La Sagrada Familia, Ciclo C 29 de diciembre de 2024
Arquidiócesis de Guadalajara, A.R.
NO. 52
Fundada el 4 de junio de 1930. Registro postal: IM14-0019 INDA-04-2007-103013575500-106
Arquidiócesis de Guadalajara, A.R.
Fundada el 4 de junio de 1930. Registro postal: IM14-0019 INDA-04-2007-103013575500-106
Hoy, en la fiesta de la Sagrada Familia, la liturgia nos invita a meditar en el Evangelio según San Lucas (2, 41-52), donde encontramos a Jesús, María y José enfrentando una experiencia profundamente humana: la pérdida y el reencuentro.
en problema
expresar sus emociones con sinceridad, un recordatorio de que la comunicación abierta fortalece los lazos familiares.
Unidos en la diversidad de tareas
Por otro lado, la respuesta de Jesús: “¿No sabían que debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?”, nos invita a reflexionar sobre nuestra misión en la vida. Cada miembro de la familia tiene un llamado particular, pero ese llamado no debe ser motivo de división, sino una oportunidad para apoyarse mutuamente en el camino hacia Dios.
Este relato, cargado de enseñanzas, nos ofrece una ventana a la vida cotidiana de la familia de Nazaret, que, como toda familia, enfrentó desafíos, incomprensiones y momentos de búsqueda. El pasaje nos relata cómo Jesús, a los doce años, se queda en el templo de Jerusalén sin avisar a sus padres. María y José, al darse cuenta de su ausencia, lo buscan angustiados durante tres días, hasta encontrarlo entre los doctores, dialogando con sabiduría.
María y José nos enseñan que incluso las familias más santas pueden experimentar momentos de confusión y dolor. Sin embargo, su ejemplo también nos muestra la actitud correcta: confiar en Dios, buscar con perseverancia y, sobre todo, permanecer unidos en el amor. La frase de María: “Hijo, ¿por qué nos has hecho esto?”, refleja su humanidad y su capacidad de
La Sagrada Familia nos inspira a convertir nuestros hogares en pequeños Nazaret, donde reine el amor, la fe y el servicio
Esta escena resalta dos aspectos esenciales de la vida familiar: la importancia de la comunicación y el papel de Dios en el centro de la familia.
En un mundo lleno de desafíos, debemos esforzarnos por construir relaciones basadas en el perdón, la paciencia y el respeto, sabiendo que Cristo camina con nosotros.
Pidamos hoy a la Sagrada Familia que interceda por nuestras familias. Que María y José nos enseñen a vivir con humildad y fe, y que Jesús nos guíe a ser reflejo de su amor. Que nuestras familias sean faros de luz en medio de la oscuridad, testigos vivos del Evangelio.
¡Que Dios bendiga a todas las familias en este día tan especial!
De pie
Señor Dios, que te dignaste dejarnos el más perfecto ejemplo en la Sagrada Familia de tu Hijo, concédenos benignamente que, imitando sus virtudes domésticas y los lazos de caridad que la unió, podamos gozar de la eterna recompensa en la alegría de tu casa. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Del libro del Sirácide (Eclesiástico) 3, 3-7. 14-17
Sentados
El Señor honra al padre en los hijos y respalda la autoridad de la madre sobre la prole. El que honra a su padre queda limpio de pecado; y acumula tesoros, el que respeta a su madre. Quien honra a su padre, encontrará alegría en sus hijos y su oración será escuchada; el que enaltece a su padre, tendrá larga vida y el que obedece al Señor, es consuelo de su madre. Hijo, cuida de tu padre en la vejez y en su vida no le causes tristezas; aunque chochee, ten paciencia con él y no lo menosprecies por estar tú en pleno vigor. El bien hecho al padre no quedará en el olvido y se tomará a cuenta de tus pecados. Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 127
R. Dichoso el que teme al Señor.
Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos: comerá del fruto de su trabajo, será dichoso, le irá bien
R. Dichoso el que teme al Señor
Su mujer, como vid fecunda, en medio de su casa; sus hijos, como renuevos de olivo, alrededor de su mesa.
R. Dichoso el que teme al Señor
Sentados
De la carta del apóstol san Pablo a los colosenses 3, 12-21
Sentados
Hermanos: Puesto que Dios los ha elegido a ustedes, los ha consagrado a él y les ha dado su amor, sean compasivos, magnánimos, humildes, afables y pacientes. Sopórtense mutuamente y perdónense cuando tengan quejas contra otro, como el Señor los ha perdonado a ustedes. Y sobre todas estas virtudes, tengan amor, que es el vínculo de la perfecta unión.
Que en sus corazones reine la paz de Cristo, esa paz a la que han sido llamados, como miembros de un solo cuerpo. Finalmente, sean agradecidos. Que la palabra de Cristo habite en ustedes con toda su riqueza. Enséñense y aconséjense unos a otros lo mejor que sepan. Con el corazón lleno de gratitud, alaben a Dios con salmos, himnos y cánticos espirituales; y todo lo que digan y todo lo que hagan, háganlo en el nombre del Señor Jesús, dándole gracias a Dios Padre, por medio de Cristo. Mujeres, respeten la autoridad de sus maridos, como lo quiere el Señor. Maridos, amen a sus esposas y no sean rudos con ellas. Hijos, obedezcan en todo a sus padres, porque eso es agradable al Señor. Padres, no exijan demasiado a sus hijos, para que no se depriman. Palabra de Dios.
