7 minute read

Profesionales. El cuerpo perfecto no existe, es el tuyo

Next Article
Suplemento OM

Suplemento OM

Lookeate, vestite, ponete Coqueta, ¡por y para vos!

El mundo pasa por un momento que no se parece a nada… y nada ni nadie quedan fuera de esto, claro que la moda como industria, tampoco. Después de tantos días de estar en casa, la comodidad se adueñó de nuestros looks, y la moda entiende que ese es el camino a tomar. Las colecciones en muchos casos se modificaron, muchas marcas han incorporado prendas diarias y se han reinventado, si bien las líneas simples ya asomaban la nariz en las pasarelas en temporadas anteriores, ahora sabemos que se adueñaron de nosotros.

Advertisement

Las tipologías son simples y versátiles, ¡aleluya! Viva la versatilidad de las prendas. Que lo que te pongas sea funcional es primordial, que con las mismas prendas puedas armar looks para distintos momentos del día, y diferentes ocasiones es buenísimo, no me canso de decirlo, no necesitamos tantas prendas para generar distintos looks.

Este verano vamos a ver un mix de décadas, los ´70, ´80, y ´90 y algo de los comienzos del 2000. El estilo Boho, con sus géneros livianos y frescos, vestidos relajados, breteles finitos, las hombreras y las mangas globo, bien a lo ”Dinastía” y tan características de los ochenta, el estilo Sporty o deportivo, pero con onda, siempre con onda, de cortes cómodos, líneas que caen naturalmente, algo de los looks estilo pijama, jeans más holgados, corte mom, baggy, slouchy y los 90 en su máxima expresión.

En cuanto a los colores, los terrosos y los pasteles son los que invaden las vidrieras esta temporada. Si de estampas hablamos, las flores dicen presente trayendo aires frescos y coloridos, las estampas tropicales, algunos prints con juegos ópticos y el batik. Los colores plenos y en bloque también se vienen con todo. Mi consejo: no seamos víctimas de la moda y salgamos ya a buscar una blusa con mangas globo, o nos pongamos un print que no nos convence, pero como se usa… ahí vamos con el. Es importante que lo que uses siempre, siempre te identifique, que te represente, eso es tener más que claro tu o tus estilos (todos tenemos más de uno). Mas allá de la moda y las tendencias, nunca dejes de ser vos y quererte mucho. No importa que salgas poco y nada de casa, lookeate, vestite, ponete Coqueta, ¡por y para vos!

Cuando la piel limita

Sabemos que la piel es el último borde, órgano frontera por excelencia. Aquel que delimita el adentro del afuera en el plano físico como también en lo emocional. Hablar de piel que limita nos es familiar, orgánico. Pero, ¿qué pasa cuando la piel limita mi contacto con el afuera, con la sociedad, con otro/a? ¿Qué pasa con la mirada de los demás sobre nosotros/as y nuestra propia mirada, aquello que nos devuelve el espejo?

“La piel se diferencia por ser visible y fotosensible. Ésta característica determina una función de comunicación y expresión afectiva que tiene mucha importancia en las relaciones sociales. La imagen está determinada en gran manera por el estado en que se encuentra la piel y la forma como el sujeto es mirado” (Jorge Ulnik, El psicoanálisis de la piel).

Si puedo frenar las expectativas de cómo quiero verme, si puedo diferenciar si ese discurso de cómo quiero verme es real, me es propio o es cómo la cultura en la que vivo me impone las condiciones ideales en las cuales yo debería poder mostrar mi piel, si puedo empezar un proceso de a poco, de mirarme despojado/a de prejuicios, críticas e ideales imposibles, quizás podría con el tiempo cambiar mi mirada sobre mí y así entender que ese es el camino para transformar la mirada juzgadora sobre los/as demás. Es imprescindible saber que es Mariana Olea un camino difícil, que no es siempre igual, que a veces será mas fácil y otras imposible, el autoamor es un aprendizaje para toda la vida, no es lineal ni se aprende on line.

“Lo pulido, lo liso, lo impecable, son la seña de identidad de nuestra época. ¿Por qué hoy en día gusta tanto “lo pulido”? Porque no daña, no ofrece resistencia. Lo bello digital constituye un espacio pulido y liso de lo igual, un espacio que no tolera ninguna extrañeza, ninguna alteridad, ninguna negatividad. Lo bello natural se ha atrofiado en lo liso y pulido de lo bello digital” (Byung Chul Han).

