Volverá la alegría

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LA REUNIÓN DE RUMBO SEGÚN MAURICIO UBAL

Volverá la alegría Diga que uno lo conoce a Mauricio Ubal desde que era un sub 20, que si no casi daría para preocuparse. No parece él. Nunca lo vi tan sonriente, tan emocionado, y sobre todo tan conversador. La reunión de Rumbo, claro. La ocasión de demostrar que se le puede hacer una linda trampa compartida al tiempo y sentirse como entonces. Aun con el peso de 25 años de vida vivida desde la última vez que Mauricio, Laura Canoura, Miguel López, Carlos Vicente, Gonzalo Moreira y Gustavo Ripa se subieron juntos a un escenario. Eduardo Rivero —¿De algún modo Rumbo se insertó en una movida que arrancó a fines de los setenta con Nosotros Tres y Los que Iban Cantando, por ejemplo? —Fue consecuencia directa de Los que Iban Cantando, sin duda, ya que Laura, Carlitos, Miguel y yo éramos alumnos del Choncho Lazaroff. La idea de tocar juntos nació en las fiestas de fin de año que se hacían en el NEMUS, conservatorio fundado por el flaco Viglietti, donde enseñaba gente tan valiosa como el pianista Miguel Marozzi. De allí surge la idea de hacer un grupo. Nos dimos cuenta de que nos faltaba percusión y también un guitarrista de peso, y entonces aparecen Gonzalo y Gustavo, que estaban en Canciones para no Dormir la Siesta. —¿Fue realmente, una unión de solistas que terminan siendo un grupo? —Sí, igual que pasó con Los que Iban Cantando, pero con una gran diferencia: ellos siguieron con su actividad y sus discos solistas, mientras que nosotros, una vez que se armó Rumbo, nos dedicamos por entero al grupo. Yo, por ejemplo, estuve componiendo canciones durante cinco años exclusivamente para Rumbo. Allí puse toda mi energía. Nosotros empezamos desde el pique con la murga-canción, algo que aquí nadie hacía. Claro, Jaime (Roos) lo hacía en ese momento grabando en Francia con temas como “Retirada”, y antes aun en “Cometa de la farola”, pero aquí la canción murguera no la hacía nadie. —La piedra fundacional de eso creo que fue Todos detrás de Momo, de Los Olimareños. —La piedra fundacional fueron Los Olimareños, Ruben Lena y José Carbajal, en mi opinión. Luego hay un disloque grande, dictadura de por medio, y el que retoma el pulso murguero fue Jaime y en alguna medida también el Pájaro Canzani y su grupo Aguaragua, en temas como “Y aquí no amanece nada”. Nosotros retomamos eso y ya en nuestras canciones tempranas aparece un criterio de “murga de cámara”, haciendo “Para abrir la noche”, “Viejo tablado” y “A redoblar”. Eso de subirse al escenario y cantar como una murga de cámara empezó con nosotros. A la murga la inteliguentsia uruguaya no le daba mucha bola… —Estaba considerada como algo “berreta”, digámoslo. —Tal cual. Hoy, con la murga sonando en todos lados, es muy difícil entender lo que era cantar murga en aquel entonces. —¿Les sorprendió el éxito del primer recital importante que hicieron en 1979, en el Teatro Circular, junto a Rubén Olivera? —Fue algo muy fuerte. Nos habíamos juntado en junio y ya en octubre empezó la carrera de tocar en todos lados, las notas de prensa, la repercusión de ciertas canciones, todo eso.


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