XXX Domingo Ordinario, Ciclo B
27 de octubre de 2024
Arquidiócesis de Guadalajara, A.R.
NO. 43
Fundada el 4 de junio de 1930. Registro postal: IM14-0019 INDA-04-2007-103013575500-106
27 de octubre de 2024
Arquidiócesis de Guadalajara, A.R.
Fundada el 4 de junio de 1930. Registro postal: IM14-0019 INDA-04-2007-103013575500-106
ElEvangelio de hoy relata la curación del ciego llamado Bartimeo. Hacer que un ciego pueda ver es un milagro. Un milagro que señala una intervención de Dios determinante en la situación de los hombres: un hombre que no veía ahora puede ver.
Más allá de lo físico
Parecería que el milagro ocurre solamente en lo exterior y “material”, pero definitivamente no es así; la narración evangélica no deja lugar a dudas. Las cosas no terminan ahí, en lo físico, donde el ciego puede ver, sino que van más allá.
Jesús anuncia a ese hombre que su fe lo ha salvado y a donde ese hombre –que era ciego– inicia el seguimiento de Jesús.
Todo ahora está claro. El cambio que Jesús anuncia y que Él mismo nos trae, es un cambio que afecta lo profundo del hombre, un cambio que vuelve al hombre al camino de salvación.
Jesús no vino a quitarles sus posesiones a los ricos ni a colmar de riquezas a los po-
bres; Él vino a ofrecer a pobres y a ricos la salvación. Cuando Jesús anuncia para los pobres la dicha de poseer el Reino, y cuando declara que un camello no puede pasar por el ojo de una aguja, nos está hablando de lo inútil que resultan todas las riquezas de los ricos para asegurar ni siquiera una esperanza de salvación, y nos descubre el gran valor de la pobreza por cuanto ella es disposición
que se requiere de necesidad para aceptar y vivir los valores del Reino.
El cambio que Jesús ha realizado en la historia de los hombres es de verdad mucho más profundo, maravilloso y decisivo que todo lo que los hombres se atrevieron a desear y pedir.
Pero resulta ser también –y eso por nuestra ofuscación– un cambio que muy pocos saben realmente estimar, apreciar y vivir.
Un cambio radical Que la Santísima Virgen María, aquella a quien dichosa llaman las generaciones porque, complacido en su pobreza, Dios la exaltó y colmó de bienes, nos ayude a comprender que, como cambian los ríos la suerte del desierto, así el Señor ha cambiado la suerte de la humanidad.
De pie
Dios todopoderoso y eterno, aumenta en nosotros la fe, la esperanza y la caridad, y para que merezcamos alcanzar lo que nos prometes, concédenos amar lo que nos mandas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Del libro del profeta Jeremías 31, 7-9
Sentados
Esto dice el Señor: “Griten de alegría por Jacob, regocíjense” por el mejor de los pueblos; proclamen, alaben y digan: ‘El Señor ha salvado a su pueblo, al grupo de los sobrevivientes de Israel’. He aquí que yo los hago volver del país del norte y los congrego desde los confines de la tierra. Entre ellos vienen el ciego y el cojo, la mujer encinta y la que acaba de dar a luz. Retorna una gran multitud; vienen llorando, pero yo los consolaré y los guiaré; los llevaré a torrentes de agua por un camino llano en el que no tropezarán. Porque yo soy para Israel un padre y Efraín es mi primogénito”. Palabra de Dios.
RESPONSORIAL
Del salmo 125, l-2ab. 2cd-3. 4-5. 6
Sentados
R. Grandes cosas has hecho por nosotros, Señor.
Cuando el Señor nos hizo volver del cautiverio, creíamos soñar; entonces no cesaba de reír nuestra boca ni se cansaba entonces la lengua de cantar.
R. Grandes cosas has hecho por nosotros, Señor.
Aun los mismos paganos con asombro decían: “¡Grandes cosas ha hecho por ellos el Señor!” Y estábamos alegres, pues ha hecho grandes cosas por su pueblo el Señor.
R. Grandes cosas has hecho por nosotros, Señor.
Como cambian los ríos la suerte del desierto, cambia también ahora nuestra suerte, Señor, y entre gritos de júbilo cosecharán aquellos que siembran con dolor.
R. Grandes cosas has hecho por nosotros, Señor.
Al ir, iban llorando, cargando la semilla; al regresar, cantando vendrán con sus gavillas. R. Grandes cosas has hecho por nosotros, Señor.
De la carta a los hebreos 5, 1-6
Sentados
Hermanos: Todo sumo sacerdote es un hombre escogido entre los hombres y está constituido para intervenir a favor de ellos ante Dios, para ofrecer dones y sacrificios por los pecados. Él puede comprender a los ignorantes y extraviados, ya que él mismo está envuelto en debilidades. Por eso, así como debe ofrecer sacrificios por los pecados del pueblo, debe ofrecerlos también por los suyos propios. Nadie puede apropiarse ese honor, sino sólo aquel que es llamado por Dios, como lo fue Aarón. De igual manera, Cristo no se confirió a sí mismo la dignidad de sumo sacerdote; se la otorgó quien le había dicho: Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy. O como dice otro pasaje de la Escritura: Tú eres sacerdote eterno, como Melquisedec. Palabra de Dios.