La piel que tengo cuenta mi historia, con sus huellas a veces imperceptibles y a veces no. Es un lienzo pincelado con los colores de mi emoción. Es herencia ancestral, es testigo incondicional de nuestros dolores más profundos, aquellos que solo ocasionalmente podemos ver en sueños. Es pantalla que muestra quienes somos, es envoltura amorosa abrazándonos, protegiéndonos de nuestros mas atávicos miedos, es lenguaje, expresión y comunicación. Transformar la manera de llevar nuestra piel por la vida, integrando éstos conceptos es fundamental para comprenderla, amarla y cuidarla. SOMOS PIEL.

MARIANA OLEA PLENA PIEL - @plenapiel

Tarde 10

La casa maldita/ Elsa Bornemann (1952/2013)

Hoy en la escuela, Agustín me dijo si podíamos encontrarnos en la plaza a eso de las cinco. —Tengo que contarte algo —me comentó preocupado. —Dale —le dije—. A la tarde nos vemos. Al fin, se había decidido a decirme qué le pasaba. Me sentí bien por no haberme equivocado. Lo que yo pensaba desde hace unos días, que algo lo preocupaba, era verdad. Yo no estaba inventando nada. Porque yo lo conocía muy bien. Agustín es demasiado transparente como para no demostrar lo que siente. Sea bueno o malo, él siempre lo manifiesta de la mejor manera que puede. Me parece que se metió en otro de sus líos. Veremos qué es lo que me quiere contar. Cuando llegué a la plaza, Agustín ya estaba sentado en el pasto al lado de su bici. En el lugar en donde nos encontramos siempre. Cuando me vio se levantó, y me dijo: —Hola, Lu. ¡Qué lindo es verte! Lo miré sorprendida, y pensé si se habría olvidado de que fue él quien me citó en la plaza para charlar conmigo. —Hola, Agus —le dije—. ¿Cómo estás? Se acercó hasta donde había unas flores, y me trajo una margarita de regalo. Yo agarré la flor, y le di un beso gigante en la mejilla. Me sentía tan feliz. Él se puso un poco colorado, y sentí como que yo también me ponía colorada. —Gracias, Agus —le dije—. Me encantan las margaritas. En realidad le mentí, porque las margaritas no me gustan mucho. Me empezaron a gustar a partir de esa tarde. —¿Qué es lo que tanto te preocupa, Agus? —le dije, sentada al lado de él en el pasto. —Es una larga historia, Lu. Y me contó que el otro día había hablado con el linyera de la esquina, el que conocíamos todos. Y me dijo que le vinieron ganas de saber qué era de la vida de ese hombre, y por qué estaba siempre todo sucio ahí en la calle. Parece que ese linyera, que me dijo Agustín que se llama Melquíades, no es tan malo como nos dijeron desde que éramos chicos. Yo cuando paso lo miro de reojo: me da un poco de miedo su aspecto tan descuidado. Alguna vez, lo escuché gritar desde lejos. Aunque cuando yo paso, él nunca grita ni nada, mira como al aire. Algunos dicen que está loco. A veces, hablábamos de ese linyera con mi abuela. Ella lo conocía desde hacía muchos años. Me dijo que nunca había conversado con él, pero que a ella jamás le había faltado el respeto. Hasta mi mamá lo conocía desde que era chica. El loco del barrio, lo llamaban todos. —¿Y te animaste a hablarle? —le dije a Agustín. —Claro —me contestó—. Y además tuve que hacer algo que él me pidió. Yo lo miré sorprendida, y abrí bien grande los ojos como para entender mejor. No le conté que alguna vez había hablado con mi abuela acerca de ese linyera. No era el momento. Ahora, era mejor dejarlo hablar a Agustín. Necesitaba desahogarse y contar todo lo que lo preocupaba. Me dijo que Melquíades lo había citado en la esquina. Tenían que encontrarse el viernes pasado a la noche para ir juntos a la casa de una tal Sonia. —¿Será la que dicen que es bruja? —le pregunté.

Autora: Graciela Amalfi. E-mail: gracielaamalfi@gmail.com Instagram: @gracielaamalfi

This article is from: