N.º 25 • XI DOMINGO ORDINARIO, Ciclo A
18 de Junio de 2023
N.º 25 • XI DOMINGO ORDINARIO, Ciclo A
18 de Junio de 2023
Jesús no busca seguidores para que le acompañen y se sienta menos solo. Jesús llama a sus seguidores para que hagan lo que Él hace. Para que anuncien lo que Él anuncia. No para que se queden tranquilos en el sofá. Sino para que salgan a los caminos.
Los llamó en función de los demás. Los llamó para que se preocupen de los demás. Los llamó para que “vayan y proclamen el Reino de los Cielos”. Pero no de una manera espiritualista. Anuncien, pero preocúpense de los enfermos. Anuncien, pero preocúpense de los leprosos. Anuncien, pero sanen el corazón de los demás expulsando los demonios que llevan dentro y los esclavizan: los demonios del poder, los demonios del tener, los demonios de la división, los demonios del egoísmo que priva del pan al otro, los demonios del orgullo que aplasta a los demás.
Tienen que preocuparse de las condiciones
humanas de la gente. Evangelio y pan, se complementan. Evangelio y dignidad humana, se complementan. Evangelio y una vida digna, se complementan.
Prediquemos el Evangelio, pero llevemos un pan para el hambriento. Prediquemos el Evangelio, pero llevemos una medicina para un enfermo. Prediquemos el Evangelio, pero luchemos por la dignidad de las personas. Prediquemos el Evangelio, pero luchemos para que todos tengan una casa digna. Prediquemos el Evangelio, pero vistamos al que va desnudo. Es lo que Jesús hacía.
Es lo que Jesús quiere que hagamos. Está bien que tengamos buena voz para proclamar el Evangelio. Pero acompañemos nuestra voz, me�endo la mano al bolsillo. Seamos siempre Buena No�cia. Anunciemos siempre ilusión e ideales. Proclamemos “no desgracias” como dice el Papa Francisco, sino esperanza y vida.
Señor Dios, fortaleza de los que en ti esperan, acude, bondadoso, a nuestro llamado y puesto que sin ti nada puede nuestra humana debilidad, danos siempre la ayuda de tu gracia, para que, en el cumplimiento de tu voluntad, te agrademos siempre con nuestros deseos y acciones. Por nuestro Señor Jesucristo.
1Lectura del libro del Éxodo 19, 2-6a
En aquellos días, el pueblo de Israel salió de Refidim, llegó al desierto del Sinaí y acampó frente al monte. Moisés subió al monte para hablar con Dios. El Señor lo llamó desde el monte y le dijo: "Esto dirás a la casa de Jacob, esto anunciarás a los hijos de Israel: 'Ustedes han visto cómo cas�gué a los egipcios y de qué manera los he levantado a ustedes sobre alas de águila y los he traído a mí. Ahora bien, si escuchan mi voz y guardan mi alianza, serán mi especial tesoro entre todos los pueblos, aunque toda la �erra es mía. Ustedes serán para mí un reino de sacerdotes y una nación consagrada' ". Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL del salmo 99, 2. 3. 5
R. El Señor es nuestro Dios y nosotros su pueblo.
Alabemos a Dios todos los hombres, sirvamos al Señor con alegría y con júbilo entremos en su templo.
R. El Señor es nuestro Dios y nosotros su pueblo.
Reconozcamos que el Señor es Dios, que él fue quien nos hizo y somos suyos, que somos su pueblo y su rebaño.
R. El Señor es nuestro Dios y nosotros su pueblo.
Porque el Señor es bueno, bendigámoslo,ç porque es eterna su misericordia y su fidelidad nunca se acaba.
R. El Señor es nuestro Dios y nosotros su pueblo.
2Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los romanos 5, 6-11
Hermanos: Cuando todavía no teníamos fuerzas para salir del pecado, Cristo murió por los pecadores en el �empo señalado. Di�cilmente habrá alguien que quiera morir por un justo, aunque puede haber alguno que esté dispuesto a morir por una persona sumamente buena. Y la prueba de que Dios nos ama está en que Cristo murió por nosotros, cuando aún éramos pecadores.
Con mayor razón, ahora que ya hemos sido jus�ficados por su sangre, seremos salvados por él del cas�go final. Porque, si cuando éramos enemigos de Dios, fuimos reconciliados con él por la muerte de su Hijo, con mucho más razón, estando ya reconciliados, recibiremos la salvación par�cipando de la vida de su Hijo. Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo, por quien hemos obtenido ahora la reconciliación. Palabra de Dios.
DEL EVANGELIO
Mc 1, 15
R. Aleluya, aleluya. El Reino de Dios está cerca, dice el Señor; arrepiéntanse y crean en el Evangelio. R. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 9, 36–10, 8
En aquel �empo, al ver Jesús a las mul�tudes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y desamparadas, como ovejas sin pastor. Entonces dijo a sus discípulos: "La cosecha es mucha y los trabajadores, pocos. Rueguen, por tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos".