DEL EVANGELIO Cfr. 2 Tim 1, 10
R. Aleluya, aleluya
Jesucristo, nuestro salvador, ha vencido a la muerte y ha hecho resplandecer la vida por medio del Evangelio. R. Aleluya.
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 10, 46-52
pie
En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó en compañía de sus discípulos y de mucha gente, un ciego, llamado Bartimeo, se hallaba sentado al borde del camino pidiendo limosna. Al oír que el que pasaba era Jesús Nazareno, comenzó a gritar: “¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!” Muchos lo reprendían para que se callara, pero él seguía gritando todavía más fuerte: “¡Hijo de David, ten compasión de mí!”. Jesús se detuvo entonces y dijo: “Llámenlo”. Y llamaron al ciego, diciéndole: “¡Animo! Levántate, porque él te llama”. El ciego tiró su manto; de un salto se puso en pie y se acercó a Jesús. Entonces le dijo Jesús: “¿Qué quieres que haga por ti?” El ciego le contestó: “Maestro, que pueda ver”. Jesús le dijo: “Vete; tu fe
te ha salvado”. Al momento recobró la vista y comenzó a seguirlo por el camino. Palabra del Señor.
De pie
Que tus sacramentos, Señor, produzcan en nosotros todo lo que significan, para que lo que ahora celebramos en figura lo alcancemos en su plena realidad. Por Jesucristo, nuestro Señor.
¿Eres un pecador? ¡Te felicito!
Así decía un audaz educador que tenía mucho impacto en los jóvenes.
Sí. Te felicito y de todo corazón. No te felicito porque hayas hecho un fraude, o hayas estado engañando a dos muchachas al mismo tiempo, o porque te hayas rebelado contra tu padre y lo hayas abofeteado, o porque te hayas emborrachado muchas veces, o porque te hayas dejado seducir por las drogas. No. Por eso no te felicito.
Eso me duele a mí también. Me duele porque con todo eso tu juventud se marchita y se desangra. Ver a los jóvenes despeñarse por la vertiente del vicio nos duele a todos.
Te felicito, joven, PORQUE JESÚS TE ANDA BUSCANDO.
Y te anda buscando hasta el cansancio y la fatiga. Jesús te anda buscando con más interés que el detective celoso busca al asesino de inocentes para que se le castigue y no siga dañando a la sociedad. Jesús te anda buscando por la entrañable misericordia de su corazón y para iluminarte porque tú vivías en tinieblas y en sombras de muerte. Jesús te anda buscando porque le eres muy querido a pesar de tus errores. Porque tú no sabías bien lo que hacías. Tú estabas ciego interiormente. Tú creías encontrar la felicidad en tus pecados y te equivocaste rotundamente.
Y cuando tú comprendas esto y se desgarre tu corazón de dolor, Jesús te recibirá cariñosamente, perdonará tus pecados y tú encontrarás muy sabrosas, pero muy sabrosas, aquellas lágrimas con que llores tu pecado.
Y cuando tú hagas todo eso, habrá también en
el Cielo una alegría desbordante y un júbilo radiante. Los ángeles saltarán de gozo y la Virgen los acompañará y todos tus amigos y parientes que tienes en el Cielo y que te amaron en la tierra, se abrazarán efusivamente. La juventud opta por Cristo, porque antes, Cristo había optado por la juventud.
Gloria a Dios en el Cielo, y en la Tierra paz a los hombres que ama el Señor. Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso Señor, Hijo único, Jesucristo. Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre. Amén
Creo en Dios, Padre todopoderoso, Creador del Cielo y de la Tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos; al tercer día, resucitó de entre los muertos, subió a los Cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna.
Amén
Encierta ocasión, un señor me preguntó al terminar su confesión: “Padre, ¿cuánto tiempo dura el efecto de la confesión?”, yo le contesté: “¿Por qué me pregunta eso?”, él me dijo: “Es que voy a ser padrino a fin de mes y quisiera saber si el efecto de esta confesión me dura hasta entonces o me tengo que confesar otra vez”.
Entonces yo le respondí: “El efecto principal de la confesión es la reconciliación con Dios, es decir, volver a la amis-
tad con Él, alcanzando nuevamente la dignidad de Hijo de Dios. Esto se logra porque se recupera la gracia perdida por el pecado grave. Dicho esto, hay que añadir que la confesión no es como un medicamento o un tratamiento médico, cuyos efectos tienen duración, dependiendo del medicamento sólo por unas horas, por unos días, o por unas semanas; el efecto de la confesión dura hasta que se pierda la gracia por un pecado grave, y eso, tristemente
puede suceder apenas unos minutos después de haberse confesado, o pueden pasar meses sin cometer un pecado grave, por tanto, el efecto que nos alcanza este sacramento, la reconciliación con Dios, es muy variado, eso dependerá de cada persona…
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