escrituras, según las cuales Jesús debía resucitar de entre los muertos. Palabra del Señor.
Magdala y Emaús
Nos fijamos en los parecidos entre María Magdalena (Jn 20) y los dos discípulos de Emaús (Lc 24).
María busca, llorando y con amor, el cuerpo difunto del amigo. Los de Emaús, en cambio, regresan a su hogar, ya no buscan nada: se alejan de Jerusalén porque un sepulcro ha frustrado toda su esperanza.
El Señor resucitado les sale al encuentro: ninguno de ellos lo reconoce. La experiencia pascual necesita un proceso de reconocimiento. María, "se volverá" gracias a la voz de Jesús que pronuncia su nombre. Los de Emaús, comprenderán a través de un gesto: la fracción del pan. La experiencia del Señor no es evidente, la fe consiste en reconocer una voz y una presencia.
En ambos casos, el Señor no se deja retener: María no puede aferrarse a Jesús y los de Emaús
dejan de verlo cuando lo reconocen. La experiencia pascual es desprendida: la vida da un vuelco y queda sellada de alegría para siempre, pero el Señor nunca nos pertenece.
¿Y Tomás?
El fruto del encuentro es el regreso a la comunidad. María debe contar a los hermanos lo que le ha dicho el Señor, deber reconstruir la fraternidad. Los de Emaús deben regresar a Jerusalén para compar�r su experiencia y comenzar la misión. Todo el que se encuentra con Cristo regresa a su comunidad, y allí comparte toda la gracia recibida. Podríamos aplicar estas mismas claves al discípulo Tomás (Jn 20), aunque los elementos cambian de orden: Tomás regresa a la comunidad y, gracias a ello, puede encontrarse con Jesús vivo; llega el reconocimiento y, por fin, la confesión de fe.
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