Después, llamando a sus doce discípulos, les dio poder para expulsar a los espíritus impuros y curar toda clase de enfermedades y dolencias.
Estos son los nombres de los doce apóstoles: el primero de todos, Simón, llamado Pedro, y su her-
mano Andrés; San�ago y su hermano Juan, hijos de Zebedeo; Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo, el publicano; San�ago, hijo de Alfeo, y Tadeo; Simón, el cananeo, y Judas Iscariote, que fue el traidor. A estos doce los envió Jesús con estas instrucciones: "No vayan a �erra de paganos ni entren en ciudades de samaritanos. Vayan más bien en busca de las ovejas perdidas de la casa de Israel. Vayan y proclamen por el camino que ya se acerca el Reino de los cielos. Curen a los leprosos y demás enfermos; resuciten a los muertos y echen fuera a los
Señor, que esta santa comunión, que acabamos de recibir, así como significa la unión de los fieles en �, así también lleve a efecto la unidad en tu Iglesia. Por Jesucristo, nuestro Señor.
El actual Arzobispo de San Luis Potosí (México), Monseñor Jorge Cavazos, relató lo que él mismo definió como un milagro por intercesión de la Virgen en una niña que padecía una enfermedad incurable. Sucedió cuando era Obispo de San Juan de los Lagos.
Abigail Campos tenía 4 años cuando empezó a estar enferma: Se sin�ó decaída, tuvo convulsiones y vómitos. Le diagnos�caron encefali�s autoinmune, enfermedad del sistema nervioso que no �ene cura. La niña estuvo intubada e inconsciente por 15 días. Al salir del hospital, los padres de Abigail y la niña, con mucha fe en la Madre de Dios, fueron a rezarle a la Catedral de San Juan de los Lagos. Cuando el Arzobispo pasó ante la niña con la Imagen de la Virgen, la madre puso la mano de la pequeña sobre la Ima-
gen mariana, ella abrió bien los ojos y se quedó mirándola unos instantes. “Todos notamos que hubo una conexión mágica (sic) entre la niña y la Virgen”, comentó su papá. Todos alrededor estaban conmovidos hasta las lágrimas.
A su vez, Monseñor Cavazos comentó que sin�ó que la Virgen le decía que fuera donde estaba la niña: “Ella estaba rogándole a Dios por esa niña… Bendito sea Dios que a través de E lla nos concede este milagro”.
Cuando subieron al auto de regreso a casa, Abigail sonreía, algo que no había hecho en 34 días. Dos semanas después estaba completamente curada. “Dios, porque nos ama tanto, nos ha dejado una presencia hermosísima que es la Virgen de San Juan y hay que disfrutarla”, concluyó el Prelado.
demonios. Gratuitamente han recibido este poder; ejérzanlo, pues, gratuitamente". Palabra del Señor.
El viernes posterior a la fes�vidad del Corpus Chris�, la Iglesia celebra con devoción y alegría la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús. En los Evangelios encontramos fundamentalmente dos de las referencias al Corazón de Jesús, una donde él mismo dice: “Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados y yo los aliviaré. Tomen mi yugo y aprendan de mí que soy manso y humilde de corazón” (Mt. 11, 28-29). La otra está en el relato de la muerte de Cristo según san Juan; él tes�monia lo que vio en el Calvario: que un soldado, cuando Jesús ya había muerto, le atravesó el costado con una lanza y brotaron sangre y agua. San Juan reconoció en aquel signo, aparentemente casual, el cumplimiento de las profecías: del Corazón de Jesús, el Cordero inmolado en la cruz, brota para todos los hombres el perdón y la vida.
San Juan Pablo II, en su primera encíclica, “Redemptor hominis”, de 1979, escribió: La redención del mundo —ese misterio tremendo del amor, en el que la creación es renovada— es en su raíz más profunda «la plenitud de la jus�cia en un Corazón hu-
mano: en el corazón del Hijo Primogénito, para que pueda hacerse jus�cia de los corazones de muchos hombres, los cuales, precisamente en el Hijo Primogénito, han sido predes�nados desde la eternidad a ser hijos de Dios y llamados a la gracia, llamados al amor (RH 9).
Celebrar el Corazón de Jesús es, por ende, celebrar la redención. Es celebrar el amor y responder al amor amando a aquel Amor que tantas veces no es amado. El corazón habla al corazón, dice San Juan Pablo II, refiriéndose a la devoción al Sagrado Corazón de Jesús como expresión y coloquio de amor.
Celebrar el C orazón de Jesús es también celebrar el sacramento del amor salvífico del Padre. Así lo proclamamos en el prefacio de la Misa del Sagrado Corazón de Jesús: El cual, con amor admirable, se entregó por nosotros, elevado sobre la cruz hizo que de la herida de su costado brotaran, con el agua y la sangre, los sacramentos de la Iglesia, para que así, acercándose al Corazón abierto del Salvador, todos puedan beber con gozo de la fuente de la salvación.