Arquidiócesis de Guadalajara, A.R.
N.º 47 • XXXIII DOMINGO ORDINARIO, Ciclo A
19 de Noviembre de 2023
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Los talentos que todos tenemos
l escuchar el evangelio de este domingo, “La parábola de los talentos”, podemos pensar en un primer momento, que Cristo nos habla de los dones del Reino, los valores de la fe cris�ana que de él ha heredado la comunidad eclesial: la fe, la verdad, la gracia, la nueva alianza, los sacramentos, la fuerza profé�ca de su Palabra, el perdón... Pero además hay otros muchos valores, entre humanos y cris�anos, de los que Dios nos pedirá cuentas. Los ejemplos se pueden mul�plicar: ante todo la vida, que es el don fundamental; nuestro cuerpo, sus fuerzas y su salud; nuestras capacidades intelectuales y espirituales; las habilidades que cada uno posee para el arte, para la técnica, para la enseñanza; la naturaleza misma, de la que somos dueños y administradores. Todo ello nos lo ha dado Dios. Todo progreso de la técnica y del bienestar humano no es algo que hacemos a pesar de Dios o contra Él: al contrario, Él es el que nos ha encomendado que sepamos potenciar todo lo que él mismo nos dio. La plegaria eucarís�ca IV le da gracias por ello: "a imagen tuya creaste al hombre, y le encomendaste el universo entero, para que, sirviéndote sólo a �, su creador, dominara todo lo creado...". Nuestra pregunta hoy es: ¿en verdad estoy dando rendimiento a las cualidades que tengo? Hay mucho que hacer en la sociedad, en la Iglesia: ¿aporto yo mi colabo-
ración, o bien me inhibo, dejando que los demás trabajen? Mi salud, mi vida, mis habilidades, las he recibido como bienes a administrar. No importa si son diez o dos talentos: ¿los estoy trabajando, o me he refugiado en la pereza y la sa�sfacción? Al final del �empo -que no sé si será breve o largo- se me pedirá cuenta. ¿Me voy a presentar con las manos vacías? ¿Se podrá decir que mi vida, sea larga o breve, ha sido plena, me he "realizado" según el plan que Dios tenía sobre mí? Ha sonado un despertador en nuestro calendario. Y lo volveremos a escuchar en domingos sucesivos. Un despertador que nos habla de compromiso, de empeño construc�vo, de ac�vidad diligente para que nuestra existencia sea provechosa y fruc�fera, para nosotros y para los demás, sin dejarnos amodorrar por el sueño o la pereza. Nuestra Eucaris�a dominical es también un recordatorio con�nuado de que los valores de este mundo �enen un Norte, una meta: que esperamos la gloriosa venida de Cristo, que toda nuestra vida �ene su razón de ser en Dios. Este pan y vino que aportamos al altar, "frutos de la �erra y del trabajo del hombre", son un símbolo elegante de que a la Eucaris�a traemos como materia el fruto de nuestro trabajo: así la vida entera, con sus fa�gas y éxitos, se suma a la entrega pascual de Cristo en la Eucaris�a.
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ORACIÓN COLECTA
Concédenos, Señor, Dios nuestro, alegrarnos siempre en tu servicio, porque la profunda y verdadera alegría está en servirte siempre a ti, autor de todo bien. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
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Lectura del libro de los Proverbios 31, 10-13. 19-20. 30-31
Dichoso el hombre que encuentra una mujer hacendosa: muy superior a las perlas es su valor. Su marido con�a en ella y, con su ayuda, él se enriquecerá; todos los días de su vida le procurará bienes y no males. Adquiere lana y lino y los trabaja con sus hábiles manos. Sabe manejar la rueca y con sus dedos mueve el huso; abre sus manos al pobre y las �ende al desvalido. Son engañosos los encantos y vana la hermosura; merece alabanza la mujer que teme al Señor. Es digna de gozar del fruto de sus trabajos y de ser alabada por todos. Palabra de Dios. SALMO RESPONSORIAL
del salmo 127, 1-2. 3. 4-5 R. Dichoso el que teme al Señor. Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos: comerá del fruto de su trabajo, será dichoso, le irá bien. R. Dichoso el que teme al Señor. Su mujer como vid fecunda, en medio de su casa; sus hijos, como renuevos de olivo, alrededor de su mesa. R. Dichoso el que teme al Señor.