ACLAMACIÓN ANTES
DEL EVANGELIO Col 3, 15. 16
R. Aleluya, aleluya
Que en sus corazones reine la paz de Cristo; que la palabra de Cristo habite en ustedes con toda su riqueza. R. Aleluya.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 2, 41-52
Esta es la bendición del hombre que teme al Señor:
“Que el Señor te bendiga desde Sión, que veas la prosperidad de Jerusalén todos los días de tu vida”
R. Dichoso el que teme al Señor
Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén para las festividades de la Pascua. Cuando el niño cumplió doce años, fueron a la fiesta, según la costumbre. Pasados aquellos días, se volvieron, pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que sus padres lo supieran. Creyendo que iba en la caravana, hicieron un día de camino; entonces lo buscaron, y al no encontrarlo, regresaron a Jerusalén en su busca. Al tercer día lo encontraron en el templo, sentado en medio de los doctores, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Todos los que lo oían se admiraban de su inteligencia y de sus respuestas. Al verlo, sus padres se quedaron atónitos y su madre le dijo: “Hijo mío, ¿por qué te ha portado así con nosotros? Tu padre y yo te hemos estado buscando, llenos de angustia”. Él les respondió: “¿Por qué me andaban
buscando? ¿No sabían que debo ocuparme en las cosas de mi Padre?” Ellos no entendieron la respuesta que les dio. Entonces volvió con ellos a Nazaret y siguió sujeto a su autoridad. Su madre conservaba en su corazón todas aquellas cosas. Jesús iba creciendo en saber, en estatura y en el favor de Dios y de los hombres. Palabra del Señor.
De pie
Padre misericordioso, haz que, reanimados con este sacramento celestial, imitemos constantemente los ejemplos de la Sagrada Familia, para que, superadas las aflicciones de esta vida, consigamos gozar eternamente de su compañía. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Inicia el Jubileo “Peregrinos de Esperanza”, en Guadalajara
La Arquidiócesis de Guadalajara responde con entusiasmo a la llamada del Santo Padre Francisco a celebrar el Jubileo 2025 cuyo lema es “Peregrinos de Esperanza”.
Hoy, como en todas las diócesis del mundo, Guadalajara celebra la apertura del Jubileo y anima a todos los fieles vivir este tiempo de gracia.
Las indulgencias
Uno de los signos peculiares de esta celebración jubilar es la concesión de indulgencia, la cual se podrá obtener o ganar cumpliendo, primero, tres condiciones: confesión sacramental, comunión Eucarística y orar por las intenciones del Papa; y, segundo, realizar la obra enriquecida con la indulgencia.
Las obras
Algunas de estas obras, mediante las cuales se podrá ganar la indulgencia, son: las peregrinaciones, la visita a los lugares sagrados, y algunas obras de penitencia y misericordia, como lo señala la Penitenciaria Apostólica.
En Guadalajara, los lugares de peregrinación designados por el obispo son la Catedral, la Basílica de Zapopan, el Santuario de los Mártires, algunos
se manifestará para siempre tu gloria.
La gracia del Jubileo reavive en nosotros, Peregrinos de Esperanza, el anhelo de los bienes celestiales y derrame en el mundo en-
tero la alegría y la paz de nuestro Redentor. A ti, Dios bendito eternamente, sea la alabanza y la gloria por los siglos. Amén.
hospitales y cárceles, entre otros.
En el proceso diocesano “Peregrinos de Esperanza” nos anima a vivir esta virtud teologal y a integrarla y vivirla de forma transversal en nuestra pastoral diocesana, en las periferias existenciales: familias, jóvenes, sacerdotes, ancianos y tejido social.
Oración del Jubileo Padre que estás en el cielo, la fe que nos has donado en tu Hijo Jesucristo, nuestro hermano, y la llama de caridad infundida en nuestros corazones por el Espíritu Santo, despierten en nosotros la bienaventurada esperanza en la venida de tu Reino.
Tu gracia nos transforme en dedicados cultivadores de las semillas del Evangelio que fermenten la humanidad y el cosmos, en espera confiada de los cielos nuevos y de la tierra nueva, cuando vencidas las fuerzas del mal,
Gloria a Dios en el Cielo, y en la Tierra paz a los hombres que ama el Señor. Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso Señor, Hijo único, Jesucristo. Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre. Amén
Creo en Dios, Padre todopoderoso, Creador del Cielo y de la Tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos; al tercer día, resucitó de entre los muertos, subió a los Cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén
Encierta ocasión, un joven me preguntó: “Padre, ¿existe realmente el Diablo? Porque una vez escuché a un conferencista decir que el Diablo no existe, que es un símbolo del mal que usaron los antiguos para proyectar en él todo lo malo; pero yo aprendí desde pequeño que el Diablo sí existe, por eso mejor quise preguntar”. Yo le respondí:
“Según la enseñanza de la Iglesia, el Diablo es una realidad existente y no solo un símbolo del mal. La existencia del Diablo, también co-
nocido como Satanás o Lucifer, está firmemente arraigada en la doctrina de la Iglesia y se encuentra respaldada por la Sagrada Escritura y la Tradición”. En la Sagrada Escritura, la historia de la serpiente que tienta a Eva ha sido entendida como una referencia a Satanás (Gen 3,1-15). En el libro de Job, Satanás acusa a Job en el tribunal celestial (Job 1-2). Los Evangelios se refieren al Diablo en diversas ocasiones, cuando Jesús es tentado en el desierto (Mt 4,1-11, Lc 4,1-13).
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