Arquidiócesis de Guadalajara, A.R.
N.º 43 • XXIX DOMINGO ORDINARIO, Ciclo A
22 de Octubre de 2023
Fundada el 4 de junio de 1930. Registro postal: IM14-0019, impresos depositados por sus editores o agentes. INDA-04-2007-103013575500-106
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El mundo nos espera
n el Evangelio que hoy se proclama, el Maestro pronuncia aquellas palabras de envío a la misión: «Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio» (Mc 16,15). Predicar el Evangelio es la misión que Cristo con�a a su Iglesia, es decir, a la entera comunidad de los bau�zados. Pero, ¿qué quiere decir propiamente ir por todo el
mundo a predicar el Evangelio?, ¿acaso todos debemos par�r hacia lugares lejanos para misionar? No necesariamente. Es cierto que, por vocación especial, Dios llama a algunos para trabajar en la evangelización de los pueblos que aún desconocen a Cristo, desplazándose a lugares donde la fe cris�ana apenas está surgiendo. Sin embargo, la intención úl�ma del Maestro, cuando envía a sus discípulos, es que el Reino de Dios se haga presente en todo el mundo. Se trata, pues, de que el cris�ano comparta, transmita y tes�monie la alegría de la salvación que ha encontrado en Cristo, y promueva así los valores del Reino por todo el mundo, en donde quiera que se encuentre. A esto seguimos siendo llamados todos los bau�zados, discípulos de Jesucristo en este siglo XXI, incluso aunque no salgamos de nuestra �erra. El Domingo Mundial de las Misiones nos da oportunidad de profundizar, primero, en nuestra misión a ser tes�gos de Cristo y evangelizadores en el ambiente que nos rodea (familia, trabajo, escuela, colonia, etc.), haciendo presente el Reino de Dios mediante la vivencia del amor divino en la misericordia y la caridad para con el prójimo. Pero, también somos invitados a valorar el esfuerzo, sacrificios y fa�gas de los que, consagrados a la misión en la evangelización de los pueblos, entregan su vida para favorecer el encuentro de todos con Cristo. Oremos por ellos, apoyémosles en la medida de nuestras posibilidades y promovamos las vocaciones misioneras. Recordemos que, si tenemos el don de la fe cris�ana –y por ella el acceso a la salvación– es gracias a que, en su momento, hubo misioneros generosos que vinieron para evangelizar entre nosotros.
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ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que quieres que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad, mira la abundancia de tu mies y dígnate enviarle trabajadores, para que tu Evangelio sea anunciado a toda creatura y tu pueblo, congregado por la palabra de vida y sostenido con la fuerza de los sacramentos, avance por el camino de la salvación y de la caridad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
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Lectura del libro del profeta Isaías 45, 1. 4-6
Así habló el Señor a Ciro, su ungido, a quien ha tomado de la mano para someter ante él a las naciones y desbaratar la potencia de los reyes, para abrir ante él los portones y que no quede nada cerrado: "Por amor a Jacob, mi siervo, y a Israel, mi escogido, te llamé por tu nombre y te di un �tulo de honor, aunque tú no me conocieras. Yo soy el Señor y no hay otro; fuera de mí no hay Dios. Te hago poderoso, aunque tú no me conoces, para que todos sepan, de oriente a occidente, que no hay otro Dios fuera de mí. Yo soy el Señor y no hay otro". Palabra de Dios.
y tribútenle honores a su nombre. Ofrézcanle en sus atrios sacrificios. R. Cantemos la grandeza del Señor. Caigamos en su templo de rodillas. Tiemblen ante el Señor los atrevidos. "Reina el Señor", digamos a los pueblos. Él gobierna a las naciones con justicia. R. Cantemos la grandeza del Señor.
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Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los tesalonicenses 1, 1-5
Pablo, Silvano y Timoteo deseamos la gracia y la paz a la comunidad cris�ana de los tesalonicenses, congregada por Dios Padre y por Jesucristo, el Señor. En todo momento damos gracias a Dios por ustedes y los tenemos presentes en nuestras oraciones. Ante Dios, nuestro Padre, recordamos sin cesar las obras que manifiestan la fe de ustedes, los trabajos fa�gosos que ha emprendido su amor y la perseverancia que les da su esperanza en Jesucristo, nuestro Señor. Nunca perdemos de vista, hermanos muy amados de Dios, que él es quien los ha elegido. En efecto, nuestra predicación del Evangelio entre ustedes no se llevó a cabo sólo con palabras, sino también con la fuerza del Espíritu Santo, que produjo en ustedes abundantes frutos. Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
del salmo 95, 1. 3, 4-5, 7-8a, 9-10ac
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Flp 2, 15. 16
R. Cantemos la grandeza del Señor. Cantemos al Señor un canto nuevo, que le cante al Señor toda la tierra. Su grandeza anunciemos a los pueblos; de nación en nación sus maravillas. R. Cantemos la grandeza del Señor. Cantemos al Señor, porque él es grande, más digno de alabanza y más tremendo que todos los dioses paganos, que ni existen; ha sido el Señor quien hizo el cielo. R. Cantemos la grandeza del Señor. Alaben al Señor, pueblos del orbe, reconozcan su gloria y su poder
PROFESIÓN DE NUESTRA FE
Creo en Dios, Padre todopoderoso, Creador del Cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos;
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R. Aleluya, aleluya. Iluminen al mundo con la luz del Evangelio reflejada en su vida. R. Aleluya.