Esta es la bendición del hombre que teme al Señor: "Que el Señor te bendiga desde Sión,
PROFESIÓN DE NUESTRA FE
Creo en Dios, Padre todopoderoso, Creador del Cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos;
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que veas la prosperidad de Jerusalén, todos los días de tu vida". R. Dichoso el que teme al Señor.
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Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los tesalonicenses 5, 1-6
Hermanos: Por lo que se refiere al �empo y a las circunstancias de la venida del Señor, no necesitan que les escribamos nada, puesto que ustedes saben perfectamente que el día del Señor llegará como un ladrón en la noche. Cuando la gente esté diciendo: "¡Qué paz y qué seguridad tenemos!", de repente vendrá sobre ellos la catástrofe, como de repente le vienen a la mujer encinta los dolores del parto, y no podrán escapar. Pero a ustedes, hermanos, ese día no los tomará por sorpresa, como un ladrón, porque ustedes no viven en �nieblas, sino que son hijos de la luz y del día, no de la noche y las �nieblas. Por tanto, no vivamos dormidos, como los malos; antes bien, mantengámonos despiertos y vivamos sobriamente. Palabra de Dios. ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Jn 15, 4. 5
R. Aleluya, aleluya. Permanezcan en mí y yo en ustedes, dice el Señor; el que permanece en mí da fruto abundante. R. Aleluya.
EVANGELIO Lectura del santo Evangelio según san Mateo 25, 14-30
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n aquel �empo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: "El Reino de los cielos se parece también a un hombre que iba a salir de viaje a �erras lejanas; llamó a sus servidores de confianza y les encargó sus bienes. A uno le dio cinco talentos; a otro, dos; y a un tercero, uno, según la capacidad de cada uno, y luego se fue. Después de mucho �empo regresó aquel hombre y llamó a cuentas a sus servidores. al tercer día, resucitó de entre los muertos, subió a los Cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.
Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo: 'Señor, cinco talentos me dejaste; aquí �enes otros cinco, que con ellos he ganado'. Su señor le dijo: 'Te felicito, siervo bueno y fiel. Puesto que has sido fiel en cosas de poco valor te confiaré cosas de mucho valor. Entra a tomar parte en la alegría de tu señor'. Palabra del Señor.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN Al recibir, Señor, el don de estos sagrados misterios, te suplicamos humildemente que lo que tu Hijo nos mandó celebrar en memoria suya, nos aproveche para crecer en nuestra caridad fraterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Anacleto González y Compañeros Mártires
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l 20 de noviembre próximo celebraremos la Fiesta de los beatos Már�res Anacleto Gonzàlez y Compañeros. Este día, pero de 2005, fueron bea�ficados, junto con otros Már�res; la celebración fue presidida por el Cardenal José Saraiva Mar�ns, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, en el Estadio Jalisco de la ciudad de Guadalajara. El decreto por el cual se les declaró beatos, dice: “Anacleto González Flores y sus siete compañeros (Luis Padilla Gomez, Jorge Vargas González, Ramòn Vargas González, Ezequiel Huerta Gutiérrez, Salvador Huerta Gutièrrz, Luis Magaña Servin, Miguel Gómez Loza) se deben contar entre aquellos que a través de los siglos brillaron ciertamente por la firmeza con que profesaron su fe en medio de las persecuciones. Conscientes de que los cristianos laicos son llamados a instaurar el orden temporal según los principios cristianos, vivieron con constancia los deberes contraídos en el bautismo y participaron activamente en la vida de la Iglesia y de la sociedad como miembros de las asociaciones católicas. Defendieron
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con todos los medios posibles la libertad y los derechos de la Iglesia durante la cruel persecución desatada contra ella en México al inicio del siglo veinte. Con la ayuda de la gracia de Dios prefirieron morir que renegar de la unidad con Cristo y con el Romano Pontífice. Murieron en circunstancias diversas durante los años 1927-1928, pero tuvieron en común la fe, el valor, el perdón de los perseguidores y la firme voluntad de testificar el amor de Dios hasta derramar su sangre”. ¡Viva Cristo Rey! ¡Viva Santa María de Guadalupe!
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