EVANGELIO Lectura del santo Evangelio según san Mateo 28, 16-20
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n aquel �empo, los once discípulos se fueron a Galilea y subieron al monte en el que Jesús los había citado. Al ver a Jesús, se postraron, aunque algunos �tubeaban. al tercer día, resucitó de entre los muertos, subió a los Cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.
Entonces Jesús se acercó a ellos y les dijo: "Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la �erra. Vayan, pues, y enseñen a todas las naciones, bau�zándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándolas a cumplir todo cuanto yo les he mandado; y sepan que yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo". Palabra del Señor.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN Te rogamos, Señor, que, alimentados con el don de nuestra redención, este auxilio de salvación eterna afiance siempre nuestra fe en la verdad. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Incansable luchador y misionero,
Antonio María Claret
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ntonio nació en Sallent, cerca de Barcelona, en 1807, en el seno de una numerosa familia. Fue educado de manera cris�ana y se dis�nguió por su devoción a la Virgen y a la Eucaris�a. Ayudó en el sostenimiento de su familia, siendo tejedor, como su padre. Encontrar el propio camino En 1829 entró en el seminario y fue ordenado Sacerdote en 1835. Se fue a Roma. Su ideal era par�r para la misión. Entró al noviciado jesuita, pero debido a una enfermedad, tuvo que volver a España, donde pasó siete años predicando en Cataluña y las Islas Canarias, ganándose también una grande reputación de taumaturgo. Antonio tenía talento para la oratoria, y era muy convincente por su tes�monio coherente y por su transparente vida ascé�ca: siempre caminaba a pie, como un peregrino, con una Biblia y un breviario en mano. En 1849 decidió fundar una nueva Congregación de misioneros, los Hijos del Inmaculado Corazón de María, que consagró a la Virgen. Congregación muy perseguida durante la Guerra Civil Española. De hecho, 271 de ellos murieron como már�res de la fe.
Finalmente en misión: Pastor en Cuba Su sueño de ir en misión finalmente pudo hacerse realidad: nombrado Arzobispo de San�ago de Cuba –ciudad de la Nueva España que todavía estaba bajo la debilitada corona española– llegó allí en 1851, encontrando una diócesis muy
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desorganizada por la prolongada ausencia de un pastor, clero pobre y poco preparado, un seminario arruinado, iglesias descuidadas. Inmediatamente puso manos a la obra: celebró un sínodo diocesano, estableció la obligación de los ejercicios espirituales para los Sacerdotes, hizo retornar a los religiosos expulsados del país y, sobre todo, viajó por todo su territorio, visitando incluso los rincones más escondidos. También comba�ó la injus�cia y la pobreza, pero su caridad pastoral, que ponía en evidencia los atropellos de los corruptos, le atrajo no pocos enemigos: en Holguín fue herido en un atentado a su vida. Con la ayuda de la Venerable María Antonia Paris, en 1855, fundó en Cuba la rama femenina de la Congregación: las Religiosas de María Inmaculada, las Misioneras Clare�anas. Su regreso a Europa y los últimos años En 1857 la reina de España llamó a Antonio para que regresara a Madrid. En aquel entonces, se respiraba ya el clima del declive español, pues
sus colonias se estaban independizando y el Segundo Imperio Francés estaba extendiendo su influencia en África y Europa. Como los Obispos de las colonias españolas todavía seguían dependiendo de su monarquía, Antonio no pudo hacer otra cosa que obedecer a la reina. En Roma par�cipó en el Concilio Va�cano I, y allí defendió la infalibilidad del Papa en materia de fe y costumbres. Finalmente, también fue él perseguido, pero se refugió en el monasterio de Fon�roide, cerca de Narbona (Francia), donde murió en 1870. En el rito de la canonización, celebrado por Pío XII el 8 de mayo de 1950, el Papa lo recordaba así: "Modesto en apariencia, pero capaz de imponer respeto a los grandes de la �erra; fuerte en carácter, sin embargo, dotado de la suave dulzura de quien ha probado la austeridad y la penitencia; siempre en la presencia de Dios, incluso en medio de una prodigiosa ac�vidad exterior; calumniado y admirado, celebrado y perseguido. Y por encima de tantas maravillas, resalta como luz suave que todo ilumina, su grande devoción a la Madre de Dios".
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